Título Original X-Men: Apocalypse (2016)
Director Bryan Singer
Guión Simon Kinberg, Michael Dougherty, Dan Harris, Bryan Singer
Actores Michael Fassbender, James McAvoy, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Oscar Isaac, Rose Byrne, Evan Peters, Sophie Turner, Tye Sheridan, Josh Helman, Kodi Smit-McPhee, Lucas Till, Alexandra Shipp, Olivia Munn, Lana Condor, Hugh Jackman, Stan Lee
Este año 2016 después del estreno de Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia y el de Capitán América: Civil War la guerra entre Marvel Studios y DC/Warner Bros posiblemente está más enconada que nunca. No sólo por la controversia que trajo el film que enfrentaba al Guardián de Gotham con el Hombre del Mañana o el, en líneas generales, excelente recibimiento que tuvo el encontronazo interno entre unos Vengadores desunidos, sino por el campo de batalla en el que los fans han convertido el ya agotador debate sobre cuál de las dos franquicias produce mejores largometrajes. En medio de esta reyerta encarnizada se encuentra otra franquicia, la más veterana de las relacionadas con la nueva edad dorada del cine que adapta personajes de cómics al celuloide, la protagonizada por esos X-Men (y derivados) de Marvel que siguen siendo propiedad de una 20th Century Fox que ha explotado hasta en nueve ocasiones el microcosmos mutante creado en su origen secuencial por Stan Lee y Jack Kirby y cuya última entrega, Deadpool, nacida a modo de spin off, arrasó en taquilla con su calificación para adultos bien grande en los carteles y pósters promocionales. Si no contamos los olvidables films en solitario de Wolverine/Lobezno y el ya mencionado proyecto con la deforme efigie de Wade Wilson como protagonista los Hijos del Átomo han protagonizado seis entregas cinematográficas. Tras la primera trilogía que se cerró con la polémica X-Men III: La Decisión Final el británico Matthew Vaughn insufló nueva vida retro a la saga con aquella memorable X-Men: Primera Generación que supuso un relanzamiento de la serie. Tras el buen recibimiento de la entrega ideada por el director de Kick-Ass o Kingsman: Servicio Secreto Bryan Singer (que nunca dejó de intervenir como productor ejecutivo en la franquicia cuando abandonó las labores de dirección de la misma) regresó con X-Men: Días del Futuro Pasado penúltimo y potente episodio en pantalla grande que adaptaba, a su manera, el inolvidable arco argumental ideado por Chris Claremont y John Byrne teniendo su continuación cronológica en la X-Men: Apocalipsis que llegó ayer viernes a las carteleras españolas con la noticia del recibimiento no muy benevolente de una crítica americana que ya acusa a Fox de haber agotado en exceso su universo cinemático mutante.
X-Men: Apocalipsis toma su subtítulo del villano creado por Jackson Guice, Louise Simonson y Walter Simonson en las páginas de la colección X-Factor allá por 1986 y como ya supimos en su momento no adapta, ni hubiera debido o podido hacerlo, la saga noventera La Era de Apocalpsis de la que el proyecto tomó su nombre cuando estaba en proceso de gestación. Por el contrario esta última entrega se basa libremente en los números de la ya mencionada X-Factor en la que hacían acto los Jinetes del Apocalipsis, reclutados por este último y encabezados allí por Ángel y en esta adaptación cinematográfica por Magneto, aunque Warren Worthington III sigue siendo uno de los miembros del cuarteto que se completa con la presencia de una Tormenta adolescente y la debutante Mariposa Mental (Psylocke). Tras el potente arranque del film en el que asistimos al nacimiento de En Sabah Nur el argumento se centra principalmente en el enfrentamiento de los alumnos de la escuela de talentos del Profesor Xavier con los ya mencionados jinetes. La trama se desarrolla diez años después de X-Men: Días del Futuro Pasado y mantiene el tono y puesta en escena de aquella (que variaba considerablemente del aire de espionaje bondiano que Matthew Vaughn insufló a X-Men: First Class) pero oscureciéndola considerablemente. De hecho podríamos decir que esta última entrega es la más cruda y siniestra desde X-Men III: La Decisión Final, pero eludiendo el caos constructivo y la tendencia al tremendismo, en ocasiones gratuito, a los que se entregaba el largometraje dirigido por Brett Ratner y ofreciendo algunos pasajes que casi no parecen de un film con una calificación no recomendada para menores de 13 años.
