Director: Quentin Tarantino (1994)
Guión: Quentin Tarantino & Roger Avary
Actores: John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Harvey Keitel, Tim Roth, Amanda Plummer, Maria de Medeiros, Ving Rhames, Eric Stoltz, Rosanna Arquette, Christopher Walken, Bruce Willis
Llegaron los años 90 y con su segunda película Quentin Tarantino puso patas arriba el cine americano de la época. Ya con su soberbia ópera prima, Reservoir Dogs, el director de Malditos Bastardos se hizo con un importante hueco en el cine independiente de por aquel entonces al que insufló savia nueva con una realización impropia de un novato, diálogos geniales, narración virtuosa y una soberbia dirección de actores.
Pero con su segunda obra pasó de ser una gran promesa a un director de primera, capaz de codearse con maestros consagrados como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Brian de Palma. Pulp Fiction supuso un proyecto mucho más ambicioso que Reservoir Dogs, más grande a todos los niveles, con un reparto que incluso superaba al de su ópera prima y el respaldo de los hermanos Weinstein en la producción. El resultado fue una recaudación de más de 100 millones de dolares en Estados Unidos y otros cuantos en el resto del mundo.
Pulp Fiction es en esencia un homenaje a la literatura de segunda fila, la que fue forjada por relatos cortos de corte policiaco, pero algo alejados del clasicismo de autores como Dashiell Hammett o James M. Cain. Las influencias escritas del director de Knoxville eran más barriobajeras, más bastardas. Aunque su más claro referente sería el escritor americano Elmore Leonard, autor de la novela Rum Punch, que posteriormente adaptaría el mismo Tarantino en la infravalorada Jackie Brown.
Porque si hay algo de lo que se nutre Tarantino es de celuloide puro y duro. El director de Death Proof es conocido por ser una enciclopedia cinematográfica andante, vive por y para el cine y como es lógico su obra está repleta de multireferencias a todo tipo de cintas de distintos géneros. Si en Reservoir Dogs se daban cita en poco más de 90 minutos Same Peckinpah, John Woo, Sergio Leone, John Cassavetes e incluso maestros europeos como Jean Luc Godard o François Truffaut, Pulp Fiction es la fusión de Martin Scorsese y Brian de Palma, pero hay ecos también de Takeshi Kitano, el cine de los Shaw Brothers y sobre todo el exploit americano de los años 70.
Pero que nadie se lleve a engaño, que Tarantino construya todos sus films sobre las miles de influencias que los distintos tipos de géneros y directores han dejado huella en su impronta no significa que plagie, sino que homenajea, pasa por su filtro y en ocasiones supera al autor o la obra que ha tomado como referencia, Esto principalmente se le puede agradecer a el hecho de que es uno de los mejores guionistas de la historia del 7º arte. El estilo de construcción narrativa de Pulp Fiction, que ya se dejó ver en Reservoir Dogs, pero de manera más solapada, fue rompedor para la época, aunque ciertamente no era la primera vez que se utlizaba.
Tarantino y Roger Avary (démosle su crédito al entrañable canadiense, gran conductor y autor de la cachondísima Las Reglas del Juego) nos cuentan tres historias individuales unidas por algunos de sus personajes, aunque lo hacen con un medido y calculado hasta el milímetro, desorden de la narración lineal que abandona radicalmente la ley de causa/efecto, de aquí tomarían buena nota Alejandro González Iñárritu, Gaspar Noé y Christopher Nolan como se pudo ver años después en Amores Perros, Irreversible y Memento, acentuando no sólo la indispensable y necesaria implicación del espectador con el film, sino también potenciando argumentalmente la base escrita del relato y todos sus hallazgos, que no son pocos, entre ellos unos diálogos que hacían de conversaciones sobre temas cotidianos, casi banales, genialidades conversadas con las que los actores se lucían indudablemente.
Otro de los campos en los que el autor de Kill Bill es un genio es en la dirección de actores. Como ya mencioné en la crítica de Malditos Bastardos el amigo Quentin sabe sacar lo mejor de todos los intérpretes que trabajan con él, sin importar si son genios o pardillos. Porque está claro que John Travolta (le debe la vida este hombre a Tarantino) y Samuel L. Jackson nunca han estado mejor que cuando han dado vida a Vincent Vega y Jules Winnfield, que Bruce Willis hace aquí, como Butch Coolidge, uno de los dos personajes más completos de su carrera, el otro es el James Cole de 12 Monos, que Christopher Walken está enorme con su monólogo sobre el reloj de pulsera, que Uma Thurman en manos de Tarantino es una actriz excelente o que Harvey Keitel nos enseñó que el señor Lobo podía aunar, elegancia, eficacia y mala hostia por igual.
Por último hablar de uno de los temas que más gracia me ha hecho siempre a la hora de atacar una cinta como Pulp Fiction, su "desproporcionado uso de la violencia". Sólo puedo decir un par de cosas, la primera es que el uso de la misma está totalmente justificado en el film porque dichas secuencias están directamente unidas al coherente desarrollo de la trama, a la escena del coche con Vincent, Jules y Marvin, por poner un ejemplo, me remito y por otro lado, no sé a que vino tanta polémica con respecto a que una pelicula tan cruda ganara una (del todo merecida) palma de oro de Cannes, ya que 4 años antes Martin Scorsese estrenó esa obra maestra titulada Uno de los Nuestros, cinta mucho más dura y violenta que la que nos ocupa, que recibió premios en cientos de festivales y de la que nadie se quejó.
Desde Pulp Fiction Tarantino ha seguido haciendo gran cine, pero nunca ha estado tan inspirado, es más, después de Jackie Brown dio a su personajes un matiz más caricaturesco, siguen siendo carismáticos y entrañables, sí, pero no tan reconocibles y cercanos como los de sus tres primeros films. Personalmente me quedo con Reservoir Dogs, mi obra favorita de Tarantino con la que guardo una especial relación que no tengo con ninguna de sus otras cintas, pero Pulp Fiction es una incuestionable obra maestra. Supuso una inyección de adrenalina en pleno pecho para el anquilosado y aburrido cine americano de los años 90, abrió un camino que seguirían muchos, unos con más acierto que otros y se mostró como un revulsivo que removería los cimientos del buen cine, el que no envejece, el que mejora con cada revisionado, el de un genio deslenguado que me enseñó que esto del 7º arte era mucho más que pasar el rato delante de una pantalla y que el mejor cine está escondido en la parte baja de la estantería más recóndita de los, por desgracia, casi extintos videoclubs.