viernes, 31 de julio de 2020

Transgresión Continua Express 2020 - Junio


El Gran Dictador (Charles Chaplin, 1940) - Chaplin habló por primera vez y el mundo entero calló. No ya un clásico intemporal con la mejor convivencia entre comedia y drama de la historia del cine, sino un grito desgarrado contra los totalitarismos tan necesario hoy como entonces



Perro Blanco (Samuel Fuller, 1982) - Un Samuel Fuller de 70 años deposita toda su sapiencia cinematografía en esta desgarradora y lírica parábola sobre racismo, violencia y maltrato animal. La última obra maestra de un genio adentrándose en el crepúsculo de su carrera.



Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008) - Sam Mendes adapta a Richard Yates como si de un perverso melodrama de Douglas Sirk se tratara, añadiendo al conjunto desencanto y derrotismo con intención de viviseccionar un matrimonio en crisis. Leonardo DiCaprio y Kate Winslet colosales.



Upgrade (Leigh Whannell, 2018) - Atípica distopía, entre Robocop y Desafío Total, con brutales elementos de acción, notable diseño de producción y una cámara imbuida por la estética cyberpunk y biónica de la propuesta. Por desgracia no explota al 100% su interesante planteamiento



El Hombre Invisible (Leigh Whannell, 2020) - ¿Se puede utilizar la enésima adaptación de la obra literaria de H.G. Wells como un retrato desolador sobre la violencia machista hibridando pasajes de puro terror con un monumental trabajo actoral de Elisabeth Moss? Sí, se puede.



Color Out Of Space (Richard Stanley, 2019) - Richard Stanley regresa por todo lo alto al campo de la dirección adaptando a H.P. Lovecraft. Tras una gradual escalada de tensa calma todo explota en un viaje lisérgico a la locura cósmica y la descomposición de un núcleo familiar.



Otra Vuelta de Tuerca (Floria Sigismondi, 2020) - A pesar de la exquisita puesta en escena de la directora, el vistoso diseño de producción y una entregada Mackenzie Davis el guión no consigue capturar nada de la esencia que Henry James imprimió en su novela.




El Amo del Calabozo (Varios, 1984) - Nueve directores se reparten la realización de esta cutre y divertida mezcolanza entre Tron, Dungeons & Dragons y Mad Max producida por Empire Pictures. El resultado es un simpático juego de mesa viviente o su equivalente electrónico en 8 bits




Da 5 Bloods (Spike Lee, 2012) - A pesar de sus carencias, como la grandilocuencia, el exceso de metraje o la caótica mezcla de géneros, Da 5 Bloods funciona como reformulación del cine de Vietnam a manos de un Spike Lee siempre militante en su necesaria lucha por reivindicar los derechos y la historia de su raza



Capone (Josh Trank, 2020) - Desastre sin paliativos a manos de Josh Trank que intentando buscar una crepuscularidad viscontiniana riega de estupideces y fluidos corporales los últimos días del mafioso. Tom Hardy compone desde la desmesura un Capone insufrible y caricaturesco.




Los Miserables (Tom Hooper, 2012) - Ni el innecesario barroquismo visual de Tom Hooper, el exceso de diálogos cantados o el holgado metraje pueden anegar la enorme labor vocal e interpretativa del reparto o la esencia del musical inspirado en la obra de Víctor Hugo.



Selfie (Víctor García León, 2017) - Ingenioso y ácido falso documental sobre un niño pijo viendo su vida acomodada desaparecer por culpa de su padre, un ministro corrupto. Santiago Alverú brilla en todo momento, pero Macarena Sanz es una robaplanos nata.




