jueves, 31 de enero de 2019

Spider-Man: Un Nuevo Universo



Título Original Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018)
Director Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman
Guión Phil Lord, Rodney Rothman,






A nadie se le escapa que lo mejor de una cinta tan mediocre como Venom era su segunda escena post créditos. En aquella secuencia escapábamos de la dimensión en la que el Eddie Brock de Tom Hardy y el simbionte alienígena protagonizaban una inesperada, e improbable, comedia gamberra de adolescentes para visitar una New York animada en la que nos encontrábamos con Miles Morales y Peter Parker. Dicho pasaje no dejaba de ser una promo para dar publicidad al próximo proyecto protagonizado por nuestro amistoso vecino Spider-Man. En esta ocasión, y como ya hemos adelantado, se trataba de una película de animación que, en una arriesgada propuesta, no iba a estar protagonizada por el más famoso alter ego del Hombre Araña, sino por su sustituto en la línea Ultimate de Marvel Cómics, el también referenciado Miles Morales. De manera que nos enfrentamos con la adaptación en pantalla grande más atípica del Hombre Araña y no de fácil accesibilidad para el espectador neófito desconocedor de los cómics.




Spider-Man: Un Nuevo Universo, o Spider-Man Into the Spider-verse en su título original, tiene la peculiaridad de ser una cinta impulsada por Sony Pictures Animation en colaboración con Marvel Animation, pero dejando recaer la responsabilidad de su gestación en Chris Miller y Phil Lord, guionistas y directores de culto de obras tan divertidas como La LEGO Película, o los dípticos Lluvia de Albóndigas y 21/22 Jump Street. Sí, esta cinta animada es el proyecto en el que Miller y Lord se embarcaron cuando Disney y Lucasfilm les dieron la patada de Han Solo: Una Historia de Star Wars y viendo la recaudación o aceptación general conseguida por una y otra obra queda claro quienes fueron los beneficiados por aquel despido. Con ambos como productores, Lord co escribiendo el guión junto Rodney Rothman y este último encargándose de la dirección junto a Bob Persichetti y Peter Ramsey el film llegaba a pantallas de todo el mundo el mes de diciembre del pasado año 2018.




Las principales fuentes de inspiración de Spider-Man: Un Nuevo Universo son la colección Ultimate Spider-Man, de Brian Michael Bendis y Sara Pichelli, y el evento Spider-verse, a manos de Dan Slott, Olivier Coipel y Giuseppe Camuncoli. Amalgamando ambos trabajos Phil Lord y Rodney Rothman crean un relato centrado en Miles Morales viéndose, después de un hecho trágico, envuelto en una trama en la que deberá compartir lucha contra el crimen con otras cinco versiones de Spider-Man venidas de distintas dimensiones para desbaratar los planes de Kingpin. Esta es la trama del largometraje y desde la publicación de sus primeras promos sorprendió que Sony Pictures Animation tuviera el valor de poner en escena tantos personajes de las viñetas que nunca habían conocido contrapartidas audiovisuales protagonistas dentro de un largometraje para las multisalas, dirigido este a un público masivo. El resultado final ha superado todas las expectativas depositadas en una película brillante en cualquiera de sus aspectos.




Cuando el 2018 llegaba a su fin y parecía que no íbamos a encontrarnos con ninguna otra película de superhéroes destacable Spider-Man: Into the Spider-verse irrumpió en la cartelera internacional para demostrarnos cuán equivocados estábamos. Festival visual de virtuosismo técnico, amalgama argumental capaz de ensamblar de manera coherente las distintas variantes dimensionales de Spider-Man en las viñetas, homenaje a un icono que no entiende de razas, género o clase social y tributo merecido a los dos padres de la criatura. Stan Lee y Steve Ditko, fallecidos el pasado año. La cinta de Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman es todo eso y mucho más. Desde su mismo arranque no sólo elude ser abordada como una obra independiente, sino que introduce en su continuidad todas las aventuras cinematográficas en imagen real del personaje antes de su salto a Marvel Studios. De esta manera parece que nos encontramos con "un episodio más" en el seno de las traslaciones cinematográficas del trepamuros, pero realmente no esa sí.




