martes, 29 de septiembre de 2009

District 9, prawns go home



Director:
Neill Blomkamp (2009)
Guión: Neill Blomkamp & Terri Tatchell
Actores: Sharlto Copley, Jason Cope, David James, Vanessa Haywood, Mandla Gaduka, Kenneth Nkosi, Eugene Khumbanyiwa, Louis Minnaar, William Allen Young





Cuando creía que este 2009 empezaba su crepúsculo sin ningún sleeper, film que pasa desapercibidio antes de su estreno y que da el bombazo cuando nadie se lo espera, me encuentro con District 9, una obra cinematográfica tan edificante, consistente y concisa que a veces es difícil creer lo que el estupefacto espectador ve en pantalla durante sus 117 minutos de metraje. Originalidad señoras y señores, ese don tan escaso hoy día en el mundo del cine, es destilado de manera desmesurada en District 9. El surafricano Neill Blomkamp coge un argumento digno de uno de esos episodios de la serie Más Allá del Límite y lo convierte en una de las mejores y más adultas cintas sobre invasiones alienígenas vistas en mucho tiempo.




Pero claro, es que detrás de la historia de extraterrestres que nos cuenta el jovencísimo Neil Blomkamp se esconde una visceral y muy necesaria crítica al apartheid del sur del continente africano que se llevó a cabo durante el siglo pasado. Pocas veces una cinta adherida al género de ciencia ficción había portado un mensaje político y social tan notorio como ácido e irónico que nos hace inevitable pensar en el Paul Verhoeven de Robocop, Desafío Total y sobre todo el de la infravalorada Starship Troopers.




Más virtudes, sólo un nombre, Wikus Van De Merwe, el carisma anticarismático, el pobre desgraciado protagonista del film y víctima de mil y una perrerías. Van De Merwe es como un Michael Scott (protagonista de la versión americana de The Office) intentando sobrevivir en una cinta llena de langostas gigantes que se alimentan de comida de gato. Con su acento cerradísimo (bueno, el suyo y el de todo el reparto, dios santo, no pillaba ni dos palabras seguidas en inglés) su aire de torpeza lleno de divertidos apuntes como su manía de no salir ante cámara haciendo el ridículo (cosa harto difícil) o su obsesivo amor hacia su esposa el tipo llena la pantalla y se gana al espectador que experimenta hacia él sentimientos que van desde la compasión hasta el asco, pasando por la complicidad, la tristeza o la vergüenza ajena.




Aunque si hay algo que destacar en District 9 es la inusualmente profesional y resuelta dirección de Neill Blomkamp que desde el primer plano se muestra exultante con ese uso del falso documental que da un ritmo endiablado a la trama, pasando por su control técnico en las escenas de acción y su puesta en escena que hace que el espectador no se crea que el film sea una modesta coproducción entre Nueva Zelanda y Suráfrica. Mencionar también lo cruda que se vuelve la historia en su recta final y el tono dramático que toma todo el conjunto del film en su conclusión, dándole un verdadero poso narrativo al argumento o los dignísimos efectos especiales y de maquillaje, inusuales para una cinta tan modesta como la que nos ocupa.




Una dirección sobresaliente, un guión elaborado (con mala baba y compromiso social de caracter no adoctrinador) referencias que van desde el David Cronenberg de La Mosca hasta el Roland Joffé de Los Gritos del Silencio, acción y gore medidos con escuadra y cartabón y una producción de Peter Jackson en la que el director de la trilogía de El Señor de los Anillos, a parte de dinero, ha puesto poco de su estilo como director (alguna referencia a su pasión por los falsos documentales y poco más) cosa que se le agradece. Todas estas facultades que bordean lo genial hacen de District 9, no sólo la sorpresa cinematográfica del año, sino también uno de los mejores films de este 2009, una verdadera maravilla en su género, cine hecho para disfrutar y deslumbrar.


