Título Original [·REC]⁴ 2014
Director Jaume Balagueró
Guión Manu Díez y Jaume Balagueró
Actores Manuela Velasco, Héctor Colomé, Mariano Venancio, Críspulo Cabezas, Paco Manzanedo, Emilio Buale, Ismael Fritschi, María Alfonsa Rosso, Carlos Zabala, Khaled Kouka, Paco Obregón, Javier Laorden, Cristian Aquino
Cuarta y posiblemente definitiva entrega (al menos con sus principales artífices implicados en la gestación de los distintos largometrajes, como se dijo en su momento) de la saga [·REC] de la que no vamos a dar más apuntes en este apartado, ya que a continuación de la crítica que nos ocupa hablaremos de ella en profundidad. Después de las dos primeras entregas rodadas a cuatro manos por Jaume Balagueró y Paco Plaza, estos realizadores y las cabezas pensantes de la productora española Filmax, con Julio Fernández a los mandos, decidieron realizar otras dos partes que serían rodadas por ambos cineastas, pero esta vez en solitario. Plaza gestaría [·REC]³: Génesis , que llegó a las carteleras en 2012, y Balagueró lo haría con [·REC]⁴ : Apocalipsis, subtítulo este último que ha perdido para su estreno o eso al menos parece por la ausencia del mismo en los carteles oficiales. Como comentamos, hace dos años pudimos ver la autoparódica, brutal y cómica cinta del autor valenciano y este 2014 lo hacemos con la última entrega a manos del director de Los Sin Nombre o Mientras Duermes.
[·REC]⁴ es la entrega más convencional de la saga, la más tradicional cinematográficamente hablando, ya que aquí el producto se aleja del todo del formato de falso documental en el que se sustentaron las dos primeras entregas y el prólogo de la tercera, tras el cual se eliminaba dicha técnica con mucha sorna metareferencial. Jaume Balagueró es totalmente fiel en esencia a la franquici, como lo era también Paco Plaza con su película en solitario, pero a diferencia de su compañero de armas en [·REC]³: Génesis no arriesga prácticamente nada y va a lo seguro. Aunque esto no es óbice para afirmar que [·REC]⁴ sea una mala película, ni siquiera fallida, porque el autor catalán respeta (casi) todos las teorías, especulaciones y resoluciones argumentales de la saga desde que diera sus primeros pasos en 2007.
[·REC]⁴ tiene lugar inmediatamente después de los hechos acaecidos en la segunda parte de la franquicia. Lo último que allí vimos fue a la Niña Medeiros pasando el parásito vírico y demoniaco que contenía en su interior al personaje de Ángela Vidal, convirtiendo a la presentadora del programa Mientras Usted Duerme en la portadora de dicha criatura sobrenatural. Después de que un segundo grupo de los Geos, recordemos que los miembros del primero sufrieron un destino fatídico, la rescatara del infame bloque de edificios barcelonés esta y los miembros del equipo de asalto son aislados en un barco en cuarentena que también contiene en su interior a otros supuestos infectados por el virus. Este es el tablero de juego en el que Jaume Balagueró debe moverse y a fe del que suscribe que lo consigue con una pericia intachable. Aunque perdemos el formato falso documental o found footage y el factor sorpresa del primer film, el director está a la altura en el plano técnico apelando a su estética nerviosa en la realización y a un ritmo frenético en el que los sustos habituales de la saga son sustituidos por pasajes de una tensión acerada y firme manteniendo al espectador siempre atento de lo que acontece en pantalla. Ya sea para intentar dilucidar cuál será el fin de los personajes o para lograr montar el puzzle del que desde hace siete años sus creadores han ido ofreciéndonos piezas, en esta ocasión resuelto casi en su totalidad.
Aunque podríamos afirmar que [·REC]⁴ es la cinta más impersonal del Jaume Balagueró autor, sí es cierto que contiene en su interior referencias, homenajes e incluso parodias a muchos de los directores que influyeron en su propia impronta o marcaron en cierta manera su vida como cinéfilo. Por ello es lógico volver a ver ecos del David cronenberg de Vinieron Dentro de… en el pasaje en el que vislumbramos el movimiento del parásito diabólico en el estómago del personaje de Ángela o más de un apunte directo al Peter Jackson de Braindead como esos monos infectados o la escena del motor de lancha descuartizando poseídos. Porque si bien esta cuarta entrega no posee el humor hilarante de su predecesora, sí incluye algunos apuntes de sorna que, funcionando unas veces y otras no, consigue aligerar un poco la tensión de la historia por medio de ciertos momentos grandguiñolescos propios de la primera etapa del famoso realizador neozelandes.
