Título Original Las Brujas de Zugarramurdi (2013)
Director Álex de la Iglesia
Guión Jorge Guerricaechevarria y Álex de la Iglesia
Actores Hugo Silva, Mario Casas, Carmen Maura, Terele Pávez, Pepón Nieto, Secun de la Rosa, Jaime Ordoñez, Carolina Bang, Santiago Segura, Carlos Areces, Gabriel Delgado, Macarena Gómez, María Barranco, Javier Botet, Manuel Tallafé
Tras la brutal y muy personal Balada Triste de Trompeta y la decepcionante y monótona La Chispa de la Vida el bilbaino Álex de la Iglesia vuelve a las carteleras españolas con esta Las Brujas de Zugarramurdi que se estrenó el pasado viernes en nuestras pantallas. De ella se ha comentado ya de todo. Que si se recupera al mejor De la Iglesia desde La Comunidad, que si su final empaña el resto del metraje previo o que es una pieza bastante excesiva. Sin parecerme tan redonda como la mencionada cinta protagonizada por Carlos Areces y Antonio de la Torre la última obra del director de Crimen Ferpecto resulta un magnífico festival de cine bruto y divertido que se encuentra entre las piezas más recomendables del celuloide español de este 2013.
Un grupo de atracadores disfrazados asaltan una tienda de Compro Oro en plena Plaza del Sol. Uno de ellos va acompañado de su hijo pequeño con el que piensa fugarse a Francia después del golpe con el que consiguen sustraer una enorme cantidad de anillos de oro. Cuando los ladrones logran escapar con éxito de la policía, secuestrando un taxi, deciden huir y cruzar la frontera. Pero todos los planes de los criminales ocasionales se irán al traste cuando decidan hacer una parada en la localidad navarra de Zugarramurdi, famosa gracias a le leyenda que cuenta cómo un grupo de brujas de la zona fueron sacrificadas en la hoguera por la Santa Inquisición durante 1610.
Las Brujas de Zugarramurdi es un freakshow 100% De la Iglesia, con la mayoría de sus aciertos como narrador y alguno de sus fallos. Una comedia de terror llena de acción cruda, humor grotesco y todas las señas de identidad estilísticas y conceptuales del director de Los Crímenes de Oxford que en su sólido y potente arranque con el atraco nos trae a la mente la ya lejana e inigualable El Día de la Bestia. Las pintas de los protagonistas, la presencia de la fanática religiosa, el cameo del actor Javier Manrique, que era el que repartía panfletos a la llegada del padre Berriatua a Madrid, o el tiroteo en el que se ven implicados Bob Esponja o el Hombre Invisible y en el que hasta el hijo del personaje de Hugo Silva acaba disparando a diestro y siniestro nos recuerdan al mejor Álex de la Iglesia, el de aquella impagable Comedia de Acción Satánica.
Después De la Iglesia incluye una escena en el taxi con la que perfila la personalidad de los personajes principales, los masculinos en este caso, y que sirve como puente para llegar a Zugarramurdi así como para el giro que el proyecto realiza cuando alcanzan el municipio navarro que da título a la película. Allí la atmósfera enrarecida y amenazante de localidad aislada, esas cintas en VHS con grabaciones sobre la caída del Muro de Berlín o los programas de variedades de José Luis Moreno que ponen en la televisión del bar, el director bilbaíno comienza a poner las cartas sobre la mesa y a desplegar el tono que va a destilar la cinta desde la llegada a la taberna de Maritxu hasta lo que será el final del largometraje propiamente dicho.
Porque uno de los mayores aciertos del último proyecto de Álex de la Iglesia es el juego que se marca con todo lo referido a la historia y el folclore relacionado con la brujería en Euskadi, dejándose notar esos años en la Universidad de Deusto en los que el director devoró todo tipo de información sobre dicha temática y que tiene su culmen en un clímax en el que el aquelarre prepara el ritual de "el elegido" con la canción popular infantil Baga, Biga, Higa siendo interpretada por la personalísima voz de Mikel Laboa y la presencia de personajes mitológicos vascos como los Ttuntturros o los Ziripot. Pasaje que se revela como el mejor momento del largometraje y uno de los más potentes y atmosféricos salidos de la filmografía del autor de Muertos de Risa o Perdita Durango.
Pero la visión de De la Iglesia desde el prólogo o los magníficos títulos de crédito, mis primeras risas tuvieron lugar en los mismos con lo de Ángela Merkel y Margaret Tatcher, es irónica, socarrona y muy deudora del humor que siempre ha destilado su cine, unas veces con más acierto que otras, pero en líneas generales muy notable. Diálogos ágiles, críticas a las fuerzas de la ley y la sanidad, referencias cinéfilas, de La Matanza de Texas de Tobe Hooper hasta Vacas de Julio Medem, y a la cultura pop, el crío disfrutando de la persecución en coche porque le recuerda al Grand Theft Auto: San Andreas, o la inclusión de ese señor que quiere ir a Badajoz interpretado por el habitual de la casa Manuel Tallafé, para un servidor es el mayor acierto, en el plano humorístico, de toda la película.
