viernes, 26 de agosto de 2011

Conan, El Bárbaro (2011)




Título Original Conan the Barbarian (2011)
Director Marcus Nispel
Guión Thomas Dean Donelly y Joshuea Oppenheimer basado en el personaje de Rober E. Howard
Actores Jason Momoa, Rachel Nichols, Ron Perlman, Stephen Lang, Rose McGowan, Saïd Tagmahoui, Bob Sapp, Steve O'Donnell, Leo Howard, Raad Rawi, Nonson Anozie, Milton Welsh




Vaya por delante y sin paños calientes que esta Conan The Barbarian es una película considerablemente mediocre que ha recibido muchos palos (bastante merecidos, todo hay que decirlo) y que ha gustado a poca gente. No ha agradado ni a los conocedores de las novelas del norteamericano nacido en Texas, Robert E. Howard (novelista creador del personaje en los años 30) ni los fans de los cómics de Marvel sobre sus aventuras escritos por guionistas como Roy Thomas o Kurt Busiek y dibujados por ilustradores como Barry Windsor Smith o John Buscema, ni a los seguidores de las películas en imagen real sobre el personaje de los 80.




Contra todo pronóstico y a pesar de su escasa calidad, hay varias cosas que me han gustado de esta película dentro de su incosistencia. La primera es que no tiene absolutamente nada que ver con la cinta que dirgiera John Milius en 1982, de modo que no podemos hablar estrictamente de un remake ortodoxo, lo que se agradece. El uso de los efectos digitales es muy reducido, entregándose el largometraje a un diseño de producción bastante artesanal con una dirección artística no muy lograda pero si aceptable. Por último su brutalidad, que es considerable y que no la convierte en un film a medio gas como algunos de los que hemos visto adscritos a este tipo de cine ultimamente, pero esto tampoco lo hace mejorar en calidad como producto.





Por el lado malo tenemos un guión penoso, sin estructura o desarrollo narrativo alguno y con más agujeros que Sonny Corleone, al que se añade un mal montaje (mala combinación). Una ineficaz, impersonal, videoclipera y bastante triste dirección del ya de por sí considerablemente mal director Marcus Nispel, que eso sí, mejora considerablemente con respecto a la labor imprimida en sus dos anteriores trabajos, la flojísima Pathfinder y la penosa Viernes 13, ambos remakes también, al igual que su mejor película hasta la fecha, La Matanza de Texas 2004. En Conan, el Bárbaro no abusa tanto de la cámara lenta y lleva el ritmo con algo más de aplomo, pero sólo eso.




El reparto hace en general un trabajo anodino. Jason Momoa tiene cuerpo, presencia, bestialismo, chulería y hasta carisma, pero en ningún momento me recuerda a los distintos Conan que yo he conocido en viñetas, imagen real o animada (del original de los relatos literarios de Howard no puedo hablar, ya que lo desconozco), me parece mucho mejor su trabajo como Khal Drogo en la magnífica adaptación catódica que ha realizado la cadena por cable HBO de Juego de Tronos, el primer libro de la saga literaria Canción de Hielo y Fuego escrita por el novelista estadounidense George R.R. Martin.




Del resto de actores poco más que decir. Stephen Lang con la misma cara de mala la hostia que ya tenía en Avatar y que se le ha quedado de por vida. Rose McGowan con gesto orgasmico durante todo el metraje, vamos, en su línea habitual y la preciosa Rachel Nichols desperdiciada en más de un sentido a pesar de salir guapísima. El mejor de los secundarios es el gran Ron Perlman, que se come la pantalla entera como el padre de Conan, pero no nos hace olvidar la maravillosa voz y presencia del William Smith de la versión de Oliver Stone y John Milius y su excelente escena sobre "El Secreto del Acero" relatada a un infante Jorge Sanz de mirada inocente.




Conan, El Bárbaro es un producto que se disfruta más si no se asocia con el personaje en el que supuestamente se basa. Carente de el tono romántico y épico del film de John Milius (cinta de la que no he hablado apenas en esta entrada porque en breve la comentaré de manera independiente) pero también del innecesario humor bochornoso de Conan, El Destructor de Richard Fleischer, la última cinta del alemán Marcus Nispel se pude disfrutar como una cinta veraniega unineuronal, bruta como ella sola (la escena del dedo en la nariz de verdadera y placentera grima) y entretenida, pero que desde mi punto de vista tiene poco o nada que ver con la creación de Robert E. Howard y las posteriores visiones que de ella se han dado.




Teniendo oro en quilates tanto en los relatos literarios que dieron vida al personaje en la década de los 30 como en las viñetas que lo llevaron a lo más alto de la cultura popular en los 60 y 70 y cuya fama dura en la atualidad con cientos de miles de seguidores de sus aventuras, me parece un desfachatez por parte de Hollywood que los productores decidan dar forma una historia endeble e insulsa sin practicamente nada que ver con el hijo de Cimmeria que llegó a ser el rey de Aquilonia. Aunque a estas alturas no nos vamos a asustar por (re)descubrir que la meca del cine actualmente sólo vive por y para el vil metal. Si Crom levantara la cabeza.


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