Director: Quentin Tarantino (2009)
Guión: Quentin Tarantino
Actores: Brad Pitt, Diane Kruger, Christoph Waltz, Daniel Brühl, Mélanie Laurent, Eli Roth, Michael Fassbender, Samm Levine, B.J. Novak, Til Schweiger
Onanismo, masturbación, gayola, manolilla, autoamor, autocomplacerse, sí amigos la última película de Quentin Tarantino es una enorme, descomunal, y escandalosa paja, un ejercicio de ombliguismo como pocos se han visto, desde los créditos, que son una continua autoreferencia estética a su propia obra previa como director, el de Knoxville nos lo deja claro, aunque no aparezca en ningún momento en pantalla, él es el protagonista de Malditos Bastardos y el resultado es una de sus mejores películas
Como siempre sucede, Tarantino como autor tiene poco de original, es un director de remiendos, pero coge los miles de estilos y referencias de los que ha mamado desde niño, les da cohesión en un magnífico todo y los marca a fuego con su sello personal e intransferible. Malditos Bastardos es, sobre todo Sergio Leone, pero también John Frankenheimer, Sergio Corbucci, Sam Peckinpah, Samuel Fuller, hasta Jean Luc Godard con todo lo referente al cine dentro del cine.
El film empieza con una descarada autofelación por parte de Tarantino abusando de su fama de gran dialoguista, la escena de la granja, que puede desconcertar al espectador por su apaciguada tranquilidad. Pero el director de Death Proof se basta de dos movimientos de cámara para mostrarnos que la secuencia que vemos realmente destila una tensión que retrotrae directamente al Hithcock más visceral, dejándonos con el corazón en un puño y preparándonos para lo que va a ser un film del todo memorable.
Humor, ese que sólo se había visto en pinceladas, de brocha gorda y bastante gruesa todo hay que decirlo, en algunas de sus obras previas, se muestra aquí en todo su maravilloso apogeo. A Tarantino se le da cojonudamente bien la comedia negra, negrísima, todo lo referente a Hitler, con ese pintor retratándolo, la propaganda nazi, el cine de Leni Riefensthal, el retrato de gilipollas maniático (seguramente muy cercano a la realidad o puede que quedándose corto) de Joseph Goebbels.
Al igual que otros directores como Stanley Kubrick o Ken Loach, Tarantino exprime hasta el límite las dotes interpretativas de su reparto, todos los actores dan lo que pueden y más cuando son llevados de su mano, sin importar si son veteranos del medio, estrellones de la pantalla o niñatos sin puta idea de actuar. Mucho se está hablando, y con motivo, de lo demencialmente genial que está el carismático, rastreto, inteligente y políglota Christoph Waltz como el Coronel Hans Landa, pero que nadie se deje en el tintero un espectacular reparto en el que casi todos tienen su destacado momento de gloria. Un Brad Pitt con cara brandoniana de querer cagar sin éxito durante todo el metraje enorme como Aldo Raine, un Eli Roth bestial como el Oso Judío expiando con su cachondo papel la gran cantidad de mierda fílmica que nos ha hecho tragar cuando se ha puesto detrás de las cámaras, Til Schweiger y su callada tosquedad, Michael Fassbender y su entereza, Diane Krueger y su elegancia, Daniel Brühl y su apariencia de lobo con piel de cordero o una maravillosa y vengativa Mélanie Laurent, la última escena de estos últimos, de las mejores del film.
Tarantino como autor ha dado un paso de gigante con Inglorious Basterds, en la cinta que nos ocupa se ven algunos de su mejores diálogos, puede que el guión no sea todo lo sólido que debiera, ojo, lo es, pero no tanto como los de Reservoir Dogs o Pulp Fiction y muestra dos subtramas que se unen con covicción y profesionalidad aunque también es cierto que en el proceso de llevar a buen puerto su film defeca, vomita, micciona y esputa sangre sobre los libros de historia, cosa que en parte toca las pelotas pero que también se le agradece. En cambio en la dirección está virtuoso, hay en esta, su última cinta, secuencias que perduran en la retina como la del inicio que ya he mencionado, la de la taberna, la del interrogatorio al nazi por parte de los Bastardos, la de la cinéfila entrevista del teniente Archie Hicox con el general Ed Fenech (Mike Myers), la de Landa con Raine y sus hombres intentando dominar el idioma italiano, la del encuentro de Shoshana Dreyfus con el verdugo de su familia o la media hora final que es un delirio de caos y violencia desatada utilizando el cine como arma incendiaria y arrojadiza.
He de admitirlo, después de Reservoir Dogs y Pulp Fiction, que a dia de hoy y para mí, son intocables, Malditos Bastardos me parece la obras más redonda de su creador, a pesar de algún fallo nimio como esa inadecuada Cat People (Putting Out Fire) de David Bowie en la escena de Shoshana preparándose para la batalla, en la por otro lado excelente selección musical marca de la casa. Quentin Tarantino, el director que marcó mi infancia, que me descubrió el mundo de la realización cinematográfica y la pasión por esa cosa que es lo único en el mundo que este hombre ama más que el hecho de haberse conocido, el cine, le debo mucho a este señor y nunca podré pagárselo, larga vida al bastardo Tarantino.