El Culo del Mundo (Andreu Buenafuente, 2014) - Documental dirigido, co escrito y protagonizado por el humorista y presentador Andreu Buenafuente, centrado en su época de mayor crisis profesional. Tierno, sincero e ideal para conocer al catalán en la intimidad y rodeado de su gente



Betaal (Patrick Graham, 2020) - Miniserie india que confraterniza clásicos de John Carpenter como Asalto a la Comisaría del Distrito 13, La Niebla, y el Príncipe de las Tinieblas. Con potente look visual y una atmósfera sórdida se revela como una fruiciosa y estimable propuesta.

sábado, 25 de julio de 2020

Jonah Hex, por un puñado de dólares




Título Original Jonah Hex (2010)
Director Jimmy Hayward
Guion Mark Neveldine, Bryan Taylor, William Farmer, basado en el cómic de John Albano y Tony DeZuniga
Reparto Josh Brolin, John Malkovich, Megan Fox, Michael Fassbender, Will Arnett, Aidan Quinn, Wes Bentley, Tom Wopat, Julia Jones, Jeffrey Dean Morgan, Michael Shannon, John Gallagher Jr.




Jonah Hex hizo su primera aparición como personaje de DC Comics en All-Star Western Nº10 el mes de febrero del año 1972. Creado por el guionista John Albano y el dibujante Tony DeZuniga no tardó en protagonizar su propia cabecera a lo largo de 92 números. Tras una vida editorial intermitente durante los 80 con una serie titulada Hex volvió a la primera línea de fuego en la década de los 90 con una miniserie de tres entregas a manos de Joe R. Lansdale y Tim Truman dentro del sello Vertigo con ambos autores mezclando el origen adscrito al western del antihéroe con una pátina sobrenatural cercana al terror. Ya en los 2000 fue el tándem de guionistas formado por Jimmy Palmiotti y Justin Grey, acompañados por todo tipo de ilustradores, el encargado de insuflar nueva vida a Jonah Hex con un notable éxito y acercándolo a una nueva generación de lectores. Tras el huracán suscitado por los New 52 en 2011 Hex protagonizó la colección All-Star Western Vol. 3 donde pudo seguir sumergiéndose en todo tipo de aventuras todavía a manos de los autores de Power Girl o Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo. Contra todo pronóstico y siendo un personaje desconocido fuera del mundo de las viñetas en el año 2010 Warner Bros, DC Entertainment y Legendary Pictures se asociaron con los productores Akiva Goldsman y Andrew Lazar, que en los 90 ya habían intentado llevar a Jonah Hex a la pequeña pantalla, para sacar adelante un largometraje en imagen real del cowboy con el rostro desfigurado.




Para llevar a buen puerto el proyecto se contrataron los servicios de los directores estadounidenses Mark Neveldine y Bryan Taylor famosos por realizar divertidas y anárquicas cintas de acción como las que componían el díptico Crank o Gamer. Junto a William Farmer ambos cineastas escribieron una historia que ellos mismos convertirían en guión para más tarde encargarse de llevarlo a imagen real detrás de las cámaras. Antes de comenzar la producción del largometraje Neveldine y Taylor abandonaron abruptamente el proyecto por las consabidas diferencias creativas con los productores teniendo estos que buscar otro director, Jimmy Hayward, y ellos un nuevo proyecto relacionado con el mundo de las viñetas que dos años después cristalizó en la demencial, autoparódica y frenética Ghost Rider: Espíritu de Venganza. (2012). Una vez el autor de Horton (2008) ocupó la silla del director el rodaje dio comienzo con Josh Brolin encabezando como Jonah Hex un reparto al que se sumaron rostros conocidos como John Malkovich, Megan Fox, Michael Fassbender, Will Arnett, Wes Bentley, un fugaz Michael Shannon y un no acreditado Jeffrey Dean Morgan. De los modestos 47 millones de dólares que costó el film sólo recuperó poco más de 10 convirtiéndose en un notorio fracaso de taquilla, para colmo también masacrado por la crítica.




