"Le dimos una oportunidad a la paz, ahora es tiempo para la guerra"
El pasado año 2015 el sueño de muchos fans de la saga Evil Dead (ideada por el director y guionista Sam Raimi, el actor Bruce Campbell y el productor Robert Tapert en 1981 dando lugar a una trilogía cinematográfica y un remake entre otras variantes) se cumplió cuando sus artífices llegaron a un acuerdo con la cadena de pago estadounidense Starz (Spartacus, American Gods) para realizar una serie con la que dieron continuación a las aventuras sobrenaturales de Ashley “Ash” Williams. La primera temporada de Ash vs. Evil Dead en la que nuestro protagonista estaba acompañado en su cruzada por sus aliados Pablo (Ray Santiago) y Kelly (Dana DeLorenzo) y se veía las caras con poseídos, demonios o personajes secundarios como los de Rubby (Lucy Lawless) o la agente Fisher (Jill Marie Jones) supuso toda una descerebrada sorpresa que satisfizo hasta a los seguidores de la rama más dura de las correrías del mítico personaje de la motosierra y la escopeta recortada. Sam Raimi, Ivan Raimi y Tom Speziali, que ejercen de showrunners del producto, no sólo supieron estar a la altura con respecto a esa primera tanda de diez episodios, sino que superaron todas las expectativas ofreciendo una de las series de televisión más bestiales, hiperbólicas, incorrectas, enfermizas y graciosas del panorama catódico actual. Los directivos de Starz estaban tan satisfechos con Ash vs. Evil Dead que unos días antes del estreno de esta temporada inicial confirmaron la renovación para una segunda que llegó el 27 de septiembre de 2016.
Con el estreno de esta segunda temporada y teniendo en cuenta que la primera había gustado mucho y conseguido las metas aurimpuestas como secuela de una saga mítica en general y producto catódico en particular la mayor pregunta por parte de los seguidores era si los hermanos Raimi y Tom Speziali iban a seguir con ese desenfrenado ritmo en el que todo vale para mostrar sangre, vísceras y salvajismo en pantalla o si por el contrario iban a levantar el pie del acelerador y contenerse un poco más después del desfile de gore e hilaridad que supuso la temporada inicial. Los artífices del producto nos aclaran dichas dudas en las primeras entregas de esta nueva tanda de episodios con dos situaciones que marcarán el tono a seguir por parte de la historia. Por un lado la secuencia en la morgue con Ash introduciendo su cabeza por el recto de un cadáver abierto en canal mientras este vacía su esfínter y el protagonista evita por todos los medios que el pene del cuerpo inerte se introduzca en su boca y por otro la posesión demoníaca que sufre el Oldsmobile Delta 88 Royale (el coche de Ash a lo largo de toda la saga de Evil Dead y el de Sam Raimi en la realidad, teniendo cameos en prácticamente todas sus películas como director) que lo incita a descuartizar, desmembrar y quemar vivos a todo tipo de adolescentes que se cruzan en su camino nos confirman que esta nueva sesión de Ash vs. Evil Dead es mucho más demente y excesiva que su predecesora de 2015, que no es decir poco.
En esta ocasión Ash, Pablo y Kelly abandonan su retiro tropical en Jacksonville debido a que Rubby, que había jurado custodiar el Necronomicón para que los demonios no escaparan de él e invadieran le Tierra, parece haber roto su promesa. Estos hechos harán que los tres protagonistas viajen a Elk Grove (Michingan) ciudad natal de Ash donde el personaje de Bruce Campbell se reencontrará con su padre, Brock (Lee Majors), amores de adolescencia como Linda (Michelle Hurd) y amigos de infancia como Chet (Ted Raimi) o el sheriff Thomas Emery (Stephen Lovatt) siendo mal recibido por unos lugareños que desde hace décadas se ríen a sus espaldas apodándolo “Ashy Slashy” por haber descuartizado a su hermana y sus amigos en la primera entrega de la saga cinematográfica de 1981. Este contexto es en el que los guionistas de Ash vs. Evil Dead diseñarán el campo de batalla en el que se desarrollará la segunda temporada de la serie es, incluso más que en la primera, un endeble hilo repleto de arbitrariedades para que los personajes principales se encuentren abocados a un continuo enfrentamiento a todo tipo monstruosidades dándoles muerte de la manera más exagerada, violenta y gratuita posible, algo que acontece al menos durante la primera mitad del recorrido, después la cosa cambia como mencionaremos más tarde. Pero esto que no deja de ser un fallo a nivel de narración nos lleva al mismo punto que la temporada anterior, la serie no necesita más que esa mínima excusa para ponerse en funcionamiento y el espectador no demanda más, porque estamos hablando de un producto de entretenimiento buscando hacer pasar a los televidentes cinco horas de desenfreno y locura.
