"Precisamos nuevos héroes. Que sean adecuados para estos tiempos. Los símbolos no son nada sin las mujeres y los hombres que les dan sentido"
Sin mucho tiempo para haber digerido el impacto producido por la sobresaliente WandaVision y todavía con la resaca de la epatante y mastodóntica La Liga de la Justicia de Zack Snyder Disney + y Marvel Studios vuelven con el primer episodio de The Falcon and the Winter Soldier, la serie protagonizada por los alter egos superheróicos de Sam Wilson y James Buchanan “Bucky” Barnes a los que dan vida los actores Anthony Mackie y Sebastian Stan respectivamente. De la escritura y desarrollo de la miniserie se encarga Malcom Spellman (Empire, Hip Hop Uncovered), con el respaldo de Derek Kolstad (John Wick), y de dirigir todos los episodios se responsabiliza la canadiense Kari Skogland (Marvel’s The Punisher, The Walking Dead). El resultado de este episodio piloto es más o menos el esperado sin distanciarse demasiado, por ahora, de lo expuesto en los trailers con poco más de 45 minutos que toman el rol de primera toma de contacto con los espectadores.
Aunque era algo fácil de vaticinar y todo el material promocional apuntaba claramente a ello The Falcon and the Winter Soldier sigue la estela conceptual, visual y narrativa de las dos películas del Capitán América rodadas por los hermanos Anthony y Joe Russo. Esa primera y potente secuencia de acción centrada en el personaje de Anthony Mackie ya nos retrotrae de manera explícita al tono de cine de espionaje high tech de la impresionante Capitán América: El Soldado de Invierno (2014) y la remarcable Capitán América: Civil War, (2016) algo que se confirma con el pasaje dedicado al pasado de Bucky Burns en forma de ensoñación por parte del personaje de Sebastian Stan. Pero, como es lógico, no sólo de este tipo de situaciones vive la serie de Disney + y Marvel Studios, ya que ambos protagonistas comienzan a interactuar con los personajes secundarios que componen su entorno más cercano y de ello surgen situaciones cayendo un poco más en los tópicos dramáticos propios de estas ficciones, siendo los de Falcon bastante más obvios que los de Winter Soldier, posiblemente también porque Stan es un actor bastante más resuelto y versátil que Mackie sabiendo exprimir el material que los guionistas ponen en sus manos.
Un servidor estaba seguro de que después de la originalidad y atípica naturaleza de WandaVision, The Falcon and the Winter Soldier iba a resultar un producto más convencional que, en cierta manera, nos supiera a poco, al menos en sus primeros compases. Pocas quejas por mi parte, ya que el guión de Malcolm Spellman es tan procedimental como efectivo, la realización de Kari Skogland evidencia sus años de directora curtida en series de primer nivel sin mucho que envidiar técnicamente a lo que hicieron los hermanos Russo en las ya citadas El Soldado de Invierno y Civil War, aunque seguramente, y al igual que aquellos, recurriendo mucho a la segunda unidad para rodar las secuencias más dinámicas; mientras los actores cumplen sobradamente con roles que ya conocen perfectamente por llevar interpretándolos durante años. Sólo me deja un poco frío lo estereotipado de algunas subtramas, principalmente la de la hermana de Sam Wilson, que espero no desemboquen en el manido discurso lacrimógeno puramente estadounidense. Ojalá que la llegada del U.S. Agent, Sharon Cater o Zemo y esa amenaza terrorista enmascarada den empaque al proyecto y me hagan tragarme mis palabras en este sentido.
