Mostrando entradas con la etiqueta precuela. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta precuela. Mostrar todas las entradas

lunes, 17 de enero de 2022

The King's Man: La Primera Misión



Título Original The King's Man (2022)
Director Matthew Vaughn
Guion Jane Goldman, Karl Gajdusek y Matthew Vaughn, basado en el cómic de Mark Millar y Dave Gibbons
Reparto Ralph Fiennes, Harris Dickinson, Djimon Hounsou, Gemma Arterton, Rhys Ifans, Charles Dance, Tom Hollander, Matthew Goode, Daniel Brühl, Aaron Taylor-Johnson, Stanley Tucci, David Kross, Alison Steadman




Después de haber visto pospuesta su fecha de estreno en numerosas ocasiones, algo a lo que nos estamos habituando por culpa de los estragos que la pandemia está haciendo en la taquilla internacional, por fin llegaba a la cartelera española The King’s Man, subtitulada en nuestro país como La Primera Misión, la tercera entrega de la franquicia cinematográfica inspirada en la serie de Icon Comics creada por el guionista escocés Mark Millar (The Ultimates) y el dibujante inglés Dave Gibbons (Watchmen) en 2012 y que cuenta ya con tres miniseries. Dos años después de la publicación del primer arco, The Secret Service, el cineasta Matthew Vaughn produjo, co escribió y dirigió una adaptación protagonizada por Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Mark Strong, Michael Caine o Sofia Boutella que contó con una continuación tres años después titulada Kingsman: The Golden Circle reclutando a Jeff Bridges, Halle Berry, Chaning Tatum o Pedro Pascal para su casting. Cuando todo apuntaba que se cerraría la trilogía de las aventuras en el mundo del espionaje de Gary «Eggsy» Unwin el autor de X-Men: First Class o Kick-Ass anunciaba una precuela en la que se narraría el origen de la agencia de espionaje que da nombre a la franquicia. The King’s Man está escrita por Jane Goldman, Karl Gajdusek y Matthew Vaughn además de dirigida por este último y cuenta en su reparto con los rostros de Ralph Fiennes, Harris Dickinson, Djimon Hounsou, Gemma Arterton, Rhys Ifans, Charles Dance, Tom Hollander, Matthew Goode, Daniel Brühl, Aaron Taylor-Johnson o Stanley Tucci entre otros.




La época y el contexto histórico elegidos para desarrollar la trama y lo que vendría a ser la génesis de Kingsman como organización es la Primera Guerra Mundial y todos los hechos que llevaron a dicha contienda son expuestos en pantalla, pero con la ficticia implicación de los personajes ideados por Matthew Vaughn y sus colaboradores comandados por Orlando, el Duque de Oxford, interpretado por Ralph Fiennes. Tomando este punto de partida el director de Layer Cake factura una nueva entrega de la saga que respeta la esencia de las anteriores películas de Kingsman, pero esta vez adentrándose de manera más o menos ortodoxa en otros géneros como el bélico, que cobra gran protagonismo a lo largo del metraje. De esta manera nos encontramos nuevamente con una versión hiperbólica y con sobredosis de anabolizantes del cine de James Bond con su acción desmesurada, dramatismo y un humor más dosificado que en los trabajos previos, pero funcionando al 100% cuando la obra apela a él.




El atentado contra el archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, la mala influencia de Grigori Rasputín en el zar Nicolás de Rusia y su posterior asesinato mediante los medios más rocambolescos o los mismos combates en el frente durante la Gran Guerra sirven de material para que Matthew Vaughn construya una película profundamente británica en la que el patriotismo y el honor de morir en el cumplimiento del deber se convierten en el epicentro de un relato con tendencia al trazo grueso desde unas perspectiva política y el subrayado algo zafio con respecto a los distintos implicados en la Primera Guerra Mundial cayendo en tópicos manidos, pero siempre con la intencionalidad de dar empaque a una trama que no da un respiro al espectador mediante el habitual pulso del autor de Stardust que en esta ocasión no se revela tan desaforado como en Kingsman: El Círculo Dorado, que ya con su secuencia de apertura sobrepasaba cualquier pasaje exagerado de la primera entrega estrenada en 2014.




Como previamente hemos afirmado The King’s Man incide más en el drama que sus predecesoras y es que los estragos producidos por la guerra y la incursión de Conrad Oxford (Harris Dickinson) en el frente o la matanza encarnizada a la que allí asiste permiten a Vaughn jugar en un terrenos más predispuesto a la tragedia y la pérdida mientras configura secuencias de gran fuerza audiovisual como el enfrentamiento silencioso en tierra de nadie entre británicos y alemanes. Pero seguimos encontrándonos ante una película inspirada en el mundo secuencial creado por Mark Millar y Dave Gibbons, de manera que el humor negro y la violencia desaforada son de vital importancia en el discurrir de acontecimientos desarrollados a lo largo de la obra, llegando a su cénit con el enfrentamiento contra el Rasputín de un enorme Rhys Ifans que pedía a gritos, si no un spin off protagonizado por él mismo, al menos más metraje en pantalla.




Previsiblemente se ha renovado todo el reparto con respecto a las otras dos Kingsman, lógico si tenemos en cuenta que los hechos de aquellas ocurren 90 años después de los de la presente, pero en este sentido Matthew Vaughn y sus guionistas han pecado de conservadores y solo han sustituido a unos actores por otros para ejercer casi los mismos roles. Si el Orlando de Raplh Fiennes toma el relevo del Harry Hart de Colin Forth, el Harris Dickson el del Eggsy de Taron Egerton o Djimon Honsou hace lo propio con Mark Strong sería en el bando de los villanos donde no se respeta esa regla. Como era de esperar el actor de La Lista de Schindler o la saga Harry Potter sobresale por medio de carisma y elegancia, viéndose escoltado por sus ya citados aliados a los que se suman Gemma Arterton, Matthew Goode, Charles Dance, Daniel Brühl, Valerie Pachner o Tom Hollander, así como Aaron Taylor-Johnson o Stanley Tucci con intervenciones más breves conformando un casting imponente al que también pertenece el anteriormente citado y alabado Rhys Ifans.




Aunque mueva sus piezas con soltura y eficiencia en un tablero diferente al de Kingsman: Servicio Secreto o Kingsman: El Círculo Dorado esta precuela comete el fallo de ser demasiado continuista y poco original cuando podía haber explorado nuevas posibilidades para una franquicia que comienza a dar síntomas, puede que no de cansacio, pero sí de desgaste. The King’s Man es un proyecto 100% Matthew Vaughn, un divertimento frenético, violento y ligero que da lo que promete respetando las constantes planteadas por Mark Millar y Dave Gibbons en el cómic primigenio. Como la mayoría de blockbusters de este 2021 tampoco ha funcionado bien en taquilla, pero no dudamos que Disney y 20th Century Studios nos ofrecerán al menos una nueva película dentro de este microcosmos ficcional que cierre la trilogía de Eggsy en la actualidad antes de que su máximo responsable comience ese reboot de Kick-Ass ya anunciado que podría centrarse en los cómics protagonizados por Patience Lee, la sustituta de Dave Lizewski en la cabecera creada por Mark Millar y John Romita Jr.




domingo, 31 de octubre de 2021

Halloween Kills


Título Original Halloween Kills (2021)
Director David Gordon Green
Guion David Gordon Green, Danny McBride, Scott Teems, basado en personajes de John Carpenter y Debra Hill
Reparto Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Will Patton, Anthony Michael Hall, Thomas Mann, Nick Castle, James Jude Courtney, Kyle Richards, Robert Longstreet, Dylan Arnold, Omar Dorsey, Charles Cyphers



