lunes, 12 de julio de 2021

Viuda Negra



Título Original Black Widow (2021)
Dirección Cate Shortland
Guion Eric Pearson, Jac Schaeffer y Ned Benson basado en el personaje de Stan Lee, Don Rico y Don Heck
Reparto Scarlett Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, William Hurt, Ray Winstone, O.T. Fagbenle, Michelle Lee, Olivier Richters, Nanna Blondell, Joakim Skarli, Obie Matthew, Paul O’Kelly´




El 1 de mayo del nefasto 2020 era la fecha elegida para que Disney y Marvel Studios estrenaran por todo lo alto Black Widow, la vigésimo cuarta película del Universo Cinematográfico Marvel (MCU), segunda protagonizada por una mujer y primera de la Fase 4. Pero la pandemia, el estado de emergencia sanitaria y el confinamiento trastocaron la puesta de largo internacional del largometraje protagonizado por Scarlett Johansson. Tan complicada situación hizo que Disney no sólo fuera posponiendo la llegada a las carteleras del film, sino sembrando la duda sobre si llegaría a pasar por las multisalas o si se estrenaría de manera exclusiva en el access premiere de Disney Plus, la plataforma de streaming de la todopoderosa compañía. Afortunadamente esta vez los sufridos cines no se han visto en la complicada tesitura de no contar entre sus proyecciones con la muy esperada cinta protagonizada por la famosa vengadora de la que ya conocemos su fatal destino después de los hechos acontecidos durante la descomunal Vengadores: Endgame, algo que también puede hacerse en el ya citado servicio de VOD. De la dirección del proyecto se encarga la australiana Cate Shortland (SMILF), del guión Eric Pearson (Thor Ragnarok) a partir de una idea de Jac Schaeffer (WandaVision) y Ned Benson (The Disappearance of Eleanor Rigby). En el reparto de secundarios encontramos a Florence Pugh (Midsommar), Rachel Weisz (La Momia), David Harbour (Stranger Things), William Hurt (El Increíble Hulk), Ray Winstone (Indiana Jones y la Calavera de Cristal) u Olga Kurylenko (Oblivion).




Durante su arranque Viuda Negra remite a ciertos lugares comunes sobre el cine de espionaje internacional de nacionalidad estadounidense que no supone la mejor de las cartas de presentación. Patriotismo yanqui, coletazos de la Guerra Fría a estas alturas parecía que ya superados, rusos malvados. Una sesión continua de tópicos que nos hacen arquear la ceja en más de un momento, pero que conforman un prólogo que sí funciona como primera toma de contacto con los personajes principales y la relación que mantienen los unos con los otros. Una vez terminada esa secuencia introductoria la línea temporal se traslada al periodo inmediatamente posterior a Capitán América: Civil War y los acuerdos de Sokovia con Natasha Romanoff como fugitiva del gobierno de Estados Unidos viéndose inmersa en una red criminal, controlada desde las sombras por Dreykov (Ray Winstone), estrechamente vinculada con su pasado y haciéndole reencontrarse con su familia formada por sus padres Alexei (David Harbour) y Melina (Rachel Weisz) o su hermana Yelena (Florence Pugh).




No es casualiad que en el ya citado prólogo veamos en un televisor la imponente figura del tristemente desaparecido Michael Lonsdale dando vida a Hugo Drax en Moonraker (Lewis Gilbert, 1979), una de las películas de James Bond más recordadas de la etapa en la que Roger Moore dio vida al agente al servicio de su majestad con licencia para matar. Porque Viuda Negra no es otra cosa que una derivación a lo “Marvel Studios Style” del espionaje internacional high tech de las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Ian Fleming adheriéndola a la pátina superhéroica del Universo Cinematográfico Marvel que pudimos ver en las entregas del Centinela de la Libertad dirigidas por los hermanos Anthony y Joe Russo o su heredera natural, la irregular serie The Falcon and the Winter Soldier. A la hora de diseñar una cosmogonía audiovisual propia para el personaje creado en su origen por Stan Lee, Don Rico y Don Heck allá por el lejano año 1964 los responsables del film han decidido transitar por esta reconocible senda deudora de 007.




Como thriller de espionaje manistream Black Widow funciona a las mil maravillas, pero en ningún momento pude quitarme de la cabeza las declaraciones de la directora argentina Lucrecia Martel afirmando que al proponerle rodar el film ella se encontraba ilusionada por poder realizar unas escenas de acción que desde Disney le comunicaron llevarían a cabo una segunda unidad especializada en este tipo de pasajes y, todo hay que decirlo, con muy buenos resultados. Este secreto a voces que es indivisible al cine de Hollywood desde tiempos casi inmemoriales siempre viene a confirmar que los directores de este tipo de blockbusters la mayoría de las veces son asalariados que no pueden inyectar su propia impronta en lo que es una maquinaria bien engrasada en la que tienen poca voz y no mucho más voto. De manera que sí, los tiroteos, explosiones o persecuciones por tierra y aire están ahí y son tan efectivas como era de esperar, pero Cate Shortland ha tenido poco que ver con ellas.




