domingo, 31 de octubre de 2021

Transgresión Continua Express 2021 - Septiembre

Dune (Denis Villeneuve, 2021) - Denis Villeneuve acomete la títanica tarea de destilar la prosa de Frank Herbert para hacerla accesible al gran público. El resultado es una space opera epatante en lo audiovisual y de un insobornable clasicismo narrativo.


Reminiscencia (Lisa Joy, 2021) - Indigesta, arrítmica, previsible y redundante mezcolanza en la que tienen cabida Philip K. Dick, Christopher Nolan, Alex Proyas o Kathryn Bigelow. Un neo-noir distópico de diálogos pomposos y sobreexposición de vergüenza ajena.


Snake Eyes (Robert Schwentke, 2021) - Aunque destaca por sus espectaculares secuencias de acción, un guion tan plano como desapasionado y la nula personalidad del conjunto alumbran una película de artes marciales genérica con poco que ver con la franquicia a la que pertenece.


No Respires 2 (Rodo Sayagues, 2021) - Perdido el factor sorpresa de la primera entrega lo que queda es una rudimentaria secuela entregada a la violencia explícita y el golpe de efecto. A destacar el maniqueo y sonrojante blanqueamiento del protagonista, un magnífico Stephen Lang.


The Voyeurs (Michael Mohan, 2021) - La Ventana Indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) en clave de juguetón thriller erótico que homenajea muestras noventeras del subgénero como Proposición Indecente o Sliver (Acosada). A destacar Sydney Sweeney o Justice Smith y para olvidar el disparatado desenlace.


Pasajero Oculto (Roseanne Liang, 2020) - Claustrofóbico y adrenalítico homenaje a The Twilight Zone de impresionante factura técnica, a pesar de su humildad formal. Enorme labor física e interpretativa de Chloë Grace Moretz.


The Dark and the Wicked (Bryan Bertino, 2020) - A pesar del buen trabajo actoral y su estimable apartado técnico, esta muestra de terror rural no configura secuencias lo suficientemente efectivas para captar la total atención del espectador.


Possessor (Brandon Cronenberg, 2020) - En un punto en el que convergen Scanners y eXistenZ, Brandon Cronenberg recoge el testigo de su padre para construir una propuesta estimable por su radical rupturismo, pero incapaz de encontrar su propio equilibrio conceptual y narrativo.


Maixabel (Icíar Bollaín, 2021) - Icíar Bollaín se reafirma como una de nuestras mejores cineastas con Maixabel, emocionante historia de perdón y conciliación, basada en hechos reales, en la que brillan los diálogos y un enorme reparto encabezado por Blanca Portillo y Luis Tosar.



Misa de Medianoche (Mike Flanagan, 2021) - El terror como reflexión sobre el fanatismo religioso, la culpa y la fe. Mike Flanagan sublima su discurso autoral con una puesta en escena brillante y una impecable galería de personajes que parecieran escritos por el mejor Stephen King.


M.O.D.O.K (Eric Towner, Alex Kramer, 2021) - El villano de Marvel Comics y todo su microcosmos en clave de sitcom familiar para adultos rodada en stop motion. Aunque divertida y con personajes entrañables, podía haber dado mucho más de sí. No apta para puristas del personaje.


La Casa De Papel: Parte 5 Volumen 1 (Álex Pina, 2021) - El primer volumen de La Casa de Papel Parte 5 es un trallazo de adrenalina de ritmo endiablado que no permite al espectador reparar en sus perdonables errores. Apoteósico clímax final con homenaje a Luc Besson.