En 2018 Blumhouse Productions, Rough House Pictures y Trancas International Films se asociaron para resucitar a Michael Myers nueve años después de su última aparición en pantalla grande a manos de Rob Zombie con la rupturista e incomprendida Halloween II. Pero en esta ocasión Jason Bloom consiguió con Halloween, que así se tituló el proyecto, algo que a esas alturas parecía imposible, convencer a John Carpenter para que formara parte del equipo creativo de la obra, no habiendo ejercido este rol desde Halloween III: La Estación de la Bruja (Tommy Lee Wallace, 1983), y que Jamie Lee Curtis volviera a interpretar a Laurie Strode, papel al que había dado vida por última vez en la nefasta Halloween: Resurrección (Rick Rosenthal, 2002). Aquella secuela, con apuntes de retrocontinuidad, de la Halloween de 1978 funcionaba de manera harto eficiente gracias a la buena labor de su productor, co escritor y director, David Gordon Green, facturando una entrega ejemplar de la franquicia respetando su esencia y contando con la complicidad de una magnífica Jamie Lee Curtis como avejentada y obsesionada Laurie Strode. Junto a su exitoso estreno internacional la película venía acompañada de una noticia, la de formar parte de una trilogía que se completaría con Halloween Kills y Halloween Ends. Por desgracia la pandemia hizo que el estreno de la primera de estas secuelas se pospusiera un año, de octubre de 2020 al actual de 2021, por lo que el cierre de la trilogía no llegará hasta 2022. Una vez estrenada en nuestras carteleras, habiendo pasado previamente por festivales como Venecia o Sitges, en Transgresión Continua ya hemos podido ver Halloween Kills, este nuevo episodio de las correrías homicidas de Michael Myers en Haddonfield, y a continuación ofreceremos nuestra opinión sobre ella.



Halloween Kills cuenta con unos equipos técnico y artístico casi idénticos a los de la anterior entrega de la saga. El único cambio sustancial detrás de las cámaras es el de Jeff Fradley (Vice Principals) por Scott Teems (Rectify) como tercer guionista junto a el mismo David Gordon Green y su habitual colaborador, el actor Danny McBride (Prometheus). El reparto vuelve a contar con Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Will Patton, Dylan Arnold, Omar J. Dorsey o James Jude Courtney en la piel de Michael Myers, a los que se suman Anthony Michael Hall (Eduardo Manostijeras), Robert Longstreet (Misa de Medianoche) e incluso algunos actores de la película primigenia que vuelven a interpretar sus papeles como Nancy Stephens, Kyle Richards o Charles Cyphers dando vida a Marion, Lindsay y Leigh Brackett respectivamente. De la soberbia banda sonora vuelven a encargarse John Carpenter, su hijo Cody Carpenter y Daniel A. Davies.




Aunque Halloween Kills empieza justo donde acababa Halloween hace tres años, David Gordon Green y sus colaboradores toman la feliz decisión de incluir en el arranque de la película un prólogo que a su vez sirve de epílogo a La Noche de Halloween. Jugando una vez más con la retrocontinuidad y tomando como epicentro argumental una versión rejuvenecida del personaje del agente Hawkins, interpretado en el presente por Will Patton y en el falso 1978 por Thomas Mann, el director de Undertow (2004) o Joe (2013) configura casi un facsímil audiovisual que ensambla fácilmente, salvando las enormes distancias, con el tono y el acabado formal de la obra maestra de John Carpenter incluyendo algunas rimas estilísticas de impecable ejecución, como ese plano de Michael Myers rodeado por la policía y el Dr. Samuel Loomis que emula al protagonizado por la versión infantil del personaje en el film original, creando conexiones muy interesantes entre pasado y presente.




Una vez volvemos al presente, que en el largometraje se desarrolla en 2018, Halloween Kills deriva en una especie de remake brutalizado de ¡Sanguinario! (Halloween II, Rick Rosenthal, 1981) ya que la estructura narrativa y la labor ejercida por los personajes de Michael Myers y Laurie Strode es muy parecida a la de aquella memorable primera secuela. En Halloween Kills David Gordon Green abandona en gran parte la metódica puesta en escena de su anterior trabajo, aquella que emulaba muchos de los parámetros estéticos de John Carpenter una vez la película mutaba al ponerse Michael Myers su famosa máscara por primer vez en 40 años, para entregarse sin miramientos a las señas de identidad del slasher más exploit y primario, aquel que proliferó en los 80 con el subgénero en el máximo apogeo de su popularidad.




Un afán por el homicidio indiscriminado que arranca con la memorable y controvertida matanza de los bomberos y posteriormente rige el devenir de acontecimientos de una secuela cuya única misión es masacrar a cuantos más habitantes de Haddonfield sea posible y mediante métodos cada vez más crueles para regocijo del espectador casual y sobre todo del fan sin ambages del subgénero slasher. De hecho en cuanto a truculencia Halloween Kills es tan explícita como las dos entregas rodadas por Rob Zombie en 2007 y 2009 respectivamente, que no es decir poco. Esta visceralidad perpetrada por el imponente Michael Myers de James Jude Courtney encuentra su reflejo en la turba enfervorecida, capitaneada por un Tommy Doyle de mediana edad interpretado por Anthony Michael Hall, formada por ciudadanos decididos a acabar con Myers mientras espetan soflamas con ecos trumpianos como si de una premonición del infame asalto al Capitolio del pasado mes de enero se tratara.




Halloween Kills acierta al mostrar a esa milicia cegada por el odio y la venganza como una fuerza descerebrada capaz de cometer actos tan inhumanos como el mismo Michael Myers, porque es un recurso narrativo que permite a David Gordon Green y sus guionistas cierta manga ancha a la hora de caer en el tópico de estereotipar a los personajes que ejercerán como carne de cañón del protagonista, ya que la intención última es retratar a los lugareños como estúpidos entregados a la violencia sin medida frente a una criatura sobrehumana cuya naturaleza legendaria se enfatiza más que en ninguna otra secuela, volviendo así a los orígenes de la franquicia. El problema es que esos comportamientos temerarios y poco inteligentes también son llevados a cabo por personajes que en la anterior entrega habían demostrado tener los pies en la tierra, siendo mostrados aquí de manera totalmente descaracterizada, como sucede con la Allyson de una insoportable Andi Matichack.



Porque es ineludible que más allá de su interesante trasfondo, aunque ciertamente abordado con una contrastada tosquedad, el trabajo de guion de David Gordon Green y su equipo deja que desear. Ya hemos mencionado cómo usa el cineasta los lugares comunes del subgénero en su propio beneficio, pero es inexcusable que los personajes estén pobremente perfilados, las situaciones inverosímiles se sucedan en sesión continua, los diálogos sonrojantes campen a sus anchas por las calles de Haddonfield y todo el fino hilo argumental gire en torneo a un Michael Myers convertido en un ángel del infierno que no deja títere con cabeza. Como ya hemos afirmado esta última es una característica indivisible a los slashers más underground que forjaron la leyenda del subgénero, pero en pleno 2021 y con una maquinaria tan grande detrás del proyecto es lógico que el fan habitual espere una historia un poco más elaborada que no sólo nos ofrezca como único aliciente el, por otra parte siempre agradecido, asesinato en masa.



