lunes, 30 de septiembre de 2019

Jessica Jones: Temporada 3, el largo adiós



"Jessica Jones, creíste que podías salvar el mundo. Pero te aterroriza que ya hayas fallado, y lo has hecho, porque no eres y nunca serás una heróina"



Poco antes de comenzar la producción de la tercera temporada de Jessica Jones Netflix anunciaba la cancelación de todas las series que había desarrollado junto a Marvel Television inspiradas en los superhéroes más urbanos de la famosa editorial de cómics. Proyectos como Daredevil, Luke Cage, Iron Fist, The Defenders, Punisher o la misma Jessica Jones desaparecían de un día para otro dejando en vilo el futuro de dichas producciones, sin saber a ciencia cierta si su recorrido ficcional llegaba a su cierre definitivo o si Disney las recuperaría posteriormente para su futura plataforma Disney +. La primera de estas teorías planteadas es la que parece haberse confirmado después de que en los distintos paneles dedicados a las producciones audiovisuales de la Casa de las Ideas en la última San Diego Comic Con o la reciente D23 Expo 2019 del pasado fin de semana no hayamos visto ni rastro de dichos productos o sus personajes principales. No sabemos si la prematura muerte del microcosmos que Marvel Television había diseñado dentro de la famosa plataforma de streaming influyó en el desarrollo de la última temporada de la versión en imagen real del personaje creado por Brian Michael Bendis y Michael Gaydos en las páginas de la colección Alias e interpretado por Krysten Ritter (Breaking Bad) y en el ánimo de sus máximos responsables. Pero todo apunta a que así aconteció, una vez se visiona dicha tanda de episodios y el resultado, más que cuestionable, ofrecido por la misma.





Un servidor nunca ha sido muy fan de esta versión audiovisual de Jessica Jones. La primera temporada me dejó muy indiferente, transmitiéndome la sensación de haber visto un producto simplemente aceptable con el que no empatizaba por su impersonalidad y escasa inventiva. Algo más disfruté la segunda temporada, por sacrificar su narrativa detectivesca en favor de un relato más primario, entregado a la acción y con una mayor acentuación del dramatismo gracias a la incursión de nuevos personajes bastante interesantes, como el de Alisa Jones interpretado por la actriz británica Janet McTeer. Desgraciadamente con esta tercera temporada la serie, no sólo ha desandado todo lo que había progresado en la anterior, sino que también transmite una apatía y desgana en casi todos sus apartados capaces de dejar al espectador totalmente fuera de la propuesta ofrecida, nuevamente, por la showrunner Melissa Rosenberg, dejando morir a la serie de manera pobre y triste.




La tercera temporada de Jessica Jones intenta volver a las raíces neo noir de la primera temporada estrenada en el año 2015, extrapoladas del cómic original de Brian Michael Bendis y Michael Gaydos, con una trama de investigación policial relacionada con un asesino en serie que apuñala a la protagonista en el primer episodio, enviándola así al hospital. Para dar con dicho asaltante Jessica aunará fuerzas con Erik Gelden, un émpata con el que comenzará una peculiar relación a lo largo de toda la temporada. Mientras tanto, Trish “Patsy” Walker ejerce como presentadora de televisión por el día y vigilante cuando cae la noche mediante sus recién adquiridos poderes, sin darse cuenta de que se extralimita en su cometido de mantener a raya a los criminales. Por otro lado Malcolm, ya completamente reformado, trabaja para la abogada Jeri Hogarth y ambos protagonizan sus propias subtramas relacionadas con el intento de armonizar sus respectivas vidas personales y profesionales, sin mucho éxito.




Todo este material planteado por el equipo de guionistas, si bien repleto de lugares comunes, podía haber ofrecido un producto de calidad con una adecuada estructuración narrativa y perfil de personajes. Pero, contra todo pronóstico, la desidia, el distanciamiento y el paupérrimo trabajo a la hora de escribir a los protagonistas hunden en el pozo de la mediocridad los, una vez más, excesivos trece episodios de los que consta esta nueva temporada de Jessica Jones. Sus responsables apelan en esta ocasión a una trama más algo más oscura y sórdida, con ecos de thrillers como El Silencio de los Corderos o Seven, a la hora de seguir los pasos de Jessica y Erik para dar con el asesino al que persiguen. Pero la puesta en escena, ya de por sí impersonal, de la serie se antoja desangelada y raquítica en esta nueva incursión del programa, sin llegar a ofrecer un sólo pasaje memorable entre una sesión continua de escenas anodinas, insustanciales y acomodaticias en exceso.