Lo más curioso de Black Widow es que a pesar de imperar el fuego de artificio bien entendido y con un diseño a la altura de las circunstancias, cuando mejor funciona su propuesta es al revelarse como una “película de personajes”. Porque es un hecho ineludible que los tres intérpretes secundarios elegidos para dar la réplica a Scarlett Johansson son un acierto de casting mayúsculo. No sólo el encanto de una Florence Pugh como Yelena robando más de una escena a su compañera, la sorna y atolondrada personalidad de David Harbour en la gruesa piel de Alexei/Guardián Rojo enamorando al patio de butacas y la ambigüedad de una inteligente Rachel Weisz dando voz y físico a Melina despertando más de una sospecha entre los espectadores juegan totalmente a favor del proyecto. Es que al compartir plano los cuatro conforman una familia totalmente atípica y desestructurada alternando pasajes dramáticos con otros de un humor muy bien planteado (aquí son la protagonista de Mujercitas y el actor de Tyler Rake los que protagonizan las mejores situaciones) dando alma y corazón a la película.




Desgraciadamente el guion de Eric Pearson, desarrollado a partir de un argumento a cuatro manos entre Jac Schaeffer y Ned Besnson, no aprovecha todo el potencial de su interesante propuesta. Aunque al inicio de la reseña hemos mencionado los manidos estereotipos que maneja la historia también es cierto que juega muy bien sus cartas al utilizar a las viudas negras, la Sala Roja y Dreykov como una alegoría sobre la trata de blancas y el Polvo Rojo de la toma de conciencia que lleva a dichos personajes a la sororidad entre mujeres. Pero en el lado opuesto tenemos un libreto repleto de situaciones previsibles mil veces vistas que convierten Black Widow en una pieza adscrita al subgénero superheróico con poco de original y sí mucho de redundante. Por otro lado, más grave todavía, se suma a ese mal endémico del cine comercial actual en el que parece que se debe sobreexplicar la trama para dejar satisfechos a todos aquellos puntillosos que van a criticar la “inverosimilitud” de depende qué escena, como si Hollywood se adentrara en el peligroso terreno de querer dejar satisfecho a todo el fandom, algo imposible de llevar a cabo.




A estas alturas ya he leído declaraciones de compañeros, usuarios de redes sociales y miembros de la prensa especializada que o bien consideran Black Widow una película top dentro del Universo Cinematográfico Marvel o una de las peores ideadas por la Marvel Studios de Kevin Feige. Un servidor se queda a años luz de considerar película en solitario de Nastasha Romanoff una mala película, y más si tenemos en cuenta los infantiles argumentos que promulgan algunos de sus detractores, pero tampoco me sumo a los que la tildan de obra maestra obnubilados por el simple hecho de haber podido ver una nueva película del UCM en pantalla grande. El que esto firma se queda a medio camino, habiendo disfrutado de lo visto gracias a su hipérbole de acción, personajes entrañables y pasajes dinámicos con una versión de Taskmaster/Supervisor de imponente presencia física, pero siendo consciente de que esta estimable despedida del personaje de Scarlett Johansson podía haber sido mucho mejor de lo que es.





martes, 6 de julio de 2021

Trangresión Continua Express 2021 - Junio

Despierta la Furia (Guy Ritchie, 2021) - Un irreconocible Guy Ritchie revisita el policíaco francés Le Convoyeur (Nicolas Boukhrief, 2004)  facturando una rocosa heist movie con aroma clásico, realización de acero y cierto molesto viraje hacia el tópico.


Shorta: El Peso de la Ley (Frederik Louis Hviid, Anders Ølholm, 2020) - Entre La Haine (Mathieu Kassovitz, 1995) y Training Day (Antoine Fuqua, 2001) transita esta áspera radiografía sobre brutalidad policial, racismo, delincuencia y marginalidad social con corpus de fibroso thriller nórdico.


Cruella (Craig Gillespie, 2021) - A la innecesaria existencia del proyecto y su simplista blanqueamiento de la protagonista se contrapone un buen diseño de producción, una resuelta realización y el carisma desbordante de las dos Emmas. Tan entretenida como olvidable.