Maligno



Título Original Malignant (2021)
Director James Wan
Guion Ingrid Bisu, Akela Cooper, James Wan
Reparto Annabelle Wallis, George Young, Maddie Hasson, Jake Abel, Jacqueline McKenzie, Michole Briana White, Paul Mabon, Ingrid Bisu



Sí, sabemos que han pasado casi dos meses desde su estreno, pero en Transgresión Continua estábamos buscando cualquier excusa para hablar de Maligno, la última y controvertida película como director del cineasta James Wan, y la festividad de Halloween es la perfecta para hacerlo. A estas alturas ya sabemos que el largometraje pinchó en taquilla, como casi todos los recientes estrenos simultáneos en cines y HBO Max de Warner Bros, y que tanto la crítica como el público se dividieron visceralmente a la hora de valorarla, pero nosotros queremos aprovechar esta entrada para cantar las alabanzas de una pieza que, no nos cabe la menor duda, ostentará dentro de no mucho tiempo el título de obra de culto dentro su género. No veíamos al director australiano de origen malasio ponerse detrás de las cámaras en una película de terror desde la brillante Expediente Warren: El Caso Enfield, ya que sus responsabilidades los últimos años han consistido en producir material para las distintas franquicias nacidas de su impronta o los spin offs derivados de las mismas y dirigir Aquaman, la primera película en solitario del superhéroe de DC Comics interpretado por Jason Momoa. De manera que esta cinta co escrita por él mismo junto a Ingrid Bisu y Akela Cooper o protagonizada por Annabelle Wallis, George Young, Michole Briana White, Maddie Hasson, Jake Abel o Jacqueline McKenzie entre otros ha supuesto su nuevo y esperado proyecto como realizador dentro del género que le dio fama y dinero.



Cuando en 2019 se confirmó que James Wan cedería la silla de director a Michael Chaves (The Curse of La Llorona) en Expediente Warren: Obligado Por el Demonio después de haber facturado con las otras dos entregas de The Conjuring las mejores películas de su filmografía, un servidor no comprendía dicha decisión del realizador por mucho que el resultado con aquella tercera entrega de las correrías sobrenaturales de Ed y Lorraine Warren se revelara finalmente como una obra más que digna que no desentonaba con sus predecesoras. Pero una vez vista esta Malignant que nos ocupa todo cobró sentido instantáneamente para el que suscribe. Porque la última película del director de Saw (2004) o Insidious (2010) pareciera el resultado de haber recibido carta blanca por parte de Warner Bros como agradecimiento por los más de mil millones de dólares recaudados por Aquaman internacionalmente. Un proyecto humilde, dentro de los estándares hollywoodienses, en el que ha podido hacer lo que ha querido sin restricción alguna.



El prólogo de Malignant es esclarecedor con respecto al tono que mantendrá la propuesta a lo largo de todo su metraje y una declaración de principios por parte de James Wan al poner todas las cartas sobre la mesa con al intención de engañar a nadie. Los tonos rojizos herederos de la escuela de terror italiana, la violencia explícita, el contexto hospitalario, la música de sintetizador con aroma a los 80 y esa monstruosidad que se vislumbra detrás de una cortina asientan las bases de un proyecto que toma como centro neurálgico la locura, la total ausencia de prejuicios y la exigencia de una inapelable suspensión de la credulidad para que el espectador pueda disfrutar del viaje psicotrónico propuesto por el director. Si a Malignant se entra con reservas, con la idea de esperar un relato lógico dentro de ciertos parámetros ficcionales, el resultado será decepcionante en grado sumo. En cambio si nos dejamos llevar por su esquizofrenia formal la experiencia se antojará inolvidable.



El sencillo planteamiento inicial de Malignant entronca directamente con la cantidad de vericuetos en los que se introducirá su guion para mutar la propuesta en algo cada vez más desinhibido e inclasificable. Madison (Annabelle Wallis) es una mujer embarazada que después de sufrir una agresión por parte de su marido Dereck (Jake Abel) comienza a experimentar visiones sobre truculentos asesinatos perpetrados en su ciudad por una desconocida figura vinculada con su propio pasado. Con la ayuda de su hermana menor Sydney (Maddie Hasson) o los detectives Keoka Shaw (George Young) y Regina Moss (Michole Briana White) Madison intentará detener a este criminal cuya naturaleza pareciera tener un origen sobrehumano. A partir de este punto de partida James Wan y sus colaboradoras al guion despliegan una intrincada historia que irá adentrándose gradualmente en los terrenos de lo onírico sin miedo a caer en el ridículo.



