domingo, 30 de septiembre de 2018

Hijos de la Anarquía, algo huele a podrido en Charming



“El anarquismo significa la liberación de la mente humana del dominio de la religión. La liberación del cuerpo humano de los dominios de la propiedad. La liberación de los grilletes y las restricciones gubernamentales. Significa un orden social basado en la libre agrupación de individuos.”


Del año 2002 al 2008 la cadena de televisión por cable FX Networks, propietaria de productos como American Horror Story, Nip & Tuck o The Americans, y filial de Twentieth Century Fox emitió la mejor serie de producción propia que jamás ha realizado, The Shield. Aquel programa creado por Shawn Ryan (The Unit, Miénteme) y protagonizado por Michael Chiklis (Los 4 Fantásticos) entre otros narraba las vivencias de los corruptos miembros de un grupo de asalto de la policía del ficticio distrito californiano de Farmington. Dicho show rodado con cámara al hombro y naturalismo cortante, con un ojo puesto en Sam Peckinpah otro en Walter Hill, e incluso en el veterano reality show Cops, suponía la cara oscura de otros seriales como Canción Triste de Hill Street o Policías de New York. Entre agentes manteniendo tratos con mafiosos y narcotráficantes, políticos arribistas dando permiso a detectives para actuar como gangsters y unos pocos hombres uniformados sin sobrepasar la delgada línea de la ilegalidad comenzó a destacar entre la nómina de guionistas y productores (así como ocasional actor secundario, inolvidable su Margos Dezerian) un señor llamado Kurt Sutter convirtiéndose en el hombre de confianza de Shawn Ryan y responsable de algunos de los mejores episodios del corrompido y violento trayecto vital de Vic Mackey y sus secuaces. Episodios como Dragonchasers, que encarrilaba el final de la soberbia primera temporada de la serie, Scar Tissue, de la segunda cuya trama del robo del tren del dinero ofrecía los mejores momentos del programa marcando el devenir de los personajes hasta los últimos capítulos de la producción televisiva, Judas Priest (títulos como este u otros tales como Slipknot o el ya mencionado Scar Tissue muestran el gusto de Kurt Sutter y sus colaboradores por el mundo del rock) Of Mice and Lem, en el que el personaje de Kenny Johnson se convertía en el núcleo central de la quinta entrega de episodios o Parricide, finiquitando la inolvidable séptima y última temporada su colaboración con The Shield dieron muestras de Sutter como profundo conocedor de ambientes suburbanos y el mundo de las bandas criminales, así como un vigoroso narrador que se hacía fuerte a la hora de abordar tramas de una contrastada visceralidad poniendo en situaciones extremas a sus personajes. Cuando en el año 2008 The Shield acabó su glorioso recorrido de seis años Kurt Sutter ya estaba preparado para abordar su primera creación propia y en solitario para la por aquel pujante Nueva Edad de Oro de la Televisión Americana.


Kurt Sutter, man of mayhem



Kurt Leon Sutter nace el 5 de mayo de 1964 en Rahway, New Jersey. Hijo de un trabajador de General Motors y una secretaria de la archidiócesis católicoromana de Newark es el pequeño de tres hijos, dos hermanas mayores y él mismo. A los 23 años se gradua en la Roselle Catholic High School y militó en la Livingstone College en el departamento de periodismo de la Universidad de Rutgers licenciándose en medios de comunicación. Tardaría bastantes años en destacar como guionista, productor, actor y director en la serie The Shield de Shawn Ryan, suponiendo su carta de presentación oficial de cara al gran público, y lo hizo en 2002, dos años después de mudarse a Los Ángeles y justo cuando la serie protagonizada por Michael Chiklis comenzó su andadura en la cadena FX Networks. Entre las paredes de aquella iglesia reconvertida en comisaría de Farmington en la que Vic Mackey y David Aceveda conspiraban contra el resto de sus compañeros Sutter se curtió como narrador para posteriormente dar vida al primer producto nacido exclusivamente de su propia mano.


Sin abandonar FX Networks propuso a los dueños de la cadena de pago una nueva serie de acción y drama localizada en el mundo de los motoristas ilegales basada en sus propias vivencias dentro de uno de estos clubs, inspirada en el Hamlet de William Shakespeare, y con reminiscencias claras tanto de su hermana mayor The Shield como de la inolvidable Los Soprano que ideó David Chase para el canal por cable HBO. El resultado fueron siete temporadas y más de un lustro de éxito catódico en el que Kurt Sutter, y unos equipos artístico y técnico a la altura dieron forma a una de las series más logradas de FX Network y una de las producciones televisivas más cohesionadas y personales de la pequeña pantalla. Un triunfo que superó la barrera de la emisión semanal en un canal de pago para extender su estética y parafernalia a otros campos como el del mundo del motor, el tatuaje, el graffiti o el rock, dejando una huella indeleble y duradera en la mente de todos aquellos espectadores que la disfrutaron a lo largo de los años. Tras ella Sutter ideó la serie centrada en la mitología artúrica Bastard Executioner, de escasa repercusión, y a día de hoy está inmerso en el spin off de SOA centrada en las banda latina de los Mayans de cuyo episodio piloto daremos nuestras primeras impresiones en esta misma entrada.


Hijos de la Anarquía, bienvenidos a Charming

La historia de Hijos de la Anarquía tiene lugar en una ciudad californiana de engañoso nombre llamada Charming. Allí seguimos las andanzas de Jackson “Jax” Teller (Charlie Hunnam) vicepresidente de un club de moteros delincuentes bautizado como Sons of Anarchy Motorcycle Redwood Original “SAMCRO” que su fallecido padre, John Teller, co fundó años atrás y del cual actualmente es presidente Clay Morrow (Ron Perlman) íntimo amigo de John y segundo esposo de Gemma Teller (Katey Seagal), madre de Jax y viuda del ya mencionado creador del club. En el primer episodio Jax descubrirá un diario de su padre en el que narró cómo los Sons of Anarchy se descarriaron por culpa de la criminalidad y cómo intentó cambiar esto sin éxito, perdiendo la vida en el proces en un accidente de carretera. Desde el mismo momento en el que Jax descubre el manuscrito de su padre comienza a desconfiar de Clay e incluso de su madre, Gemma, por ser ellos dos de los precursores de la decadencia moral de SAMCRO proponiéndose así como misión principal conseguir lo que su progenitor no pudo, alejar a sus compañeros del mal camino de la ilegalidad. Pero con lo que el joven motorista no cuenta es con el mismo club, capaz de ejercer como una entidad viviente con pocas intenciones de alejarse del asesinato, el tráfico de armas o drogas y la extorsión. Durante las siete temporadas ese será el núcleo central del serial, aunque viéndose en ocasiones relegado a un segundo plano en favor de otras tramas relacionados con los componentes de los Sons of Anarchy.




Alejándose de retratos críticos, aunque en cierta manera también dejándose influenciar por ellos, en primera persona como Los Ángeles del Infierno: Una Extraña y Terrible Saga, el libro en el que el periodista Hunter S. Thompson (Miedo y asco en Las Vegas, Los Diarios del Ron) narró la larga temporada en la que convivió con el famoso grupo de moteros estadounidenses retratándolos como un atajo de violentos, drogadictos, incultos y con filiaciones neonazis, Kurt Sutter en Hijos de la Anarquía se deja llevar por la mística asociada al mundo de hermandad y peculiar código de honor de los motoristas ilegales, diferenciándose más bien poco de la mafia norteamericana. Ya que en Hijos de la Anarquía al igual que hicieran Shawn Ryan y David Chase en las mencionadas The Shield o Los Soprano respectivamente Sutter, así como su equipo de guionistas y actores, se ocupan de insuflar carisma a sus criaturas para que al llegar a unos considerables niveles de empatía los veamos cometer crímenes propios de asesinos a sangre fría impidiéndonos indentificarnos al 100% con ellos por su naturaleza virulenta, incitándoles a cometer cualquier ilegalidad con el único fin de mantener el statu quo de su club, entidad abstracta que se convierte en el epicentro de sus propias vidas.




