martes, 24 de julio de 2012

El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace



Título Original The Dark Knight Rises (2012)
Director Christopher Nolan
Guión David S. Goyer, Jonathan Nolan y Christopher Nolan basado en el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger
Actores Christian Bale, Tom Hardy, Anne Hathaway, Michael Caine, Gary Oldman, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard, Morgan Freeman, Juno Temple, Matthew Modine, Josh Pence, Nestor Carbonell, Brett Cullen, Tom Conti, Aidan Gilen, Liam Neeson


The Dark Knight Rises supone el cierre de la trilogía que el director británico Christopher Nolan ha dedicado al personaje de Batman, creado por el tándem Bob Kane/Bill Finger (aunque por desgracia a este último pocas veces se le reconoce su crédito en la gestación del personaje) hace más de 70 años, teniendo su primera aparición en el número 27 de la colección Detective Comics. Su trilogía tiene una profunda coherencia interna y sirve para convertir el icono de Batman en una leyenda, un símbolo. El problema es que el cierra de esta saga es una cinta que sufre de cierta irregularidad y algunos fallos internos que le restan entereza y solidez como conjunto cinematográfico, aunque por suerte la película no fracasa en ningún momento como conclusión de la franquicia. Crítica con algunos spoliers.




Han pasado ocho años desde que Harvey Dent muriera (siendo ya el criminal Dos Caras) y Batman asumiera como suyos todos los crímenes llevados a cabo por el atiguo fiscal del distrito. Gotham vive en paz, la policía dirigida por el comisario James Gordon mantiene a raya a los criminales y Bruce Wayne vive recluido en su masión sin conseguir levantar cabeza tras los hechos acontecidos durante la campaña de terror y caos realizada por el Joker. Pero la aparición de una felina ladrona de joyas, algunos problemas con sus negocios personales y sobre todo la llegada de Bane, un criminal cuya intención es purgar de corrupción la ciudad, obligarán a Batman a abandonar su retiro y volver a portar la capa y la capucha del caballero oscuro.




The Dark Knight Rises está inspirada en tres sagas de las más recordadas de los últimos 30 años del personaje. Por un lado tenemos al Bruce Wayne que colgó la capa años ha y que ya no ejerce de justiciero en Gotham, pero que regresará a la batalla cuando el crimen vuelva a imperar en su ciudad, ideas argumentales que salen de El Regreso del Caballero Oscuro la inmensa y capital obra de Frank Miller editada en 1986. Por otro lado tenemos la noventera La Caída del Murciélago, saga con el personaje de Bane como enemigo principal de Batman y que narraba un combate brutal entre ambos en el que el hombre murciélago salía muy mal parado.




Por último tenemos Tierra de Nadie una de las más extensas etapas del personaje que narraba como Gotham era invadida por el caos y la anarquía tras un enorme terremoto (aquí el guión se toma licencias con respecto a lo del movimientos sismico, que no forma parte de la trama). Aunque los hermanos Nolan han comentado que tomaron como punto de partida la novela Historia de Dos Ciudades de Charles Dickens y es cierto que hay similitudes entre película y libro, es indudable, es más, posiblemente esa amplitud de miras en la escritura es la que ha dado pie a que la última cinta del director de Memento no sea tan redonda como se esperaba. También en la trama por medio de referencias y algunos secundarios se homenajean sagas del personaje en viñetas como El Hijo del Demonio de Mike W. Barr y Jerry Bingham.




El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace es una excelente película que contiene muchísimos aciertos y momentos de gran cine que permanecerán en la retina del espectador (y en el fan del personaje más aún)  largo tiempo. Pero también es la cinta de la trilogía más irregular y la que contiene más fallos estructurales y argumentales que le restan cohesión al conjunto. Posiblemente Nolan esta vez sí ha pecado de ambicioso y por querer contar una historia bigger than life y llegar incluso más lejos que con su anterior film sobre Batman   (algo tan innecesario como imposible) ha perdido, en cierta manera, el control de su enorme máquina.




Hay muchos aciertos en The Dark Knight Rises que la convierten en un producto nada desdeñable y sí bastante reivindicable. Nolan sabe mantener el tono que insufló a las dos entregas de la trilogía y el matiz crepuscular y oscuro se acentúa (aunque esta vez no se encorseta tanto al realismo y deja que algunas escenas tomen un tono menos verista) lo que da uniformidad a las tres cintas en conjunto. Por otro lado consigue transmitir la sensación de apocalipsis en Gotham, cómo ese grupo de terroristas (comandados de Bane) amedrentan a los ciudadanos y se percibe el sentimiento de amenaza a través de la pantalla.