A un proyecto como Jonah Hex se le notan desde el minuto uno los numerosos problemas en los que se vio inmerso durante su producción. Más allá de la notable bisoñez de Jimmy Hayward con el cine en imagen real el irregular montaje que denota en no pocas ocasiones bruscos cortes y reshoots que posiblemente obedecieran a un montaje calificado R del que posteriormente Warner Bros se arrepintió menoscaban de raíz la puesta en escena y el tono de una obra que no parece ser consciente de su propia naturaleza como pieza cinematográfica. Los responsables detrás de la propuesta parecen incapaces de trasladar con pericia las aventuras del personaje al celuloide y mucho menos amalgamar con acierto la vertiente más clásica de sus primeras aventuras con la más cercana al terror y el ocultismo de su etapa contemporánea. A esto debemos sumar la incapacidad de Jimmy Hayward a la hora de capturar la esencia western del film, ya que sus referentes quedan suavizados y minimizados dejando el tono de Jonah Hex en una impersonal y algo anodina tierra de nadie a medio camino entre un inocuo spaguetti western y la estética steampunk que impera en la recta final del metraje.




Como otras cintas en las que personajes de cómics debutan por primera vez en el mundo del cine Jonah Hex es una historia de orígenes y los expuestos en esta producción de 2010 mezclan los de la génesis del personaje con sus primeros encontronazos con uno de sus villanos más recurrentes, Quentin Turnbull. El resultado es la típica historia de venganzas cruzadas y Ley del Talión en la que el antihéroe y su némesis se embarcan en una encarnizada búsqueda mutua para eliminarse mutuamente. En este sentido el guión de Mark Neveldine y Bryan Taylor es un inofensivo y nada destacable cúmulo de tópicos adscritos al western con toques sobrenaturales que no terminan de convivir armónicamente con la propuesta realista que bascula el grueso del relato, algo que las versiones en papel del personaje desarrolladas en los 90 y 2000 sí consiguieron. En este sentido no mucho queda a lo que aferrarnos más allá de algunas secuencias de acción competentemente ejecutadas, un par de situaciones relacionadas con el más allá bien resueltas por el director y poco más. La desgana, apatía e impersonalidad siempre en paralelo a un cineasta que ejerce de mero mercenario para acabar la película lo antes posible y desvincularse de ella construyen el endeble esqueleto sobre el que se sostiene una nadería como la que nos ocupa en esta entrada.




La desidia generalizada que transmiten prácticamente todos los apartados de Jonah Hex también es extensible a un reparto que, en líneas generales, deja entrever al espectador lo poco o nada que creían en el material puesto en sus manos para sacar adelante la película. Antes de dar vida a sus icónicas versiones de Thanos y Cable Josh Brolin intentó un par de veces coquetear con las adaptaciones de cómics al séptimo arte, resultando las dos en fracaso, una fue Sin City: Una Dama Por la Que Matar (2014) y la otra la que desgranamos en esta entrada. Sería injusto decir que el actor de No Es País Para Viejos (2007) o American Gangster (2007) no hace un buen trabajo, porque su versión de Jonah Hex exhala la rudeza, carisma y fisicidad necesarias para encarnarlo con acierto. Buenas palabras podemos tener también con un Michael Fassbender que debió disfrutar de lo lindo en la piel tatuada de Burke. Pero el resto de casting parecía querer terminar lo antes posible con sus roles de ahí que Megan Fox, ya una actriz muy limitada, poco pueda hacer Lilah o un John Malkovich que ni tirando de veteranía puede alejar a Quentin Turnbull de un simplista villano de opereta. De otros como Will Arnett, Aidan Quinn o Wes Bentley y sus escasos minutos en pantalla poco podemos decir y en cuanto a Michael Shannon el reto es encontrarlo en la película, ardua tarea si tenemos en cuenta que su, ya de por sí breve, papel queda reducido a un cameo por obra y gracia de la sala de montaje.




