Título Original A Dangerous Method (2011)
Director David Cronenberg
Guionista Christopher Hampton basado en su propia obra de teatro
Actores Keira Knightley, Michael Fassbender, Viggo Mortensen, Vincent Cassel, Sarah Gordon, Katharina Palm, Christian Serritiello, Andrea Magro, Bjorn Geske, Franziska Arndt, Wladimir Matuchin, Clemens Giebel
A pesar de haberle dedicado hasta dos entradas a toda su fimografía como cineasta y otro par para desgranar dos de sus cintas más destacadas (Crash y Promesas del Este) no he hablado mucho de David Cronenberg en este blog y eso es algo que le debo al realizador nacido en Ontario ya que para mí es actualmente, no sólo el mejor director del panorama cinematográfico contemporáneo, sino también la voz más personal, intransferible y consecuente consigo misma dentro del cine de autor a nivel mundial. Lo fue hasta con sus escasos coqueteos con Hollywood como en los casos de La Zona Muerta (1983) o La Mosca(1986), dos proyectos ajenos que supe llevar a su terreno de manera totalmente orgánica y lógica.
Un Método Peligroso narra los hechos reales en los que se vieron relacionados (primero de manera epistolar, más tarde personalmente) dos de los nombres más importantes de la psiquiatría moderna, el suizo Carl Gustav Jung, padre de la psicología analítica, y el austriaco Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, A ellos se une una tercera figura, la de la paciente y posterior doctora de origen ruso Sabina Naftulowna Spielrein, que al ser tratada por los dos mencionados médicos padecía histeria, enfermedad que la impulsaba a excitarse sexualmente con el castigo físico hacia su persona. Los tres formaron un atípico triángulo emocional y profesional regido por la enfermedad psíquica, el sexo, el sadomasoquismo e incluso el amor por parte de algunos de los miembros.
No es ningún secreto el director de Scanners lleva años ofreciendo su talento a un tipo de cine dirigido a un público más amplio que el que venía realizando como autor desde que debutara en aquel ya lejano 1975 con esa rotunda ópera prima bífida y sexualizada titulada Vinieron Dentro de... (They Came From...). Esto que comento se puede ver claramente en sus dos obras inmediatamente anteriores a esta Un Método Peligroso que nos ocupa, Una Historia de Violencia (2005) y Promesas del Este (2007), pero realmente tendría su origen en la que para un servidor sigue siendo su obra maestra más destacada, Inseparables (Dead Ringers) que data del año 1988.
Desde que el film que relataba la vida de los hermanos beverly y Elliot Mantle supusiera su transición a la madurez autoral, el realizador de Rabia poco a poco fue cambiando su manera de abordar la enfermedad, en cualquiera de sus formas sigue siendo el eje central de toda su obra, permitiendo que la fisicidad, aquella que por medio de mutaciones sustentara las bases de la teoría de la Nueva Carne, cediera terreno a la psique. Aunque ya se podían ver apuntes notables de este cambio en la temprana Cromosoma 3 (The Brood) de 1979, la eclosión no tuvo lugar hasta que salió a la luz la cinta interpretada por un desdoblado Jeremy Irons.
Esta evolución en su discurso autoral también se dejó ver en el plano estilístico y tonal de sus producciones. El Almuerzo Desnudo y sobre todo M Butterfly mostraban a un Cronenberg más centrado en depurar sus encuadres y estructuras conceptuales a nivel narrativo, pero nunca dejándose llevar por el uso inncesario de la cámara o el esteticismo. Tras una vuelta efímera a sus antiguas inquietudes sobre mutación física con la no del todo acertada, pero encomiable, eXistenZ, por medio de la memorable Spider abordó por primera vez y de manera explícita teorías freaudianas, que anteriormente sólo había tratado de manera tangencial, ocupando en esa ocasión todo un metraje en el que se diseccionaba con pericia analítica una mente esquizofrénica.
Pero las ya mencionadas A History of Violence y Eastern Promises son la confirmación de que el estilo Cronenberg es tan sólido a día de hoy que puede adaptarse a producciones asentadas en el cine más o menos de género (el western contemporáneo la primera, los films de mafiosos la segunda) sin perder un ápice de su personalidad o esencia. A la vertiente de estas dos cintas se une A Dangerous Method, basada en la obra de teatro The Talking Cure del británico Christopher Hampton, autor de los libretos de los largometrajes que adaptaron las novelas Las Amistades Peligrosas o Atonement, que escribe el guión añadiendo algunos apuntes del libro A Most Dangerous Method de John Kerr.