El reparto no hace un mal trabajo y se entrega por salvar sus descaracterizados personajes, pero el material que los guionistas han puesto a su disposición les impide cualquier ejercicio empático con un espectador que mira a estas criaturas entre la indiferencia y el rechazo. Los personajes principales se mueven entre la inoperancia dramática, por mucho que la escritura quiera incidir superficialmente en sus emociones, de unos y la más pura e insulsa antipatía de otros. Se antoja una tarea hercúlea identificarse con un puñado de roles deambulando por subtramas inanes e intrascendentes sin fuerza o arrojo que al llegar a su conclusión, previamente establecida, lo hacen de manera rematadamente torpe. Luego podría dedicar una entrada completa para hablar de lo que han hecho en esta tanda de episodios con el personaje de Gata Infernal, porque no tiene nombre como han pisoteado la contrapartida audiovisual de Patsy Walker, tampoco muy brillante en las temporadas anteriores, con una esforzada Rachael Taylor incapaz de salvarla del naufragio.




Michelle Rosenberg, Krysten Ritter y sus colaboradores, delante y detrás de las cámaras, podrían haber optado por entregarse al máximo para ejecutar una última temporada destacable, potente, vibrante, y que así tanto los productores como los espectadores percibieran como un error la cancelación de la serie y lamentaran lo ocurrido. Desgraciadamente nada de eso se ha llevado a cabo y Jessica Jones se ha despedido por la puerta de atrás y con ella todas las series de Marvel Television adheridas a la plataforma de streaming. Más allá de las tres temporadas de Daredevil, la primera de Punisher y la de The Defenders, que a un servidor le agrada bastante, esta colaboración a la hora de adaptar personajes de la Casa de las Ideas dentro de los parametros establecidos por Netflix ha sido un “quiero y no puedo” de manual en el que la intencionalidad de ofrecer ficción protagonizada por superhéroes con un aire diferente al de las versiones de la televisión generalista ha desembocado en un casi total fracaso.



Doom Patrol Temporada 1, we're a happy family



"¿Listo para un cuento de superhéroes? Más superhéroes en la tele, lo que el mundo necesita. En serio ¿No os habéis ahorcado todavía?. Pero, ¿y si os dijera que esta es, en realidad, una historia sobre superdonnadies?. Inútiles cagarrutas metahumanas tan patéticas que duele. ¿Entonces qué? ¿Listos para sentiros mejor por vuestras miserables vidas durante casi una hora?. Pues seguidme...".
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A finales de los 80 la Doom Patrol, Patrulla Condenada en España, era un grupo de personajes con casi treinta años de vida a sus espaldas que languidecía por culpa del olvido y las bajas ventas. La alineación original del grupo la habían creado los guionistas Bob Haney y Arnold Drake, acompañados del dibujante Bruno Preamini, en junio de 1963 dentro de las páginas de My Greatest Adventure #80 y, como ya hemos apuntado, en las postrimerías de la década en la que los cardados y las hombreras campaban a sus anchas vivían, posiblemente, su peor época. Como suelen hacer las grandes editoriales con personajes caídos en desgracia antes de tirar la toalla en DC Comics decidieron ofrecer la colección a un nuevo talento que comenzaba a despuntar. El escocés Grant Morrison venía de facturar dos enormes éxitos como fueron Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth y su etapa en la colección Animal Man a la que también había insuflado nueva vida mediante imaginación desbordada y metalenguaje. Suponemos que sus memorables números al mando de la colección protagonizada por Buddy Baker sirvieron como credenciales para que la cúpula de DC le ofreciera la serie de la Patrulla Condenada y, como todos sabemos, la elección no pudo ser más acertada. El autor de Glasgow formó tándem con el ilustrador estadounidense Richard Case y ambos crearon, no sólo la mejor etapa de dichos personajes, sino uno de los mejores trabajos de la historia reciente de DC Comics mediante una poderosa deconstrucción narrativa, un diseño de personajes impecable y lisergia en cantidades industriales de cara a un lector no dando crédito a lo que estaba leyendo.




