"Tú eres a prueba de balas... pero Harlem no"
Cuarta entrega y tercera serie nacida del tándem Marvel/Netflix esta vez protagonizada por el personaje Luke Cage alias "Power Man" creado en el seno de la Casa de las Ideas a manos de los autores Archie Goodwin y John Romita Sr en 1972 y apareciendo por primera vez en su propia colección Luke Cage: Hero for Hire, algo poco usual en el mundo del cómic en el que la tónica habitual es que un superhéroe o villano antes de volar por libre, editorialmente hablando, suele pasar como secundario en otras series y si allí si su aceptación es buena pasa a ser protagonista de su propio material. Luke Cage fue la respuesta de Marvel a la fiebre blaxploitation que a principios de los 70 invadió el cine estadounidense con productos como Shaft, Foxy Brown, Coffy, El Padrino de Harlem e incluso variantes dentro del cine de terror como Blacula y aunque nació como un héroe afroamericano considerablemente coyuntural e hijo de su tiempo se hizo un hueco dentro de los gustos de los lectores llegando hasta nuestros días.
A diferencia de su contrapartida en viñetas el Luke Cage de Netflix sí tuvo su primera aparición en la temporada de una serie en la que él intervenía como personaje secundario, Jessica Jones. Allí se convertía en uno de los roles más relevantes de las correrías de la detective con superpoderes, primero como colaborador o amante y después como rival al descubrir que Jessica mató a su esposa cuando estaba bajo el influjo mental del villano Kilgrave. De este modo la primera temporada centrada en el alter ego de Power Man abandona el tono noir y detectivesco amalgamado con el matiz sobrenatural de Jessica Jones y se adentra en un microcosmos más acorde con la naturaleza y el origen del protagonista de este nuevo proyecto televisivo ofreciendo un resultado muy irregular que se divide en dos mitades. La más estimable tiene lugar durante la primera mitad de la temporada y la desastrosa se gesta durante la segunda, justo cuando acontece un hecho de vital importancia que más tarde mencionaremos en esta entrada que no estará libre de spoilers
Luke Cage fue planteada como serie de manera muy acertada con un punto de partida mucho más personal que el de sus predecesoras. Desde sus excelentes títulos de crédito el producto muestra sus cartas con un tono urbano y a pie de calle deudor del blaxpolitation pero arrancando de una tacada la incorrección política y la "mugre" que cimentó la fama de aquel subgénero, limando las aristas que pudieran incomodar a cierto sector de los espectadores. Luke Cage es abordado como un personaje de barrio, una representación quintaesencial del espíritu luchador de Harlem que deberá enfrentarse a las dos caras más peligrosas de la ciudad, el submundo del hampa y la corrupción política, representados por el mafioso Cornell "Cottonmouth'" Stokes y su prima, la candidata a la alcaldía de Harlem Mariah Dillard respectivamente. Todo acariciado por música R&B, soul y hip hop, géneros a los que se rinde tributo a lo largo y ancho de la temporada, empezando por los mismos títulos de los episodios que están sacados de canciones del grupo Gang Starr,
Durante los seis primeros episodios, sin llegar a los niveles de excelencia de Daredevil, pero sí mostrándose más interesante como producto que Jessica Jones, Luke Cage funciona al 100%. Se crea un contexto espacial en el que el protagonista puede moverse a placer, tenemos dos villanos carismáticos, elegantes y bien perfilados, que en ocasiones consiguen eclipsar al héroe, hay química en la relación de este con Misty Knight, contamos con la barbería de Henry "Pop" Hunter como la localización en la que Luke tiene sus raíces, asitimos a flashbacks sobre el origen de los poderes del personaje con referencias directas a los cómics (esos brazaletes y la corona) que funcionan muy bien y el discurrir de los acontecimientos fluye con naturalidad. En resumidas cuentas, hasta ese momento Luke Cage "tiene flow". Pero en el episodio número siete algún guionista adicto al crack pasa todos los controles de calidad del showrunner Cheo Hodari Coker y decide tomar una decisión estúpida que no sólo entronca con lo que hasta ahora había sido la temporada, sino que tras hacerlo firma la sentencia de muerte de la misma.