Jonah Hex fue alumbrada en una etapa confusa para Warner Bros y DC Entertainment. Con la trilogía del Batman de Christopher Nolan todavía en desarrollo, habiendo conseguido un éxito descomunal con El Caballero Oscuro, quedaban tres años para que el DCEU diera sus primeros y titubeantes pasos con El Hombre de Acero, de manara que proyectos como Watchmen, Green Lantern o Jonah Hex fueron utilizados para tantear el terreno sin conseguir ninguna de ellas el éxito esperado. Para colmo la adaptación del personaje creado por John Albano y Tony DeZuniga tuvo que vadear con múltiples problemas como el despido de sus directores (con ellos hubiéramos visto una película diametralmente diferente y mucho más divertida) y la indecisión de unos productores no sabiendo qué hacer con un proyecto al que hasta el meritorio score compuesto por Marco Beltrami y la banda de metal progresivo Mastodon parecía quedarle tan grande como inadecuado. Sólo Josh Brolin y Michael Fassbender o breves fogonazos del interesante personaje que es Jonah Hex podemos destacar de una pieza que al menos entretiene y se pasa en un suspiro gracias a sus ajustados 80 minutos de metraje. Más allá de eso un producto de consumo rápido para degustar en una tarda aburrida para olvidarlo justo cuando concluyan los títulos de crédito finales.





sábado, 18 de julio de 2020

Spawn, death and rebirth




Título Original Spawn (1997)
Dirección Mark A.Z. Dippé
Guión Alan B. McElroy y Mark A.Z. Dippé, basado en el cómic de Todd McFarlane
Reparto Michael Jai White, John Leguizamo, Martin Sheen, Theresa Randle, Roger Yuan, Nicol Williamson, D.B. Sweeney, Melinda Clarke, Miko Hughes




Es ineludible que uno de los acontecimientos más importantes dentro del mundo del cómic durante la década de los 90 fue la creación del sello independiente Image Comics. Como todos recordamos a principios de aquella década Marvel Cómics vendía millones de ejemplares dentro de varias de sus cabeceras como The Amazing Spider-Man, X-Men, X-Force o Lobezno principalmente gracias a una nueva ola de dibujantes que supieron conectar con un público joven deseoso de consumir este tipo de productos en los que primaba la espectacularidad visual por encima de los guiones. Jim Lee, Marc Silvestri, Erik Larsen, Todd McFarlane, Rob Liefeld, Jim Valentino o Whilce Portacio daban ventas descomunales a la Casa de las Ideas mientras ellos se sentían minusvalorados por los contratos leoninos que firmaron con la editorial impidiéndoles sacar beneficio, ni siquiera de los personajes que ellos mismos habían creado. De manera que este grupo de profesionales crearon su propia empresa, dividida a su vez en varios subsellos, con la que dieron un fuerte golpe en el mundo del arte secuencial creando cada uno de ellos su propias colecciones protagonizadas por uno o más personajes. De entre todas ellas destacó Spawn, serie escrita y dibujada por el canadiense Todd McFarlane que al poco tiempo se convirtió en la cabecera más representativa de Image Comics.




Desde que debutara en mayo de 1992 vendiendo la friolera de casi un millón setecientos mil ejemplares de su primer número la idea de llevar a Spawn al medio cinematográfico siempre estuvo entre los planes de distintas productoras y sobre todo en la cabeza de su creador, Todd McFarlane. Al poco tiempo de consagrarse como una de las series más vendidas de los 90 dentro del negocio del cómic, pudiendo mirar de frente a productos ideados por Marvel y DC, McFarlane comenzó a abandonar gradualmente su faceta de artista para ir ejerciendo el rol de empresario, de manera que una de sus principales intenciones fue convertir las infernales aventuras de Al Simmons en una superproducción hollywoodiense, consiguiéndolo por fin en 1997. Producida por New Line Cinema y con el mismo creador del cómic estrechamente ligado a la producción del largometraje Spawn contó con holgados medios para debutar en el medio audiovisual. De adaptar las primeras aventuras del personaje a un guión se ocupó Alan B. McElroy y de ponerse detrás de las cámaras Mark. A.Z. Dippé, experto en efectos especiales curtido en las filas de Industrial Light and Magic de George Lucas, compañía que también se ocuparía en esta ocasión de dicho apartado junto a KNB EFX Group, responsables del maquillaje y diseño de los personajes. La fotografía de Guillermo Navarro y la banda sonora de Graeme Revell culminaban un apartado técnico del todo prometedor.




