"¿Qué es la pena, sino amor perseverante"
Después de la despedida por todo lo alto de su Fase 3 con la titánica Vengadores: Endgame, Disney y Marvel Studios eran conscientes de lo afianzado que estaba ya su universo cinematográfico dentro del seno de Hollywood, convirtiendo en descomunales éxitos de taquilla, normalmente también recibidos con benevolencia por la prensa especializada, prácticamente todas sus producciones para la gran pantalla, incluso con personajes que antes de su debut en multisalas casi sólo eran conocidos por los aficionados a los cómics como Doctor Strange, Ant-Man, Black Panther o los Guardianes de la Galaxia. De manera que en la San Diego Cómic Con de 2019 dedicaron un panel, no sólo a todas las próximas producciones cinematográficas relacionadas con las contrapartidas en imagen real de los personajes de la Casa de las Ideas, sino también a las primeras series centradas en los mismos entre las que encontrábamos proyectos como Loki, Falcon & Winter Soldier, Hawkeye, What if…? o Blade y ya un año después otros como los futuros I’m Groot, Moon Knight, She-Hulk, Ms. Marvel o Secret Invasion entre otras.
De esa primera tanda de oficialización de proyectos destacaba notablemente la miniserie WandaVision, protagonizada por los personajes Bruja Escarlata/Wanda Maximof y Visión, que en películas como Vengadores: La Era de Ultrón, Capitán América. Civil War o Vengadores; Infinity War habían desarrollado una relación sentimental, aunque ella era una hechicera con inmensos poderes sobrenaturales y el un androide nacido de una IA diseñada por Tony Stark, que se vio brutalmente truncada cuando Thanos asesinó al rol de Paul Bettany ante la impotente mirada del de Elisabeth Olsen. Desarrollada para la plataforma de streaming por Jac Schaeffer, guionista de Timadoras Compulsivas o autora del argumento de la próxima Black Widow, cuenta en la dirección de los nueve episodios con Matt Shakman (Juego de Tronos, Mad Men, Fargo) y en el casting secundarios como Kathryn Hahn, Teyonah Parris, Emma Caulfield Ford, Debra Jo Rupp o Fred Melamed que acompañan a los ya referenciados Paul Bettany y Elisabeth Olsen.
El pasado viernes Disney + puso a disposición de sus suscriptores los dos primeros episodios de los que consta WandaVision y sólo con ver el primero podemos afirmar que no se parece a absolutamente nada de lo que hasta este momento hayamos degustar con el sello de Marvel Studios abriendo los títulos de crédito. Las promos nos hicieron pensar que podríamos encontrarnos ante una amalgama de la alabada serie Visión escrita por Tom King y dibujada por Gabriel Hernández Walta con pinceladas de Vengadores: Desunidos, el arco ideado por el guionista Brian Michael Bendis y el dibujante David Finch, y aunque algo de ello hay WandaVision, o Bruja Escarlata y Visión en España por problemas de derechos con la productora española del mismo nombre, es otra cosa muy distinta y, como ya hemos apuntado, bastante rupturista. Lógicamente y lo procuro recordar siempre que colaboro en una entrada en la que sólo hemos visionado los primeros compases de un proyecto de más envergadura, con estos dos capítulos no podemos hablar globalmente de la obra, pero sí de su conceptualidad, intencionalidad y hacia dónde creemos que quieren ir Jac Schaeffer y sus colaboradores.
El primer episodio de WandaVision es un homenaje, casi un facsimil audiovisual, a las sitcom estadounidenses de los 50 y 60 como Yo Amo a Lucy o Embrujada, con su humor blanco, chistes solapadamente machistas, situaciones disparatadas, estilo retro o secundarios cómicos y sarcásticos viviendo “divertidos malentendidos”. Pero estamos hablando de Bruja Escarlata y Visión y todos sabemos qué sucedió la última vez que se vieron, de manera que a lo largo de todo el episodio Jac Schaeffer y Matt Shakman van colocando pistas relacionadas con hechos previos acontecidos en el Universo Cinematográfico Marvel y pequeños pasajes en los que hay una ruptura de la irrealidad en los que los personajes comienzan a “comportarse de manera errática”, fugas metaficcionales que no desentonarían en obras de David Lynch como Mulholland Drive o Twin Peaks: The Return. Entre chascarrillos, humor naif y canciones de The Coasters algo oscuro subyace bajo la superficie, como en aquella Lumberton idílica de Terciopelo Azul (David Lynch, 1986) con jardines ocultos infestados de escarabajos.