Pero el tono imperante en la última cinta de Jaume Balagueró es el de un thriller de terror adscrito al subgénero de epdiemias y contagios con ambiente castrense y claustrofóbico, a lo Das Boot de Wolfgang Petersen, algunos apuntes metareferenciales (personajes de esta entrega viendo el vídeo que capturó los hechos acontecidos en el famoso bloque barcelonés, es decir, la primera película de 2007), aunque dejando demasiado de lado ese acertado tono teológico y satánico que habían introducido él y Paco Plaza en la segunda parte y del que se mantenían bastantes apuntes en [·REC]³: Génesis), en el que un puñado de actores acometen un trabajo bastante profesional en líneas generales destacando la siempre convincente Manuela Velasco, el veterano Héctor Colomé, el infravalorado y no muy prolífico Emilio Buale, la revelación de un Ismael Fritschi entrañable o un recuperado Críspulo Cabezas que se ha prodigado poco desde aquella lejana y memorable Barrio de Fernando León de Aranoa de 1998. Ellos son los que consiguen que los diálogos del guión de Balagueró suenen veraces, aunque en ocasiones pequen de estar repletos de tecnicismos algo artificiosos,gracias a un libreto bien ensamblado pero al que se le pueden echar en cara alguna que otra pifia que incluso contradice la revelación final con respecto al parásito diabólico en forma de larva gigantesca.
Sería de necios negar que [·REC]⁴ no ofrece síntomas de agotamiento y desgaste en la saga o que intentar alargar más la vida de esta sería un error incuestionable. Pero también es cierto que Jaume Balagueró ha cerrado muy dignamente una serie de largometrajes que han marcado tendencia y un hito en el cine de terror patrio, siendo él como autor, y en el mismo rol su amigo Paco Plaza, tan consecuente consigo mismo y la criatura a la que ha dado forma como para no traicionarla nunca, aunque también arriesgando en el adictivo proceso, tratando de no ofrecer siempre lo mismo tanto a las fans de la franquicia como a los espectadores neófitos en lides víricas o luciferinas. Regalando así a la platea cuatro entregas que se mueven entre el cine de evasión más efectivo y la morbidez lacerante requerida para poner en escena dicha serie. La misma que nació en 2007 para expirar en este 2014 después de siete años de trayecto, la que ha enganchado a espectadores de todo el mundo y sobre todo la que vamos a analizar en el artículo que adjuntamos a continuación.
La saga [·REC], el legado de Tristana Medeiros
Como hemos comentado con anterioridad en este mismo artículo el pasado día 31 de octubre, en pleno Halloween, se estrenó la cuarta y parece ser que última entrega de la exitosa saga [·REC] producida por Filmax y escrita y dirigida por el tandem formado por el catalán Jaume Balagueró (Los Sin Nombre, Darkness, Frágiles, Mientras Duermes) y su amigo el valenciano Paco Plaza (El Segundo Nombre, Romasanta: La Caza de la Bestia). Esta tercera secuela pone fin a una franquicia que nació con un rotundo éxito de crítica y público en 2007, que tuvo su continuación en 2009 y una precuela en 2012 en clave autoparódica que traicionaba (sólo en apariencia, como comentaremos a un poco después) el discurso estilístico y tonal que las dos primeras entregas rodadas al alimón por ambos realizadores (a diferencia de las tercera y cuarta, en la que se Plaza y Balagueró, respectivamente, se repartieron la butaca da director). [·REC] y sus continuaciones mostraron síntomas claros de que el cine de terror español vive una época de considerable bonanza, ofreciendo productos contemporáneos que beben de preceptos clásicos tanto patrios como foraneos. En el siguiente artículo vamos a hablar de las tres primeras películas, de sus remakes americanos, del cómic inspirado en su microcosmos, de los autores detrás de su gestación y trataremos de enumerar las muchas virtudes y pocas carencias que hacen de esta serie de largometrajes un fenómeno que ha dejado una huella considerablemente profunda en nuestro celuloide y la ficción terrorífica adscrita a esta época de espídico y, en ocasiones, vacuo posmodernismo filmado.