Spiderman: Un Nuevo Universo es puro cómic. No sólo por su relato en el que se condensa prácticamente todo el imaginario relacionado con sus protagonistas, sino también por la puesta en escena con la que sus directores han decidido acometer el proyecto. Distinto tipo de animación para cada uno de los personajes o pasajes del largometraje o uso de viñetas y onomatopeyas mezcladas con el uso recurrentes de mensajes de texto de teléfono móvil para localizar un relato de resonancias clásicas en un contexto espaciotemporal contemporáneo, para que todo tipo de espectador pueda identificarse con las criaturas que lo pueblan y las situaciones en las que se ven implicados. Todos los apartados en la obra han sido elaborados con un cariño, una minuciosidad, un virtuosismo y una fidelidad a las distintas fuentes de inspiración secuencial que sólo nos queda quitarnos el sombrero ante una propuesta tan descomunalmente satisfactoria como esta, confirmado el acierto por parte de Sony a la hora de ofrecer este proyecto a Phil Lord, Chris Miller y compañía.




Miles Morales, Peter Parker, Gwen Stacy, Spider-Ham, Peni Parker y Spider-Man: Noir son los protagonistas principales del film, a los que habría que sumar los padres y el tío del primero. Aunque la mayor parte del peso recae sobre Morales y Parker, siendo ellos poseedores de una personalidad más definida, todos y cada uno de los secundarios arácnidos son propensos a crear un vínculo empático con el espectador que lo tiene muy fácil para enamorarse de ellos y las situaciones planteadas por sus acciones a lo largo del metraje. Dentro de los villanos, y sin desvelar la inesperada aparición de varios de ellos, cabe mencionar a un Kingpin amenazador e inquietante cuyo diseño parece arrancado de las páginas de cualquier aproximación a Wilson Fisk ejecutada por el mítico ilustrador Bill Sienkiewicz (Daredevil: Amor y Guerra, Elektra: Asesina) y cuya crueldad es fiel reflejo de la destilada por su contrapartida en las viñetas.




Repleta de referencias a universo de Marvel Cómics que harán las delicias de los fans de la editorial, ejecutada con una animación de factura intachable, con un guión contenedor de hallazgos narrativos cada diez segundos, unos personajes carismáticos o cercanos y sólo pecando de excesiva en su clímax final por la aparatosidad de sus secuencias de acción Spider-Man: Un Nuevo Universo no sólo es la mejor película superheróica en el año en el que hemos disfrutado, en mayor o menor medida, de piezas como Vengadores: Infinity War, Deadpool 2, Aquaman, Black Panther o Venom. También es la más destacada, y fiel, adaptación cinematográfica de Spider-Man, no ya como personaje o héroe, sino como icono de la cultura pop. Sólo queda dar gracias a Sony Pictures Animation y Marvel Animation, a Chris Miller, Phil Lord y al resto de responsables de la cinta. Pero sobre todo a Stan y Steve, aquellos autores capaces de crear un personaje con el que cualquier adolescente, independientemente de la generación a la que pertenezca, puede identificarse gracias a la humanidad indivisible a su personalidad.



sábado, 26 de enero de 2019

Titanes: Temporada 1, ¿quién vigila a los vigilantes?



"A veces, cuando noto la oscuridad, me siento bien"




El streaming está de moda. Netflix, Amazon Prime Video, HBO o Filmin, entre otras, confirman que usuarios de todo el mundo no tienen problema en pagar una mensualidad por abonarse a plataformas capaces de proporcionarles copioso y variado contenido audiovisual, ya sea cinematográfico o "televisivo". Por eso algunas de las majors más importantes de Hollywood han tomado nota y después de colaborar con varias de ellas han decidido crear las suyas propias como sucederá en un futuro próximo con Disney y ya ocurre, al menos en Estados Unidos, con Warner Bros Pictures. Esta última productora ha puesto en marcha una llamada DC Universe, que sirve como contenedor de toda la ficción audiovisual inspirada en la famosa editorial de cómics estadounidense de cuyos derechos es propietaria. Pero la producción propia estrella de dicha plataforma, y su carta de presentación, ha sido una serie que en nuestro país puede verse en la ya citada Netflix.




Titanes, como su propio nombre indica, es una adaptación, la primera en imagen real, de las aventuras en viñetas del grupo Jóvenes Titanes creado por el guionista Bob Haney y el dibujante Bruno Premiani en las páginas de The Brave and the Bold Vol 1 #54 (1964) y encumbrado por el brillante tándem formado por  Marv Wolfman y George Perez durante la década de los 80 y 90. En las antípodas de las versiones animadas de los personajes, Teen Titans y Teen Titans Go!, diseñadas para todos los públicos esta nueva Titans se dirige a un público adulto ofreciendo una versión mucho más oscura, urbana y brutal del equipo liderado por el alter ego supeheróico de Dick Grayson. Los encargados de poner en marcha la serie son el experto en series inspiradas en personajes de DC Comics Greg Berlanti (Supergirl, Arrow, The Flash), el productor Akiva Goldsman (Una Mente Maravillosa) y el guionista Geoff Johns, uno de los pesos pesados de la editorial estadounidense.




