Título Original Dracula 3D (2012)
Director Dario Argento
Guión Enrique Cerezo, Stefano Piani, Antonio Tentori y Dario Argento basado en la novela de Bram Stoker
Actores Rutger Hauer, Thomas Kretschmann, Asia Argento, Marta Gastini, Unax Ugalde, Félix Gómez, Miriam Giovanelli, Maria Cristina Heller, Giuseppe Lo Console
Creo que a estas alturas a ningún fan de Dario Argento se le escapa que el cineasta italiano está en franca decadencia. En la década pasad nos regaló productos como El Jugador (Il Cartaio), La Madre del Mal (La Terza Madre) o Giallo, que se movían entre lo mediocre y lo penoso. Pero es que antes de su última película destacable Insomnio (Non Ho Sonno) también había ultrajado en los 90 estupideces como El Fantasma de la Ópera o La sindrome di Stendhal. En resumidas cuentas el alumno aventajado del gran Mario Bava, uno de los estandartes del cine de terror europeo de los 70 y 80 y uno de los principales impulsores del subgénero giallo está practicamente acabado en la actualidad. Pero su última producción merece una nota aparte por aberrante.
No hay una motivo oficial que confirme el motivo por el que el director de El Pájaro de las Plumas de Cristal o Suspiria se embarcó en este proyecto. Un servidor ha leído por ahí que no le gustó la versión de Francis Ford Coppola porque era infiel con respecto al libro, pero es que cuando el espectador ve su Drácula 3D no puede creerse esa teoría, porque lo que en el director de El Padrino era infidelidad en la obra que nos ocupa es directamente blasfemia, por no decir que aquella era una obra maestra y esta no sé como definirla. También se habla de que Enrique Cerezo (importante productor de cine español y actual presidente del equipo de fútbol Atlético de Madrid) fue el impulsor de la producción, de ahí que, por primera vez, haya metido mano también en la escritura del guión junto a Argento y sus colaboradores Stefano Piani y Antonio Tentori.
Realmente desconozco si a Argento le habían sometido a una operación de miopía poco antes de empezar a rodar y aún estaba con los ojos vendados durante la producción del film o si Enrique Cerezo lo coaccionó para realizar la película debido a que posee escondidas bajo llave algunas fotos del romano en situaciones sexuales comprometidas. Lo único que sé a ciencia cierta es que nos encontramos no sólo con una de las peores adaptaciones que se han hecho de la novela de Bram Stoker, una de las cintas más terribles sobre vampirismo jamás vistas y sin lugar a dudas el engendro más horrendo salido de la mano del director de Rojo Oscuro. Drácula 3D es un insulto a los no muertos, al autor de la novela en la que se inspira, a la descendencia de este, al cine y a la vida en general.
Jonathan Harker (Unax Ugalde) es un bibliotecarío ¿? inglés que es contratado para ir a trabajar para el Conde Drácula (Thomas Kretschmann) en la zona de Borgo Pass localizada en Transilvania donde su misión será ordenar la inmensa colección de libros del noble ¿¿??. Allí descubrirá que su nuevo jefe es un vampiro, un ser inmortal de ultratumba que lo tomará como prisionero en su castillo y que se obsesionará con la esposa de su invitado, Mina Harker (Marta Gastini), que en breve llegará a Passo Borgo para unirse con Jonathan en el castillo del Conde ¿¿¿???. Drácula irá eliminando uno a uno a sus enemigos pero la llegada del profesor Abraham Van Helsing (Rutger Hauer) conocedor de la existencia de los vampiros echará por tierra sus planes.
Una mierda, Drácula 3D no merece otro apelativo que ese, una enorme hez fecal. No me valen las típicas excusas del sabor a serie B, a teatro y ese homenaje a la Hammer Films del que habla Argento para justificar este aborto con incisivos. La productora inglesa realizaba productos modestos pero de una artesanía intachable (sobre todo en su época dorada) con actores carismáticos y arrebatos de violencia impropia para la época, eran romances góticos en technicolor rompedores y salvajes. En cambio la última obra de Dario Argento es una obra totalmente aberrante, un insulto a la inteligencia de un espectador que no da crédito a lo que está viendo en la pantalla porque no dejan de ser secuencias a cual más vergonzosa y peor rematada.
