domingo, 3 de enero de 2016

Krampus: Maldita Navidad



Título Original Krampus (2015)
Director Michael Dougherty
Guión Todd Casey, Zach Shields y Michael Dougherty
Actores Allison Tolman, Emjay Anthony, Adam Scott, David Koechner, Toni Collette, Conchata Ferrell, Stefania Owen, Gareth Ruck, Leith Towers, Krista Stadler, Mark Atkin, Maverick Flack, Sophie Gannon, Queenie Samuel, Lolo Owen




En el año 2007 el guionista Michael Dougherty (X-Men 2, Superman Returns o la próxima X-Men: Apocalipsis) dio forma con su ópera prima como realizador, Trick ‘r Treat, a un largometraje adscrito al cine de terror que se convertiría dos años después (cuando vio la luz en formato doméstico) en una obra de culto en Estados Unidos y que a España llegó tan mal (directamente a los videoclubs en dvd, sin pasar por los cines y con el nombre de Truco o Trato: Terror en Halloween) como tarde pero haciéndose algo de eco del éxito que había supuesto su carrera, más crítica que comercial, en Norteamérica. El debut de Michael Dougherty narraba cinco historias cruzadas que tenían lugar en la famosa noche de Halloween en las que teníamos la presencia de actores como Anna Paquin (la saga X-Men), Dylan Baker (Spiderman 3) o Brian Cox (X-Men 2). El producto condensaba en sus escasos 78 minutos de metraje humor negro, terror mórbido, folclore relacionado con la famosa festividad de origen celta y un excelente trabajo de escritura y dirección por parte de su ideólogo. Al poco tiempo la película, que rendía tributo a autores como John Carpenter, Joe Dante, la revista Creepy o la saga literaria Pesadillas (Goosebumps) del escritor canadiense R.L.Stine, se convirtió en una de esas piezas de visión obligada durante la noche del 31 de Octubre y el film más puramente halloweeniano jamás rodado, aunque evidentemente no el mejor. Cuando todo el mundo pensaba que Michael Dougherty iba a ser devorado por Hollywood para rodar el enésimo e innecesario remake de alguno de los clásicos del género el cineasta permaneció en silencio la friolera de ocho años hasta que en el recién finiquitado 2015 volvió con su segundo trabajo detrás de las cámaras, un proyecto conceptual y estructuralmente muy parecido a Trick ‘r Treat pero está vez localizando la historia en otra festividad como es la navideña. El resultado es otro trabajo notable por parte de Dougherty con todos los alicientes para perdurar en la memoria de gran parte de los fans del cine de terror y fantasía.




Krampus: Maldita Navidad toma como punto de partida y núcleo argumental la leyenda de esta criatura de origen centroeuropeo que se considera el reverso tenebroso de la figura de Santa Claus. Una figura demoníaca que cada Navidad tiene la misión de castigar a los niños que se han portado mal a lo largo del año. A partir de aquí Michael Dougherty idea una perversión de la típica película navideña para toda la familia inyectándole ingentes cantidades de mala baba que ya se dejan notar en ese prólogo en el centro comercial a cámara lenta con escenas conisderablemente brutas, como la de la pareja retorciéndose en el suelo por culpa de las pistolas táser con las que los guardias de seguridad tratan de reducirlos y que ya marcan a fuego, bien pronto, el tono que tendrá el grueso del largometraje, así como una sanísima incorrección política que en muchas ocasiones realmente sólo enmascara una verdadera admiración y cariño nostálgico por el famoso espíritu navideño típicamente americano. Pero como comentamos la comedia negra, el retrato envenenado de la familia propiamente estadounidense con su afán por la competitividad, las armas de fuego, la fanfarria y los prejuicios raciales o sexuales son las cartas que utiliza el cineasta al mando del proyecto para moldear un cuento de hadas mórbido, amenazante, travieso por fuera y lacónico por dentro que extiende y acrecienta la impronta de un autor que ya dio buenas muestras de calidad en su anterior obra detrás de las cámaras.




