martes, 31 de agosto de 2021

Transgresión Continua Express 2021 - Julio

Fear Street 1994 (Leigh Janiak, 2021) - La primera entrega de la trilogía inspirada en los libros de R.L Stine se revela como una resuelta amalgama entre slasher y relato sobre brujería con aroma a los 90 y un interesante microcosmos por explorar en las siguientes entregas.


Fear Street 1978 (Leigh Janiak, 2021) - Slasher con ramificaciones sobrenaturales e hijo bastardo de Friday the 13th o Sleepaway Camp. Equilibra adecuadamente gamberrismo y tragedia a la hora de adaptar la prosa de R.L. Stine mientras enriquece su propio lore audiovisual.


Fear Street 1666 (Leigh Janiack, 2021) - Más cerca de The Crucible o Akelarre que de The Witch, el cierre de la trilogía utiliza el folk horror como excusa para denunciar la estigmatización a la que el oscurantismo y la misoginia han abocado a la mujer desde tiempos inmemoriales.


One Cut Of The Dead (Shinichirô Ueda, 2017) - El subgénero zombie y el plano secuencia como elogio al simple acto de crear ficción. Ueda apela a que no existe escasez de medios o problema de logística que detenga la pasión por rodar. De visión obligada en escuelas de cine.


A Classic Horror Story (Roberto De Feo, Paolo Strippoli, 2021) - Improbable mezcla entre el cine de Ari Aster y Cabin in the Woods que desaprovecha su resuelto apartado técnico. Tarda en arrancar y al hacerlo abraza el disparate metaficcional hundiéndose irremisiblemente.


Luca (Enrico Casarosa, 2021) - Pixar vuelve a lograrlo con esta entrañable coming of age sobre visibilidad y diversidad empapada de costumbrismo y cinematografía italiana. Soberbio tanto el diseño de personajes como sus relaciones interpersonales. ¡Silenzio, Bruno!


The Tomorrow War (George McKay, 2021) - Aunque no profundiza en los dilemas morales de su planteamiento inicial y peca de sentimentaloide o patriotera es un gargantuesco y multirreferencial fuego de artificio capaz de conectar con un variado tipo de espectadores.


Peaceful Warrior (Victor Salva, 2006) - Típica y tópica historia estadounidense de superación inspirada en hechos reales con diálogos paternalistas, tufo a manual de autoayuda y una torpe tendencia a la introspección que ni el gran Nick Nolte puede salvar.


Operación Camarón (Carlos Therón, 2021) - Gracias al timing de Carlos Theron con el humor y un reparto desopilante este remake de la italiana Song'e Napule divierte y sobresale dentro de la agotadora ola de comedia española post Ocho Apellidos Vascos.


Lupin Part 2 (George Kay, 2021) - Supeditada a las restricciones impuestas por ser una continuación directa de la Parte 1, comienza renqueante, pero se eleva hacia el ecuador recuperando el encanto y la elegancia de sus primeros episodios con acertados giros de guion.


miércoles, 11 de agosto de 2021

El Escuadrón Suicida


Título Original The Suicide Squad (2021)
Director James Gunn
Guion James Gunn, basado en el cómic de John Strander y Luke McDonnell
Reparto Margot Robbie, Idris Elba, Viola Davis, David Dastmalchian, John Cena, Jai Courtney, Joaquín Cosío, Nathan Fillion, Joel Kinnaman, Mayling Ng, Flula Borg, Sean Gunn, Juan Diego Botto

 


Para poner en contexto la génesis de un proyecto como The Suicide Squad debemos remitirnos a dos hechos localizados en el pasado reciente de Hollywood. Por un lado el estreno de Escuadrón Suicida (2016), la primera película protagonizada por los personajes de DC Cómics con guion y dirección de David Ayer que no gustó a casi nadie (sólo a algún que otro descerebrado), y que ante la insatisfacción generalizada fue prácticamente obviada cuando Warner Bros y DC Entertainment decidieron poner en marcha una secuela gracias a la notable recaudación del film rodado por el director de Vidas al Límite (Harsh Times, 2005) o Bright (2017). Por otro tenemos el despido temporal de James Gunn de Disney y Marvel Studios en 2018 al ser recuperados unos polémicos tweets de su pasado que fueron usados por la productora como excusa para prescindir de sus servicios; acción que la “Distinguida Competencia” aprovechó para acoger con los brazos abiertos al director de Guardianes de la Galaxia Vol 1 y 2, precisamente para que se encargara de las nuevas correrías audiovisuales del grupo de supervillanos creado por Robert Kanigher y Ross Andru en 1959 y reinventados por John Ostrander y Luke McDonnell en 1987. La compañía de Mickey Mouse recapacitó y decidió volver a trabajar con el cineasta para la futura entrega de Guardians of the Galaxy, pero para entonces Gunn ya estaba inmerso en la producción de esta The Suicide Squad que llegaba ayer a cines españoles.



Una vez James Gunn se hizo cargo del proyecto quedó patente ya desde la pre producción la intencionalidad por parte de Warner Bros y DC Entertainment de dar la mayor libertad creativa posible al director. Algo que pudo notarse cuando sumó al proyecto a algunos de sus actores recurrentes como Michael Rooker, Nathan Fillion, Sean Gunn o Sylvester Stallone (aunque este sólo poniendo voz a King Shark) que compartirían plano con Margot Robbie, Joel Kinnaman, Jai Courtney y Viola Davis, únicos intérpretes que repiten con respecto al film previo, y una remesa de nuevos fichajes entre los que encontramos a Idris Elba, John Cena, David Dastmalchian, Peter Capaldi, Joaquín Cosío, Mayling Ng, Flula Borg, Peter Capaldi, Alice Braga e incluso nuestro Juan Diego Botto, que si bien ha hecho sus pinitos en producciones internacionales, hasta el momento era totalmente ajeno este tipo de superproducciones hollywoodienses. También en la incorporación de un buen puñado de personajes de las viñetas que no habían debutado en el DC Extended Universe se vislumbraba la notable manga ancha de los productores con respecto a que Gunn hiciera o deshiciera a su antojo.