Haloween Kills culmina dejando el terreno preparado para el clímax final que supondré Halloween Ends y en el que asistiremos al enfrentamiento final entre Michael Myers y una Laurie Strode que durante esta segunda parte se encuentra en un discreto segundo plano, siendo una pieza indispensable del entramado del relato, pero sin consumar el cara a cara con su némesis con la intención de que el reencuentro entre ambos que, si nada lo impide, podremos ver el mes de octubre de 2022 se convierta en todo un acontecimiento. Por ahora Halloween Ends se encuentra en preproducción, pero la buena noticia de la impresionante taquilla internacional de esta Halloween Kills servirá de acicate para que Jason Blum, John Carpenter y compañía se pongan manos a la obra lo antes posible. Celebrar Halloween viendo este desprejuiciado festival de hemoglobina, pólvora, humor negro y bilis es el plan perfecto para desconectar y pasar la noche de difuntos junto a uno de los iconos más grandes del terror contemporáneo.


lunes, 12 de julio de 2021

Viuda Negra



Título Original Black Widow (2021)
Dirección Cate Shortland
Guion Eric Pearson, Jac Schaeffer y Ned Benson basado en el personaje de Stan Lee, Don Rico y Don Heck
Reparto Scarlett Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, William Hurt, Ray Winstone, O.T. Fagbenle, Michelle Lee, Olivier Richters, Nanna Blondell, Joakim Skarli, Obie Matthew, Paul O’Kelly´




El 1 de mayo del nefasto 2020 era la fecha elegida para que Disney y Marvel Studios estrenaran por todo lo alto Black Widow, la vigésimo cuarta película del Universo Cinematográfico Marvel (MCU), segunda protagonizada por una mujer y primera de la Fase 4. Pero la pandemia, el estado de emergencia sanitaria y el confinamiento trastocaron la puesta de largo internacional del largometraje protagonizado por Scarlett Johansson. Tan complicada situación hizo que Disney no sólo fuera posponiendo la llegada a las carteleras del film, sino sembrando la duda sobre si llegaría a pasar por las multisalas o si se estrenaría de manera exclusiva en el access premiere de Disney Plus, la plataforma de streaming de la todopoderosa compañía. Afortunadamente esta vez los sufridos cines no se han visto en la complicada tesitura de no contar entre sus proyecciones con la muy esperada cinta protagonizada por la famosa vengadora de la que ya conocemos su fatal destino después de los hechos acontecidos durante la descomunal Vengadores: Endgame, algo que también puede hacerse en el ya citado servicio de VOD. De la dirección del proyecto se encarga la australiana Cate Shortland (SMILF), del guión Eric Pearson (Thor Ragnarok) a partir de una idea de Jac Schaeffer (WandaVision) y Ned Benson (The Disappearance of Eleanor Rigby). En el reparto de secundarios encontramos a Florence Pugh (Midsommar), Rachel Weisz (La Momia), David Harbour (Stranger Things), William Hurt (El Increíble Hulk), Ray Winstone (Indiana Jones y la Calavera de Cristal) u Olga Kurylenko (Oblivion).




Durante su arranque Viuda Negra remite a ciertos lugares comunes sobre el cine de espionaje internacional de nacionalidad estadounidense que no supone la mejor de las cartas de presentación. Patriotismo yanqui, coletazos de la Guerra Fría a estas alturas parecía que ya superados, rusos malvados. Una sesión continua de tópicos que nos hacen arquear la ceja en más de un momento, pero que conforman un prólogo que sí funciona como primera toma de contacto con los personajes principales y la relación que mantienen los unos con los otros. Una vez terminada esa secuencia introductoria la línea temporal se traslada al periodo inmediatamente posterior a Capitán América: Civil War y los acuerdos de Sokovia con Natasha Romanoff como fugitiva del gobierno de Estados Unidos viéndose inmersa en una red criminal, controlada desde las sombras por Dreykov (Ray Winstone), estrechamente vinculada con su pasado y haciéndole reencontrarse con su familia formada por sus padres Alexei (David Harbour) y Melina (Rachel Weisz) o su hermana Yelena (Florence Pugh).




No es casualiad que en el ya citado prólogo veamos en un televisor la imponente figura del tristemente desaparecido Michael Lonsdale dando vida a Hugo Drax en Moonraker (Lewis Gilbert, 1979), una de las películas de James Bond más recordadas de la etapa en la que Roger Moore dio vida al agente al servicio de su majestad con licencia para matar. Porque Viuda Negra no es otra cosa que una derivación a lo “Marvel Studios Style” del espionaje internacional high tech de las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Ian Fleming adheriéndola a la pátina superhéroica del Universo Cinematográfico Marvel que pudimos ver en las entregas del Centinela de la Libertad dirigidas por los hermanos Anthony y Joe Russo o su heredera natural, la irregular serie The Falcon and the Winter Soldier. A la hora de diseñar una cosmogonía audiovisual propia para el personaje creado en su origen por Stan Lee, Don Rico y Don Heck allá por el lejano año 1964 los responsables del film han decidido transitar por esta reconocible senda deudora de 007.




Como thriller de espionaje manistream Black Widow funciona a las mil maravillas, pero en ningún momento pude quitarme de la cabeza las declaraciones de la directora argentina Lucrecia Martel afirmando que al proponerle rodar el film ella se encontraba ilusionada por poder realizar unas escenas de acción que desde Disney le comunicaron llevarían a cabo una segunda unidad especializada en este tipo de pasajes y, todo hay que decirlo, con muy buenos resultados. Este secreto a voces que es indivisible al cine de Hollywood desde tiempos casi inmemoriales siempre viene a confirmar que los directores de este tipo de blockbusters la mayoría de las veces son asalariados que no pueden inyectar su propia impronta en lo que es una maquinaria bien engrasada en la que tienen poca voz y no mucho más voto. De manera que sí, los tiroteos, explosiones o persecuciones por tierra y aire están ahí y son tan efectivas como era de esperar, pero Cate Shortland ha tenido poco que ver con ellas.




Lo más curioso de Black Widow es que a pesar de imperar el fuego de artificio bien entendido y con un diseño a la altura de las circunstancias, cuando mejor funciona su propuesta es al revelarse como una “película de personajes”. Porque es un hecho ineludible que los tres intérpretes secundarios elegidos para dar la réplica a Scarlett Johansson son un acierto de casting mayúsculo. No sólo el encanto de una Florence Pugh como Yelena robando más de una escena a su compañera, la sorna y atolondrada personalidad de David Harbour en la gruesa piel de Alexei/Guardián Rojo enamorando al patio de butacas y la ambigüedad de una inteligente Rachel Weisz dando voz y físico a Melina despertando más de una sospecha entre los espectadores juegan totalmente a favor del proyecto. Es que al compartir plano los cuatro conforman una familia totalmente atípica y desestructurada alternando pasajes dramáticos con otros de un humor muy bien planteado (aquí son la protagonista de Mujercitas y el actor de Tyler Rake los que protagonizan las mejores situaciones) dando alma y corazón a la película.




Desgraciadamente el guion de Eric Pearson, desarrollado a partir de un argumento a cuatro manos entre Jac Schaeffer y Ned Besnson, no aprovecha todo el potencial de su interesante propuesta. Aunque al inicio de la reseña hemos mencionado los manidos estereotipos que maneja la historia también es cierto que juega muy bien sus cartas al utilizar a las viudas negras, la Sala Roja y Dreykov como una alegoría sobre la trata de blancas y el Polvo Rojo de la toma de conciencia que lleva a dichos personajes a la sororidad entre mujeres. Pero en el lado opuesto tenemos un libreto repleto de situaciones previsibles mil veces vistas que convierten Black Widow en una pieza adscrita al subgénero superheróico con poco de original y sí mucho de redundante. Por otro lado, más grave todavía, se suma a ese mal endémico del cine comercial actual en el que parece que se debe sobreexplicar la trama para dejar satisfechos a todos aquellos puntillosos que van a criticar la “inverosimilitud” de depende qué escena, como si Hollywood se adentrara en el peligroso terreno de querer dejar satisfecho a todo el fandom, algo imposible de llevar a cabo.




