miércoles, 30 de diciembre de 2009

Generation Kill, let the bodies hit the floor



"Esto no se acaba Ray, ni siquiera sabemos a lo que acabamos de dar inicio"
Sgt Brad"Iceman" Colbert





Ed Burns y David Simon son los creadores de The Wire, la mejor serie de esta década que se nos va de las manos en dos días. A ambos les llamó la atención la lectura del libro Generation Kill del periodista Evan Wright, corresponsal de la revista musical Rolling Stone durante los primeros días de la toma de Iraq. El escrito les interesó lo suficiente como para hablar con la cadena HBO y producir una miniserie de 7 episodios con los que adaptarlo a imágenes, recibiendo el total respaldo del autor.




HBO, salvo contadas ocasiones (True Blood) es siempre sinónimo de calidad, Generation Kill no es una excepción. Escrita con absoluta soltura por Burns y Simon, rodada por sólo dos directores, Susanna White y Simon Cellan Jones y protagonizada por un grupo de actores desconocidos, la miniserie que nos ocupa es posiblemente uno de los trabajos más logrados de la cadena por cable americana y una de las visiones más esclarecedoras que se han creado sobre la invasión estadounidense del país iraquí.




Generation Kill no es ni una recalcitrante glorificación de las fuerzas armadas americanas, ni una simplista visión pacifista o antibelicista de los militares yankis. Simon y Burns no son así, les apasiona lo complejo y los claroscuros, como pudimos ver en muchos de los personajes de The Wire. Por eso esta obra no es otra cosa que un duro golpe al gobierno y los altos mandos del ejército estadounidense, por mandar a un grupo de chavales totalmente desorientados, que no conocían bien el terreno y que tenían que acatar órdenes suicidas a una guerra que no tenía ningún sentido que no fuera el económico.




Durante 7 episodios vemos el día a día de un pelotón de marines (no esperéis muchas escenas bélicas porque hay más bien pocas) y con él podemos ver claramante un microcosmos reducido pero claro de la juventud americana de principios del SXXI. Dentro de este grupo de hombres, críos más bien, se dan cita, distintos tipos de personalidades. El aguerrido soldado que quiere derramar sangre lo antes posible, el alto mando novato preocupado por sus hombres, el típico cachondo de barracón, el apocado que no quiere llamar la atención. Pero el más realista de todos ellos, es sin lugar a dudas el del pobre chaval que está acojonado de miedo por estar alejado de su hogar y expuesto a una muerte casi segura.




Ed Burns y David Simon quieren que veamos que detrás de sus fusiles y sus humvees estos soldados son seres humanos que sienten y padecen, que por muy preparados que estén no son perfectos y que detrás de ellos hay unos putos viejos con los culos pegados a las sillas de sus oficinas que los mandan a una guerra innecesaria e inhumana, respaldada por una sarta de mentiras que más tarde costaría la vida de muchos militares y civiles.




Los autores se hacen fuertes al mostrar la camaradería entre soldados con un aire muy a lo Sam Peckinpah, cantando todos juntos cuando van en misiones de reconocimiento, intentando levantar la moral cuando la misma está por lo suelos, pero también sus rencillas y graves errores, cuando mataban, por error o no, a civiles o exponían a sus compañeros a peligros innecesarios porque estaban totalmente perdidos por culpa de unos altos mandos que ni siquiera sabían lo que querían en muchas ocasiones. Por eso Burns, Simon y Wright se guardan en la manga ese memorable final con toques a lo Senderos de Gloría que nos hace ver lo jodida que estaba y está la situación para todo el mundo en aquel país.