Punch-Drunk Love, bizarro amor naïf



Director: Paul Thomas Anderson (2002)
Guión: Paul Thomas Anderson
Actores: Adam Sandler, Emily Watson, Luis Guzman, Philip Seymour Hoffman, Mary Lynn Rajskub





Cuando Sidney, su primera película, pasó completamente desapercibida en su estreno, nadie llegó a pensar en aquel momento que Paul Thomas Anderson sería en un futuro uno de los directores más personales y geniales del Hollywood de los los útlimos 10 años. Tras su ópera prima llegaría la colosal Boogie Nights, biografía no oficial del actor John Holmes y certero retrato del mundo de la pornografía, una cinta llena de hallazgos, fuerza y veracidad que auguraban lo que su siguiente película, esa obra maestra titulada Magnolia, proclamaba con seguridad, que Paul Thomas Anderson estaba destinado a ser uno de los grandes dentro de su generación.




Tras el existoso estreno de Magnolia, Paul Thomas Anderson ya era uno de los autores más destacados de Estados Unidos, un director que encontrándose en la treintena ya podía presumir de ser uno de los pocos autores cinematográficos que tiene la última palabra en el montaje de sus films (ni Scorsese puede decir eso), por aquel entonces el realizador decidió embarcarse en la que hasta hoy es su única y poco ortodoxa comedia, Punch-Drunk Love, titulada en España Embriagado de Amor.




La cuarta película de Thomas Anderson es una peculiar y atípica historia de amor, una marcianada como se suele decir de manera equívoca y vulgar. Una cinta de un humor extraño, deliciosamente ingenuo en ocasiones y con bastante mala baba en puntuales situaciones, pero con una pasión por hacer deliciosa referencia desde a Jacques Tati hasta a los Coen, todo con un halo de extrañeza en la realización a lo David Lynch, referencia técnica que no reconocí la primera vez que vi el film, pero que ahora con su revisionado me ha quedado bastante clara.




Thomas Anderson una vez más lo deja claro, es un coloso con la dirección y en Punch-Drunk Love, una cinta peculiar en su forma pero no en su fondo, hace un uso sobrehumano de la cámara, con una utlización de la profundidad de campo, de los planos secuencia y del formato Scope que bordea lo magistral, puede que no tanto como en Magnolia, pero virtudes no le faltan a su trabajo como realizador.




Adam Sandler, ese hombre, ese escuerzo, ese cacho de carne con el que he de admitir que me he reído en algunas de sus películas como Un Papá Genial o Zohan, pero con el que también he pasado vergüenza ajena en otras como Little Nicky, está, por primera vez y sin que sirva de precedente, soberbio, genial, adorable y enternecedor en Punch-Drunk Love. En su papel se ven ecos de Chaplin, Keaton o el ya mencionado Tatí, su tranqulidad aparantemente impertérrita quebrada por sus arrebatos violentos, son demencialmente cómicos y crueles al mismo tiempo y su historia de amor con una dulcísima Emily Watson es creíble a pesar de lo extraño de la relación, dignos de mención los pirópos precoitales que ambos intercambian en la habitación del hotel hawaiano.




Cuando tenía todo a su favor, Thomas Anderson realizó un triple salto mortal sin red dando forma a Punch-Drunk Love, fue a contracorriente con un proyecto arriesgado, una rara avis en el cine americano dentro de las majors. Desde mi punto de vista el resultado fue de nota muy alta. Embriagado de Amor es posiblemente y a falta de ver Sidney, su film menos brillante, incluso la sobrevalorada pero casi siempre sólida There Will be Blood, film con roturas de guión graves, pero que por su bestial factura no deja de ser una gran película, es superior a ella, pero esto no quita méritos a esta excelente obra, necesaria en la carrera de su autor, un punto de inflexión muy a tener en cunta con respecto a su futuro como el cineasta clásico que algún día será.


lunes, 28 de septiembre de 2009

La Semilla del Diablo, y saldrá a engañar a las naciones, que están en los cuatro ángulos de la tierra



Director Roman Polanski (1968)
Guión Roman Polanski basado en la novela de Ira Levin
Actores Mia Farrow, John Cassavetes, Ruth Gordon, Ralph Bellamy, Sydney Blackmer, Maurice Evans, Angela Dorian, Patsy Kelly, Elisha Cook





Aprovechando que su director es noticia por haber sido detenido en Suiza el pasado Sábado y que tenía una deuda pendiente con alguien, voy a comentar la más célebre y posiblemente mejor obra del francopolaco Roman Polanski, su debut en Hollywood y una de las cumbres del cine de terror de todos los tiempos, aunque esta última afirmación necesita ser matizada.Tras el impactante, pero demasiado esclarecedor, título de La Semilla del Diablo se esconde una de las mejores películas de género de todos los tiempos. Rosemary's Baby es la adaptación a imágenes que el director Roman Polanski realizó en 1968 de la célebre novela del escritor Ira Levin. Con ello el autor también conseguía dar forma a la segunda entrega de su trilogía de los apartamantos, siendo la primera la soberbia y retorcida Repulsión y la última la excelente El Quimérico Inquilino.




