jueves, 14 de enero de 2021

Scanners, devoradores de mentes



Título Original Scanners (1981)
Director David Cronenberg
Guión David Cronenberg
Reparto Stephen Lack, Michael Ironside, Patrick McGoohan, Jennifer O'Neill, Lawrence Dane, Robert A. Silverman, Adam Ludwig




A principios de la década de los 80 el cineasta canadiense David Cronenberg venía de facturar su obra más personal, Cromosoma 3 (The Brood, 1979). Ejecutada como una alegoría del problemático divorcio en el que se vio inmerso con su ex mujer, Margaret Hindson, aquella historia centrada en las peligrosas terapias de "psicoplasmosis" con las que el Doctor Hal Raglan (Oliver Reed) inducía a sus pacientes a somatizar físicamente sus traumas mentales, convirtiéndose estos en deformes niños homicidas, supuso una obra de transición dentro de la filmografía del director de Ontario. Ya que con ella comenzaba a acometer sus proyectos dejando la fisicidad de sus criaturas en un segundo plano para que fueran sus perfiles psicológicos los que centraran la atención de un autor, por aquel entonces, experimentando una notable evolución en su discurso.




Abordando en 1981 su siguiente producción detrás de las cámaras Cronenberg confirmaba esta nueva perspectiva dentro de su impronta autoral, ya que Scanners tomaba como epicentro argumental precisamente los poderes mentales adquiridos por varios de sus personajes. Pero, al igual que sucedía con The Brood, el canadiense todavía daba vital importancia al "terror físico" en el que por aquel entonces era experto y al que volvería posteriormente en no pocas ocasiones hasta la llegada de la década de los 2000. Scanners contó en su reparto con Stephen Lack, Michael Ironside, Jennifer O'Neill, Lawrence Dane, Robert A. Silverman o Adam Ludwig entre otros intérpretes canadienses a los que se sumó Patrick McGoohan, veterano actor británico protagonista en la década de los 60 de El Prisionero, una de las series más icónicas de la historia de la televisión de Reino Unido.




Los scanners son 237 personas con poderes telepáticos que viven en la clandestinidad. La corporación ConSec, dedicada a la construcción de armamento y sistemas de seguridad, es atacada por Darryl Revok (Michael Ironside), considerado como el scanners más letal y peligroso que a su vez es la mente detrás de una organización secreta formada por personas con su mismo don. Dentro de ConSec el Doctor Paul Ruth (Patrick McGoohan) plantea a sus superiores adiestrar a un nuevo scanner llamado Cameron Vale (Stephen Lack) que tras vivir en la indigencia, sin ser conocedor de sus especiales aptitudes, es secuestrado y adiestrado para controlarlas adecuadamente. Los destinos de Vale y Revok están condenados a encontrarse en una batalla final que desvelará el secreto detrás del origen de estas personas con poderes sobrenaturales guardando un particular punto en común las unas con las otras.




Con Scanners David Cronenbeg se adentra de manera natural y orgánica en un cine más comercial. La quinta incursión del canadiense en el largometraje es un thriller conspiranóico en el que tienen cabida escenas de acción impropias hasta ese momento dentro de su filmografía y no demasiado abundantes en el grueso de su obra posterior. Esta afirmación no busca en ningún momento menoscabar la integridad como autor del director de Rabia, pero sí es de recibo mencionar que, posiblemente, estemos ante una de las películas más accesibles de su primera etapa. Un poco alejado ya del "terror venéreo" de sus films iniciales y habiendo tomado como campo de batalla la mente de sus personajes ya en su anterior obra, como previamente hemos apuntado, con Scanners Cronenberg factura un producto que acabó convirtiéndose en una pieza de culto.




Pero si bien es cierto que Scanners es una pieza menos hermética y más digerible para todo tipo de público es innegable que en lo referido a sus señas de identidad como narrador Cronenberg no hace una sola concesión, abordando de manera directa y explícita todos los temas que hasta ese momento habían cimentado su carrera y a los que volvería regularmente en años posteriores dándoles origen nominal en 1983 con Videodrome y la consolidación de la "Nueva Carne". Degradación física y moral de la sociedad occidental, empresas deshumanizadas conspirando desde las sombras, destrucción de la identidad del individuo por parte de corporaciones corruptas y personajes marginales experimentando un arco dramático que los hará evolucionar, o involucionar, una vez pongan fin al trayecto vital en el que se ven inmersos. 