Vaya por delante algo tan obvio como que The Suicide Squad es todo lo que debería haber sido su predecesora. La amalgama de tonos ajenos a su idiosincrasia como director y el recurso estilístico de tonos chillones y luces de neón sumados a un guion de considerable endeblez hundían cualquier posibilidad de que David Ayer hiciera de la primera película de los personajes de DC Comics un proyecto memorable, a pesar de algunos aciertos como el rol de Harley Quinn a manos de una adecuadísima Margot Robbie. En cambio James Gunn pone su mirada principalmente en el cómic y los personajes de John Ostrander y Luke McDonnell para hacerse con ellos y llevarlos a su propio terreno, el del gore, el salvajismo, el humor negro y la parodia. Porque es ineludible que la sombra de su versión de Guardianes de la Galaxia está presente a lo largo del metraje, pero con su último proyecto lo que consigue el realizador estadounidense es volver a sus raíces con proyectos más independientes y personales como la ya citada Slither (2006) o Super (2010).



Porque sí, The Suicide Squad es posiblemente la película superheróica más cafre y bestia salida de una de las majors hollywoodienses. A diferencia de la muy olvidable Aves de Presa (y la Fantabulosa Empancipación de Harley Quinn) el presente largometraje sí hace un buen uso de esa calificación moral R con la presencia recurrente de violencia explícita siempre exagerada y estructurada mediante gags humorísticos de contrastado gamberrismo, muy del gusto de su máximo responsable. Desde el memorable arranque James Gunn lo tiene claro, su intención es volar por los aires lugares comunes dentro del subgénero e incluso hacer mofa, no sólo con la película anterior de Escuadrón Suicida, sino con las de DC Entertainment, Marvel Studios y prácticamente todo el celuloide inspirado en cómics. Lo lleva a cabo sin hacer prisioneros a base de mala baba, sorna y una galería de personajes tan carismáticos como entrañables con los que es fácil, y poco conveniente, encariñarse.



The Suicide Squad es como si la Troma Entertainment de Lloyd Kaufman en la que se curtió James Gunn rodara un remake multimillonario de Doce del Patíbulo (Dirty Dozen, Robert Aldrich, 1967) con antihéroes pasados de rosca y kaijus genocidas. James Gunn lo consigue parasitando la reformulación que John Ostrander hizo de la cabecera a finales de los 80 siendo brutalmente fiel a ella y sus conceptos estilísticos y narrativos, pero pasándola por su propio filtro en el que sobre todo impera el humor iconoclasta y la comicidad alocada. El proyecto también consigue salir airoso del envite por medio de un grupo de personajes que sin ser un ejemplo de tridimensionalidad psicológica tienen la suficiente profundidad en el papel para que los actores los acometan con convicción y esto sea transmitido adecuadamente al espectador. Pero no hablamos de un humor a lo “Marvel Studios Style”, ni siquiera a lo Deadpool (aunque la influencia de las dos películas de Wade Wilson se dejan notar) sino burradas impropias en superproducciones de esta índole.




En el proceso Gunn mezcla géneros y nos lleva desde el thriller militar al político pasando por la comedia romántica o las monster movies sin parar de esputar veneno hacia un espectador que en pocas ocasiones bajará la guardia ante la sesión continua de chaladuras capturadas por su cámara. Sus mayores aliados son un reparto de actores entregados a la causa en el que hasta el menos importante de ellos o el de menos minutos en pantalla presume de su momento de gloria o línea de diálogo memorable. Destacables son las nuevas incorporaciones de Idris Elba como Bloodsport, John Cena dando vida a Peacemaker, Daniela Melchior poniendo físico a Ratcatcher 2, David Dastmalchian en la piel moteada de Polka-Dot Man, Peter Capaldi interpretando a The Thinker o Sylvester Stallone dando voz a King Shark, ese típico personaje demente y tierno que tan bien se le da a James Gunn. Pero si hay un rol y actriz que salen beneficiados de The Suicide Squad son Harley Quinn y Margot Robbie. No sólo porque es más Harley que nunca, sino porque Gunn le permite evolucionar emocionalmente, devorar el encuadre en casi todo momento o protagonizar pasajes divertidísimos, como los que comparte con un excelente Juan Diego Botto.



No todo son buenas palabras con respecto a The Suicide Squad, ya que esa barra libre que Warner Bros y DC Entertainment han proporcionado a James Gunn le incita a entregarse a la desmesura y el guion, que es de lo más procedimental y poco original, acusa algunos altibajos que menoscaban el adecuado proceder de sus 132 minutos de metraje. Por suerte nada más podemos echar en cara a la que es una de las películas más disfrutables y fruiciosas del 2021 o la enésima demostración de que si al contratar a un realizador los productores le permiten dar una visión fiel a lo previamente planteado el resultado a nivel artístico casi siempre será satisfactorio. Por el camino nos quedamos con momentos memorables como el expeditivo prólogo, el asalto al campamento, Harley en el palacio del general Luna, la química entre Idris Elba y Daniela Melchior, las coñas con la madre de Polka-Dot Man, cualquier intervención de King Shark, la simple existencia de Peacemaker, el giro ideológico que da el proyecto cuando todo se revela y el clímax final con Starro haciendo de las suyas en los suburbios de Corto Maltés. Diversión frenética y cine escapista de primer orden, que no es poco.


jueves, 5 de agosto de 2021

Masters del Universo: Revelación, the swords and the sorceress


“¡Sólo es un muchacho! ¡Un muchacho que soporta todo el poder del universo en sus propias manos!”