La Semilla del Diablo es una de las producciones cinematográficas que arrastra tras de sí una de las leyendas más negras de la historia de Hollywood. Mucho se rumorea sobre si Anton Szandor Lavey, el Papa Negro, autor de La Biblia Satánica, intervino como asesor de Polanski en la cinta, de su rodaje en el supuestamente maldito edifico Dakota (el mismo en el que John Lennon fue asesinado por Mark Chapman) o de que Charles Manson y su Familia asesinaron a Sharon Tate la mujer del director, que se encontraba en estado de buena esperanza, porque habló demasiado en su film sobre satanismo. Aunque es más cierto es que el "lobby satánico" estaba indignado por haber sido retratado más como un grupo de jubilados entrometidos que como un verdadero culto que profetizaba el advenimiento del hijo de Lucifer.





Roman Polanski, después del gran Luis Buñuel, es con diferencia mi director europeo favorito, un hombre que no se acobarda con ningún género y que ha mostrado una mirada mórbida dentro del cine de terror. Ningún autor ha retratado el mal en un estado más depravado y enfermizo. Su dirección es aceradamente clásica, pero hace un uso magistral de la planificación de tomas y la utlización de la cámara en las escenas oníricas, la del barco es posiblemente la ensoñación filmada más lograda de la historia del cine, una cumbre de lo retorcido y lo obsceno, pero sin caer nunca en lo escandaloso o explícito, consiguiendo crear un notable malestar en el espectador.




No he mencionado por casualidad que adscribir Rosemary's Baby dentro del cine de terror no es del todo acertado, Sí, el film habla sobre temas indivisibles al género clásico, pero Polanski explora más el horror psicológico, llevándolo a cotas casi insoportables para el espectador mostrando escenas impactantes o inmersivas. En este apartado destacar el perfecto y magistral uso del enfermizo y alarmante aspecto endeble y de muñeca de porcelana a punto de resquebrajarse que muestra una inmensa, en el mejor papel de su carrera, Mia Farrow durante su embarazo. El director de Cul de Sac explota esta situación de incomodidad y la protagonista de La Rosa Púrpura del Cairo va añadiendo matices físicos y psicológicos de controlada demencia a su papel ejecutando una interpretación para la estantería del recuerdo.



John Cassavetes como Guy, unos inmensos Sidney Blackmer y Ruth Gordon como el matrimonio Castevet, y la inolvidable Patsy Kelly como la atolondrada Laurie-Louise, son algunos de los componentes de pintoresca vecindad que en años posteriores influiría en tantas otras producciones (La Comunidad de Alex de la Iglesia por poner un ejemplo) y que demuestran la destreza de Polanski para la dirección de actores. Por mucha ambiguedad que el fim destile con respecto a si todo o es causa de la paranoia y el miedo de la joven Rosemary por su inminente maternidad o de si en verdad todo es real y el "Año Uno" de la era de Satán ha llegado y a pesar de que esta obra maestra sea uno de los capitales que engrandece el género al que pertenece, al final, cuando el espectador asiste ese desenlace inolvidable entre lo cruel y lo patético, sólo una cosa queda clara cuando se visiona en su totalidad La Semilla del Diablo, y es que la quinta película de Roman Polanksi es una inmensa oda al instinto maternal, sentimiento inabarcable que ni si quiera el tacto frío y blasfemo del maligno puede adormecer o destruir en manera alguna.


sábado, 26 de septiembre de 2009

Quills, el divino marqués y su depravado legado



Director: Philip Kaufman (2000)
Guión: Doug Wright basado en su obra de teatro
Actores: Geoffrey Rush, Kate Winslet, Joaquin Phoenix, Michael Caine, Billie Whitelaw, Patrick Malahide, Amelia Warner, Jane Menelaus, Stephen Moyer, Tony Pritchard