A estas alturas ya he leído declaraciones de compañeros, usuarios de redes sociales y miembros de la prensa especializada que o bien consideran Black Widow una película top dentro del Universo Cinematográfico Marvel o una de las peores ideadas por la Marvel Studios de Kevin Feige. Un servidor se queda a años luz de considerar película en solitario de Nastasha Romanoff una mala película, y más si tenemos en cuenta los infantiles argumentos que promulgan algunos de sus detractores, pero tampoco me sumo a los que la tildan de obra maestra obnubilados por el simple hecho de haber podido ver una nueva película del UCM en pantalla grande. El que esto firma se queda a medio camino, habiendo disfrutado de lo visto gracias a su hipérbole de acción, personajes entrañables y pasajes dinámicos con una versión de Taskmaster/Supervisor de imponente presencia física, pero siendo consciente de que esta estimable despedida del personaje de Scarlett Johansson podía haber sido mucho mejor de lo que es.





sábado, 22 de junio de 2019

X-Men: Fénix Oscura



Título Original X-Men: Dark Phoenix (2019)
Director Simon Kinberg
Guión Simon Kinberg, basado en los cómics de Chris Claremont y Johm Byrne
Reparto Sophie Turner, Jessica Chastain, James McAvoy, Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Nicholas Hoult, Tye Sheridan, Alexandra Shipp, Kodi Smit-McPhee




Después de un interminable sucesión de contratiempos de distinta índole el pasado 7 de junio X-Men: Fénix Oscura llegaba a las carteleras estadounidense y española. Desde la sustitución de Bryan Singer por Simon Kinberg debido a los problemas profesionales y personales relacionados con el primero la cuarta entrega del reinicio de la saga cinematográfica mutante ideada por 20th Century Fox hace casi veinte años sólo ha ido encontrando obstáculos en su camino. Pero también sería una necedad negar que desde su mismo génesis el proyecto estaba abocado, puede que no al fracaso, pero sí a la indiferencia o la irrelevancia. Se antojaba extraño y errático realizar una segunda adaptación cinematográfica de la mítica Saga de Fénix Oscura teniendo en cuenta que en la polémica X-Men: La Decisión Final ya había sido llevada a imagen real. Que el mismo Simon Kinberg fuera el guionista de aquella tercera película podría anticipar la idea por su parte de debutar como director siendo más fiel a lo que quería plasmar en aquel film realizado por Brett Ratner, pero eso también anticiparía la naturaleza caprichosa del proyecto. Una vez tomada la decisión el seguidor de la franquicia esperaría que esta nueva versión fuera más fiel a los cómics o al menos mejor que aquella de 2006. Por desgracia no ha sido el caso y ya podemos confirmar la presente como la entrega más floja de la saga central en pantalla grande de los homo superior.





Como ya hemos aventurado y delata su título X-Men: Fénix Oscura adapta el célebre arco argumental escrito por Chris Claremont y dibujado por John Byrne en 1980 dentro de la colección Uncanny X-Men, abarcando del número 129 al 138 de la misma. Afirmar que es una traslación de dicha historia a imagen real se antoja una simple formalidad, porque lo que Simon Kinberg ha extrapolado a la pantalla grande toma su planteamiento y punto de partida para después alejarse de manera gradual a lo que aconteció en las viñetas, dando como resultado un relato fallido en prácticamente todos sus aspectos. La infidelidad a las viñetas no tiene que ser motivo para que el largometraje carezca de calidad o buen hacer cinematográfico, pero desgraciadamente este es un caso en el que, más allá del respeto por el material en el que se basa, los desaciertos y carencias se apoderan del conjunto del proyecto. Fallos en los que trataremos de ahondar a continuación para ofrecer una visión amplia de la obra y los motivos por los que ha sido un fracaso de crítica o público y por extensión una despedida tan decepcionante como agria para los mutantes.




Las mayores carencias de X-Men: Fénix Oscura residen en su caótico y, aparentemente, manoseado guión. No sabemos si alguien intercedió en la labor de escritura en solitario por parte de Simon Kinberg, pero es un desastre a prácticamente todos los niveles. Aunque en su arranque la historia discurre sin demasiadas estridencias y el planteamiento inicial del conflicto tiene potencial, su desarrollo es atropellado, incoherente, superficial y está resuelto pobremente. A pesar de los esfuerzos de Sophie Turner la transformación de Jean Grey en Fénix o el subtexto sobre liberación sexual que subyace debajo, muy presente en la saga en viñetas original, no rasca más que en la superficie. A ello habría que sumar un encadenado de decisiones arbitrarias y desafortunadas cuando el film ejecuta su primer giro de guión. A partir de ese momento se desencadena la hecatombe con situaciones pueriles pésimamente expuestas, personajes entrando y saliendo de la trama sin ofrecerse explicaciones convincentes que lo justifiquen y un cierre totalmente anticlimático e indigno, no ya sólo para la cinta, sino para la etapa iniciada con la soberbia X-Men: Primera Generación en particular y la saga cinematográfica de los Hijos del Átomo en general.




Pero la mayor gravedad del libreto reside en su triste retrato de personajes. Aunque hemos llegado a ver versiones más egocéntricas y reprobables de Charles Xavier en los cómics, como el de la etapa de Astonishing X-Men de Joss Whedon y John Cassaday, la vergonzosa descaracterización a la que someten al personaje de James Mcavoy de X-Men: Apocalipsis a esta última entrega es la más penosa que recuerdo en años. El hombre decente, altruista, entregado a los demás y su causa pacífica vira en un ser superficial, megalómano y temerario que sólo la dignidad del actor de Glass salva del mayor de los ridículos, aunque con la famosa escena de las escaleras llegue a bordear los límites de la vergüenza ajena, no por su culpa, sino por la de Kinberg como guionista al plantear situación tan extravagante. Si a eso sumamos la villana interpretada, como buenamente puede, por Jessica Chastain, una de los más unidimensionales, sonrojantes e intrascendentes del cine de superhéroes reciente coronamos una galería de roles en su mayoría apocados, desubicados o protagonizando arcos dramáticos del todo insostenibles, así como incongruentes con los planteados, con mucho más acierto, en las anteriores entregas.




En cambio no puedo eludir mencionar lo bien facturada técnicamente que me ha resultado esta X-Men: Fénix Oscura, único apartado en el que sus responsables han realizado profesionalmente su labor. No sabría decir si las secuencias de acción de la obra han recaído en la segunda unidad dirigida por la veterana Ashley Bell (Watchmen, Star Trek: Más Allá, Godzilla), pero en caso contrario Simon Kinberg demuestra haber hecho notablemente bien los deberes trabajando codo con codo con gente como Matthew Vaughn o Bryan Singer a la hora de empaparse de la versatilidad de ambos a la hora de enfrentarse con los mastodónticos rodajes de Primera Generación y Días del Futuro Pasado o Apocalipsis. Una puesta en escena sin aspavientos y muy medida, secuencias a gran escala bien facturadas, un uso inteligente del CGI y recurrencia de efectos prácticos e incluso algún alarde visual (como ese travelling cenital que recorre los distintos vagones del tren y lo que en ellos acontece) dan buena muestra de la destacable resolución visual del film a pesar de ir gradualmente desarrollándose en localizaciones cada vez más exiguas, como si el presupuesto menguara en cada nueva situación desembocando en una clímax, como ya hemos apuntado, bastante deficiente.