Se esperaba con mucha expectación Masters of the Universe Revelation, la nueva serie animada centrada en los juguetes de Mattel creados en 1981, producida por la plataforma de streaming Netflix junto a Mattel Television y diseñada como una secuela espiritual de la serie de Filmation de los años 80. El programa cuenta con un showrunner de excepción, el cineasta estadounidense Kevin Smith (Clerks, Persiguiendo a Amy), recordado también por sus guiones para personajes de cómic como Daredevil, Batman o Green Arrow. De la animación se ocupa Powerhouse Animation Studios, que ya triunfaron dentro de la plataforma estadounidense con las tres temporadas de Castlevania, la serie inspirada en la famosa saga de videojuegos diseñada con Konami que contó con guiones de Warren Ellis. En lo referido al reparto de voces un séquito de actores de primera línea y asiduos colaboradores de Smith ponen sus cuerdas vocales al servicio de personajes icónicos dentro de la franquicia. Chris Wood (Principe Adam/He-Man), Mark Hamill (Skeletor), Sarah Michelle Gellar (Teela), Liam Cunningham (Duncan/Man-At-Arms), Lena Headey (Evil-Lyn), Alicia Silverstone (Queen Marlena), Kevin Conroy (Mer-Man), Henry Rollins (Tri-Klops), Jason Mewes (Stinkor), Alan Oppenheimer (Moss-Man), Justin Long (Roboto) o Tony Todd (Scare Glow) entre otros conforman el magistral cast de Masters of the Universe: Revelation.





Unas semanas antes del estreno de la serie en Netflix comenzaron a correr rumores sobre que el protagonismo de Masters of the Universe: Revelation no recaería exclusivamente en He-Man durante esta primera temporada, sino también en Teela. Algunos fueron más allá y afirmaron que veríamos a la hija adoptiva de Duncan portar la espada de He-Man recibiendo así el Poder de Grayskull cometiendo una “herejía imperdonable” debido a que ella no era “válida” para ejercer dicho rol. Finalmente parte de esa rumorología se vio cumplida tras el debut del programa el pasado 23 de julio, levantando una considerable polvareda entre cierto sector del fandom a la que volveremos un poco más adelante. Esta primera parte de Masters Of The Universe: Revelation consta de cinco episodios que abarcan todo un arco argumental construido por Kevin Smith y su equipo de guionistas. Tanto el título del proyecto como muchas de las noticias adelantadas por el director de Dogma (1999) o Red State (2011) apuntaban a algo que se confirmaría ya en el primer episodio.




Ese episodio piloto, titulado The Power of Grayskull, escrito por el mismo Kevin Smith y dirigido por Adam Conarroe y Patrick Stannard, sirve como transición entre la serie de Filmation de los 80 y esta Masters of the Universe: Revelation. El creador de Comic Book Men afirmó que el arranque de la versión de Netflix y Mattel Television supondría un émulo de los parámetros establecidos por Lou Scheimer y sus colaboradores en la caricatura de los 80, para después reinventarlos o desvincularse de ellos. Tal que así podemos verlo en pantalla con estos poco más de 20 minutos en forma de puñetazo en la mesa con el que sus máximos responsables utilizan toda la artillería audiovisual para diseñar una batalla campal en la que combate la plana mayor, heróica y diabólica, de Eternia. Con la división de la Espada de Poder y la muerte de He-Man y Skeletor compuesta por un Smith en estado de gracia con el desarrollo argumental y los diálogos da comienzo el viaje de Teela.




Porque sí, pese a quien pese Teela es el personaje principal de Masters of the Universe: Revelation o lo es al menos esta primera mitad de una serie que desde su mismo título prescinde intencionadamente del nombre de He-Man, personaje que, por otro lado, sigue siendo el epicentro de la historia contando con numerosas apariciones en forma de flashbacks. Tras los hechos trágicos previamente mencionados y el descubrimiento de que el Príncipe Adam y el Hombre Más Poderoso del Universo son la misma persona Teela abandona su flamante puesto de Mant At Arms, se convierte en cazarrecompensas y emprende una misión en la que le acompañarán viejos aliados y enemigos. Teela, Capitana de la Guardia Real, guardaespaldas personal del Príncipe Adam e hija de la Hechicera que en un futuro ocupará su lugar, personaje siempre alabado y considerado uno de los más relevantes de la franquicia, ahora es tildada de “indigna” para llevar el peso de una serie como Masters of the Universe: Revelation por no pocos intransigentes que no han tenido suficiente con He-Man siendo el núcleo central de media docena de líneas de juguetes, tres series animadas, una película, cómics y novelas.




Algunos esgrimen que nos encontramos ante un producto que traiciona y tergiversa la esencia de la franquicia y un servidor no puede estar más desacuerdo, no porque eluda que Kevin Smith y sus colaboradores hayan tomado licencias, que lo han hecho, sino porque en ocasiones anteriores situaciones similares e incluso más graves habían acontecido y nunca se había despertado tanta controversia. Aunque a algunos les moleste o no quieran admitirlo la primera “traición” a las raíces primigenias de Masters of the Universe la cometió la hoy queridísima serie de Filmation. Aquel proyecto infantilizó y simplificó hasta lo insano el tono oscuro, barbárico y violento que hasta ese momento había sido desarrollado en los minicómics que se incluían en los blisters de las figuras o el arte de las cajas de los playset y vehículos con ilustraciones de Earl Norem, Rudy Obrero, William Garland o nuestro López Espí. A este dato debemos añadir lo ineludible, y es que por mucho que la idolatremos o formara parte de nuestra infancia la serie de televisión original era un producto de muy baja calidad, con una animación barata (marca de la casa Lou Scheimer) y personajes planos adentrándose no pocas veces en el ridículo.




