sábado, 31 de octubre de 2020

Transgresión Continua Express 2020 - Septiembre II


Enola Holmes (Harry Bradbeer, 2020)
- Ligera y fruiciosa adaptación de las novelas de Nancy Springer. Un elaborado diseño de producción, una puesta en escena tan impersonal como chispeante y una Millie Bobby Brown pizpireta y carismática ofrecen diversión para todos los públicos.



The Babysitter: Killer Queen (McG, 2020) - Aunque trata de marcar la diferencia con su predecesora,  manteniendo el espíritu de la misma, se ha perdido el factor sorpresa y sólo juegan a favor del conjunto los pasajes más alocados y propensos al gore. Para ver y olvidar al momento.



Cadaver (Diederik van Rooijen, 2018) - Entretenida variante de la magnífica La Autopsia de Jane Doe (André Øvredal, 2016) que si bien queda muy por debajo de aquella mantiene un buen nivel y factura algún pasaje bastante meritorio.



El Practicante (Carles Torras, 2020) - Thriller psicológico, con ecos de Mientras Duermes (Jaume Balagueró, 2011), cuya mayor virtud es un entregado Mario Casas interpretando un personaje a modo de crítica a la masculinidad tóxica. Tampoco eludamos que es un poco película de tarde



Pos Eso (SAM, 2014) - Delirante híbrido entre la vida de la familia Rivera/Pantoja y clásicos del terror como El Exorcista, La Profecía o Posesión infernal. La ópera prima de SAM es una producción en claymotion con una factura técnica brillante merecedora de ser redescubierta.



Crisis en Seis Escenas (Woody Allen, 2016) - Prácticamente una película más de Woody Allen dividida en seis partes en la que el cineasta juguetea con la comedia de enredo y las ideologías revolucionarias de los 60 mediante diálogos ágiles y un divertido reparto.



La Obra de Mi Vida (Natalia Maldini, 2018) - Más que un biopic sobre la misma Natalia Maldini, una divertida y personal reflexión metaficcional sobre la naturaleza esquiva del éxito, el paso del tiempo o la incesante búsqueda de un lugar en el mundo.


Transgresión Continua Express 2020 - Septiembre I


Mulán (Niki Caro, 2020) - Abordada como si de un wuxia diluido en agua se tratara, es de agradecer que no sea un copia y pega de la película animada, pero más allá del diseño de producción y alguna escena de acción no deja de ser una obra rudimentaria y poco destacable.



Estoy Pensando en Dejarlo (Charlie Kaufman, 2020) - Charlie Kaufman sin destilar. Incómoda deconstrucción de la memoria, el amor o la ortodoxia del lenguaje cinematográfico. Desconcertante y muy personal, su clímax final es tanto una broma de mal gusto como una genialidad.



Antebellum (Gerard Bush, Christopher Renz, 2020) - Imperdonable fallo vender como terror una apuesta tan interesante, arriesgada y militante como Antebellum. Ecos de M. Night Shyamalan, Jordan Peele o Pascal Laugier configuran una obra incómoda, necesaria y tristemente actual.




Guapis (Maïmouna Doucouré, 2020) - Abordada con ternura y sensibilidad al retratar la transición a la madurez de Amy, una excelente Fathia Youssouf, sí es cierto que las secuencias de baile protagonizadas por las niñas, y cómo han sido rodadas, transmiten una notable incomodidad




El Diablo a Todas Horas (Antonio Campos, 2020) - Heredera de la sequedad de los Coen y respaldada por un soberbio reparto, es el guión que adapta la novela de Donald Ray Pollock el que no consigue el ritmo y la cohesión necesarios para sostener adecuadamente su relato coral.




La Casa de la Colina de Paja (James Kenelm Clarke, 1976) - Perteneciente a la infame lista británica de las video nasties es una anodina y pretendidamente morbosa intriga, con violencia y sexualidad de andar por casa, insostenible en cualquiera de sus apartados.




Cobra Kai: Temporada 1 (Jon Hurwitz, Hayden Schlossberg, Josh Heald) - Deconstrucción de roles y códigos, no ya sólo de Karate Kid, sino de todo el cine de artes marciales de los 80. Perdedores y triunfadores marcados por un pasado indiferente y cruel que los rechaza y aliena.




