Título Original: The Ghost Writer (2010)
Director: Roman Polanski
Guión: Robert Harris & Roman Polanski, basado en el libro de Robert Harris
Actores: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Olivia Williams, Kim Cattrall, Tom Wilkinson, Timothy Hutton, James Belushi, Eli Wallach, Robert Pugh
Tras la soberbia El Pianista y su excelente revisión del Oliver Twist de Charles Dickens, Roman Polanski dirige este ajustado y correcto thriller que si bien funciona con la eficacia de un reloj suizo como cinta de género, también se queda a mitad de camino si es evaluada como una obra de su autor. Una de las voces más interesantes y versátiles que ha dado el cine europeo en toda su historia. Un genio polaco que ha tocado todos los palos (desde la comedia vampírica hasta el terror psicológico de corte satánico pasando por el subgénero de Piratas) y que ha ofrecido un retrato misántropo de la raza humana y dado una visión única entre lasciva y mórbida del mal en estado puro.
The Ghost Writer es un thriller político ejemplar, con una pátina de esteticismo europeizado (en ocasiones recordando a Costa Gavras) y un acabado formal fuera de toda duda. Tiene todos los alicientes para ser un producto efectivo bien ejecutado y con una resolución artística y técnica llevada a cabo por unos profesionales comprometidos con su trabajo. Eso estaría bien para otra producción típica del Hollywood actual dirigida por los John Amiel, John Avnet o Philip Noyce de turno, pero no para una obra de alguien con el talento de Roman Polanski.
A pesar de que la película no escatima en cuanto a dejar en evidencia la política internacional inglesa (ya que por mucho que intenten escurrir el bulto los autores de la obra, hablan indudablemente del matriomonio formado por el ex primer ministro británico Tony Blair y su esposa Cherie a pesar de que la resolución de la trama se encamine por derroteros ficcionados que esperemos no se lleven a cabo, ya que eso sería del todo rocambolesco), y de que en ocasiones bordea la sátira, al film le falta el mordiente, ese toque satírico y cruel al que Polanski nos tiene acostumbrados hasta cuando teje tramas adheridas al género humorísitico.
A Polanski se le acusó de manera más o menos injusta de academicista en sus dos anteriores obras, que eran de época. Pero es en esta El Escritor donde, yo al menos, sí lo veo encorsetado en una innecesaria rigidez formal que diluye en parte su discurso autoral. Un trabajo tan efectivo como despersonalizado que me hace preguntarme qué fue lo que vieron en él los componentes del jurado del pasado festival de Berlín para darle ese oso de plata a la mejor dirección al creador de Repulsión que se me antoja del todo exagerado.
A pesar del medido ritmo del metraje, de que haya rescatado para papeles cortos, dentro de un reparto muy resuelto, a gente tan olvidada como James Belushi o Eli Wallach y a otros que estaban sumergidos en series B de medio pelo (Timothy Hutton), de que hay cierta mirada ácida e incluso acusadora hacia la política europea y su continua bajada de pantalones para con Estados Unidos, esto para un servidor no es Polanski. Es lo más parecido a la cinta de un director menor dentro del panorama cinematográfico actual o peor, un proyecto alimenticio e impersonal dentro de la carrera de un autor que es capaz de mucho más.
The Ghost Writer es un thriller político ejemplar, con una pátina de esteticismo europeizado (en ocasiones recordando a Costa Gavras) y un acabado formal fuera de toda duda. Tiene todos los alicientes para ser un producto efectivo bien ejecutado y con una resolución artística y técnica llevada a cabo por unos profesionales comprometidos con su trabajo. Eso estaría bien para otra producción típica del Hollywood actual dirigida por los John Amiel, John Avnet o Philip Noyce de turno, pero no para una obra de alguien con el talento de Roman Polanski.
A pesar de que la película no escatima en cuanto a dejar en evidencia la política internacional inglesa (ya que por mucho que intenten escurrir el bulto los autores de la obra, hablan indudablemente del matriomonio formado por el ex primer ministro británico Tony Blair y su esposa Cherie a pesar de que la resolución de la trama se encamine por derroteros ficcionados que esperemos no se lleven a cabo, ya que eso sería del todo rocambolesco), y de que en ocasiones bordea la sátira, al film le falta el mordiente, ese toque satírico y cruel al que Polanski nos tiene acostumbrados hasta cuando teje tramas adheridas al género humorísitico.
A Polanski se le acusó de manera más o menos injusta de academicista en sus dos anteriores obras, que eran de época. Pero es en esta El Escritor donde, yo al menos, sí lo veo encorsetado en una innecesaria rigidez formal que diluye en parte su discurso autoral. Un trabajo tan efectivo como despersonalizado que me hace preguntarme qué fue lo que vieron en él los componentes del jurado del pasado festival de Berlín para darle ese oso de plata a la mejor dirección al creador de Repulsión que se me antoja del todo exagerado.
A pesar del medido ritmo del metraje, de que haya rescatado para papeles cortos, dentro de un reparto muy resuelto, a gente tan olvidada como James Belushi o Eli Wallach y a otros que estaban sumergidos en series B de medio pelo (Timothy Hutton), de que hay cierta mirada ácida e incluso acusadora hacia la política europea y su continua bajada de pantalones para con Estados Unidos, esto para un servidor no es Polanski. Es lo más parecido a la cinta de un director menor dentro del panorama cinematográfico actual o peor, un proyecto alimenticio e impersonal dentro de la carrera de un autor que es capaz de mucho más.