SAMCRO es un reflejo de la misma Charming. Una soleada ciudad de california mostrando en su exterior paisajes idílicos y ciudadanos modelo, pero en cuyo interior se llevan a cabo todo tipo de negocios turbios ejecutados por policías y políticos corruptos, grupos neonazis, distintos tipos de mafiosos negros, chinos, irlandeses, estos últimos vinculados directamente con el IRA original, y una amplia gama de clubs motociclistas aposentados en la ilegalidad. Dentro de los mismos tenemos los Grimm Bastards (negros) o los Mayans (latinos), pero sobresalen notablemente los Sons of Anarchy, la banda de motoristas más célebre nacida en California, fundada por John Teller y Piermont “Piney” Winston. SAMCRO extiende su influencia por toda Charming, ya que los Sons ejercen su influencia tanto en la policía como en la sanidad. Son una especie de termómetro de la ciudad al estar siempre implicados en el tráfico de drogas o armas y el asesinato. De esta manera Charming necesita a SAMCRO como Farmington necesitaba al Strike Team de Vic Mackey en The Shield, o lo que es lo mismo, un grupo de personas que haga el trabajo sucio para que la opinión pública crea tener todo bajo control aunque sólo sea, como previamente hemos comentado, en la superficie más visible de la localidad.




Porque el guionista de The Shield trabajó a conciencia para dar consistencia y un pasado a SAMCRO, afirmando que el de California es el episodio original del club teniendo sedes en distintas partes, no sólo ya de Estados Unidos, sino también de Europa, como es el caso de Irlanda, país al que viajarán los protagonistas en la tercera temporada siendo el núcleo del devenir narrativo de dicha tanda de episodios. SAMCRO es una enfermedad para los miembros que lo militan, un cáncer cuya naturaleza vírica arrasa con todo lo que se le pone por delante. Por el club sus componentes cometen crímenes de todo tipo, por él dejan de lado a familiares que en los mejores casos ven su vida reducida al mínimo exponente y en el peor de ellos llegan a ser asesinados por ajustes de cuentas o errores fatales. Esa entrega ciega, puramente estadounidense, por una comunidad corrupta, perjudicial, sin aportar absolutamente nada positivo al día a día de sus componentes, más allá del plano económico, es la que añade al programa un cariz de drama desgarrado, en el que volvemos a percibir la impronta de William Shakespeare encontrando su reflejo más cristalino en el inolvidable personaje de Opie Winston (Ryan Hurst), un rol que podría adscribirse sin mucha dificultad en la tragedia griega viendo poco a poco como ese club por el que daría a vida le arrebata todo, pagando un precio inabarcable por él hasta el último día de su existencia.




A lo largo del desarrollo de la serie asistiremos a una evolución gradual en la que la autodestrucción se irá apoderando de las andanzas de los Sons of Anarchy. Las dos primeras temporadas asientan las bases de la relación de desconfiaza de Jax con respecto a Clay y Gemma y marca los primeros pasos de su relación sentimental con Tara, además de profundizar en las relacionas de SAMCRO con las bandas rivales, la mafia local y sus encontronazos con las fuerzas de la ley. Después de la tercera, teniendo lugar casi en su totalidad en Irlanda y alejándose un poco de las raíces del producto, la cuarta es una vuelta a los orígenes convirtiendo gradualmente al personaje de Ron Perlman en el enemigo a batir, comenzando este a operar desde las sombras a las espaldas del club. La quinta, marcada a fuego por la muerte de Opie y por cómo este hecho cambia de manera visceral la personalidad de Jax, supondrá un punto de inflexión teniendo su culminación en la sexta donde el personaje de Clay desaparece y Gemma toma el rol de traidora ejerciéndolo hasta los últimos compases de la serie donde el principal villano de la historia será su propio protagonista. A los “enemigos internos” de SAMCRO debemos sumar la extensa galería de mercenarios, mafiosos, policías corruptos narcotraficantes y miembros de otros MC que convertirán los negocios ilegales y los métodos violentos de los SOA en un juego de niños.




En la séptima y última temporada Jax Teller tomará conciencia de la realidad y decidirá hacer limpieza en sus dos familias. Hamlet da paso al Rey Lear y como tal su misión principal será salvar el reino. Por un lado alejar a sus hijos del mundo de violencia y venganza en el que él se ha criado yendo en descontrolado aumento, por otro tratar de limpiar el nombre de SAMCRO y así conseguir lo que su padre, John Teller, no pudo, devolverle el buen nombre. Esta finalidad llega al protagonista como epifania en el mismo momento en el que asesina a su propia madre, Gemma, al descubrir que esta asesinó a su mujer, Tara. En ese mismo momento Jax es una persona muerta en vida, un fantasma errante cuya única misión consiste en solucionar el futuro de sus allegados y desaparecer voluntariamente de la ecuación porque él se ha convertido en el cáncer que está consumiendo el club fundado por su progenitor y por el que también fue asesinado. Los cuervos que abrían el primer plano del episodio piloto comiendo un trozo de pan en la carretera cierran la serie haciendo lo propio mientras un charco de sangre se acerca al trozo de alimento que antes de ser cubierto por esta funde el plano en negro y nos regala la inevitable cita de Hamlet que cierra el ciclo vital y televisivo de la serie.

Los personajes, grupo salvaje



En Hijos de la Anarquía Jax Teller es nuestro Príncipe Hamlet, el joven que influenciado por el espíritu, en este caso más bien el legado, de su padre se enfrentará a Clay (no su tío, pero sí el mejor amigo de su progenitor) “usurpador del trono” y actual esposo de Gemma, madre de Jackson. El joven impulsivo de golpear antes de preguntar con el transcurrir de los años dejará paso al maduro hombre dual, padre de familia y marido que tratará por todos los medios cumplir los preceptos morales de su padre, aunque el carácter parasitario de SAMCRO dará al traste con sus intenciones viéndose en las dos últimas temporadas sobrepasado por los acontecimientos trágicos y criminales vinculados al club, dejando llevarse finalmente a un camino de mentiras, negocios ilegales y asesinatos sin fin aparente. Por suerte en la recta final de la última tanda de episodios la sombra de John Teller vuelve a sobrevolar a Jax y este acaba convirtiéndose en un reflejo del co fundador de los Sons of Anarchy abrazando voluntariamente su mismo destino, no sin antes dejar a sus dos familias dispuestas y preparadas para empezar desde cero una nueva etapa. Aquel verde Charlie Hunnam, al que sólo conocíamos por papeles en Undeclared o la versión inglesa de Queer As Folk, destilando chulería de niñato macarra fue cogiendo con el tiempo unas tablas interpretativas ofreciendo en cada temporada momentos memorables para revelarse en las dos últimas como un magnífico actor curtido y versátil al que le espera una magnífica carrera si sabe elegir adecuadamente buenos papeles y rechazar sabiamente los inadecuados, aunque con respecto a esto último todos sabemos que el tipo es bastante inteligente.