Cobra Kai: Temporada 2 - (Jon Hurwitz, Hayden Schlossberg, Josh Heald) - Más convencional y apegada a la nostalgia, mantiene el interés gracias a la rivalidad de los protagonistas y a sus personajes secundarios, pero cae en fallos que la primera temporada eludía con inteligencia.


viernes, 23 de octubre de 2020

Los Nuevos Mutantes



Título Original The New Mutants (2020)
Director Josh Boone
Guión Josh Boone, Knate Lee, basado en el cómic de Chris Claremont y Bill Sienkiewicz
Reparto Anya Taylor-Joy, Maisie Williams, Charlie Heaton, Henry Zaga, Blu Hunt, Alice Braga, Adam Beach, Thomas Kee, Colbi Gannett, Happy Anderson, Dustin Ceithamer




La primera formación de los Nuevos Mutantes nació en Marvel Graphic Novel # 4 con guión del gran Chris Claremont y dibujo del no menos enorme Bob McLeod, artifices ambos dos de diseñar a este grupo de jóvenes Hijos del Átomo. Ya protagonizando su propia cabecera y después del paso de dos pesos pesados como el ya citado Bob McLeod y Sal Buscema un joven ilustrador llamado Bill Sienkiewicz se encargó del apartado artístico de la colección que trasladaría las ideas narrativas de Claremont a las viñetas. Mencionar que un autor tan revolucionario y rompedor como Sienkiewicz dio un giro radical a The New Mutants es una obviedad por todos conocida y que su trabajo, teóricamente, iba a reducirse a un único arco de tres números tampoco es ningún secreto. Lo que posiblemente no todo el mundo sepa es que esa historia en concreto, La Saga del Oso Místico, era la que el cineasta Josh Boone y el guionista Knate Lee presentaron a 20th Century Fox cuando la productora encargó a ambos llevar a imagen real las aventuras de dichos personajes. Al hacernos responsables del noticiario semanal de cine y series de Zona Negativa mi compañero Sergio Fernández Atienza y un servidor hemos sido testigos de la cantidad de veces que Los Nuevos Mutantes ha visto pospuesta su fecha de estreno por culpa de motivos tan variopintos como la compra de 20th Century Fox por parte de Disney o la pandemia a nivel mundial causada por el Covid-19. Rumores de reshoots o su posible incorporación a plataformas como Disney + e incluso Amazon Prime Video sin pasar por cines colgaron al film de Josh Boone el inevitable y poco agradable apelativo de “proyecto maldito” hasta que finalmente el pasado 26 del presente mes de agosto la obra por fin pudo ver la luz en multisalas europeas, haciendo lo propio dos días después en las estadounidenses.



Tres años después de la finalización de su rodaje por fin hemos podido ver el cierre de la franquicia cinematográfica de los homo superiors inaugurada hace exactamente 20 años con aquella ya lejana X-Men (Bryan Singer, 2000) constando de siete películas de la Patrulla X, tres de Lobezno y dos de Deadpool. De manera que por fin tenemos esta primera y seguramente ultima aventura protagonizada por Magik/Illyana Rasputin, Danielle Moonstar/Espejismo, Rahne Sinclair/Loba Venenosa, Bala de Cañón/Sam Guthrie y Mancha Solar/Roberto da Costa interpretados por Anya Taylor-Joy (Múltiple), Blu Hunt (Otra Vida), Maisie Williams (Juego de Tronos), Charlie Heaton (Stranger Things) y Henry Zaga (Cleptómanas) respectivamente, a los que suma Alice Braga (Predators) como la Doctora Reyes. De manera totalmente lógica, después de tantas idas y venidas o la supuesta incorporación de actores (Antonio Banderas, Rosario Dawson) a la película después de haber terminado el rodaje de la misma con los ya consabidos reshoots que finalmente no se han incorporado al corte final, inevitablemente un proyecto como Los Nuevos Mutantes iba a despertar la desconfianza de gran parte del fandom. Nosotros que ya hemos podido ver el film afirmamos que, sin ser una obra destacable, sí posee los suficientes aciertos como para ser considerada una pieza muy recomendable.