La Casa de Papel: Parte 1 (Álex Pina, 2017) - Su original vuelta de tuerca a las historias de atracos, el interesante perfil de personajes y la sólida puesta en escena palian algunas carencias como la inverosimilitud, las trampas de guion o la inocuidad de su discurso antisistema


La Casa de Papel: Parte 2 (Álex Pina, 2017) - La resolución del atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre alcanza un clímax harto satisfactorio que debería haber cerrado la serie. A destacar el recital interpretativo de Pedro Alonso y su amalgama entre carisma y repulsión.


La Casa de Papel: Parte 3 (Álex Pina, 2019) - A pesar de la inyección presupuestaria de Netflix, de mantener siempre el interés y diseñar nuevos personajes bien perfilados como los de Rodrigo de la Serna, Najwa Nimri o Fernando Cayo, los guiones flaquean y caen en la redundancia.




La Casa de Papel: Parte 4 (Álex Pina, 2020) - El segundo arco argumental centrado en el atraco al Banco de España eleva la potencia cuando César Gandía, bestial José Manuel Poga, se apodera de la narración y convierte la serie en un trallazo de adrenalina en vena.





Xtremo (Daniel Benmayor, 2021) - Después de una primera mitad lastrada por el montaje, este estimable intento por hacer cine de artes marciales en España encuentra su equilibrio. Las potentes aptitudes físicas del protagonista se ven perjudicadas por su ineficacia interpretativa.


domingo, 4 de julio de 2021

Bo Burnham: Inside, seguir viendo para Juan Luis




Título Original Bo Burnham: Inside (2021)
Director Bo Burnham
Guion Bo Burnham
Reparto Bo Burham



Hoy, que no está siendo el mejor de los domingos, voy a hacer algo que no me gusta, pero necesito, y es aprovechar la libertad que me proporciona este blog y la reseña de una obra muy particular para reflejar mi estado de ánimo que, os lo puedo asegurar, no es nada envidiable en estos momentos. Si la primera vez que lo vi me sentí mortalmente identificado con él, en un día poco memorable como el de hoy casi se convierte en un mantra del que me es imposible disociarme. Hoy toca abrirse un poco el pecho en canal para ver qué hay dentro. Hoy toca hacer terapia psicológica con fines curativos. Hoy toca hablar de Bo Burnham: Inside.




Como a todas las personas del planeta, la pandemia del Covid 19 me pasó factura durante el 2020, sobre todo en el plano personal. Al confinamiento de más de tres meses con su correspondiente desescalada gradual se sumaron algunos problemas de salud propios y ajenos o el hecho de que mis padres fueran población de riesgo. Para rematar la jugada un día antes de finalizar el Estado de Alarma en España di por terminada, aunque de manera amistosa, una relación sentimental de 6 años de cuya ruptura tardé bastante en recuperarme, hoy todavía sigo haciéndolo. Un cúmulo de situaciones que desembocaron en ansiedad, malestar físico y un principio de depresión que, afortunadamente, no fue a más.




Por eso cuando el pasado 30 de mayo Netflix subió a su catálogo el especial Inside, del cómico  estadounidense Bo Burnham, y a los pocos días decidí verlo encontré, por fin, no sólo la obra que mejor ha sabido capturar este penoso momento de la historia reciente que nos ha tocado vivir, sino el proyecto que con más precisión reflejaba cómo me sentí durante el confinamiento y cómo me siento ahora que vamos poco a poco volviendo a una "nueva normalidad". Netflix tiene un enorme catálogo de especiales protagonizados por estrellas internacionales del stand up, de hecho el mismo Bo Burnham tiene uno de 2016 llamado Make Happy, que os recomiendo encarecidamente, no ya sólo por su calidad, sino por lo bien que refleja el humor de su autor. Pero Inside es otra cosa, Inside es mucho más.




Iniside es un especial cómico que Bo Burnham grabó durante el ya mencionado confinamiento, en soledad y en su propia casa. Como bien menciona el mismo Burnham en uno de los mejores temas, a principios de 2020 salía de una profunda crisis que le había obligado a alejarse de los escenarios debido a los ataques de pánico que sufría al actuar en vivo. Viéndose confinado entre cuatro paredes el actor de la brillante Una Chica Prometedora decidió aprovechar ese tiempo para grabarse a sí mismo componiendo e interpretando canciones, su humor se sustenta principalmente en temas musicales creados por él, y de esa manera encontrar una vía de escape para no volver a caer en el pozo del que tanto trabajo le costó salir.