El segundo mantiene las clásicas risas enlatadas y el blanco y negro, pero la puesta en escena abandona el encorsetamiento propio de las sitcom familiares cuya trama se desarrolla en pocas localizaciones, siendo la central la casa familiar, abundando secuencias en exteriores y demostrando sus máximos responsables que a pesar de mantener un tono y una temática la serie irá evolucionando poco a poco a en algo diferente, aunque todavía se mantengan homenajes a las comedias de los 60, esos títulos de crédito animados en homenaje a Embrujada, o las situaciones rocambolescas propias de estos productos reformuladas por los guionistas, como sustituir un posible caso de embriaguez en público por parte de Visión por un chicle que se queda atascado en su maquinaria y lo hace actuar de manera imprevisible durante el número de magia que comparte con Wanda. Entre guiños al UCM y homenajes a películas como Las Esposas de Stepford (Bryan Forbes, 1975) una vez más el espectador se percata de que algo inquietante anida debajo de esas imágenes idílicas que no son lo que aparentan, como nos confirma ese plano final que vuelve a reincidir en la naturaleza mutante de la que, casi con toda seguridad, va a hacer gala la serie.
Es tan de agradecer como osado que la primera serie estrenada por Disney + relacionada con el Universo Cinematográfico Marvel rompa el conservador y demasiado acomodaticio molde de sus producciones audiovisuales para la gran pantalla, por muy disfrutables que sean la mayoría de ellas. No queremos decir con esto que WandaVision vaya a revolucionar la ficción dentro de las plataformas de pago por visión en particular o el mundo de las series en general, nada más alejado de la realidad. Pero sñi propone algo original y fresco que adheriéndose a un microcosmos con unos códigos tan ferreos como los del género superheróico decida no sólo ir en una inesperada dirección, sino hacerlo homenajeando a las series clásicas televisivas de Estados Unidos y haciendo gala de un excelente reparto en el que brillan con luz propia unas Elisabeth Olsen y Paul Bettany que a simple vista sólo parecen estar rascando en la superficie psicológica de unos personajes que darán mucho más de sí en los siete episodios restantes de esta atractiva propuesta que esperemos se desarrolle y finalice transmitiendo las mismas buenas sensaciones que hemos experimentado con sus dos primeras entregas.
En el tercer episodio, titulado Now in Color, retomamos la trama justo donde acababa el segundo, el estupendo Don’t Touch the Dial, con Wanda repentinamente embarazada y pasando del blanco y negro al color. De esta manera seguimos sumergidos en el mundo del homenaje a las sitcom estadounidenses, pero esta vez abandonamos los 50 y 60 y nos adentramos en los 70. Las referencias a Yo Amo a Lucy o Embrujada dejan paso a Apartamento Para Tres (Three’s Companym 1977-1984) o La Tribu de los Brady (1969-1974) entre otras. No sabemos hacia dónde se encaminará el resto de la temporada, pero por ahora su construcción narrativa consiste en que cada episodio mantiene una evolución cronológica siempre relacionada con la antiguas comedias de situación televisivas, pero con los personajes viviendo la situación en tiempo real, siendo conscientes de que para ellos sólo están pasando unas pocas horas.
El capítulo, una vez más, lleno de referencias tanto al Universo Cinematográfico Marvel, esos anuncios publicitarios con productos marca Hydra, como con los guiños a las ya citadas series cómicas de la televisión setentera enriquecidos con pequeños detalles como que los efectos especiales utilizados para recrear los poderes telequinéticos de Wanda sean en su mayoría prácticos y con trucajes de cámara a la vieja usanza. Pero si hay algo a destacar en esta tercera entrega es la labor interpretativa de Elizabeth Olsen. No es ajeno al espectador avezado que la hermana de Mary Kate y Ashley es una excelente actriz, como ha demostrado en producciones como Wind River, Sorry For Your Loss u Old Boy, pero la pericia y fluidez con la que pasa en menos de quince minutos de la comedia más hilarante, bordeando el slapstick, al drama casi desgarrado y casi el terror después de esa nana y su reacción al comentario de Geraldine sólo confirman el enorme potencial interpretativo que posee y todavía no ha sido debidamente explotado.