Como previamente hemos apuntado Josh Boone y Knate Lee toman como punto de partida La Saga del Oso Místico, con las esperables licencias respecto a la historia, y también nos ofrecen contrapartidas de los personajes de los cómics originales que respetan el espíritu de los mismos, pero están bastante alejados de ellos en cualquier otro aspecto. Con respecto a los protagonistas ciertamente es donde Los Nuevos Mutantes encuentra su mayor fortaleza ya que los dos guionistas dedican bastante tiempo a diseccionar, en la medida que permite lo que no deja de ser un blockbuster facturado en el seno de Hollywood, la psicología fracturada y los traumas personales que definen los perfiles de los protagonistas. Todo potenciado gracias a un reparto muy acertado en líneas generales en el que destaca una soberbia Anya Taylor-Joy como Illyana Rasputin exhalando descaro, carisma y esa maldad que sólo esconde fragilidad. De hecho la actriz de Glass o La Bruja lo hace tan bien y con tanto desparpajo que en ocasiones pareciera como si levantara el pie del acelerador para no dejar a sus compañeros poco más que las migajas. Con todo el resto del casting, en el que también incluimos a Alice Braga, cumple sobradamente con su cometido de resultar creíbles, empáticos y, paradójicamente, humanos de cara al patio de butacas.




Los trailers no engañaban a nadie, si Los Nuevos Mutantes se adscribe a algún género concreto sería más al de terror que a la acción, la aventura o la ciencia ficción más identificable con el cine protagonizado por superhéroes nacidos de la viñeta, y de esta manera Josh Boone es bastante fiel al tono oscuro que Chris Claremont y Bill Sienkiewicz insuflaron a la colección en general y al arco de La Saga del Oso Místico en particular. Algo a lo que también apuntaban los adelantos que pudimos ver de la película es que, más allá de dedicarle algunas referencias u homenajes, Los Nuevos Mutantes es un remake no oficial de Pesadilla en Elm Street 3: Los Guerreros del Sueño, la mejor secuela de la saga protagonizada por Freddy Kureger, aderezado con explicitas, y en ocasiones hasta machaconas, referencias a Buffy Cazavampiros, serie de sempiterna presencia en el televisor de la sala común que los personajes ven en sesión continua en dvd con imágenes de dos episodios icónicos de la producción de Joss Whedon, The Body y Hush, creando paralelismos con situaciones que tendrán lugar más tarde en la trama de la película. Esta mixtura referencial es muy adecuada con el tono dual del largometraje entre el terror y el relato adolescente.


Después de años de espera desde que finalizara su rodaje en 2017, retrasos y una serie de catastróficas desdichas por fin hemos podido disfrutar de The New Mutants. No una gran película, tampoco la debacle que aventurábamos no pocos fans, pero sí una necesaria rara avis dentro del celuloide superheróico, no sólo capaz de transitar por caminos poco comunes dentro del tipo de cine al que se adscribe, sino también la primera obra de la vertiente más comercial del subgénero que incluye de manera explícita una relación LGTBIQ muy bien perfilada y con una notable carga dramática. Por el camino encontramos a una Magik memorable, unos personajes cercanos y hasta cierto punto entrañables, un dosificado uso del CGI con un diseño bastante deudor del trazo alambicado e imposible del gran Bill Sienkiewicz y un sabor agridulce agradeciendo que la franquicia mutante finalice con un producto dejando en evidencia a aquel desastre llamado X-Men: Fénix Oscura y lamentando que, de manera más que probable, Disney rechace dar una continuación a una cinta tan interesante y meritoria si los números de taquilla no son lo suficientemente elevados como para que la todopoderosa compañía se planteen dar continuidad a esta Los Nuevos Mutantes por la que merece la pena acercarse a unas multisalas muy necesitadas de espectadores.


viernes, 16 de octubre de 2020

Timecop, días del futuro pasado


Título Original Timecop (1994)
Director Peter Hyams
Guión Mark Verheiden y Mike Richardson, basado en su propio cómic
Reparto Jean-Claude Van Damme, Mia Sara, Ron Silver, Bruce McGill, Gloria Reuben, Scott Bellis, Jason Schombing, Scott Lawrence, Kenneth Welsh, Brent Woolsey




Entre agosto y octubre de 1992 la editorial independiente Dark Horse Comics publicó una miniserie de tres números titulada Timecop: A Man Out of Time. A partir de una idea de Mike Richardson, con guión de Mark Verheiden y dibujo de Ron Randall contaba la historia de Max Walker, un policía cuya misión consistía en detener a viajeros temporales propensos a saltarse la ilegalidad. El cómic funcionó lo suficientrmente bien como para que, una vez más, Hollywood pusiera sus ojos en él con la idea de diseñar una adaptación para la pantalla grande. Uno de los principales impulsores del proyecto fue el director Sam Raimi mediante Renaissance Pictures, la productora que fundó junto a sus amigos Rober Tappert y Bruce Campbell, a la que se sumaron otras como Largo Entertainment, JVC Entertainment Networks y Signatue Pictures mientras Universal Pictures se ocupaba de la distribución. Del guión se encargarían los mismos ideólogos del cómic, Mike Richardson y Mark Veheiden, este último reconvertido de autor de cómics a productor y escritor en todo tipo de proyectos para la televisión y el cine en muchas ocasiones, como la presente, basados en sus trabajos en papel. Para dirigir el proyecto se eligió al veterano Peter Hyams, ducho en temática de ciencia ficción con propuestas como Capricornio Uno (1978), Atmósfera Cero (Outland, 1981) o 2010: Odisea Dos (1984) y de encabezar el reparto un Jean-Claude Van Damme en lo más alto de su carrera con las espaldas bien cubiertas por Mia Sara (Legend), Ron Silver (Acero Azul), Bruce McGuill (Lincoln) o Gloria Reuben (Mr. Robot)