Al final y gracias al testimonio gráfico y escrito de Evan Wright sabemos que tras las ordenes de un presidente del gobierno lo suficientemente inepto como para ser usado de hombre de paja por su administración siempre queda lo mismo. Un grupo de niños que van a morir y a matar po una causa de mierda que sólo beneficia a los más acomodados. Pero lo peor no es eso, lo más jodido es que el aguerrido soldado que quiere derramar sangre lo antes posible, el alto mando novato preocupado por sus hombres, el típico cachondo de barracón, el apocado que no quiere llamar la atención y el pobre chaval que está acojonado, todos ellos, siguen allí, desde hace más de 5 años, sembrando inintencionadamente el caos en un país que está a día de hoy en unas condiciones más deplorables que en la época en laque Saddam Hussein lo regía con mano de hierro, eso lo dice todo o más bien poco.



viernes, 25 de diciembre de 2009

Where the Wild Things Are, my kingdom for a monster



Director: Spike Jonze (2009)
Guión: Spike Jonze & David Eggers basado en el libro de Maurice Sendak
Actores: Max Records, Catherine Keener, Pepita Emmerichs, Mark Ruffalo, Max Pfeifer, Madeleine Greaves, Joshua Jay, Ryan Corr, Steve Mouzakis




Posiblemente deposité demasiadas espereanzas en la última cinta del americano Spike Jonze, pero es que sus dos films previos, una genialidad titulada Cómo Ser John Malkovich y aquella obra maestra que responde al nombre de Adaptation: El Ladrón de Orquideas, no ayudaban a tener unas expectativas bajas y qué queréis que os diga, el trailer que tenéis un poco más arriba me pone la cane de gallina aún hoy (pero gran culpa de eso la tienen los Arcade Fire) después de ver el film y no haber resultado ser todo lo que yo me esperaba.




Where the Wild Things Are es un buen film. Regala al espectador un buen rato de cine entretenido, con cierta magia y sabor nostálgico al cine ochentero de gente Jim Henson o los Pythonescos Terry Jones y Terry Gilliam. El apartado técnico está muy logrado, con una ambientación austera a la par que cálida y una utlización del vestuario y el maquillaje entrañable por implicar un encomiable rechazo al diseño digital de personajes.




No he leído el relato corto de Maurice Sendak, pero el guión de Jonze y Egger es lo que realmente hace flaquear al film que nos ocupa. Es lógico que al encontrarnos en la mente de un niño, todos los personajes actúen como lo hacen y que la trama se encarrile en un caótico devenir en el que Max y sus amigos monstruosos sólo deseen jugar, pelear, saltar y divertirse, ya que son algunas de estas acciones las que el protagonista echa de menos en esa fría realidad en la que le ha tocado habitar.




Pero claro, que un autor se entregue a la anarquía narrativa, por estar esta pasada por el filtro de la visión de un niño no siempre da buen resultado, a Terry Gilliam en Tideland le salió bien la jugada, a Jonze aquí y siempre desde mi punto de vista, no. Algunas cosas fallan, como la antipatía que en ocasiones transmite el hecho de que Max siempre esté cabreado y gritando, lo rutinarias y repetitivas que se vuelven las acciones de los personajes y la trama, que parece no avanzar practicamente nada perdiéndose por derroteros un tanto insulsos.




Pero también es cierto que el film tiene grandes momentos. Como los dos relacionados con la maqueta, las divertidas discuisones entre los monstruos, el personaje de Alexander, ese precioso lamento en forma de aullido por parte de Carol hacia el final o el trabajo de algunos de los actores que dan voz a las criaturas. Como Paul Dano o James Gandolfini, que a pesar de tener el mismo acento que cuando interpretaba a Tony Soprano, hace un trabajo bastante meritorio.



El golpe ha sido duro por no encontrar el emocionante relato sobre la infancia, la soledad y la perdida de la inocencia que me esperaba, pero eso no significa ni que la última cinta del co creador de Jackass sea un mal film, ni que no quepa la posibilidad de que cambie mi opinión cuando decida revisionarlo, ya más calmado y con distintas expectativas. Un trabajo arriesgado y a contracorriente, puede que no del todo acertado, pero tampoco desechable por completo.



Top Cine 2009



Entrada 200, Feliz Navidad, ... pollas en vinagre y tal, bien. Mi top cinematográfico del 2009, exceptuando los cuatro primeros puestos los demás no siguen un orden estricto, incluso algunas de las que he puesto a parte pueden ser más buenas que las 20 destacadas, pero el daño ya está hecho.