El primer tema musical, Content, que a su vez es una intro para el especial, se revela como una declaración de principios por parte de Burnham. Ante la posibilidad de volver a sumergirse en una depresión toma la decisión de escribir chistes y componer canciones que posteriormente serán consumidas por ávidos usuarios. Para no sucumbir a la tristeza o la desesperanza Burnham, que es hijo de su tiempo y se hizo famoso con 16 años por subir vídeos en YouTube, va a ofrecernos "contenido" para que empaquetemos en pequeñas dosis audiovisuales lo que para él se convierte en una expiación de demonios. El capitalismo y el consumo reduciendo la expresión artística a tres clicks, dos favs y un retuit. Algo de lo que Netflix y el mismo Burnham son conscientes.




Desde su mismo arranque Inside pivota entre la comedia y la tragedia con precisión analítica, apelando a la ironía y el sarcasmo para construir su nada simplista estructura. Temas como Comedy, una burla hacia los aires de grandeza de los cómicos en tiempos de desgracias globales, o FacteTime With My Mum (Tonight), en el que se vale del humor con respecto a la torpeza de nuestros mayores con las tecnologías para reflexionar sobre las vacuidad de las relaciones familiares, muestran a un profesional con sobrado talento para armonizar géneros antagónicos que en un mismo gag o tema musical nos hagan carcajearnos para inmediatamente después despertarnos una sensación de incomodidad al habernos reído de temas sin ninguna gracia.




La crítica disfrazada de performance infantil, con marioneta en forma de calcetín incluida, a cómo se silencian las voces contrarias al adecuado proceder de la actual sociedad de bienestar de How The Worlds Work, el retrato del oportunismo disfrazado de compromiso y el afán por las falsas apariencias relacionado con los influencers de la desopilante White Woman Instagram, la mirada sardónica hacia la explotación laboral de los becarios de la jazzistica Unpaid Intern, o los ritmos electrónicos de las envenenadas Bezos I y II configuran una variedad musical ecléctica e inquieta con la que Burnham no deja títere con cabeza mediante sus ritmos y estribillos brutalmente pegadizos que, por cierto, están disponibles en Spotify.




Entre temas en los que hace sorna con la red de redes (Welcome to the Internet) o la evolución de su propia perspectiva del humor (Problematic) hay dos que sobresalen notablemente. Uno es 30, un lamento amargo envuelto en una composición de falso vitalismo con la que Burnham asume llegar a los 30 años encerrado en su casa con la única compañía de su cámara y presuponiendo no haber hecho nada de relevancia en toda su vida. El otro es All Eyes On Me, que encapsula todo lo que supone Inside en particular y el discurso de Bo Burnham en general. Un melancólico corte con vocación de himno generacional derivando hacia su recta final en caos, rabia y locura. Una obra maestra.




No sólo de interpretaciones musicales vive Inside, de hecho algunos de los mejores highlights del especial, y si me apuran del 2021, en el campo de lo audiovisual son dos sketches hablados repletos de ingenio y mala baba lanzando aguijonazos, una vez más, al mundo de internet. Por un lado la reacción al vídeo de Unpaid Intern que a su vez se convierte en otra reacción del mismo Burnham viéndose reaccionar a la reacción es un delirio de una brillantez insobornable. El otro es un gameplay de su propia vida durante el confinamiento con el que la sonrisa del espectador torna en incomodidad debido al inteligente uso de las escasas acciones ejecutadas por el personaje, incapaz de salir de la "pantalla", para mostrar cómo se sentía desde una perspectiva psicológica durante el encierro.




A un nivel puramente audiovisual el apartado técnico de Inside es sobresaliente, tanto como para haber despertado las dudas de aquellos que ponen en entredicho a su autor como responsable total del proyecto. Si hacemos caso de los créditos proporcionados por Netflix, Bo Burnham escribió, dirigió, protagonizó y editó todo el especial, llevándolo a cabo con una sola cámara. Asumiendo que esto sea verdad la puesta en escena de la pieza alcanza unas impresionantes cotas de minuciosidad impropias para una localización tan exigua y con un equipo de grabación mínimo controlado por una única persona. La fotografía, el sonido, la iluminación y sobre todo el montaje hacen de Inside una de las producciones más estimulantes vistas este 2021.





Aunque los temas musicales o los sketches hablan por sí solos con respecto a qué tenía Bo Burnham en mente a la hora de desplegar su abanico de posibilidades estilísticas y narrativas son los tiempos muertos, los planos fijos contemplativos en los que una pequeña sala se convierte en una cueva de proporciones mastodónticas devorando a su habitante, o lo que acontece fuera de plano, el material que captura la esencia de Inside. El testimonio de un payaso triste transfigurado en 87 minutos de pura genialidad rompiendo barreras mientras amalgama tonos, géneros, medios y dejándonos con la duda de si todo ha sido real o una broma más con la que este alquimista del humor se ha estado riendo de nosotros, como podría aventurar ese último plano.