Vayan por delante dos afirmaciones con respecto a Titanes que dejaremos claras desde el principio. No, esta no es una adaptación fiel de los personajes de las viñetas, de hecho están en las antípodas del sense of wonder de aquellas que transmitieron durante años Marv Wolfman y George Pérez. De modo que si alguien busca los superhéroes de su infancia o adolescencia en esta serie puede salir, no sólo decepcionado, sino bastante furioso de la experiencia. No, Titanes no es una gran serie, es bastante montonera si la comparamos con la gran cantidad de producción audiovisual con la que nos asedian diariamente, pero dentro de su género destaca sobre varias de ellas gracias a algunos hallazgos y virtudes que un servidor no esperaba descubrir en una pieza de esta naturaleza tan intrascendente y superflua. Me he encontrado con once entregas de un proyecto divertido, interesante, fruicioso y salvable en bastantes aspectos, aunque nunca dejando de ser una medianía como ficción.




Titans es como un cómic en el que el Frank Miller de su última época, el de All Star Batman y Robin o Holy Terror, se ocupara del guión y David Finch del dibujo. Hablamos de una oda al grimm and gritty casi sin miramientos, con un ojo en el Alan Moore de Watchmen y otro en el Zack Snyder que llevó esa, y otras, historias en viñetas al cine, como las basadas en DC Cómics e las que se involucró. Evidentemente la serie no copia descaradamente la puesta en escena del autor de 300 o Amanecer de los Muertos, pero anida en su interior esa predisposición por la oscuridad y el lado más siniestro de los vigilantes enmascarados. En ese sentido he traído a colación la opus magna de Moore y Gibbons porque, salvando los millones de años luz que separan ambos productos, hay en Titans también una sana intención por indagar en el viraje hacia la violencia descontrolada en la que se sumergen los superhéroes una vez entregan su vida a luchar contra el crimen, reflejado en ese Dick Grayson que no puede librarse, en sentido figurado y literal, de la sombra de Batman.




Brad Anderson, director de productos interesantes como El Maquinista o Session 9 reconvertido en eficiente artesano televisivo, se ocupa de dar empaque a la serie encargándose de los dos primeros episodios. Su punto fuerte son las elaboradas coreografías de lucha, bastante eficientes, y el flaco unos CGI mayoritariamente penosos, aunque con algún fogonazo de eficacia. En el proceso insufla una snyderización, dosificando mucho más el slow motion, que tendrá continuidad en la labor de los encargados de dirigir el resto de episodios, entre ellos el mismo Akiva Goldsman. Desde ese punto de vista, y sin ser una producción destacable en manera alguna, sí es mucho más efectiva técnicamente que la mayoría de series diseñadas por el tándem Marvel/Netflix como Luke Cage, Jessica Jones o Iron Fist. Tiene un ritmo endiablado, entretiene en todo momento, pero, una vez más peca de ser una infiel adaptación de los personajes que la protagonizan cuando hay en ella más reminiscencias a las películas de X-Men que a los mismo cómics de Teen Titanes.




El reparto, simplemente cumplidor. Actores desconocidos que tienen la suerte de encontrar en el guión arcos argumentales centrados en sus roles que los hacen interesantes y con ciertos claroscuros, no demasiado elaborados, pero igualmente agradecidos. Robin, Raven, Starfire o Beast Boy son los principales miembros del grupo sobre los que basculan las distintas subtramas uniéndose a ellos Hawk y Dove protagonizando dos interesantes episodios, sobre todo el segundo, con el que dan una acertada profundidad psicológica a ambos. Con un cast tan limitado es lógico que desde una perspectiva artística la serie se quede a medio gas y no porque los actores eludan esforzarse a la hora de acometer su trabajo, sino porque no pueden dar más de sí mismos, Ya veremos si una adecuada evolución a lo largo de próximas temporadas les permite enriquecer su trabajo delante de las cámaras, pero por ahora no pasa del suficiente a un nivel general.