Aronofsky retrata la decadencia de un luchador de wrestling interpretado con dolorosa veracidad por un Mickey Rourke en el mejor papel de su vda. El director de Requiem por un Sueño no hace pleno (demasiada contención) pero moldea cine sincero, crudo y esperanzador dentro del pesimismo.



Gus Van Sant realiza una excelente hagiografía del político americano Harvey Milk. Gay militante, luchador por los derechos de los homosexuales caído en combate por culpa de una sociedad hipócrita, gran reparto, pero lo de Sean Penn es de otro mundo.




Ciencia ficción neozelandesa, crítica, cómica, dura, ácida, desde Paul Verhoeven a The Office, un protagonista entrañable a la par que patético y como resultado el sleeper del año. Excelente dirección, guión y efectos digitales al servicio de la historia.



Cameron cumple expectativas y regala una excelente cinta de ciencia ficción y aventuras, pero se pasa con los CGI. Transmite sensaciones agradables pero como si fuera un autómata. Eso sí, el espectáculo es un hecho y los 160 minutos se pasan en un suspiro.




Cine social patrio, furioso, triste, pesimista. Una historia de superación que deja un amargo sabor de boca y el descubrimiento de dos actores y un director a los que seguir muy de cerca. Tan real que duele saber que puede haber sucedido a la vuelta de la esquina de nuestra propia casa.




Secuela de la exitosa cinta de Jauma Balgueró y Paco Plaza. Los directores rizan el rizo, llevan al límite su puesta en escena y dan forma a secuencias de terror y humor negro memorables. Esa tercera entrega que se avecina ya me interesa bastante menos.




El infructuoso intento de Lars Von Trier por ser un chico malote y subersivo no deja de ser una interesantisima cinta que se mueve entre lo gloriso y lo ridículo. El danés nos habla de la locura, el sexo, el matrimonio y el mal nacido del vientre materno y que habita en la naturaleza, el caos reina.




La Shaun of the Dead americana. Posiblemente la mejor comedia del año y desde ya una cinta de culto sobre temática zombie, sus primeros 5 minutos gloriosos y Woody Harrelson pletórico.




Wes Craven sigue acertando a la hora de producir remakes de sus cintas más celebradas. La revisión de La Última Casa a la Izquierda dirigida por Dennis Iliadis es una excelente actualización de la ópera prima del director de Shocker. Un retrato oscuro de los diferentes estratos de la sociedad americana en una historia sobre los estragos de la violencia y la venganza.


11 Punisher: Zona de Guerra


Posiblemente esta no debiera estar aquí, pero por una vez uno de mis personajes de cómic favorito ha sido retratado con fidelidad en una cinta bestial, cruda, estúpida, que respira Garth Ennis por sus cuatro costados. Ray Stevenson es el mejor Punisher de la historia y encima esta salvajada la ha dirigido una tía, que para colmo está buena. La he visto 4 veces y cada vez me gusta más, con dos cojones Frank.




Otra joya de Miyazaki, puede que más dirigida al público infantil pero a mí a los 5 minutos me tenía ganado del todo. La pequeña Ponyo es la polla en vinagre y el final me puso un nudo en la garganta. La película de animación del año, más que la de Pixar incluso.


9 Déjame Entrar


Algo más que Crepúsculo para listos. La cinta de Thomas Alfredson es una profunda visión de la infancia y el vampirismo desde la mirada de un Bergam del SXXI, obra genial y a reivindicar


8 A Ciegas

Valiente y acertadísima adaptación de mi novela favorita de todos los tiempos. El carioca Fernando Meirelles traslada la esencia y la fuerza de Ensayo Sobre la Ceguera del portugués José Saramago y crea con Blindness un distópico y cruel cuento moral que encoge el corazón.




Ron Howard llama un primo suyo para que le dirija este soberbio ejercicio de celuloide político y periodístico. Un dúo actoral de acero, un guión magistral y una ajustadísima dirección del pelirrojo, casi con toda seguridad su mejor película desde la maravillosa Willow.




Posiblemente la mejor cinta española del año hablada en nuestro idioma. Luis Tosar da lecciones de vida con su Malamadre y Monzón borda un relato crítico con nuestro sistema penitenciario y policial, dejando en evidencia a los gobernantes del país. Imperfecta sí, pero destinada a ser recordada dentro del mejor cine patrio de todos los tiempos.