Por mucho que sea una coproducción entre Italia y España rodara en 35 mm y en formato estroboscópico para que el 3D quede mejor en pantalla nos encontramos con una cinta que parece haber sido realizada en una villa de mala muerte con un castillo que por fuera parece el Alcázar de Toledo y por dentro una tasca con un par de habitaciones, un salón y dos tramos de escaleras contados. La iluminación quema las retinas porque tiene saturados los rojos y verdes de día y por la noche las ecasísimas localizaciones y los decorados de cartón piedra carecen totalmente de veracidad e impiden profundidad de campo alguna o el manejo adecuado de la cámara para realizar tomas interesantes o con cierta resolución formal.
Porque jamás se ha visto a un Dario Argento tan apático, impersonal y ridículo en la dirección cinematográfica como en Drácula 3D. El director de El Gato de las 9 Colas ha sido un autor que siempre ha preferido anteponer forma al fondo y por ello su puesta en escena ha estado normalmente a la altura, incluso en al actualidad cuando su manera de hacer cine ha quedado bastante anticuada. Pero lo de esta obra es innombrable, planos taciturnos, estáticos, carencia casi total de movimientos de cámara, un tono desganado, pueril y un abuso de unos efectos digitales de vergüenza ajena que hacen que el largometraje se emparente más que a otras adaptaciones de la novela de Stoker (las de Terence Fisher, John Badhman, el ya mencionado Coppola) a las intros de los videojuegos en formato de aventura gráfica protagonizados por el famoso conde (Drácula: El Último Santuario, Drácula: La Senda del Dragón) durante la década pasada y a los que un servidor admite ser adicto. Ni siquiera su talento para las escenas de asesinatos se vislumbra en el film, ya que las muertes se mueven entre lo mimético y lo sonrojante.
Porque a mí personalmente lo que más me duele al enfrentarme a un detritus fílmico como el que nos ocupa (aparte de haber sido durante mucho tiempo seguidor de la obra de Dario Argento) es que soy un profundo admirador de la mitología oculta detrás del Drácula de Stoker (la vida de Vlad Tepes también me interesa mucho, pero en el plano histórico). He leído libros y cómics, he visto documentales o muchas versiones cinematográficas y esto no tiene nombre lo mires por donde lo mires. Lo peor de todo es que parece que sus creadores se la tomaron totalmente en serio, pero es ver la ambientación, la fotografía, y sobre todo las interpretaciones de los actores que incitan tanto al llanto como a la carcajada y el espectador no puede creérselo.
Porque el casting se nota que no tenía ni idea de qué cojones hacía ahí y está completamente perdido, sobreactuado y penoso. Habría que someter a incontables torturas a Unax Ugalde (papel que en principio debía interpretar Miguel Ángel Silvestre, pero el amigo debió verle las orejas al lobo y huyó como alma que lleva el diablo y con razón) como Jonathan Harker (y eso que el actor vasco ha demostrado su talento en más de una ocasión) una Asia Argento sencillamente terrible que tiene dos modalides al dar vida a Lucy ¿Killsinger? (cuando debería ser Westenra, problemas con los derechos supongo) yonqui lívida y vampiro con cara desencajada que entrecierra un sólo ojo. Luego tenemos a un Rutger Hauer que aparece como protagonista en los créditos pero que tiene quince minutos contados en pantalla en los que se mueve como un saco de patatas recitando los diálogos con un aburrimiento que lo va devorando poco a poco.