De manera que todos aquellos que consideran Masters of the Universe: Revelation un producto de menor calidad que He-Man And The Maters of the Universe están tan cegados por la ira y los prejuicios que son incapaces de considerar dicha afirmación como un disparate. Otra asunto sería hacer comparativas con la soberbia y tristemente efímera serie Masters of the Universe 200X, y ahí sí podríamos entrar en un debate más o menos equitativo, pero que el proyecto de Kevin Smith es superior en fondo y forma a la caricatura de los 80 es algo tan obvio que sólo puede ser puesto en entredicho desde la demagogia o el disparate, y lo digo yo, que me crié viendo la serie de los 80 hasta la saciedad y la conservo y revisiono en dvd regularmante. Masters of the Universe: Revelation es rupturista y va a contracorriente, pero en el proceso nos regala aventura, acción y un perfil de los personajes clásicos jamás visto anteriormente, con Orko, Evil-Lyn, Roboto o Scare Glow protagonizando sus respectivos momentos de gloria mientras se construye una acertada psicología de Teela que la hace evolucionar como personaje.




Porque eso es lo que ha conseguido Kevin Smith con Masters of the Universe: Revelation, que la vertiente audiovisual de la franquicia por fin evolucione, pero sin olvidar sus raíces llenando de referencias y guiños a la serie original, la película en imagen real de la Cannon Films, los cómics y minicómics e incluso a hechos narrados en las biografías de los personajes establecidas en la línea Masters of the Universe: Classics. Podemos acusar al proyecto de tener una animación irregular, de no dar más protagonismo a secundarios clave de la marca que sólo tienen apariciones fugaces en momentos puntuales o que la subtrama de Tri-Klops y su secta tecnológica desentona con el conjunto de la obra, pero nos encontramos ante un producto de calidad, arriesgado y nada acomodaticio dando una nueva perspectiva a lo que ya conocíamos. Por ahora sólo nos queda esperar a esa segunda parte de la serie en la que con toda seguridad He-Man volverá en todo su esplendor para combatir codo con codo junto a Teela y a la otra serie animada que Netflix está preparando sobre las figuras de Mattel, He-Man and the Masters of the Universe, más dirigida al público infantil. El 2021 es un buen año para ser fan de MOTU, digan lo que digan los agoreros.


lunes, 2 de agosto de 2021

Pesadilla en Elm Street, a candy-colored clown they call the sandman



“Una noche, mientras yo estaba en mi habitación, escuché unos ruidos y vi a través de la ventana a un hombre de aspecto tenebroso que estaba en la calle. El hombre me miró directamente a los ojos, sonriéndome. Me escondí en mi cama, pero al rato volví a asomarme por la ventana y descubrí que el hombre seguía en el mismo lugar. Cuando le conté a mi hermano mayor, él bajó las escaleras y salió de la casa para ver si todavía estaba allí, pero no había nadie en la calle. La idea de un adulto que era aterrador y disfrutaba asustando a un niño fue en realidad el origen de Freddy”.

Wes Craven

El cineasta norteamericano Wes Craven (1939-2015), que hoy hubiera cumplido 82 años de edad, tenía un especial olfato para descubrir las preferencias de los fans del cine de terror de distintas épocas o generaciones. Lo supo ver en los 70 cuando unos descreídos Estados Unidos perdieron la inocencia con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, la guerra de Vietnam o los asesinatos de la familia Manson y de ahí nacieron productos como La Última Casa a la Izquierda (1972) o Las Colinas Tienen Ojos (1977) que mostraban un terror cercano, mundano y realista. Hizo lo propio en los 90 cuando se asoció con el guionista Kevin Williamson para crear la franquicia Scream (1996-2022), aquella parodia de los slasher que jugaba de manera consciente y metareferencial con todas las señas de identidad cinematográficas de dicho subgénero. Pero sería en los años 80 cuando el director de Shocker (1989) o Un Vampiro Suelto en Brooklin (1995) revolucionara el celuloide de terror para adolescentes inspirándose en unos artículos de New York Times sobre personas que morían en medio de pesadillas nocturnas y tomando la figura de un extraño individuo con sombrero que lo acosó durante su infancia. 



En esta entrada vamos a hablar de la franquicia Pesadilla en Elm street, aquella saga de películas que nació cuando Wes Craven escribió y dirigió en 1984 la primera aventura onírica de Freddy Krueger. Un asesino de niños que tras ser quemado vivo por los padres de la ciudad de Springwood vuelve como una entidad que buscará y eliminará a los hijos de sus verdugos en el único sitio donde no están a salvo, sus propios sueños. Con siete entregas, un crossover con el Jason Voorhes de Viernes 13, una serie de televisión llamada Las Pesadillas de Freddy, que tomaba una estructura idéntica a la de Historias de la Cripta, un remake y un interminable mechandising de camisetas, figuras, revistas, videojuegos, máquinas de pinball o cómics el asesino en serie de la cara quemada, el sombrero roído y las garras con cuchillas se convirtió en, posiblemente, el monstruo cinematográfico más famoso de la década de los 80. En esta entrada vamos a comentar toda la saga en solitario del personaje, el largometraje que narró su enfrentamiento con Jason y el remake de 2010. Una serie de films que supusieron algunos de los primeros trabajos de cineastas como Jack Sholder, Chuck Russell, Renny Harlin y Stephen Hopkins  que aún siendo inferiores al film primigenio de Wes Craven se muestran hoy día como productos muy competentes adscritos a un tipo de cintas de terror que, desgraciadamente, ya casi no se hacen en Estados Unidos