Una vez más y al igual que en su debut en el largometraje Michael Dougherty quiere ir más allá de rodar una simple película de género dejándose imbuir no sólo por todo el folclore adscrito a la leyenda de Krampus (la secuencia animada que narra su origen es uno de los mejores pasajes de la cinta, algo que también sucedía en Trick ‘r Treat) sino por todo un bestiario de seres que amalgaman leyendas de distinta índole con personajes iconográficos dentro del cine fantástico y de terror como elfos diabólicos, payasos caníbales, muñecos de nieve vivientes, galletas de jengibre asesinas, con los que también quiere rendir tributo (la mayoría de estás monstruosidades están realizadas por medio de animatrónicos, marionetas, maquillaje y látex, el uso de los efectos digitales es mínimo y está magníficamente dosíficado) a maestros curtidos en los años 80 como el tristemente desaparecido Jim Henson de Dentro del Laberinto o Cristal Oscuro y sobre todo a los Chris Columbus y Joe Dante (este último, director fetiche de Dougherty al que rinde continuo tributo en su filmografía) que dieron forma a aquel clásico de culto, también navideño, llamado Gremlins con el que una producción como Krampus: Maldita Navidad tiene su mayor y más destacada deuda formal, conceptual y argumental.




Michael Dougherty mantiene un notable equilibrio entre la comedia negra llena de gags que tienen como núcleo central la calamitosa reunión familiar dentro de la casa de los Engel y la atmósfera sobrenatural, mística y de iconografía con tintes paganos que tiene lugar en las calles nevadas del exterior y que se irá acentuando a lo largo del metraje desembocando en ese final que se refleja en obras como las británicas City of the Dead, de John Llewellyn Moxey o The Wicker Man, de Robin Hardy y que tiene lugar antes del epílogo que cierra la obra. El cineasta se deja seducir por los “villanos” de su proyecto a los que retrata con una traviesa maldad impropia de una película de Hollywood, incluyendo incluso varias escenas de violencia que tienen como protagonistas a niños y que a más de a un espectador pueden dejar descolocado. Pero es sobre todo en la figura de Krampus donde el director muestra la admiración estilística y conceptual que profesa por su personaje. Esta “Sombra de Santa Claus” es mostrada durante los primeros compases del largometraje como una criatura de tamaño sobrehumano que realiza movimientos propios de un animal salvaje (los saltos con los que pasa de un tejado a otro de las casas del barrio residencial) siendo expuesto en pantalla siempre en la lejanía o sólo dejando entrever partes de su peculiar anatomía (esas patas de macho cabrío de notable imponencia y reminiscencias satánicas) para en el clímax de su enfrentamiento final con su “creadora” mostrársenos en todo su esplendor con una delectación y minimalismo que delata la implicación personal y artística de Michael Dougherty con la creación plástica y visual de dicha criatura y por extensión con el proyecto cinematográfico en su conjunto.




Krampus: Maldita Navidad es una atípica película navideña. Michael Dougherty carga sus armas para disparar contra todo lo que de superficial hay en estas fiestas como las cenas familiares, la entrega de regalos o compartir mesa con parientes con los que no tenemos ninguna relación a lo largo del año y a los que en ocasiones ni siquiera soportamos. Pero también hay un verdadero sentido de la nostaligia y la fascinación por una festividad que parece seguir atrayéndole como cuando era niño. Por suerte las ganas de transgredir y deleitarse con las leyendas oscuras y terroríficas que pueblan nuestro inconsciente colectivo pasando de generación en generación son el núcleo central de su segunda y meritoria película como realizador. Toda la atmósfera sobrenatural, amenazante, de naturaleza luciferina que anida bajo toneladas de nieve desembocan en un epílogo lacónico y hasta cierto punto incómodo impropio de un producto de estas características. Con ello el cineasta sigue dando tranquilizadoras muestras de no haberse rendido todavía del todo a los cantos de sirena de una maquinaria hollywoodiense que convierte a (casi) todos los artesanos con talento que contrata para dar formas a sus superproducciones en mercenarios que pierdan al poco tiempo sus aspiraciones artísticas y señas de autoria por el vil metal. Por ahora el de Michael Dougherty no es uno de esos casos y si, posiblemente, le dejan su pequeña parcela para ir dando forma a obras como la que nos ocupa nunca necesite entregarse totalmente a los seductores y prostituibles brazos de las grandes productoras. Esa ya anunciada Trick ‘r Treat 2 posiblemente será la prueba de fuego para saber si estamos en lo cierto.