jueves, 30 de septiembre de 2021

Transgresión Continua Express 2021 - Agosto

Free Guy (Shawn Levy, 2021) - Contra todo pronóstico Free Guy funciona como pastiche cinematográfico y videojueguil o vehículo para el lucimiento de Ryan Reynolds, pero también plantea algunos dilemas morales interesantes y hasta inusuales para un blockbuster veraniego.


Jungle Cruise (Jaume Collet-Serra, 2021) - Desde La Reina de África hasta Los Piratas del Caribe, pasando por Indiana Jones y La Momia, Jungle Cruise acierta al construir un clásico relato de aventuras, pero este se ve menoscabado por una innecesaria sobredosis de CGI.


Old (M.Night Shyamalan, 2021) - La resolutividad audiovisual propia de su autor al servicio de un despropósito narrativo con diálogos sonrojantes, personajes irracionales e incontables situaciones de comedia involuntaria. Un egotrip tan personal como indigerible.


Escape Room (Adam Robitel, 2019) - Oportunista mezcolanza entre  Cube y Saw que aprovecha el tirón de las famosas Escape Room para construir su procedimiental trama. Entretenida y rudimentaria, tan rápido se consume como inmediatamente es olvidada.


Escape Room Tournament of Champions (Adam Robitel, 2021) - Repetición, casi punto por punto, de la fórmula planteada por la primera entrega. Con mejor ritmo y trampas flagrantes de guion no deja de ser un blandengue survival tan vacuo como entretenido.


Brand New Cherry Flavor (Lenore Zion, Nick Antosca, 2021) - Derivación neocárnica del Hollywood post me too en la que convergen Wild Palms y Mulholland Drive con Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal. Incómoda y misántropa, no explota al 100% su subversivo planteamiento.


Sky Rojo 2 (Álex Pina, Esther Martínez Lobato, 2021) - Más sórdida y funcional que su predecesora cuando se entrega al exploit, casi un rape and revenge, fracasa al apelar a cualquier vacuo intento de denuncia. El reparto vuelve a ser lo mejor de la propuesta.


lunes, 20 de septiembre de 2021

Candyman, imaginations through the looking glass


"Yo soy la escritura en la pared, el susurro en el aula. Sin estas cosas, no soy nada. Así que ahora debo derramar sangre inocente. Ven conmigo" 


El pasado 27 de agosto llegaba a cines españoles Candyman, la nueva entrega de la saga cinematográfica nacida en 1992 a partir de un relato corto del escritor británico Clive Barker. Esta secuela directa de aquella cinta de terror convertida en obra de culto ha sido muy bien recibida por la crítica estadounidense y durante su primer fin de semana consiguió ponerse en el número uno de la taquilla, encumbrando a Nia DaCosta como la primera cineasta negra en conseguir tan reseñable proeza. Con motivo de la llegada de este largometraje impulsado por el productor y director Jordan Peele (Déjame Salir, Nosotros) vamos a hacer un repaso por todos los largometrajes protagonizados por el "Hombre Dulce" nacido de la mente del autor de Razas de Noche (1990). De manera que tened a mano un espejo para pronunciar cinco veces su nombre, porque hoy visitaremos los barrios bajos de Chicago. Bienvenidos a Cabrini Green.


Candyman: El Dominio de la Mente (1992)


Título Original Candyman (1992)
Director Bernard Rose
Guión Bernard Rose basado en el relato corto de Clive Barker
Reparto Virginia Madsen, Tony Todd, Kassi Lemmons, Xander Berkeley, Vanessa Williams, Michael Culkin




Entre 1984 y 1985 el escritor británico Clive Barker (Liverpool, Inglaterra, 1952) editó cinco de los seis volúmenes de su célebre antología Books of Blood, En el quinto, titulado en Estados Unidos In The Flesh, se incluyó The Forbidden, un relato corto cuyo epicentro era la leyenda urbana de Candyman, un asesino sobrenatural. Ya en 1991 las productoras estadounidenses TriStar Pictures, Propaganda Films y PolyGram Filmed Entertainment se asociaron con el mismo Clive Barker para rodar una adaptación de dicho relato. Contra todo pronóstico y a pesar de que el autor de The Damnation Game ya había estrenado dos de sus tres films como realizador, Hellraiser y Nightbreed, el encargado de escribir y dirigir Candyman, que a sí se titularía la obra, fue Bernard Rose, un cineasta británico que venía de llamar la atención con su ópera primera, Paperhouse.




Aquella producción inglesa de 1988, de la que un servidor no tiene buen recuerdo, profundizaba en el mundo de los sueños, por ello no se antoja descabellado que los productores Steve Golin, Sigurjon Sighvatsson, Alan Poul y el propio Clive Barker solicitaran los servicios de Bernard Rose  para llevar The Forbidden al celuloide, si tenemos en cuenta la importancia que tienen en la trama lo onírico y la delgada línea que separa la realidad de lo imaginario. Virginia Madsen, Kasi Lemmons, Xander Berkeley, Vanessa Williams o Tony Todd como Candyman conformaban el reparto y de la banda sonora se ocupaba un titán como Philip Glass, de cuya importantísima labor en el film hablaremos un poco más tarde.




Helen Lyle (Virginia Madsen) se encuentra inmersa en un importante trabajo sobre leyendas urbanas, folclore y supersticiones locales. De estas historias le llama especialmente la atención la de Candyman (Tony Todd), un hombre con un garfio en lo que anteriormente fue su mano derecha tomando forma corpórea y asesinando a sus víctimas al pronunciarse su nombre cinco veces delante de un espejo. Helen comienza a investigar sobre el origen y la posible existencia de Candyman en los barrios bajos de Chicago, concretamente en Cabrini Green, la zona donde se supone habita y actúa. Llegado el momento la joven se obsesionará tanto con el mito que comenzará a confundir ficción con realidad. Pero la pregunta es ¿existe realmente Candyman o es sólo producto de la imaginación de Helen?.




Los planos cenitales de la ciudad de Chicago sobre los que desfilan los títulos de crédito, acariciados por la partitura del Philip Glass, son una pequeña muestra de lo que Bernard Rose tiene preparado al espectador con Candyman. No otra cosa que un siniestro cuento de hadas con naturaleza american gothic que consigue capturar la esencia del relato adaptado y el talento innato de Clive Barker para hablar de lo innombrable por medio de una sencillez y elegancia excelsas. El británico lo consigue apelando a una puesta en escena en la que la sugestión y los juegos de espejos, literales y figurados, impulsan una historia que siendo puro cine de género se adentra en terrenos más mundanos y reconocibles, sin perder un ápice de fuerza o solidez argumental.




Hablar de Candyman y sus hallazgos, tanto formales como narrativos, es hacerlo de su genuina y absorbente atmósfera. Bernard Rose posee unas aptitudes muy reseñables para el terror, conjurando un timing brillante en lo referido a mantener la tensión del espectador durante la ejecución de una de sus secuencias adheridas al género. Aunque recibimos claras muestras de ello desde los primeros pasajes del film, el que mejor lo sintetiza es la primera aparición explícita de Candyman en pantalla. A plena luz del día, sin ocultar el rostro del personaje y sólo apelando a la cuidada colocación de la cámara, la interacción entre Virginia Madsen y Tony Todd y siendo todo el conjunto elevado por la banda sonora, esta presentación marca el tono de la propuesta del guionista y director.




Evidentemente Rose no elude la truculencia y lo sanguinolento, pero cualquier escena de violencia relacionada con los actos homicidas de Candyman viene precedida por unos preliminares minuciosos y muy cuidados que potencia el resultado final, una liturgia hipnótica y cautivadora. En este sentido cobran capital importancia los espejos convertidos en el leit motiv estético y narrativo que bascula el relato. Cada situación en la que alguno de los personajes se atreve a pronunciar cinco veces el nombre del alter ego sobrenatural de Daniel Robitaille frente a uno de ellos ha sido diseñada con esmero para que antes de la explosión de violencia explícita el espectador haya entrado en el juego inmersivo y sensorial del máximo responsable del proyecto.