El Marqués de Sade, Donatien Alphonse François era un noble que desde su mas tierna infancia desarrolló un depravado sentido de la ética y la moral obsesionado hasta los dias de su muerte con la perversión sexual y la herejía. Demostró su lascivo talento narrativo en obras como Justine, Filosofía en el Tocador o Los 120 dias de Sodoma (llevada al cine por Pasolini). Quills es la adaptación cinematógrafica de la obra de teatro de Doug Wright con guion del mismo autor y dirección de Philip Kaufman.




Kaufman, junto a James Ivory, el mas europeo de los directores norteamericanos, director de La Invasión de los Ultracuerpos excelente remake de la cinta de Don Siegel o la dadaptación al cine de la novela de Milán Kundera, La Insoportable Levedad del Ser crea con Quills una película que consigue homenajear a Sade un ser abominable y terrible pero lleno de inteligencia y vitalidad.




Ya desde el inicio con la voz en off de Sade diciendo proclamando "Querido lector voy a contarte un relato picante...", Kaufman nos muestra su puesta en escena, una película de época sucia y truculenta con la revolución francesa de fondo. Después del excelente prólogo nos introducimos en la institución de Charenton donde el Marqués de Sade se encuentra recluido pasando los días entre sus intentos de arrebatar la virginidad a la lavandera Madeleine y sus rencillas y conversaciones con el Abad Coulmier, director del centro, pero todo empeora cuando hace aparición el doctor interpretado por Michael Caine que tratará de domar al libertino Marqués utilizando metodos poco humanitarios.




A parte de la excelente ambientación y el guión de Wright debemos destacar el excelente reparto. La carnal Kate Winslet, un excelente Joaquin Phoenix entre la inocencia y la sexualidad desatada, Michael Caine genial como siempre pero esta vez realizando el papel mas desagradable de su carrera y una bellísima Amelia Warner.




Nota a parte para Geoffrey Rush. El verdadero marqués era un hombre de una gran obesidad, de manera que la figura escualida de Rush no era la mas adecuada para el papel, pero el actor australiano se mimetiza con maestria haciendo creíble desde su primera aparición la carcterización del noble francés. Mejor que nunca en este rol el ganador del Oscar por Shine, que consigue su mejor interpretación hasta la fecha, consiguiendo lo increible, llenar de carisma un personaje tan desgradable como este, haciendo que el espectador llegue a empatizar, en parte, con él, su trabajo le hizo merecedor de una nominación al premio de la cademia que le fue arrebatado injustamente por el simplemente correcto Russel Crowe de Gladiator.




Kaufman con brio y un ritmo excelente imprime una carga sexual omnipresente pero nunca excesiva y una acerada dirección de actores dando lugar a su mejor y mas lacerante obra. Poco conocida pero benerada incluso por los amantes de la obra de Sade, Quills es una obra maestra que auna, sexo, libertad y blasfemia a partes iguales siendo un fiel retrato de la Francia post revolucionaria y del falso puritanismo de la Europa del siglo XVIII.


Muerte Entre las Flores, los hermanos Coen y la revisión de un género


Director:
Joel Coen (1990)
Guión: Joel y Ethan Coen
Actores: John Turturro, Gabriel Byrne, Steve Buscemi, Albert Finney, Marcia Gay Harden, Mike Starr, Richard Woods, Jon Polito, J.E. Freeman




El tercer film de los hermanos Coen es una reinvención del cine de gangsters bebiendo de los films clásicos, pero dándole estos su toque personal. Joel y Ethan de una manera u otra empapan la mayoría de sus films con la novela negra de autores como James. M. Cain o Raymond Chandler obras como Fargo, El Gran Lebowski o El Hombre que Nunca Estuvo Allí así lo atestiguan, pero posiblemente Muerte Entre las Flores sea junto la última que he mencionado la que con más pureza se deja influenciar por estos autores.