Teniendo esto claro sólo nos queda disfrutar con la galería de bestialidades de distinto pelaje destilada en esta segunda temporada de Ash vs. Evil Dead que si bien no incide en desarrollo de personajes alguno o un devenir argumental que nos lleve a algún sitio en concreto cuando todo el entramado que sustenta los diez episodios comienza a dar vueltas sobre sí mismo, sí es cierto que coquetea con otro tipo de diversificación en cuanto a su contenido. Por ejemplo, en cuanto a la fauna de criaturas sobrenaturales ya no encontramos sólo a los clásicos humanos poseídos por el influjo del Necronómicon, también conocemos a los letales “vástagos” de Ruby (que ya hicieron acto de presencia en los últimos compases de la primera temporada ofreciendo pasajes deliciosos junto a Ash) o el demonio Baal ejerciendo como villano de la temporada e interpretado por el actor neozelandés Joel Tobeck, que en su incursión en el programa parece una versión joven del gran Brad Dourif. Situar la trama en Elk Grow en principio podría parecer una elección que redujera las posibilidades narrativas de esta segunda temporada debido a las contadas localizaciones en las que tiene lugar la acción la misma, pero cuando hemos pasado el ecuador los guionistas toman una sabia decisión convirtiendo esta segunda parte de Ash vs. Evil Dead tanto en homenaje como una burla hacia el revival ochentero que estamos viviendo desde hace unos años dentro de la ficción audiovisual de principios del siglo XXI.
Una situación fortuita con graves consecuencias obliga a los protagonistas a viajar en el tiempo a la misma Elk Grove, pero de 1981, para impedir la primera lectura del Necronomicon, o lo que es lo mismo, detener los hechos que sucedieron en Terroríficamente Muertos (Evil Dead II) ya que por decisión de los autores esos son los que se aceptan como canónicos y no los de Posesión Infernal (The Evil Dead) idea no del todo descabellada si tenemos en cuenta que la secuela de 1987 realmente era un remake de su predecesora. De esta manera por medio de un claro homenaje a la saga Regreso al Futuro la segunda temporada de Ash vs. Evil Dead torna en una parodia de la ya citada reivindicación de los años 80 siendo abordada con una sorna y mala baba que se deja notar en el fondo y la forma del producto. No sólo hay mucha ironía a la hora de ambientar dicha década, sino que también los Raimi y Tom Speziali deciden rendir tributo a la franquicia origen de su fama perdiéndole el respeto, haciendo mofa con ella e incluso llegando a reescribirla sin miramiento alguno demostrando que el único motivo por el que ellos también se han subido al exitoso carro de la nostalgia es para seguir con su orgía de hemoglobina, pólvora, salvajismo y humor de muy dudoso gusto para regocijo de espectadores de todo tipo y fans desprejuiciados.
En cuanto a otro de los puntos fuertes de la serie, un plantel de actores y personajes a los que a estas alturas ya hemos tomado cariño, debemos volver a mencionar a un Bruce Campbell superlativo que devora cada encuadre en el que la cámara repara en su presencia eclipsando a cualquier secundario que comparta plano con él, ejecutando una labor que llega a cotas de carisma sobrehumano en el capítulo Delusion y toda la trama en el psiquiátrico con la marioneta asesina `portada en su mano derecha sustituyendo a su conocida motosierra. Ray Santiago toma un protagonismo capital en esta nueva temporada después de lo acontecido en la anterior convirtiéndose en el MacGuffin que vertebra toda la trama central mientras los personajes de Dana DeLorenzo y Lucy Lawless deciden formar una especie de pareja digna del subgénero buddy movie deparando muy buenos momentos. En cuanto a las nuevas incorporaciones encontramos al mítico Lee Majors (El Hombre de los Seis Millones de Dólares) como el engreído padre de Ash, Ted Raimi en el papel de Chet, Michelle Hurd como Linda, el amor de adolescencia del protagonista, y al miserable sheriff Thomas Emery de Stephen Lovatt que a su vez es marido de Linda. Sin olvidar al ya mencionado Baal de Joel Tobeck que cumple como villano pero no destaca en demasía.
Ash vs. Evil Dead sigue su línea ascendente como show televisivo y secuela de la saga Evil Dead gracias a su insana demencia y afán por la hosquedad o lo insalubre. Por suerte después de ver que en esta temporada los guionistas han decidido ofrecer historias cada vez más bestiales y autoparódicas la fe en el producto no sólo se acrecienta sin miedo a que caiga en la reiteración a la que un subgénero tan hermético como al que pertenece pueda abocarla como serie de ficción, sino que ya tenemos las pruebas audiovisuales que nos confirman cada nueva tanda de episodios creciendo exponencialmente en lo referente a ambición, sátira, escatología y puesta en escena. Porque lo que apuntan los primeros trailers de la tercera temporada que la cadena Starz estrenará el próximo 25 de febrero es que esto va a ser un no parar por parte de Sam Raimi, Ivan Raimi, Tom Speziali y si hasta ahora han dado forma al producto más descerebrado de la historia de la pequeña pantalla no queremos ni pensar en qué nos espera en el futuro si Ash y sus compinches siguen su escalada de crímenes sobrenaturales llevados a límites nunca sospechados en el microcosmos al que dio forma aquella modesta cinta de 1981 ideada por un grupo de veinteañeros novatos en lides cinematográficas sin saber que estaban diseñando un mito ficcional al que todavía le queda mucha “no vida”.