Aunque la dirección de fotografía, los efectos de sonido y el diseño de producción ayudan a la sumersión en las imágenes de Canydman, es Philip Glass el mejor aliado de Bernard Rose. Solo con piano, órgano de tubo y coros el compositor nacido en Maryland impulsa hasta lo inenarrable las virtudes de todos y cada uno de los planos musicalizados por su mano, posiblemente el 95% de ellos. Con sonidos melancólicos que evocan a la nostalgia, el romance y el fatalismo el autor de Glassworks conecta con la trágica historia de Daniel Robitaille en busca de venganza y el amor perdido. Una partitura de sencillez apabullante convertida en clásico muy a pesar del mismo Glass, al que nunca gustó que formara parte de una película que tenía poco que ver con lo que en principio le vendió Bernard Rose.




La primera vez que Helen escucha hablar de Candyman es por medio de una de las limpiadoras de la universidad, una mujer negra que vive en Cabrini Green. El personaje principal es una mujer blanca de clase acomodada que chocará frontalmente con el desarraigo y la gentrificación de los suburbios de Chicago. La implicación cada vez más obsesiva de Helen por conocer la historia de Candyman le llevará a transitar un camino en el que las leyendas urbanas y el oscurantismo rigen el día a día de los desheredados, los olvidados por una sociedad que los aliena y amontona en edificios que parecieran émulos de los panales en los que se retuercen las abejas que dan forma a la fisionomía de Candyman. 




No debemos olvidar dos de los pilares maestros sobre los que un proyecto como Candyman fue construido, sus pareja protagonista. Una versión contemporánea de la bella y la bestia con reminiscencias de romance gótico. Virginia Madsen captura la esencia del viaje a la locura emprendido por Helen Lyle pasando de ser una mujer determinada a caer en los brazos de su captor. Tony Todd sólo se sirve de un largo abrigo y el famoso gancho de su brazo derecho como complementos para dar vida a Candyman, ya que su presencia física, profunda voz y lenguaje gestual hacen el resto del trabajo para diseñar un símbolo del cine de terror de los 90 que, de haber sido mejor utilizado en el resto de sus incursiones cinematográficas, podría haberse codeado con los iconos más famosos del género.




Aunque ya hemos afirmado que Candyman: El Dominio de la Mente, como se la subtituló en España, es algo más que una película de terror debido a cómo aborda temas de calado social, su adhesión al género es total y el crédito que debería recibir por sus virtudes y hallazgos mucho mayor del que a día de hoy ostenta, aunque sea una obra de culto de los 90. Desgraciadamente sus dos secuelas no estuvieron a la altura y no supieron aprovechar el material de calidad que Clive Barker y Bernard Rose habían diseñado primero en papel y luego en celuloide. Han tenido que llegar Jordan Peele y Nia DaCosta para devolver a Candyman al lugar que merecía, llevando la dimensión del personaje a un nuevo nivel cinematográfico y de denuncia. Pero antes de eso debemos hacer un par de paradas más. La primera de ellas nos lleva a Nueva Orleans, hogar de piratas y fulanas.




Candyman 2 (1995)




Título Original Candyman: Farewell to the Flesh (1995)
Director Bill Condon
Guion  Rand Ravich, Mark Kruger, basado en el personaje de Clive Barker
Reparto Tony Todd, Kelly Rowan, Bill Nunn, William O'Leary, Fay Hauser, Matt Clark, David Gianopoulos, Joshua Gibran Mayweather, Timothy Carhart




Después de que los productores Gregg Fienberg y Sigurjón Sighvatsson rechazaran la idea propuesta por Bernard Rose para una secuela de Candyman a modo de precuela en la que veríamos el romance de 
Daniel Robitaille y Helen Lyle a finales del siglo XIX, en 1995 se estrenó una nueva entrega titulada Candyman: Farewell to the Flesh. En esta ocasión del guion se encargaron Rand Ravich y Mark Kruger y la silla del director la ocupó un todavía desconocido Bill Condon, que sólo tres años después rodaría aquella obra maestra llamada Dioses y Monstruos para pasar tiempo más tarde al Hollywood más comercial con producciones como Dreamgirls, La Saga Crepúsculo: Amanecer Parte 1 y 2 o la versión live action de La Bella y la Bestia.




Mi recuerdo de Candyman: Farewell to the Flesh estaba totalmente desvirtuado, creyendo que la subtrama centrada en el asesinato de Daniel Robitaille tenía mucha más relevancia en el argumento, cuando sólo aparece en un breve flashback al final del metraje. La historia se localiza en la ciudad de New Orleans, siguiendo los pasos de la profesora Annie Tarrant (Kelly Rowan) cuyo padre fue asesinado años atrás y según la gente del lugar por el mismísimo Candyman, algo que ella no quiere creer. Mientras tanto, Phillip Purcell (Michael Culkin) antiguo profesor de Helen Lyle que ha escrito un libro sobre Candyman, es asesinado por este y la culpa recae en Ethan (William O'Leary) hermano de Annie. Finalmente se descubrirá que la protagonista y Candyman guardan una relación mucho más estrecha de lo que pudiera parecer.




El primer fallo imperdonable de Candyman: Farewell to the Flesh es llevarse la acción de Chicago a New Orleans. Poco importa si Bill Condon y sus colaboradores tratan de focalizar el relato cerca de los barrios más desfavorecidos, la de Candyman es una historia que debe desarrollarse en Cabrini Green o sus inmediaciones. porque su cosmogonía como personaje y leyenda urbana nace y se arraiga allí. Por otro lado la trama central, ironías de la vida, no tiene gancho, los asesinatos perpetrados por el protagonista no destacan y carecen de esos preliminares que sí supo conjugar Bernard Rose en los del film primigenio. A todo ello no ayuda el anodino y plano guion que ni siquiera sabe jugar la baza de los giros supuestamente inesperados que se ven venir a kilómetros.




Sería injusto afirmar que Bill Condon no ejecuta adecuadamente su labor detrás de las cámaras, ya que esta no destaca en ningún aspecto, pero tampoco cae en fallos clamorosos al mantenerse digna y competente en casi todo momento. El director de Mr. Holmes provecha la idiosincrasia adherida al personaje y trata de recuperar parte de la atmósfera de la primera entrega con la ayuda inestimable de la banda sonora original de Philip Glass, felizmente recuperada para la ocasión, pero el ya citado guion no ayuda a construir una continuación digna de su predecesora. Lejos queda la puesta en escena, que amalgamaba lirismo y sordidez, aportada por Bernard Rose a la película de 1992 quedando todo en un quiero y no puedo o una oportunidad desperdiciada.




Desde el mismo arranque del largometraje echamos de menos la presencia de Virgina Madsen como Helen Lyle, pero en honor a la verdad Kelly Rowan hace un muy estimable trabajo como Annie Tarrant. La actriz de The O.C. o Perception consigue transmitir de manera orgánica el arco dramático de un personaje cada vez más sumergido en la tragedia por culpa del influjo de Candyman. En cambio Tony Todd, una vez más, tiene que esforzarse poco par convertirse en el mayor reclamo de Candyman: Farewell to the Flesh. Su sola presencia física y elegante voz sirven para que e el visionado de esta secuela no sea una total pérdida de tiempo. Del resto del reparto los secundarios cumplen todos con su labor de manera tan competente como intrascendente.




Primera oportunidad perdida de crear un verdadero microcosmos ficcional alrededor del personaje ideado por Clive Barker en las páginas de The Forbidden. Nunca sabremos si la secuela ideada por Bernard Rose, que fue desechada por los productores, hubiera estado a la altura de la primera película o si hubiera llegado siquiera a ser funcional como nueva entrega de la saga. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que Candyman: Farewell to the Flesh es una obra fallida que no estuvo a la altura de las circunstancias. Tras el tibio recibimiento por parte de crítica y publico tuvieron que pasar cuatro años para que el personaje volviera con una tercera película que confirmaría el errático camino tomado por los distintos responsables de la franquicia.