El segundo pilar de la serie en cuanto a personajes vitales es el de Gemma Teller al que da vida una soberbia e intimidante Katey Sagal a la que recordamos por Matrimonio Con Hijos y poner la voz a Turanga Leela de Futurama en su versión original. Gemma es la conexión scorsesina de Hijos de la Anarquía, la mujer dura, de carácter incluso violento, que decidió no ser una “esposa de motorista” más volviéndose una persona de vital importancia para SAMCRO desde la época en la que era esposa de John Teller. Todos los miembros del club la respetan, admiran e incluso temen, una madre y esposa que por decidir años atrás no vivir a la sombra de ningún hombre se convierte en el alma de los Sons of Anarchy, aunque con el paso de los años veremos cómo su naturaleza impulsiva y de protección visceral hará mella en los negocios de su hijo y los socios de este. Si bien en la quinta temporada se convertirá en víctima después de ser traicionada y maltratada por su propio marido, el pasaje en el que Clay le propina una brutal paliza es uno de los más duros de la serie, a partir de la recta final tomará el rol de enemiga principal de los Sons of Anarchy al ser capaz de inventar falacias poniendo en peligro a los miembros del club con tal de ocultar que ella asesinó a Tara, su nuera, acto que en el penúltimo episodio del programa le costará la vida, arrebatándosela su propio hijo.




El protagonista de Hellboy y actor fetiche de Guillermo del Toro o Jean Pierre-Jeunet da vida al personaje más deudor de Sam peckinpah del programa, el rastrero y manipulador Clay Morrow interpretado por un pletórico Ron Perlman. El rey Clauido de nuestra historia es un Son of Anarchy de la vieja escuela, el miembro más veterano del club después Piney Winstone (William Lucking) así como mejor amigo del fallecido John Teller por un lado y el posible culpable de su muerte por otro. Clay comienza como un Pigmalion que debe curtir a Jax en lo que a dirigir SAMCRO se refiere, pero su inclinación por la ambición, la traición y la acumulación de poder le convirtieron en la némesis de su hijastro y enemigo jurado del club, aunque en sus últimos momentos tratará de hacer las paces con el mismo. Clay acabará con la vida de Pinney Winston y casi con la de Tara, pondrá de su lado a Juice para traicionar al club por medio de la manipulación, estará a punto de matar a su esposa y finalmente tratará de independizarse del club que el ayudó a poner en marcha. A finales de la sexta temporada será ejecutado por Jax delante del resto de miembros de SAMCRO.




Tara Knowles es el amor de la vida de Jax Teller. Una doctora que vuelve a Charming para recuperar a su antigua pareja y viéndose envuelta en la maraña de caos y muerte que arrastran los Sons of Anarchy. Aunque el personaje de Maggie Shif tiene una química intachable con el de Charlie Hunnam será con el rol de Gemma Teller con el que compartirá sus mejores momentos a lo largo de la serie. De mujer apocada y tímida a la sombra de su prometido Tara evolucionará, llevada por situaciones extremas, hasta convertirse en reflejo juvenil de la misma matriarca de los Teller con la que llegará a enfrentarse físicamente. En la sexta temporada se dará cuenta de no querer que sus hijos sean criados en el entorno violento y peligroso de SAMCRO y como una madre que cuida de sus cachorros hará lo necesario para salvar a su descendencia poniéndose incluso en contra de su marido Jax, algo que en su momento le granjeó la inmerecida enemistad de muchos de los fans del programa prefiriendo estos ponerse del lado del hijo de John Teller aunque con él estemos refiriéndonos a un mal hombre capaz de extorsionar, robar o matar con tal de imponer su ley. En el último episodio de la sexta temporada, uno de los mejores del show, morirá a manos de su suegra marcando esta última con dicho acto su propio destino y por efecto dominó el de su hijo.




Robert ‘Bobby’ Munson, también conocido como “Bobby Elvis” por sus imitaciones del rey del rock, es el hombre de confianza de Clay Morrow, su brazo derecho, el consigliere del personaje de Ron Perlman. Mark Boone Jr que ha trabajado a las órdenes de pesos pesados como Christopher Nolan (Memento, Batman Begins) o John Carpenter (Vampiros) da vida a otro Son curtido en mil batallas, un soldado fiel siempre acatando las órdenes del presidente de turno, capaz de enfangarse por el bien del club y mantenerse fiel al mismo hasta el último momento cuando su vida comienza a correr peligro. La traición de Clay a SAMCRO será un punto de inflexión para Bobby convirtiéndolo en un rol más reflexivo cuando los negocios ilegales en los que Jax y sus compañeros de hermandad tienen entre manos los sumergen en un círculo vicioso de muerte y traición. Su despedida de la serie será dura y trágica, pero le confirmará como uno de los más leales miembros del episodio californiano de los Sons of Anarchy.




Alex ‘Tig’ Trager es uno de los personajes que, a pesar de ser blanco de algunos de los momentos más trágicos de la serie (mató por error a la mujer de Opie en la primera temporada, los hombres del gangster Damon Pope quemaron viva a su hija delante de él en la quinta), se mostraba como una de las vías de escape cómicas de la serie gracias a su humor negro y sexualidad retorcida. El canadiense Kim Coates (El Último Boyscout, Silent Hill, Prison Break) supo sacar todo el partido a un rol imprevisible destilando una más que cosiderable química con Juice primero y Rat (Niko Nicotera) después con diálogos que Kurt Sutter y su séquito de guionistas le regalaban para su lucimiento. Él es el protagonista del primer tomo del cómic inspirado en la serie que lanzó BOOM! Studios, a los que volveremos más tarde, y uno de los personajes más queridos del programa gracias a su incorrección política y sadismo, ocultando estos a un hombre débil de corazón y herido por una vida llena de carencias afectivas y excesos.




Filip ‘Chibs’ Telford es la conexión europea con los Sons of Anarchy. Él como personaje es la excusa narrativa para incluir los tratos de tráfico de armas con el IRA y para que gran parte del grueso de la tercera temporada tenga lugar en Irlanda después del secuestro del hijo pequeño de Jax y Tara, aunque el origen del personaje, y el del actor que lo interpreta, sea escocés. El rol de Tommy Flanagan, al que hemos podido ver en superporducciones como Braveheart o Gladiator, acabará convirtiéndose en el lugarteniente de Jax cuando este tome los mandos de la presidencia de SAMCRO y el hombre que velará porque la última voluntad del hijo de John Teller se cumpla cuando él ya no esté. En la última temporada será el protagonista de una tan cumplidora como innecesaria historia sentimental que tendrá una resolución bastante digna. Junto a Tig y Happy será el único superviviente clásico del club que quedará en pie para encarrilarlo por el buen camino




Juan Carlos “Juice” Ortiz es uno de los miembros más jóvenes de SAMCRO y tan eficiente en algunos aspectos como volátil e impulsivo en otros. Tras asesinar en la cuarta temporada a Eric Miles, un componente de SAMCRO recién ascendido de novato a miembro ofcial, para que no delate sus asuntos sucios se adentrará en una espiral de traición, violencia y autodestrucción que lo llevará a la cárcel y a ser asesinado durante un motín en el penúltimo episodio de la serie por Ron Tully, miembro de una banda neonazi interpretado, de manera harto convincente, por el músico Marilyn Manson. El actor Theo Rossi, actualmente en la serie de Luke Cage dando vida a Hernan ‘Shades’ Alvarez, interpreta con aplomo un papel que pasará a convertirse en uno de los más odiosos de la serie, aunque durante la última temporada no se anroja difícil empatizar con él y la entereza con la que acepta su inminente muerte instigada por sus antaño compañeros de club.




Harry “Opie” Winston es posiblemente el personaje más querido y recordado de toda la serie. Hijo del co fundador de SAMCRO Piermont “Piney” Winston así como mejor amigo y brazo derecho de Jax Teller, con el que se crío desde que eran niños, Opie es el personaje que más sufrirá en el proceso de la serie, perdiendo a su mujer y a su padre por culpa de su relación con el club. Carismático, íntegro, leal y con más corazón que ninguno de sus compañeros el motero al que da vida desde las entrañas Ryan Hurst (Ladykillers, Bates Motel y próximamente en The Walking Dead) entrega su vida en la quinta temporada para salvar a sus compañeros y con ello cerrar un círculo de miseria y dolor que sintetiza perfectamente el ya mencionada carácter vírico de SAMCRO. La implicación del actor con su criatura fue tal y su amistad con Charlie Hunnam tan estrecha que para despedirse de la serie permitió que algunos de sus compañeros le afeitaran la barba de una manera bastante peculiar en un emotivo vídeo.