Desgraciadamente poco más podemos rescatar de un producto tan desangelado y rudimentario como X-Men: Fénix Oscura. No sabemos a ciencia cierta si ha sido obra de 20th Century Fox o esa Disney que compró los derechos de esta última, pero todo apunta a que la ópera prima de Simon Kinberg como director es una pieza que sus mismos productores se han encargado de destruir por medio de cambios, reshoots, y una desgana generalizada. Como si quisieran finiquitar pronto la franquicia para quitársela de en medio dándole una conclusión indigna para una serie de films sin cuyos primeros pasos seguramente la actual fiebre del cine superheróico, adaptado del noveno arte, ni hubiese tenido lugar. Ni siquiera esa soberbia relación entre Magneto y Xavier, James McAvoy y Michael Fassbender no comparten ni cinco minutos de metraje, sobre la que se sustenta la saga o los guiños a los fans de los cómics (la aparición de Dazzler, ese amago de Genosha) salvan de la mediocridad esta última incursión en el microcosmos creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1963 y cuyo futuro se antoja incierto ahora que Kevin Feige, junto a sus colaboradores, se van a hacer con la rienda de los personajes y sus aventuras en la gran pantalla.


lunes, 29 de abril de 2019

Vengadores: Endgame



Título Original Avengers: Endgame (2019)
Director Anthony y Joe Russo
Guión Christopher Markus, Stephen McFeely, basado en los personajes de Stan Lee, Jack Kirby y Jim Starlin
Reparto Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo, Jeremy Renner, Brie Larson, Karen Gillan, Paul Rudd, Danai Gurira, Josh Brolin, Gwyneth Paltrow, Don Cheadle, Jon Favreau, Benedict Wong, Tessa Thompson, Bradley Cooper, Katherine Langford, Evangeline Lilly, Pom Klementieff, Elizabeth Olsen, Dave Bautista, Sebastian Stan, Chadwick Boseman, Letitia Wright, Benedict Cumberbatch, Anthony Mackie, Samuel L. Jackson, Zoe Saldana, Chris Pratt, Paul Bettany, Vin Diesel




Hace justamente un año Marvel Studios culminaba su primera década de vida como división cinematográfica de Marvel Cómics estrenando su mejor película. Vengadores: Infinity War marcó un punto de inflexión en el Universo Cinematográfico Marvel (UCM) cuando reunió a todos sus personajes para enfrentarse a la mayor amenaza de sus vidas, aquella que apareció por primera vez en la escena post créditos de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) y que en viñetas nació de mano del guionista e ilustrador Jim Starlin en el año 1973. Thanos, el Titán Loco, conseguía reunir las Seis Gemas del Infinito y vencer en combate a un nutrido grupo de superhéroes entre los que encontrábamos a los Vengadores, los Guardianes de la Galaxia, Spider-Man, Doctor Strange o Black Panther y sus aliados wakandianos, entre otros. Los hermanos Anthony y Joe Russo en la dirección y los habituales guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely se encargaron de llevar a buen puerto dicha empresa y el éxito se reveló descomunal. 




Vengadores: Infinity War se convirtió en una de las mejores muestras del cine centrado en adaptar personajes del mundo del cómic al medio audiovisual y después de recibir alabanzas generalizadas por parte del fandom, el público generalista y la prensa especializada llegó a convertirse en la cuarta película más taquillera de la historia sólo superada por Avatar (James Cameron, 2009), Titanic (James Cameron, 1997) y Star Wars Episodio VI: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015) y en un hito dentro del celuloide superheróico. Después de su paso como una apisonadora por las carteleras Marvel Studios estrenó otros dos largometrajes más dentro de su Fase 3. Ant-Man y la Avispa o Capitana Marvel fueron una ligera cinta de acción con apuntes de comedia en el primer caso y una historia de orígenes muy competente cuya misión era, principalmente, presentar a esa Carol Danvers que estaba destinada a ejercer un rol importante en la cuarta entrega de las correrías cinematográficas de los “Héroes Más Poderosos del Planeta”.




Vengadores: Endgame llega a las pantallas de todo el mundo con el hype disparado hasta la estratosfera debido al triunfo sin paliativos de su predecesora y al blindado secretismo con el que Disney y Marvel Studios la han promocionado con unos trailers en los que se mostraba poco o nada de por dónde iba a transitar su trama. En lo referido a los profesionales detrás de su producción volvemos a encontrar a los hermanos Anthony y Joe Russo en la dirección, Christopher Markus y Stephen McFeely ocupándose de nuevo de la escritura y un reparto en el que sobresalen los supervivientes de la anterior entrega de la saga o lo que es lo mismo, un grupo formado por Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo y Jeremy Renner dando vida a los Vengadores originales del UMC a los que suman Brie Larson, Karen Gillan, Paul Rudd, Danai Gurira, Gwyneth Paltrow o Don Cheadle entre otros y, por supuesto, Josh Brolin repitiendo como la versión cinematográfica de Thanos. Nosotros ya hemos podido ver la última entrega de la franquicia construida por Kevin Feige y sus colaboradores. De manera que a continuación vamos a dejar nuestras impresiones sobre una superproducción que no va a dejar indiferente a nadie.




Vaya por delante que se antoja una tarea hercúlea realizar una reseña más o menos completa de Vengadores: Endgame sin incurrir en spoilers, ya que la película como tal es uno de proporciones gigantescas y enfrentarse a ella sin saber absolutamente nada de su trama la hace mucho más disfrutable. La última producción de Marvel Studios es un largometraje que a su vez se subdivide en otros tres, cada uno de ellos con un tono e intencionalidad diferente. Esas tres horas, que vuelan delante de un espectador incapaz de percibirlas como tales, tienen cada una de ellas su propia misión y mientras las dos primeras la cumplen sobradamente en casi todo momento, la última rebasa cualquier expectativa depositada en ella. El primer acto de Avengers: Endgame ejerce el rol de toma de contacto con la realidad después de lo acontecido en Infinity War, con los personajes asumiendo las incontables pérdidas producidas por el genocida chasqueo de dedos de Thanos mientras portaba el Guantelete del Infinito. El segundo utiliza una excusa narrativa para convertirse en un divertido autohomenaje, casi bordeante en la metaficción. El tercero es un clímax de sesenta minutos en el que Anthony y Joe Russo, junto a sus equipos artístico y técnico, utilizan toda la maquinaria cinematográfica de la que disponen para construir la mejor batalla superheróica de la historia del subgénero y a fe mía que lo consiguen.




Con esta estructura narrativa bien establecida el mayor fallo que un servidor puede sacar a la película es que esa división en tres bloques diferenciados acusa, como nunca antes, la naturaleza serializada, no sólo ya de Vengadores: Endgame, sino de todo el Universo Cinemtográfico Marvel. Por lo tanto a lo largo del metraje no son pocas las ocasiones en las que percibimos la obra como los últimos tres mastodónticos episodios de la temporada de una descomunal serie de televisión en vez de como un largometraje cuya autonomía, como por otra lado es lógico perteneciendo a un universo ficcional expandido, se antoja inexistente. También acusa la cinta de cierta irregularidad en el ritmo durante la mitad del metraje, justo cuando las distintas subtramas se bifurcan de manera más acentuada y cada una de ella debe tomar entidad propia, además de complementarse con las demás. Algo que el excelente guión de Christopher Markus y Stephen McFeely consigue en casi todo momento, pero dejando algunas aristas sin limar en lo referido a lo que pudo ser un perfecto ensamblaje y no lo es por muy poco. Más allá de esas carencias, del todo perdonables, cierto poca credibilidad en la ejecución de una de las escenas más emocionales centrada en dos personajes y un abuso del deus ex machina en la recta final, un servidor no encuentra más fallos en Vengadores: Endgame y los que he mencionado no empañan en absoluto la experiencia de verla en pantalla grande.