Malignant pareciera desde su mismo arranque un slasher con anabolizantes rodado por el Brian de Palma de la no menos alocada En Nombre de Caín (Raising Cain, 1993) utilizando como recursos estilísticos y conceptuales los lugares comunes o la imaginería audiovisual del giallo (cuero, armas blancas, sangre a borbotones, violencia explícita adentrándose en los terrenos del gore, reminiscencias del policíaco más pulp) con la intención de no hacer prisioneros entre el patio de butacas. Esto que afirmamos se concentra durante los dos primeros actos de la película en los que el misterio sobre la identidad del asesino se va desvelando poco a poco por medio de pistas que apuntan con cierta claridad hacia dónde debe dirigir su mirada el espectador para acertar el tiro. Pero todo cambia en el último acto, cuando Malignant ya nos pone a prueba con un giro que incitará a algunos a echarse las manos a la cabeza y a otros a caer rendidos ante el descaro y la osadía de James Wan.



La media hora final de Malignant es una oda salvaje y casi descerebrada a la irracionalidad haciendo que todo aquello que habíamos elucubrado con respecto a la identidad del asesino llegue a extremos de puro delirio. Abandonamos en cierta manera la influencia del slasher y el giallo hipervitaminado para abrazar la serie B más exploit e iconoclasta viniéndonos a la mente productos de culto como Basket Case (1982) o cintas tan malditas como La Mitad Oscura (1993), la malograda adaptación que realizó en George A. Romero de la novela homónima de su amigo Stephen King. A estas alturas ya vale todo y James Wan monta su propia Asalto a la Comisaria del Distrito 13 (John Carpenter, 1976) con un sólo enemigo para todo el cuerpo de policía que inicia su particular escabechina en una celda y acaba en medio de la comisaria con una secuencia de acción a modo de perversa revisión de la protagonizada por Nicole Kidman en el arranque de Aquaman en la que Wan se permite, por poner solo un ejemplo, que su criatura le arranque un brazo a un agente del orden para golpear con él a otro.




Malignant es ante todo una celebración, un tren de la bruja desbocado y sin frenos en el que conviven armónicamente el efecto especial práctico y el pixel sin que colisionen el uno con el otro de mala manera. Es la declaración de amor del rey del terror mainstream al lado opuesto del género, aquel exploit y rotundamente pulp que se forjó en sesiones golfas proyectadas en salas grindhouse, festivales demenciales y videoclubs decadentes. Poco importa si fue un fracaso económico o si se la trató injustamente por unos y otros, el cine que perdura nació para sembrar la discordia, no para contentar a todo el mundo y James Wan lo consiguió con su obra más valiente, deliberadamente temeraria, pasada de rosca y, por qué no decirlo, ocasionalmente ridícula. Ojalá más cine de terror libre, desinhibido y carente de pretensiones como este que nos haga recuperar la fe en el perfil más desenfadado y divertido del medio.

 



Halloween Kills


Título Original Halloween Kills (2021)
Director David Gordon Green
Guion David Gordon Green, Danny McBride, Scott Teems, basado en personajes de John Carpenter y Debra Hill
Reparto Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Will Patton, Anthony Michael Hall, Thomas Mann, Nick Castle, James Jude Courtney, Kyle Richards, Robert Longstreet, Dylan Arnold, Omar Dorsey, Charles Cyphers