Piermont “Piney” Winston fundó codo con codo con su amigo John Teller los Sons of Anarchy y junto a su coetaneo Clay Morrow es el miembro de SAMCRO con más veteranía. Padre de Opie Winston, que heredó de él su implicación total y fidelidad al club, Piney ejerce durante su trayecto vital en la serie como la voz de la razón, el veterano consciente de que el MC al que ayudó a construir está transitando caminos inadecuados alejándose diametralmente del propósito por el que fue fundado en sus orígenes. Cuando comience a convertirse en un personaje incómodo para los intereses de Clay Morrow este último lo asesinará a sangre fría durante la curta temporada, despertando la ira de Opie al descubrir el hecho e intentando este matar al actual marido de Gemma Teller. Interpretado por el actor William Lucking su puesto lo ocupará en cierta manera Bobby Munson, curiosamente encontrando un destino muy parecido al suyo en la última temporada de la serie.



Wayne Unser es el corrupto y veterano jefe del Departamento de Policía de la ciudad Charming, puesto que ejercerá hasta el final de la tercera temporada de la serie cuando sea retirado del cargo. Enfermo de cáncer, divorciado y con dos hijas mantendrá relaciones ilegales con los Sons of Anarchy incluso después de abandonar su puesto de agente de la ley. Unser, al que pone voz ronca y físico peculiar Dayton Callie, seguirá colaborando con SAMCRO principalmente por siempre haber estado enamorado de Gemma Teller. Su muerte, la más injusta y reprobable de todo el programa, se producirá a manos de Jax en el penúltimo episodio de la serie poco antes de que este acabe con la vida de su propia madre por haber matado a la esposa y madre de hijos, Tara.



Nero Padilla es un proxeneta y líder de una banda mexicana llamada Byz Lats que regenta un prostíbulo llamado “Diosa” y también el padre de un niño severamente discapacitado que lucha por abandonar el mundo del crimen. Interpretado por el actor Jimmy Smits (Dexter, Policías de Nueva York) Nero aparecerá en Sons of Anarchy a partir de la quinta temporada convirtiéndose en la pareja de Gemma y un socio de confianza para SAMCRO. Cuando la matriarca de los Teller comience a traicionar a los socios de su hijo Nero se verá en la tesitura de elegir entre ser fiel a la mujer que ama o apelar a su integridad y honradez colaborando con Jax para no hundiar la vida de todos los miembros del club fundado por el antiguo marido de su actual pareja.




Los Mejores Momentos Momentos y su Música


Una serie como Hijos de la Anarquía almacena a lo largo de sus siete temporadas incontables momentos míticos que se quedaron grabados en la retina de sus espectadores, muchos de ellos relacionados con la muerte de personajes principales o secundarios caídos a lo largo de los episodios. Pero para salir un poco de la tónica habitual con el resto de programas televisivos de ficción que hemos reseñado en la web vamos a realizar este Top 5 de mejores situaciones de la serie centrándonos en una de sus más celebradas señas de identidad. Entre las muchas cosas que Kurt Sutter aprendió durante el periodo en el que colaboró en The Shiled se encuentra la especial destreza de Shawn Ryan y sus colaboradores para potenciar los pasajes más icónicos de su show por medio de una notable elección musical. De esta manera, aunque vamos a dejar fuera muchos “greatest hits” que extenderían excesivamente el apartado, en este listado vamos a mencionar aquellos grandes éxitos audiovisuales en los que una serie como Sons of Anarchy dio lo mejor de sí misma como producto, mereciendo estos ser resaltados.



2×10 Balm – A modo de advertencia para SAMCRO, Ethan Zoebelle (Adam Arkin), el líder de la banda supremacista blanca Liga de Nacionalistas Americanos (L.O.A.N) envía a su mercenario personal A.J. Weston (Henry Rollins) y un grupo de sus hombres a secuestrar y violar a Gemma Teller. Ella mantendrá en secreto la agresión, pero en la recta final de la segunda temporada, en el décimo episodio concretamente, y apoyada por Tara confesará tal hecho a Jax y Clay. En el mismo momento que comienza relatar su calvario Mary de la cantante Patty Griffin comienza a sonar. Los compases folk del tema dan una nueva dimensión de dramatismo a la secuencia que culmina cuando Jax se acerca a ella y besa sus manos para después apoyar las suyas en los hombros de Clay que corresponde estrechando las suyas, ejecutando así una de las últimas situaciones de verdadera complicidad entre ambos personajes en la serie.




4×14 To Be, Act 2 – Cuando la cuarta temporada llega a su culmen SAMCRO ha saldado cuentas con la mafia rusa, dentro y fuera de la cárcel, y Gemma comienza a temer que su hijo conozca los hechos que dieron pie a la muerte de su padre, John Teller. Mientras Jax es elegido como nuevo presidente de los Sons of Anarchy dicho pasaje es acompañado por la versión que el grupo The White Buffalo & the Forest Rangers hacen de House of Rising Sun, el mítico tema de los Animals, cuya letra es modificada para la ocasión con la intención de adaptarse a la ciudad de Charming, sustituyendo a la New Orleans original de la canción. En el último plano Tara apoya su brazo sobre Jax y la imagen se funde con otra del pasado en la que eran John Teller y Gemma los protagonistas, se cierra un ciclo y se abre el arduo reto de devolver la grandeza a SAMCRO.




5×04 Dorylus – La quinta temporada estuvo marcada irremediablemente por la repentina y bestial muerte de Opie Winston, emtregando su vida en la cárcel para salvar a sus compañeros y ser asesinado a manos de los hombres del mafioso Damon Pope (Harold Perrineau). Sólo un capitulo después se lleva a cabo el funeral del personaje más querido de la serie y miembro de los Sons of Anarchy que más dio por el club. Mientras sus compañeros, encabezados por Jax, le rinden tributo Greg Holden nos habla de un “niño perdido” que abandanó pronto hogar y familia para alejarse a miles de kilómetros. Uno de los pasajes más emotivos de la serie, que desde el punto de vista de un servidor hubiera mejorado un poco más si los Sons hubieran salido a la carretera a escoltar en caravana el coche fúnebre portador del hijo de Piney Winston.




7×12 Red Rose – Penúltimo episodio de la serie en el que Jax descubre que su madre, Gemma, asesinó a sangre fría a Tara, su mujer y madre de sus hijos. En una escena arrancada de las entrañas de la trilogía de El Padrino, el presidente de los Sons of Anarchy ejecuta friamente a la mujer que le dio la vida, mientras ella acepta pacíficamente un destino inevitable que marcó en el mismo momento en el que mató a la esposa de su único primogénito. Tras dicho acto, que sentencia de muerte al protagonista de la serie, Ed Sheeran interpreta una excelente versión del tema Make It Rain de la banda de rock alternativo y folk norirlandesa Foy Vance abriendo el camino para la recta final de la serie con la que Kurt Sutter despedirá las andanzas de los miembros de SAMCRO.




7×13 Papa’s Goods – Después de atar todos los cabos sueltos, dejar a su familia de SAMCRO dispuesta para empezar de cero volviendo a las raíces y alejar a sus hijos de una vida llena de violencia, venganza y extorsión este Rey Lear moderno decide abrazar su destino en plena carretera con la motocicleta de su padre, la brújula moral cuyas enseñanzas nunca debió abandonar. The White Buffalo & the Forest Rangers con Come Join the Murder, canción compuesta y escrita por el mismo Kurt Sutter, nos confirma lo inevitable. Jax Teller no es un buen hombre, es un asesino, traficante, ladrón y criminal y para que sus allegados puedan volver a empezar él debe desaparecer. Perseguido por la policía y con una sonrisa de satisfacción en la cara el hijo de John Teller se quita la vida estrellándose contra un camión que, en una última concesión a la referencialidad, está conducido por Michael Chiklis, el Vic Mackey de The Shield, la serie gracias a la que Kurt Sutter pudo hacer Sons of Anarchy, el mejor y más personal trabajo de toda su carrera.