No falta ningún elemento carcterístico del cine negro en esta Miller's Crossing. El protagonista lacónico y chulesco (más inteligente y definido que la mayoría de protagonistas del cine noir) que ante todo debe saber recibir con clase palizas y palizas durante todo el metraje, la femme fatale causa de casi todas las desgracias de la trama, el jefe que se las sabe todas y que sería capaz de joder todo su imperio por una mujer de la que está enamorado y los sicarios del mismo que disparan o por defecto golpean antes de preguntar.




Es por muchos sabidos que los Coen son dos de los mejores guionistas del cine actual, el de Muerte Entre las Flores funciona perfectamente, al igual que la dirección de Joel Coen, que seguramente será también de Ethan pero ya se sabe con la cosa esta de los créditos. Planos elaborados y secuencias cojonudas, con una omnipresencia, como no podía ser menos, de sombreros hojas otoñales y lirismo. En resumidas cuentas el acabado técnico del film así como la excepcional fotografía de Barry Sonnennfeld son intachables así como la inolvidable banda sonora de Carter Burwell.




Los actores todos soberbios. Gabriel Byrne impresionante, la determinación de su personaje es harto carismática, Albert Finney genial como el jefe de Byrne un perro viejo que se las conoce todas, Marcia Gay Harden muy en línea de chica del gángster con carácter un tanto dudoso y de los secundarios, Jon Polito, J. E. Freeman o Steve Buscemi, hay que destacar a John Turturro cuyo personaje viene a ser el McGuffin del film y uno de los más geniales y rastreros de la trama.




Sin lugar a dudas una de las cumbres de los hermanos Coen como autores cinematográficos. Muerte Entre las Flores es una obra maestra con todas las letras. Nada falla y nada sobra en esta puesta al día del cine de los bajos fondos, del submundo del hampa y los gansters. En resumidas cuentas, Miller's Crossing es la clase de película que Brian De Palma debería de haber revisionado unas cuantas veces antes de ponerse a hacer su considerablemente fallida La Dahlia Negra.


Saló o los 120 Días de Sodoma, arte y obscenidad




Título Original Saló o le 120 Giornate di Sodoma (1975)
Director Pier Paolo Pasolini 
Guión Pier Paolo Pasolini basado en la novela del Marques de Sade
Actores Paolo Bonacelli, Giorgio Cataldi, Umberto Paolo Quintavalle, Aldo Valletti, Caterina Boratto, Elsa De Giorgi, Sonia Saviange




La última obra del italiano Pier Paolo Pasolini es una de las películas más polémicas de la historia del cine. Un día leí en la famosa web Filmaffinity cómo algunos energumenos proclamaban que el realizador italiano mereció morir (realmente fue asesinado en la italiana playa de Ostia poco después del estreno del film) por haber hecho una cinta como esta. Hay que ser reaccionario para pensar que alguien debe perder la vida por mostrar imágenes que puedan impactar de mayor o menor manera a cierto tipo de espectadores.





Saló y los 120 Días de Sodoma es un film que adapta el libro del Marqués de Sade Los 120 días de Sodoma pero ambientándolo en la Italia fascista de 1944. Un grupo de burgueses de ultraderecha raptan a algunos jóvenes de un pueblo cercano para encerrarlos en una mansión y somerterlos allí a gran numero de actos de depravación sexual. El film en su esencia es una crítica al fascismo italiano de Mussolini y su doble moral, retratando a la extrema derecha de tal país como unos hombres dementes y obscenos capaces de realizar los más bestiales actos contra imberbes muchachos con tal de alcanzar un nivel de placer superior.





El problema es que el mensaje contestatario de Pasolini queda casi por completo sepultado por la innumerable gama de escenas grotescas que muestra en pantalla. Coprofagia, sodomizaciones varias tanto a hombres como a mujeres, escenas de tortura explícitas sin escatimar en detalles y demás actos que mal que nos pese, algunos hombres (y mujeres) son muy capaces de hacer, pero que se adueñan de todo el film y no dejan que el aturdido espectador piense en nada más que en las escenas de gran impacto que el director alterna durante todo el metraje anulando casi por completo la crítica política que el film trata de transmitir.




Pasolini buscaba indudablemente el escándalo y lo consiguió. No sé como de fiel es el film al escrito del Marqúes de Sade ya que no lo he leído, pero si aún hoy el film se hace duro de visionar, en 1975 su impacto debió ser de de una dimensión considerable. Hay hallazgos cinematográficos en el último trabajo del director de El Decamerón y un guión mesurado con excelentes diálogos, pero su sobredosis de sexo, sangre y heces lo hacen bordear peligrosamente la linea que separa el arte de la obscenidad.