Canydman 3: El Día de los Muertos (1999)



Título Original Candyman 3: Day of the Dead (1999)
Director Turi Meyer
Guion  Al Septien y Turi Meyer, basado en el personaje de Clive Barker
Reparto Tony Todd, Donna D'Errico, Alexia Robinson, Jsu Garcia, Mark Adair-Rios, Lupe Ontiveros, Elizabeth Guber, Rena Riffel, Ernie Hudson Jr., Wade Williams, Nicole Contreras




Los productores Al Septien y William Stuart, con el respaldo de Artisan Home Entertainment y HBO, estrenaron en 1999 Candyman: Day of The Dead, tercera entrega de la franquicia que vio la luz directamente en el mercado doméstico. En esta ocasión solo Tony Todd repetía su papel en un film escrito por el mismo Al Septien junto a su colaborador Turi Meyer, este último ejerciendo labores de co guionista y tomando las riendas de la dirección del proyecto. En cuanto a la pareja elegida para compartir pantalla con el alter ego sobrenatural de Daniel Robitaille esta fue Donna D'Errico, bastante famosa por aquella época gracias su intervención en Los Vigilantes de la Playa (Baywatch). Alexia Robinson, Wade Williams, Mark Adair-Rios o Lupe Ontiveros completaban el reparto.




El caso de Candyman: Day of the Dead es curioso, porque siendo peor película que su predecesora se revela como mucho más entretenida que aquella. Esta vez la acción se localiza en un barrio hispano de Los Ángeles en 2020, un cuarto de siglo después de los hechos ocurridos en la segunda entrega, durante la víspera del Día de los Muertos. Allí Candyman perseguirá a Caroline McKeever, la dueña de una galería de arte con la que, como viene siendo habitual, guarda una relación más estrecha de lo aparente. De esta manera la tercera entrega de la franquicia mantiene la, a esas alturas ya manoseada, estructura del protagonista vinculado íntimamente con la víctima principal del relato y el resultado no podemos decir que sea destacable en manera alguna, todo lo contrario.




Candyman: Day of the Dead es un direct to video hijo de su época, unos 90 que languidecían bajo la influencia de slashers mainstream como Scream o Sé Lo Que Hicisteis el Último Verano para dar paso a unos 2000 repletos de efectismos audiovisuales gratuitos. Los mismos títulos de crédito, en los que ya no queda rastro de la partitura de Phillip Glass, o el prólogo así lo confirman. Las hechuras de tv movie barata campan a sus anchas en todo momento con un diseño de producción, una dirección de fotografía, una realización y un trabajo actoral siempre adentrándose en el terreno de la mediocridad. De la esencia de Candyman solo quedan los rescoldos y su intérprete. El resultado es un slasher sobrenatural rudimentario y previsible sin personalidad alguna.




Curiosamente en lo referido a la violencia y la crudeza nos encontramoa ante una película mucho más explícita que su predecesora. No hablamos por ello de ingenio a la hora de que el protagonista ajusticie con su garfio ensangrentado a las víctimas inocentes que se ponen en su punto de mira, pero no se puede negar que la truculencia es la más gráfica desde la primera entrega. Por supuesto que Turi Meyer carece totalmente del tempo y el dominio del género de terror que poseía Bernard Rose en el film de 1992, pero no podemos eludir que es competente a la hora de construir brutales secuencias de asesinatos que hacen palidecer las de Bill Condon en Candyman: Farewell to the Flesh




A diferencia de Virginia Madsen y Kelly Rowan una perdidísima Donna D’Errico no está a la altura de las circunstancias en ningún momento a la hora de llevar el peso de la trama sobre sus hombros. Es ineludible que la actriz hace su mayor esfuerzo, pero no se muestra creíble debido a sus muy limitadas aptitudes interpretativas o su pobre perfil para ser un decente scream queen, ya que ni gritar se encuentra entre sus virtudes. Todo empeora cuando tiene que compartir plano con Tony Todd, un Candyman todavía imponente que, al igual que en la primera secuela, se convierte en una de las pocas virtudes de la propuesta, eclipsando con el mínimo esfuerzo a su compañera de reparto que languidece a su lado cada vez que ambos interactúan en pantalla.




Candyman: Day of the Dead cerraba, de mala manera y en horas muy bajas, una franquicia que, visto el resultado de sus dos secuelas, nunca debió existir más allá de su primera entrega. Arrinconado en los videoclubs y sin prácticamente nadie del equipo que le dio vida cinematográfica Candyman caía en el olvido para dormir el sueño de los justos mientras incesantes rumores de nuevas secuelas o remakes que nunca fructificaban recorrían más de dos décadas de silencio. Un silencio que se ha visto roto en 2021 con el estreno de una nueva película producida por Jordan Peele y dirigida por Nia DaCosta que ha devuelto a Canydman a la primera línea de Hollywood. El Hombre Dulce seguía vivo y como era lógico teníamos que volver a Cabrini Green para ser testigos de ello.


Canydman (2021)




Título Original Candyman (2021)
Dirección Nia DaCosta
Guion Jordan Peele, Win Rosenfeld, Nia DaCosta
Reparto Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett, Colman Domingo, Kyle Kaminsky, Vanessa Williams, Rebecca Spence, Carl Clemons-Hopkins, Brian King, Miriam Moss, Cassie Kramer, Mark Montgomery, Genesis Denise Hale, Rodney L Jones III, Pamela Jones, Hannah Love Jones, Tony Todd, Torrey Hanson, Ireon Roach, Deanna Brooks, Mike Geraghty, Nadia Simms




Después de una profusa carrera como actor y comediante Jordan Peele decidió pasarse al campo de la dirección cinematográfica en 2017 con Déjame Salir (Get Out), su debut detrás de las cámaras. Aquel homenaje a series como The Twilight Zone o The Outer Limits, en el que el terror convivía con apuntes de comedia negra y sátira social sobre el racismo fue un éxito de crítica y público merecedor de numerosos premios internacionales, entre ellos el Oscar a mejor guion original. Su segunda película, Nosotros, reincidía en ese terror con lectura crítica y militante convertido en su seña de identidad como productor, guionista y cineasta. Por ello a pocos sorprendió que el estadounidense pusiera su mirada en la figura de Candyman, conociendo su procedencia y desarrollo como icono ficcional.




El personaje creado por la pluma de Clive Barker llevaba más de veinte años sin conocer una nueva adaptación audiovisual y la noticia de que Jordan Peele se ocuparía del proyecto fue, en líneas generales, muy bien acogida. Al estar implicado en varios proyectos, entre ellos el desarrollo de su próxima película como realizador (Nope), Peele produciría y co escribiría el guion, pero la silla del director la ocuparía otra persona. La elegida fue Nia DaCosta, que viniendo del cine independiente (Little Woods) y las series (Top Boy) después del rodaje de Canydman ya había sido fichada por Disney y Marvel Studios para rodar The Marvels, la secuela de la muy exitosa Capitana Marvel (Anna Boden, Ryan Fleck, 2019).




Aunque Candyman se vendió durante gran parte de su promoción como un remake o reboot de la franquicia de los 90, a poco de su estreno, mil veces pospuesto por culpa de la pandemia, se desveló como una nueva entrega de la saga directamente vinculada con el film de 1992, obviando, que no negando, las dos intrascendentes secuelas posteriores. Esta versión de Candyman está protagonizada por el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah Parris). La historia comienza cuando ambos se mudan a un apartamento de lujo localizado donde se encontraba la última torre de Cabrini Green, el barrio suburbial de Chicago donde nació la leyenda de Candyman.




Desde los títulos de crédito, rimando audiovisualmente con los de la película original como si estos se reflejaran en un espejo, y la introducción con las sombras de marionetas Candyman adquiere el corpus de cuento de hadas siniestro que poseían tanto The Forbidden como su génesis cinematográfica. Nia DaCosta apela a una puesta en escena minuciosamente elaborada en la que el terror puro enraizado en el relato oral recupera la esencia de lo que una vez fue el personaje tanto en la literatura como en el cine. La directora toma buena nota del trabajo de Bernard Rose en el film original en lo referente a crear una atmósfera hipnótica en la que realidad y ficción se confunden, pero lo lleva a su terreno, uno más personal e íntimo en el que posiblemente haya depositado sus propias experiencias personales.