Hijos de la Anarquía: Los Cómics



Guión Christopher Golden, Ed Brisson, Ryan Ferrier
Dibujo Damian Couceiro, Jesús Hervás, Matías Bergara, Paul Little, 
Edición España Norma Editorial (2014)
Contiene Sons of Anarchy (Boom! Studios) 
Formato Tomos rústica

Como previamente apuntábamos, y suele ocurrir con no pocas series televisivas cuando las editoriales de cómics consiguen las pertinentes licencias, Sons of Anarchy también ha conocido una adaptación al mundo del arte secuencial mediante la independiente Boom Studios!, casa que nos ha ofrecido traslaciones de otros iconos de la ficción filmada como El Planeta de los Simios, Cristal Oscuro, Golpe en la Pequeña China o Bill y Ted. Las correrías de los miembros de SAMCRO han copado protagonismo hasta el momento en dos colecciones, una homónima y otra titulada Sons of Anarchy: Redwood Original. La primera está siendo publicada actualmente por Norma Editorial habiendo llegado hasta el momento a los seis tomos. De la siguiente todavía no tenemos noticia, pero seguramente también verá la luz en nuestro país. Con un trío de guionistas curtido en cientos de combates como Christopher Golden, Ryan Ferrier y Ed Brisson y los lápices de Damian Coucerio, Paul Little, Jesús Hervás y Matías Bergara las desventuras del club de moteros más peligroso de la ciudad de Charming se han extendido saltando de un medio a otro con un notable éxito de ventas y el respaldo de los fans de la serie de Kurt Sutter viendo bien reflejados los actos delictivos de sus personajes preferidos en el papel.




Todas las historias narradas en los cómics protagonizados por los Sons of Anarchy tienen lugar en “periodo de entretemporadas” para poder ser adheridas a la continuidad de la serie de Kurt Sutter sin necesidad de adulterar la misma. Desde el primer tomo, centrado en el personaje de Alex ‘Tig’ Trager, la tónica habitual será depositar el peso de los relatos en uno o dos personajes viéndose el resto de miembros de SAMCRO movilizados por los hechos en los que estos se verán implicados. La mayor virtud de la colección de Boom Studios! es ser en casi todo momento fiel al producto televisivo tanto en la escritura y perfil psicológico de personajes como en la estética y traslación visual de los actores que dieron vida a la banda de motoristas en imagen real, conservando en todo momento la esencia del proyecto audiovisual apelando a la acción, el drama desgarrado, las traiciones, los pequeños apuntes de humor negro y la presencia del club de motociclistas como un personaje más que sobrevuela la vida de todos los criminales de Charming a modo de omnipresente Demiurgo .




Por desgracia no todo son parabienes para esta versión en viñetas de Hijos de la Anarquía. A pesar del conocimiento previo que muestran los guionistas de la idiosincrasia adscrita a la serie de televisión y al buen hacer de unos ilustradores, entre los que destaca un excelente Damian Couceiro haciendo suya la colección desde el prime número en el que colabora con sus lápices, casi ninguna de las historias que vertebran los seis primeros tomos editados en España, los que ha podido leer un servidor, llegan a capturar al 100% la fuerza y el impacto de los mejores momentos del show diseñado por Kurt Sutter. Tenemos arcos interesantes como el ya mencionado de Tig, el de Jax y Clay cumpliendo condena en Stockton, el del sobrino de Bobby o el dedicado a Opie Winston, suponiendo este un cálido homenaje al más querido de los personajes secundarios, pero algo falta en la colección para extrapolar con auténtica fidelidad la serie, algo que se deja notar más aún en el cuarto tomo construido sobre cuatro historias cortas ocasionalmente bordeantes en la puerilidad. Con todo hablamos de una colección, la que hasta ahora hemos podido leer en España, que satisfará casi con toda seguridad a los fans del programa de FX Networks.

Mayans M.C: Primeras Impresiones



Género Drama, Crimen, Policiaco, Motoristas
Creador Kurt Sutter
Dirección Guy Ferland, Kurt Sutter, Norberto Barba
Guion Elgin James, Kurt Sutter, Andrea Ciannavei, Debra Moore Muñoz, Sean Tretta
Reparto JD Pardo, Clayton Cardenas, Edward James Olmos, Sarah Bolger, Michael Irby, Carla Baratta, Antonio Jaramillo, Raoul Trujillo, Richard Cabral, Danny Pino, Emilio Rivera, Frankie Loyal, Vincent Vargas, Maurice Compte, Joseph Raymond Lucero, Gino Vento
Producción FX Productions / Fox 21 Television Studios
Canal FX Networks
País Estados Unidos


Después del enorme éxito que supuso Hijos de la Anarquía para FX Networks, el mayor de toda su historia, los jefazos del canal de televisión por cable encomendaron la misión a Kurt Sutter de mantener vivo dicho microcosmos una vez las siete temporadas de la serie original hubieran llegado a su inevitable final. El guionista, productor, actor y director decidió entonces abordar un spin off centrado en la banda de los Mayans, colaboradores y rivales de SAMCRO en el programa protagonizado por Charlie Hunnam, con bastante peso a lo largo del recorrido del mismo. Una vez FX Networks dio carta blanca a la propuesta Sutter se preparó para escribir y dirigir el episodio piloto de Mayans M.C, teniendo prácticamente todo el control sobre su propia creación. La noticia saltaba en julio de 2017 cuando el canal, insatisfecho con el resultado, no sólo obligó a regrabar todo el material y a cambiar algunos actores del reparto, también relevaron a Sutter de su puesto detrás de las cámaras, tomando su lugar el veterano Norberto Barba, y añadieron como co creador, y co guionista de ese primer episodio, a Elgin James. Aunque pudiera parecer grave los reshoots y cambios en el cast no son ajenos al universo de Sons of Anarchy. Todavía muchos recuerdan cómo el actor Scott Glenn (Training Day, Daredevil) grabó en los inicios de la serie señera bastante metraje dando vida Clay Morrow para más tarde ser sustituido por Ron Perlman. En cambio lo de relegar a Kurt Sutter de su puesto de importancia al frente del show seguramente no hizo nada de gracia al impulsivo guionista de la película Southpaw.




Después de los cambios exigidos por la cadena, con todo el material rodado habiendo recibido el visto bueno por parte de los inversores y Kurt Sutter haciendo promoción del show casi a regañadientes por sus perfiles de redes sociales Mayans M.C ya estaba preparada para su puesta de largo y el pasado día 4 del presente mes vio la luz el episodio piloto que vamos a pasar a desgranar en el presente apartado para comentar las impresiones que nos ha transmitido esta primera piedra sobre la que se construirá el célebre spin off “latino” de Sons of Anarchy. Evidentemente el visionado de un sólo capítulo sólo nos permite vislumbrar lo que en un futuro podrá ser el producto audiovisual en cuestión, pero sí nos sirve para degustar los primeros compases del proyecto y su intencionalidad. De esta manera nos encontramos con 65 minutos de metraje dedicados a presentar a los personajes y a localizar espaciotemporalmente la trama en la que estos se verán involucrados. Ezequiel “Ex” Reyes (J.D. Pardo) ejerce como novato en los Mayans de Santo Padre, episodio localizado en la frontera entre California y México. Como nuevo miembro del club se ve inmerso en el submundo de la extorsión, el narcotráfico y el asesinato a manos de sus compañeros y sus rivales, los componentes del cartel mexicano de Galindo. Poco a poco iremos conociendo a Ez y a sus colaborades y familiares, vislumbraremos retazos de su pasado y descubriremos las motivaciones que lo llevaron a formar parte de los Mayans.