A estas alturas es posible que más de un lector se pregunte por qué un mindundi como yo se identifica con un comediante y actor de éxito que trabaja para la plataforma de streaming más poderosa del planeta o interviene en películas ganadoras del Oscar. Pero creo que si algo nos ha dejado claro este último año y medio es que una pandemia no entiende de clases sociales, jerarquías o fronteras. En este domingo de mierda me reafirmo en que Inside se ha convertido en algo muy especial para mí, ya que haber dedicado la tarde a revisarlo, analizarlo y escribir sobre él me ha vuelto a demostrar que es mucho más que una opción del apartado "volver a ver" de Netflix al alcance de mi mando a distancia. Así que subid las putas manos, levantaos de la silla y no dejéis de mirarme.



viernes, 2 de julio de 2021

Loki, tiempo y castigo



"Sé qué es este lugar, el circo de los Guardianes del Tiempo y veo que los payasos cumplen su rol a la perfección"




Después de la magnífica WandaVision y la muy irregular The Falcon And The Winter Soldier llega la tercera serie de producción propia de Marvel Studios bajo el amparo de la plataforma Disney +. Como todos sabemos esta nueva incursión en el Universo Cinematográfico Marvel está protagonizada por el carismático y ya icónico Loki del actor británico Tom Hiddleston al que ya vimos brillar en las tres entregas en solitario de Thor y en varias de las películas de Los Vengadores. Aquí el Dios de las Mentiras es el protagonista absoluto, pero como viene sucediendo en estos nuevos productos auspiciados por Kevin Feige para las pequeñas pantallas la naturaleza coral de los mismos se deja notar con la inclusión de nuevos personajes secundarios. Mientras Michael Waldron ejerce de creador y showrunner del proyecto todos los capítulos, seis en total, contarán con dirección de Kate Herron (Sex Education) y dentro de los intérpretes que acompañarán al actor de Kong: La Isla Calavera (2017) encontramos a Owen Wilson (Midnight in Paris), Gugu Mbatha-Raw (The Morning Show) o Wunmi Mosaku (Lovecraft Country) entre otros que se irán desvelando a lo largo de los próximos episodios.




La trama arranca durante el pasaje de Vengadores: Endgame en el que los personajes viajaban al año 2012, justo en el clímax final de la primera película del grupo de superhéroes dirigida por Joss Whedon, cuando Loki se apodera del teseracto y desaparece. A partir de ese momento nuestro protagonista se convierte en una “variante” y la Time Variance Authority (TVA), organización encargada del buen discurrir de la “Sagrada línea temporal”, va en su busca y captura. Una vez apresado las oficinas de la TVA son un continuo discurrir de referencias a series como Doctor Who y a películas de Terry Gilliam como Brazil (1985), Héroes del Tiempo (Time Bandits, 1981) o 12 Monos (1995) con las que comparte su predilección por la comedia absurda, el retrofutirismo, y lo barroco. En este contexto se localiza espaciotemporalmente dónde se encuentra el rol de Tom Hiddleston, se asientan las bases de la dinámica que mantendrá con el agente Mobius M. Mobius de un entrañable Owen Wilson y se hace un repaso al futuro alternativo, el real para nosotros como espectadores, para añadir bagaje dramático a la propuesta.




Aunque todo lo que expone a priori se antoja tan interesante como prometedor este primer episodio todavía no profundiza en sus planteamientos narrativos y audiovisuales como para que podamos hacernos una idea global de hacia dónde se encaminará su trama central. A fallos como un excesivo de expositivismo y demasiada cháchara en lugar de presentarnos el entorno de la TVA se anteponen aciertos como el tono entre cómico y dramático del proyecto, el carisma de un Tom Hiddleston en todo su apogeo, lo prometedor de su próxima interacción con el personaje de Owen Wilson, esas animaciones a lo Hannah-Barbera y que tras la naturaleza más procedimental de The Falcon And The Winter Soldier volvemos, en cierta manera, al terreno de lo imprevisible y elucubrativo con guiños y pistas, una vez más relacionadas con Mephisto, como las que desplegaron Jac Schaeffer y Matt Shakman en WandaVision. La semana que viene veremos con más claridad qué es lo que puede ofrecernos esta Loki que sin haber mostrado todas sus cartas ya promete más de una sorpresa.