Otro logro por parte de Nia DaCosta es que su largometraje es el primero de la franquicia que recupera la minimalista construcción de los asesinatos perpetrados por Candyman a manos de Bernard Rose. De hecho en ocasiones llega a superarlos por medio de lo que seguramente haya sido un elaborado storyboarding de las secuencias. Truculencia y meticulosidad en armónico equilibrio para elaborar algunos pasajes que se quedan grabados en la retina. Sirvan como el ejemplo el del homicidio ejecutado durante un plano alejándose del rascacielos en el que acontece una macabra escena o el del cuarto de baño con el espejo de bolsillo como testigo de la matanza. Nia DaCosta promete como cineasta y tiene una voz muy particular para el terror. Lástima que la maquinaria mainstream la haya absorbido tan pronto.




Pero donde la propuesta triunfa totalmente es en su trasfondo social y político. El personaje protagonista de la Candyman de 1992 era una entidad surgida del cruel asesinato racista de un hombre por enamorarse y ser correspondido por una mujer blanca con la que esperaba un hijo. Nia DaCosta, Jordan Peele y Win Rosenfeld redimensionan el mito y extienden el microcosmos ficcional en el que se encuadra al convertir a Candyman, no sólo un ser sobrenatural, sino en varios a lo largo de distintas épocas. Todos los Candyman nacieron de la violencia racista del hombre blanco hacia los negros, como si el monstruo que conocíamos transfigurara en un eco, un concepto, una respuesta expeditiva y revanchista a siglos de represión e intolerancia hacia los afroamericanos. Candyman es todos y ninguno.




Todo ello surgido de la rabia y la impotencia de unos autores reflejando en celuloide esos Estados Unidos post black lives matter, con la sombra del asesinato de George Floyd sobrevolando todo el metraje. Como era de esperar han surgido voces criticando esta nueva entrega por "politizar" al personaje y su universo, declaraciones cargadas de necedad por parte de quienes las enarbolan. Aquellos que vieran en su momentos las películas originales o simplemente hayan leído esta entrada desde su mismo inicio serán conscientes de que el racismo y la discriminación a los negros son el epicentro conceptual y subtextual sobre el que orbita Candyman desde que nació a manos de Clive Barker. Afirmar lo contrario sólo demuestra ignorancia o autoengaño nacidos de la intolerancia.




En la reseña de Candyman (Bernard Rose, 1992) incluida en esta misma entrada dedicamos no pocos elogios al score de Phillip Glass que se mimetizaba magistralmente con las imágenes de aquella decadente y marginal Cabrini Green. Con esta Candyman de 2021 nos vemos en la obligación de hacer lo propio con la partitura de Robert Aiki Aubrey Lowe, repleta de cortes oscuros, sonidos minimalistas y coros apocalípticos que complementan y potencian la puesta en escena de Nia DaCosta. Parece mentira que esta sea una de sus primeras labores como compositor en el mundo del largometraje, debido a su brillante resultado y a los ritmos que lo emparentan con la música del autor de Koyaanisqatsi: Life Out of Balance.




El film cuenta en su reparto con dos de los actores con más proyección de Hollywood y eso, como es lógico, juega muy a su favor. De manera harto inteligente Yahya Abdul-Mateen ocupa el lugar que en las otras tres entregas de la franquicia ejercían mujeres, en una inversión de roles rompedora que permite al Doctor Manhattan de Watchmen desplegar todo un abanico de registros dramáticos. Teyonah Parris da la réplica con profesionalidad a su pareja en la ficción, sumergiéndose en un personaje que lleva el peso, no sólo de la obsesión en la que se ve sumergido su compañero, sino el de sus propias dudas con respecto a la posibilidad de que Candyman sea real y el responsable de las muertes de personas de su entorno.




Candyman es todo un triunfo. Una película de terror que no sólo revitaliza una franquicia muerta y casi olvidada, sino que lo hace respetando y ampliando su mensaje primigenio para ofrecer un reflejo del aquí y el ahora. Un año 2021 en el que el racismo y la xenofobia siguen campando a sus anchas por culpa de discursos de odio que ponen el punto de mira en el extranjero o el inmigrante, convirtiéndolos en los culpables o chivos expiatorios de todas las desgracias de nuestra sociedad. La película de Nia DaCosta y Jordan Peele ha llegado en el mejor momento, demostrando la vitalidad del género al que se adscribe y el interés del público por el mismo. Ojalá su éxito sirva, no sólo para devolver la salud a la saga, sino para que se sigan facturando productos tan estimulantes y comprometidos como este.


jueves, 9 de septiembre de 2021

Entrevista a Víctor Clavijo

 


Después de un Encuentro Con Actores en el que tanto él como Javier Bódalo nos contaron mil y una anécdotas del rodaje de 30 Monedas, la serie de HBO escrita y dirigida por Álex de la Iglesia, pudimos entrevistar de manera distendida al actor español Víctor Clavijo (Algeciras, Cádiz, 28 de septiembre de 1973) con el que hicimos un repaso a toda su carrera interpretativa, centrándonos principalmente en su faceta televisiva. Desde su primer papel importante en la serie juvenil Al Salir de Clase hasta la actualidad con éxitos como El Ministerio del Tiempo o la ya citada 30 Monedas Clavijo ha hecho acto de presencia en numerosos proyectos audiovisuales y teatrales de los que vamos a hablaros un poco en la siguiente entrada.


Entrevista a Víctor Clavijo


Hoy nos acompaña el actor Víctor Clavijo. Víctor, muchísimas gracias por estar aquí con nosotros

A vosotros

Vamos a hacer un repaso por toda tu carrera, desde los inicios hasta el presente y tú ya nos vas aportando datos de los distintos proyectos. Como a todos los entrevistados te tengo que preguntar cómo nació tu pasión por la interpretación.

Uff, difícil resumirlo, pero vengo de una familia donde gustaba mucho el cine y gustaba mucho también el teatro. En mi casa se veía muchísimo cine, mi padre era amigo de unos actores de Algeciras que tenían una compañía de teatro y a veces les acompañábamos en sus en sus giras y en sus funciones, a mí me gustaba disfrazarme en casa y hacer el payaso, no lo identificaba en ese momento con que quería ser actor, pero yo creo que cuando descubrí las películas de Charlie Chaplin con, no sé si 10, 11 o 12 años, al mismo tiempo cayó en mis manos un libro de Stanislavski que tenía mi padre en casa llamado La Construcción del Personaje, al mismo tiempo descubrí las películas de James Dean. Pues toda esa amalgama y unos documentales que vi en la segunda cadena (La 2 de RTVE) sobre la historia del mimo y la historia del Actors Studio también. Pues toda esa amalgama hizo que quisiera probar esto y me enrolé en una compañía de teatro con 15 años cerca de Algeciras, en el Campo de Gibraltar, y ya cuando probé el teatro por primera vez y me subí a un escenario por primera vez, con esta compañía que se llamaba Mejorana, dije “Esto es lo que quiero hacer” o sea que, bueno, una serie de circunstancias que me fueron llevando a olfatear el mundillo, a vivirlo una manera un poco tangencial por el contacto de mis padres con esta gente, con estos actores, y luego estos libros, estas lecturas, esta películas que cayeron mis manos y el hecho de probarlo por primera vez, todo eso hizo que no tuviese otro remedio que dedicarme a esto.

Víctor, antes de llegar a Al Salir de Clase, tu papel de Raúl que se convirtió en icónico, tuviste también un trayecto también televisivo. Hasta llegar ahí ¿cómo fue dar el salto del teatro a la televisión siendo un actor tan joven? ¿cómo lo recuerdas?