Desde su mismo arranque Mayans M.C confirma lo que era un secreto a voces. FX Networks, Kurt Sutter y su equipo de directores y guionistas van a repetir, al menos durante el arranque de la serie, la fórmula que tan buenos resultados dio con Sons of Anarchy. En lo referido a puesta en escena y discurrir narrativo el episodio piloto de este spin off podría confundirse sin mucha dificultad con cualquiera del programa que le da origen, algo que habla tan mal como bien de la propuesta. Por un lado aquellos que esperaban “más de lo mismo” quedarán en cierta manera satisfechos, pero los que buscaran un producto que pudiera diferenciarse de su predecesor apelando a una personalidad propia seguramente quedaran algo decepcionados. Por descontado los responsables del material tratan de darle a Mayans M.C independencia conceptual y argumental apelando a inundar todo con la parafernalia mexicana propia de los miembros de dicho club y hasta la omnipresente banda sonora cambia el rock y el folk de las correrías de SAMCRO por rancheras y cumbias adscritas a la música latina. Pero desde una perspectiva estructural y visual estamos, indudablemente, ante una extensión, o copia, de lo que en su momento fue Hijos de la Anarquía como muestra de ficción televisiva.




En lo referido al reparto encontramos a un surtido grupo de secundarios veteranos como Edward James Olmos (Blade Runner), Michael Irby (True Detective), Danny Pino (The Shield), Antonio Jaramillo (Salvajes) o el indispensable Emilio Rivera (Hijos de la Anarquía) cubriendo las espaldas a J.D Pardo (Revolution) el actor principal que da vida a Ez y con él encontramos una de las carencias más destacables de este primer episodio. Al menos en este arranque de Mayans M.C el interprete de The Messengers no está ala altura de lo exigido para poner voz y físico a un rol que debería destilar carisma, tenacidad y fiereza abordado por él con laconismo e inexpresividad, poniendo así muy dificil al espectador empatizar con su personalidad y motivaciones. Podemos aferrarnos a ese par de hechos trágicos en su pasado como responsables de su actual perfil psicológico, pero por desgracia un servidor apela a las muy limitadas aptitudes dramáticas de J.D. Pardo, que palidecen incluso al ser comparadas con las del primerizo Charlie Hunnam de la temporada inicial de Sons of Anarchy, como catalizadoras de la insatisfactoria labor de un personaje principal que esperemos gane enteros a lo largo de los próximos nueve episodios, ya que en caso contrario se hará duro seguir un producto como Mayans M.C con un mínimo interés sin recurrir a las subtramas centradas en los roles de reparto, mucho más atractivos estos.




Como previamente hemos mencionado sería prematuro evaluar de manera apresurada esta primera temporada de Mayans M.C sólo con el visionado de su episodio piloto, pero desgraciadamente este queda lejos de transmitir el ritmo espídico y las buenas vibraciones del capítulo uno de su hermana mayor cuyo estreno cumple estos días una década. A pesar de un protagonista al que le falta mucho rodaje y la continua sensación de déjà vu narrativo un grupo de secundarios con mucho potencial, varias subtramas abiertas que pueden llegar a buen puerto y una peculiar mezcolanza entre el espíritu clásico de Sons of Anarchy y una pátina telenovelesca a la hora de abordar la interacción entre algunos de los secundarios nos dan esperanzas para confiar en un futuro próspero para la creación de un Kurt Sutter que a pesar de no haber tenido el control total del capítulo este destila su impronta por cada uno de los fotogramas, permitiéndose hasta incluir referencias directas a su anterior serie o regalarnos algún cameo con la intención de ponernos una sonrisa nostálgica en la boca. Por el momento la serie me suscita suficiente interés como para terminar la temporada y reseñarla en un futuro próximo por estos lares, ya veremos el resultado.

Valoración general

Aunque siempre vivió a la sombra de éxitos mucho mayores como Juego de Tronos, The Walking Dead o Breaking Bad Hijos de la Anarquía es una de las mejores series de los últimos diez años de la televisión americana. El primer proyecto catódico en solitario del multifacético Kurt Sutter consiquió acumular a lo largo de siete temporadas y seis años de emisión un numeroso y fiel ejército de fans que todavía hoy rinden tributo a l legado de SAMCRO y al trayecto físico y existencial vivido por Jax Teller y sus compañeros de fechorías en nombre del club que les dio, y posteriormente arrebató, todo lo que tenían. Un servidor cayó pronto rendido ante los encantos de esta revisión de Hamlet y el Rey Lear localizada en el mundo de los motoristas ilegales del estado de California, viéndome, durante la época de su emisión, en la obligación de recomendarla a familiares y allegados que no tardaron mucho en darme la razón cuando les hablaba de las bondades de una de las mejores producciones televisivas nacidas en la pasa década gracias a sus tramas adictivas, personajes inolvidables y análisis de cómo la mística alrededor del mundo del crimen puede atraernos hasta el punto de olvidar la idea de estar empatizando con un asesino. Por suerte Sutter y el mismo Jax nos lo dejan claro al cierre de Sons of Anarchy, al final del día los chicos malos pierden, aunque sólo sea en la ficticia ciudad de Charming.


lunes, 24 de septiembre de 2018

Predator



Tíitulo Original The Predator (2018)
Director Shane Black
Guión Fred Dekker y Shane Black, basado en personajes de John y Jim Thomas
Reparto Boyd Holbrook, Olivia Munn, Trevante Rhodes, Sterling K. Brown, Jacob Tremblay, Jake Busey, Yvonne Strahovski, Thomas Jane, Keegan-Michael Key, Kyle Strauts, Alfie Allen, Niall Matter, Paul Lazenby, Crystal Mudry, Devielle Johnson, Augusto Aguilera, Andrew Jenkins, Dean Redman, Rhys Williams, Steve Wilder





Desde que su primera película debutara en 1987 con un rotundo éxito de taquilla y aspiraciones de convertirse en una obra de culto dentro del cine de acción y ciencia ficción contemporáneo la saga Predator ha extendido su microcosmos por medio de secuelas, croossovers, cómics, videojuegos y todo tipo de figuras de coleccionismo. Centrándonos sólamente en su faceta cinematográfica tras el film primigenio escrito por los hermanos Jim y John Thomas, dirigido por John McTiernan y protagonizado por Arnold Schwazenegger llegó tres años después una dignísima secuela con Stephen Hopkins detrás de las cámaras y Danny Glover encabezando un memorable reparto de secundarios entre los que reconocíamos a Bill Paxton, Rubén Blades, Gary Busey o María Conchita Alonso entre otros. La trama abandonaba ya la jungla centroamericana y tomaba como localización una ciudad de Los Ángeles convertida en un hervidero de violencia entre policías y pandilleros.




La pasada década, cuando habían transcurrido catorce años de la última aventura de los cazadores intergalácticos, el director británico Paul W. Anderson fue contratado por 20th Century Fox para resucitar la franquicia, junto a la de Alien, dirigiendo una adaptación muy libre de los cómics Alien vs. Predator publicados por la editorial independiente Dark Horse. El resultado, mediocre, tuvo el suficiente éxito como para dar lugar a una secuela, Alien vs: Predator: Requiem, cuyo engañoso trailer vendía una interesante película de acción y ciencia ficción cafre que no era tal. Ya en 2010 el cineasta Robert Rodríguez, en su faceta de productor, se encargó de retomar las correrías en solitario de los Predators con la película homónima, un film tan entretenido como intrascendente que tampoco consiguió insuflar nueva vida a la creación cinematográfica ideada en su origen por los hermanos Jim y John Thomas a pesar de contar con bastantes medios y un reparto con Adrien Brody, Danny Trejo y Laurence Fishburne.