Si bien es aceptable que la persona que visione el film dé su opinión sobre él, lo que me parece bestial e inhumano es justificar la muerte de una persona por hacer un film que guste o disguste, atraiga o cause rechazo, no deja a nadie indiferente. Eso sí, siempre desde mi opinión personal e intransferible esta cinta no es ni la aberración que algunos dicen, ni de lejos la obra maestra que suelen proclamar muchos entendidos del medio cinematográfico. Mi opinión es que los espectadores vean el largometraje y si quieren que lo juzguen a él y a su autor, pero en un plano profesional, con criterio y sin hacer apología alguna del asesinato.


jueves, 24 de septiembre de 2009

Domino, cazadores de hombres en prime time


Director: Tony Scott (2005)
Guión: Richard Kelly
Actores: Keira Knightley, Mickey Rourke, Mena Suvari, Jacqueline Bisset, Lucy Liu, Christopher Walken, Edgar Ramirez, Delroy Lindo, Ian Ziering, Brian Austin Green





Debo admitir que el estilo cinematográfico de los hermanos Scott dejó de llamarme la atención hace muchos años. Se me antoja demencial que dos señores como Ridley y Tony, que llevan más de tres décadas haciendo cine y que están bien entrados en los 70 y 60 años respectivamente, muestren con cada uno de sus nuevos proyectos que no tienen más capacidad como narradores que la de un chaval de 20 años recién salido de la escuela de cine.




Tony Scott ha tenido durante su carrera más aciertos que su hermano mayor, pero claro, Ridley hizo seguidas Los Duelistas, Alien, el Ocatvo Pasajero y Blade Runner, con eso ya tiene un lugar privilegiado en la historia del cine. El menor de los hermanos en cambio no es tan ambicioso, por ello también menos arriesgado, y cuando ha metido la pata no ha sido de manera tan sonora como el realizador de La Teniente O'Neill o Black Hawk Derribado, además el tipo nos ha regalado algunas joyas como Amor a Quemarropa o entretenimientos de alto nivel como Enemigo Público, El Último Boy Scout o la reivindicable Fanático.




El problema es que si las ínfulas de esteta del amigo Tony siempre han sido algo vacuas y reiterativas, desde hace unos años ya son vomitivas. Más o menos desde Spy Game este hombre abusa de una manera pueril de todas las artimañas visuales y de montaje posibles, convirtiendo en jodidos videoclips todos sus films, desde la sobrevalorada El Fuego de la Venganza hasta esta Domino que nos ocupa. El problema con esta última surge conmigo, porque la misma es un resumen hiperbólico y sobreexpuesto de todos los clichés como realizador del director de El Ansia, pero por paradójico que parezca y contra todo pronóstico, me ha parecido muy entretenida e incluso bastante decente.




Domino
es un biopic de baratillo a ritmo de MTV, que sale principalmente a delante por el sensacionalista y divertido guión de Richard Kelly (Donnie Darko, Southland Tales) y por el interminable reparto de actores, encabezado por una Keira Knightley más atractiva que nunca (no aparece tan escualida como de costumbre) y no por llevar encima un arma, incomprensible parafilia sexual tipicamente americana que a mí me pone la líbido por los suelos, un Mickey Rourke entrañable y un Edgar Ramírez demente y carismático, con un desfile de secundarios como Christopher Walken, Jacqueline Bisset, Mena Suvari, Lucy Liu y unos geniales y autoparódicos Ian Ziering y Brian Austin Green memorables, haciendo de sí mismos y riéndose de lo que realmente son, dos actores mediocres que viven de las rentas de la serie de mierda que los lanzó a la fama.




Movimientos de cámara imposibles y rebuscados, zooms innecesarios, primerísimos planos de gafas con cristal de espejo, un abuso cromático del color amarillo en la fotografía, un montaje que parece haber sido llevado a cabo por Michael J . Fox, toda la mierda artificiosa, impostada y pretendidamente falsa de la que lleva haciendo gala Tony Scott como artesano está aquí a la máxima potencia, pero por primera vez y sin que sirva de precedente, no me molesta, la veo incluso, aunque sólo en ocasiones, justificada, por el tono de reality show que tiene el film y por lo poco creíble que es lo que se nos muestra en pantalla y eso que se supone que está basado en hechos reales... más o menos, como dice el cartel que inicia la cinta.