Titanes es un producto estimable, que satisfará a numerosos espectadores con ganas de ver una serie de superhéroes algo más brutal con personajes de DC Comics como protagonistas y a fans de la editorial con la mente abierta (o más tragaderas, según a quién se pregunte) y casi seguro horrorizará a los seguidores más puristas de las aventuras en papel de los Jóvenes Titanes. Acción, humor, sadismo, un retrato bastante crítico y nada amable de Batman o su idiosincrasia como icono así como episodios dedicados a personajes a los que teníamos ganas de ver en imagen real como Wonder Girl, Jason Todd o la Doom Patrol (esta con futuro spin off en proceso de gestación) son los alicientes de la serie diseñada por Greg Berlanti, Geoff Johns y Akiva Golgsman. Un atípico y arriesgado primer paso adelante para ir construyendo esa plataforma llamada DC Universe en la que también tendrán cabida otros productos como la Swamp Thing de James Wan, Stargirl o la ya citada traslación de las aventuras de la Patrulla Condenada 




miércoles, 23 de enero de 2019

Aquaman




Título Original Aquaman (2018)
Director James Wan
Guión David Leslie Johnson-McGoldrick, Will Beall, Geoff Johns, James Wanm basado en los cómics de Mort Weisinger y Paul Norris
Reparto Jason Momoa, Amber Heard, Patrick Wilson, Willem Dafoe, Nicole Kidman, Yahya Abdul-Mateen II, Temuera Morrison, Dolph Lundgren, Michael Beach, Ludi Lin, Graham McTavish,  Patrick Cox, Randall Park, Djimon Hounsou, Leigh Whannell, Sophia Forrest, Natalia Safran,  Tahlia Jade Holt




Después de la decepcionante recaudación de Liga de la Justicia y su más bien negativo recibimiento por parte de la crítica el Universo Extendido de DC Comics pendía de un hilo mientras varios de sus actores más importantes como Ben Affleck, Henry Cavill o Amy Adams, no confirmaban su permanencia en el mismo. DC Entertainment y Warner Bros se lo jugaban todo con su siguiente movimiento, la primera película protagonizada en solitario por Aquaman, el personaje creado en 1941 por el guionista Mort Weisinger y el dibujante Paul Norris, e interpretado en imagen real por el actor estadounidense Jason Momoa. Los productores no las tenían todas consigo ya que la presencia carismática y rotunda del protagonista de Conan: El Bárbaro (2011), sumada a la de sus compañeros de reparto, no sirvió para que la traslación audiovisual de la JLA consiguiera el éxito esperado a pesar de revelarse él como uno de los mayores alicientes del film iniciado por Zack Snyder y acabado por Joss Whedon.




Para acometer la complicada empresa de ponerse a los mandos del primer largometraje protagonizado por el alter ego superheróico y monárquico de Arthur Curry fue elegido James Wan, cineasta australiano, de origen malayo, experto en cine de terror al que debemos sagas como Saw, Insidious o Expediente Warren (The Conjuring) y sus spin offs. Seguramente fueron sus incursiones en las supuestas correrías sobrenaturales del matrimonio formado por Ed y Lorraine Warren, producidas y distribuidas por Warner Bros, las que dieron pie a los responsables de Aquaman para elegirlo como sustituto de Zack Snyder. El acierto ha sido total en todos los sentidos. No sólo porque ha conseguido una pieza adherida al subgénero superheróico que funciona a distintos niveles y encarrila el futuro del UEDC, sino también por haber logrado con ello una recaudación internacional que, mientras escribo estas líneas, ha superado unos descomunales mil millones de dólares.




Aquaman es una peculiar amalgama de continuación cronológica del Universo Extendido de DC y  película de orígenes, aunque sin dedicar una gran parte del metraje a poner en escena la génesis del héroe protagonista del que ya conocemos algunos datos de su biografía gracias a films previos. Desde el minuto uno se nota que Warner Bros no ha escatimado gastos a la hora de convertir su última producción inspirada en los cómics de DC, pensando, quiero suponer, que puestos a meter la pata nada mejor que hacerlo por todo lo alto. Esto se percibe no sólo en la mastodóntica inversión en la creación de la obra, sino también en la notable libertad creativa que han dado a un James Wan dispuesto a desplegar toda una galería de personajes, criaturas y escenarios reales o digitales con la sana intención de no dejar nada en el tintero y epatar al espectador con un fuego de artificio tan ligero e intrascendente como potente, cohesionado y paradójicamente alocado o arriesgado.