Diez años después de que su esposa Melissa (Mia Sara) fuera brutalmente asesinada en pleno 2004 el agente Max Walker (Jean-Claude Van Damme) es un policía al servicio de la Comisión de Control de Tiempo (TEC), división dedicada a impedir que personas viajen en el tiempo para beneficiarse ilícitamente y cambiar de esta manera la historia. Walker comenzará a investigar el caso del senador Aaron McComb (Ron Silver) candidato a la presidencia que mediante estos viajes temporales viaja al pasado para moldear su porvenir para con ello conseguir llegar a la Casa Blanca. A partir de entonces la misión principal de Walker será poner freno a las artimañas políticas del potencial presidente del gobierno, aun con la negativa de su superior el comandante Eugene Matuzak (Bruce McGill). Todo se tuerce cuando el protagonista viaja a 1994 con su nueva compañera, la agente Sarah Fielding (Gloria Reuben) y el intento de detención del senador de aquella línea temporal es impedida por el de 2004 que guarda más de un secreto. Desde ese mismo momento la historia será cambiada y todo empezará a ponerse cada vez peor para nuestro protagonista.




Timecop sólo toma del cómic original el título, el planteamiento y algunos apuntes estéticos del dibujo de Ron Randall. Más allá de eso Mark Verheiden y Mike Richardson construyen un argumento que tiene poco que ver con el expuesto por ellos mismos en los tres números de la miniserie de Dark Horse Comics. Como si de la adaptación de un relato de Philip K. Dick o un homenaje parcial a Terminator (James Cameron, 1984) se tratase ambos guionistas y el equipo técnico, capitaneado por un viejo zorro como Peter Hyams, construyen una amalgama entre ciencia ficción, relato neo-noir y western con las consabidas secuencias de acción propias, no sólo de los largometrajes protagonizados por el actor belga, sino por el grueso de action heroes de los 80 que triunfaron a la hora de elegir nuevos, y más ambiciosos, proyectos en la década de los 90. Aunque ya coqueteó con el subgénero en Soldado Universal (Roland Emmerich, 1992) con Timecop Jean-Claude Van Damme no quiso ser menos que sus compañeros Arnold Schwarzenegger y Syvester Stallone que ya habían incursionado en el celuloide distópico con gran éxito. El primero con las dos primeras entregas de Terminator o Desafío Total (Total Recall, 1990) y el segundo con la por aquel entonces todavía reciente Demolition Man (Marco Brambilla, 1993) con un resultado que no pudo ser más beneficioso para él.




El guión de Mark Verheiden y Mike Richardson está repleto de lugares comunes y no inventa nada en lo referido a los relatos sobre viajes temporales, pero hay una impecable concreción y solidez en su construcción digna de elogio. La primera escena, localizada en el año 1863 durante la Guerra Civil de Estados Unidos, en la que un asaltante insta a unos soldados confederados a que le entreguen un cargamento de oro negándose estos y respondiendo el primero disparándoles con unas modernas armas automáticas sintetiza en menos de cinco minutos la esencia e intencionalidad lúdica de una obra como Timecop. Tras este prólogo los escritores consiguen diseñar una historia sólida, coqueteando con los preceptos de distinto tipo de cine de género perfectamente ensamblados y discurriendo en notoria armonía. El largometraje presume de un presupuesto holgado y unas pretensiones notablemente superiores a las de la mayoría de obras previas protagonizadas por el actor de Contacto Sangriento (Bloodsport, Newt Arnold, 1988) o Kickboxer (Mark DiSalle, David Worth, 1989), pero en ningún momento aspira a ser algo más que un producto de entretenimiento bien compactado.