La dirección técnica de Christopher Nolan es en general sobresaliente. Tanto el arranque en el avión, como las persecuciones por tierra o aire, como esta vez sí, las escenas de lucha, tienen un acabado impecable. He de admitir que habiendo comentado en las entradas dedicadas a Batman Begins y El Caballero Oscuro que al realizador de The Prestige le faltaba depurar las escenas de acción físicas en El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace no sólo ha conseguido mejorarlas, sino también regalarnos dos de ellas sencillamente inolvidables. Las dos peleas de Batman y Bane están rodadas y editadas con una pericia mayúscula, es más, la primera de ellas me parece un pasaje ejemplar no sólo en la cinta que nos ocupa, también en el cine de acción en general.




Toda la pelea en la base central de Bane está rodeada de un halo de impotencia y brutalidad sencillamente apabullante. He de admitir que esta parte del film incluso llegó a ponerme mal cuerpo, parecía como si los golpes que el protagonista recibía los sintiera yo mismo. Ese Bane que hace que cada golpe simule una apisonadora parece que realmente va a matar a Batman, (los tres golpes seguidos a la cabeza me dolieron hasta a mí) y que derrote de esa manera al protagonista (qué simbólica la escena en la que tira la máscara del héroe) como ya he comentado deja con una sensación de angustia que se confirma desde mi punto de vista como todo un hallazgo.




Tom Hardy sabía que la alargada sombra de un inmenso Heath Ledger como el Joker le acompañaría durante toda su representación de Bane, por eso seguramente le ha querido dar otro tono a su villano y desde mi punto de vista ha sido todo un acierto. Me gusta mucho el Bane de The Dark Knight Rises, sabe transmitir esa mezcla entre amenaza física y psicológica que los buenos guionistas han sabido inyectar cuando han llevado de la mano al personaje en los tebeos. El protagonista de Bronson se ve en pantalla como una enorme mole de inquebrantable voluntad que consigue destrozar físicamente (de la misma manera que el Joker lo hacía en un plano psicológico) al protagonista. Finalmente su elección por parte de Christopher Nolan se revela como todo un acierto de casting.




Otro acierto en el reparto es la Catwoman de Anne Hathaway, actriz que en principio no parecía que fuera a dar la talla como el alter ego de Selina Kyle y que cumple sobradamente en su labor de dar vida al personaje creado por Kane y Finger. La Catwoman de Goyer y los Nolan es una ladrona de joyas con una ambigua moral (¿está del lado de Batman o es una villana más?), visión realmente fiel a los cómics, más que la que dieron Tim Burton y Michelle Pfeiffer en Batman Vuelve (aunque esta última era mucho más perversa y sensual, memorable a fin de cuentas) y la protagonista de Havoc o Princesa por Sorpresa está a la altura.




Entre los actores destaco a Christian Bale que consigue su mejor interpretación de Bruce Wayne de las tres cintas. Al inicio podemos compartir con él su desencanto, sus pocas ganas de vivir y el dramatismo que implica su regreso a las calles de Gotham para luchar contra el crimen. Pero el que se roba la velada en lo que al equipo artísitico de refiere es un Michael Caine sencillamente brillante como un Alfred para el recuerdo, que no puede soportar que Bruce Wayne vuelva a ejercer de Batman poniendo en peligro su vida, porque lo ve como a un hijo al que puede perder. Para un servidor las escenas que comparten ambos son de lo mejor del film.




Del resto del reparto todos cumplen pero algunos de ellos transmiten cierta sensación de apatía. Gary Oldman o Morgan Freeman ya conocen sus personajes y los interpretan con convicción pero no demasiada implicación, y el rol de Marion Cotillard cubre el cupo de personajes femeninos mal perfilados por Nolan, que en esta ocasión no ha recaido sobre Catwoman, sino en la guapa actriz francesa. El que mejor lo hace en este apartado es un Joseph Gordon-Levitt memorable como John Blake y con mucho peso en la trama, confirmando una vez más su talento como intérprete.




Al igual que en Batman Begins y El Caballero Oscuro en la que vimos los rostros del holandés Rutger Hauer (Blade Runner, Los Señores del Acero) y el norteamericano Eric Roberts (Los Mercenarios, Fiesta de Despedida) respectivamente, Nolan recupera a un secundario, cuya edad dorada en Hollywood ha pasado ya, para el cine de gran presupuesto estadounidense. El problema es que el papel que regala a Matthew Modine (La Chaqueta Metálica, Un Domingo Cualquiera) es sencillamente ridículo y está horriblemente perfilado. Ahora hilemos fino y destaquemos los fallos del film.




Me considero seguidor (que no fan, porque yo no soy fan de nada) del cine de Christopher Nolan, pero de la misma manera que me gusta destacar sus virtudes, esta vez ha cometido varios fallos y no quiero dejarlos pasar. La trama tiene agujeros, el inglés está tan pendiente de ofrecer escenas poderosamente rodadas (y a fe mía que lo consigue) que el guión en ocasiones adolece de una estructuración más arraigada. Catwoman está bien perfilada pero sus motivaciones son poco creíbles y parecen introducidas con prisa, el personaje de Marion Cotillard está pobremente expuesto y su relación con Bruce Wayne es poco creíble y torpe, el rol de Matthew Modine es un cliché de policía imbécil que cambia de parecer en el último momento que no escapa en ningún momento del estereoptipo. 