Ya en 2014 un Shane Black recién salido de su exitosa y controvertida aventura en Marvel Studios con la polémica Iron Man 3 fue asignado para dirigir un nuevo intento por relanzar la saga y para ello contó con la colaboración en el guión de su viejo amigo Fred Dekker, con el que colaboró en la entrañable Una Pandilla Alucinante (Monster Squad) allá por los lejanos 80. Sin contar la tercera entrega protagonizada por el alter ego superheróico de Tony Stark Black venía de rodar dos cintas muy bien recibidas, al menos por parte de la prensa especializada y el fandom, como Kiss Kiss Bang Bang y Dos Buenos Tipos (The Nice Guys) parodiando con ellas el subgérno buddy movie que le dio fama como guionista con piezas como Arma Letal o El Último Boy Scout y al que ya sacó punto con la infravalorada y reivindicable El Último Gran Héroe (Last Action Hero). Además Black ya era un viejo conocido de la franquicia, interpretó a Hawkins en el largometraje de 1987 y estuvo a punto de colaborar en su escritura.




Por este y otros motivos los fans esperábamos mucho de The Predator, pero por desgracia lo que nos han ofrecido es un desastre mayúsculo. Hace unos meses se hizo público que la 20th Century Fox mandó rodar numerosos reshoots para “mejorar el film” y conociendo los habituales encontronazos de Shane Black con la industria aquello no transmitía buenas sensaciones. Una vez estrenada internacionalmente, acompañada de alguna que otra polémica, todos los malos augurios que podían habernos pasado por la cabeza se materializan uno a uno a lo largo de los 102 minutos de metraje que dura la película. En el resto de la entrada nos adentraremos en los incontables fallos que convierten Predator en un fracaso casi total y trataremos de dilucidar por qué los responsables del proyecto han dado como bueno semejante disparate sin pies ni cabeza cuya única misión parece ser querer hundir la saga en la inmundicia de manera intencionada.




Después de un arranque prometedor, aunque ya con alguna estridencia fuera de lugar, The Predator se convierte en una “película frankenstein” sin una intención clara con respecto a lo que quiere ser. Un guión eludiendo todo tipo de evolución narrativa, un montaje calamitoso en el que se dejan notar los cortes mal ejecutados y los reshoots peor insertados (atentos el continuo aparecer y desaparecer de la peluca de Boyd Holbrook) personajes antojándose parodias de los que tan divertidamente suele escribir Shane Black y un quebradizo desequilibrio entre humor y acción hunden irremisiblemente la última entrega de la saga “yautja”. El desastre se materializa bien pronto en pantalla cuando en los primeros compases de la obra la arbitrariedad, la inconsistencia argumental y los disparates dispuestos en fila india invaden la proyección dejando en el espectador la impresión de que, o bien la productora intercedió de manera abrupta en el trabajo del director y su co guionista, o estos no tenían en ningún momento las aptitudes adecuadas para realizar una buena entrega de la franquicia.




Hay una película de la saga Predator debajo de la película homónima y también una de Shane Black con todo su sentido de la parodia hacia un género conocido por él tras años escribiéndolo y dirigiéndolo. Encontramos apuntes de la violencia explícita y el salvajismo gore adscrito a la franquicia intentando amalgamar en las secuencias más dinámicas un tono de thriller y ciencia ficción. También hay una intencionalidad paródica inyectada en la trama por el grupo de personajes formado por soldados trastornados mentalmente identificable con la impronta habitual del guionista y director detrás del proyecto. Pero todo lo planteado está expuesto de manera incongruente, tosca, sin un sentido lógico de la secuencialidad, como si alguien desde las sombras quisiera sabotear todo el planteamiento inicial sin que las distintas vertientes genéricas que habitan en Predator puedan convivir armónicamente y por el contrario se encuentren continuamente chocando la una contra la otra.




La acción y la ciencia ficción (los apuntes de terror de los dos primeros films de la saga brillan por su ausencia) no cubren los mínimos exigibles por culpa de un desaprovechamiento casi total de las criaturas diseñadas por el mítico y añorado Stan Winston. No hay casi ningún tipo de interés por seguir indagando en el microcosmos, el ritualismo y la parafernalia relacionada con los predators, aquí la única idea es que los dos alienígenas presentes en el film (después de haber visitado el planeta del que proceden con decenas de ellos en pantalla durante Predators esta pareja sabe a muy poco) protagonicen contadas secuencias donde podamos ver muestras de su brutalidad y poco más. Para colmo el mayor aliciente con respecto a esta vertiente de la obra, el “Ultimate Predator”, ha sido diseñado con unos CGI muy cuestionables menoscabando alarmantemente su presencia en el metraje. Porque por muy bestial que Shane Black quiera mostrárnoslo su pobre trazo en ningún momento nos hace olvidar su endeble y paupérrima naturaleza digital.




En lo referente al humor el resultado no es mucho más exitoso al venirnos dos preocupantes ideas a la cabeza a la hora de analizar la faceta “gamberra” de Predator. Podría ser que la intención de Shane Black y Fred Dekker fuera rodar una parodia de la franquicia, una Starship Troopers buscando hacer escarnio con los preceptos establecidos por las anteriores tres entregas, en ocasiones llegando a conseguirlo, y 20th Century Fox respondiera con una negativa y ordenando realizar cambios a lo largo y ancho de todo el proyecto por medio de los consabidos reshoots. Pero también es cierto que los personajes cómicos introducidos en la trama, básicamente todos, se antojan malas copias de los previamente vistos en films como Kiss Kiss Bang Bang o Dos Buenos Tipos, sin apenas gracia y apelando a una comicidad infantil y escatológica sólo efectiva en muy contadas ocasiones. Con respecto al machismo vergonzante con el que está abordado, ya desde la escritura, un rol como el de Olivia Munn otro día podríamos dedicarle una entrada tan o más extensa que la presente.




El éxito de Predator hubiera supuesto muchas cosas buenas tanto para sus precursores como para los fans de la saga. Podría haber revitalizado la carrera de un tipo talentoso como Fred Dekker que después de rodar piezas entrañables como El Terror Llama a Su Puerta (Night of the Creeps) o la ya citada Una Pandilla Alucinante (Monster Squad) hundió su carrera al aceptar en aquel caramelo envenenado llamado Robocop 3. Habría reconciliado a Shane Black con el fandom, en gran parte molesto por su visión del Mandarín en Iron Man 3, pero ahora ha conseguido enfadar a los seguidores de dos universos ficcionales a la vez, todo un mérito por su parte. Habría supuesto la resurrección perfecta para un microcosmos extenso, rico y en muchos sentidos todavía fértil para acercarlo a las nuevas generaciones. Por desgracia el resultado ha sido un despropósito con un par de secuencias de acción y humor aisladas funcionales rodeadas por poco más de hora y media de disparates en fondo y forma que, lamentablemente, mantendrán alejados durante otros cuantos años a estos depredadores de nuestra órbita cinematográfica.



jueves, 20 de septiembre de 2018

La Monja



Título Original The Nun (2018)
Director Corin Hardy
Guión Gary Dauberman y James Wan
Reparto Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet, Bonnie Aarons, Charlotte Hope, Ingrid Bisu,  Jonny Coyne, Manuela Ciucur, Jared Morgan, Sandra Teles, Boiangiu Alma, Laur Dragan




James Wan lleva camino de convertirse en uno de los creadores de ficción terrorífica más prolífico y exitoso del panorama actual. Después de haber ayudado a construir sagas como Saw e Insidious el microcosmos al que más rendimiento está sacando es al relacionado con las figuras de los parapasicólogos Ed y Lorraine Warren. Mientras en su faceta como director se ocupaba de las dos soberbias entregas de Expediente Warren: The Cojuring su avezado instinto como productor comenzaba a diseñar todo tipo de spin offs derivados de los films protagonizados por Vera Farmiga y Patrick Wilson. El primero en llegar fue el de Annabelle, la muñeca maldita que los “sabuesos de lo sobrenatural” tenían confinada en su famoso museo personal, contando ya con dos entregas, la estrenada en 2014 y su precuela, Annabelle: Creation, de 2017. Más tarde, desde las entrañas de Expediente Warren: El Caso Enfield, nace este nuevo spin off centrado en el personaje de “La Monja”, la encarnación corpórea del demonio Valak que atormentaba a la familia británica protagonista de la mejor entrega de toda la franquicia. Con guión del habitual de la casa Gary Dauberman basado en una historia del mismo James Wan, dirección del británico Corin Hardy y un reparto encabezado por Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet y la indispensable Bonnie Aarons La Monja ha llegado a las carteleras de todo el mundo recibiendo críticas bastantes negativas, pero reventando la taquilla al recaudar 131 millones de dólares a nivel mundial sólo durante su primer fin de semana.