Que Sam Raimi y sus colaboradores eligieran a un veterano como Peter Hyams para rodar Timecop posiblemente supuso uno de los mayores aciertos del proyecto. Peter Hyams es un profesional con algunas particularidades muy poco comunes siendo un artesano siempre al servicio de Hollywood, como ser el encargado de la dirección de fotografía de todos sus trabajos desde que rodara 2010: Odisea Dos (1984), la infravalorada secuela del clásico de Stanley Kubrick inspirado en los textos de Arthur C. Clarke. Hyams despliega todos sus conocimientos dentro del cine de género en Timecop, siendo el principal artífice de que esa amalgama de tonos y conceptos a la que apelábamos anteriormente desfilen con una homogeneidad intachable en pantalla. Ciencia ficción, cine negro, secuencias de acción rodadas y editadas con verdadero aplomo e incluso apuntes de terror en la recta final con el asedio a la casa de los Walker dan buena muestra de la efectividad de un cineasta a reivindicar capaz de coquetear con casi todos los géneros que volvió a colaborar con Jean Claude Van Damme en Muerte Súbita (1995) y Cerco al Enemigo (Enemies Closer, 2013).




Como ya hemos afirmado Timecop se sale de la ortodoxia de los productos prototípicos que hasta ese momento había protagonizado en Hollywood el actor originario de Bruselas. Pero no es eludible que el film sigue siendo un vehículo para el lucimiento de las por aquel entonces insuperables capacidades físicas del protagonista de Libertad Para Morir (Death Warrant, 1990) o Blanco Humano (Human Target, John Woo, 1993) desplegadas a lo largo y ancho de todo el metraje. A Van Damme le da la réplica, y devora en pantalla cada vez que comparten encuadre, el tristemente fallecido Ron Silver (El Ente) como el sádico senador Aaron McComb, un político rastrero y homicida abordado desde una leve pátina de sátira verhoeveniana que incluye algún que otro aguijonazo al reaganismo de los años 80. Mia Sara, Bruce McGill, Gloria Reuben, Scott Bellis o un breve Kenneth Welsh complementan un reparto que ayuda a dar cohesión a una pieza de la que poco se puede poner en entredicho en lo referido a un apartado artístico tan competente como agradecido a la hora de dar vida a sus unidimensionales personajes.




Un servidor siempre ha defendido que las mejores películas de los action heroes de los 80 fueron aquellas que eran algo más que la típica muestra de acción facilona o el enésimo film centrado sólo en los conocimientos de artes marciales de algunos de sus protagonistas. Por eso podemos considerar Timecop como una de las mejores obras de dentro de la filmografía de “Los Músculos de Bruselas”. Un guión inteligente y bien rematado, un reparto acertadamente seleccionado, unos efectos digitales que supieron aprovechar la senda abierta por Terminator 2: El Día del Juicio manteniendo muy bien la compostura 35 años después de su diseño o un director solvente y profundo conocedor de su oficio hicieron el resto. Timecop se convirtió en el primer gran éxito de Jean-Claude Van Damme en Hollywood, a día de hoy sigue siendo su cinta más taquillera, dando lugar a una serie televisiva de corta vida, una secuela directa a vídeo protagonizada por Jason Scott Lee y Thomas Ian Griffith que vio la luz en 2003 y a un legado que en años posteriores ha podido verse de manera intermitente en productos tan dispares como Minority Report (Steven Spielberg, 2002), Looper (Rian Johnson, 2012) o El Ministerio del Tiempo (Javier Olivares, Pablo Olivares, 2015).




miércoles, 7 de octubre de 2020

Orígenes Secretos, Vértice: Año Uno

 


Título Original Orígenes Secretos (2020)
Director David Galán Galindo
Guión Fernando Navarro y David Galán Galindo, basado en la novela de este último
Reparto Javier Rey, Verónica Echegui, Brays Efe, Antonio Resines, Ernesto Alterio, Carlos Areces, Leonardo Sbaraglia, Álex García, Roman Rymar, Fran Bleu




En el año 2016 David Galán Galindo publicaba una novela titulada Orígenes Secretos (Alianza Editorial) en la que volcaba toda su pasión por el mundo del cómic, principalmente el superheróico. Curtido como guionista en excelentes programas de humor como Sé Lo Que Hicisteis o En El Aire, en los que en ocasiones trabajaba a contrarreloj, ya en el medio audiovisual llamó la atención con varios cortometrajes amateur que dieron paso a otros ya de un cariz más profesional como Push Up u Hostiable en los que el madrileño ya marcaba las pautas del tipo de humor que se adscribiría a su discurso como guionista y director cinematográfico. Después de formar parte de un par de largometrajes colaborativos como Pixel Theory (2013) o Al Final Todos Mueren (2013) Galán Galindo por fin puede debutar en solitario como realizador, precisamente adaptando su novela Orígenes Secretos con el respaldo de RTVE y la plataforma de streaming Netflix, que se ocupa de estrenarla el día 28 del  mes de agosto.