Cuando decidí dedicarme a la interpretación, yo estaba estudiando derecho en Granada, yo soy de Algeciras, y ya había desechado la idea de convertirme en actor, porque, bueno, mis padres me dijeron “Estúdiate una carrera y ya harás teatro”. Yo quería seguir haciendo teatro porque lo había probado y me gustaba mucho y me dijeron “Ya harás teatro cuando salgas de trabajar, en la oficina o donde haga falta”. A los 20 años tome la decisión, tras ver una obra de teatro de Juan Diego en Granada dije “quiero dedicarme a esto” y me fui a Madrid a estudiar arte dramático e hice las pruebas de ingreso en la RESAD, la escuela oficial de Madrid, y estudié 4 años allí, digamos la especialidad de interpretación, más enfocada hacia el teatro, por supuesto. Al mismo tiempo también estudié doblaje en una academia y conseguí representante cuando estaba en tercero de la escuela de interpretación, que empezó a llevarme a algunos castings de televisión y me salió el primer trabajo en televisión, pues capitular en la serie El Super, otro en no sé dónde y me llegó mi primer trabajo televisivo con continuidad con la serie de Menudo es mi Padre a los 22, 23 años y cuando la acabé pues ya me cogieron para la serie de Al Salir de Clase y no había hecho teatro profesional en Madrid, lo que había hecho era teatro antes de llegar a Madrid y había estudiado la carrera de interpretación enfocada hacia el teatro en la escuela de interpretación, pero digamos que no pasé del salto profesional o del teatro profesional a la televisión, porque no había tocado todavía el teatro profesional, había hecho teatro amateur y tenía formación teatral en la escuela, pero no había hecho teatro profesional todavía.



Tu personaje de Raúl en Al salir de clase se volvió icónico, a mí era uno de los que más me gustaba de la serie y para que nos hables un poquito de la serie te voy a recordar dos momentos que para mí son míticos. Uno sería cuando fallece tu hermano, Sergio Peris Mencheta, en el que le diste un repaso a todos personajes durante el funeral, que no veía un repaso en un funeral así desde el de Laura Palmer (risas). Luego hay otro momento que también me divertía muchísimo porque Raúl es un personaje a lo mejor arisco, era más duro, casi villanesco, pero yo recuerdo la etapa en la que iba a la radio del instituto e imitaba a un sacerdote, no recuerdo el nombre, que usaba la coletilla de “Y digo yo…” o algo así, una coletilla muy divertida. ¿Ese contraste del personaje cómo lo llevabas?

Pues era lo que más me gustaba del personaje, que tuviera ese contraste. Cuándo empezaron a darle al personaje de Raúl ese carácter a veces entre cómico y patético que era capaz de ponerse en ridículo por conseguir la atención de una pija y era capaz de vender a sus padres y hacerse pasar por pijo cuando no lo era, a mí esto me parecía que completaba mucho al personaje porque le daba una dimensión más allá del tipo resentido y con ganas de vengarse de la gente que le había hecho daño, sino que le daba mucha más complejidad, era mucho más más poliédrico, más tridimensional ¿no?. Entonces para mi era estupendo que de repente el personaje tuviese estas situaciones de comedia y de repente tuviese, al mismo tiempo, una situación dramática como la muerte, por ejemplo, de mi hermano. Yo fue la época en la que más disfrute el personaje, en la segunda temporada, porque los guionistas habían descubierto este carácter patético/cómico del personaje y a mí me divertía mucho poder explorar ese terreno, entonces lo llevaba muy bien, para mí era perfecto porque no me quedaba en un solo color. El personaje era malvado, pero también era sensible, solo que lo ocultaba, se abría con ciertas personas, de repente se le giraba el melón o la cabeza y se cruzaba con alguien y… entonces sorprendía mucho, eso es lo que me parecía muy interesante, que no que no se mantenía en una línea continua, sino que era muy muy sorprendente y muy imprevisible y esto es lo que me gusta de los personajes

Para mí era uno de mis personajes favoritos y luego la química que tenías con Sergio Peris Mencheta, que ya nos has comentado en la conferencia que habéis dado que has trabajado con él en teatro y demás, había una química muy potente ¿Qué relación tienes actualmente con Sergio?

Muy buena, para mí es aparte de uno de los actores directores y personajes de la cultura los que más admiro por el talento que tiene y por la inteligencia que tiene, porque creo que es un genio, es un tío con con un coeficiente intelectual muy por encima de la media, como lo demuestra su talento de director y su talento actoral ¿no?. Yo aprendí muchísimo con él, yo venía de la formación de la RESAD quizás tenía formación un poco más metódica, más teatral y él venía de una escuela dónde jugaba mucho a buscar la organicidad y a sorprender al actor, a no ser quizás tan academicista, yo era más academicista, y él jugaba más a romper las situaciones a buscar la sorpresa, a buscar lo fresco y cuando entendí como trabajaba él dije “Me pego a tu barco, juego contigo”. Entonces Sergio hacía mucho esto conmigo y a mí me encantaba seguirle el rollo. Cuando él, de repente, en una situación, en una secuencia te sorprendía y hacía algo yo entendía que lo estaba haciendo para darle vuelo a la escena y me pegaba rápido a su propuesta, ya fuese que cambiaba el texto, ya fuese que hacía una acción que no habíamos ensayado ya fuese que me sorprendía haciendo algo, entonces a mí me enriqueció mucho la manera de trabajar de Sergio, muchísimo, como actor. Luego ya como director me parece que es un talento fuera de serie, no no hay más que ver los montajes que ha hecho los últimos 8 o 9 años y son para aplaudirle sin parar. Tengo una relación con el muy buena, no nos vemos de continuo, pero nos queremos mucho, me consta que nos queremos mucho y que nos respetamos mucho y que nos admiramos mucho. Entonces hablamos de vez en cuando por teléfono, algún mensaje o algún audio, algo en concreto o lo que sea. Le he visto hace un par de semanas en persona porque he ido a ver su último montaje y he salido maravillado. Y sí, hablamos, no te voy a decir de continuo, pero sí de vez en cuando.



Quería hablar de Raúl porque te he comentado el tono villanesco de ese personaje, pero es que luego participaste en una de mis series españolas favoritas, que era Policías, en el Corazón de la Calle y ese personaje era muy complicado, porque también era un villano total, ¿cómo fue trabajar en esa serie que, desde mi punto de vista, a nivel de puesta en escena yo creo que se adelantó a muchas serie españolas de ahora?

Sí, sí, sin duda, pues fue un personaje que era una oportunidad de interpretar, porque Raúl tenía más matices, este era un villano más “villano villano” y siempre es muy divertido interpretar al villano y cabrear al público ¿no?, que el público te odie un rato es muy divertido (risas) siempre y cuando el público entienda que es un trabajo, lógicamente. Bueno, pues era un personaje muy villano, un director de snuff movies que seducía a la protagonista y la llevaba, la introducía un poco en el mundo pornográfico a priori, pero luego con la excusa de secuestrarla o con la intención de secuestrarla y hacer que con ella una snuff movie. Bueno, fue un personaje que disfruté muchísimo, duró solamente no sé si fueron 3, 4 capítulos, pero fue un disfrute, sí, sí, y era, bueno, un poco un salto hacia delante de lo que venía haciendo hasta ahora que era un trabajo más de personajes juveniles. Ya por edad estaba un poco más adaptado a mi propia edad el personaje, por complejidad también un poco más a la edad que yo tenía, entonces bueno, fue un regalo y una oportunidad también que agradecí mucho. No fue el único, además, porque luego me llegó también un personaje capitular en Génesis que era un poco casi una continuación de este otro, porque también era otro director de snuff movies, en una serie de acción, también era policíaca, y me tocó interpretar a otro director de snuff movies con lo cual tengo un poco ya el master de directores de snuff movies (risas)

Te iba a comentar que, ya dando un salto grande en el tiempo, pasamos del personaje como dices villanesco al seductor, porque ya tu personaje de Lope de Venga en El Ministerio del Tiempo, un personaje recurrente ¿cómo lo afrontaste? porque la versión que diste de de López es maravillosa