En un estúpido arrebato de locura originado por un trauma de la adolescencia penósamente incluído y desarrollado Mariah Dillard mata a "Cottonmuth" y desde ese mismo momento excesivo y descontrolado las decisiones desacertadas, pueriles e insostenibles se apoderan de los guiones de la segunda mitad de la temporada y esta empieza a hundirse gradualmente. El personaje de Dillard se convierte en una caricatura exagerada e hiperbólica, la sutilidad con la que se abordaba la corrupción política por medio de su rol se vuelve obvia y simplista y la llegada de Willis "Diamondback" Stryker como nuevo villano y sus peregrinas intenciones para matar a Luke Cage nos hacen echar más de menos que nunca al mafioso interpretado por el oscarizado Mahershala Ali. Sirva como síntesis de lo ineficaz que son estos seis últimos episodios de la serie el hecho de que a lo largo de ellos es cuando Luke corre más peligro (las balas Judas de origen chitauri que usa Diamondback contra él están a punto de matarlo porque pueden atravesar su casi indestructible piel) pero el espectador recibe estos pasajes con una más que notable indiferencia
Por suerte hasta en sus horas más bajas el reparto de la serie salva los platos con su buen hacer. Mike Coulter tiene la imagen, la presencia y la voz, pero carece del carisma para dar vida a un Luke Cage que se quede grabado realmente en la retina del espectador, veremos si con el paso del tiempo mejora a la hora de abordar su labor. Alfre Woodard acomete su trabajo con la profesionalidad que se espera de ella, pero como previamente hemos comentado después de su "crimen pasional" pierde el control del personaje por lo mal abordado que está ya desde la escritura. La Misty Knight de Simone Missick es cercana, dura y sexy e interactúa de manera excelente con el Luke de Coulter y a ella se suman otro grupo de secundarios como el veterano Frankie Faison ofreciendo voz y cuerpo al entañable "Pop", Theo Rossi, muy alejado de su "Juice" de Sons of Anarchy, dando vida con seguridad al manipulador Hernan "Shades" Alvarez, Frank Whaley en el papel del detective corrupto Rafael Scarfe que le queda como un guante o la omnipresente Rosario Dawson que aquí también hace acto de presencia, posiblemente con más peso que en ninguna de sus otras intervenciones en las series Marvel/Netflix, en la piel de Claire Temple.
Pero evidentemente debemos hacemos mención especial al enorme Cornell "Cottonmouth'" Stokes que borda ese Mahershala Ali al que dentro de poco veremos en True Detective. El mafioso interpretado por el actor de Moonlight parace, salvando las lógicas distancias, salido de The Wire, la mítica serie de la HBO creada por David Simon y Ed Burns, por ser un dechado de elegancia y contención que desprende carisma hasta para reírse de sus rivales. Todo un acierto que su despacho esté presidido por la famosa foto del rapero The Notorius B.I.G tocado con una corona y a su vez los paralelismos que hay entre los dos personajes, el real y el de ficción, ya que "Cottonmouth" consiguió la fama siendo el mejor en su ramo y conoció una muerte prematura a manos de los daños colaterales derivados de su propio estilo de vida. Al otro lado de la balanza encontramos al Willis "Diamondback" Stryker de Erik LaRay Harvey, un villano caricaturesco y de pomposas frases lapidarias que se muestra de cara al espectador como la síntesis todo lo que no funciona en la segunda mitad de la serie protagonizada por el personaje creado por Archie Goodwin y John Romita Sr.
Luke Cage y su notoria irregularidad confirman que lo que había empezado como un oasis televisivo en el que los personajes menos famosos de Marvel Cómics pudieran formar parte de un microcosmos cohesionado y atractivo para que los amantes de los héroes más urbanos y menos pijameros de la Casa de las Ideas tuvieran su ración regular de producto de calidad no está siendo todo lo notable que quisiéramos. Habiendo visto ya los primeros cuatro episodios de Iron Fist (en breve habrá reseña de la primera temporada de la serie de Danny Rand en el blog) y a falta de ponerme con The Defenders puede decir que las dos únicas temporadas que me parecen brillantes de todo este conglomerado son las dos dedicadas a Daredevil, ya que todas las demás han demostrado debilidades que les quitaban solidez como los destacables productos de ficción que podían haber sido y por desgracia no son. Luke Cage sufre de ese mal y espero que en la segunda temporada sus autores exploten al 100% la excepcionalidad que el proyecto todavía atesora en su interior, siempre teniendo en cuenta la naturaleza comercial que le da forma, por supuesto.