Las elipsis narrativas son bruscas, las motivaciones de algunos personajes para realizar depende qué actos parecen superficiales o poco trabajadas. Hay una alternancia de pasajes memorables con otros insulsos (Batman en la oscuridad esquivando balas como si fuera Leo Messi regateando) que parecen descuidados, ninguno de ellos hacen que la película falle o se convierta en algo desdeñable narrativamente, pero sí restan cohesión al conjunto que se ve con cierta tendencia a la hipertrofia argumental, con unos desniveles de escritura poco agradables.




Pero lo que más me ha dolido dentro de los fallos de Nolan es cierto trazo grueso en el mensaje social que quiere transmitir, cuando en El Caballero Oscuro nos habló de algo muy parecido, pero de manera mucho más inteligente y no tan obvia. Como ya he comentado me gusta el Bane de The Dark Knight Rises y su discurso se me antoja aterrador porque como motivaciones son un batiburrillo contradictorio de revolución mal entendida, es decir, terrorismo puro. El problema es que los Nolan y David S. Goyer lo convierten en algo demasiado simple ya que el villano no deja de decir por su propia boca cuales son sus intenciones finales. Hay algo inteligente en hacer caer los falsos ídolos de la América (o sociedad occidental) actual, pero se podría haber llevado de otra manera




En The Dark Knight el Joker no hablaba en ningún momento directamente de sus intenciones más allá de acabar con Batman, porque todo lo que hacía tenía como único fin destruir mentalmente al protagonista,  pero el personaje se mostraba como una representación clara del terrorismo extremista. En El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace el enemigo de Batman quiere liberar Gotham de la corrupción o en caso contrario destruirla, pero de una manera un tanto pobre, expositivamente hablando, haciéndonos ver que la sutilidad se la dejó el director en la segunda entrega de la saga.




Que nadie se engañe, The Dark Knight Rises me ha parecido una muy buena película con momentos magistrales, como su prólogo, la primera aparición de Batman con el Batpod, las ya mencionadas peleas con Bane, el asalto a la bolsa de Gotham, las correrías de Catwoman, la aparición del Bat, los momentos dramáticos, el cameo de dos de los villanos de las anteriores entregas, la apocalíptica escena en el campo de fútbol (excelentemente rodada y montada) y el clímax final que pone un cierre de altura al film y a la saga. Aunque he mencionado varios fallos que no me gustan, los mismos por suerte no empañan todo lo bueno y memorable que ha hecho Christopher Nolan por mi personaje favorito del mundo del cómic en este film en particular y en su trilogía en general.




Y luego llegan esos cinco minutos finales, que no por previsibles son menos memorables. De repente me encuentro en una sala de cine, completamente emocionado  y aguantándome las lágrimas (alguna saltó, no lo negaré) ante gestos tan sencillos como un comisario de policía limpiando con su mano algo que llevaba años roto, un joven que encuentra un legado lleno tanto de recuerdos como de historia y finalmente una enorme sonrisa de satisfacción aparece en mi cara cuando un padre ve por fin la felicidad en el rostro del hijo que nunca tuvo. Como amante del cine y del noveno arte y sobre todo como aficionado de Batman sólo puede darle las gracias a Christopher Nolan por haber hecho historia cinematográfica con un trozo importante de mi existencia. Larga vida al Caballero Oscuro de Gotham.


viernes, 20 de julio de 2012

El Caballero Oscuro



Tìtulo Original The Dark Knight (2008)
Director Christopher Nolan
Guión David S. Goyer, Jonathan Nolan y Christopher Nolan basado en el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger
Actores Christian Bale, Heath Ledger, Aaron Eckhart, Michael Caine, Gary Oldman, Maggie Gyllenhaal, Morgan Freeman, Eric Roberts, Cillian Murphy, Anthony Michael Hall, Michael Jai White, William Fitchner, Edison Chen, Monique Curnen, Chin Han, Nestor Carbonell, Ritchie Coster, Keith Szarabajka, Colin McFarlane, Melinda McGraw, Nathan Gamble, Michael Vieau, Tommy Lister




Tras el éxito (no enorme, pero sí considerable) de Batman Begins Christopher Nolan se tomó un descanso de Gotham City y dirigió en 2006 El Prestigio: El Truco Final interesante cinta sobre la rivalidad entre dos ilusionistas (ajustados Christian Bale y Hugh Jackman) en las postrimerias del siglo XIX basada en una novela del escritor Christopher Priest. Dos años después, en 2008, volvió al universo de Batman con una segunda entrega titulada El Caballero Oscuro que ya desde sus anuncios promocionales de corte viral en la red prometía que iba a ser, como mínimo, un espectáculo memorable en pantalla grande. Aunque la controversia se cebó con el proyecto antes y después de su producción.