The Star-Spangled Man se titula el segundo episodio de The Falcon And The Winter Soldier y en gran parte se dedica a presentar y desarrollar la personalidad de John Walker aka U.S.Agent, que aquí ocupa el rol del nuevo Capitán América como se nos mostró en el cierre de la primera entrega de la serie. Los conocedores del personaje en los cómics sabemos de qué pie cojea y lo que probablemente acabará haciendo conforme vayan pasando los capítulos, por eso es interesante que en el arranque de este se incida en su psicología, para lo que pueda llegar a convertirse en un potencial villano y enemigo de los protagonistas no caiga en estereotipos manidos, dándole un tratamiento con cierta profundidad. Aunque el casco le queda bastante mal una vez vemos en acción a Wyatt Russell este se apodera del personaje y, aunque a años luz de distancia, es inevitable ver en sus facciones y gestos los ecos del gran Kurt Russell, junto a Goldie Hawn progenitor del actor de la potente Overlord (Julius Avery, 2018) .
Más allá de eso The Falcon and The Winter Soldier sigue la senda abierta por New World Order mamando argumental y técnicamente de las dos producciones de los hermanos Anthony y Joe Russo con el Capitán América de Chris Evans. En ese sentido se mantiene un adecuado equilibrio entre la acción propia del cine de espionaje ejecutado con tanta eficacia como impersonalidad y un drama con muy buenas intenciones, pero no siempre acertado debido a su tendencia al trazo grueso, los lugares comunes y la casi total ausencia de sutilidad. Por un lado el tratamiento de las situaciones de racismo vividas por Sam Wilson son reconocibles y muy cercanas a la realidad, pero están abordadas de manera demasiado obvia y simplista desde el guión. Por otro es el mismo trabajo de los escritores el que fuerza en ocasiones pasajes que bordean la incredulidad ya que Wilson y Barnes deberían darse cuenta de que preservar el legado de amistad y compromiso hacia Steve Rogers puede desembocar en una situación perjudicial para ese país por el que supuestamente darían sus vidas, algo que casi con toda seguridad será el catalizador de lo que pueda llegar a hacer John Walker en próximos episodios.
Por suerte no son pocos los aciertos de The Falcon And The Winter Soldier que la hacen merecedora de nuestra atención, aunque por ahora no sea un producto excelso dentro de su género. Ya hemos podido ver a los protagonistas compartir plano y desarrollar dinámicas en las que el equilibrio entre el drama y la comedia está muy bien medido. Malcolm Spellman y su equipo de guionistas también aciertan a la hora de de no acometer las acciones e intenciones de los “Flag Smashers” desde el maniqueísmo propio de este tipo de producciones estadounidenses, no exponiéndolos en pantalla como un grupo de terroristas descerebrados a los que derrotar y sí como un equipo con una causa que ellos consideran justa y de la que sabremos más dentro de poco. The Star-Spangled Man cierra con Barnes y Wilson preparados para ir a hablar con el Zemo de Daniel Brühl, que si bien fue un villano a la altura en Capitán América: Civil War poco tenía, para un servidor, de su contrapartida en viñetas. Esperemos que su intervención en la serie de Disney + y Marvel Studios me haga cambiar de opinión.
Con Power Broker llegamos al ecuador de esta corta temporada y con él y la aparición del Barón Zemo de Daniel Brühl, del que no sabíamos nada desde la excelente Capitán América: Civil War, se marca un cierto punto de inflexión tonal en el proyecto. Seguimos dentro de los preceptos clásicos del thriller político para todos los públicos, por ello no podemos esperara tampoco una visión arriesgada o verdaderamente militante en un producto propiedad de Disney, pero parece como si el villano creado en las páginas de Captain America #168 (diciembre 1973) por el guionista Tony Isabella y el dibujante Sal Buscema diera un vuelco a la miniserie diseñada por Malcolm Spellman y Kari Skogland. Con este tercer episodio viajamos a Madripoor y The Falcon And The Winter Soldier deriva más que nunca a la buddy movie de tono más ligero y sumando apuntes cómicos con los personajes introduciéndose en un submundo criminal en el que ponen en peligro sus vidas. Que Derek Kolstad, guionista de la saga John Wick, esté detrás del guión del episodio no debería pillarnos por sorpresa.