Jaume Balagueró y Paco Plaza, sospechosos habituales
Jaume Balagueró nació el 3 de noviembre de 1968 en Lleida, Cataluña. Desde bien niño se interesó por el el cine de terror y demás vertientes genéricas dentro del séptimo arte. Tras graduarse en Ciencias de la Comunicación y colaborar tanto en programas de radio como fanzines, entre ellos el famoso Zineshock, comenzó a hacerse un nombre como director con sus dos primeros cortometrajes Alicia y Días Sin Luz. Ambas piezas mostraban su predilección por la impronta de autores como David Cronenberg (Crash, La Mosca, Una Historia de Violencia), David Lynch (Cabeza Borradora, Carretera Perdida, Mullholland Drive) o Shinya Tsukamoto (la saga Tetsuo, Vital) y una morbidez insana y grotesca que vasculaba entre el postindustrialismo y el cyberpunk. Tan suicida era el tono de ambos cortos que el mismo director nunca ha podido extrapolarlo totalmente al mundo del largometraje, aunque en todas sus obras quedan resquicios y apuntes del mismo.
En 1999 su camino se cruzaría con el del también catalán Julio Fernández, dueño de la productora española Filmax, especializada en el género fantástico y de terror. Ambos idearon el debut en el largo del realizador con Los Sin Nombre, la adaptación de una novela del británico Ramsey Campbell protagonizada por Emma Villarasau, Karra Elejalde y Tristán Ulloa entre otros, que asentó las bases del discurso autoral de Jaume Balaguerño, Dirección efectista, cámara nerviosa, ambientes asépticos o neogóticos, una concepción pura del mal como abstracción indestructible y virica, predilección por inquietantes utensilios adscritos a la parafernalia médica, una visión negativa de las relaciones familiares o afectivas, oscurantista inconografía religiosa. Al poco tiempo se convirtió en una obra de culto dentro del cine español ganando gran cantidad de premios en distintos festivales. Tras ella llegó por un lado el alimenticio documental OT: La Película que seguía toda la gira de la primera entrega del exitoso reality show musical Operación Triunfo, obra en la que por primera vez coincidió detrás de las cámaras con su colaborador Paco Plaza, y por otro su debut internacional con Darkness, cinta ya adscrita a la Fantastic Factory que el mismo Julio Fernández y el director filipino Brian Yuzna (Society, La Novia de Re-Animator) crearon para realizar producciones españolas de género con aspiraciones globales, que quedó, salvo contadas excepciones, en un cajón de sastre en el que se gestaron todo tipo de entrañables cintas de Serie B. Darkness no sólo suponía una extensión del imaginario expuesto en su primer film, sino también un ejercicio cinematográfico que rendía tributo a obras como El Resplandor, La Semilla del Diablo o Al Final de la Escalera.
En 2005 Frágiles supuso la obra de transición de Balagueró. Aquella cinta protagonizada por la norteamericana Calista Flockhart, acompañada de Elena Anaya o Richard Roxburgh, mostró a un director más contenido, menos dado al efectismo visual y la visceralidad en la realización, dejando reposar más lo planos y respirar los encuadres en una historia de fantasmas encomiable, pero que no hacía pleno cuando el cineasta trataba de abordar por primera vez emociones humanas ajenas a su malsano discurso como autor. En el año 2006 volvió a coincidir con Filmax y su amigo Paco Plaza en la serie de films Películas Para No Dormir, con la que se homenajeaba al mítico programa catódico Historias Para No Dormir ideado por Narciso Ibáñez Serrador y en el que colaboraron primeros nombres del celuloide de la península como Aléx de la Iglesia, Enrique Urbizu, Mateo Gil o el mismo Chicho Ibáñez Serrador. Balagueró rodó la tv movie Para Entrar a Vivir, simpática, desquiciada y envenenada obra protagonizada por Adriá Collado, Macarena Gómez o una brutal Nuria González en la que rendía uno de sus homenajes más claros y directos a ese Roman Polanski que ha influenciado su cine desde su ópera prima de 1999. Al año siguiente rodó la primera entrega de [·REC], en 2009 la secuela y ya en 2012 Mientras Duermes, su último film en solitario de naturaleza más personal protagonizado por Luis Tosar o Marta Etura condensando su impronta autoral en la esencia de la historia que narra, más que en su envoltorio, confirmando al 100% su ya consolidada madurez como cineasta que le depara un, todavía, prometedor futuro cuando cierre totalmente su vínculo con la serie de films sobre la reportera Ángela Vidal y la inhumana Niña Medeiros.