Adaptar para la pantalla grande o pequeña las aventuras de la Doom Patrol se llevaba rumoreando dese hacía años. Pero después de la controversia despertada por el DCEU, y su imposibilidad de construir un microcosmos ficcional consistente, la simple idea de trasladar a imagen real unos personajes tan ajenos al público generalista se antojaba prácticamente imposible. Por suerte la llegada de la plataforma de streaming DC Universe permitió a Warner Bros y DC Entertainment diseñar series con las que abordar la vida editorial de muchos de sus superhéroes que no encontraban lugar en las multisalas. Titans fue el buque insignia de DC Universe y aunque fue recibida con disparidad de opiniones casi todo el mundo estuvo de acuerdo en que uno de sus mejores episodios era el cuarto, precisamente el titulado Doom Patrol y en el que eran presentados dichos personajes. Suponemos que la aparición de los mismos debió convencer en grado sumo a los productores, porque poco tardó en confirmarse que protagonizarían su propia serie a modo de spin off.




Doom Patrol llegó a DC Universe el pasado mes de febrero y en nuestro país la podemos ver en la plataforma HBO España desde junio. Dentro de su producción están implicados los omnipresentes Greg Berlanti y Geoff Johns o Sarah Schechter y Jeremy Carver, este último ejerciendo de showrunner y principal responsable del programa. En el reparto tenemos a Timothy Dalton (Niles Culder/el Jefe), Diane Guerrero (Jane y sus otras 64 personalidades) April Bowlby (Elasti-Girl/Rita Farr) Joivan Wade (Cyborg/Victor Stone) y dos casos curiosos como los de Brendan Fraser (Cliff Steele y voz de Robotman) y Matt Bomer (Larry Trainor y voz de Negative Man) que junto a Riley Shanahan y Matthew Suk, los actores que realmente los interpretan cuando llevan puestos sus atuendos, dan forma a dichos personajes. A ellos se suma Alan Tudyk (Mr. Nobody/Eric Morden), dando vida, no sólo al villano principal de la temporada, sino también a su demiúrgico narrador, al que volveremos un poco más tarde para hablar de algunas de las mejores virtudes de esta Doom Patrol, para el que suscribe la, posiblemente, mejor serie de lo que llevamos de año 2019.




Esta primera temporada de Doom Patrol está inspirada, de manera más o menos directa, en gran parte de la ya referenciada etapa escrita por Grant Morrison e ilustrada por Richard Case, aunque también toma muchas referencias del lore anterior de la colección en viñetas. Evidentemente la serie no alcanza las cotas de surrealismo y rupturismo narrativo del cómic, pero Jeremy Carver, junto a su equipo de guionistas y directores, hace todo lo posible por intentarlo y con ello alumbrar una de las series más libres, alocadas, sinceras e irreverentes de la ficción audiovisual actual. Desde el minuto uno con la voz del narrador, descubierto al cierre del episodio piloto como Mr. Nobody, contextualizando espaciotemporalmente la serie de cara al espectador la ironía, el humor negro, la irreverencia, el metalenguaje y la intertextualidad forman un todo en el que, aparentemente, parece reinar el caos. Cuando es un férreo y poderoso control narrativo por parte de sus máximos responsables lo que la convierte en una pieza única y genuina dentro de las adaptaciones en imagen real de personajes inspirados en el mundo del arte secuencial.




Jeremy Carver y sus colaboradores parecen haber recibido carta blanca por parte de DC Entertainment y Warner Bros para oficiar una ceremonia orgiástica en la que el delirio visual y narrativo se apodera del encuadre desde el minuto uno del episodio piloto, extendiéndose por toda la temporada y alcanzando cotas de pura genialidad en algunos episodios tan potentes y emotivos que no parecen los de una serie dando sus primeros pasos. La puesta en escena es brillante y en ocasiones llega a regalarnos planos de una carga pictórica arrebatadora gracias a la realización y la dirección de fotografía. Lástima que el apartado técnico, muy por encima de la media en lo referido a series basadas en personajes de cómic, se vea ensombrecido por unos CGI, en líneas generales, deficientes que en ocasiones rompen la homogeneidad del producto. Seguramente esto se deba a que la mayor parte del dinero asignado para los efectos digitales se invirtiera en los últimos episodios, estos sí, con un uso de los pixels tan demencial como cohesionado.