Como ya apunté al hablar del segundo episodio esperaba que la aparición de Helmut Zemo reparara el fallo cometido con la versión de Daniel Brühl, que aun siendo un villano interesante y coherente con su propia idiosincrasia poco tenía que ver con su contrapartida en las viñetas. Pero en este episodio de The Falcon And The Winter Soldier no sólo no encuentro lo que buscaba, sino que asistimos a cómo el personaje interpretado por el actor de Malditos Bastardos se aleja incluso de lo visto en la ya citada Capitán América: Civil War ofreciendo un rol mucho más liviano, alejado del trasfondo trágico que lo caracterizaba, convirtiéndose casi en una descarga cómica o una especie de forzado sidekick que sólo recuerda al letal villano de las viñetas durante los pocos segundos en los que porta su famosa máscara y entra en acción. Esperemos que en el resto de episodios en los que haga acto de presencia suponga una amenaza para los protagonistas, porque por ahora sabemos que algo trama, pero parece más un “colega por conveniencia” que otra cosa.
Con respecto al guión y el desarrollo de acontecimientos en este capítulo se notan bastantes carencias o ciertas derivas que apuntan malas maneras en cuanto al argumento. Si el plan de Wilson y Barnes de sacar a Zemo de la cárcel porque tiene una pista ya era bastante cuestionable que dejen al barón hacer lo que le plazca, incluyendo cometer delitos y matar personas, sin que haya una sola represalia y fiándose al 100% de sus acciones no tiene pies ni cabeza. Por otro lado lo que puntualmente aporta Sharon Carter a la trama, porque parece que va a tener menos relevancia en la serie de la que aparentaba en un principio, podría haberse resuelto sin su incursión en el proyecto y la pobre excusa de su exilio durante siete años no se sostiene por ninguna parte sabiendo que Steve Rogers, aún en la clandestinidad, no paró de cumplir con su deber. A eso sumemos el primer trazo grueso para que se pierda la, hasta ahora, ambigüedad de los Flags Smashers o por lo menos la de Karli Morgenthau, la insulsa resolución de la llamada de teléfono de la hermana de Sam o la nada creíble escena del chupito con los intestinos de serpiente. Pobre trabajo de escritura por parte de Derek Kolstad en el que es el libreto más pobre de la serie.
Desgraciadamente este giro hacia una vertiente del thriller más dinámica y ligera que pudiera haber hecho ganar enteros al show no se salda con éxito por culpa de un guión inestable, incongruente y con notables carencias referidas a la lógica narrativa más básica. The Falcon And The Winter Soldier sigue siendo un entretenimiento meritorio y por el que merece la pena desperdiciar entre 45 y 50 minutos semanales, pero no está a la altura de lo esperado y por ahora más que una continuación estilística y argumental de sus principales referentes, Capitán América: El Soldado de Invierno y Capitán América: Civil War, pareciera un apéndice o epílogo de los mismos que trata de imitarlos con resultado bastante desigual. Esperemos que esos John Walker y Lemar Hoskins, bastante arrinconados en esta entrega, comiencen a tornar en roles más activos, porque la temporada entre en su segunda mitad y lo que hemos visto hasta el momento no se aleja demasiado de un proyecto cumplidor para pasar el rato que esperemos mejore y no marque el tono a seguir para las próximas series de Disney + y Marvel Studios.
Con respecto al decepcionante episodio anterior este The Whole World is Watching supone una notable subida de calidad revelándose como uno de los mejores, posiblemente el mejor, de lo que llevamos de The Falcon And The Winter Soldier. Sólo el arranque con el flashback en Wakanda en el que Sebastian Stan por fin puede mostrar lo buen actor que es ya supera a todo lo que hemos podido ver hasta el momento de la serie ideada por Disney + y Marvel Studios. Esa secuencia no sólo brilla por su carga framática, derivada por todo lo que sabemos con respecto al personaje desarrollado en Capitán América: El Soldado de Invierno y Capitán América: Civil War, sino por cómo perfila con elegancia y sutilidad la relación previa entre Bucky y Ayo para dar contexto a lo que sucederá después cuando las Dora Milaje entren en acción para dar caza a Helmut Zemo.