Paco Plaza nace en Valencia en el año 1973. Después de licenciarse en Ciencias de la Información y diplomarse en Dirección Cinematográfica rodó varios cortometrajes como Tropismos o Abuelitos. Su debut en el largo se lo financio la Filmax de Julio Fernández en el año 2002, su título fue El Segundo Nombre se rodó integramente en inglés, con vocación internacional y su origen literario nacía de una novela de Ramsey Campbell, siendo este el primer punto en común con su futuro amigo y colaborador catalán. Ese mismo año rodó OT: La Película, el documental con el que conoció al que en un futuro próximo sería su compañero de fatigas, Jaume Balagueró, otro punto en común con el director de Frágiles y aquí pararemos de numerarlos o nos quedaremos sin espacio en la entrada. Dos años después ya dentro de la Fantastic Factory estrenó Romasanta: La Caza de la Bestia, la visión que Plaza dio del caso de Manuel Blanco Romasanta, el Hombre Lobo de Allariz (que en 1970 abordó también Pedro Olea en El Bosque del Lobo, con un enorme José Luis López Vázquez como intérprete principal) film deudor de la Hammer Films británica protagonizado por Julian Sands y Elsa Pataky en el que destacaba el diseño de producción y el trabajo del mismo realizador.
En 2006 nos ofreció Cuento de Navidad, una de las mejores tv movies de la serie Películas Para No Dormir protagonizada por Ivana Vaquero, Maru Valdivielso y Elsa Pataky con un filtro ochentero que aunaba al Richard Donner de Los Goonies con el Joe Dante de Exploradores destilando un aroma a juego de mesa y bocadillo de mortadela que a un servidor hizo rememorar los años de su infancia. Al año siguiente se embarcó con Jaume Balagueró en la gestación de [·REC] y dos años después [·REC]². Tras ella, junto a su co director y productores decidió alargar la saga con dos cintas más que tanto él como el autor de Para Entrar a Vivir realizarían en solitario. El resultado fue la traviesa y desvergonzada [·REC]³: Génesis que dio una visión nueva a la franquicia de virus, poseídos y protocolos NRBQ. Después de dirigir documentales musicales como Bunbury 3D para el ex cantante de la mítica banda zaragozana Héroes del Silencio o cortometrajes como Ultravioleta con Maribel Verdú y Carlos Villagrán se espera con ganas la adaptación que él mismo escribirá y dirigirá de Maldito Viernes, el cómic homónimo que guionizó en 2008 para la editorial EDT con dibujo de Joseph Diaz y el mito del vampirismo como núcleo central. Si nada se tuerce el largometraje verá la luz en un año 2015 en el que esperemos que este talentoso director encuentre su lugar dentro del cine de género internacional.
[·REC], la quimérica inquilina
El mockumentary y el found footage existen en el mundo del cine desde hace décadas. La vergonzosa Holocausto Caníbal, de Ruggero Deodato: la viscerlamente memorable Ocurrió Cerca de Su Casa, de Rémy Belvaux, André Bonzel y Benoît Poelvoorde; la comedia mayúscula This is Spinal Tap, de Rob Reiner; aquella El Proyecto de la Bruja de Blair de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick que revitalizó el género introduciéndolo en el cine más manistream con la gestación de piezas posteriores como la resultona Cloverfield de Matt Reeves o la magnífica Chronicle de Josh Trank, son muestras de lo que siempre se ha conocido como falso documental o el metraje encontrado. Jaume Balagueró y Paco Plaza, dos de las promesas más sólidas del cine de terror en España, unieron fuerzas con la Filmax que les ofreció sus primeros trabajos en solitario detrás de las cámaras para realizar un largometraje conjunto de la vertiente found footage con el que iban a narrar, lo que en principio parecía, una infección vírica zombie en plena ciudad condal. Ambos directores ya eran amigos desde los tiempos de Fantastic Factory y previamente habían colaborado como dúo rodando otro documental de terror titulado OT: La Película, en 2002. El resultado fue [·REC], una cinta al más puro estilo del programa Callejeros en el que la visita de una reportera y su operador de cámara a una estación de bomberos en Barcelona se convertía en una masacre en la que se veían implicados todos los miembros de un bloque de vecinos contagiados por un virus que los convertía en muertos antropófagos. El origen de dicha enfermedad parecía tener su origen en el último piso abandonado del edificio.