Nos encontramos con delirio kitsch, una epopeya oceánica protagonizada por un carismático émulo en imagen real que, seamos sinceros, poco tiene que ver con el Aquaman de las viñetas. Ni siquiera con el más cercano y carismático ejecutado por guionistas como Peter David o Geoff Johns, este último colaborando en el guión de la película. Pero como blockbuster abraza de manera tan inmisericorde y suicida un sense of wonder pasado de frenada que ante semejante actitud kamikaze no podemos hacer otra cosa que rendirnos a los pies de James Wan. Mencionábamos que posiblemente la saga The Conjuring fuera importante para que el cineasta australiano fuera designado como realizador de Aquaman, pero sólo desde un punto de vista contractual. Porque sería más lógico que fuera su incursión en la saga Fast And Furious la que despertara el interés en Warner Bros por contratar a un cineasta que se desenvuelve con soltura tanto con presupuestos humildes como con maquinarias casi inabarcables como la adherida a este tipo de producción.




El autor de Silencio Desde el Mal (Dead Silence) apela a una grandilocuencia que va tomando forma de manera gradual después de una faceta más minimalista a la hora de centrarse en la historia de amor prohibido de los padres de Arthur Curry. Pero en cuanto la primera espectacular secuencia de acción toma forma Aquaman va desplegando todas sus posibilidades, más visuales que narrativas, con la intención de no dar un respiro al espectador. El guión consigue mantener un competente equilibrio entre aventura deudora de Indiana Jones, Gladiator, Star Wars o Avatar y comedia algo simplista, pero agradable y efectiva en líneas generales, centrada en los personajes de Aquaman y Mera, los pilares sobre los que se sustenta un argumento mil veces visto incapaz de ofrecer nada nuevo dentro del subgénero al que se adscribe, aunque sabiendo transitar con eficacia y soltura los lugares comunes más representativos del mismo.




Entregándose sin miramientos al barroquismo hipertrófico James Wan y su equipo técnico se ponen como meta aprovechar hasta lo insultante los notables y copiosos efectos digitales que ponen a su disposición y de esta manera retratan un mundo oceánico de proporciones incomensurables, estética sobrecargada y monstruosidades a cual más enorme, llegando una de ellas a ser de un tamaño tan inmenso que no llega a verse nunca íntegra en pantalla. En el proceso los responsables del apartado visual de la propuesta diseñan una Atlantis rica en detalles, cromatismo, luminosidad y, para qué negarlo, horteradas por doquier. Todo ello compactado de manera encomiable para parecer, lógicamente, un cómic delirante, exagerado, histriónico que va a por todas sin hacer prisioneros y dando buenas muestras de lo que deberían haber sido, desde su inicio. las adaptaciones cinematográficas que conforman este Universo Extendido de DC.




Tampoco han sido en Warner Bros conservadores a la hora de contratar un reparto de primera para dar forma al equipo artístico de Aquaman. Nicole Kidman como Atlanna, Willem Dafoe en la piel escamada de Vulko, un inesperado Dolph Lundgren dando vida al Rey Nereus, Temuera Morrison abordando el papel de Tom Curry o un entregado Patrick Wilson ofreciendo físico y voz al Rey Orm demuestran, además de ser el séquito de excelentes interpretes que cubren las espaldas a los dos protagonistas principales, haberse divertido sobremanera durante la producción de la película. Pero son los Aquaman y Mera de Jason Momoa y Amber Heard los dos roles más destacados con una notable química en pantalla no atisbable adecuadamente en las breves escenas que ambos compartieron en Liga de la Justicia. Funcionando como pareja de héroes con poderes sobrenaturales repartiendo palizas a diestro y siniestro o como pareja sentimental con momentos cómicos propios de una screwball comedy de segunda regional, ellos son lo mejor del cast.




Aquaman ha supuesto un bálsamo para Warner Bros y DC Entertainment, el mejor posible ya que se ha convertido en la producción más rentable de cuantas han diseñado desde que la, ya controvertida, El Hombre de Acero (2013) diera el pistoletazo de salida a este microcosmos ficcional que, después de dar sus primeros pasos de manera trémula y apresurada. ha encontrado su camino gracias a las que debieron haber sido las dos películas siguientes al debut de Henry Cavill como Superman, esta Aquaman y Wonder Woman. Quedando atrás los malos tiempos, los de haber estado más pendientes de construir la casa por el tejado con la intención de ponerse a la altura de una Marvel Studios que construyendo su universo cinematográfico poco a poco y de manera gradual, la "Distinguida Competencia" ha abierto una senda que, esperemos, producciones como las próximas Shazam y Wonder Woman 84 sepan continuar para ofrecer la mejor versión en imagen real de los iconos del arte secuencial vinculados a la vida editorial DC Cómics.