Pesadilla en Elm Street



Título Original A Nightmare On Elm Street (1984)
Dirección Wes Craven
Guión Wes Craven
Reparto Heather Langenkamp, Robert Englund, Johnny Depp, John Saxon, Lin Shaye, Joe Unger, Charles Fleischer, Jsu Garcia, Amanda Wyss, Ronee Blakley, Mimi Craven

Con menos de dos millones de dólares, el respaldo del productor Robert Shaye, de New Line Cinema, y  Smart Egg Pictures Wes Craven pudo estrenar en 1984 A Nightmare on Elm Street, su quinto largometraje detrás de las cámaras convirtiéndose en un éxito descomunal a pesar de ser una producción independiente. En ella narraba la primera incursión de Freddy Krueger (Robert Englund) en el mundo cinematográfico persiguiendo a Nancy (Heather Lagenkamp) y sus amigos, todos ellos hijos de los padres que le quemaron vivo al descubrir su identidad como asesino de niños. Rodada con escasos medios, pero mucha imaginación, Wes Craven supo ofrecer un producto original conceptual y formalmente, llevando el subgénero slasher a otro nivel permitiendo a su protagonista asesinar a sus víctimas en el mundo de los sueños, para así hacerlos morir en la realidad. Con una puesta en escena sucia y naturalista, magníficos efectos especiales artesanales, un uso inteligente del sonido y la banda sonora de Charles Bernstein, víctimas con las que empatizar mínimamente y un villano sencillamente pletórico a manos de Robert Englund, Pesadilla en Elm Street se convirtió en un potente, irreverente e imperfecto clásico del género del que sólo falla el insulso final que impusieron el director, siendo mucho más elegante y sugerente uno de los eliminados en el que Freddy no hace acto de presencia, pero la famosa nana cantada por las niñas jugando con la comba dejan entrever que el villano sigue vivo.  Pasajes como los de Tina (Amanda Wyss) siendo arrastrada por el techo o el geiser de sangre en el que se transforma la cama de Glen (Johnny Depp) tras ser asesinado por Freddy son hitos del cine de terror que convirtieron esta primera entrega en toda una pieza de culto.


Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy



Título Original A Nightmare on Elm Street 2: Freddy's Revenge  (1985)
Dirección Jack Sholder
Guión David Chaskin
Reparto Robert Englund, Mark Patton, Kim Myers, Robert Rusler, Clu Gulager, Hope Lange, Marshall Bell

Pesadilla en Elm Street fue un éxito y una por aquel entonces modesta New Line Cinema, a la que todavía quedaban lejos los años de recaudaciones mastodónticas y barrer en los Oscars con las sagas de El Señor de los Anillos y El Hobbit, quería seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro. Sólo un año después la secuela vio la luz y de ella se desvinculó totalmente Wes Craven, no muy contento con el enfoque que querían darle. Para escribirla se contrató a David Chaskin y para dirigirla a Jack Sholder, que por aquel entonces estaba en nómina de New Line habiendo rodado para ellos el slasher Alone in the Dark (1982). Pesadilla en Elm Street 2: La Venganza de Freddy es una rara avis en la saga y más que una continuación de la primera cinta parece un spin off de la misma. En ella se narra cómo Freddy trata de viajar el mundo real por medio de Jesse, un chico al que tratará de poseer. El film mantiene una atmósfera muy conseguida, Freddy sigue siendo una amenaza entre las sombras a la que casi no vemos el rostro (el maquillaje del personaje de Robert Englund creado por David Miller fue mejorado y perfeccionado por Kevin Yagher, que ya se ocuparía de realizarlo en casi todo el resto de entregas de la franquicia) y los momentos de tensión se alternan con los oníricos mientras los efectos de maquillaje regalan a la platea pasajes inolvidables como el de Freddy saliendo de las entrañas del protagonista Aunque si esta primera secuela es recordada es por haberse convertido en una cinta con muchas connotaciones LGTBI, no sólo por pasajes como el del bar de ambiente, el del entrenador Schnaider en el cuarto de baño o el baile del actor protagonista en su dormitorio, sino porque es bastante viable entender ese miedo Jesse a ser poseído por Freddy como una no aceptación de su más que probable homosexualidad. Aunque es una de las secuelas menos apreciadas por los fans tiene los suficientes alicientes, sobre todo estilísticos, para ser recordada con afecto.


Pesadilla en Elm Street 3: Los Guerreros del Sueño



Título Original A Nightmare On Elm Street 3: Dream Warriors (1987)
Dirección Chuck Russell
Guión Wes Craven, Bruce Wagner, Frank Darabont, Chuck Russell
Reparto Heather Langenkamp, Patricia Arquette, Craig Wasson, Robert Englund, Ken Sagoes, Rodney Eastman, Ira Heiden, Jennifer Rubin, Laurence Fishburne, John Saxon, Priscilla Pointer, Nan Martin, Brooke Bundy, Bradley Gregg, Penelope Sudrow