La pelicula aunaba el tono herético de Jaume Balagueró y la visceralidad de Paco Plaza con una puesta en escena tan sencilla como rodar todo el film en formato televisivo (con el mismo director de fotografía, Pablo Rosso, como el actor que porta la cámara) apelando al naturalismo que un producto de esta naturaleza demanda. El ajustado metraje de poco mas de 75 minutos de duración era un chute de adrenalina disparándose justo cuando creíamos que la noche que la reportera Ángela Vidal y su compañero de trabajo iban a pasar en un parque de bomberos barcelonés apuntaba a ser un terrible aburrimiento. Con reminiscencias tanto a La Noche de los Muertos Vivientes, de George A. Romero como a 28 Días Después, de Danny Boyle pasando por una estética deudora de la ya mencionada cinta belga Ocurrió Cerca de Su Casa, [·REC] amalgamaba un apartado técnico impecable, frenético, que arañaba la epidermis del espectador con un reparto, en líneas generales, tan creíble como cercano comandado por una entregadísima Manuela Velasco que tras su paso por esta cinta se convirtió en una de las scream queens patrias más reconocibles, ganando con su labor en la cinta que nos ocupa el Goya a la mejor actriz revelación del año 2007. El guión, co escrito por el también cineasta Luiso Berdejo, tan sencillo como efectivo acertaba al introducir algunos apuntes sociales que retrataban con mucho tino los prejuicios del español de a pie con respecto a temas como la xenofobia o la incultura. El éxito fue descomunal, los premios internacionales no se hicieron esperar y Hollywood viendo el filón compró los derechos del largometraje para hacer su propia versión de la que hablaremos un poco más adelante. Ese triunfo en el que gran parte del público y la crítica se puso de acuerdo dio pie a que ambos autores y Filmax se propusieran dar continuidad a la gallina de los huevos de oro que acababan de sacar del corral.
[·REC]², la semilla del diablo
En 2009 llegó la secuela, de nuevo con Jaume Balagueró y Paco Plaza como directores, así como Filmax en la producción, comenzando justo donde terminó la primera entrega. Esta vez como espectadores seguíamos en el arranque del largometraje los pasos de un grupo de asalto de los GEOS adentrándose en el famoso bloque después de que el mismo fuera precintado por culpa del virus mortal contraido por los habitantes de dicho inmueble. La primera mitad de la película es intachable, un tour de force por parte de los directores en el que por medio de influencias del mundo del videojuego como los shooters en primera persona nos adentramos una vez más, con mayor crudeza y nervio, en ese infierno en la tierra en el que se ha convertido el edificio en el que habita la encarnación pura del mal. Porque en esta segunda parte los directores y su nuevo co guionista, Manu Diez, arriesgan todas sus cartas marcadas confirmando aquello que se apuntó en la recta final del primer film con la visita al ultimo piso del bloque en el que habitaba la famosa Niña Medeiros. Que lo que considerábamos muertos vivientes realmente son poseídos por una entidad diabólica cuyo influjo se transmite por medio de la toma de contacto con los fluidos corporales, saliva y sangre, de los afectados, dando así el film, y por efecto dominó la saga, un arriesgado giro de 180° en el que una historia de zombies acababa revelándose como una protagonizada por endemoniados y exorcistas.
Por desgracia lo que [·REC]² gana en brutalidad y fuerza lo pierde en cohesión con respecto a su predecesora. El fallo no es tan alarmante como se dijo en su momento, esta secuela fue injustamente maltratada en su estreno, pero sí es cierto que mientras la ya mencionada primera mitad, la centrada en los Geos, es un ejercicio de cine imparable y avasallador, la segunda pierde entereza y ralentiza considerablemente el ritmo de la narración cuando la historia protagonizada por el innecesario trío de adolescentes se hace con el núcleo de la segunda parte de la película. Sólo la presencia de un magnifico actor, no siempre reconocido, como Juli Fàbregas y la aparición de una Manuela Velasco al más puro estilo Teniente Ripley (la recta final en más de un pasaje recuerda a la saga Alien, sobre todo por el nuevo rol de falsa heroína que parece tomar en esta ocasión la protagonista de la anterior entrega) consiguen encarrillar el clímax del relato llenándolo de sorpresas, humor negrísimo y apuntes que extienden o enriquecen el microcosmos creado por unos Jaume Balagueró y Paco Plaza que siguen sembrando sus distintas improntas, la inquietante parafernalia religiosa del primero y el bestialismo primario del segundo, para dar forma a una secuela que si bien no es tan compacta como su hermana mayor sí consigue superarla en sus apartados técnico o artístico regalando pasajes de alto voltaje y sustos de una efectividad más que probada que dejan la puerta abierta para la cuarta entrega, porque como todos sabemos la tercera parte de la saga supuso un punto y a parte en la misma.