Todo el imaginario cronenbergiano está presente en su máxima expresión en Scanners, sólo cambia el envoltorio y apartado estilístico a la hora de facturarlo. Con esto no damos a entender que el canadiense se entregue al fuego de artificio y el espectáculo vacuo, ya que hasta en las secuencias de tiroteos, persecuciones o explosiones el cineasta mantiene su conocida sobriedad en la puesta en escena, sin necesidad de entregarse  al efectismo gratuito. Fiel a sus principios la visceralidad implícita y explícita hace acto de presencia a lo largo de todo el metraje dejando grabados en la retina del espectador pasajes icónicos como el duelo final entre Vale y Revok o esa ya imperecedera explosión craneal durante la exhibición por parte del personaje de Michael Ironside que se ha convertido, con el paso de los años, en una de las secuencias gore más famosas de la historia del cine de género.




En cuanto al reparto los actores dan vida a estereotipos más o menos reconocibles alejados de una tridimensionalidad real que los haga cercanos de cara al espectador. Pero Cronenberg es lo suficientemente inteligente para que su guión nos permita empatizar con ellos y temer por su integridad física y psicológica. Hasta con el rol de Jennif O'Neill parecía querer alejarse en cierta manera de la fama de misógino que siempre le ha acompañado. Stephen Lack, que no es actor profesional sino artista y escultor, deja patente su bisoñez en pantalla, pero acomete decentemente su labor protagonista, En las antípodas de Lack se encuentra Patrick McGoohan, por aquel entonces todo un viejo conocido de la interpretación que por medio de la contención es capaz de componer la dualidad moral del Doctor Paul Ruth, convirtiéndose en una de las piezas clave que ayudará a revelar el origen de los scanners y la procedencia de sus devastadores poderes mentales.




Pero en lo referido al casting de Scanners es obligatorio dedicar un apartado al Darryl Revok de un brutal Michael Ironside. Por aquel entonces se trataba de un actor canadiense poco conocido, pero su enorme labor dando vida al más letal de los scanners al servicio de David Cronenberg y su participación en la serie de culto V le abrieron las puertas de Hollywood llegando a intervenir en producciones de corte comercial como Desafío Total, Top Gun, Los Inomortales II: El Desafío, Starship Troopers o X-Men: Primera Generación y, por qué no decirlo, también en muchas producciones de serie B bastante desechables. Su labor en Scanners es la más destacable del equipo artístico, con un rol tan visceral y físico que hasta cuando no hace acto de presencia en pantalla pareciera estar estar sobrevolando amenazadoramente al resto de personajes, tomando un rol cercano a la ubicuidad que marcaría a fuego su perfil de secundario de carácter explotado posteriormente a lo largo de su extensa carrera,




Scanners funcionó bien en taquilla, pero no tuvo secuelas hasta diez años después de su estreno. Vinculada a ella sólo por el título Scanners II: El Nuevo Orden (Christian Duguay, 1991) era una tardía continuación con factura de telefilm arrastrando los tics de la estética videoclipera de los 80 y sin aportar nada interesante a la franquicia mientras pisoteaba su recuerdo. Perpetrada por los mismos irresponsables de la anterior entrega Scanners III: El Poder de la Mente (Christian Duguay, 1992) era un subproducto anodino, incoherente y con un humor cercano a la insalubridad. El productor de los tres primeros films se encargó de otra entrega a modo de spin off, Scanners IV: Scanner Cop (Pierre David, 1994), enclavada en el género policíaco que a pesar de su rudimentaria factura era la continuación más digna de la obra original. Scanners V: Scanner Cop II (Steve Barnett, 1995) supuso la quinta entrega de Scanners, secuela del spin off iniciado con Scanner Cop y remake encubierto del film de 1981. Un correcto thriller policial con toques de ciencia ficción que cerraba una franquicia que nunca debió existir.




La quinta película de David Cronenberg no sólo se convirtió, como previamente hemos apuntado, en una pieza reverencial dentro del cine de ciencia ficción y un éxito que dio pie a secuelas, plagios y variaciones de distinto pelaje. También marcó un punto de inflexión en la carrera del cineasta de Ontario, pero uno muy peculiar en el que era capaz de alternar producciones más comerciales como la brillante adaptación que realizó en 1983 de La Zona Muerta, la no menos genial novela de Stephen King, con Videodrome uno de sus mayores suicidios artísticos con el que asentó las bases conceptuales de la Nueva Carne dando como resultado otra producción de culto dentro de los círculos del cine fantástico y de terror. Hoy que se cumplen 40 años del enfrentamiento mortal entre Cameron Vale y Darryl Revok nada mejor que rendir tributo a Scanners y a su máximo responsable, uno de los cineastas predilectos de Transgresión Continua, en esta entrada.
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