Aunque la segunda entrega de la saga dobló la recaudación de la primera en New Line Cinema se hizo saber que el enfoque dado no era el que los fans del film primigenio esperaban. De modo que el productor Robert Shaye se puso en contacto con Wes Craven para que el padre de la criatura encarrilará la saga, haciéndolo sólo como guionista y con la ayuda de Bruce Wagner (Maps of the Stars) dando forma a un libreto que más tarde Frank Darabont (Cadena Perpetua, The Walking Dead) y el que sería el director del film, Chuck Russell, reescribirían. Pesadilla en Elm Street 3: Los Guerreros del Sueño volvía a las raíces de la franquicia, no sólo por recuperar a los personajes de Nancy (Heather Lagenkamp) o Thompson (John Saxon) también porque los sueños eran de nuevo el terreno en el que se movería Freddy para acosar a un grupo de adolescentes con problemas de insomnio en una institución mental y entre los que se encontraba una jovencísima Patrica Arquette. Dentro de las secuelas de Pesadilla en Elm Street esta tercera parte es la mejor de todas ellas por distintos motivos. Por un lado la mano de Craven se nota en el guion, mostrándose este bastante sólido y fiel a la idiosincrasia del universo que él mismo creó tres años antes, dando incluso los primeros datos sobre la génesis del personaje, nacido tras ser su madre violada por criminales enfermos mentales. Por otro, el ingenio de los escritores con respecto a los asesinatos de los personajes secundarios comienza a agudizarse y gracias a ello tenemos momentos como el del títere humano que Freddy controla por medio de los tendones de pies y manos de su víctima, el de la sobredosis de heroína o el del televisor con la mítica frase "Welcome to Prime time, bitch!" asentando también las primeras bases del humor negro del personaje de Robert Englund que irá acentuándose a lo largo de las siguientes entregas. Finalmente es de recibo mencionar el buen hacer como director de un Chuck Russell que entiende al 100% cómo debe extrapolarse el mundo onírico que vertebra la franquicia a la pantalla grande ofreciendo una puesta en escena potente y con una atmósfera vívida y asfixiante. Como mencionamos esta tercera parte es la mejor de las secuelas y aunque a día de hoy tiene algunos momentos bastante ridículos relacionados con los poderes que los jóvenes usan en sus sueños para enfrentarse a Freddy, mantiene magníficamente el tipo como cinta de terror exploit, políticamente incorrecta y brutalmente divertida.


Pesadilla en Elm Street 4: El Amo del Sueño



Título Original A Nightmate On Elm Street: The Dream Master (1988)
Dirección Renny Harlin
Guión Brian Helgeland, William Kotzwinkle, Jim Wheat, Ken Wheat
Reparto Robert Englund, Rodney Eastman, Danny Hassel, Andras Jones, Tuesday Knight, Toy Newkirtk, Lisa Wilcox

La tercera entrega de Pesadilla en Elm Street recaudó tanto como las dos primeras cintas de la saga juntas, de modo que en New Line Cinema, viendo los excelentes resultados, decidieron seguir la misma tónica que en el film de Chuk Russell. En esta ocasión el guion fue considerablemente más manoseado que en anteriores secuelas y lo que en un momento escribió el Brian Helgeland (Mystic River, L.A. Confidential) fue retocado por el novelista William Kotzwinkle y unos hermanos Jim y Ken Wheat cuya autoría sobre el libreto no fue acreditada. Para la dirección de la película se recurrió a un desconocido director finlandés llamado Renny Harlin que años después se convertiría en un solicitado artesano del Hollywood comercial de los 90. Pesadilla en Elm Street 4: El Amo de los Sueños retomaba a los personajes que sobrevivieron de la anterior cinta, Kristen (ahora interpretada por la actriz Thusday Knight, ante la negativa de Patricia Arquette para volver a retomar el papel) Joey, y Kincaid para ser utilizados como conexión con el siguiente grupo de jóvenes que se enfrentarán a Freddy. Esta cuarta parte sigue siendo un potente producto, con un muy logrado y mórbido diseño de producción y unos efectos de maquillaje sencillamente brutales. El humor se acentúa, el salvajismo a la hora de que Freddy elimine a sus víctimas también y un puñado de pasajes como la “pizza de almas”, la cronenbergiana “chica insecto” o la orgía física en la que se convierte el cuerpo de Freddy en el clímax final hacen que esta tercera secuela sea recordada con mucha admiración por los fans de la creación de Wes Craven.


Pesadilla en Elm Street 5: El Niño de los Sueños


Título Original A Nightmare On Elm Street 5: The Dream Child (1989)
Dirección Stephen Hopkins
Guión Leslie Bohem, Graig Spector, John Skipp
Reparto Robert Englund, Lisa Wilcox, Erika Anderson, Kelly Jo Minter, Danny Hassel, Nick Mele, Whitby Hertford

Aunque Pesadilla en Elm Street 4: El Amo de los Sueños funcionó a pleno rendimiento ya se notaba en ella cierto desgaste de la fórmula de Freddy asesinando a sus víctimas en sueños y siendo eliminado, sólo cuando conseguían traerlo al mundo real, para después quemarlo, enterrarlo, bendecirlo y demás variantes. Este síntoma de agotamiento narrativo se hizo patente en el guion de Pesadilla en Elm Street 5: El Niño de los Sueños, escrito de manera caótica por Leslie Bohem, Graig Spector y John Skipp y recurriendo a una excusa más peregrina que nunca (siempre que obviemos la meada flamígera canina de la anterior entrega) para devolver a la vida a Freddy. Esto se lleva a cabo haciendo que su madre, Amanda Krueger, rememore el alumbramiento del “hijo de cien maníacos” para de esta manera volver a nacer. Este libreto insostenible, con buenos planteamientos con respecto a Freddy utilizando los sueños del hijo no nato de Alice, es salvado in extremis por un Stephen Hopkins casi debutante que convierte el largometraje en un delirante cuento gótico, una pieza lisérgica que se mueve entre lo ridículo (el Baby Freddy, todo lo relacionado con Jacob) y lo sublime (la recreación de la violación de la madre de Freddy, con la genial presencia entre los agresores del mismo Robert Englund) con referencias a David Cronenberg o Ken Russell, homenajes al mundo del tebeo (presagiando el tipo de personajes que el sello Image Comics crearía en sus inicios sólo tres años después) o al artista holandés M. C. Escher con esa réplica en imágenes de su obra Relatividad vista en el clímax final de la película. Como secuela comenzaba a perder coherencia con respecto a las anteriores y fue machacada por la crítica (dicho sea de paso, la prensa especializada nunca fue muy amiga de las aventuras de Freddy) pero un servidor le guarda especial aprecio gracias a su estética sobrecargada, sus interpretaciones pasadas de rosca y un Stephen Hopkins que demostró un talento visual epatante, convirtiéndose en una de sus señas de identidad como reivindicable realizador al servicio de Hollywood.