En 2018 Blumhouse Productions, Rough House Pictures y Trancas International Films se asociaron para resucitar a Michael Myers nueve años después de su última aparición en pantalla grande a manos de Rob Zombie con la rupturista e incomprendida Halloween II. Pero en esta ocasión Jason Bloom consiguió con Halloween, que así se tituló el proyecto, algo que a esas alturas parecía imposible, convencer a John Carpenter para que formara parte del equipo creativo de la obra, no habiendo ejercido este rol desde Halloween III: La Estación de la Bruja (Tommy Lee Wallace, 1983), y que Jamie Lee Curtis volviera a interpretar a Laurie Strode, papel al que había dado vida por última vez en la nefasta Halloween: Resurrección (Rick Rosenthal, 2002). Aquella secuela, con apuntes de retrocontinuidad, de la Halloween de 1978 funcionaba de manera harto eficiente gracias a la buena labor de su productor, co escritor y director, David Gordon Green, facturando una entrega ejemplar de la franquicia respetando su esencia y contando con la complicidad de una magnífica Jamie Lee Curtis como avejentada y obsesionada Laurie Strode. Junto a su exitoso estreno internacional la película venía acompañada de una noticia, la de formar parte de una trilogía que se completaría con Halloween Kills y Halloween Ends. Por desgracia la pandemia hizo que el estreno de la primera de estas secuelas se pospusiera un año, de octubre de 2020 al actual de 2021, por lo que el cierre de la trilogía no llegará hasta 2022. Una vez estrenada en nuestras carteleras, habiendo pasado previamente por festivales como Venecia o Sitges, en Transgresión Continua ya hemos podido ver Halloween Kills, este nuevo episodio de las correrías homicidas de Michael Myers en Haddonfield, y a continuación ofreceremos nuestra opinión sobre ella.



Halloween Kills cuenta con unos equipos técnico y artístico casi idénticos a los de la anterior entrega de la saga. El único cambio sustancial detrás de las cámaras es el de Jeff Fradley (Vice Principals) por Scott Teems (Rectify) como tercer guionista junto a el mismo David Gordon Green y su habitual colaborador, el actor Danny McBride (Prometheus). El reparto vuelve a contar con Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Will Patton, Dylan Arnold, Omar J. Dorsey o James Jude Courtney en la piel de Michael Myers, a los que se suman Anthony Michael Hall (Eduardo Manostijeras), Robert Longstreet (Misa de Medianoche) e incluso algunos actores de la película primigenia que vuelven a interpretar sus papeles como Nancy Stephens, Kyle Richards o Charles Cyphers dando vida a Marion, Lindsay y Leigh Brackett respectivamente. De la soberbia banda sonora vuelven a encargarse John Carpenter, su hijo Cody Carpenter y Daniel A. Davies.




Aunque Halloween Kills empieza justo donde acababa Halloween hace tres años, David Gordon Green y sus colaboradores toman la feliz decisión de incluir en el arranque de la película un prólogo que a su vez sirve de epílogo a La Noche de Halloween. Jugando una vez más con la retrocontinuidad y tomando como epicentro argumental una versión rejuvenecida del personaje del agente Hawkins, interpretado en el presente por Will Patton y en el falso 1978 por Thomas Mann, el director de Undertow (2004) o Joe (2013) configura casi un facsímil audiovisual que ensambla fácilmente, salvando las enormes distancias, con el tono y el acabado formal de la obra maestra de John Carpenter incluyendo algunas rimas estilísticas de impecable ejecución, como ese plano de Michael Myers rodeado por la policía y el Dr. Samuel Loomis que emula al protagonizado por la versión infantil del personaje en el film original, creando conexiones muy interesantes entre pasado y presente.




Una vez volvemos al presente, que en el largometraje se desarrolla en 2018, Halloween Kills deriva en una especie de remake brutalizado de ¡Sanguinario! (Halloween II, Rick Rosenthal, 1981) ya que la estructura narrativa y la labor ejercida por los personajes de Michael Myers y Laurie Strode es muy parecida a la de aquella memorable primera secuela. En Halloween Kills David Gordon Green abandona en gran parte la metódica puesta en escena de su anterior trabajo, aquella que emulaba muchos de los parámetros estéticos de John Carpenter una vez la película mutaba al ponerse Michael Myers su famosa máscara por primer vez en 40 años, para entregarse sin miramientos a las señas de identidad del slasher más exploit y primario, aquel que proliferó en los 80 con el subgénero en el máximo apogeo de su popularidad.