Para interpretar a Al Simmons y su alter ego necroplásmico se contrataron los servicios del Michael Jai White, actor especializado en cine de acción y experto en artes marciales que dio sus primeros pasos en Troma Entertainment con las secuelas de El Vengador Tóxico. Le acompañaron Theresa Randle como Wanda Simmons, D.B. Sweeney dando vida a Terry Fitzgerald, Nicol Williamson en la piel de Cogliostro, Melinda Clarke poniendo voz y físico a Jessica Priest, Martin Sheen dando un toque de distinción a Jason Wynn y John Leguizamo vistiendo el atuendo de Clown/Violator, entre otros. La película se estrenó el 1 de agosto de 1997 y después de un muy buen primer fin de semana se vino abajo en la taquilla, aunque consiguió doblar su presupuesto de 45 millones de dólares con su recaudación global. Más allá de sus no muy destacables resultados recaudatorios Spawn se ha ganado con los años una fama de película infecta que no merece y en la siguiente entrada vamos a intentar destacar tanto sus virtudes como sus carencias con la miisión, no de reivindicarla al 100%, pero sí de valorarla en su justa medida confirmando que a pesar de sus notables fallos no es peor que muchos otras adaptaciones de cómics a la pantalla grande de reciente factura siendo estas tan o más reprobables que ella.




A nivel conceptual y estructural Spawn es una prototípica historia de orígenes. Por ello el guionista Alan B. McElroy condensa en 90 minutos la génesis del personaje en los cómics, o lo que viene siendo lo mismo, los primeros números de la colección original de los 90. Al Simmons es uno de los mercenarios más letales al servicio del gobierno de Estados Unidos. Durante una misión es traicionado, asesinado y quemado vivo por su superior Jason Wyn. Mientras es dado por muerto Simmons se traslada al Infierno y allí acepta un trato con el demonio Maleboglia para convertirse en el líder de su ejército apocalíptico a cambio de permitirle volver a la Tierra y reencontrarse con su prometida. Ya convertido en Spawn, haciendo uso de sus nuevos poderes sobrenaturales y ayudado por el demencial Clown, Simmons buscará venganza contra Jason Wynn, pero la intervención del misterioso Cogliostro trastocará sus planes. Salvando algunos cambios como que es Jessica Priest, personaje creado para la película que posteriormente dio el salto a las viñetas, el ejecutor material de Al Simmons y no Chapel (Youngblood), o que la hija de Wanda Simmons lo es también del protagonista y no de Terry Fitzgerald la fidelidad con lo narrado por Todd McFarlane en 1992 es más que notoria.




Spawn, la película, respeta no sólo la esencia del cómic de Todd McFarlane, sino también la de los primeros años de Image Comics. De la misma manera que en el trabajo del autor canadiense el sobrecargado apartado visual eclipsaba al argumento sobre el que construyó las andanzas de Al Simmons el largometraje de Mark A.Z. Dippé es un producto en el que la forma devora impunemente al fondo. Esta adaptación cinematográfica no sólo se deja imbuir por los parámetros visuales de la colección señera del personaje, también toma prestada mucha de la estética tanto de los dos Batman facturados por Tim Burton como, sobre todo, de la adaptación que Alex Proyas realizó de El Cuervo, el icónico cómic independiente escrito e ilustrado por James O’Barr. En este sentido la ambientación entre gótica y urbana sobrevuela todo el diseño de producción de una pieza que lucha por mostrar la naturaleza sórdida, grotesca y explícita del tebeo original mientras hace malabarismos por mantener una calificación moral PG13 que permitió en su momento a los menores de edad ver la obra en los cines, pero apelando a cierta visceralidad impropia en las cintas protagonizadas por personajes superhéroicos, algo de lo que presumía el mismo Todd McFarlane cuando creó al personaje a principios de los 90 para el mundo del tebeo.



