Título Original Only God Forgives (2013)
Director Nicolas Winding Refn
Guión Nicolas Winding Refn
Actores Ryan Gosling, Kristin Scott Thomas, Tom Burke, Yayaying, Vithaya Pansringarm, Byron Gibson
Festival de Cannes de 2011. En la sección oficial se realiza la proyección de Drive, la octava película del cineasta danés Nicolas Winding Refn. El éxito es generalizado, el público y la prensa especializada se rinden a los pies de aquella mezcla entre el cine de acción de los 80, Akira Kurosawa, Michael Mann y Jean Pierre Melville basada en la novela de James Sallis. El resultado, el premio al mejor director para el realizador de la trilogía Pusher o Bronson. La cinta se convierte en un éxito internacional y se gana merecidamente el título de obra cinematográfica de culto.
De nuevo el certamen francés ya en el presente 2013. Tras las altas expectativas creadas por su anterior film Windig Refn vuelve a la croisette con su siguiente trabajo, que cuenta de nuevo con la presencia como protagonista del canadiense Ryan Gosling. Durante la proyección del film se dejan escuchar los abucheos y pitidos de los espectadores. La prensa especializada carga sus tintas contra Only God Forgives, afirmando que sólo es un desfile de ultraviolencia estilizada que vende la más pura de las nadas. El resultado, el rechazo por gran parte de los asistentes a la puesta de largo de la obra a manos de su creador.
Un servidor ha visto hoy la última película de Nicolas Winding Refn y mis impresiones son dispares. Por un lado comprendo a los periodistas que vieron el film en Cannes y entiendo sus reacciones, pero por otro me quedo algo impresionado al leer cuáles son algunos de los motivos por los que ofrecieron una respuesta negativa hacia film. Habiendo visto durante el último mes casi toda la obra del creador de Valhalla Rising ya conozco algo su estilo e impronta autoral y siendo consciente de eso afirmo sin duda alguna que Only God Forgives es una obra cinematográfica tan interesante como desconcertante, moviéndose gracias a ello entre lo satisfactorio y lo inane con igual suerte.
Julian es un norteamericano que dirige en Bangkok un gimnasio de muay thai que sirve como tapadera para ocultar su verdadero negocio, que es la venta de estupefacientes. Un día, Billy, el hermano mayor de Julian mata brutalmente a una joven prostituta de la zona y por ello es asesinado a modo de venganza por parte del progenitor de la chica. Cuando la defunción de Billy llega a oídos de su madre, una mafiosa que controla una enorme red ilegal en la que trabajan sus dos hijos, esta viaja a Tailandia y exige a su vástago menor que encuentre a los culpables del homicidio de su primogénito. En este trayecto Julian conocerá a Chang, un reputado policía contra el que tendrá que enfrentarse para cumplir su vendetta familiar.
Only God Forgives es el capricho esteticista de un director encantado de conocerse. Es innegable que la última obra de Winding Refn es una pieza de exquisita plasticidad visual, rica en su acabado técnico y llena de un lirismo atenuado que explota cuando los momentos de violencia explícita hacen aparición en escena, por ello nos difícil pensar en autores nipones como Takeshi Kitano o Takashi Miike cuando asistimos a esta historia de muerte y venganza en las calles de la capital tailandesa. El problema es que si bien la forma es intachable el fondo es fácilmente desacreditable, no porque el film no contenga nada en su interior sino porque lo que contiene se ha contado muchas veces en obras previas y con un argumento menos autocomplaciente y disperso.
Porque Winding Refn está tan pendiente del envoltorio de su regalo que se olvida introducir algo consistente en la caja y Only God Forgives es una obra para el lucimiento del estilismo como autor de su creador, ese que ha ido evolucionando con los años, que se mostró en su cénit en Bronson y completamente confirmado como tal en Drive, ese que en la obra que nos ocupa devora la historia que se nos está narrando que no deja de ser un fino hilo que se mantiene a duras penas en pie porque no deja de ser el argumento manido de una película de venganzas y redención de toda la vida, esas que Tarantino sabe reinventar y hacer suyas con más talento que la obra que nos ocupa.