Porque sí, es cierto aquello ya comentado por redes y medios especializados. Vengadores: Endgame es una carta de despedida a los primeros diez años de vida de Marvel Studios y a su vez otra de bienvenida a lo que esté por llegar tras ella. Esta naturaleza autoconsciente y con propensión al homenaje interno convierten la última aventura de los Vengadores en una oda a ese microcosmos ficcional construido sobre más de una veintena de largometrajes desde que Iron Man (Jon Favreau, 2008) diera el pistoletazo de salida. Esta cariñosa palmada en la espalda que Kevin Feige y los suyos se dan a sí mismos también se hace extensible al público, habiendo conseguido la proeza de empatizar, no ya con los lectores de cómics que alucinamos la primera vez que vimos a los personajes de las viñetas creados por Stan Lee y Jack Kirby reunidos en imagen real por obra y gracia de Joss Whedon en 2012, sino también con ese público generalista ajeno al arte secuencial que ha encontrado y disfrutado su “Universo Marvel” en el medio cinematográfico desde que el Tony Stark de Robert Downey Jr. hiciera por primera vez acto de presencia en la cinta que narró su origen superheróico. Esa conexión con todo tipo de espectadores es una muestra más del triunfo de la compañía perteneciente a Disney y lo perfectamente bien que funciona como maquinaria.




Siendo consciente de esto podemos afirmar que a lo largo de las tres horas de metraje de Vengadores: Endgame encontramos la cantidad más ingente, descarada, brutal, continuada y disfrutable de fandom vista en mucho tiempo. Evidentemente este se concentra en las dos últimas horas de metraje, pero desde los primeros compases de la película las pequeñas pildoras a modo de referencias a los cómics, cameos de personajes y easter eggs semiocultos desfilan delante de nosotros. En el proceso la sonrisa cómplice desde la platea, las risas y carcajadas, o alguna que otra lágrima van interactuando con una trama, puede que demasiado condescendiente con el fan, pero casi siempre con un anclaje aferrado a la lógica interna del relato. Más de diez años y dos decenas de películas dan su fruto y ante una obra de transición como esta se antoja inevitable la preocupación por la posible defunción de este o aquel personaje al que llevamos siguiendo desde que el Universo Cinematográfico Marvel puso sus primeras piedras. Anthony y Joe Russo en la dirección y Christopher Markus y Stephen McFeely al guión son conscientes de ello y como veteranos en la franquicia y grandes conocedores del subgénero saben qué teclas deben pulsar para que todos caigamos rendidos a sus pies, siempre quedándonos con ganas de más.




Mención de honor para la inevitable batalla final, la más espectacular que un servidor ha visto en una pantalla desde la de Morannon (Puertas Negras) en El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (Peter Jackson, 2003) a la que hace referencia en algunos pasajes. En este clímax final todos los implicados en Vengadores: Endgame, desde los directores y guionistas pasando por los diseñadores de vestuario, maquillaje o efectos especiales y llegando a todos los actores del reparto o especialistas en escenas de riesgo, echan el resto siendo conscientes de que el cierre de este largometraje es un punto y aparte en el proyecto en el que llevan años implicados. Por eso mismo todos y cada uno de los personajes, principales y secundarios, tienen, individual o colectivamente, su parcela de lucimiento y su secuencia épica. Sesenta minutos convertidos en una enorme splash page ilustrada a medias por el elegante trazo de reminiscencias clásicas de George Pérez y la vanguardia con aroma a blockbuster de Bryan Hitch. Por descontando todo el reparto brilla en esta contienda de proporciones cósmicas, pero son dos personajes en concreto los capaces de refulgir en pantalla y ser el centro de algunos momentos que, pese a quien pese, serán recordados por las actuales y futuras generaciones que han encontrado en el cine de superhéroes del SXXI lo que otros de nosotros en sagas como la trilogia original de Star Wars o la, ya citada, de El Señor de los Anillos, por poner dos ejemplos similares.




No voy a afirmar, como ya he leído en bastantes redes sociales y webs especializadas, que Vengadores: Endgame es la mejor superproducción de la historia del cine, la cumbre del celuloide comercial y una obra maestra incontestable ya desde su mismo estreno, porque sinceramente no creo que lo sea. En cambio sí estoy seguro que, al igual que sucedía con Vengadores: Infinity War, marcará un punto de inflexión dentro de esta enorme nueva ola del subgénero con el que Marvel, DC y otras editoriales han encontrado el filón de adaptar sus historias al medio cinematográfico y televisivo. La película de Anthony y Joe Russo cierra una etapa, pero abre otra llena de posibilidades finiquitando varias subtramas, aunque dejando otras en el aire para las futuras películas y series que están por venir. Aunque teorícamente Spider-Man: Lejos de Casa supondrá el cierre de la Fase 3 sería raro que el film de Jon Watts, con una aparente naturaleza más ligera según su tráiler, no fuera algo más que un epílogo. Por ello podemos considerar Avengers: Endgame como el brillante, espectacular, épico, crepuscular e imperfecto cierre para una etapa con la que hemos disfrutado de la traslación a imagen real de muchos de nuestros iconos favoritos de la Casa de las Ideas. En el trayecto hemos despedido a algunos amigos, incluso a Stan Lee o Steve Ditko, pero también damos la bienvenida a otros, viejos conocidos o no, que mantendrán encendida la llama de un universo cinematográfico que hace algo tan sencillo y noble como ofrecer puro entretenimiento.




martes, 4 de diciembre de 2018

Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald



Título Original Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald (2018)
Director David Yates
Guión J.K. Rowling
Reparto Eddie Redmayne, Jude Law, Katherine Waterston, Johnny Depp, Zöe Kravitz, Ezra Miller, Alison Sudol, Callum Turner, Dan Fogler, Claudia Kim, Ólafur Darri Ólafsson, Kevin Guthrie, Derek Riddell, Ingvar Eggert Sigurdsson, William Nadylam, David Sakurai, Brontis Jodorowsky




Sólo un lustro después de la finalización de la saga cinematográfica de Harry Potter, inspirada en las novelas homónimas de J.K. Rowling, con Las Reliquias de la Muerte: Parte 2 Warner Bros se puso manos a la obra para resucitar la franquicia millonaria. En esta ocasión rizaron el rizo trasladando a la pantalla grande la novela Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them) publicada en el año 2001 y también adscrita al universo del célebre mago británico interpretado en imagen real por Daniel Radcliffe. Como la idea de extrapolar al medio audiovisual un libro sobre la clasificación de distintas criaturas mágicas que encontraba durante sus viajes el personaje de Newt Scamander era harto complicada los responsables detrás del proyecto, con el director David Yates como cabeza visible tras dirigir cuatro largometrajes previos de la serie primigenia, convencieron a la misma J.K Rowling para ocuparse en solitario del guión y así diseñar un argumento sobre el que sustentar la película. En 2016 Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos llegó a las carteleras de todo el mundo y fue recibida con agrado por crítica y público, por lo que la segunda entrega se rodaría tarde o temprano. Con un reparto en el que repiten Eddie Redmayne, Katherine Waterston, Dan Fogler, Alison Sudol, Johnny Depp, Zöe Kravitz o Ezra Miller a los que se suma una nueva, y muy esperada, incorporación como la de Jude Law dando vida a Albus Dumbledore Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindewald llegaba recientemente a pantallas españolas e internacionales despertando opiniones notablemente polarizadas.