El inesperado y prematuro nacimiento de los mellizos o la disrupción cada vez más pronunciada e inquietante de la ficción, atención a cómo cambia sutilmente la puesta en escena y el look visual cuando entran en escena los pasajes en los que la ¿realidad? profana el mundo color pastel de los personajes, comienzan a encarrilar la serie hacia un más que probable punto de inflexión conceptual y narrativo que la haga transitar o bien por caminos más rudimentarios o en el caso contrario adentrarse cada vez más en lo atípico y rupturista, algo que haría ganar muchos enteros más al proyecto como rara avis dentro de las producciones serializadas de Marvel Studios y con mayor mérito todavía siendo la primera de las varias que están por poblar el catálogo de Disney +. Quedamos a la espera de ese cuarto episodio que nos pondrá casi las puertas del ecuador de la obra y en el que nos adentraremos completamente en los añorados y tan de moda años 80 con sus cardados, hombreras y modelitos sport invadiendo las 625 líneas de millones de hogares estadounidenses.
Cuarto episodio, We Interrupt This Program, que rompe radicalmente con la propuesta establecida hasta el momento por el proyecto. La acción comienza justo cuando termina el “Lapso” que mediante el chasquido de Thanos portando el Guantelete del Infinito hizo desaparecer a la mitad del universo, siguiendo los pasos de Monica Rambeau volviendo a la realidad y reicorporándose a SWORD para más tarde volver a desaparecer. En la realidad paralela al universo ficticio en forma de sitcom mutante se confirman muchas de nuestras sospechas y para exponerlo las guionistas Jac Schaeffer y Cameron Squieres utilizan como recurso narrativo a la Darcy Lewis de una Kat Dennings felizmente recuperada para el Universo Cinematográfico Marvel. Un pueblo aislado de New Jersey, llamado Westview, es el punto neurálgico desde el que Wanda Maximoff está ejerciendo lo que parecer ser una poderosa cantidad de energía mediante la que ha creado el mundo alternativo que hasta ese momento habíamos experimentado con los tres primeros episodios.
De esta manera, y mediante el personaje de Lewis o sus colaboradores, vemos lo acontecido en las tres anteriores entregas desde el “otro lado de la pantalla” desvelándose que aquellas disrupciones repartidas por el metraje en las que el idílico “decorado” en el que habitan Wanda y Visión se veía interrumpido abruptamente se debía a los intentos por parte de SWORD y otras divisiones militares de recuperar a Rambeau y conocer cuál es la naturaleza de esa emisión de una comedia de situación que en el mundo real sólo puede verse adecuadamente con antiguos televisores con tubo de imagen. Una vez los agentes descubren la forma televisiva de esta forzada fantasía entra en escena la metaficción cuando descubrimos la personalidad real del “reparto” de actores a los que Wanda ha asignado los personajes secundarios de la que ahora es su vida autocontenida. Una alarde narrativo que da una dimesionalidad nueva a la propuesta de Marvel Studios haciéndola parecer un episodio de The Twilight Zone.
La puesta en escena de Matt Shakeman cada vez más cuidada y minuciosa, los medidos giros a golpe de guión de Schaeffer y su equipo de escritores que conectan cada vez más la miniserie con el UCM, la labor de todo el reparto o un clímax final con apuntes de terror y rematado por Voodoo Child de Jimi Hendrix suponen el el cierre perfecto para el que hasta ahora es el mejor episodio de WandaVision, hazaña más meritoria si cabe teniendo en cuenta el alto nivel de los anteriores. Varios de los implicados en su producción, entre ellos el mismo Paul Bettany, comentaron que este We Interrupt This Program iba a volarnos la cabeza y a fe de un servidor que lo consigue, no sólo con las revelaciones planteadas, también con un agradecido afán por el detalle y la alegoría sintetizado en esas paredes que Wanda “repara” como intentando curar una herida cuyo tamaño es cada vez mayor. A partir de ahora se presuponen algunos capítulos en los que volveremos a la construcción por medio de las sitcom, pero sabiendo ya lo que nos ha sido expuesto las ganas de que el devenir de acontecimientos se acelere no hacen más que aumentar exponencialmente.
Quinta entrega de la primera temporada de Wandavision, titulada On A Very Special Episode…, y nuevo punto y aparte, no ya dentro de la misma serie, sino de todo el Universo Cinematográfico Marvel debido a la inclusión de un personaje cuya presencia significa mucho más de lo que su simple rol de “estrella invitada” pueda dar a entender. Desde una perspectiva conceptual y narrativa esta nueva entrega amalgama las dos visiones que hasta este momento hemos tenido, la de las sitcoms planteada desde el arranque y la de la realidad fuera de Westview que fue expuesta en el cuarto episodio. De esta manera la nueva media hora del programa se permite dejar satisfechos a los amantes de ambas vertientes, pero sin simplificar la propuesta de Jac Schaffer, Matt Shakman y compañía, sino todo lo contrario, llenándola de nuevos matices y acentuando las virtudes de las que hasta ahora había hecho gala.