Contra todo pronóstico David Galán Galindo consigue atraer para su ópera prima a algunos de los actores españoles, y de habla hispana, más importantes de la actualidad. Javier Rey (Fariña), Brays Efe (Paquita Salas), Verónica Echegui (La Niebla y la Doncella), Antonio Resines (Celda 211), Ernesto Alterio (Perfectos Desconocidos), Carlos Areces (Balada Triste de Trompeta), Leonardo Sbaraglia (Ofrenda a la Tormenta) o Álex García (La Novia) conforman un reparto impresionante que, no lo neguemos, pone las cosas muy fáciles al director y a su co guionista, Fernando Navarro (Verónica). Con una fidelidad casi total a su propia novela, algún que otro detalle conceptual y la unión de dos de los personajes femeninos en uno solo marcan la diferencia en este sentido, Galán Galindo ha rodado una rara avis en una cinematografía como la española en la que el género superheróico no se ha cultivado salvo en contadas excepciones como la entrañable cutre Supersonic Man (Juan Piquer Simon, 1979), muestras más recientes como Superlópez (Javier Ruíz Caldera, 2018) o El Vecino (Miguel Esteban, Rául Navarro, 2019) e incluso rarezas como Diamond Flash (Carlos Vermut, 2013).




Orígenes Secretos mezcla un thriller policial a lo Seven (David Fincher, 1995) con la comedia y el drama, todo aderezado con ingentes cantidades de referencias al mundo del cómic superheróico o al cine que lleva dichas aventuras a la pantalla grande. El resultado es un producto harto competente y carismático en el que también funciona el contexto de encontrarnos ante una historia cuyo desarrollo tiene lugar en una ciudad tan reconocible como Madrid que Galán Galindo convierte en su particular Gotham City en la que un Bruce Wayne (Javier Rey) metido a policía de homicidios colabora con el Comisario Gordon (Antonio Resines) a punto de retirarse, un Robin (Brays Efe) en forma de aficionado al mundo del cómic, Catwoman (Verónica Echegui) como su supervisora, fan del anime o el cosplay e interés amoroso, o el Espantapájaros como un villano que asesina a su víctimas emulando los orígenes de superhéroes clásicos del mundo de las viñetas. No sólo en las aventuras del Caballero Oscuro quedan la referencias, Kick-Ass, Clerks o Watchmen tienen su hueco en los diálogos del guión o la potente dirección de arte cuya responsabilidad recae en Roger Bellés.




Al citar la dirección de arte es de recibo mencionar que no hay nada de amateur o cutre en la construcción de un proyecto como Orígenes Secretos. Galán Galindo y su equipo de colaboradores detrás de las cámaras han hecho todo lo posible porque la obra luzca de manera compacta desde un aspecto técnico. Localizaciones, maquillaje, vestuario, uso del CGI, todo acometido con una profesionalidad encomiable que sólo se ve algo mermada por unas escenas de acción un par de peldaños por debajo en cuanto a ejecución. El realizador ejecuta un trabajo meritorio con la puesta en escena, sin excesos ni florituras innecesarias que nos distraigan de la historia narrada, pero lo suficientemente resolutivo como para que su puesta en escena se antoje competente a distintos niveles ayudado por la fotografía de un veterana como Rita Noriega que ha llegado a trabajar, en este caso como operadora o asistente de cámara, con autores de primer nivel dentro de nuestro cine como Pedro Almodóvar o Carlos Saura.




A los miembros del reparto sólo podemos dedicarle buenas palabras. Javier Rey compone estoicamente un personaje serio cuando se debe a su trabajo y tangencialmente cómico cuando tiene que interactuar con un Brays Efe no sólo con su habitual soltura delante de la cámara, sino revelándose de cara a la obra como una especie de alter ego del mismo director. Antonio Resines se aleja de sus habituales papeles cómicos abordando un rol de tono más dramático, Verónica Echegui destila carisma y personalidad como Norma y Ernesto Alterio acomete uno de esos trabajos algo excesivos e irónicos con los que se siente bastante cómodo en los últimos años. También enriquece la labor actoral de Orígenes Secretos la presencia, muy capitular, de actores brillantes con personajes endemoniadamente divertidos, entre ellos Carlos Areces o un enorme Leonardo Sbaraglia emulando a un Alan Moore porteño. Lástima que la musa del director, Mariam Hernández, sólo tenga un breve cameo, porque es una experta a la hora de verbalizar los diálogos que Galán Galindo le suele escribir a sus personajes. Finalmente Aléx García también se enfunda un papel pequeño, de corte más heróico, que un servidor pensaba iba a ser un homenaje a Jason Todd que finalmente no llega a cristalizar.