Teniendo en cuenta que el aspecto visual iba a ser el pilar maestro sobre el que se construiría Spawn no es de extrañar que tanto New Line Cinema como Todd McFarlene se inclinaran por contratar para rodarla no sólo a un experto en efectos especiales, sino también a un realizador debutante y poco conocido que cedería ante las exigencias de los productores. Curiosamente el apartado técnico es en el que el film de Mark A.Z. Dippé encuentra sus mayores virtudes y más notables flaquezas. El CGI utilizado en Spawn fue polémico desde su misma puesta de largo internacional como obra cinematográfica. Siendo premiados en el Festival de Sitges de 1997 para unos el galardón estaba más que justificado y para otros era una herejía. Vista hoy, más de veinte años después de estreno, podemos afirmar que el uso del pixel en la cinta tiene luces y sombras. Por un lado es ineludible que toda la recreación del Infierno y el diseño de Maleboglia producen vergüenza ajena, no sólo por lo mal que han envejecido, sino también porque desde su misma concepción ya eran notablemente deficientes. Todo lo contrario acontece con el traje de Spawn que, si obviamos el uso puntual de su característica y descomunal capa, mantiene muy bien el tipo a la hora de cubrir el cuerpo del personaje protagonista, no pudiendo discernir el espectador en ocasiones cuando es un disfraz real o una recreación por ordenador. A medio camino quedan las apariciones de Violator, irregular en cuanto a ejecución, pero a años luz del ya mencionado caso de Maleboglia.




En lo referido al reparto la elección de Michael Jai White como Al Simmons no podemos afirmar que fuera un acierto, pero el actor va sobrado de presencia y rotundidad física, compensando así una inexpresividad que tampoco es excesiva al tener pocos minutos en pantalla como versión humana del protagonista. Theresa Randle, D.B. Sweeney, Melinda Clarke o un ya por aquel entonces repelente Miko Hughes acometen con desgana unos roles a los que, ciertamente, no dan muchos minutos de lucimiento en pantalla. Mejor lo hacen Nicol Williamson como Cogliostro y Martin Sheen componiendo muy dignamente un Jason Wynn reconocible como villano de opereta estereotipado. Pero si bien es cierto que en líneas generales el casting no destaca en manera alguna, transmitiendo cierta desidia, ya se ocupa John Leguizamo de equilibrar la balanza con su trabajo. Debajo de las capas de maquilaje creadas por Kurtzman/Nicotero/Berger y el vestuario que lo personifica como una contrapartida en imagen real idéntica a la versión en viñetas el intérprete de origen colombiano eclipsa al resto del apartado artístico mediante una labor excelsa componiendo un Clown carismático, granguiñolesco, histriónico, propenso al humor negro y muy divertido. El actor de Atrapado Por Su Pasado (Carilto’s Way, 1994) o John Wick y su labor delante de las cámaras hacen que el visionado de Spawn merezca la pena, convirtiéndose en el mayor atractivo de la película
.



Spawn es tanto una adaptación fiel del cómic publicado por una primigenia Image como un producto mediocre a distintos niveles, pero merecedor de una justa revisión, ya que un servidor no puede reprocharle mucho más que a otras producciones recientes adscritas al subgénero como Aves de Presa (Y la Fantabulosa Emancipación de Harley Quinn), Hellboy o X-Men: Fénix Oscura y a otras algo más alejadas en el tiempo como Daredevil, Ghost Rider, Elektra o Catwoman a las que deja en evidencia en no pocos aspectos. Un guión endeble y una orgía visual (que no consigue alcanzar todo el horror vacui de las viñetas de Todd McFarlane) a ritmo de rock, metal industrial y techno superventas o un John Leguizamo desaforado como Clown es lo que ofrece esta propuesta de 1997 que recoge todo el “ruido y la furia” propias de los años 90 que también se extendió al arte secuencial en la, para muchos, peor década del medio. Del eternamente pospuesto reboot escrito y dirigido por el mismo creador del personaje con Jamie Foxx interpretando al protagonista poco más sabemos y con toda la situación del estado de alarma a nivel mundial obligando a posponer proyectos y rodajes ahora mismo su futuro queda más en suspenso que nunca.