Desde la misma introducción Bryan Singer y su habitual colaborador Simon Kinberg apuntan alto, ya que en esos primeros pasos X-Men: Apocalipsis ya muestra claramente su intención de ser la entrega más grandilocuente y “apocalíptica” de las franquicia, más incluso que Días del Futuro Pasado, que no pecaba de modestia precisamente. En el trayecto el director de Sospechosos Habituales o Valkiria consigue su cometido, ya que esta última parte de las correrías en celuloide de los mutantes de Marvel se muestra como una epopeya de tenebrosa épica y pretensiones, más en un plano formal que argumental, depositadas en un villano que en todo momento es expuesto en pantalla con el título de “enemigo definitivo” que el personaje ha ido ganándose en las viñetas a lo largo de los años. Bryan Singer es un perro viejo en estas lide, además de un artesano voluntarioso y con oficio, de modo que sabe en cuanta medida debe entregarse a la fanfarria y el efectismo sin pecar por exceso como sí le pasa a otros directores duchos en superproducciones como Zack Snyder, Michael Bay o Roland Emmerich, incapaces de entender el significado de la expresión “menos es más”. Apocalipsis toma la intimidante figura de un Oscar Isaac (Ex_Machina, Star Wars: El Despertar de la Fuerza) entregado a la causa cnisguiendo transmitir la constante amenaza global que supone su presencia como contrapartida malévola de los Hijos del Átomo y si bien su perfil psicológico no es un dechado de virtudes en cuanto a análisis y exposición, aunque sí es considerable fiel a su émulo en las viñetas),consigue en todo momento mostrarse como una entidad genocida y peligrosa que en no pocas ocasiones nos hace pensar que podría acabar con la vida de más uno de los habitantes de la Mansión X sin titubear. Sin llegar a la excelencia y con un diseño que aunque retocado con respecto al de las primeras fotos que vimos hace unos mesas todavía se muestra algo deficiente sí podemos afirmar que esta representación en carne y hueso de En Sabah Nur es uno de los villanos más efectivos del cine de superhéreos reciente. Sobre todo si lo comparamos con los ineficaces Lex Luthor de Jesse Eisenberg para Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia y Helmut Zemo de Daniel Brühl que vimos en Capitán América: Civil War.
Como recordamos X-Men: Días del Futuro Pasado sirvió de cierre del primer universo cinemático mutante que por otro lado ya había sido previamente rebooteado con X-Men: Primera Clase. De modo que en esta última entrega, actualmente copando nuestras carteleras, Bryan Singer y sus colaboradores siguen introduciendo nuevas versiones adolescentes o juveniles de la Patrulla X. Por ello tenemos aquí a Tye Sheridan (Joe, Mud) como Cíclope, Sophie Turner (Juego de Tronos) en la piel de Jean Grey, Kodi Smit-McPhee dando vida a Rondador Nocturno, Alexandra Shipp emulando a Tormenta o a Ben Hardy enfundándose las alas Ángel entre otras incorporaciones más secundarias como la de Júbilo. Todos ellos tienen su importancia en la trama que el relato central del film va tejiendo, posicionándolos en un bando u otro, pero son los protagonistas de las dos anteriores entregas los que atraen todas las miradas con su buen hacer delante de las cámaras. James McAvoy va poco a poco convirtiéndose en el idealista, y alopécico, profesor Xavier que todos conocemos (y al que tan bien interpretó Patrick Stewart durante casi quince años), Jennifer Lawrence luce espectacular como Mística pero el empeño en convertirla a toda costa en una heroína desvirtúa la naturaleza del personaje, algo que no sucede con el Hank McCoy de Nicholas Hoult que por desgracia en esta ocasión tiene menos protagonismo y no toma su apariencia azulada hasta la recta final del metraje. Por otro lado tenemos a un Michael Fassbender que sigue en su modo robaescenas llevándose para él los mejores pasajes del film (y alguno irregularmente ejecutado como el que tiene lugar en Polonia, no alcanzando los niveles de dramatismo que debiera para ser un instante remarcable por su puesta en escena) y el que desde ya se ha convertido en uno de los mejores, si no el mejor, momento de la franquicia teniendo el campo de concentración de Auschwitz como localización. Una secuencia llena de fuerza visual, conceptual y simbólica que al menos al que suscribe le ha parecido brillante, tanto como para encabezar con todas las de la ley este interesante Top 10.