Como ya hemos mencionado el metalenguaje y la intertextualidad juegan muy a favor del proyecto y los mismos recaen casi en exclusividad en la versión de Mr. Nobody interpretada por un Alan Tudyk confirmándose como uno de los mejores actores de su generación. Alusiones directas a los fans de Grant Morrison, consciencia total de estar en la serie de una plataforma de streaming basada en un cómic de culto de la editorial DC, asunción plena de ser un villano a la espera de protagonizar una batalla prototípica contra los héroes del show a los que considera mal perfilados como personajes. Todo este discurso con el que Mr. Nobody atraviesa, rompe, micciona y defeca sobre la cuarta pared tiene su culmen en el pasaje en el que lo llegamos a ver ataviado con merchadising de la misma serie, y de DC Comics, para finalmente quemar el póster promocional de la primera temporada justo después de haber “puesto en pausa el episodio” que está viendo en una tablet. Doom Patrol, la serie, absorbe la naturaleza “meta” de Doom Patrol, el cómic, lo aplica al medio audiovisual y a un servidor no le queda más remedio que aplaudir, literalmente, en más de una ocasión viendo la serie de de DC Universe e imaginando qué opinarán Morrison y Case de lo respetuosos que han sido con la esencia de su obra.




Porque sí, amigos, es un hecho. Doom Patrol no sólo no elude mencionar su origen secuencial, sino que se enorgullece de él y trata de rendirle continuado tributo. Podríamos hablar del maravilloso detalle de haber respetado los uniformes de la mayoría de los personajes principales, de incluir a secundarios tan míticos de la etapa Morrison/Case como Danny, la Calle o el Cazador de Barbas (en una versión “muy cambiada” con respecto a las viñetas) o entregarse al sano disparate con el protagonismo ofrecido al burro, cuya boca ejerce de puerta interdimensional, durante los primeros episodios, marcando así el tono posterior de la producción. Pero si hay un episodio en el que Jeremy Carver y sus commpañeros demuestran verdadero cariño por el mundo del cómic es en ese Flex Patrol en el que hace aparición una versión deliciosamente fiel de Flex Mentallo, el forzudo capaz de alterar la realidad con sus músculos que Morrison y Case presentaron durante su run con la Doom Patrol y al que el guionista escocés dedicó una memorable miniserie ilustrada por un inconmensurable Frank Quitely dentro del sello Vertigo. Una verdadera declaración de amor por el medio al que debemos esta nueva ola de ficción audiovisual, protagonizada por superhéroes y al que dentro de la misma se le da poco, o ningún, reconocimiento.




Pero si tenemos que hablar de amor el de Doom Patrol se concentra casi exclusivamente en el que sus máximos responsables depositan sin miramientos o prejuicios en sus protagonistas. Estas criaturas imperfectas, fracturadas, repletas de complejos o traumas formando una familia del desestructurada son retratadas y perfiladas con auténtica devoción por los productores, guionistas y realizadores. Todos y cada uno de ellos, hasta el más secundario, es capturado en pantalla con tridimensionalidad, verismo y cariño para que el espectador pueda compartir con ellos un ejercicio empático instantáneo. Pero hay un par que destacan sobre el resto y son esos dos a los que, como previamente hemos mencionado, interpretan cuatro actores. Todo un acierto elegir a Matt Bomer para meterse en la piel de un hombre en continua lucha por aceptar su homosexualidad como Larry Trainor y a Brendan Fraser para dar vida a Cliff Steele, una estrella a la que la vida le ofrece una segunda oportunidad, aunque no de la manera que a él le gustaría. Son varios episodios los dedicados a dichos personajes, recurriendo a flashbacks o ensoñaciones en la mayoría de ellos, pero el titulado Frances Patrol es desde ya una de las mejores ficciones del 2019, con un final magistral acariciado por la descomunal banda sonora de Clint Mansell y Kevin Kiner.




Es una verdadera pena que mientras otras series centradas en extrapolar las aventuras de personajes de cómics como Titans o The Boys han recibido la atención de casi todos los medios de comunicación Doom Patrol, esta A Dos Metros Bajo Tierra (Six Feet Under) con superhéroes, haya pasado tan desapercibida cuando, desde mi personal e intransferible punto de vista, debería tomarse como ejemplo a la hora de llevar a nuestros iconos de las viñetas al imagen real. Por suerte esta primera temporada ha funcionado lo suficientemente bien como para que ya haya sido confirmada una segunda en la que, estoy totalmente seguro, Jeremy Carver y los suyos van a ahondar más todavía en ese riquísimo y fértil terreno que Grant Morrison y Richard Case reformularon hace treinta años y al que en la presente serie de la plataforma DC Universe han hecho total e impecable justicia. Sólo me queda animar a todos aquellos que todavía no se hayan decidido a ver esta Doom Patrol. Dudo que se sientan decepcionados por este oleaje de imágenes, sonidos, situaciones, personajes y actores (estos últimos, todos impecables) conjurando una impagable oda a todo aquello que nos hace diferentes, genuinos, únicos y humanos.