[·REC]³: Génesis, la novia ensangrentada
Después del nuevo éxito económico que supuso [·REC]² Filmax decidió realizar dos nuevas secuelas para la saga, que en principio serían las ultimas de la misma. En esta ocasión en vez de rodar Paco Plaza y Jaume Balagueró al alimón los nuevos largometrajes, estos serían realizados por los dos cineastas de manera independiente. El director de Cuento de Navidad sería el primer encargado de debutar en solitario en la franquicia y lo hizo con [•REC]³: Génesis, pieza que supondría una precuela de la cinta primigenia y dando origen a la maldición de una Niña Medeiros, por aquel entonces ya convertida en todo un icono del cine de terror internacional. Ciertamente, y para enfado de muchos fans, la película del autor valenciano no dio dichas respuestas, es más, abrió más incógnitas y como obra cinematográfica casi no era ni una protosecuela, sus hechos tienen lugar casi a la vez que la producción de 2007 que dio inicio a todo, pero como continuación del sello [·REC] supuso un punto de inflexión clave, un suicida puñetazo en la mesa que no sólo traicionó (ojo, únicamente en el plano formal, no en la esencia) los códigos que ya se habían establecido en las dos anteriores partes, sino que con una inteligencia encomiable y temeraria llegaba a parodiarlas y reírse sanamente de ellas gracias al guión del mismo Paco Plaza y su colaborador Luis Berdejo, que sin atenuar el terror sí aumentó el humor negro, comenzando a mostrar sus desprejuiciadas fauces en la primera secuela y que muerde, desgarra y amputa en todo su esplendor en la que nos ocupa.
Desde el arranque con esa simulación del dvd de un vídeo de boda Paco Plaza lo dejaba claro, [•REC]³: Génesis venía a volar por los aires muchas de las señas de identidad que forjaron el mito de la saga [•REC], pero sólo en la puesta en escena y el tono, ya que en su interior seguía esa amenaza vírica de reminiscencias impías que devoraba todo a su paso. En el prólogo del largomatraje el valenciano se despacha bien con las bodas tradicionalmente españolas, acentuando todo lo que en ellas hay de ridículo e impostado y rompiendo con la estética found footage de la franquicia cuando el personaje de un competente Roberto Álvarez destroza la cámara que hasta ese momento grababa los hechos. A partir de ese instante la tercera entrega de [•REC] se convierte en un recuperable y desprejuiciado festín de vísceras, sangre, humor negro (ese representante de la SGAE al que apodan Canon, el mítico director de vídeos de boda con ínfulas cinematográficas llamado Atún) y música hortera con una impagable Leticia Dolera de protagonista que tan pronto nos remitía a Planet Terror de Robert Rodríguez o Plácido de Luis García Berlanga como al Sam Raimi de la saga Evil Dead o al Paul Verhoeven más brutal, al que remite ese tiroteo final que poco tiene que envidiarle al de Alex Murphy en Robocop. Paco Plaza saldó con nota alta un ejercicio suicida en varias aspectos que se reveló como una de las cintas patrias más disfrutables del año 2012.
Quarantine 1 y 2, la infección hace las Américas
Como previamente hemos apuntado, la carrera internacional de la primera [·REC] fue un triunfo más que considerable, viendo la luz en festivales como los de Sitges o Venecia y siendo premiada en varios de ellos. De modo que la maquinaria hollywoodiense, tras llevarla con éxito a aquellas tierras, decidió comprar los derechos de la misma para hacer su propia versión con el poco conocido director y guionista John Erick Dowdle (La Trampa del Mal, Así en la Tierra Como el Infierno) acompañado de su hermano Drew Dowdle en la escritura y la actriz Jennifer Carpenter (El Exorcismo de Emily Rose, Dexter) como protagonista. Quarantine fue la película resultante, su estreno se produjo en el año 2008 y sin barrer las taquillas supuso un estreno bastante bien recibido. Poco bueno podemos decir de este innecesario remake del largometraje de Jaume Balagueró y Paco Plaza y mucho reprobable se puede destacar de él, pero trataremos de no cebarnos demasiado, ya lo haremos más tarde cuando hablemos de la inconcebible secuela de la cinta que nos ocupa.