Un afán por el homicidio indiscriminado que arranca con la memorable y controvertida matanza de los bomberos y posteriormente rige el devenir de acontecimientos de una secuela cuya única misión es masacrar a cuantos más habitantes de Haddonfield sea posible y mediante métodos cada vez más crueles para regocijo del espectador casual y sobre todo del fan sin ambages del subgénero slasher. De hecho en cuanto a truculencia Halloween Kills es tan explícita como las dos entregas rodadas por Rob Zombie en 2007 y 2009 respectivamente, que no es decir poco. Esta visceralidad perpetrada por el imponente Michael Myers de James Jude Courtney encuentra su reflejo en la turba enfervorecida, capitaneada por un Tommy Doyle de mediana edad interpretado por Anthony Michael Hall, formada por ciudadanos decididos a acabar con Myers mientras espetan soflamas con ecos trumpianos como si de una premonición del infame asalto al Capitolio del pasado mes de enero se tratara.




Halloween Kills acierta al mostrar a esa milicia cegada por el odio y la venganza como una fuerza descerebrada capaz de cometer actos tan inhumanos como el mismo Michael Myers, porque es un recurso narrativo que permite a David Gordon Green y sus guionistas cierta manga ancha a la hora de caer en el tópico de estereotipar a los personajes que ejercerán como carne de cañón del protagonista, ya que la intención última es retratar a los lugareños como estúpidos entregados a la violencia sin medida frente a una criatura sobrehumana cuya naturaleza legendaria se enfatiza más que en ninguna otra secuela, volviendo así a los orígenes de la franquicia. El problema es que esos comportamientos temerarios y poco inteligentes también son llevados a cabo por personajes que en la anterior entrega habían demostrado tener los pies en la tierra, siendo mostrados aquí de manera totalmente descaracterizada, como sucede con la Allyson de una insoportable Andi Matichack.



Porque es ineludible que más allá de su interesante trasfondo, aunque ciertamente abordado con una contrastada tosquedad, el trabajo de guion de David Gordon Green y su equipo deja que desear. Ya hemos mencionado cómo usa el cineasta los lugares comunes del subgénero en su propio beneficio, pero es inexcusable que los personajes estén pobremente perfilados, las situaciones inverosímiles se sucedan en sesión continua, los diálogos sonrojantes campen a sus anchas por las calles de Haddonfield y todo el fino hilo argumental gire en torneo a un Michael Myers convertido en un ángel del infierno que no deja títere con cabeza. Como ya hemos afirmado esta última es una característica indivisible a los slashers más underground que forjaron la leyenda del subgénero, pero en pleno 2021 y con una maquinaria tan grande detrás del proyecto es lógico que el fan habitual espere una historia un poco más elaborada que no sólo nos ofrezca como único aliciente el, por otra parte siempre agradecido, asesinato en masa.



Haloween Kills culmina dejando el terreno preparado para el clímax final que supondré Halloween Ends y en el que asistiremos al enfrentamiento final entre Michael Myers y una Laurie Strode que durante esta segunda parte se encuentra en un discreto segundo plano, siendo una pieza indispensable del entramado del relato, pero sin consumar el cara a cara con su némesis con la intención de que el reencuentro entre ambos que, si nada lo impide, podremos ver el mes de octubre de 2022 se convierta en todo un acontecimiento. Por ahora Halloween Ends se encuentra en preproducción, pero la buena noticia de la impresionante taquilla internacional de esta Halloween Kills servirá de acicate para que Jason Blum, John Carpenter y compañía se pongan manos a la obra lo antes posible. Celebrar Halloween viendo este desprejuiciado festival de hemoglobina, pólvora, humor negro y bilis es el plan perfecto para desconectar y pasar la noche de difuntos junto a uno de los iconos más grandes del terror contemporáneo.