Y es que aquí está el Álex de la Iglesia que todos conocemos y admiramos, aunque también tiene sus detractores, no iba a ser menos. El excesivo, el visualmente impactante, el grandguiñolesco, el amante del esperpento tan propio de aquí, el personalísimo autor que siempre pone la nota de originalidad en la cartelera del cine español. Personajes caricaturescos que nunca dejan de ser cercanos, una puesta en escena atronadora con escenas de acción magníficamente rodadas, un frenetismo desatado y un reparto que hace un, en líneas generales, notable trabajo bajo su batuta ofreciendo momentos remarcables, sórdidos, irónicos e impactantes sobre todo gracias a su inconfundible look visual marca de la casa.
Dentro del reparto femenino poco voy a decir de lo inmensas que están Carmen Maura, (el alma de la película, indudablemente) y una grandiosa Terele Pávez (de cajón que hiciera de bruja, si fue una Celestina soberbia en cine y teatro) o una breve María Barranco a la que se le debería de haber dado más metraje, incluso Macarena Gómez está muy divertida con esa cara de atractiva maldad que la naturaleza le ha dado. En cambio Carolina Bang por mucho que se esfuerza con un papel que De la Iglesia ha hecho a su medida la pobre chica no convence demasiado, aun así se le agradece la entrega. Por supuesto me veo en la necesidad de incluir entre las "actrices" a unos Cárlos Areces y Santiago Segura inolvidables como las dos señoras antropófagas que se unen al aquelarre y funcionando como pareja bastante mejor que la otra que paso a comentar a continuación.
Entre los hombres está muy resuelto Hugo Silva, demostrando carisma y solvencia, Mario Casas hace bien de bonachón tontorrón y despistado (su papel no deja de ser una parodia de los chulos que ha tenido que interpretar a lo largo de su carrera ¡y no se quita la camiseta en toda la película!) pero ha estado mejor en Carne de Neón o Grupo 7 y el pequeño Gabriel Delgado es jodidamente entrañable, aunque a veces no se entienda lo que dice. Pero la revelación son Jaime Órdoñez, que por fin explota en todo su esplendor esa vis cómica que se vislumbraba en sus breves apariciones en Aquí No Hay Quien Viva y Javier Botet, actor de peculiarísimo físico, el de la Niña Medeiros ni más ni menos, que brilla como Luismi. De los habituales de la casa impagable Enrique Villén con ese remedo del Igor, estrabismo incluido de serie, de El Jovencito Frankensetein de Mel Brooks y el ya mencionado Manuel Tallafé. En cambio el dúo de policías al que dan vida Pepón Nieto y Secun de la Rosa, a estos me refería en el párrafo anterior, no me acaba de convencer y eso que los intérpretes hacen bien su trabajo.
Pero Las Brujas de Zugarramurdi tiene el mismo fallo que Balada Triste de Trompeta, su excesiva entrega al caos y lo descontrolado. Un servidor pensaba que el regreso del habitual colaborador de De la Iglesia en los guiones, Jorge Guerricaechevarria, conseguiría atar en corto al director para que no se desbocara demasiado con la narración, pero no es así del todo. Desde la llegada Zugarramurdi la cinta se desata narrativamente, no tanto como para desestructurar la solidez del libreto, los autores de Acción Mutante o La Comunidad son perros viejos en esto, pero sí lo suficiente como para que se alternen momentos innecesariamente alargados (las persecuciones por la mansión, la ineficaz pelea aérea a lo Matrix entre madre e hija) con otros sobresalientes (esa Venus de Willendorf deudora del Peter Jackson de Brainded o el ritual que la precede) haciendo que el viaje finalmente valga la pena, aunque ese final ¿buenrollista? hubiera sido rematado, acertadamente, con más mala baba por el De la Iglesia de épocas pretéritas. Aunque es comprensible que el cineasta le coja cariño a sus criaturas.
La última obra cinematográfica de Álex de la Iglesia merece la pena. Es un trabajo solvente, divertido, personal y anárquico en el buen sentido de la palabra. El bilbaíno no profundiza en el machismo y tampoco el feminismo, sólo retrata a los dos géneros con sus virtudes y defectos y se ríe y hace mofa de las guerras de sexos, la peculiar discusión de "novios" entre Silva y Bang así lo atestigua, situando su historia en un contexto que conoce bien, sus raíces son de allí, pero hiperbolizándolo hasta llegar a la sátira. Nos encontramos con una pieza memorable, sobrecargada, carismática, imperfecta o lo que es lo mismo, con un microcosmos entre barroco y gótico de lo que es a día de hoy el universo de su autor y la película más puramente vasca de este desde sus dos inolvidables primeros largometrajes.