Quarantine ofreció más o menos lo que en su momento se esperaba de ella. Una descafeinada, burda, impersonal y distante mala copia de la primera [·REC]. La cinta de John Erick Dowdle era una desvergonzada fotocopia de la película de Jaume Balagueró y Paco Plaza, de la que fusilaba no sólo casi todos los planos, también el diseño de producción, el vestuario y hasta los cortes de pelo de los actores. Pero lo peor no era su poca originalidad, su desgana, su inanidad o su tufo a prefabricado que poco o nada tenía que ver con la furia desatada con cámara al hombro del film primigenio, es que para colmo cuando en la trama sus creadores trataban de introducir pasajes de cosecha propia (el cámara golpeando a los infectados con su instrumento de trabajo, los perros contagiados con el virus) era cuando más se le notaban las costuras a este producto que falla a tantos niveles (Doug Jones no le llega a ni a la suela de los zapatos a Javier Botet como la Niña Medeiros, personaje que en este remake ni llegamos a saber de manera explícita quién o qué es, el guión anula toda la sátira social referida a los habitantes del bloque) que de él solo podemos destacar para bien la labor de una esforzada Jennifer Carpenter y que al copiar con descaro prácticamente todos los pasajes de la memorable obra original no podemos hablar con ella de una mala película. Pero la cosa cambia si la abordamos como un remake, y en ese sentido es de los más deleznables jamás rodados.
Cuando parecía que la meca del cine norteamericano no podía caer más bajo con respecto a degradar el buen nombre de la saga [·REC] después de Quarantine decidieron, tras el aceptable éxito de esta en las taquillas, abordar una inenarrable secuela. Pero contra todo pronóstico los productores que tenían los derechos de la franquicia decidieron, seguramente después de ingerir incontables cantidades de pellote, droga caníbal o lejía Conejo, alejarse totalmente de [·REC]² y hacer su propia segunda parte que, no sólo no tenía nada que ver con aquella producción española de 2009, sino que, para desconcierto de los cuatro gatos que la hemos sufrido al visionarla, la desvincularon al 100% de la primera Quarantine. Lo que en aquel 2011 salió de aquel proyecto es uno de los engendros más grandes que ha dado el cine reciente, un estreno directo al mercado doméstico con todas las de la ley que no puede recibir otro calificativo que no sea el de basura inmunda y aberrante.
Quarantine 2: Terminal, traducida estúpidamente en España como Cuarentena Terminal, fue escrita y dirigida por una criatura del mal llamada John Poge y protagonizada por una serie de terribles actores desconocidos, agradecimos estamos por ello. Aquel engendro hacía que una película de serie B pareciera de serie Z, tenía un presupuesto irrisorio al que se le notaban todas las carencias técnicas como sólo tres soldados representando al ejército estadounidense o una única rata infectada que nunca sale delante de la cámara porque no habría dinero con el que recrearla. Aquí no hay lugar para la Niña Medeiros, edificios infectados, zombies brutales que regurgitan hemoglobina o el formato falso documental, que se obvia totalmente y del que no queda ni rastro en la trama. Sólo nos quedan un grupo de personajes imbéciles que no llegan ni a estereotipos que, primero en el interior de un avión y después en la terminal de un aeropuerto, se enfrentan a unos babeantes señores con varices que tienen que ver con un infectado/poseído/no muerto lo mismo que una castaña con un panzer. Un servidor ha degustado mucho detritus cinematográfico a lo largo de su vida como cinéfilo, pero lo que mis castigados ojos vieron durante los 86 interminables minutos que duró Quarantine 2 no tiene nombre.
[·REC]: Historias Inéditas, viñetas en cuarentena
Mientras el remake de la saga y sus ecuela hacían las Américas, con mucha más pena que gloria ,[·REC] se iba convirtiendo entrega a entrega en un fenómeno cinematográfico de culto en España, el país donde fue gestada, y cada uno de esos films era recibido con unos seguidores ansiosos esperando su dosis de virus, satanismo, gore y pólvora, asistiendo en tropel a las multisalas para degustarlos unas veces con fruición y otras con decepción. Por ello en 2012, al mismo tiempo que se estrenaba [·REC]³: Génesis, la editorial Glenat (por aquel entonces ya conocida como EDT, Editores de Tebeos) en asociación con Filmax y basándose en historias originales de Jaume Balagueró y Paco Plaza contrató al guionista Hernán Migoya y a un grupo de ilustradores internacionales para llevar a las viñetas estos cinco relatos cortos salidos de las perversas mentes que forjaron la famosa franquicia.
[·REC]: Historias Inéditas es una meritoria y simpática mezcolanza de distintos tipos de vertientes dentro del mundo del noveno arte. Por una parte la introducción a cada uno de los episodios a manos de una dicharachera Niña Medeiros es una referencia directa y muy cariñosa a revistas como Creepy o Tales From the Crypt, por otro las satíricas y muy ácidas portadas de tabloides nacionales parecen una variante envenenada de las que cierran cualquier entrega de los Mortadelo y Filemón de Francisco Ibáñez (esos títulos variantes como El Mando o La Períodica no dejan lugar a dudas de que la flema puramente española también campa a sus anchas en el producto) pero es dentro de las eclécticas historias que contiene el recopilatorio donde vemos más variedad tonal y artística en lo que a la serie se refiere.