Pero es el poder de la puesta en escena de Winding Refn el que nos incita a disfrutar en gran medida con Only God Forgives. Porque las imágenes con las que protege el débil armazón de su relato son lo mejor de una cinta llena de postales contenedoras de una fuerza vívida, pictórica, urbana, bañadas en unas luces de neón que retratan un Bangkok inusualmente vacío de ciudadanos (táctica utilizada a lo largo de todo el film por el cineasta para acentuar el aislamiento y soledad de los personajes, sobre todo el de Julian) que nos trae a la mente a aquella Drive (y en ocasiones al Gaspar Noé de Enter the Void) con la que la obra que comentamos guarda más puntos en común de los que pudiera parecer en principio, aunque esa producción de 2011 tuviera corazón en su interior (en gran parte gracias al personaje de Carey Mulligan) y esta sustituya el suyo por un misticismo simbólico e hipnótico que nos impide apartar la mirada de la pantalla.
Esa hipnosis, el influjo en el que caemos viendo Only God Forgives es hijo directo del de David Lynch, otro director que vendiéndonos en muchas ocasiones puro humo consigue que quedemos cautivados por la fuerza de sus imágenes. Porque es curioso que Winding Refn dedique su film al chileno Alejandro Jodorowsky (por el que profesa una gran admiración y al que ha homenajeado en varios de sus largometrajes) cuando la mayor deuda que tiene el largometraje es con el autor de Terciopelo Azul, ya que esos burdeles, los pasillos iluminados por luces rojizas o los lacónicos karaokes nos remiten indudablemente a obras como Twin Peaks o Mulholland Drive, tomando de aquellas su simbología encriptada y hermetismo conceptual.
Hasta los actores y los personajes que interpretan son la confirmación de que estamos ante una obra para el lucimiento de las dotes como cineasta de Winding Refn que los usa como un ornamento más dentro del conjunto del film. Poco malo se puede decir del reparto ya que Ryan Gosling cumple su cometido como antihéroe callado y duro o Kristin Scott Thomas como arpía desalmada y madre castradora, hasta el trabajo de Vithaya Pansringarm como Chang es interesante. Pero sobre el papel son personajes planos por mucho que a los dos primeros les una una relación tóxica de tintes edípicos y al tercero le acompañe ese aire de misticismo que lo convierte en ocasiones más que en un personaje real en una entidad incorpórea a modo de alegoría.
Por último destacar que puedo comprender que la crítica de Cannes acusara al film de vacuo (es debatible pero en cierta manera comprensible) pero lo de que su violencia era "extrema" me parece una soberana estupidez porque la que se muestra a lo largo del metraje está dosificada con cuentagotas, no ofrece nada que no hayamos visto, por poner un ejemplo, en Outrage de Takeshi Kitano (obra mucho más violenta que la que nos ocupa) o cintas ganadoras de la palma de oro como Uno de los Nuestros (Goodfellas) de Martin Scorsese o Pulp Fiction de Quentin Tarantino. Porque si a estas alturas nos vamos a asustar por escenas como la tortura como las agujas o la del corte de la katana en las costillas algo estamos haciendo mal como espectadores curtidos en mil batallas.
A Windingr Refn con Only God Forgives le ha pasado lo mismo que a otros autores (David Lynch, los hermanos Coen, Lars Von Trier) que tras ser premiado en una edición de Cannes con una obra exitosa la prensa especializada del festival esperaba la próxima con las fauces abiertas y por desgracia el danés les ha dado algo que morder. Porque su último film es una estimable cinta en su apartado técnico (sobre todo) y hasta actoral, pero la historia que debería sostener la estructura del largometraje es débil y caprichosa y en cierta manera no tiene vida en su interior. Y eso viniendo del hombre que convirtió a un conductor de coches en un ronin y al preso más peligroso de Inglaterra en un mártir no es una buena noticia.