No vamos a decir que Orígenes Secretos es una obra trascendente o de valores cinematográficos excelsos, porque no lo es y tampoco es su intención serlo. Pero ojalá sea un éxito y sirva de ejemplo para que en España perdamos esos complejos, ahderidos tanto a los profesionales del medio como a los espectadores, con respecto a que en este país no podemos hacer cine sobre superhéroes, porque aunque el debut de David Galán Galindo no es estrictamente un proyecto de esta naturaleza, ya que como hemos mencionado se hibrida con otros géneros, sí transmite verdadero cariño por este tipo de celuloide y sobre todo por los cómics. A partir de hoy podéis verla en Netflix porque ya ha sido subida al cátalogo de la plataforma de streaming y juzgar por vosotros mismos, pero nuestro deseo es que consiga muchas reproducciones y alabanzas por parte de crítica y público. No sólo porque podría dar pie a una más que probable secuela, sino también a que más cineastas de nuestra industria se animen a romper barreras en lo referido a un cine de género que lógicamente no va a conseguir en España el alcance y el descomunal triunfo de los blockbusters estadounidenses de Marvel Studios, DC Entertainment y derivados, pero que sí podría configurar una parcela en nuestra cinematografía con personalidad propia y aficionados que demanden este tipo de producciones.




domingo, 4 de octubre de 2020

Demons: La Pesadilla Retorna

 


Edición Nacional/España Applehead Team Creaciones
Autor Pedro José Tena
Formato Rústica
Páginas 417 
Precio 22,95€

Durante los años 70 y 80 Italia se convirtió en uno de los epicentros del cine fantástico y de terror europeo. Cineastas como Dario Argento, Umberto Lenzi o Lucio Fulci regaron de hemoglobina el viejo continente con producciones como Rojo Oscuro (1975), Suspiria (1977), Siete Orquideas Manchadas de Rojo (1972), La Invasión de los Zombies Atómicos (1980), Aquella Casa al Lado del Cementerio (1981) o El Más Allá (1981). Todos ellos aprendieron de uno de los mayores maestros que ha dado el celuloide italiano dentro del cine de género, Mario Bava, al que debemos obras maestras como La Máscara del Demonio (1960), Las Tres Caras del Miedo (1963), Operazione Paura (1966) o Semáforo Rojo (1974). Precisamente fue en esta última donde el hijo de Mario, Lamberto, debutó como director de la mano de su progenitor. Siempre a años luz de su padre Lamberto Bava supo construir una filmografía que encontró su mayor exponente en las dos entregas de Demons que facturó, precisamente, con la ayuda en la producción del ya citado Dario Argento, también viejo amigo y colaborador de Mario. Estos films, que supusieron los últimos vestigios de un tipo de largometrajes que desaparecerían de manera gradual pocos años después, son los que centran la atención del ensayo que vamos a comentar en la siguiente entrada.

La editorial Applehead Team Creaciones creó hace un par de años la Colección Noche de Lobos en la que englobarían ensayos sobre franquicias populares dentro del cine de terror internacional. Me Tragaré Tu Alma: La Historia de la Saga Evil Dead, Magnífico Día Para Un Exorcismo: La Saga Completa del Exorcista o Noches de Halloween: La Saga de Michael Myers ya dieron muestra del buen hacer de sus distintos autores y en un futuro con otras como las de Hellraiser, Pesadilla en Elm Street, ¡Estoy Vivo! o Critters seguirán haciendo lo propio. En esta ocasión, como ya aventuran el título de la entrada y el párrafo anterior, hablaremos de un libro cuya principal misión es diseccionar minuciosamente todo lo relacionado con las dos entregas de Demons, consideradas desde hace años un par de piezas de culto dentro del terror italiano que tras el estreno de ambas fue, como ya hemos apuntado previamente, languideciendo hasta desaparecer casi por completo en años posteriores.