Domino tiene mucha gilipollez en sus dos horas de metraje, esa metáfora del pez muerto como perdida de la inocencia de la protagonista, la subtrama de las negras que lastra el guión, su pueril pero simpática crítica a la televisión sensacionalista (mucho mejor ataque a la misma fue el que Oliver Stone realizó en su genialmente desquiciada Asesinos Natos) y definitivamente el retrato que se hace de la protagonista la muestra directamente como una niñata caprichosa a la que le dio un pronto con el que dejó la pasarela para meterse a cazarecompensas, sin retratarla como una persona remarcable, carsimática o decente en modo alguno. Pero también hay partes memorables, como la escena burrísima del brazo con música de Tom Jones, todo la incorrección política que destila, su mala baba y el humor que veces está muy conseguido, todo gracias al guión de Richard Kelly y el Tony Scott más desfasado, pero también correcto, de los últimos años.



miércoles, 23 de septiembre de 2009

Watchmen


Director: Zack Snyder (2009)
Guión: Alex Tse y David Hyter basado en el cómic de Alan Moore y Dave Gibbons
Actores: Jackie Earle Haley, Malin Akerman, Billy Crudup, Matthew Goode, Jeffrey Dean Morgan, Patrick Wilson, Carla Gugino, Matt Frewer, Stephen McHattie, Laura Mennell





En el año 1986 los británicos Alan Moore y Dave Gibbons escribieron y dibujaron para la editorial americana DC, Watchmen, el mundo nunca había visto una obra de tanta madurez y profundidad a cerca de los superhéroes hasta ese momento y por desgracia a día de hoy no ha vuelto a verla.




Watchmen es una desmitifación de la figura del vigilante enmascarado, el retrato que de los mismos hacen Moore y Gibbons es descorazonador, mostrándolos como individuos psicológicamente inestables, con ideologías cercanas al fascismo y parafilias sexuales sadomasoquistas, retratándolos más como un cáncer para la sociedad que como defensores de la misma.




Los autores reflexionaron también sobre la política americana y la paranoia nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Por estos y otros motivos Watchmen es una obra capital dentro del noveno arte, ganadora del prestigioso premio Hugo a la mejor obra de ciencia ficción en 1986 y el único cómic incluido entre las 100 novelas más relevantes desde 1923 hasta finales del SXX por la revista Time.




Llevar a imágenes la obra era una tarea harto difícil, el mismo Moore enemigo acérrimo de adaptar sus escritos a celuloide, dijo una vez que Watchmen era inadaptable, porque el cine y el cómic son dos medios completamente distintos y las imágenes en movimiento no podían transmitir la profundidad y matices que sí dejaban entrever las viñetas.




Grandes directores decidieron infructuosamente llevar la película de Watchmen a buen puerto, desde genios confirmados como Terry Gilliam, hasta nuevos talentos como Darren Aronofsky o Paul Grenngrass, todos ellos se echaron para atrás en el último momento o se achantaron ante un proyecto que por mastodóntico y complejo podía asustar a cualquier valiente.




Entonces en el año 2004 salió a la luz Zack Snyder, un director americano que debutó con buen pie en el mundo del cine con una más que correcta revisión de la cinta Amanecer de los Muertos de George A. Romero, el éxito en taquilla fue considerable y la crítica la trató bastante bien. Tres años después el realizador se embarcó en la que es a día de hoy la primera de las dos adaptaciones que ha realizado sobre un cómic, 300, versión en imágenes de la excelente novela gráfica homónima escrita e ilustrada por el americano Frank Miller sobre la batalla de las termópilas entre los espartanos y el ejército persa. El resultado es un ejercicio cinematográfico tan vacuo como avasalladoramente poderoso en el aspecto visual, Snyder adaptó pulcramente casi todo el cómic de Miller y el resultado convenció hasta a los más puristas.