Sirva como aviso para los fans de las correrías fantasmagóricas del matrimonio Warren que si con La Monja esperan encontrar la milimétrica puesta en escena, la sabia asimilación de referentes y el control del tempo narrativo en los pasajes de terror de James Wan grabados a fuego e las dos entregas de The Conjuring la decepción se hará patente bien temprano. El largometraje de Corin Hardy, a pesar de su voluminoso envoltorio, no deja de ser en esencia una Serie B, un producto exploit, una pieza que elude los referentes más obvios como El Exorcista o La Profecía para abrazar la influencia de trabajos italianos de terror como El Engendro del Diablo (La Chiesa, 1989) de Michele Soavi o el remake que Lamberto Bava realizó de La Máscara del Demonio (La Maschera del Demonio, 1960) uno de los clásicos más famosos de su padre Mario Bava. De esta manera el segundo spin off de la franquicia Expediente Warren deja clara su naturaleza de pastiche intrascendente y divertido desde su mismo arranque. No es que el director de The Hallow y su guionista, Gary Dauberman, se tomen a broma el material que tienen entre manos, nada más lejos de la realidad, pero sí son conscientes de lo inane de un producto hecho a rebufo de un enorme éxito de crítica y público cuya única misión es extender el microcosmos previamente planteado por los films anteriores u ofrecer pura fruición cinematográfica de género.




Más allá de la ligereza de la historia narrada por sus responsables delante y detrás de las cámaras La Monja hace gala de un diseño de producción encomiable. Warner Bros y la productora de James Wan, Atomic Monster, permitieron a Corin Hardy rodar el largometraje en Rumania con varias localizaciones situadas en una antigua catedral y esto, a parte de ser el caldo de cultivo para añadir anécdotas sobre supuestos “hechos sobrenaturales” en la promoción del film, es algo que se deja notar en pantalla. Desde una perspectiva puramente cinematográfica la dirección artística y de fotografía, los juegos de luces y sombras inducidos por la iluminación y la inteligencia del realizador a la hora de colocar la cámara son las mayores virtudes de The Nun. Los encargados del apartado visual consiguen transmitir una atmósfera herética, tenebrista, transmitiendo en todo momento una constante sensación de peligro. Gracias a angostos pasillos mal iluminados, siniestras capillas sacramentales y cementerios neblinosos el espectador receptivo en todo momento se ve inmerso en esos parajes de pesadilla implicándose con el relato expuesto a la espera de las consabidas escenas de sobresaltos, en su mayoría protagonizadas por el ya icónico personaje al que da vida la inquietante actriz Bonnie Aarons.




El guión de Gary Dauberman, repleto de clichés y lugares comunes, construye una trama notablemente previsible deparando pocas sorpresas desde un punto de vista argumental. Por suerte su escritura es ágil y sabe encadenar de manera competente numerosos pasajes de tensión con los que mantener el interés de un espectador permitiéndose en pocos momentos bajar la guardia. En este sentido entra en escena la labor detrás de las cámaras de Corin Hardy, bastante meritoria si tenemos en cuenta su exigua filmografía y con una sabiduría bien medida a la hora de mantener el control de una maquinaria de notable tamaño como la que James Wan y sus colaboradores ponen a su disposición. En cuanto a los pasajes de terror se aplica una ambivalencia un tanto molesta por parte del realizador alternando secuencias excelentemente medidas en las que la sugestión, el control de los tiempos y la atmósfera transmiten genuina inquietud con otras en las que los trucos de barraca de feria, los golpes de sonido estridentes y una tosquedad formal a la hora de intentar ejecutar los célebres jump scares haciendo que la faceta más de género del film se resiente un tanto. Con todo el proyecto depara algún que otro pasaje destacable por su fuerza y si hacemos caso a los rumores que confirman la autoría de James Wan en varios de ellos no debería sorprendernos la eficiente ejecución de los mismos.




Taissa Farmiga, Demian Bichir, y Jonas Bloquet son el trío de personajes principales del largometraje. La hermana de Vera Farmiga, sin ninguna conexión en la ficción con el rol de Lorraine Warren, consigue transmitir a su novicia todo el candor, la inocencia y las dudas propias de una monja que ni siquiera a tomado todavía sus votos, pero si su papel hubiese sido abordado adentrándose más en los terrenos de la blasfemia y el pecado habría sido mucho más interesante y tridimensional. El actor mexicano de Los Odiosos Ocho ofrece convicción y fuerza a su Padre Burke, pero el guión se ocupa de convertirle en un inútil total incapaz de hacer nada a derechas en toda la trama, evolucionando casi más en un estorbo que una figura heróica. El intérprete francés en cambio da vida al secundario típico sobre el que recaen los golpes de humor, siendo el núcleo central de pasajes bordeantes en la comedia que aligeran un poco el tono tenebrista de la propuesta sin caer nunca en el histrionismo o la excesiva chanza. Por último es de recibo mencionar la excelente labor de Bonnie Aarons, la verdadera protagonista de la velada dando vida a Valak. La mujer que ofeció su físico al, no menos terrorífico, vagabundo de Mulholland Drive vuelve a entregarse al 100% a una criatura que ya ha hecho suya, pero se percibe a lo largo del metraje que James Wan era una pieza clave para que la famosa Monja transmitiera genuino pavor. No hay una sola secuencia de este spin off que llegue a los niveles de eficacia de las apariciones de la religiosa en Expediente Warren: El Caso Enfield en las que el director de la futura Aquaman sacaba lo mejor de ella.




La Monja es cine de evasión puro y duro, un proyecto no muy caro, liviano y de segunda diseñado para seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro más prolífica de James Wan. Su excelente recepción en taquilla, se estrenó como la película más taquillera de toda la franquicia The Conjuring, confirma la próspera vida que espera al microcosmos adherido a las figuras de Ed y Lorraine Warren. Aunque Warner Bros todavía no haya confirmado nada damos por sentado la futura gestación de una secuela de La Monja, pero antes de ella veremos la tercera entrega de Expediente Warren, esta vez sin James Wan detrás de las cámaras, y un nuevo spin off centrado en la otra criatura presentada en El Caso Enfield, aquel Crookeed Man, interpretado por nuestro internacional Javier Botet, al que también regalarán aventuras en solitario en un innecesario afán de explotar hasta lo extenuante el universo Warren. Por ahora nos quedamos con las impresiones de esta divertida, inofensiva, alocada y desechable The Nun, una pieza desprejuiciada que tan pronto abraza el terror marginal por medio de material de derribo como homenajea a films alejados del género en el que se engloba como Los Demonios, de Ken Russell, y Narciso Negro, de Michael Powell y Emeric Pressburge. 96 minutos de disfrute ligero y sin complejos tan digerible como olvidable a las pocas horas de abandonar su proyección.