Obra maestra de Campanella, cinta capital del cine argentino. El director de El Hijo de la Novia auna clasicismo con modernidad en un fresco del país porteño durante la dictadura militar de los años 70. Amor, odio, venganza, amistad, escenas memorables y dos de las secuencias más grandes del año. La sobrehumana del campo de fútbol y la del final en la celda. Joya de visión obligada.




Tarantino se caga con gracia y domesticada fiereza en los libros de historia. Un homenaje al cine de serie B europeo, con actores en estado de gracia y escenas que están entre las mejores de su carrera. Para un servidor una de sus mejores películas, después de sus dos primeras obras.


3 Gran Torino


Eastwood se despide de la interpretación por la puerta grande dirgiéndose en esta genialidad con ároma clásico sobre la vejez, la intolerancia y el sacrifico. Un film que desde la más humilde de las modestias se erige como una de sus obras más logradas y remarcables.




El cómic crepuscular de superhéroes por antonomasia creado por Alan Moore y Dave Gibbons en los años 80 es llevado a imágenes con enfermiza fidelidad por un entregadísimo Zack Snyder que con sus virtudes y excesos logra transmitir gran parte del potencial narrativo con el que esta obra maestra del noveno arte enamoró a millones de lectores. Junto a El Caballero Oscuro de Christopher Nolan la cinta que inicia la madurez del género cinematográfico sobre cómics de vigilantes enmascarados.



El mejor film del 2009 con diferencia. Alejandro Amenábar construye una obra que va más allá del medio al que se adscribe con Ágora. Una maravillosa oda al conocimiento, a la pasión por descubrir y enseñar. El retrato de una época convulsa en la que la iglesia a golpe de vara y cayado sepultó el progreso y la vida. Una de las mejores y más importantes obras de nuestro cine y de la década.


Se han quedado fuera pero me siguen pareciendo (unas más y otras menos) buenas películas: Los Mundos de Coraline, RAF Facción del Ejército Rojo, Valkiria, El Curiso Caso de Benjamin Button, Slumdog Millionaire, The Reader, Monstruos Contra Alienígenas, Millenium: Los Hombres que no Amaban a las Mujeres, ¿Hacemos Una Porno?, Pagafantas, Brüno, Up, Arrástrame al Infierno, Si la Cosa Funciona, Donde Viven los Monstruos. Estas ya directamente reguleras, malas o infectas: Mentiras y Gordas, Viernes 13, Dragon Ball Evolution, X-Men Origenes Lobezno, Star Trek, Terminator Salvation, La Huérfana, 2012, Paranormal Activity.


martes, 22 de diciembre de 2009

Avatar



Director: James Cameron (2009)
Guión: James Cameron
Actores: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Michelle Rodriguez, Giovanni Ribisi, Joel Moore, Wes Studi, CCH Pounder, Laz Alonso


Trailer


Sentimientos enfrentados es lo que sentí ayer cuando fui a ver Avatar en pantalla grande. Por una lado en ningún momento dudé de que me encontraba ante otro triunfo del canadiense James Cameron en la dirección. Una épica historia con los suficientes alicientes como para entretener, fascinar e incluso emocionar al espectador, pero ya es tan fina la línea que separa el cine del videojuego que me siento algo contrariado.




Desde la primera frase en off de un correctísimo Sam Wotrhington, Cameron pone las cartas sobre la mesa y nos deja entrever una historia que merece la pena ser contada. Avatar es un prodigio técnico que se sotiene sobre un exoesquelto argumental de manual, típico y tópico pero acertado. Buenos muy buenos, malos muy malos, amor, guerra. Puede que la historia la hayamos visto cientos de veces pero lo cierto es que el director de Mentiras Arriesgadas da en la diana al contar un relato sencillo que puedan entender tanto niños como adultos.