Muchas gracias. Pues mira, yo creo que ahí tuvo que ver un poco, aparte de que el guion es maravilloso y era muy fácil jugarlo, o sea, ha sido de los personajes que menos me ha costado interpretar, lo pienso ahora. Yo hice cuando estaba en la escuela en la RESAD escribí una obra de teatro que era una versión del Don Juan Tenorio, una versión divertida, me traía al Don Juan de Tirso de Molina al siglo XX y lo despertaba en el siglo XX junto con Catalinón y este don Juan intentaba seducir a las mujeres y se encontraba que las cosas habían cambiado en el siglo XX, con que su modus operandi o su carácter seductor ya no servía. Entonces yo pienso que de esta manera este trabajo que yo había hecho en la escuela con este personaje, este Don Juan divertido que había escrito, que había mostrado en un trabajo de clase de alguna manera esa semilla a lo mejo estaba ahí para el personaje, a lo mejor, de Lope, lo pienso ahora a posteriori. Lope lo que me dio es la oportunidad de sacar ese lado divertido, seductor, canallesco que uno lleva dentro, pero que no se atreve a explorar y a sacar en su vida diaria porque uno no es así ¿no?. Entonces me dio la oportunidad de jugar a eso, jugar al “fucker” divertido que además seduce de una manera divertida y de una manera en la que uno dice “Joder, qué cabroncete, cómo las suelta” ¿no?. Entonces es muy divertido hacer eso, que te den la oportunidad de sacar eso con un personaje, eso que uno lleva dentro y que no se atreve a sacar porque yo soy más tímido y no soy nada seductor en mi vida privada, pues oye, fue una ocasión para volcar eso en ese personaje, pero me resultó muy fácil en contra de lo que pudiera parecer por ser Lope de Vega, pero en cuanto encontramos la clave y la clave era no interpretar a un escritor porque eso ya se suponía, eso era su oficio, sino interpretar un tío que lo que desea es amar y acostarse con mujeres y seducirlas con la labia o mintiéndoles, engañándolas pues bueno, ya el trabajo se convierte en algo mucho más divertido en el que no tienes que comerte la cabeza pensando cómo sería Lope de Vega cuántas obras escribió “Dios mío, me falta por leerme esta, entonces no puedo interpretarlo”, No, eso es otro tipo de trabajo, este Lope de Vega que se hizo en El Ministerio del tiempo era un tío más de tierra y por tanto para mí fue mucho más divertido



Víctor, voy a preguntarte por el que para mí es de tus personajes, por lo menos el que mejor rollo transmitía y es que recuerdo un capítulo de El Fin la Comedia, de Ignatius Farray, en el que hacías de de un instalador de Wi-Fi que al principio parecía que iba a ser un cara y luego le da un giro completo al personaje y es maravilloso ¿cómo fue esa experiencia de trabajar con Ignatius en la serie?

Pues fantástica. Fue un rodaje muy corto, yo ceo que fueron dos días, dos jornadas de grabación. Me sorprendió mucho Ignatius, porque no lo conocía personalmente y claro, la imagen que te llega de Ignatius es de un tío irreverente, loco y es un osito de peluche, es tímido, es callado, es reservado, es sensible, es todo lo contrario al personaje que saca y que todos conocemos. Entonces, bueno, fue un rodaje muy cómodo, muy divertido y un personaje que tampoco anticipaba ni sospechaba que iba a gustar tanto como luego me llegó la confirmación de mucha gente, no. Pero sí, la clave era un tío que a priori parece un caradura, un jeta al que no le apetece trabajar, que está ahí y que todo lo que haces es posponer el trabajo y luego te das cuenta de que es una especie de ángel de la guarda de Ignatius no. Sí, es un personaje que estaba construido de una manera muy bonita a nivel de guion.

Estaba genial, la verdad es que a mí me encantó

Muchas gracias

Víctor, la última pregunta para no alargarnos más. Te tengo que preguntar por 30 Monedas y antes de hablar de 30 Monedas me gustaría hablar del trolleo qué hiciste por Twitter, porque como yo te sigo, recuerdo que cuando empezaron a emitirse los primeros episodios y tú dijiste “He estado viendo la serie esta de 30 Monedas y está bien” y mucha gente todavía no sabía que tú ibas a participar.

Bueno, claro, es que no lo hice con la idea intencionada de hacer un trolleo, sino que no podía no podía adelantar, lógicamente. La productora pues había decidido lógicamente qué ciertos actores hicieran la promoción, los protagonistas, pues el resto del reparto no sé yo hasta que punto me estaba permitido o no anunciar que iba a estar en la serie, entonces me mantuve prudente en ese sentido y empecé a verla y es que de verdad que me estaba entusiasmando y hasta que salió mi capítulo, lógicamente, empecé a verla como consumidor, como cualquier otro espectador y estaba flipando con lo que estaba viendo, entonces compartía como otro espectador cualquiera lo que estaba disfrutando al mismo tiempo porque yo no había visto totalmente nada, de hecho no había leído el resto de la serie, a mí solamente me llegó el guion de mi capítulo y nada más. Entonces estaba viéndola completamente virgen y estaba disfrutando como un enano, sí, sí, no fue trolleo a conciencia, fue sencillamente prudencia de no anunciar que salía por si la productora no quería que lo anunciara, claro.

¿Y tu relación Megan Montaner, que es la actriz con la que más interactuaste?

Fantástica, o sea, no nos conocíamos personalmente, a lo mejor de la profesión en algún evento “hola, hola” como mucho, pero desde el primer momento en que llegué, yo me incorpore y ya estaban rodando, yo venía de rodar una serie, venía de rodar Hernán en México, cuando acabé de rodar Hernán vine a Madrid y a los 2, 3 día ya fui al rodaje a que me hiciesen pruebas de maquillaje, peluquería, tal y cual, vestuario, ellos ya estaban rodando y fue “Hola Megan, hola qué tal, cómo estás, dos besos”, vamos a hacernos unas fotos para los personajes, para la casa, para el rácord y tal, en los que tenemos que estar agarrados como si fuéramos pareja y con todo, claro, estas cosas que dices “¿y cómo rompo el hielo con una persona?”, pero es tan profesional Megan, que me lo puso tan fácil que en ningún momento me sentí cohibido no, de “Tengo que agarrarla de la cintura, tengo que darle un beso en la boca, tengo que parecer…” es tan profesional Megan y lo hace tan fácil que me resultó, vamos, como si la conociese de toda la vida, porque ella es muy, muy buena actriz y una gran profesional, sin duda.



Y ya por último ¿las hora de maquillaje…?

Uff, eso era, hostia fue… primero tuve que ir a hacer varias pruebas antes de que diesen el visto bueno, es decir tuve que ir como un día, dos días a que probasen conmigo y fueron como dos tres horas de maquillaje para que Álex lo viese y dijese “Ok me gusta”, y volver a repetirlo luego los días de grabación, entonces cada día de maquillaje era dos horas, tres horas fácilmente, sí, sí. Pero el problema ya no solamente era el maquillaje, sino quitarte ese maquillaje. Recuerdo que el primer día de grabación, cuando terminé rodar mi escena, que la primera escena que tuve en la serie era cuando iba andando por la calle que volvía al pueblo, era la primera toma que hacía, me dieron una habitación de hotel, del hotel en el que estaban los actores, para poder ducharme… no te quiero contar como puse la bañera, o sea, me ponían trozos de lana negra en barro, un montón, de un montón de porquería, y claro, pues imagínate como dejé la ducha. Lógicamente intenté quitarlo, intenté ponerlo… pero en principio cuando me duché fue: “Madre mía la que he liado aquí” y se lo intenté recoger lo máximo posible para que los limpiadores del hotel no sufrieran (risas) pero vamos o sea, sí, sí, era un proceso muy laborioso, pero con una gran maquilladora, con Lolita (Lola Gómez) que hacía un trabajo espectacular, la mitad del trabajo se lo debo a ella, claro, sí, sí.

Víctor, muchísimas gracias por esta entrevista que nos has concedido. Que todos tus proyectos vayan genial: teatro, televisión, cine… y muchísimas gracias por este rato que has pasado con nosotros.

A vosotros, muchas gracias, un placer.


jueves, 2 de septiembre de 2021

Entrevista a Koldo Serra


En nuestro paso por la IX edición del Cinefán Festival de Úbeda tuvimos el placer de poder entrevistar a varios de los invitados que hicieron acto de presencia en el evento dando alguna conferencia, participando en varios actos o proporcionando entrevistas exclusivas a los medios de comunicación que fuimos acreditados por la organización. Posiblemente la más interesante de ellas fue la que le hicimos al cineasta Koldo Serra (Bilbao, Vizcaya, 1975) del que son reseñables tanto sus incursiones cinematográficas (Bosque de Sombras, Gernika, 70 Binlandes) como su participación en series de sobrado éxito nacional e internacional (El Ministerio del Tiempo, La Casa de Papel). Durante un buen rato pudimos dialogar distendidamente con él y a continuación os traemos la entrevista para que podáis conocer un poco mejor la carrera de uno de nuestros cineastas más interesantes.