Se deja de lado el tono de buddy movie insuflado artificialmente al episodio 3, llegando a adentrarse en terrenos de una comedia totalmente fuera de lugar, y volvemos al espionaje internacional y conspiranoico propio de las ya apeladas incursiones cinematográficas de los hermanos Anthony y Joe Russo protagonizadas por el alter ego superheróico de Steve Rogers. Otro acierto es la vuelta a los claroscuros ideológicos y morales con respecto a los Flags Smashers en general y a Karli Morgenthau después del trazo grueso con el que se trató su subtrama en la entrega previa. Aquí volvemos a encontrar a un grupo de revolucionarios que luchan por una causa noble, pero cuyos métodos expeditivos ponen en entredicho su lucha, como bien hace saber a la líder del grupo un Sam Wilson compartiendo la importancia de la misión en la que se han embarcado, pero no los medios que usan para llevarla a cabo.
Pero en cuanto a definir la psicología de los personajes en esta ocasión debemos destacar al John Walker de un cada vez más creible Wyatt Russell. Después de haber sido arrinconado a un par de escenas poco trascendentes en Power Broker el nuevo Capitán América se apodera del metraje del cuarto episodio gracias a un adecuado desarrollo de su personalidad desembocando en la magnífica recta final con el nacimiento del detestable rol de los cómics al que todos amamos odiar. El hijo de Goldie Hawn y Kurt Russell está siendo el blanco del odio de aquellos que no saben diferenciar la ficción de la realidad, pero por suerte vivir alejado de las redes sociales, su buen humor y ser sabedor de que está haciendo un trabajo notable con esta versión del USAgent son suficientes para que el actor de la recuperable Cold in July (Jim Mickle, 2014) pueda sentirse orgulloso de su labor delante de las cámaras, como nos deja ver ese remarcable clímax final repleto de simbología.
Aunque la remontada de este episodio, el más oscuro de la temporada, insufla nueva vida al proyecto también deja en evidencia la irregular labor de construcción narrativa adherida al proyecto a manos de Malcolm Spellman y Derek Kolstad que, a pesar de todo, sigue arrastrando aquí carencias como situaciones inverosímiles, actos estúpidos por parte de algunos personajes y tópicos manoseados hasta la extenuación propios de la ficción audiovisual protagonizadas por superhéroes. Pero no perdamos la esperanza, ya que tenemos a unos protagonistas que lucen bien en pantalla, un villano en ciernes que puede llegar a ofrecernos buenos momentos más allá de esta serie y un Barón Zemo que, por fin, empieza a comportarse como tal. Sólo dos episodios quedan para que termine The Falcon And The Winter Soldier y aunque siempre se muestra como un producto agradable de ver y con no pocos aciertos finalmente parece no salir del encorsetamiento de su punto de partida, quedándose a años luz de una WandaVision a la que no le llega ni a la suela de los zapatos.
Lamentablemente después de The Whole World Is Watching con Truth se vuelven a confirmar las mayores carencias de un producto como The Falcon And The Winter Solider. El quinto episodio arranca justo donde acabó el anterior, manteniendo la tensión acumulada por los actos homicidas de John Walker y con una espectacular pelea en la que este se enfrenta a los dos protagonistas de la serie. Esa secuencia, magníficamente rodada por una Kari Skogland siempre a la altura que no hubiera desentonado en las películas de los hermanos Anthony y Joe Russo con el Capitán América, pareciera ser el arranque de dos últimos episodios con los que el show experimentara una escalada de fuerza narrativa que supusiera la antesala de un clímax los suficientemente potente para que los espectadores que no estaban del todo convencidos con lo visto hasta ahora, entre los que me incluyo, recuperaran el interés perdido para encarrilar un cierre que nos hiciera olvidar los numerosos fallos del proyecto impulsado por Malcolm Spellman y la ya citada directora de origen canadiense.