Segundo episodio, titulado The Variant, en el que Loki comienza su interacción directa con el equipo de la AVT comandado por el agente Mobius de Owen Wilson. Continuista con respecto a la entrega anterior denota los mismos aciertos y carencias que aquella sin que se produzcan cambios sustanciales en su discurrir argumental hasta el cierre del capítulo que si se revela algo más prometedor. De nuevo el trabajo de guion peca de sobrexposición y si bien es cierto que es necesaria para contextualizar el núcleo del relato pasajes como el de la ensalada acaban volviéndose irritantes por excesivamente alargados en el tiempo y la ejecución de un humor bastante simplista. No eludiremos que en los cómic hemos visto al Dios del Engaño ejercer todo tipo de variopintos roles, pero el que por ahora representa en su serie es demasiado propenso a una comicidad no muy bien planteada reduciéndolo casi a un histrión al que sus enemigos de la AVT miran continuamente por encima del hombro.



Por suerte la dinámica entre Loki y Mobius funciona a muy buen rendimiento gracias al carisma de un Tom Hiddleston poseído por su personaje y a un Owen Wilson que personifica la bondad, la contención y una estimable infinita paciencia. El momento en el que Loki descubre la teoría de las catástrofes concerniente a la Variante con el consiguiente viaje a Pompeya la serie gana enteros y comienza a desplegar un abanico de oportunidades narrativas por ahora dando sus primeros pasos, pero que podrá depararnos más de una sorpresa siempre que Michael Waldron, Kate Herron y su equipo de colaboradores sepan sacarle partido, ya que la AVT ideada por el gran Walter Simonson y todo lo que relacionado con ella es lo suficientemente rico, no sólo para que Loki llegue a convertirse en un destacable producto de entretenimiento, sino que pulsando las teclas adecuadas puede llegar a extender de manera harto inteligente el Universo Cinematográfico Marvel y su conexión con ese multiverso que ya está a la vuelta de la esquina.




La sensación con este segundo episodio es muy parecida a la experimentada con en el primero la semana pasada. Nos encontramos con un proyecto con potencial, que se ve con agrado, contando con un grupo de personajes secundarios con posibilidades de destacar notablemente dentro de la cronología del UCM y un protagonista revelándose en todo momento como un maestro de ceremonias estimable, pero que debe ofrecer todavía su mejor perfil, el que vimos en varios de los largometrajes de Thor o Los Vengadores. La aparición de Lady Loki al cierre del episodio y la huida de Loki de Mobius, Hunter B-15 y el resto de componentes de la AVT aumenta el tamaño del tablero de juego y permitirá a partir de ahora añadir más piezas a la partida. Esperemos que el resultado sea satisfactorio y encarrile la serie a un ecuador lo suficientemente interesante como para mantener nuestra atención en una serie que por ahora no es demasiado reseñable.




Con el tercer episodio titulado Lamentis 1 llegamos al ecuador de una miniserie que por ahora, y no es plato de mi gusto admitirlo, no está cumpliendo las expectativas depositadas en ella, no pocas precisamente. El personaje de Sylvie entra de lleno en la ficción y este capítulo, dedicado enteramente a los primeros compases de su dinámica con Loki, está resuelto de una manera bastante pobre y rudimentaria. Es una pena que un actor tan carismático como Tom Hiddleston, el pilar maestro sobre el que se erige una ficción que no hace honor a su trabajo y versión del Dios del Engaño, y una intérprete tan resuelta como Sophia Di Martino tengan que desarrollar su química mutua con un primer episodio repleto de diálogos redundantes que no saben aprovechar el potencial de dos roles que podrían hacer saltar chispas cada vez que compartieran plano.




Mientras veía este tercer capítulo no podía evitar la sensación de estar asistiendo a una versión descafeinada o marca blanca de Firefly, la mítica y efímera serie en clave de space opera creada por Joss Whedon. Por efecto dominó se me antojaba inevitable elucubrar con qué podría haber hecho el autor de Buffy Cazavampiros o Los Vengadores con una serie como esta si no se hubiera enemistado con Marvel Studios por un lado y demostrado ser deleznable como persona por otro. Su timing para el humor, efectividad para ejecutar secuencias de acción y dirección de actores seguro que hubiera sacado mucho más partido a un proyecto como Loki. Después de lugares comunes, la habitual sobrexposición ya indivisible a la miniserie y la tibieza con la que está acometido el desarrollo sólo nos queda disfrutar del holgado diseño de producción y un potente falso plano secuencia final que esperemos apunte a una necesaria mejoría.