A unos meses del estreno del film el actor que interpretó a el Joker, el australiano Heath Ledger, moría con 29 años de edad en un apartamento de Manhattan por culpa de una sobredosis accidental de medicamentos. Su fallecimiento fue un duro golpe, principalmente para su familia, pero también para el equipo de El Caballero Oscuro y el mundo de Hollywood en general, que veía como perdía a uno de sus actores jóvenes más prometedores tras haber demostrado cuánto valía en largometrajes como Monster's Ball de Marc Foster o Brokeback Mountain de Ang Lee.




La expectación era desbordante, la red ardía con comentarios sobre supuestos (des)aciertos de casting por parte de Nolan, la trama, el peso del Joker o Dos Caras en el argumento, si aparecería algún villano más, si la cinta estaría a la altura de Batman Begins o por el contrario sería mejor/peor que aquella. El 14 de Julio de 2008 se desveló el misterio. Christopher Nolan había realizado no sólo la mejor cinta protagonizada por Batman sino también una de las piezas clave dentro de su carrera como cineasta y una cinta capital para entender la evolución y madurez del cine que adapta personajes de cómics a imagen real.




Corren buenos tiempos en  Gotham City. Batman tiene arrinconados a los delincuentes comunes y el nuevo fiscal del distrito Harvey Dent hace lo propio con la mafia desde los tribunales y bajo el amparo de la ley. Pero la irrupción de un misterioso criminal ataviado como un payaso y que se hace llamar Joker traerá una nueva era de caos y destrucción a la ciudad. Su misión es eliminar psicológicamente a Batman y para conseguirlo será capaz de convertir su existencia y las de los que le rodean en un infierno dónde no hay reglas ni moralidad alguna.




Cuando el director y guionista Kevin Smith salió de ver uno de los pases previos de El Caballero Oscuro declaró algo así como que la segunda incursión de Christopher Nolan en el mundo de Batman era "El Padrino II del cine basado en personajes de cómics" y, salvando mucho las distancias, no es tan descabellada la comparación. The Dark Knight es como si el Michael Mann de Heat y el Coppola de la ya mencionada secuela de las andanzas de la familia Corleone hubieran rodado una cinta de Batman con ciertos toques de cine de espías a lo Jason Bourne o los últimos James Bond. 




Una vez más Nolan, Goyer y esta vez el hermano del director, Jonathan, no se basan de manera explícita en una obra concreta del personaje creado por Bob Kane y Bill Finger, pero toman como punto de partida dos de ellas, ambas piezas maestras dentro de las historias más importantes de la carrera en viñetas de Batman. El Largo Halloween de Jeph Loeb y Tim Sale, que revisionaba y actualizaba el origen de Dos Caras y en menor medida La Broma Asesina de Alan Moore y Brian Bolland en la que se deconstruía la relación entre Batman y el Joker como si ambos fueran las dos caras de una misma moneda




Todos los aciertos, planteamientos, conceptos y reflexiones que se analizaban sutilmente en Batman Begins están desarrollados, potenciados y solidificados en la trama de El Caballero Oscuro e incluso Nolan y sus guionistas se permiten ir más allá y hacer reflexiones sobre nuestra sociedad actual y lo que los héroes o los símbolos pueden significar para los ciudadanos una vez han sido corrompidos por su entorno o factores exteriores. Todo desde un punto de vista trascendente e inteligentemente reflexivo, ese que tanto gusta a los fans del director de Memento y que sus detractores rechazan, pero que los seguidores del Batman más urbano y oscuro agradecemos.




The Dark Knight es una epopeya cinematográfica, una visión de cómo la aparición de una anarquía de corte violento desestabiliza el mundo de reglas y control estricto de Batman gracias a la intervención el Joker, un enemigo casi imposible de vencer porque no teme al daño físico o psicológico. Su misión es aniquilar mentalmente al protagonista por pura diversión, su plan (que no es tal) es únicamente acabar con su contrincante hasta destruir su mundo, sistema de valores y modo de vida demostrándole que una ciudad corrupta crea a personas corruptas, por eso el papel de Harvey Dent en la ecuación es vital para el desarrollo de los acontecimientos porque su ascenso y caída casi confirman la teoría del Joker.




Los hermanos Nolan y David S. Goyer comprenden esa contraposición de identidades entre el personaje principal y su némesis (Batman y el Joker) y la extrapolan del mundo del cómic al celuloide con inteligencia y fidelidad, pero quieren llevarla más allá y la enriquecen considerablemente por medio de la simbología o la metáfora dándole más profundidad al que ya es de por sí el mejor villano de la historia del noveno arte. El Joker de El Caballero Oscuro es una representación física y sobre todo psicológica del terrorismo radical, ese perpetrado por personas que no temen a la muerte con tal de sembrar el caos y la destrucción allá por donde pasan. Por eso es un enemigo muy difícil de derrotar, por eso la escena del interrogatorio de Batman al personaje de Heath Ledger transmite más impotencia que rabia o sentimiento de venganza, por eso es el mejor personaje del film aunque no el único destacable.




