Título Original Hellboy (2019)
Director Neil Marshall
Guión Andrew Cosby, basado en el cómic de Mike Mignola
Reparto David Harbour, Ian McShane, Milla Jovovich, Sasha Lane, Daniel Dae Kim, Thomas Haden Church, Penelope Mitchell, Sophie Okonedo, Brian Gleeson, Kristina Klebe, Alistair Petrie, Ashley Edner, Douglas Tait, Bern Collaco, Mario de la Rosa, Atanas Srebrev, Michael Heath, Ava Brennan, Mark Basnight, Eddy Shore, Tihomir Vinchev, Anthony Delaney, Vanessa Eichholz
Corría el año 2014 cuando Mike Mignola ofreció a Guillermo del Toro un guión que él y Andrew Cosby (Eureka, Haunted) habían escrito con la idea de utilizarlo para la esperada tercera entrega cinematográfica de Hellboy que cerraría la visión del autor mexicano sobre el célebre personaje de Dark Horse Comics. Pero el cineasta rechazó dicha propuesta afirmando que él ya tenía otro libreto designado para dicho proyecto. De esta manera las, ya célebres, desavenencias entre los antiguos colaboradores se confirmaron y llevaron el desarrollo del potencial film a un definitivo callejón sin salida. Ante la inviabilidad de esa Hellboy 3 que parecía no llegar nunca la maquinaria hollywoodiense se puso en funcionamiento para resucitar las aventuras sobrenaturales del miembro más célebre de Agencia de Investigación y Defensa Paranormal empezando de cero. Millennium Media, Lawrence Gordon Productions, Dark Horse Entertainment, Nu Boyana, Campbell Grobman Films y la distribuidora Lionsgate aunaron fuerzas para idear un reboot con el que dar inicio a una nueva franquicia cinematográfica centrada en el icónico “Anung-Un-Rama”. El guión planteado por Cosby y Mignola sirvió de epicentro para un blockbuster contando con dirección del británico Neil Marshall (Dog Soldiers, Centurión) y un reparto formado por interpretes como Milla Jovovich, Ian McShane, Daniel Dae Kim o Shasha Lane. Todos capitaneados por David Harbour, el sheriff Jim Hooper, de Stranger Things, ocupándose de tomar el relevo de Ron Perlman para meterse en la roja piel del protagonista. Lo curioso e inesperado es que esta versión de Hellboy iba a revelar su naturaleza problemática antes incluso de empezar su producción.
Posteriormente a la sustitución de Ed Skrein (Deadpool) por Daniel Dae Kim (Perdidos) para evitar un posible caso de whitewashing a la hora de dar vida al personaje de Ben Daimio la producción de Hellboy se llevó a cabo sin demasiadas noticias relevantes y sólo mostrando algunas imágenes del aspecto de David Harbour como el protagonista, despertando tantas alabanzas como respuestas airadas, o lo que es lo mismo, nada nuevo en el día a día de las redes sociales. Pero cuando los rumores sobre la posibilidad de que los productores hubieran detestado la película en los pases de prueba y el aparentemente interminable retraso a la hora de mostrar algún trailer nos incitaron a pensar lo peor. Cuando el primero fue subido a la red destilaba un humor bastante chusco que despertó cierta indignación, pero fue el segundo el que llamó más la atención dentro del fandom por las ingentes cantidades de violencia explícita que contenía. Así se confirmaba la calificación R en Estados Unidos que daba vía libre a sus responsables para salpicar con hemoglobina y vísceras la pantalla. Fue un poco más tarde, entre los días 9 y 12 de abril, cuando el último trabajo de Neil Marshall vio la luz en norteamérica y con ello se confirmó la profetizada desgracia.
Después de los primeros pases de prensa la crítica despedazó Hellboy de manera inmisericorde. Las reseñas negativas, algunas de una visceralidad inesperada, se cebaron con la película tildándola de incoherente, deshilvanada, gratuitamente violenta y disparatada. Tras el estreno el público tampoco pareció ponerse a favor de la obra consiguiendo esta una paupérrima taquilla confirmándola como un prematuro fracaso y la crónica de una muerte anunciada. Tan tristes números dieron pie la rumorología y el aireo de trapos sucios con los que los implicados en la producción del largometraje parecían querer culpabilizarse unos a otros del fracaso del mismo. Uno de los más sonados tiene que ver con Neil Marshall viendo como a mitad de rodaje los productores despedían a Sam McCurdy, su habitual director de fotografía, en favor de Lorenzo Senatore. Esta decisión molestó notablemente al autor de The Descent y caldeó el ambiente en el set de rodaje. Dicha atmósfera, poco propensa a la armonía, también pareció extenderse a la relación entre Marshall y David Harbour, que, según los rumores, podrían haber llegado a intercambiar más que palabras durante la gestación del proyecto.
Ante tan desolador panorama los productores de la película comenzaron a preocuparse por su inminente carrera comercial internacional y las decisiones suicidas se sucedieron en sesión continua. Algunos países de latinoamérica fueron utilizados como cobayas para un experimento disparatado como fue estrenar una copia censurada de la película eliminando los pasajes más extremos con la intención de atraer a público de todas las edades para visionar una cinta dirigida, en su origen, al espectador adulto. Tan controvertida iniciativa se extendió hasta España, de manera más chapucera si cabe. Después de proyectar la película para críticos con la versión uncut varios de ellos se hicieron eco, una semana antes de su estreno, de que Vertice 360, distribuidora de Hellboy en nuestro país, estrenaría en salas la ya mencionada versión amputada. En este tema incidiremos un poco más tarde a la hora de hablar de las dos versiones existentes del largometraje y de la errónea, ineficaz y vergonzosa decisión tomada para descontento de los fans que esperaban disfrutar Hellboy en su corte original sin tener que esperar al montaje unrated que ya nos han prometido para el formato doméstico y las plataformas de streaming.