Pesadilla Final: La Muerte de Freddy


Título Original Freddy's Dead: The Final Nightmare (1990)
Dirección Rachel Talalay
Guión Rachel Talalay, Michael De Luca
Reparto Robert Englund, Lisa Zane, Yaphet Kotto, Shon Greenblatt, Leslie Deane, Ricky Dean Logan, Breckin Meyer, Roseanne Barr, Tom Arnold, Johnny Depp

Tras seis años explotando la fórmula que ya mostraba, como previamente hemos comentado, claros signos de debilidad New Line Cinema decidió dar carpetazo a la saga con Pesadilla Final: La Muerte de Freddy estrenada en cines el año 1991. En esta ocasión Robert Shaye no buscó un cineasta ajeno a su máquina de hacer dinero, sino que delegó responsabilidades en Rachel Talalay, productora en todas las entregas de la franquicia, exceptuando la inmediatamente anterior. Con guion de la misma directora y del productor y puntual guionista Michael De Luca (En la Boca del Miedo) o la imposición por parte de la productora de incluir una recta final rodada en el arcaico 3D de las gafas de cartón con cristales bicolor esta última entrega de la saga oficial de Pesadilla en Elm Street supuso el punto más bajo de toda la colección de largometrajes. Ver hoy día un producto como Freddy’s Dead: The Final Nightmare es experimentar una sesión continua de vergüenza ajena. Parece como si Rachel Talalay no hubiera aprendido nada de cómo rodar cine o controlar un ritmo narrativo consistente habiendo sido productora de gran parte del resto de las cintas protagonizadas por Freddy Krueger. Aunque intenta incidir más en el pasado de Freddy y de seguir al pie de las letra las reglas establecidas por las anteriores secuelas el resultado es un engendro fílmico con muertes paupérrimamente ideadas y ejecutadas, efectos especiales y de maquillaje vergonzosos y el Robert Englund más insoportable e insulso jamás visto a la hora de dar vida a su contrapartida cinematográfica. Sin transmitir un ápice de terror y entregándose a a un sentido del humor vergonzoso esta sexta película cae lo más bajo posible y no vuelve a levantar cabeza debido a errores garrafales que posiblemente conjuren los momentos más sonrojantes del cine de terror de los 90. Verlo para creerlo. La cinta de Rachel Talalay supuso uno de los films que menos recaudó de la saga, pero por suerte New Line Cinema tomó nota y dejó a Freddy dormir el sueño de los justos, aunque no por mucho tiempo.


La Nueva Pesadilla de Wes Craven




Título Original Wes Craven's New Nightmare (1994)
Dirección Wes Craven
Guión Wes Craven
Reparto Heather Langenkamp, Robert Englund, Miko Hughes, John Saxon, Matt Winston, Rob LaBelle, David Newsome, Wes Craven

Después del engendro que supuso Pesadilla Final: La Muerte de Freddy y justo cuando se cumplían diez años del estreno de la Pesadilla en Elm Street original, New Line Cinema y Wes Craven llegaron a un acuerdo para traer por última vez a Freddy a la vida y despedirlo a lo grande a manos de su creador. Pero el autor de Bendición Mortal (1981) comentó al productor Robert Shaye que sólo resucitaría a Krueger si podía contar algo diferente. De manera harto inteligente Craven decidió embarcarse en el subgénero “cine dentro del cine” para reflexionar por medio de la metareferencialidad sobre el impacto que causó el estreno del film primigenio y su éxito a nivel mundial en la vida de todos aquellos que estuvieron implicados en su gestación. Por eso La Nueva Pesadilla de Wes Craven toma como protagonistas a Heather Lagenkamp, Robert Englund, John Saxon y hasta a Wes Craven interpretándose a sí mismos iniciando el rodaje de una nueva película de Freddy Kruger para intentar que este permanezca dentro de la misma y no invada el mundo real donde está acosando a Heather y a su hijo. Este inteligente planteamiento de guion que podía haber dado pie a que el cineasta americano rodara su “Craven 8 ½” da como resultado un vergonzoso producto que destruye un atractivo punto de partida al ofrecer una entrega más sin ninguna de las virtudes de de la primera Pesadilla en Elm Street y sí muchos de los defectos que arrastraban las secuelas de la misma. Con una Heather Lagenkamp nada creíble y un insoportable Miko Hughes (el mítico y aterrador Gage Creed de la adaptación cinematográfica de Cementerio de Animales, la novela de Stephen King) este último clavo en el ataúd del asesino en serie más famoso de Sringwood sólo está un peldaño por encima de La Pesadilla Final: La Muerte de Freddy.. Una despedida indigna para el personaje y uno de los puntos más bajos de la carrera de Wes Craven, que, eso sí, sólo dos años remontaría sustancialmente con la primera entrega de Scream, siempre que hablemos de recaudación y no de calidad.