Esto en el papel queda muy bien, pero los guionistas y el director necesitan la complicidad de un actor adecuado para llevar a imágenes está poderosísima visión del Joker. Sí, yo fui de esos que se echó las manos a la cabeza cuando se enteró de que Heath Ledger iba a interpretar el papel del villano por antonomasia de Batman, también fui de los que renegó de ese maquillaje caóticamente repartido por el rostro del actor y por último fui de los que se tragó sus palabras cuando vio el trabajo superlativo que el protagonista de Two Hands o El Imaginario del Doctor Parnassus hizo con su papel en el largometraje de Christopher Nolan.




Siempre he mantenido que los grandes personajes se construyen por medio de pequeños detalles. El tono de voz, la respiración, la manera de reírse, los silencios, las miradas, los gestos, el lenguaje corporal, las bromas (ese truco de magia con el lápiz, la localización de Harvey Dent dependiendo de la hora) que hacen mofa con temas que no tienen gracia (algo intrínseco en el Joker de los cómics), cómo traga saliva, que la cantidad de maquillaje cambie de unos pasajes a otros dentro del film, son tantos los matices, tantas las ideas que el australiano añadió a su criatura, tanta la crudeza con la que se metió en la piel pálida de su rol que puede que ni ese Oscar póstumo que recibió por su trabajo aquí hiciera verdadera justicia a la labor tan mastodóntica que realizó en el largometraje.





Pero no sólo del Joker vive El Caballero Oscuro, Nolan realiza un análisis inteligentísimo sobre Batman y su peso como guardían de Gotham. La llegada de Harvey Dent a la fiscalia puede ser una luz de esperanza que permita al protagonista colgar la capa y llevar una vida normal (aquellos que defienden que Batman nunca haría eso que vean La Máscara del Fantasma, la película animada de Bruce Timm y Paul Dini y luego que reflexionen) porque los ciudadanos ya no lo necesitarían y podrían ampararse en la ley defendida por el personaje de Aaron Eckhart (magnífico y carismático en la primera mitad del film, aterrador y hasta digno de compasión en la segunda). Pero la caída de Dent hacia el lado oscuro por culpa de la intervención del Joker anula cualquier posibilidad de que Batman abandone su lucha contra el crimen e incluso él mismo se ve culpable de que su amigo haya perdido la cordura y se convierta en otro villano más.




Hay momentos de gran cine en El Caballero Oscuro y escenas que deberían tomarse como ejemplo cristalino de como realizar, sobre todo, cine de acción o thrillers de acerada consistencia. Desde ese prólogo en el banco o la primera aparición del villano principal ante los criminales de Gotham, pasando por el viaje a Hong Kong o la vendetta del Joker contra el comisario, la juez y el fiscal (dos pasajes que remiten induablemente y una vez más al viaje de Michael Corleone a Cuba en El Padrino II y a los clímax finales de todas las entregas de esa trilogía) la poderosísima y esclarecedora conversación entre el Joker y Dos Caras en el hospital con la  consiguiente explosión del edificio, el interrogatorio de Batman al payaso asesino seguido de la huída de este último de comisaria, la escena final de Rachel Dawes, la persecución con el Batpod que culmina con la voltereta de campana del camión o ese monólogo final de James Gordon que cada vez que lo veo y escucho me sigue erizando la piel.




El trabajo de Christopher Nolan en The Dark Knight es sencillamente brillante. Las escenas de acción que rueda son una maravilla de la técnica, su control del tempo narrativo para crear tensión y un montaje mucho más potente que el de Batman Begins dan forma a pasajes llenos de nervio y furia. El ya mencionado prólogo con el atraco al banco (este pasaje y varios del film fueron rodados en el formato IMAX, mucho más interesante que el vacuo y chillón 3D) es sólo la punta del iceberg, ya que en las persecuciones (que remiten a los mejores William Friedkin o John Frankenheimer) podemos ver momentos de celuloide bañado en oro (el Joker sin moverse un pelo cuando Batman está apunto de atropellarlo con el Batpod), así como en los momentos en los que el protagonista ejerce de sombra justiciera en Hong Kong, durante la fiesta de Harvey Dent o en el clímax final en el edificio en construcción.




También hay una mejora considerable en la dirección de actores. Ya he mencionado la labor inmensa de Heth Ledger y el buen hacer de Aaron Eckhart, pero no me quiero olvidar de un Christian Bale que sabe transmitir el laconismo y desencanto de un Bruce Wayne/Batman muy creíble, Michael Caine sensacional como Alfed, Eric Roberts alegremente recuperado como el mafioso Maroni o unos Gary Oldman y Morgan Freeman con más protagonismo incluso que en Batman Begins. Aunque Nolan vuelve a pinchar con el personaje femenino de Rachel Dawes (esta vez encarnada por una correcta Maggie Gyllenhaal) porque a pesar de que le da aún más peso que en la anterior entrega no consigue tener entidad propia como rol y su presencia sólo sirve para potenciar el tour de force dramático entre Bruce Wayne/Batman y Harvey Dent/Dos Caras.