Por tercera vez volvemos a la casilla de salida, con ganas de que el potencial de un proyecto a priori tan prometedor esta Loki comience a desplegar de una vez por todas sus posibilidades narrativas, audiovisuales e interpretativas, esas que por ahora brillan por su ausencia . El problema es que se hace tarde, llegamos a la mitad del viaje y por ahora ni el trayecto ni las vistas están a la altura de lo esperado. The Falcon And The Winter Soldier nos demostró que no se puede arreglar en tres episodios un proyecto irregular que consta de sólo media docena de entregas. Esperemos que Loki al menos no caiga en las mismos fallos que su predecesora, como facturar un penúltimo episodio anticlimático que debería haberse revelado como el prólogo de un poderoso cierre final que no fue tal. Cada vez quedan menos esperanzas, pero intentaremos pensar en positivo hasta la próxima semana.



La semana pasada comentaba que por ahora Loki no levantaba el vuelo y no veíamos el momento para que encarrilara con su cuarto episodio lo que en cualquier circunstancia era una serie que en todo momento se dejaba ver con agrado, pero no destacaba en casi ningún aspecto. Destilando de esta manera una impersonalidad y desidia que en no pocas ocasiones se transmitían al decepcionado espectador, ávido este de que el Dios del Engaño y sus acompañantes comenzaran a embarcarse en aventuras que merecieran realmente la pena y nuestra atención. En la cuarta entrega, El Evento en el Nexo, esto por fin ha ocurrido con la miniserie, revelando gran parte de ese potencial que hasta ahora se encontraba aletargado para desgracia nuestra. La pregunta es ¿ha llegado tarde este necesario giro dentro del proyecto ideado por Michael Waldron y Kate Herron?


Después de idas y venidas, sobreexposición argumental o personajes con potencial no viendo sus perfiles lo suficientemente explotados como para captar nuestra atención, pasado el ecuador de Loki comienzan a acontecer situaciones interesantes, el dramatismo se refina para dar consistencia a las relaciones interpersonales de los protagonistas, grande Owen Wilson, y las sorpresas se suceden en cascada. Desde el primer momento los guionistas nos fueron dando pistas de que algo no andaba bien en la AVT y el encuentro con los Guardianes del Tiempo así lo confirma. Traiciones, acción, fantasía, ciencia ficción y los personajes de Loki y Sylvie por fin derrochando química y carisma como colaboradores. Todo lo que esperábamos desde el primer episodio llega cuando casi habíamos perdido la esperanza, pero a tiempo para que, si se mantiene el nivel en los dos capítulos restantes, no tengamos un recuerdo negativo del proyecto.



A todo lo mencionado y algún que otro pasaje emotivo relacionado con personajes secundarios debemos tener muy en cuenta esa escena post créditos que es síntoma inequívoco de que Marvel Studios como productora y el Universo Cinematográfico Marvel como microcosmos ficcional están abriendo gradualmente las puertas de ese Multiverso que, casi con seguridad, eclosionará en todo su esplendor durante la segunda entrega en solitario, aunque conociendo quien le acompañará hacer esta afirmación es casi un eufemismo, del Doctor Strange de Benedict Cumberbatch dirigida por el gran Sam Raimi. Cuatro nuevos Lokis abren una cantidad enorme de posibilidades para que la serie de Disney+ nos regale dos episodios finales que nos reconcilien al 100% con lo que apuntaba a ser una de las mejores series del UCM y que, por ahora, no pasa de proyecto correcto con algún despunte aislado de talento. Espero que en las dos próximas semanas me tenga que tragar mis palabras, una vez más.



Sentimientos encontrados con este episodio felizmente titulado Journey Into Miystery, la mítica cabecera que comenzó a publicar Atlas Cómics en los 50 y que en lo 60 pasó a formar parte de la Casa de las Ideas con algunas historias protagonizadas por Thor y el mismo Loki. Posiblemente nos encontremos con la mejor entrega de lo que llevamos de miniserie, manteniendo un acertado equilibrio entre espectacularidad y épica con pasajes más íntimos y emocionales. Desde el mismo arranque del capítulo con ese falso plano aéreo cargado de referencias visuales a capítulos previos, películas del UCM o los mismos cómics (¡Ese Thanoscoptero!) aventuran un episodio con muchas posibilidades de ganarse el favor, sobre todo, del aficionado a las viñetas. Evidentemente así acontece sobre todo por el desfile de distintos Lokis que hacen acto de presencia durante los 50 minutos de metraje y no sólo me refiero a los cuatro que pudimos ver en la muy comentada escena post créditos del cuarto episodio.