Encerrados narra lo que le sucedió al trío de críos de [·REC]² una vez les perdimos la pista. La profesional estética manga de la asiático-argentina Andrea Jen pone en funcionamiento el guión de Hernán Migoya y aunque permanecen constantes de aquella secuela de 2009 a la historia se le va las manos con el sexo y el lenguaje malsonante salido de las fauces del personaje de Tito. Tristana es, junto a El Experimento, la mejor historia de la colección. Un episodio mudo ilustrado por el argentino Feliciano G. Zecchin con aroma a dibujo europeo en el que se nos narra el origen de la posesión de Tristana Medeiros, dando varias respuestas no aclaradas en los cuatro films. ¡Zoombi! cuenta lo sucedido cuando el veterinario que atendió a Max, el perro infectado de la primera película, visita un Zoo en el que llega a resucitar por culpa del virus hasta el cadáver del afamado gorila Copito de Nieve. A retratar esta mala baba omnipresente ayuda el visceral trazo del boliviano Álvaro Rubiola.
El Experimento, es posiblemente el mejor relato en cuanto a cohesión de guión y dibujo. En esta historia asistimos a toda la etapa de experimentación por parte del padre Albelda para exorcizar el cuerpo de la Niña Medeiros, utilizando en el proceso a niños pequeños como cobayas. La fuerza del guión de Hernán Migoya y el férreo trazo de un Salvador Sanz deudor del mejor Paul Gulacy (Sang-Chi, Batman vs Depredador II) ofrecen viñetas impagables, como la splash page que narra toda la subida del sacerdote por las escaleras del famoso inmueble barcelonés apuntalando lo mejor de la serie. Para cerrar tenemos El Desconocido, la única historia vinculada directamente con [·REC]³: Génesis y revelándonos cómo contrajo el virus el famoso tío Pepe Víctor que contagió toda la boda de Clara y Koldo. Con una labor del catalán Joan Marín que recuerda al Leonardo Manco que ilustraba historias de Harvey Pekar para el sello Vertigo cierra este divertido, irregular y cariñoso tributo en viñetas a la serie de films de Jaume Balagueró y Paco Plaza.
Como se habrá podido percibir en la entrada un servidor siente una especial predilección por la saga [·REC] y la labor que en ella han realizado durante siete largos años los directores Jaume Balagueró y Paco Plaza, por los que también profeso una más que considerable admiración. La que nos ocupa es una de las franquicias más rentables y seguidas del cine de terror patrio, o diseñó por españoles, ese que se gestó durante la pasada década ofreciéndonos productos de muy buen nivel como Los Otros, de Alejandro Amenábar; El Espinazo del Diablo, de Guillermo del Toro; El Orfanato, de J.A. Bayona o 28 Semanas Después, de Juan Carlos Fresnadillo. Recordándonos que aquellos Jesús Franco, Jordi Grau, Narciso Ibañez Serrador, Juan Piquer Simón o Paul Naschy tienen unos dignos herederos que mirando siempre por lo contemporáneo no dejan de echar la vista atrás para saber de dónde viene y hacia donde va nuestro cine de género heredero del fantaterror. Por suerte, los muchos aciertos de la serie de largometrajes que han rodado esta pareja de cineastas solapan los posibles fallos que no la elevan a la perfección, pero el camino recorrido ha merecido la pena. Hemos vibrado, carcajeado nerviosamente, saltado de la butaca, nos hemos reconciliado o decepcionado con las distintas entregas a las que no se puede calificar de acomodaticias o miméticas y mientras su sombra crece y sobrevuela el panorama internacional con remakes, cómics o libros, como la novela de historias cortas [·REC]: Relatos Perdidos, el único material relacionado narrativamente con la franquicia que un servidor no ha podido comentar en esta entrada por no haber tenido el gusto de leerlo. En nuestra memoria colectiva queda aquella noche en la que una joven reportera y su cámara se adentraron en un bloque barcelonés cualquiera y con ello abrieron las puertas del infierno para suerte de los aficionados al buen cine de género hecho en este país. Esta España en la que cierto sector del público mira por encima del hombro a un celuloide que no para de dar síntomas que demuestran que de mediocre tiene más bien poco, diga lo que diga el ministro de cultura o hacienda de turno.