Entrevista a Koldo Serra


Koldo, estamos encantados de que estés aquí con nosotros.

El placer es mío, estoy encantado de estar aquí en Úbeda en el Cinefán. El año pasado me quedé con ganas de venir, estuve invitado y no puede, y este 2021 aquí estoy.

Vamos a empezar a hablar un poco de tus inicios, y de esa etapa de cortometrajes como Amor de Madre y El Tren de la Bruja. Cuéntanos un poco de de aquella época.

Bueno, pues como muchos directores uno cuando empieza a lo que llega es a rodar cortometrajes, incluso antes de Amor de Madre yo rodé dos cortometrajes gore llamados Fotomatón y Fotomatón 2, esta última una secuela con Borja Crespo de protagonista, y luego sí que es cierto que Amor de Madre fue el primer corto, llamémosle serio, rodado en 35 mm que costó dos millones de la época y claro, no teníamos ese dinero. Lo co dirigí con Gorka Vázquez, un compañero de la universidad, y te buscabas las castañas donde pudiera ser. Un padre te ponía algo de pasta, el ayuntamiento de turno te ponía otro poquito de pasta y al final ibas juntando el dinero para poder rodar, pero yo la recuerdo con mucho cariño, aunque fue una etapa muy dura. El Tren de la Bruja lo mismo. Lo he comentado con unos compañeros vuestros, El Tren de la Bruja no se suele saber, pero cuando llegamos a Madrid toda esta generación formada por Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga, Borja Crespo… nuestra idea para hacer una película, como nadie quería producirnos, era hacer una película de terror llamada Historias Horripilantes, que era como una antología a lo Creepshow con cuatro películas de terror, cuatro cortos o cuatros segmentos y el mío era El Tren de la Bruja. Entonces, El Tren de la Bruja estaba escrito como segmento para esa película, que se cayó, obviamente. La idea original era de Nacho Vigalondo, entonces decidió rodarlo como cortometraje y lo mismo, a buscar dinero y al final conseguimos la pasta y lo rodamos coronológicamente. Había comentado antes que no había rodado nada cronológicamente hasta 70 Binlandes, mentira, El Tren de la Bruja lo rodamos también en progresión, porque podíamos al ser solo un actor, una voz en off y un solo decorado y como digo, bueno, pues creo que son épocas necesarias al final, como director. Por un lado aprendes rodando y si no puedes rodar cosas grandes ruedas cosas pequeñas y luego por otro lado El Tren de la Bruja me abrió las puertas para llegar a actores de la talla de Gary Oldman, ya que el vio El Tren de la Bruja, porque cuando tú le mandas a un productor o a un director un guion tienes que demostrarle que sabes dirigir. Entonces, vamos a decirlo así, es una carta de presentación de tu trabajo y de que sabes hacer las cosas… o no (risas). Pero yo la recuerdo como una época bonita, dura, pero bonita, cuando llegamos a Madrid todos.

Bosque de Sombras, el salto al largometraje con un thriller rural protagonizado por Gary Oldman, Virginie Ledoyen, Paddy Considine, Aitana Sánchez Gijón, un gran reparto. ¿Cómo consigues que Gary Oldman se implique y luego el enorme trabajo de aprenderse los diálogos fonéticamente, que lo hizo genial?

Lo de Gary Oldman fue un poco loco, ya lo he contado alguna vez. Nuestra idea era escribir una película barata, pequeña, rodada en España con actores españoles. El sueño de mi vida por aquel entonces era rodarla con Luis Tosar y Eduard Fernández, que no eran los Luis Tosar y Eduard Fernández de ahora, eran mucho menos conocidos, y no conseguimos levantar la película. El productor, Íker Monfort, dijo: “Por qué no la rodamos en ingles” y yo comenté “Bueno, que sea en inglés o no, pero que esté ambientada en España y que hablen inglés los de fuera”, o sea, no ir a rodar una película en Missouri, porque yo no tengo ni puñetera idea de Missouri, y entonces mantuvimos, por así decirlo, el germen del proyecto y de repente nos vimos mandando guiones a actores americanos o sea, metiendo en sobres guiones y mandándoselos a actores como, yo qué sé, Jeremy Irons o tal y de repente llegamos a Gary Oldman. Le gustó el guion, me fui a Los Ángeles cuanto antes. Un desastre, se me pierde la maleta, todo mal y no sé si le di pena, pero dijo que sí. Y luego lo de siempre, al final siempre hay un efecto dominó, tienes a Gary Oldman en la película y resulta que… bueno Aitana ya estaba en la película y Lluis Homar… pero luego llega Paddy Consindine, que actualmente lo peta con Peaky Blinders, y Virginie. Entonces sí, creo que el casting luego atrajo a otro casting, un nombre atrae a otros, el presupuesto era el mismo, pero de repente teníamos una ópera prima con un casting internacional.



Comentabas en la conferencia que has dado aquí en el Cinefán de Úbeda que de Bosque de Sombras a Gernika, tu segunda película, pasan casi diez años, pero no estabas quieto, hacías televisión. Trabajaste en Karabudjan, La Fuga, El Don de Alba…

Sí, en Estados Unidos es curioso, porque cuando quieren hacer una película contigo miran tu perfil de IMDB y dicen “Es que hizo una película este año y tardó diez años en hacer la segunda” y es como, hostia, hacer cine en España es un milagro, pero en esos diez años como dices no estuve parado. Rodé todo lo que has dicho, Muchachada Nui, La Hora de José Mota, mucha publicidad, videoclips. Quiero decir, al final uno aprende rodando y se mantiene rodando porque si uno está en su casa esperando, no te voy a decir que se te olvide, porque esto es como conducir en bici, pero cuanto más trabajas, cuanto más ruedas, más confianza ganas, más sabes, más eres capaz de solucionar las cosas de una manera más tranquila y relajada y tienes más tablas, como en todas las profesiones. Entonces en esos diez años de sequía en largometrajes estuve sin para de rodar haciendo televisión y por supuesto de todo se aprende. La Fuga fue una serie complicada también, Karabudjan fue una minserie que a día de hoy tendría cabida en cualquier plataforma, pero que se adelantó como una miniserie de seis episodios para Antena 3 abordando temas complejos como la trata de blancas y además con un lenguaje muy moderno para la época. De todas estas experiencias uno saca petróleo y le viene bien para que luego, cuando llega por fin tu segundo largometraje, uno tan grande como Gernika, no te tiemblen las piernas al enfrentarte a ello (risas)

Porque claro, vuelves con un segundo largometraje, otra vez con reparto internacional tema histórico… ¿qué recuerdos tienes de aquel rodaje?

Jo, pues para mí fue la hostia. Por un lado primero porque como vasco poder hablar del bombardeo de Gernika me parecía algo que había que hacer porque en el cine se ha abordado muy poquito y de manera muy tangencial. Fue un regalo que me hicieron José Alba y Carlos Clavijo, hermano del actor Víctor Clavijo que era guionista de la película, y creo que fue Eugenio Mira quien dio mi nombre y entonces me uní a ellos. Es un proyecto que tardamos cuatro años en levantarlo desde que yo me incorporé a él, porque era una película cara con reparto internacional con James Darcy, Jack Davenport, que venía de Piratas del Caribe, María Valverde, un casting muy interesante y era una película muy complicada porque ¿cómo ruedas un bombardeo?. Uno no llega a rodar un bombardeo viniendo de rodar otros, sino que tiene que enfrentarse por primera vez a él. Como con todas las películas las vas haciendo poco a poco, por partes y yo qué sé, somos de Bilbao, se puede (risas)



También has rodado varios episodios para El Ministerio del Tiempo ¿qué tal trabajar con esos guiones tan rocambolescos y geniales?