Freddy Contra Jason



Título Original Freddy vs. Jason (2003)
Dirección Ronny Yu
Guión Damian Shannon, Mark Swift
Reparto Robert Englund, Ken Kirzinger, Jason Ritter, Monica Keena, Kelly Rowland, Odessa Munroe, Chris Marquette, Lochlyn Munro, Katharine Isabelle, Brendan Fletcher, Zack Ward, Kyle Labine

En el plano final de Viernes 13 Parte 9: Jason Se Va al Infierno vemos la máscara del asesino de Crystal Lake ser arrastrada a las profundidades del averno por la garra de Freddy, de modo que la semilla de lo que una década después iba a ser Freddy vs. Jason ya estaba plantada y el fandom nunca dejó de esperar este enfrentamiento de colosos del cine de terror. En el año 2003, con Ronny Yu en la dirección (que venía de revitalizar por medio del humor negro y la socarronería la saga El Muñeco Diábolico (Child’s Play) con La Novia de Chucky) guion escrito a cuatro manos por Damian Shannon y Mark Swift o un reparto de adolescentes atractivos encabezados por Robert Englund y Ken Kirzinger el film se estrenó en carteleras de todo el mundo y fue un más que considerable éxito. Freddy vs. Jason es una mediocridad, una concesión a los sueños húmedos de los fans de unos personajes viéndose las caras en un film cuya única misión es emular todas las constantes de las secuelas de las dos franquicias, eludiendo el tono más oscuro y serio de los dos films que les dieron inicio. Salpicando de esta manera la pantalla de desnudos, sangre, vísceras con dos iconos del cine de los ochenta intercambiando golpes con una estúpida excusa argumental. Todo para que saciemos nuestro apetito de consumidores de cine trash asistiendo a una entretenida nadería que ofrece algunos momentos bien ejecutados, como ese Freddy saliendo del lago con un enorme salto en slow motion antes de atacar a Jason, y otros que causan una vergüenza ajena difícilmente controlable, como el momento pinball, una aberración cuya estupidez no está justificada ni en un producto tan descerebrado como este. Una obra que, aunque devolvió el tono bronco y crudo del cine de terror de los 80 tras unos 90 reblandecidos por, curiosamente, el Wes Craven de Scream, sólo merece la pena ser visionada por amantes de los dos personajes y de los placeres (muy) culpables.


Pesadilla en Elm Street (2010)



Título Original A Nightmare On Elm Street (2010)
Dirección Samuel Bayer
Guión Eric Heisserer, Wesley Strick
Reparto Jackie Earle Haley, Kyle Gallner, Rooney Mara, Katie Cassidy, Thomas Dekker, Kellan Lutz, Clancy Brown, Connie Britton, Lia D. Mortensen

Amanecer de los Muertos (1978), La Última Casa a la Izquierda (1972), Las Colinas Tienen Ojos (1977), La Niebla (1980). Todos estos clásicos del terror de los 70 y 80 tuvieron su secuela durante la década de los 2000, de modo que Pesadilla en Elm Street no iba a ser menos. Esta vez New Line Cinema se asoció con la productora Platinum Dunes (propiedad del cineasta Michael Bay, que ya había revisado films como La Matanza de Texas (1974) o Terror en Amitiyville (1979)), para sacar adelante un reinicio de la saga. El director elegido fue Samuel Bayer, inexperto en el mundo del cine pero respetado profesional en el del videoclip habiendo rodado material para grupos como Iron Maiden, Metallica, Nirvana o Marilyn Manson, y los guionistas que revisarían el libreto de Wes Craven para la primera entrega de 1984 fueron Eric Heisserer y Wesley Strick. En la difícil tarea de ocupar el lugar de Robert Englund para dar vida a Freddy se eligió a Jackie Earle Haley, que por aquel entonces había llamado la atención con sus trabajos en Little Children (2006) de Todd Field o dando vida a Rosrschach en la adaptación que Zack Snyder realizó de Watchmen (2009). A él le siguieron el típico grupo de adolescentes, entre los que destaca una Rooney Mara que siempre ha renegado de su participación en el film, alternado con los veteranos Clancey Brown o Connie Britton. Aunque este remake no fue bien recibido se muestra como una revisión interesante del clásico de Craven, contiene un potente look visual, el guion trata de jugar con nuevas ideas (el concepto de los microsueños da mucho juego) y por fin se decide confirmar aquello que todos sabíamos, aunque no queríamos admitir, y que el director de La Cosa del Pantano (1982) no pudo incluir de manera explícita en el film original, el perfil pederasta de Freddy. Jackie Earl Haley hereda con convicción el rol de Robert Englund, aunque evidentemente no lo supera, la cinta se ve con agrado, contiene algunos momentos sangrientos bien ejecutados y respeta el material de partida en el que se basa sin copiarlo descaradamente. Aunque no es una obra muy destacable este remake de las aventuras de Freddy es un nada desdeñable largometraje de entretenimiento tan macabro como ligero y merece la pena más que las dos entregas finales de la saga original.


Valoración General

Pesadilla en Elm Street es la película más reconocible y celebrada de Wes Craven y a día de hoy tanto la historia que relataba como el personaje que alumbró son iconos ineludibles del cine de terror. La saga a la que dio forma estuvo compuesta por una serie de largometrajes que en su mayoría superan con creces en cuanto a calidad y originalidad al 90% de producciones adscritas al mismo género que podemos ver actualmente en pantalla grande, televisión o plataformas digitales. Aunque han pasado más de diez años desde el remake del film original la intención de continuar o reiniciar nuevamente la vida onírico criminal de Freddy Kureger sigue dentro de los planes de Hollywood y con el rumor muy insistente de que podría ser Kevin Bacon el próximo actor que porte el disfraz del "hijo de cien maníacos". Por ahora nos quedamos con el clásico de Wes Craven y el resto de secuelas configurando una franquicia que, con sus altos y bajos, se revela indispensable para los amantes del cine de género.