Pero esos efectos especiales tan elaborados, soberbios, que puede que como en Titanic y Terminator 2 estén al servicio de la historia (como siempre debería ser) en determinados momentos me hacían creer que estba viendo la intro de un buen videojuego o una cinta de animación digital del tipo Pixar como bien dijo uno de mis acompañantes y eso en cierta manera mata la pureza del mismo medio cinematográfico, si somos conscientes de que de una manera u otra hemos ido a ver una película de imagen real.




Pero no voy a negar que la obra transmite sensaciones, primarias, básicas, hasta simplistas pero sensaciones al fin y al cabo. Me quedo con la sensación de libertad que desprende la escena en que Jake Sully se introduce por primera vez en su Avatar y sale de la base para poder notar sus piernas al correr. Avatar toma referencias acertadas de films como Matrix, Bailando con Lobos y hasta de cintas animadas como Pocahontas (su base argumental es exacta a esta última) o Ghost in the Shell, pero también toma detalles de juegos como Final Fantasy mostrándose como una obra cinematográfica hija de su tiempo.




No marca un antes y un después en la historia del cine ni de lejos, ni siquiera es la mejor cinta de Cameron, pero es un gran film. Su oda antimperialista, con matices ecologistas, su referencias directas a conflictos bélicos como la reciente guerra de Iraq o la de Vietnam, su mensaje conciliador, de respeto hacia todas las culturas y razas funciona, pero yo vuelvo a lo mismo, que un film como Avatar me haga pensar, y mucho, en si James Cameron pasó más tiempo delante de un monitor de ordenador que detrás de una cámara, me hace estremecerme de alguna manera como amante del séptimo arte.



lunes, 21 de diciembre de 2009

Inland Empire, behind the courtain


Director: David Lynch (2006)
Guión: David Lynch
Actores: Laura Dern, Jeremy Irons, Justin Theroux, Harry Dean Stanton, Jan Hencz, Ian Abercrombie, Julia Ormond, Scott Coffey, Grace Zabriskie, Bellina Logan




Los fans de Lynch y sus detractores están de enhorabuena. Su última película hará las delicias de los que aman el estilo surrealista del director de Montana y dará más motivos que nunca para que sus enemigos digan con más razón que en otras ocasiones que el realizador de Dune o Corazón Salvaje es un desvergonzado vendedor de humo.




Inland Empire es el film más críptico, hermético e ininteligible de la carrera de Lynch. Su utlización deconstructiva del lenguaje cinematográfico y el uso que hace en la trama de dobles (y hasta triples) niveles de metalenguaje llevan el poder visual y narrativo de este director a niveles tan grandes, que podríamos decir que el mismo medio cinematográfico se le queda pequeño para contar lo que demonios quiera ser esta historia, sobre una actriz que consigue un papel en una película maldita que parece vampirizar su psique obligándola a realizar un viaje aparentemente sin retorno a la locura.




Fuí con muchas reticencias a ver esta cinta y vi en ella cosas que no me gustaban, como una utilización nefasta de la fotografía en algunos apartados y un uso poco inspirado del formato digital así como la introducción en sus tres horas de metraje (que puedo asegurar que no se hacen nada de pesadas o aburridas) de algunas escenas que decididamante no harían daño al conjunto si hubieran sido suprimidas en el montaje final de la cinta, que según dicen ya tenía bastantes recortes previos que han sido editados en forma de film en dvd con el título de More Things That Happened.




Aquí está toda la imaginería Lynchiana: fuego, madera, lámparas, escenarios, cortinas rojas, pasillos de una aterradora oscuridad, utilización minimalista del sonido, encuadres estáticos, lenguaje soez, juegos de espejos, cine dentro del cine, ensoñaciones que se confunden con la realidad y viceversa, pero todo ello multiplicado por mil.