La historia de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald, localizada en el año 1927, recupera a los personajes principales de la primera entrega encabezados por Newt Scamander (Eddie Redmyne) reclutado por su antiguo profesor, un joven Albus Dumbledore (Jude Law), para ayudar a capturar al recién fugado Grindelwald (Johnny Depp) cuya misión consiste en reclutar acólitos para su causa, consistente en reunir a los magos purasangre para someter a los nomags o muggles, incitando a una guerra entre las dos facciones. En el proceso Newt se reunirá con Jacob Kowalski (Dan Fogler) y Queenie Goldstein (Alison Sudol), ahora formando una peculiar pareja, o Tina Goldstein (Katherine Waterston) su principal interés amoroso. Una vez iniciada la aventura por parte de Scamander y su troupe Credence Barebone (Ezra Miller) regresará para ejercer un rol de notable importancia, al igual que Leta Strange (Zöe Kravitz), ambos ocultando respectivos secretos cuya revelación descifrará muchos misterios relacionados con el pasado. Este es el argumento sobre el que J.K. Rowling construye el guión del largometraje de David Yates y a pesar de ciertas carencias, que más tarde mencionaremos, el resultado se antoja más potente y dinámico que en Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos.




Al igual que sucediera en la saga de largometrajes protagonizados por Harry Potter la presente parece también abrazar la idea de ir oscureciendo su tono en cada nueva entrega o al menos todo lo oscura que pueda ser una superproducción rompetaquillas diseñada para ser disfrutada por toda la familia. Esto se deja notar en el mismo epílogo de la película con el que J.K. Rowling desde la escritura y David Yates desde la dirección ponen rápido las cartas sobre la mesa con la intención de hacer saber prematuramente al espectador qué se va a encontrar con Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald. Este matiz más siniestro no sólo es estilístico o narrativo, sino también desde un punto de vista subtextual o alegórico, ya que las intenciones del personaje de Johnny Depp guardan tantos paralelismos con el ideario de Adolf Hitler que no sería extraño encontrarnos en la tercera entrega una alianza entre los magos purasangre y el posterior auge del nazismo. De esta manera J.K. Rowling demuestra mayor soltura como guionista si comparamos su labor con la ejecutada en el primer film, en el que pecaba de bisoña a la hora de enfrentarse a la labor de estructurar adecuadamente un guión cinematográfico. Aunque desde un punto de vista canónico y cronológico ha cometido algunos errores que han despertado la ira de los fans más acérrimos de la franquicia y, para qué negarlo, la indiferencia de un público generalista incapaz de percibir la presencia de dichas metidas de pata.




El guión de J.K Rowling y su trasfondo derrotista se ven potenciados por la puesta en escena del británico David Yates, habitual de la casa desde su debut en la franquicia con Harry Potter y la Orden del Fénix, allá por el año 2007, después de una larga carrera, sobre todo, en la televisión de su país. Aunque emulando una labor detrás de las cámaras casi idéntica a la ejecutada en las anteriores cinco películas salidas de su impronta dentro de las dos sagas del “potterverso” encontramos en Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald algunas escenas capaces de salirse, en cierta manera, de la ortodoxia adscrita a este tipo de blockbusters. La visita de los protagonistas a la casa la supuesta madre de Credence Barebone se resuelve con una secuencia de acción con reminiscencias y resoluciones visuales nolanianas, inevitable pensar Origen (Inception), totalmente inesperada en una producción de esta naturaleza tan acomodaticia. Más allá de ese pasaje, que tampoco supone una salida de tono necesariamente remercable, y teniendo en cuenta la ya mencionada oscuridad inyectada en el relato el británico se desenvuelve con oficio y profesionalidad a la hora de realizar una labor tan eficiente como impersonal, señas de identidad indivisibles a su impronta siempre que ha colaborado en las adaptaciones cinematográficas de los libros de J.K. Rowling al medio audiovisual. Habituado ya a este tipo de material ha llegado a convertirse en artesano fiable y competente, aunque sus carencias como narrador salgan a relucir cuando abandona este microcosmos y decide abrazar otros, como sucedío hace dos años con la tibia La Leyenda de Tarzán.




Eddie Redmyne vuelve a dar su versión de Newt Scamander y aunque consigue transmitir de nuevo la ternura y candidez con la que abordó el personaje en Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos se excede tanto con el lenguaje corporal como para que a cierto sector de los espectadores, un servidor entre ellos, llegue a sacarlo de quicio, sobre todo con esas miradas esquivas en ocasiones parecidas a las de una persona invidente. El trío de colaboradores del protagonista formado por Dan Fogler, Alison Sudol y Katherine Waterston mantiene el encanto destilado en 2016 y Ezra Miller añade sabiamente capas a su torturada criatura. En cambio Zöe Kravitz no pasa de cumplidora a pesar del esfuerzo de la actriz de Mad Max: Furia en la Carretera por dar peso a un personaje clave en la trama como el suyo. Finalmente, y como era de esperar, son Johnny Depp y Jude Law los mejor parados dentro del extenso casting. El primero por dar vida a un villano adecuadamente perfilado, sutil y alejado de la unidimensionalidad propia de estos papeles, aunque sin ser tampoco un dechado de profundidad. El segundo por salir airoso de dar vida a la versión rejuvenecida de un rol previamente interpretado por dos titanes como Richard Harris y Michael Gambon dejándonos con ganas de más debido a que sus minutos en pantalla son escasos y su implicación con la trama principal demasiado tangencial.




No vamos a proclamar aquí que una obra como Animales Fantásticos: Los Crímenes del Grindelwald es una gran película, su antecesora tampoco lo era, porque estaríamos faltando a la verdad y no es esa nuestra intención. Pero sí es una pieza competente y entretenida dentro del tipo de celuloide al que pertenece, aderezada con los ingredientes propios del universo ficcional que ayuda a extender y enriquecer con altas dosis de fanservice para los seguidores y en el proceso dejando notar en todo momento su naturaleza de “largometraje bisagra” cuya principal misión es seguir explotando la gallina de los huevos de oro. Dentro de la prensa especializada no ha despertado muchas alabanzas y un grueso importante de los fans de las novelas de J.K. Rowling están bastante disgustados con ella, pero desde un punto de vista cinematográfico se revela correcta y satisfactoria. La intención por parte de Warner Bros es realizar cinco largometrajes hasta completar la saga y a día de hoy no podemos aventurar nada de manera clara y elocuente. Pero no puedo evitar pensar que son demasiadas entregas para un argumento original por parte de J.K. Rowling sin ninguna base literaria ortodoxa en el que inspirarse aunque, como previamente he comentado, veo en esta Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald una mejoría sustancial en cuanto a su narrativa. Sólo el tiempo nos dirá hasta cuanto dará de sí esta nueva franquicia y si merece la pena seguirle la pista.




jueves, 20 de septiembre de 2018

La Monja



Título Original The Nun (2018)
Director Corin Hardy
Guión Gary Dauberman y James Wan
Reparto Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet, Bonnie Aarons, Charlotte Hope, Ingrid Bisu,  Jonny Coyne, Manuela Ciucur, Jared Morgan, Sandra Teles, Boiangiu Alma, Laur Dragan




James Wan lleva camino de convertirse en uno de los creadores de ficción terrorífica más prolífico y exitoso del panorama actual. Después de haber ayudado a construir sagas como Saw e Insidious el microcosmos al que más rendimiento está sacando es al relacionado con las figuras de los parapasicólogos Ed y Lorraine Warren. Mientras en su faceta como director se ocupaba de las dos soberbias entregas de Expediente Warren: The Cojuring su avezado instinto como productor comenzaba a diseñar todo tipo de spin offs derivados de los films protagonizados por Vera Farmiga y Patrick Wilson. El primero en llegar fue el de Annabelle, la muñeca maldita que los “sabuesos de lo sobrenatural” tenían confinada en su famoso museo personal, contando ya con dos entregas, la estrenada en 2014 y su precuela, Annabelle: Creation, de 2017. Más tarde, desde las entrañas de Expediente Warren: El Caso Enfield, nace este nuevo spin off centrado en el personaje de “La Monja”, la encarnación corpórea del demonio Valak que atormentaba a la familia británica protagonista de la mejor entrega de toda la franquicia. Con guión del habitual de la casa Gary Dauberman basado en una historia del mismo James Wan, dirección del británico Corin Hardy y un reparto encabezado por Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet y la indispensable Bonnie Aarons La Monja ha llegado a las carteleras de todo el mundo recibiendo críticas bastantes negativas, pero reventando la taquilla al recaudar 131 millones de dólares a nivel mundial sólo durante su primer fin de semana.