Los fallos de Nolan se difuminan, pero no desaparecen del todo. Las escenas de lucha físicas están mejor narradas y montadas, pero aún no tienen la consistencia que debieran. También acentúa el tono detectivesco del personaje (que en Batman Begins casi ni aparecía y que en los dípticos de Tim Burton y Joel Schumacher ni se olía) y da más flexibilidad al protagonista con el nuevo traje (brillante meter en el desarrollo del film el deseo de Bruce Wayne de tener más agilidad de movimiento con su uniforme) además se le agradecen detalles como el cameo del Espantapájaros o incluir a personajes que recuerdan a secundarios de lujo dentro de los cómics, como Harvey Bullock o Renee Montoya.




El Caballero Oscuro es una película controvertida en muchos sentidos. Su éxito y aceptación (por parte de crítica, público y sobre todo el fandom) fue tal desde el primer momento que no es raro encontrarla en una posición más que privilegiada dentro de las mejores películas de la historia del cine (hace poco la revista española Cinemania la ponía en segundo lugar, sólo superada por El Padrino, siendo esto excesivo incluso para mí que me declaro fan irredento del film). Pero también fue la cinta que dio pie a lo que se conocen los antinolanistas, personas que (unas veces con razón y otras sin ella) desacreditan la obra de un señor que lo queramos ver o no ha rodado 8 películas y ninguna es considerada unanimemente menos que buena, pocos cineastas pueden presumir de eso.




Sin parecerme una de las mejores obras de la historia del cine, ni de lejos, The Dark Knight si debería tener una posición privilegiada en ese género que coge a nuestros personajes del mundo del cómic y los lleva a imágenes en movimiento. El Caballero Oscuro es junto a Los Vengadores de Joss Whedon la culminación de cómo se deben adaptar los habitantes de las viñetas a la pantalla grande. El creador de Firefly o Buffy tomó el camino del sense of wonder, del espectáculo luminoso y superheróico. Nolan se introdujo en la vertiente realista, madura y reflexiva e incluso metafísica con la obra que nos ocupa. Por eso ambos films son dos maneras distintas (casi contrapuestas) de hacer grandes obras cinematográficas inspiradas en el mundo del noveno arte, siempre dirigidas al gran público, que aunan calidad y comercialidad en un sólo todo.




El Caballero Oscuro es una cinta sobre el personaje de Batman, la mejor que se ha hecho hasta ahora en imagen real (mañana cuando vea El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace ya veremos si cambio de opinión, pero lo dudo) sobre él, pero también es mucho más y su subtexto así lo atestigua. Es una reflexión sobre la sociedad occidental, sobre cómo vívimos unos tiempos convulsos en los que necesitamos héroes (y no me refiero a Batman, sino a Harvey Dent) o símbolos de integridad para que nuestra moral no se resquebraje más de lo que ya está y podamos aferrarnos a un haz de luz y esperanza que nos ayude a salir adelante como comunidad.




El mensaje final que nos transmite Nolan no sólo encumbra a Batman a la altura de leyenda, también nos lo muestra como un ser humano que finalmente se sacrirfica por el bien común, con la intención de que el lugar donde nació y sus conciudadanos no pierdan la esperanza al ver que hasta los héroes (Harvey Dent) pueden corromperse, apelando a que a veces la leyenda debe prevalecer sobre la verdad (como bien nos contaron desde el western Clint Eastwood o John Ford para hablar del legado de Estados Unidos) para que no caigamos en un pozo negro y profundo del que no podamos salir y a cuyo borde nos vamos acercando cada vez más. La sociedad actual necesita caballeros oscuros para cargar con las culpas del prójimo, el problema es que no hay nadie que dé el primer paso para portar la capa. Por suerte siempre nos quedará el cine para imaginar mundos mejores, al menos eso no nos lo han quitado aún.



jueves, 19 de julio de 2012

Batman Begins



Título Original Batman Begins (2005)
Director Christopher Nolan
Guión David S. Goyer y Christopher Nolan basado en el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger
Actores Christian Bale, Liam Neeson, Katie Holmes, Cillian Murphy, Michael Caine, Morgan Freeman, Gary Oldman, Ken Watanabe, Tom Wilkinson, Rutger Hauer, Mark Boone Junior, Linus Roache, Rade Serbedzija, Richard Brake, Christine Adams, Jack Gleeson




Tras la discreta acogida de su remake de la cinta noruega Insomnia del director Erik Skjoldbjaerg en la que dio su visión de aquel (aún hoy) desconocido thriller, con unos interesantes Al Pacino y Robin Williams como protagonistas, el director británico Christopher Nolan entró por la puerta grande en el mundo de los blockbusters estadounidenses no sólo para hacer carrera en Hollywood sino también para dar una visión más madura del cine de gran presupuesto nortamericano demostrando que la comercialidad no estaba reñida con la calidad.