Tras el éxito cosechado por la cinta y la polvareda que levantó por su ideología, que digámoslo ya, viene de la obra de Miller, no de la mano de el director, a Snyder se le abrieron definitivamente las puertas de Hollywood de par en par, y entonces, sólo entonces se embarcó en un proyecto que duró dos largos años, llenos de problemas legales y técnicos, para dar forma por fin a Watchmen, la película.




Bajo mucha presión, miles de personas (entre los que me incluyo) en Internet que lo criticaban y se reían de él por si convertía la obra de Moore y Gibbons en un videoclip de artes marciales con tipos en taparrabos a lo Power Ranger, Snyder rodó su película y el resultado fue de nota altísima, tanta que a muchos nos soprendió bastante y de manera muy grata.




Snyder comienza con buen pie por medio de unos títulos de crédito soberbios, no sólo para situar de manera espaciotemporal su trama, sino para mostrar por medio de unas geniales imágenes, al son de The Times They Are Changing de Bob Dylan, al espectador neófito de qué va la historia y cuales son los derroteros en los que se va a encaminar el proceso y desarrollo del film.




Gracias al excelente guión de Alex Tse y David Hayter y de la mano muy firme (más de lo esperable) de Zack Snyder, la fidelidad al cómic es tan ferrea que bordea lo enfermizo, para algunos esto último es un fallo, para mí es la mayor de las virtudes y lo que yo andaba buscando. Gracias a este afán por ceñirse al cómic el retrato de los personajes es pudorosamente fiel al del escrito original, todos los protagonistas en mayor o menor medida reflejan los individuos que vimos en viñetas y sus ideas o miedos




Los dos personajes más interesantes de Watchmen, Rorschach y El Comediante, que muestran distintas caras del lado más oscuro, extremista y podrido del Sueño Americano están interpretados magistralmente por Jackie Earl Haley, que ya apuntaba maneras en Juegos Secretos de Todd Filed, y Jeffrey Dean Morgan, ellos son el narrador subjetivo y el personaje satélite, el McGuffin, como diria Hitchcock, respectivamente, sin ellos no hay Watchmen.




Los demás actores, Malin Akerman como Espectro de Seda II, Patrick Wilson como el Búho Nocturno cumplen, pero al inglés Mathew Goode le viene grande el uniforme de Ozymandias/Andrew Veit, el personaje es mucho más complejo y lleno de aristas que el que interpreta el protagonista de Match Point, siendo él, el único actor que, aún haciendo un gran esfuerzo, parece desubicado en el casting.




Del guión deberíamos destacar la ausencia del los Relatos del Navío Negro, cómic leído por un personaje muy secundario de Watchmen, Moore con esto dió forma a un experimento para rizar el rizo, sitúa una historia dentro de otra historia, haciendo un uso de la metaliteratura que le honra, pero su inclusión en la versión para cine de Watchmen hubiera alargado el metraje hasta los 190 minutos (que según parece durará el montaje del director que se editará en un futuro próximo), por eso, y dando forma una vez más a un golpe de marketing, tan jugoso como innecesario, dicho cómic dentro del cómic se editó en dvd como una cinta de animación, de bastante pobre calidad, si se me permité el comentario, desvinculada del film de Zack Snyder.




El mayor fallo del libreto, el cambio en forma, que no fondo, del final que se veía en el último episodio del cómic y que convenientemente no vamos a desvelar en este comentario, pero que indignó a muchos (incluso a mí) cuando salió a la luz antes del estreno de la cinta, pero que al final no resultó muy dañino, ni para el mensaje del film, ni para que su resolución fuera fiel al de la obra de Moore y Gibbons.



Watchmen, con sus virtudes y su fallos (que no lo neguemos, los tiene) es un gran film, para el que suscribe el mejor del año, junto a Gran Torino de Clint Eastwood. Una adaptación del cómic de Moore y Gibbons que bordea la magnificencia, un proyecto colosal que ha cumplido las expectativas artísticas y técnicas que se tenían depositadas en él. Gracias a esta cinta de Zack Snyder y a esa obra maestra llamada El Caballero Oscuro de Chrsitopher Nolan, el celuloide basado en héroes está conociendo una nueva era dorada en la que se aunan, madurez, entretenimiento, y sobre todo, buen cine.