Sirva como aviso para los fans de las correrías fantasmagóricas del matrimonio Warren que si con La Monja esperan encontrar la milimétrica puesta en escena, la sabia asimilación de referentes y el control del tempo narrativo en los pasajes de terror de James Wan grabados a fuego e las dos entregas de The Conjuring la decepción se hará patente bien temprano. El largometraje de Corin Hardy, a pesar de su voluminoso envoltorio, no deja de ser en esencia una Serie B, un producto exploit, una pieza que elude los referentes más obvios como El Exorcista o La Profecía para abrazar la influencia de trabajos italianos de terror como El Engendro del Diablo (La Chiesa, 1989) de Michele Soavi o el remake que Lamberto Bava realizó de La Máscara del Demonio (La Maschera del Demonio, 1960) uno de los clásicos más famosos de su padre Mario Bava. De esta manera el segundo spin off de la franquicia Expediente Warren deja clara su naturaleza de pastiche intrascendente y divertido desde su mismo arranque. No es que el director de The Hallow y su guionista, Gary Dauberman, se tomen a broma el material que tienen entre manos, nada más lejos de la realidad, pero sí son conscientes de lo inane de un producto hecho a rebufo de un enorme éxito de crítica y público cuya única misión es extender el microcosmos previamente planteado por los films anteriores u ofrecer pura fruición cinematográfica de género.




Más allá de la ligereza de la historia narrada por sus responsables delante y detrás de las cámaras La Monja hace gala de un diseño de producción encomiable. Warner Bros y la productora de James Wan, Atomic Monster, permitieron a Corin Hardy rodar el largometraje en Rumania con varias localizaciones situadas en una antigua catedral y esto, a parte de ser el caldo de cultivo para añadir anécdotas sobre supuestos “hechos sobrenaturales” en la promoción del film, es algo que se deja notar en pantalla. Desde una perspectiva puramente cinematográfica la dirección artística y de fotografía, los juegos de luces y sombras inducidos por la iluminación y la inteligencia del realizador a la hora de colocar la cámara son las mayores virtudes de The Nun. Los encargados del apartado visual consiguen transmitir una atmósfera herética, tenebrista, transmitiendo en todo momento una constante sensación de peligro. Gracias a angostos pasillos mal iluminados, siniestras capillas sacramentales y cementerios neblinosos el espectador receptivo en todo momento se ve inmerso en esos parajes de pesadilla implicándose con el relato expuesto a la espera de las consabidas escenas de sobresaltos, en su mayoría protagonizadas por el ya icónico personaje al que da vida la inquietante actriz Bonnie Aarons.




El guión de Gary Dauberman, repleto de clichés y lugares comunes, construye una trama notablemente previsible deparando pocas sorpresas desde un punto de vista argumental. Por suerte su escritura es ágil y sabe encadenar de manera competente numerosos pasajes de tensión con los que mantener el interés de un espectador permitiéndose en pocos momentos bajar la guardia. En este sentido entra en escena la labor detrás de las cámaras de Corin Hardy, bastante meritoria si tenemos en cuenta su exigua filmografía y con una sabiduría bien medida a la hora de mantener el control de una maquinaria de notable tamaño como la que James Wan y sus colaboradores ponen a su disposición. En cuanto a los pasajes de terror se aplica una ambivalencia un tanto molesta por parte del realizador alternando secuencias excelentemente medidas en las que la sugestión, el control de los tiempos y la atmósfera transmiten genuina inquietud con otras en las que los trucos de barraca de feria, los golpes de sonido estridentes y una tosquedad formal a la hora de intentar ejecutar los célebres jump scares haciendo que la faceta más de género del film se resiente un tanto. Con todo el proyecto depara algún que otro pasaje destacable por su fuerza y si hacemos caso a los rumores que confirman la autoría de James Wan en varios de ellos no debería sorprendernos la eficiente ejecución de los mismos.




Taissa Farmiga, Demian Bichir, y Jonas Bloquet son el trío de personajes principales del largometraje. La hermana de Vera Farmiga, sin ninguna conexión en la ficción con el rol de Lorraine Warren, consigue transmitir a su novicia todo el candor, la inocencia y las dudas propias de una monja que ni siquiera a tomado todavía sus votos, pero si su papel hubiese sido abordado adentrándose más en los terrenos de la blasfemia y el pecado habría sido mucho más interesante y tridimensional. El actor mexicano de Los Odiosos Ocho ofrece convicción y fuerza a su Padre Burke, pero el guión se ocupa de convertirle en un inútil total incapaz de hacer nada a derechas en toda la trama, evolucionando casi más en un estorbo que una figura heróica. El intérprete francés en cambio da vida al secundario típico sobre el que recaen los golpes de humor, siendo el núcleo central de pasajes bordeantes en la comedia que aligeran un poco el tono tenebrista de la propuesta sin caer nunca en el histrionismo o la excesiva chanza. Por último es de recibo mencionar la excelente labor de Bonnie Aarons, la verdadera protagonista de la velada dando vida a Valak. La mujer que ofeció su físico al, no menos terrorífico, vagabundo de Mulholland Drive vuelve a entregarse al 100% a una criatura que ya ha hecho suya, pero se percibe a lo largo del metraje que James Wan era una pieza clave para que la famosa Monja transmitiera genuino pavor. No hay una sola secuencia de este spin off que llegue a los niveles de eficacia de las apariciones de la religiosa en Expediente Warren: El Caso Enfield en las que el director de la futura Aquaman sacaba lo mejor de ella.




La Monja es cine de evasión puro y duro, un proyecto no muy caro, liviano y de segunda diseñado para seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro más prolífica de James Wan. Su excelente recepción en taquilla, se estrenó como la película más taquillera de toda la franquicia The Conjuring, confirma la próspera vida que espera al microcosmos adherido a las figuras de Ed y Lorraine Warren. Aunque Warner Bros todavía no haya confirmado nada damos por sentado la futura gestación de una secuela de La Monja, pero antes de ella veremos la tercera entrega de Expediente Warren, esta vez sin James Wan detrás de las cámaras, y un nuevo spin off centrado en la otra criatura presentada en El Caso Enfield, aquel Crookeed Man, interpretado por nuestro internacional Javier Botet, al que también regalarán aventuras en solitario en un innecesario afán de explotar hasta lo extenuante el universo Warren. Por ahora nos quedamos con las impresiones de esta divertida, inofensiva, alocada y desechable The Nun, una pieza desprejuiciada que tan pronto abraza el terror marginal por medio de material de derribo como homenajea a films alejados del género en el que se engloba como Los Demonios, de Ken Russell, y Narciso Negro, de Michael Powell y Emeric Pressburge. 96 minutos de disfrute ligero y sin complejos tan digerible como olvidable a las pocas horas de abandonar su proyección.