El proyecto elegido fue el film que por medio de la Warner Bros relanzaría a Batman, el personaje capital (junto al Hombre de Acero) de la editorial DC tras haber vivido sus horas más bajas con Batman & Robin de Joel Schumacher (que también dirigió la anterior entrega, Batman Forever con menos desaciertos y más éxito, pero sin hacer algo potable con ello) una terrible película que daba una visión del personaje que recordaba a la mítica serie televisiva protagonizada por Adam West y Burt Ward en los 60. El tiempo pondrá a la versión que Schumacher hizo de Batman en su sitio, el de una visión exagerada, hortera y en ocasiones cómica (con intención o sin ella) pero recuperable del personaje, porque no deja de ser canónica. Pero de eso hablaremos en otro momento.




Batman Begins supuso el primer film de lo que más tarde sería una trilogía por parte del cineasta Christopher Nolan sobre el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger en el año 1939 y que se cierra con el estreno este Viernes de El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace (The Dark Knight Rises) la tercera entrega de la saga, que también da continuidad a la monumental El Caballero Oscuro (The Dark Knight) segunda parte de la franquicia y cinta que supone para el que suscribe posiblemente la cumbre cinematográfica dentro del subgénero centrado en adaptar personajes de cómic a la pantalla grande.




Bruce Wayne huyó de su Gotham City natal cuando vio que no podía superar el asesinato a sangre fría de sus padres durante su infancia. En un recóndito templo encontrará a una organización secreta llamada La Liga de las Sombras comandada por Ra's Al Ghul. Allí Bruce recibirá un duro entrenamiento por medio de su maestro, Henri Ducard, que le permitirá con el paso del tiempo y una vez depuradas sus dotes para el combate físico y psicológico volver a su ciudad para eliminar de ella la corrupción y el crimen bajo la identidad de Batman, el hombre murciélago.




Excelente traslación del personaje al celuloide por parte de Christopher Nolan y el guionista David S. Goyer (guionista de cómics como JSA o de cine sobre superhéroes como Blade o Ghost Rider y director de terribles películas como La Semilla del Mal) con un tono más oscuro y realista (dentro de ciertas limitaciones) que el dado al mismo en sus anteriores incursiones cinematográficas y siempre ceñido a la visión que el director de Memento tiene del lenguaje cinematográfico aunque aquí su autoría no sea tan notable como en la segunda incursión que hizo de nuevo con Batman tres años después.




Al igual que muchos films (puede que los mejores, ahí tenemos Los Vengadores) que adaptan cómics y sus personajes, Batman Begins no está basada directamente en ninguna saga del personaje, pero sí toma como partida una, Año Uno de Frank Miller y David Mazzuchelli, y la rodea de referencias a cientos de ellas como El Hombre que Cae de Dennis O'Neill y Dick Giordano, varios de los relatos de Ra's Al Ghul (algunos de los mejores con el trazo de Neal Adams), Justicia Ciega de Sam Hamm y Denys Cowan (la presencia de Henri Ducard) El Largo Halloween de Jeph Loeb y Tim Sale (que Carmine Falcone sea un personaje importante así lo atestigua) o El Regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller (el nuevo Batmóvil, más un tanque que un coche). Nolan y Goyer llenan el film de homenajes a muchas de las más destacadas etapas del personaje, pero siempre con la temática del vigilante nocturno que se mueve entre las sombras como base.




Pero por supuesto el film está pasado por el filtro de la visión de Christopher Nolan, que quiere diseccionar por medio de la deconstrucción el origen del mito y su peso como símbolo que lucha contra el crimen. El director de Origen retrata a un Batman realista, psicológicamente bien perfilado y definido físicamente, pero siempre adscrito a un tono verista que lo encorseta en una sola de las visiones (la del vigilante nocturno) de un personaje que ha experimentado etapas que iban desde lo colorido y risueño hasta lo oscuro y siniestro. Esta senda es la elegida por Nolan (Burton eligió la gótica y triunfó, Schumacher la chillona y la cagó) y se le puede reprochar tanto como agradecer que eligiera llevar a imágenes "ese Batman" en concreto. A mí me pareció un acierto porque aún considerándome fan de casi toda la historia del Hombre Murciélago su variante oscura y urbana es la que siempre me ha atraído más.




Hay muchos aciertos en un film como Batman Begins y que dan mérito al trabajo de un Nolan que por aquel entonces no era ducho en el mundo del Hollywood comercial. El primero es dividir el film en dos partes diferenciadas que funcionan con bastante precisión. Toda la primera mitad del film que narra el entrenamiento de Bruce Wayne en Nanda Parbat es de alto nivel, ya que el director y su co guionista no sólo insuflan a su criatura todos los matices de la ideología y moral de la que el hijo de Thomas y Marta Wayne siempre ha hecho gala (luchar contra el crimen, sin caer al nivel del criminal) en viñetas, también dan ritmo (los flashbacks están inteligentemente insertados) a todo el adiestramiento físico (las artes marciales) y psíquico (el uso de la teatralidad y el miedo para aterrar a sus enemigos),  llenan esos pasajes de diálogos memorables, pero sobre todo saben dar poso a la relación entre el protagonista y su mentor.