Llegamos a los años 80 y las referencias visuales y argumentales a productos de la comedia de situación de la época como la inevitable Padres Forzosos (Full House 1987-1995), Enredos de Familia (1982-1989) o Punky Brewster (1984-1988) no se hacen esperar. Pero en esta ocasión el episodio no sólo apela a las ya habituales “rupturas de la irrealidad”, sino que estas son tan pronunciadas como para que Wanda abandone su retiro y se enfrente a los agentes de SWORD, en una secuencia magistral, o para que Visión se de cuenta por primera vez estar siendo manipulado por su pareja llegando a encararse con ella en durante la “emisión del episodio” pervirtiendo los códigos de las sitcom como cuando aparecen los títulos de crédito, pero el personaje de Paul Bettany no quiere dar por zanjada la discusión o esa casi consumada pelea física que es interrumpida por el momento álgido que tiene lugar en el muy comentado clímax final, con esa aparición que descoloca a cualquier tipo de espectador.
Porque sí, como era de esperar la aparición del Quicksilver no de Aaron Taylor-Johnson, sino el de Evan Peters, iba a convertirse en la comidilla en redes sociales y, por qué no decirlo, el potente golpe de efecto que camufla algunas carencias de un capítulo que, después de todo, no baja del sobresaliente. La presencia del actor de X-Men: Días del Futuro Pasado, X-Men: Apocalipsis o X-Men: Fénix Oscura no sólo marca el punto de inicio de la inclusión de los mutantes de 20th Century Fox en la continuidad del UCM diseñada por Marvel Studios desde hace más de diez años, sino que también nos hace elucubrar sobre cuáles de sus antiguos compañeros de reparto aparecerán en lo que queda de serie y por efecto dominó en el futuro próximo del microcosmos ficcional apadrinado por Kevin Feige. La simiente del Multiverso acaba de ser plantada y ahora sólo nos queda esperar y teorizar sobre cómo los Hijos del Átomo se incorporarán al canon actual y cuán importante será la Doctor Strange in the Multiverse of Madness de Sam Raimi, con la presencia de Elizabeth Olsen confirmada, para construirlo.
Con la sexta entrega, All-New Halloween Spooktacular!, Wandavision se salta las sitcom de la década de los 90 y se va directamente a una del año 2000, pero heredera en lo visual y narrativo del decenio anterior. Desde aquí un servidor no puede más que aplaudir la decisión por parte de Jac Schaeffer y Matt Shakman de rendir tributo a una de las mejores series cómicas de los últimos 20 años. Como es lógico estoy hablando de Malcolm in the Middle (2000-2007) la serie de FOX creada por el canadiense Linwood Boomer que duró la friolera de siete temporadas convirtiéndose en una especie de equivalente en imagen real de Los Simpson. La producción protagonizada por Frankie Muniz, Bryan Cranston, Jane Kaczmarek, Justin Berfield, Erik Per Sullivan o Christopher Masterson entre otros destilaba un corrosivo retrato de la familia media estadounidense que en ocasiones era poco apto para ese público infantil al que supuestamente iba dirigido un show que acabó convirtiéndose en icónoco. Desgraciadamente la necesidad de que los acontecimientos de Wandavision avancen diluye y deja en un segundo plano el homenaje a tan insigne producto que todo el mundo debería ver al menos una vez en la vida.
Porque es ineludible que después del cameo sorpresa de la semana pasada el Pietro Maximoff de Evan Peters iba a dar mucho que hablar al incorporarse, al menos momentaneamente, al casting de la serie de Disney + y Marvel Studios y mediante los dialógos con su hermana va aportando datos y pistas que nos pueden orientar con respecto hacia donde se encaminarán los tres episodios restantes. Además de a Malcolm in the Middle el sexto capítulo también hace referencia a los especiales de Halloween tan habituales en las series de televisión estadounidense y la excusa del “truco o trato” sirve para que los guionistas jueguen con los límites físicos de Westview, haciendo transitar a los personajes por la zona de la ciudad en el que el influjo mental de Wanda es menos efectivo. Algo de esto podemos ver cuando Vision se embarca en la misión de salir de la zona de cuarentena para intentar dilucidar que está pasando en la pequeña localidad y acaba encontrándose con una Agnes confundida que experimenta un leve momento de lucidez dejando más desconcertado todavía al personaje de Paul Bettany, ya sí, definitivamente decidido a salir de su encarcelamiento.