Una vez más el director de Fast Company se embarca en un género en apariencia ajeno a su impronta y constantes autorales para vampirizarlo y convertirlo en una de sus criaturas, pero puede que en esta ocasión con algunas reservas al respecto. Tampoco era de extrañar que en esta evolución artística que estaba experimentando el canadiense desde hace tiempo tarde o temprano decidiera diseccionar de manera directa y concisa un tema como la mente y el psicoanálisis por medio de dos personajes tan relevantes en esta rama de la medicina como fueron Jung, Freud y en menor medida Spielren.
Un Método Peligroso vuelve a los terrenos formales y estilísticos de uno de los films menos conocidos de Cronenberg, pero que es referente ineludible para ella, la sutil y elegante M Butterfly. Magnífica adaptación a imágenes de la obra de teatro de David Henry Hwang inspirada en la maravillosa ópera Madame Butterfly compuesta por Giacommo Puccini. Pero en su interior late el doble corazón de los hermanos Mantle de la bermagniana Inseperables e incluso algo del concepto de la unión de sexo y autodestrucción de la inolvidable Crash, pero de manera más sutil, retomando así el autor caminos ya transitados por él mismo, aunque en un contexto nuevo y fertil. El del cine de época más o menos ortodoxo.
En realidad poco le importa a Cronenberg la localización espaciotemporal de su proyecto, aunque es reseñable que la historia esté situada poco antes de la Primera Guerra Mundial, él prefiere centrarse en las psicología de los personajes o las reacciones en el plano físico consiguientes y diseccionar las personalidades de sus criaturas por medio de sus parafilias sexuales (sintetizadas todas ellas en Otto Gross, el puntual pero importantísimo personaje interpretado por Vincent Cassel) o sus deseos, adentrándose en ocasiones incluso en terrenos emocionales inéditos para él, un autor que siempre ha antepuesto las afecciones físicas o mentales, como conceptos cinematográficos, a los sentimientos.
La deconstrucción y posterior evolución, ¿una vez más las mutaciones de la Nueva Carne aplicadas en un plano psíquico más que explicitadas físicamente o es que a Cronenberg ya no le interesa esta teoría creada por él mismo que defiende la unión entre hombre y máquina para dar un paso más en la escala evolutiva?, de una mente enferma y una mirada quirúrgica y nada (auto)complaciente hacia las complejidades, bondades y fallos del psicoanálisis como práctica terapéutica son los principales pilares en los que se sustenta un largometraje como Un Método Peligroso.
Aunque el punto de flaqueza más notorio (que no lo neguemos, es ínifmo, pero de notable curiosidad) es que el estilo puramente cronenbergiano se ve en cierta manera diluido en favor de una visión cinematográfica hasta cierto punto más convencional. Sí, la cinta tiene una construcción a lo Cronenberg 100% (formato panorámico, nunca superando las dos horas de metraje, ningún alarde innecesario con la cámara, puesta en escena aséptica, Howard Shore en la música y Peter Suschitky en la dirección de fotografía) e incluso el director sabe adaptar a su impronta constantes del Christopher Hampton escritor tales como pasiones, infidelidades o elegancia contenida. Pero este es posiblemente el film que o bien es el menos de autor de su carrera o el que constata un cambio gradual pero continuo, y en cierto sentido hasta preocupante, por parte del cineasta en lo que a su discurso se refiere, acercándose incluso a cierto academicismo algo molesto.
Esto queda patente, por poner un ejemplo, en la ausencia de escenas enfermizas o viscerales por parte del director de La Mosca, que hasta en los films en los que se centraba más en la psicología de sus personajes (Spider, Una Historia de Violencia, Promesas del Este) siempre marcaba a fuego en la retina del espectador algún pasaje que ejercía como puente de unión entre sus inicios más gráficos y directos desde el punto de vista de la enfermedad física, y los actuales, centrados en la psique perturbada de las criaturas que pueblan sus trabajos. Ciertamente las escenas de castigo físico entre Michael Fassbender y Keyra Knightley son las más puramente cronenbergianas a la hora de fusionar fondo y forma, pero en cierta manera dejan insatisfecho al seguidor del cineasta de Toronto.
A Dangerous Method es otro paso adelante dentro de la filmografía de David Cronenberg, aunque no se le puede considerar una de sus grandes obras. También se revela como la confirmación de que está en buena forma y evolucionando como autor cinematográfico de la misma manera que lo hacen muchas de las afecciones físicas o mentales que pueblan su universo. Pero también hace vislumbrar cierto sutil adocenamiento autoral que esperemos no vaya a más, ya que tal hecho supondría, dentro del panorama fílmico actual, encorsetar una voz que nunca debería ser domesticada, por su propio bien como creador y el nuestro como espectadores.