El autor de la muy recuperable Verano de Corrupción (Apt Pupil) descubrió con el estreno de la anterior entrega de la saga mutante que había dado forma a ideas, pasajes y conceptos que fueron recibidos con agrado tanto por el fandom como por los espectadores neófitos y por ello vuelve a emularlos con más o menos eficacia. De modo que la ambientación para hacernos viajar a una década pretérita, los 80, se deja notar, la escena en la que Mercurio (Quicksilver) luce sus poderes de velocidad (en esta ocasión de manera más excesiva y con Eurythmics sonando de fondo), los momentos en los que Magneto se consolida como un personaje casi de tragedia griega o las situaciones en las que Charles Xavier es puesto a prueba moral y exsitencialmente y de las que siempre sale reforzado no se quedan en el tintero. Porque al igual que todo tipo de largometrajes inspirados en personajes de cómics, y sobre todo los de temática pijamera, deben dejar satisfechos a los que llevamos años leyendo las aventuras de estos iconos del arte secuencial y aunque somos conscientes de que nos encontramos en medios totalmente distintos por suerte las cabezas pensantes detrás de dichos proyectos cinematográficos trufan el metraje de guiños, referencias o líneas de diálogo sacadas directamente de los cómics. Muestras de esto que comento serían la escena post créditos que nos da pistas de por dónde se encaminará la próxima entrega de la saga, algunos aspectos de la personalidad de Jean Grey que serán importantes en un futuro próximo y sobre todo “el cameo” que no por esperado es recibido con menos fruición y más si vemos la referencia directa que hace a una de las sagas más míticas de la historia del personaje y que a un servidor le hizo soltar un ilusionado gritito propio de una colegiala quinceañera en la sala donde mi acompañante y yo veíamos el film.
Pero no todo son parabienes con respecto a X-Men: Apocalipsis, el film comete algunos errores que le restan puntuación global y si bien los mismos no revisten gravedad sí se muestran en ocasiones algo molestos de cara a la platea. Por un lado la primera media hora del metraje denota cierto caos en el montaje ya que las distintas subtramas que convergen alrededor de la central parecen desarrollarse con torpeza o cometiendo unos fallos de continuidad que en un sentido cronológico de tiempo real se antojan deficientes, confirmando que a John Ottman (el hombre orquesta, nunca mejor dicho, que produce, edita y compone la banda sonora en varios films de la saga) le hace falta una sesión intensiva de The Wire de David Simon y Ed Burns para saber cómo se cohesionan en un sólo todo un número incontable de subtramas con buen resultado. Por otro nos encontramos con una nueva hornada de actores jóvenes que aunque se muestran adecuados para ejercer sus roles palidecen si son comparados con sus anteriores versiones adultas. Porque Sophie Turner y Kodi Smit-McPhee son eclipsados por la presencia y el carisma de Famke Janssen y Alan Cumming, pero más grave se muestra el sólo pensar que alguien relacionado con el largometraje haya tenido la idea de que el solvente pero anticarismático actor Tye Sheridan pueda ser un competente Scott Summers, dando indicios desde ya con su labor que vamos a encontrarnos con otra versión fallida de Cíclope en pantalla grande como sucedió con el de un esforzado pero muy arrinconado James Marsden. Ya por último mencionar que aunque, como previamente hemos apuntado, esta es posiblemente la entrega de la franquicia más ambiciosa esto sólo es cierto en el plano formal ya que en lo narrativo o conceptual se muestra igual de autocomplaciente que los (casi) siempre competentes, pero ligeros, proyectos de Marvel Studios, barriendo para casa y sin dar una voz más alta que otra.
Puede que sea debido a que guardo especial cariño a todas las entregas de esta franquicia (no así las aventuras en solitario de Logan que me parecen terrible la primera y sólo pasable la segunda) tanto como para haber defendido la tercera de ellas por estos lares o porque realmente nos encontremos ante una cinta más que competente. Pero un servidor no ve ese agotamiento de la fórmula mutante en pantalla grande a la que apela la prensa especializada americana, ya que como punto negativo en cuanto a su gestación como producto de consumo para multisalas sólo puede acusársele de ser un sota, caballo, rey de manual que no da pie alguno a la improvisación o el riesgo. Por lo demás sólo me queda afirmar que nos encontramos ante otra magnífica entrega de la saga que seguramente agradará a aquellos que disfrutaron de X-Men: Días del Futuro Pasado y decepcionará a aquellos que no encontraron en dicho film suficientes alicientes como para considerarlo un trabajo remarcable dando un nuevo comienzo a la serie de films impulsados por 20th Century Fox, el matrimonio Donner y el omnipresente Bryan Singer en aquel ya lejano año 2000. Lo que aquí tenemos es un ejemplo de cine comercial bien ejecutado para agradar a distinto tipo de espectadores con los consabidos mensajes de rechazo a la intolerancia y el segregacionismo hacia unos personajes “odiados y temidos” rodeados con un envoltorio a la altura que inyecta el metraje de espectaculares escenas de acción en las que ver en su hábitat natural a la, unas veces más acertada que otras, visión cinematográfica de personajes de cómic que forman parte de nuestras vidas desde hace décadas y que esperemos sigan llegando a nuestras carteleras con cierta regularidad para confirmarnos que no sólo de Marvel Studios y DC/Warner Bros vive el homo inferior.