Por desgracia todo es un espejismo. Después del prometedor arranque y secuencias interesantes como la de la presentación de Madame Hydra (grande Julia Louis-Dreyfus) o la conversación con Isaiah Bradley el episodio vira hacia un tono ligero e insustancial que muestra, una vez más, las muchas carencias estructurales, conceptuales y narrativas de The Falcon And The Winter Soldier. El coutis interruptus que supone empezar por todo lo alto un capítulo que pareciera volver a los terrenos de las mejores películas protagonizadas por el alter ego de Steve Rogers para acabar desembocando en un melodrama paupérrimo con reminiscencias de ¡Qué Bello es Vivir! ((It’s a Wonderful Life, Frank Capra, 1946) en el que Bucky y Sam conversan de todo lo que está sucediendo con los Flags Smashers y Karli Morgenthau mientras arreglan el barco como si comentaran el partido de fútbol del fin de semana no tiene pies ni cabeza. ¿Por qué son tan abruptas y poco creíbles las transiciones espaciales y temporales en esta serie? ¿Por qué Sarah no pidió ayuda a los vecinos años antes de que lo hiciera su hermano si tenían una deuda con su familia? ¿Por qué los guionistas caen en los tópicos de la forzada relación romántica con hermano celoso? ¿Por qué esta trama innecesaria de colegueo cuando a estas alturas la miniserie debería estar funcionando a todo trapo para darnos un final espectacular?
Y podríamos seguir con las preguntas a decisiones sin sentido. ¿Por qué Sam Wilson es tan estúpido como para no darse cuenta de que el racismo rodea a la gente como él, también en la actualidad, si lleva viéndolo desde el primer episodio? ¿Por qué los guionistas son tan manipuladores y vagos como para utilizar el recurso de que los padres de Lemar Hoskins repitan una y otra vez que se sienten felices debido a que John mató al asesino de su hijo sólo para subrayar de mala manera el sentimiento de culpa de este? ¿Por qué volvemos al trazo grueso a la hora de retratar a una Karli Morgenthau que ahora, de repente, se considera una criminal que manipula armamento a la luz del día y disfruta sometiendo la mente de personas inocentes como una villana de opereta? ¿¿Por qué si le estaban dando tanta importancia a Zemo hacen que se vaya casi sin ninguna repercusión y por la puerta de atrás?? ¿¿Dónde está Sharon Carter???. Si en cuanto al apartado técnico no tengo queja y en lo referido al artístico hay luces y sombras a nivel de escritura esta serie es un caos casi insalvable.
Lo que podía haber sido el arranque de una recta final capaz de reconciliar The Falcon And The Winter Soldier con les espectadores dudosos o desencantados queda en un episodio que aprueba raspado sólo por la primera mitad de sus 61 minutos de metraje. La segunda es la enésima confirmación de que Malcolm Spellman, Derek Kolstad y el resto de guionistas no saben mantener el equilibrio entre los distintos tonos que quieten insuflar a un proyecto que al mostrar un mínimo síntoma de solidez compactando su desarrollo seguidamente sale por la tangente con una cantidad de inverosimilutudes y tópicos manidos hasta la extenuación capaces de crispar a la audiencia más calmada. Después del que la semana pasada había sido el mejor episodio de la miniserie nos encontramos el peor y de esta manera es imposible que Disney + y Marvel Studios puedan ofrecer a sus fans y suscriptores una ficción cohesionada, ya que va dando palos de ciego hacia un final que, visto lo visto, será una lotería en la que casi con toda seguridad nos va a tocar un boleto no premiado.
El último episodio de The Falcon And The Winter Soldier, titulado One World One People supone tanto un digno cierre para la serie como la confirmación de todas las carencias que hemos ido viendo a lo largo de sus seis entregas semanales. Después de que The Whole World is Watching se revelara como el mejor capítulo y seguidamente Truth como el peor, asistimos a a este clímax final que se salva de manera unitaria, pero no rescata la globalidad del proyecto de una más que contrastada irregularidad. Aunque no de manera tan acentuada, una vez más la estructura narrativa, el perfil de los personajes y el simplismo del mensaje que quieren transmitir Malcolm Spellman, Derek Kolstad y compañía muestran notorias flaquezas viéndose subsanadas en cierta manera porque la serie, por fin, apoya explícitamente su discurso sociopolítico en boca de Sam Wilson y aunque este peca de cierto paternalismo es muy de agradecer que un producto diseñado en el seno de una multinacional como Disney se muestre mínimamente contestatario a la hora de incluso reflexionar sobre la causa y los actos de los Flash Smashers en general y Karli Mornganthau en particular.