Al igual que Gus Van Sant o Gaspar Noé, Lynch hace el cine que le da la gana sin dejarse influenciar por agentes externos. Su obra, visonaria para unos y pedante para otros, es necesaria para enriquecer el cine en como medio lúcido e intelectual o simplemente para seguir riéndose de personas tan débiles (o receptivas) como yo que se quedan maravillados con sus imágenes, sus sonidos, su descaro, su originalidad... su humo.


viernes, 18 de diciembre de 2009

Halloween II, débiles lazos de sangre



Director: Rob Zombie (2009)
Guión: Rob Zombie
Actores: Tyler Mane, Scout Taylor-Compton, Sheri Moon Zombie, Malcolm McDowell, Brad Dourif, Danielle Harris





Parecía inevitable y muchos queríamos que este momento no llegara nunca, pero ya es un hecho, oficialmente Rob Zombie, tras tres filmes memorables, la ha cagado, pero bien. La secuela del remake de la cinta de John Carpenter La Noche de Halloween que realizó en el año 2007 es una cinta fallida. Todos los alicientes que hacían de Halloween, el Origen una acertada y hasta cierto punto original revisión de la cinta pionera del slasher americano brillan por su ausencia en esta segunda entrega.



Todo son despropósitos en Halloween II. Parece mentira que este hombre sea el mismo que hizo esa genialidad llamada Los Renegados del Diablo. El caso es que la cinta empieza prometiendo un nuevo desfile de buen cine truculento al más puro estilo de su director, pero tras el tramposo giro del primer cuarto de hora de metraje todo se convierte en un fallo tras otro, un cúmulo de escenas mal enlazadas y excusas argumentales alarmantemente ridículas.



El único fallo de Halloween, el Origen era que Zombie quería justificar psicológicamente la maldad de su protagonista, y ahí su narración renqueaba. Pero lo peor es que en vez de aprender de tal error y subsanarlo el director acentúa ese innecesario análisis de caracteres que se le da realmente mal y trata de dar profundidad a las psique de los personajes de Michael Myers y Laurie Strode, ofreciendo como resultado un estropicio a todas luces fallido. El tratamiento que Zombie da a la mente de ambos personajes es estúpido, simple e incluso visualmente endeble, ese caballo Lynchiano haciendo referencia a Twin Peaks, esa vaporosa y estereotipada ambientación.




También tenemos la ya cansina y del todo prescindible presencia del personaje de su santa esposa Sheri Moon, que como no cobra por actuar (lo de actuar es un decir) la tenemos hasta en la sopa en el cine de su marido. La descaracterización de Samuel Loomis y eso que el bueno de Malcolm McDowell intenta infructuosamente salvar el personaje de la quema, es degradante, pasa incomprensiblemente de ser el psiquiatra preocupado por los daños que pueda llevar acabo su paciente que vimos en la cinta previa, a un escritor sensacionalista, carnicero, avaricioso y egocéntrico en esta segunda parte.




Hablar del reparto también es una pena. Casi el mismo casting que en la primera entrega, pero decididamente desorientado. Scout Taylor-Coumpton se pasa todo el metraje diciendo tacos y llorando, Tyler Mane tiene más expresividad con máscara que sin ella y los únicos que mantienen el tipo son Brad Dourif y Danielle Harris, que dan un poco de entereza a sus improbables personajes que tienen algo más de protagonismo en esta cinta que en la anterior.




Lo curioso es que hasta cierto punto la dirección de Zombie es bastante decente en el aspecto técnico, incluso a veces vemos parte de su impronta como cineasta, en las escenas de violencia sobre todo, pero en honor a la verdad son muy pocas. La fuerza narrativa y visual y esa personalidad tan definida como autor que se vio en su tres films previos se pierde entre escenas mal rodadas de un mimetismo estúpido y diálogos mil veces vistos en el cine de terror adolescente indignos de su obra.




Esta cinta no es una entrega de Halloween ya que si al protagonista le quitamos la máscara insignia del personaje la cinta no guarda casi ningún punto en común con la película señera de John Carpenter o cualquiera de sus flojas secuelas. Rob Zombie ha perdido el norte. Por primera vez nos regala un slasher del montón, con alguna escena aislada bien realizada, pero fallido y olvidable. Un producto que decepciona y no sorprende y que situa al director de La Casa de los 1.000 Cadáveres por el mal camino. Esperemos que esa Tyrannosaurus Rex que tan bien pinta lo saque del pozo en el que se ha metido de cabeza y volvamos a recuperar a uno de los talentos más grandes y lacerantes que ha dado el cine de terror en los últimos 20 años.