Pedro José Tena, uno de los fundadores de Applehead Team Creaciones, es el autor de Demons: La Pesadilla Retorna y desde los primeros compases del ensayo demuestra un conocimiento impecable, no sólo del díptico cinematográfico, sino también del fantanterror europeo en general y el italiano en particular. La estructura es similar a la de otras entregas de la Colección Noche de Lobos y por extensión a la de varios productos de la editorial. Un prólogo del guionista y director Luigi Cozzi, viejo conocido de los creadores de Demons y autor de largometrajes como Il Gato Nero o Starcrash: Choque de Galaxias,, en el que repasa la historia del cine de zombies precede a la introducción en la que Tena explica cuáles fueron las motivaciones que le llevaron a escribir la obra que nos ocupa, muy relacionadas estas con un viaje a Roma y por consiguiente con la famosa tienda Profondo Rosso, propiedad de Dario Argento, viéndose en la obligación de rendir tributo a dos películas a las que tiene especial aprecio, pero siendo en todo momento consciente del tipo de productos que son, algo a lo que volveremos en la recta final.

Siete capítulos dedica Pedro José Tena a desmontar Demons 1 y 2. Antes de acometer la tarea pone en contexto la génesis del proyecto aportando información de sus principales responsables, y con ello no nos referimos sólo a Lamberto Bava y Dario Argento, sino a co guionistas, maquilladores, encargados de efectos especiales o intérpretes cubriendo un amplio abanico en el que se pone rostro a decenas de los profesionales implicados, de una manera u otra, con los dos films. Seguidamente aborda la producción de los dos largometrajes adentrándose en las entrañas de la bestia diseccionando anécdotas, problemas durante la producción y el rodaje, recogiendo declaraciones de todos los implicados y no dejando nada al azar en relación a las dos aventuras cinematográficos de estos demonios extendiendo su virus por las calles berlinesas. Después el autor pone sobre la mesa no sólo aquella Demons 3 que acabó convirtiéndose en El Engendro del Diablo (La Chiesa, Michele Soavi, 1990) sino también de todos los otros films del género que bebieron directa o indirectamente de las dos cintas de Lamberto Bava.

Después de un interludio en el ensayo, marcado con un simpático “Fine primo tempo”, Pedro José Tena se mete de lleno en un amplio bloque titulado “Instrumentos del Mal: Entrevistas” en el que recoge declaraciones de decenas de las personas que se vieron inmersas en la producción de ambos largometrajes. En el primer apartado, “Demonios Detrás de las Cámaras”, el autor conversa con Lamberto Bava, Dardani Sacchetti, Gianlorenzo Battaglia y Sergio Stivalleti o lo que es lo mismo, director, guionista, director de fotografía y encargado de efectos especiales del díptico cinematográfico respectivamente y los que datos más jugosos aportan sobre el rodaje del mismo. En “Demonios Delante de las Cámaras” Tena interroga a varios actores de ambas producciones. En este apartado los que más juego dan con sus respuestas a las cuestiones del autor, alejadas de molestas obviedades y dejando claro en todo momento sus profundos conocimientos sobre la temática que aborda, son nuestra Fabiola Toledo, el carismático Bobby Rhodes, la no menos magnética Geretta Geretta y el canadiense David Knight, este último más por el escándalo en el que se vio supuestamente implicado con Jason Gould, hijo de Barbra Streisand y Elliott Gould, que por su vida profesional.

Dos entrevistas más a Claudio Simonetti y Simon Boswell en las que ambos nos hablan de las bandas sonoras de las películas, el fundador Goblin se encargó del score de la primera y el compositor británico del de la segunda, y apartados ineludibles como epílogo, extras, agradecimientos y filmografía dan el cierre a un ensayo que encuentra su mayor virtud no en la exhaustiva investigación de Pedro José Tena sobre el material de partida o su inteligencia para exponer el contenido de manera que tanto expertos en Demons 1 y 2 como desconocedores de la saga puedan disfrutar de la lectura Demons: La Pesadilla Retorna, sino en la capacidad del autor de amar y rendir tributo a dos piezas con todas sus limitaciones e imperfecciones, sin necesidad de buscar una innecesaria lectura más profunda de los productos ideados por Lamberto Bava y Dario Argento. Piezas de terror que no eluden todas las virtudes y carencias que las convirtieron por derecho propio en el canto de cisne de una vertiente muy importante del cine de género italiano que tan pronto vino como se fue, pero dejándonos algunas de estas “joyas de videoclub” a las que nunca nos cansaremos de volver, como si de una misteriosa premiere en el cine Metropol se tratase.