Pero seamos exactos. Si un episodio como One World One People funciona es porque el único apartado intachable de la serie, el técnico, aquí luce mejor que nunca. La directora Kari Skogland culmina una labor encomiable detrás de las cámaras sin mucho que envidiar a los hermanos Anthony y Joe Russo de los films del Capitán América. Como con aquellos, y todos los productos audiovisuales de Marvel Studios, seguramente la segunda unidad tenga mucho que decir para que los tiroteos, persecuciones, combates cuerpo a cuerpo, explosiones y secuencias aéreas se muestran efectivas en pantalla, pero aun así la canadiense ha demostrado ser una profesional conocedora de su trabajo y de cómo ejecutarlo con la presteza exigida. En lo referido a esto las alabanzas hacia los nunca suficientemente valorados especialistas de escenas de riesgo están más que justificadas ya que, en gran parte, son ellos los artífices de que los pasajes más dinámicos de la producción sean rotundos desde una perspectiva visual con más mérito teniendo que medir muy bien las dosis de violencia explícita en una serie dirigida a todos los públicos.
Para ser sinceros muchas cosas han jugado en contra de The Falcon And The Winter Solider, algo que ha quedado patente visto el resultado final. La primera de ellas es haber llegado después de la pequeña revolución que supuso dentro del UCM WandaVision, una serie arriesgada alejada del tono procedimental del proyecto que nos ocupa, en origen el que iba a ser la primera producción serializada de Disney + en colaboración con Marvel Studios, algo que hubiera jugado a su favor porque las comparaciones han sido inevitables. La segunda es la casi confirmación de que muchas de las carencias argumentales vienen porque se desechó una trama con un virus mortal después de confirmarse la actual pandemia que recorre casi la totalidad del planeta. Y la tercera que la bisoñez de Malcolm Spellman en este tipo de ficción se deja notar, cuando Disney + debería haber contratado, de nuevo, los servicios de Stephen McFeely y Christopher Markus, los guionistas de Soldado de Invierno o Civil War y a su vez los autores que habían perfilado inicialmente las personalidades de los Sam Wilson y James Buchanan “Bucky” Barnes cinematográficos.
El resultado lo hemos ido viendo semana a semana con una ficción casi siempre digna y entretenida, pero convertida en una montaña rusa con preocupantes subidas de y bajadas de calidad por culpa de libretos endebles, inconsistentes y repleto de lugares comunes que en pocas ocasiones sus artífices han sabido eludir o utilizar a su favor. El cuestionable tratamiento de villanos y antihéroes, la poco aprovechada química entre los dos protagonistas y notorios problemas de base a la hora de construir las distintas subtramas hacen de The Falcon And The Winter Soldier un paso en falso con respecto a la ambiciosa Fase 4 del Universo Cinematográfico Marvel que, como ya sabemos, hará interactuar largometrajes con series para la pequeña pantalla. A la espera quedamos de esa Loki que llegará el 11 de junio a la plataforma de pago por visión con Tom Hiddleston recuperando su carismático papel del Dios de las Mentiras con un tono que, según apuntan los trailers, poco tendrá que ver con la presente producción o la protagonizada por Elizabeth Olsen y Paul Bettany. Aquí estaremos una vez más para reseñar semanalmente un proyecto que, al menos en lo referente a un servidor, le haga reconciliarse al 100% con la enorme maquinaria ideada por Kevin Feige y sus colaboradores.
Reseña publicada originalmente en una serie de entradas semanales para Zona Negativa.
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