Dejando de lado polémicas varias y ya centrándonos en la obra cinematográfica como tal podemos confirmar la Hellboy de 2019 como una pieza que si bien está muy lejos de ser el desastre aventurado por la prensa especializada y gran parte del público sí se revela como un film irregular y no todo lo cohesionado que debiera. Esta nueva versión del personaje de Mike Mignola se encuentra en las antípodas de Hellboy 2: El Ejército Dorado, ya que si en aquella secuela Guillermo del Toro dejó de lado los cómics para idear una historia original en esta ocasión el mismo Mignola y el guionista Andrew Cosby han querido abarcar tantos arcos argumentales icónicos de las viñetas (desde Semilla de Destrucción hasta La Tormenta y la Furia, pasando por La Oscuridad Llama o Cacería Salvaje) que la escritura se resiente por culpa de esa inclinación por saturar de información el relato sin que este posea el tiempo necesario para desarrollarse adecuadamente. De este modo nos encontramos con una historia repleta de situaciones interesantes ensambladas de manera arbitraria y fortuita con la carencia añadida de no contextualizar espaciotemporalmente de manera eficiente el microcosmos ficcional, debido el uso algo torpe de los flashbacks y las relaciones interpersonales de los personajes.
Contra todo pronóstico y de manera harto inusual si tenemos en cuenta que con ella hablamos de una superproducción de Hollywood, aunque mucho más modesta que otras muestras prototípicas del género, Hellboy es un largometraje que no desentona en absoluto dentro de la filmografía de Neil Marshall. Más allá de que estuviera estrechamente implicado en la fallida, pero reivindicable, serie Constantine que adaptaba el célebre cómic Hellblazer del sello Vertigo el británico se ha especializado desde sus inicios en un tipo de cine con aroma a Serie B y exploit venido a más como hemos podido ver en las ya citadas Dog Soldiers, The Descent o Centurión y en Doomsday: El Día del Juicio. Porque Hellboy es una cafrada gamberra, sanguinaria, políticamente incorrecta, con destellos de furia impagables y secuencias de un acabado técnico encomiable. Los poco más de 50 millones de presupuesto son aprovechados al máximo por el realizador amparando su impronta en unos CGI mayoritariamente dignos, una fotografía oscura y sucia o un ritmo potente que sólo se resiente por la ineficaz construcción narrativa previamente mencionada. Aunque en los últimos años ha sido en el mundo de las series donde más se ha movido participando en Perdidos en el Espacio, Black Sails, Hannibal, Westworld o algunos de los mejores episodios de las primeras temporadas de Juego de Tronos Marshall sigue siendo un narrador con cierta pericia en el mundo del largometraje y en su último trabajo detrás de las cámaras lo confirma.
En lo concerniente a la censura el disparate se hace patente desde los primeros compases de la versión que ha llegado a los cines españoles. Ese minuto de desmembramientos y decapitaciones repartido por el metraje que ha sido amputado no convierte a Hellboy en una cinta apta para todos los públicos, porque sigue siendo una producción cargada de sangre, vísceras y cabezas volando por los aires. Más allá de que la calificación por edades en España es una pura formalidad orientativa para los padres la intentona por parte de Lionsgate y Vértice 360 de convertir Hellboy en una obra accesible para todo el mundo apelando a paliar, minimamente, su batacazo internacional en taquilla ha desembocado en un doble fracaso. Por un lado el corte llegado a las multisalas, aprobado por Marshall y sus colaboradores, sigue sin ser una película apta para todas las edades y por otro la ausencia de esos pasajes más virulentos ha enfadado al espectador natural de la obra que, lógicamente, ha decidido no acercarse a las salas a ver un producto incompleto cuyo montaje se resiente en esos pasajes. Otro tema interesante sería abordar que el gore de la versión sin censura, tan disperso como inusualmente bruto y divertido, jamás se ha visto en las viñetas del cómic de Hellboy, que han llegado a mostrar en numerosas ocasiones dosis de violencia, pero nunca de ese calibre y grafismo.
Aunque cuenta con un cumplidor y competente Hellboy a manos de David Harbour, que si bien no hace que olvidemos a Ron Perlman sí le toma el relevo con dignidad siendo la cabeza visible de un reparto más bien desabrido, y como adaptación del cómic de Mike Mignola asume un tono y una estética más fieles a las viñetas que las dos incursiones en imagen real previas de Guillermo del Toro mientras no hace prisioneros a la hora de sumergirse en un desfile de locura, estética barbárica y artúrica con pasajes deudores tanto de Posesión Infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1980) como de El Señor de los Anillos la película de Neil Marshall queda lejos de ser un adecuado reinicio para la contrapartida cinematográfica del personaje de Dark Horse Comics. Un servidor defiende que es un producto divertido y fruicioso, pero poco más que eso. La taquilla internacional le ha dado la espalda amasando, hasta el momento, unos ínfimos 40 millones de dólares con los que no se llegan a cubrir ni el presupuesto invertido en el largometraje. Estos penosos resultados abocan al fracaso la potencial franquicia dejando en agua de borrajas las escenas post créditos y sirven como toque de atención para que productoras y distribuidoras no se reían en la cara de los espectadores con maniobras chapuceras y asuman los fracasos con más dignidad que la mostrada en todo lo relacionado con esta nueva y malograda Hellboy.