El hecho de que el capítulo finalice con Wanda aumentando de tamaño el campo de energía con el que tiene sometida mentalmente a la población de Westview da la impresión de que hará a la trama volver a la casilla de salida, pero el que los personajes localizados al otro lado de la irrealidad ahora vayan a formar parte de la ficción creada por el rol de Elizabeth Olsen puede dar mucho juego de cara a construir nuevas situaciones dentro del “universo sitcom” que, si no me fallan los datos, se adentrará en breve en el formato falso documental propio de series como Modern Family o The Office. En el proceso me quedo con los homenajes/burlas a los trajes originales de los personajes en los cómics, algún golpe de humor que funciona aun quedándose a años luz del mucho más bruto de la serie a la que se hace referencia, y con un Paul Bettany ganándose aquí más minutos de metraje en solitario para su lucimiento, ya que en ese sentido su partenaire en pantalla le estaba ganando por goleada desde un punto de vista interpretativo. Muy buena entrega, con detalles interesantes y algunas revelaciones que nos dejan con ganas de mucho más.
Breaking the Fourth Wall se adentra en la década de los 2000 y utiliza el formato falso documental que tan famoso hicieron series cómicas como las longevas The Office (2005-2013) y Modern Family (2009-2020). Con Wanda hablando directamente a cámara, o lo que vendrían a ser sus entrevistadores, Jac Schaeffer y Matt Shakeman juguetean con los códigos de este tipo de productos usando la huída de Vision del hogar familiar como una de esas clásicas tramas en las que los problemas de pareja copan protagonismo un episodio sí y el otro también. En el proceso, y suponemos que después del uso desproporcionado de sus poderes para aumentar el tamaño de la zona del Hex localizado en Westivew, vemos al personaje de Elizabeth Olsen asistir a la descomposición gradual del microcosmos ficcional al que ha dado forma y que dentro de poco se resquebrajará definitivamente para disgusto del personaje principal.
La inclusión de Darcy Lewis en la zona controlada por Wanda tomando el rol de una escapista de circo, una pena haber desperidiciado la oportunidad de que interpretara a una sosias de su personaje en la sitcom 2 Broke Girls (2011-2017), sirve para interactuar con Vision dando pie así a situaciones disparatadas a modo de descarga cómica capaz de aligerar un poco el tono oscuro que a estas alturas está tomando la miniserie. Por otro lado Mónica Rambeau vuelve a entrar en el Hex, en una secuencia dinámica particularmente bien rodada por Matt Shakeman, y da las primeras muestras de sus poderes que se suman a la determinación propia de su perfil psicológico como secundaria deudora del de su madre en la ficción. El encontronazo compartido entre Rambeau y Wanda se suma a las ya abundantes señales que nos confirmaban a la Bruja Escarlata sólo como un peón controlado por alguien más desde las sombras que, desde el puto de vista de un servidor, no es esa supuesta villana que nos es revelada en el cierre del episodio.
Porque sí, este séptimo episodio confirma una de las teorías más extendidas por la red y es que el personaje de Agnes, pletórica Kathryn Hahn, resulta ser la identidad secreta de Agatha Harkness, la bruja nacida en las páginas de la colección señera de Los 4 Fantásticos, apunte este que nos puede dar alguna pista de quién o quiénes pudieran ser los componentes de ese cameo tan sorprendente que nos tienen preparado para el clímax final de la serie. Con respecto al descubrimiento de la identidad de Harkness a destacar la canción con la que se facilita la información al espectador, todo un delirio a lo The Munsters (1964-1966) con agradecidos apuntes de humor negro, como la mención al asesinato de Sparky, y casi todas las cartas puestas ya sobre la mesa. No todas porque un servidor sigue pensando que hay alguien más detrás de todo el entramado y cada vez estoy más convencido de que se trata de Mephisto. Un episodio divertido y de buen ritmo que, a pesar de todo, me ha resultado el menos redondo de la serie y del que, por otro lado, no hay que perderse la escena post créditos.
Reseña publicada originalmente en una serie de entradas semanales para Zona Negativa.
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