Guiños, versiones de Loki muy bien perfiladas como la del gran Richard E. Grant o desopilantes como la del Loki Alligator, la química entre Loki y Sylvie por fin tomando forma en pantalla, Owen Wilson como robaescenas cada vez que la cámara repara en su presencia (ojo a ese guiño a Toy Story con el coche) juegan a favor de un episodio con muy buenos momentos que encarrilan la serie hacia un clímax relativamente esperanzador. Pero en su contra tiene la profunda descaracterización en la que se está sumergiendo al protagonista. En honor a la verdad viendo la deriva que comenzó a tomar forma en Thor: Ragnarok que Loki haya evolucionado/involucionado en lo que es actualmente en esta serie no debería sorprendernos, pero su descontextualización psicológica y el excesivo blanqueamiento de su rol lo está convirtiendo un mindundi sin un ápice de malicia o astucia del que todo el mundo abusa sólo manteniéndose erguido por el carisma desbordante de un gran actor como Tom Hiddleston.



Tan poco me está convenciendo esta versión edulcorada de Loki que cuando apareció el divertidísimo y efímero President Loki, mucho más afín al visto en las primeras apariciones del villano en las películas de Marvel Studios, mi deseo era que matara al original y lo suplantara, con eso lo digo todo. Si el devenir de acontecimientos sigue así y la semana que viene la miniserie cierra con Loki como un buenazo del que todo el mundo se ríe y con una poco creíble minimización de sus poderes, algo de lo que lleva haciendo gala en toda la miniserie, mi decepción será notable. En cambio si en el último momento descubrimos que todo había sido un plan urdido por él mismo desde las sombras haciendo honor por fin a es título de Rey del Engaño que siempre le ha acompañado me quitaré el sombrero ante el ingenio y la maniobra de distracción diseñada por Michael Waldron y Kate Herron. Por ahora sólo queda cruzar los dedos, porque en poco menos de siete días saldremos de dudas con respecto a ello.



Sexto y último episodio de Loki, titulado For All Time, Always, que confirma todos mis temores con respecto a las teorías elucubradas a lo largo de las cinco semanas anteriores. Por el lado bueno Marvel Studios satisface en cierta manera a los amantes de las conspiraciones y confirma que detrás de todo está Kang, el Conquistador, aunque no se explicite que el personaje al que interpreta Jonathan Majors (Lovecraft Country) sea el que crearon Stan Lee y Jack Kirby en las páginas de Fantastic Four #19 allá por octubre de 1963. Por el lado malo, y aunque sólo ha sido la presentación del villano, el tratamiento del mismo no me convence demasiado a pesar del carisma, sobradamente demostrado en trabajos previos, del intérprete que le da vida y sobre todo la consolidación de que el Loki protagonista no estaba maquiavélicamente detrás de la AVT y todo el entramado al que está dio lugar a lo largo de la miniserie, oficializando esta versión descaracterizada e innecesariamente benévola del Dios del Engaño como la principal.



Para colmo nos encontramos con un capitulo brutalmente anticlimático con casi ningún pasaje para el recuerdo y sí muchos para el olvido. El culmen del despropósito es toda la larguísima y tediosa secuencia en la que Kang explica el Multiverso a los personajes de Loki y Sylvie. Llevábamos todas las semanas previas afirmando que la sobreexposición argumental es una de las mayores carencias de la serie, pues este pasaje en concreto exagera hasta la hipérbole este lastre con veinte minutos, casi medio episodio, de los personajes sentados en un despacho manteniendo una conversación cuyo único interés es lo planteado por el personaje de Jonathan Majors. El resto es un despropósito narrativo con una puesta en escena anodina, desganada y ausente de cualquier atisbo de inventiva (se repiten los mismos planos y movimientos de cámara hasta la nausea) que hunden casi por completo un episodio final que debería haber sido una space opera descontrolada y loquísima como al menos intentó ser la entrega inmediatamente anterior.



Mi sensación no es tanto de indignación como de decepción. Comprendo lo que han querido hacer desde Marvel Studios, ya que poco a poco están abriendo las puertas del Multiverso para adentrarse totalmente en él con películas como Spider-Man: No Way Home (Jon Watts, 2021) o Doctor Strange in the Multiverse of Madness (Sam Raimi, 2022) y Kang cobrará un papel importante en el mismo, posiblemente sustituyendo a Thanos como villano principal o sirviendo de adelanto a otro de más envergadura (¿Galactus?, ¿Mephisto?). El problema es que en el proceso hemos perdido al Loki que se había ganado buena fama dentro del Universo Cinematográfico Marvel y para colmo lo hemos hecho con una serie que prometía mucho en el papel y finalmente se ha revelado como una despersonalizada oportunidad perdida que sólo en contadas ocasiones ha salido del terreno de lo rudimentario y procedimental, más grave viniendo de un planteamiento inicial con tanto potencial como el de los viajes en el tiempo y las variantes. Esperemos que esa confirmada segunda temporada mejore la presente, no lo va a tener muy complicado.