Después tendríamos la segunda mitad (introducida por una escena de transición en el avión con una inolvidable conversación entre Bruce Wayne y su mayordomo Alfred Pennyworth sobre la nueva misión del primero y el fin que quiere alcanzar, siempre con la sombra de sus padres sobrevolándole) en la que Batman da sus primeros pasos (incluyendo algunos fallidos, de nuevo los ecos de Año Uno), como vigilante de Gotham. Allí se reencontrará con su amiga (y amor no reconocido) de infancia Rachel Dawes (el rol más desdibujado, pero de eso hablaré más adelante) y trabará una relación de lealtad con el sargento James Gordon, uno de los pocos policías íntegros de la ciudad.




El diseño de producción y la dirección artística del film son remarcables, se nota el buen dinero invertido por la Warner y la valentía o confianza de los jefazos al poner a un director inexperto en blockbusters a los mandos de un proyecto enorme que si no hubiera funcionado debidamente habría herido gravemente a la productora. Por suerte Christopher Nolan estuvo a la altura y supo aprovechar (casi) todos los medios artísticos y técnicos que pusieron en su mano. También el holgado metraje podía haber jugado en contra del proyecto pero por suerte no fue así gracias al ritmo sólido y seguro que el guión y la dirección supieron dar al metraje.




Uno de los puntos fuertes de Batman Begins (y de las tres cintas sobre el personaje que ha rodado Nolan) es su reparto. Christian Bale se mete con convicción en la piel de Bruce Wayne/Batman, mostrándose como un hombre de integridad inquebrantable que irá aprendiendo a base de golpes a sacar adelante la difícil empresa de mantener a raya el crimen en Gotham. Michael Caine borda a un entrañable y cercano Alfred con sus tablas y veteranía y regala con muchos de sus diálogos momentos de elegante comicidad muy propia del personaje. También es interesante ver a un malo por antonomasia como Gary Oldman muy contenido (raro en él)  para dar cuerpo y alma a James Gordon y no me quiero dejar en el tintero a un  Liam Neeson (con sorpresa escondida) como Henri Ducard, él comparte los mejores momentos con el protagonista ofreciéndole una posibilidad de relación paternofilial que no se consuma finalmente por diferencias ideológicas irreconciliables.




Del resto de secundarios, pero con menos peso, cumplen con su cometido Tom Wilkinson como Carmine Falcone (con logrado acento italoamericano), Cillian Murphy como el profesor Jonathan Crane (alter ego del villano Espantapajaros), un recuperado Rutger Hauer como Earle, Morgan Freeman como Lucious Fox o Ken Watanabe como el misterioso Ra's Al Ghul. En cambio uno de los personajes que debiera tener más peso en el film, la Rachel Dawes que interpreta con algo de desidia Katie Holmes, no está a la altura y se queda en un estereotipo de mujer luchadora que sin ser desdeñable o poco creíble si hace que su rol se vea algo difuminado en comparación con el resto de protagonistas.




Dicho personaje saca a relucir uno de los fallos más conocidos de Christopher Nolan, su incapacidad para crear personajes femeninos que vayan más de la unidimensionalidad o que sean algo más interesante que un catalizador dramático para los actos del protagonista masculino. Esto le lleva pasando al británico desde su primer film Following y sólo lo ha ido arreglando poco a poco dando aceptables resultados en Origen. Otro de los fallos del director en Batman Begins y que es "marca de la casa" es su confusa concepción de las escenas de lucha cuerpo a cuerpo y que ojo, también viene de su ópera prima (esa desastrosa pelea en la azotea). Si bien las escenas de artes marciales durante el entrenamiento de Bruce al inicio del film están bastante bien resueltas (el equipo de especialitas y los coreógrafos de las secuencias eran de primer nivel) las que tienen como protagonista ya a Batman están abruptamente rodadas y caóticamente montadas por mucho que busquen dar un tono de animalidad al protagonista. En El Caballero Oscuro este problema se redujo considerablemente, pero no se eliminó por completo.




Batman Begins supuso un soplo de aire fresco y una inyección de adrenalina para la vida audiovisual de un personaje con más de 70 años de historia a sus espaldas. Hoy sigue pareciéndome un entretenimiento de primer nivel muy bien rodado, correctamente interpretado y sólidamente escrito, aunque ya en su momento me agradó considerablemente la visión que Nolan dio del caballero oscuro con este proyecto. Lo que un servidor no sabía es que la cinta que nos ocupa era sólo un aperitivo o una introducción para lo que vendría después, que no era nada más y nada menos que una batalla brutal, antológica y crepuscular, a la par que épica, entre el control y la anarquía, entre un muy humano guardián del orden y un inolvidable e inmortal agente del caos.