A mí me encanta El Ministerio del Tiempo. Cada capítulo es una película diferente o tiene una estructura diferente, hay un entuerto con los personajes y por otro lado aprendes la hostia de historia, porque a uno le gusta la historia, pero no tiene conocimientos de todos los personajes históricos y a veces, porque uno estudia otras cosas, de donde menos conocimientos tiene es de su propio país y gracias a El Ministerio del Tiempo te metes de lleno en aventuras, cada una diferente a la anterior, aunque haya una trama horizontal con las patrullas, pero que como director es muy goloso, muy divertido. Yo era muy fan, como me pasó con La Casa de Papel, antes de rodar la serie y fue un gustazo meterme a rodar el Ministerio con personajes que conozco ya porque los he visto, como un Alonso de Entreríos, Angustias… que ya son como de la familia y luego te enfrentas a rodar con ellos y mola mucho.

Hablando de La Casa de Papel ¿cómo llegas a la serie de Netflix?

Jesús Colmenar, que es director de la serie, y Migue Amoedo, director de fotografía y creador de la imagen de La Casa de Papel y Vis a Vis, me llamaron para currar en las dos primeras temporadas, pero me pillaron rodando El Ministerio del Tiempo y 70 Binladens, por lo cual les tuve que decir, muy a mi pesar, que no y yo me decía “Bueno, ya no me van a llamar nunca más, ya les he dicho dos veces que no” y de repente la serie se convierte en un éxito y me llamaron para incorporarme al equipo de directores de la tercera, cuarta y quinta al final y ha sido la hostia. Con la presión de saber que estás enfrentándote a algo que ya es un fenómeno a nivel mundial, pero por otro lado con la ilusión de saber que estás metido en algo que lo va a ver todo el mundo. Porque a veces ruedas cosas sin saber si van a tener repercusión, si las va a ver alguien y al final hacemos las cosas para el espectador, para el público y en este caso entrabas en un sitio sobre seguro sabiendo que lo va a ver todo el mundo, pero eso también te genera una responsabilidad.



¿Como director y estando detrás de las cámaras, notaste el salto a Netflix?, porque la inversión y la producción era mucho más grande

Hombre, yo siempre digo que creo que en mi vida me voy a encontrar en otra producción como esta. Creo que era Migue quien decía “Estamos en la Champions League de las series”, además Netflix ha cuidado mucho La Casa de Papel, porque obviamente les gusta y creo que eso se nota. Hemos tenido medios, hemos tenido dinero, hemos tenido tiempo, porque es lo que no tienes cuando ruedas series y el dinero es tiempo. En este sentido es digno de alabar que una plataforma como Netflix haya entendido que hay que darle el tiempo y los medios necesarios a cada capítulo, con lo cual puedes escribir la locura que se te pase por la cabeza porque se puede hacer, con tiempo y dinero se puede hacer. Si fueran proyectos míos yo me hubiera autocensurado me habría dicho “Estás loco, cómo vas a escribir esto, es imposible”. En este caso es muy guay porque lo lees y piensas “¡Su padre!, ¿cómo voy a rodar esto? ¡dios mío”?, pero al final te enfrentas y está muy bien.

Centrándome un poco en La Casa de Papel, que tiene unos personajes muy interesantes. Yo sigo en redes al director español Paco Cabezas y hace cosa de un año hizo en Instagram algunas stories hablando de cómo trabaja en las series estadounidenses, porque si hay algo que no le gusta son los directores que llegan con lo puesto ruedan y para adelante, pero que a él le gusta, aunque sólo vaya a rodar un solo episodio de una serie en concreto, hablar con los actores, interactuar con ellos, intercambiar impresiones. ¿Eres de ese tipo de directores?

Sí, hombre. Yo siempre digo que las cosas hay que prepararlas muchísimo, aunque luego se cambie todo. El hecho de llevarme las cosas preparadas de casa, haber hablado con los actores… porque claro, a La Casa de Papel se han ido incorporando nuevos, no todo el mundo estaba. Belén Cuesta, Luca Peros, Fernando Cayo, Najwa Nimri… todos esos personajes han entrado en estas temporadas y yo pienso que todo el trabajo previo siempre es buenísimo, hagas un capítulo o hagas siete, al final todo lo que puedas preparar las cosas creo que se nota, que de nuevo es tiempo, y que encima te da esa libertad de poder cambiarlas. Porque si yo vengo de casa con el trabajo hecho y llego al set y si veo que hay algo que funciona mejor puedo cambiarlo y puedo hacerlo con la tranquilidad de saber que he pasado antes por este sitio, que lo he pensado y repensado, pero que con lo que me aportan los actores lo puedo cambiar, poco o mucho, pero la esencia está ahí porque ya lo he trabajado previamente y eso es muy importante. A mí me gusta llevar los deberes hechos, admiro a los que llegan ahí y ¡pim pam!, porque yo no tengo esa capacidad, pero todo lo que pueda trabajar antes, desde hablar con actores y planificar todo, me gusta hacerlo



Háblame un poco de 70 Binladens, que sé que es un proyecto al que le tienes especial cariño. ¿Estaba Álex de la Iglesia de productor?

Sí, estaban de co productores Álex de la Iglesia y Carolina Bang.

Además creo que Álex está teniendo un olfato muy refinado para producir películas, porque Errementari: El Herrero y el Diablo, es otra película que me fascina.

Pues la próxima película de Paul Urkijo Alijo también la producen Álex y Carolina y están ahí pronto con ella.

Deseando estoy de verla. Háblame entonces un poco de 70 Binladens

Pues 70 Binladens es una película que tardé diez años en hacer, estaba mucho antes que Gernika en mi vida. Son tres guionistas bilbaínos, es una película de atracos, pero desde el punto de vista de una de las rehenes, en este caso Emma Suárez, lo que la hace diferente del resto de películas del género. Además era un guion muy juguetón, con mucho giro y desde la primera vez que lo leí me gustó mucho y les dije “Por favor, chicos, esta película tengo que hacerla yo”. No la tenían escrita para mí, pero luego yo aporté mi imaginario, mis años 70, mi estética…. con libertad total, consensuada con ellos, por supuesto, pero sí, parecía una película que podía haber escrito yo con alguien o como dices tú, muy mía siendo de ellos. Estuvimos muchos años preparándola escribiéndola, reescribiéndola, trabajando, o sea yo la tenía ultrapensada, hasta el punto de que cuando por fin se hizo diez años después, no te voy a decir que fue un paseo, ni mucho menos, pero que la tenía ultratrabajadísima, ultraimaginada, ultrapensada con lo cual después de Gernika se precipita y un año y medio después se rueda 70 Binladens. La tenía tan interiorizada que me la sabía de memoria, entonces fue un proceso relativamente tranquilo el rodaje y prepararla.



Por protocolo te tengo que preguntar, aunque ya lo han hecho en la conferencia, y no nos puedes decir nada, pero ¿qué nos espera, al menos a nivel emocional, con esta Parte 5 de La Casa de Papel de la que has rodado varios capítulos y que se estrena en dos tandas el 3 de septiembre y el 3 de diciembre?

Pues yo espero de verdad que satisfaga a la gran mayoría. Siempre los finales de las series son muy complicados, es muy difícil satisfacer a todo el mundo porque al final, yo qué se, con un Juego de Tronos unos tienen unas expectativas y otros unas diferentes. Yo después de haber participado y rodado con mis compañeros y, digámoslo así, haber visto la temporada y la serie completa creo que estamos ante una temporada muy buena, muy potente a nivel emocional, a nivel de acción, a nivel de tensión y además creo que es una buena idea partirla en dos, porque comértela en diez capítulos del tirón le hubiera quitado cierta importancia a algunas de esas cosas que pasan y creo que el poder reposar, aunque sea un poco putada tener que esperar dos meses para el desenlace, creo que es un acierto el haberla cortado y creo que es mejor haberla dosificado en cinco y cinco. Yo creo que es muy potente, nosotros estamos muy contentos, obviamente nuestra perspectiva desde dentro es una y seguramente la del espectador es otra, pero yo como fan de la serie creo que me hubiera gustado mucho este final para la serie, no puedo contar más, pero creo que está muy bien.

Perfecto, Koldo. Te agradecemos mucho que hayas estado con nosotros pasando este rato.

Nada, hombre, encantando y gracias a vosotros.