Como siempre sucede, Tarantino como autor tiene poco de original, es un director de remiendos, pero coge los miles de estilos y referencias de los que ha mamado desde niño, les da cohesión en un magnífico todo y los marca a fuego con su sello personal e intransferible. Malditos Bastardos es, sobre todo Sergio Leone, pero también John Frankenheimer, Sergio Corbucci, Sam Peckinpah, Samuel Fuller, hasta Jean Luc Godard con todo lo referente al cine dentro del cine.
El film empieza con una descarada autofelación por parte de Tarantino abusando de su fama de gran dialoguista, la escena de la granja, que puede desconcertar al espectador por su apaciguada tranquilidad. Pero el director de Death Proof se basta de dos movimientos de cámara para mostrarnos que la secuencia que vemos realmente destila una tensión que retrotrae directamente al Hithcock más visceral, dejándonos con el corazón en un puño y preparándonos para lo que va a ser un film del todo memorable.
Humor, ese que sólo se había visto en pinceladas, de brocha gorda y bastante gruesa todo hay que decirlo, en algunas de sus obras previas, se muestra aquí en todo su maravilloso apogeo. A Tarantino se le da cojonudamente bien la comedia negra, negrísima, todo lo referente a Hitler, con ese pintor retratándolo, la propaganda nazi, el cine de Leni Riefensthal, el retrato de gilipollas maniático (seguramente muy cercano a la realidad o puede que quedándose corto) de Joseph Goebbels.
Al igual que otros directores como Stanley Kubrick o Ken Loach, Tarantino exprime hasta el límite las dotes interpretativas de su reparto, todos los actores dan lo que pueden y más cuando son llevados de su mano, sin importar si son veteranos del medio, estrellones de la pantalla o niñatos sin puta idea de actuar. Mucho se está hablando, y con motivo, de lo demencialmente genial que está el carismático, rastreto, inteligente y políglota Christoph Waltz como el Coronel Hans Landa, pero que nadie se deje en el tintero un espectacular reparto en el que casi todos tienen su destacado momento de gloria. Un Brad Pitt con cara brandoniana de querer cagar sin éxito durante todo el metraje enorme como Aldo Raine, un Eli Roth bestial como el Oso Judío expiando con su cachondo papel la gran cantidad de mierda fílmica que nos ha hecho tragar cuando se ha puesto detrás de las cámaras, Til Schweiger y su callada tosquedad, Michael Fassbender y su entereza, Diane Krueger y su elegancia, Daniel Brühl y su apariencia de lobo con piel de cordero o una maravillosa y vengativa Mélanie Laurent, la última escena de estos últimos, de las mejores del film.
Tarantino como autor ha dado un paso de gigante con Inglorious Basterds, en la cinta que nos ocupa se ven algunos de su mejores diálogos, puede que el guión no sea todo lo sólido que debiera, ojo, lo es, pero no tanto como los de Reservoir Dogs o Pulp Fiction y muestra dos subtramas que se unen con covicción y profesionalidad aunque también es cierto que en el proceso de llevar a buen puerto su film defeca, vomita, micciona y esputa sangre sobre los libros de historia, cosa que en parte toca las pelotas pero que también se le agradece. En cambio en la dirección está virtuoso, hay en esta, su última cinta, secuencias que perduran en la retina como la del inicio que ya he mencionado, la de la taberna, la del interrogatorio al nazi por parte de los Bastardos, la de la cinéfila entrevista del teniente Archie Hicox con el general Ed Fenech (Mike Myers), la de Landa con Raine y sus hombres intentando dominar el idioma italiano, la del encuentro de Shoshana Dreyfus con el verdugo de su familia o la media hora final que es un delirio de caos y violencia desatada utilizando el cine como arma incendiaria y arrojadiza.
He de admitirlo, después de Reservoir Dogs y Pulp Fiction, que a dia de hoy y para mí, son intocables, Malditos Bastardos me parece la obras más redonda de su creador, a pesar de algún fallo nimio como esa inadecuada Cat People (Putting Out Fire) de David Bowie en la escena de Shoshana preparándose para la batalla, en la por otro lado excelente selección musical marca de la casa. Quentin Tarantino, el director que marcó mi infancia, que me descubrió el mundo de la realización cinematográfica y la pasión por esa cosa que es lo único en el mundo que este hombre ama más que el hecho de haberse conocido, el cine, le debo mucho a este señor y nunca podré pagárselo, larga vida al bastardo Tarantino.
Se que esperaría usted un amplio comentario sobre su analisis........siento que al final sólo sea un poco de spam sobre mi blog.
ResponderEliminarPD: Soy chavo!
Spamee, spamee, un placer
ResponderEliminar60000% de acuerdo con usted.
ResponderEliminarayer jugué a lo de las tarjetas en la frente y chana mil
ResponderEliminarVista por segunda vez después de casi 3 años y me ha gustado casi tanto como entonces.
ResponderEliminarSe pierde el factor sorpresa porque el espectador sabe que va a pasar pero eso e da más tiempo a fijarme en esas tomas a lo John Ford, en como adora Tarantino lo de usar "el cine como arma" en homenaje muy sui géneris a Godard o lo enorme que está Christoph Waltz.
Por no mencionar que el inicio de la cinta en la granja de los La Padite y todo el pasaje en la tasca con Fassbender, Schweigger, Krueger y compañía me parecen piezas de orfebrería para estudiarlas en las escuelas de cine.
Me mantengo en que es lo mejor de Tarantino desde Pulp Fiction.