Pero tenemos a dos actores que vamos a salvar de la quema, pero no precisamente porque hagan una buena labor interpretativa (y eso que no son malos en su trabajo) sino por su ímpetu y dedicación, la primera por su deshinibida entrega y el segundo por intentar hasta lo innombrable creerse un papel que ya desde el papel no había por donde cogerlo. Mi adorada Miriam Giovanelli, actriz española de origen italiano, interpreta una (de las tres que debería haber, pero la crisis aprieta hasta en Transilvania y la posada que el conde tiene por castillo no iba a ser menos) novia de Drácula que se pasa casi todo el metraje desnuda y provocando al ¿pobre? Jonathan Harker. La actriz de Gli Sfiorati desde el minuto cinco más o menos nos deleita con su apetecible anatomía convirtiendo la cinta en ocasiones en un remake de El Liguero Mágico de el impagable Andrés Pajares.
En segundo lugar tenemos al alemán Thomas Kretschmann (El Pianista, Stalingrado, El Hundimiento) actor que ha hecho tantas veces de nazi que cuando lo vemos sin uniforme de las SS no extrañamos. Este buen hombre que hizo previamente un ridículo mayúsculo a las órdenes de Argento dando vida a un psicópata de baratillo en La sindrome di Stendhal ha venido a por más intentando interpretar a Vlad el Empalador en clave vampírica. El amigo pone todo su esfuerzo y profunda voz para dar algo de seriedad al rol, el suyo es el trabajo más aceptable (que no creible) de la cinta pero de su boca salen tantas estupideces, su lenguaje corporal es tan horrendo y esos movimientos a velocidad supersónica tan crepúsculeros son tan ridículos que no podemos huir de la carcajada continua cada vez que está en pantalla.
Porque eso es lo único bueno que tiene Drácula 3D, el espectador se ríe mucho viéndola. Hay momentos de puro delirio como Drácula decapitando cabezas de plástico o utilizando la fuerza jedi para mandar a Tania, el personaje de Miriam Giovanelli (desnudo, of course), al otro lado de la habitación, un Van Helsing achacoso estampando un candil en la cabeza de Mina mientras esta arde entre llamas digitales (el efecto más trabajado del film y eso que es bastante malo), unas pelucas que dan más miedo que cualquiera de los vampiros que salen a lo largo del metraje, Renfield en modo pagafantas retorciéndose en el suelo en posición fetal porque han matado a su señora o un sacerdote que parece un sosías del ínclito Torbe que hace de Sancho Panza (sin venir a cuanto) del célebre profesor alemán que quiere matar al protagonista.
Pero ya el despiporre de la velada, los momentos que más incitan al descojone son los de las múltiples transformaciones del conde, que como cuenta la leyenda puede tomar la forma de todo tipo de animales e insectos. Para enfatizar la omnipresencia del protagonista a lo largo de todo el metraje Argento por medio del uso de sus terribles efectos digitales en 3D hace que Drácula siempre esté presente en forma de lobos, moscas (genial el momento en el que un enjambre de estas toman la forma del personaje y las últimas que le quedan en la cara se le introducen en el rostro de manera cutre) ratas o escarabajos. Pero la cumbre de esta vertiente, de la película y posiblemente del cine trash del siglo XXI llega cuando nuestro querido protagonista se convierte en una enorme e indescriptible mantis religiosa de color verde fosforescente. Verlo para creerlo.
Drácula 3D es el último clavo en el ataúd (nunca mejor dicho) de un director que, como ya he mencionado en varias ocasiones en esta casa, me ha regalado grandes momentos de ocio gracias a muchas de sus obras cinematográficas pretéritas. Pero hoy es un señor mayor, anticuado, anclado en una época en la que el cine era muy diferente y que con esta obra ha tocado fondo. Su versión de la novela de Bram Stoker se pasa por el forro prácticamente todo lo planteado por el escritor irlandés ya que es una película insultante, terrible que no merece ni existir. aunque el horrendo trailer y que el mismo Argento hay dado pocas entrevistas para promocionar el proyecto ya apuntaban a que el desastre era un hecho. Pero luego uno lee en Wikipedia que en Italia fue declarada "película de interés cultural nacional" y ya pierde la fe en el cine, en la decencia y en el sentido común. Pero bueno, podría ser peor, porque el final de la película apesta a secuela a kilómetros y eso ya no habría cuerpo, vivo o no muerto, que lo aguantara.