Título Original: Insidious (2010)
Director: James Wan
Guión: Leigh Whannell
Actores: Patrick Wilson, Rose Byrne, Ty Simpkins, Andrew Astor, Lin Shaye, Leigh Whannell, Angus Sampson, Barbara Hersey,
En el año 2004 el director australiano de origen malasio, James Wan, encontró el éxito cuando decidió pasar a largo un cortometraje realizado por él llamado Saw. La cinta supuso un interesante thriller tenso como un cable de acero sobre dos hombres encerrados en una habitación que deben acabar el uno con el otro para salir vivos de tan extrema situación. Tras ella llegó una interminable y prefabricada saga que desde su segunda entrega ya denotaba vagancia y escasa imaginación, por su abuso del subrayado, el efectismo en la dirección y el montaje o el uso de un mensaje tan ultraconservador como pueril.
James Wan fue un tipo listo y tras la primera cinta sólo ejerció de productor, embolsándose un buen dineral por cada entrega. Más tarde coqueteó con el thriller de venganza a lo Charles Bronson con Sentencia de Muerte, pero también llamó la atención con una fallida, pero notablemente interesante, cinta llamada Deadly Silence, un producto adherido al género de terror pero en las antípodas de la primera Saw. Se trataba de una obra rematada con cierto aplomo, con un sentido del suspense y el horror de tono ochentero haciendo presagiar que el cineasta australiano iba por el buen camino. Tras ver Insidious no me cabe duda que James Wan ha dado por fin en de lleno en la diana, sorprendiendo a propios y extraños con su último propuesta creada en asociación con la productora Blumhouse.
Insidious consigue un logro que el 95% de las películas de terror actuales no llega ni a vislumbrar y no es nada más y nada menos que transmitir miedo al espectador. No hablamos de asustarnos de manera mayúscula al visionar un plano o secuencia, pero sí de experimentar una considerable inquietud cuando ciertos pasajes del largometraje desfilan por delante de la pantalla de manera acertada, y por suerte, contra todo pronóstico, no son pocos en cantidad y calidad. Algunos de ellos tan sencillos como perfectamente rematados gracias al saber hacer de su máximo responsables detrás de las cámaras.
Desde el prólogo, que ya muestra la primera imagen capaz de llamar sustancialmente la atención, vemos una puesta en escena calmada, atmosférica, clásica y sosegada, llena de elegantes y tenebrosos travellings por las habitaciones del inmueble en el que viven los protagonistas, remitiéndonos todo desde a The Haunting de Robert Wise a La Leyenda de la Casa del Infierno de John Hough. Porque con Insidious, Wan nos va a contar, o eso parece al principio, la típica y tópica historia de casa encantada con espíritus que aterrorizan a familia recién llegada. Pero lo inusual es que haciendo un uso inteligente de todas las constantes y caminos mil veces transitados dentro de este tipo de celuliode, nos regala una muy buena película facturada con una pericia fuera de toda duda.
Con su última cinta James Wan ha llegado a la acertada conclusión de que menos es más, máxima con la otros autores han llegado a diseñar muestras capitales del género. Siendo inteligente al no hacer un uso estúpido y abusivo del sonido para asustar al público, aunque en momentos muy puntuales caiga en la tentación. Confirmando que los movimientos alocados de cámara y el montaje sincopado no dejan respirar a los encuadres y que permitir fluir a una toma puede asustar más al espectador que sólo vislumbra una sombra que mostrándole en primer plano la cara de la criatura o monstruo que acecha a los personajes protagonistas.
Insidious también acierta en otro apartado muy importante. No fuerza ni malogra sus referencias fílmicas y las deja tomar forma de manera subliminal y orgánica. Es más, la cinta bien podría ser sin problemas una actualización, aunque menos amable, de Poltergeist el largometraje producido por Steven Spielberg y dirigido por Tobe Hooper, ya que la estructura argumental, el desarrollo de la trama y algunos apuntes (un hijo de la familia cómo víctima, una criatura extraterrenal que lo acecha, la peculiar medium, los parapsicólogos que son la sutil y nada chirriante aportación cómica al producto) son parecidos a los de aquel memorable trabajo de 1982.
También hay cierto regusto en el film por rememorar El Exorcista (un tenebroso ático, el aspecto casi tribal de la criatura) de William Friedkin o de traernos a la mente La Semilla del Diablo (el estrecho pasillo de saturado color rojo y lleno de candelabros) de Roman Polanski e incluso se puede ver en la puesta en escena remalazos del Mario Bava de la inolvidable Las Tres Caras del Miedo. Eso por no mencionar la presencia de Barbara Hersey como secundaria, que es una referencia clara a otra magnífica obra de corte parecido a Insidious, la memorable El Ente de Sidney J. Furie . Pero como ya he comentado, todo tiene sentido, nada está forzado ni metido con calzador, Wan y su guionista no dudan en homenajear, pero siempre están pendientes de dar a su producto solidez y profesionalidad en el plano cinematográfico.
Hay momentos muy logrados en Insidious. Escenas que se quedan grabadas en la retina y algunas de ellas hasta un servidor, curtido en mil batallas, las ha recibido con una sonrisa nerviosa. En la mayoría de estos pasajes no se vislumbra apenas nada o más bien poco. Un dibujo en un papel, un niño de espaldas a una pared, una sombra en una habitación, un reloj al fondo de un pasillo, una figura oscura junto a una cama. Con ellas siempre se insinúa, pero acertando de lleno a la hora de asustar al respetable. Wan hace que lo mundano y hogareño torne de manera hasta naturalista en segmentos que dejan al espectador bastante sorprendido e incluso agradecido por pasar un mal rato.
Es cierto que en la recta final el cineasta pierde un poco el norte y muestra más de lo que debería, pero el daño ya está hecho. A esas alturas el espectador ha disfrutado soberanamente con una historia interesante y trabajada con inteligencia. Una cinta de terror que para colmo sirve como perfecto ejemplo alegórico de la desestructuración de una familia cuando uno de los miembros de la misma cae en desgracia. Esta vuelta a los orígenes devuelve las esperanzas a un servidor con respecto al género del terror sobrenatural, que aunque antaño ofreció grandes obras, a mí casi siempre me ha atraído menos que el terrenal, el que nace de la maldad que hacemos los hombres.