Título Original: La Tía Alejandra (1979)
Director: Arturo Ripstein
Guión: Delfina Careaga y Sabina Berman
Actores: Isabela Corona, Diana Bracho, Manuel Ojeda, María RebecaGracias a Adrián Esbilla, autor de un magnífico blog cinematográfico (que podéis encontrar a la derecha del mío, en el blogroll) y gracias a mi afán por descubrir pequeñas joyas del cine de terror mexicano he encontrado y podido visionar La Tía Alejandra, cinta estrenada en 1979 y dirigida por el veterano realizador Arturo Ripstein. Autor de films tan destacados de aquel país como El Evangelio de las Maravillas, El Coronel no Tiene Quién le Escriba, Así es la Vida o La Perdición de los Hombres.
La Tía Alejandra es un caso curioso y atípico, una rara avis dentro de la cinematografía de género mexicana. No es estrictamente una cinta de terror pero transmite inquietud en muchos de sus pasajes. No es explícita en lo que muestra pero juguetea con acierto con , brujería, maldiciones, magia negra y satanismo. No es gráfica a la hora de exponer violencia en pantalla, pero de manera sutil la muestra con una elegante fiereza que causa incluso malestar en espectador.
La trama se sustenta en la llegada a un hogar familar, formado por dos padres y sus tres hijos, de la anciana tía del marido. Una mujer en principio cariñosa que sufre graves cambios de humor, que se recluye en su habitación con bastante regularidad y que parece estar rodeada por un aura de misterio que causa rechazo en la mayor de los hijos y que no hace más que traer desgracias a la casa desde su llegada.
La puesta en escena de Ripstein es austera, sencilla, casi podría decirse que de telenovela. Pero su control sobre el tempo narrativo es excelente. Gracias la atmósfera y a la magnética presencia de una gran Isabela Corona que desde un físico endeble y hasta desvalido consigue transmitir un matiz amenazador que parecería inviable sino fuera por el buen trabajo entre el director y la actriz. Basta ver la escena de la conversación de Alejandra con el doctor y el ritual con la chica desnuda al fondo del encuadre, para percibir que con sólo una leve pincelada se puede perfilar el personaje de la protagonista mostrando sus atípicas costumbres y los lugares que regenta.
A pesar de que llega un momento en el que tanta desgracia durante el metraje se antoja forzada y que es poco creíble que la familia no se dé cuenta desde un principio que los problemas en el hogar llegaron con esa señora que supuestamente vela por ella, los aciertos del film, su simbología, que hunda sus raíces en cierto folclore de la tierra azteca y el buen hacer lleno de exquisitez y sutilidad por parte de Ripstein (magnífica e incómoda la escena del teatrillo de marionetas) hacen de La Tía Alejandra una interesante pieza a recuperar dentro del cine de género mexicano.
La Tía Alejandra es un caso curioso y atípico, una rara avis dentro de la cinematografía de género mexicana. No es estrictamente una cinta de terror pero transmite inquietud en muchos de sus pasajes. No es explícita en lo que muestra pero juguetea con acierto con , brujería, maldiciones, magia negra y satanismo. No es gráfica a la hora de exponer violencia en pantalla, pero de manera sutil la muestra con una elegante fiereza que causa incluso malestar en espectador.
La trama se sustenta en la llegada a un hogar familar, formado por dos padres y sus tres hijos, de la anciana tía del marido. Una mujer en principio cariñosa que sufre graves cambios de humor, que se recluye en su habitación con bastante regularidad y que parece estar rodeada por un aura de misterio que causa rechazo en la mayor de los hijos y que no hace más que traer desgracias a la casa desde su llegada.
La puesta en escena de Ripstein es austera, sencilla, casi podría decirse que de telenovela. Pero su control sobre el tempo narrativo es excelente. Gracias la atmósfera y a la magnética presencia de una gran Isabela Corona que desde un físico endeble y hasta desvalido consigue transmitir un matiz amenazador que parecería inviable sino fuera por el buen trabajo entre el director y la actriz. Basta ver la escena de la conversación de Alejandra con el doctor y el ritual con la chica desnuda al fondo del encuadre, para percibir que con sólo una leve pincelada se puede perfilar el personaje de la protagonista mostrando sus atípicas costumbres y los lugares que regenta.
A pesar de que llega un momento en el que tanta desgracia durante el metraje se antoja forzada y que es poco creíble que la familia no se dé cuenta desde un principio que los problemas en el hogar llegaron con esa señora que supuestamente vela por ella, los aciertos del film, su simbología, que hunda sus raíces en cierto folclore de la tierra azteca y el buen hacer lleno de exquisitez y sutilidad por parte de Ripstein (magnífica e incómoda la escena del teatrillo de marionetas) hacen de La Tía Alejandra una interesante pieza a recuperar dentro del cine de género mexicano.
Lo primero agradecido por esa mención (la cual, por supuesto, se merece). Luego ya la película, una obra maestra a mi entender, postergada en la filmografía de Ripstein por su filiación fantástica y su aspecto de título menor pero que trata, de otra manera, muchos temas recurrentes suyos(incluso la casa es la misma o muy parecida a la de El castilo de la pureza). Fusiona de manera incrible en horror sobrenatural, el regusto folklórico de las historias de brujas llenas de reglas misteriosas y la querencia mexicana por el folletón melodramático con una exactitud que asombra. La puesta en escena puede pecar (o parecer)formularia pero su combinación con un guión sutilísmo resulta de un encaje exacto. Está repleta, repleta, de detalles y simbolismos ocultistas fascinantes. A descubrir pero ya.De esta película escribiré tarde o temprano, seguro.
ResponderEliminarMi respuesta llega con casi once años de retraso, pero en estos textos nunca es tarde. La casa de EL CASTILLO DE LA PUREZA es la del antiguo Colegio de Cristo, virreinal, en la Calle de Donceles, en el Centro Histórico, atrás de la Catedral y a un paso de las ruinas del Templo Mayor. En cambio, la casa donde se filmó LA TÍA ALEJANDRA, está en la Calle de Francisco Pimentel, entre Rosas Moreno y Altamirano, en la Colonia San Rafael, frente a los antiguos laboratorios de perfumes de "Roux-Bertrand-DuPont", que se alcanzan a ver en una toma; yo vivía a un par de calles de ahí en la época en que se filmó.
EliminarTambién veo cierto tono buñueliano (y no es la única película de Ripstein que tiene influencia de la etapa mejicana del de Calanda) a pesar de que el amigo Arturo lleve unos años renegando de la marca que Don Luis dejó en el cine azteca.
ResponderEliminarLa mejor etapa, por cierto.
ResponderEliminarPienso igual, poco a poco la iré comentado aquí, que sólo hice crítica sobre El Bruto y ahí me quedé, iré solucionándolo poco a poco.
ResponderEliminarTe voy a recomendar una suya poco vista, que no suele aparecer entre las destacadas pero por la que tengo debilidad y que está presidida por un sentido del humor realmente venenoso: Susana (aka Demonio y carne)
ResponderEliminarPues ya es la segunda vez que me la recomiendan y es de las que no he visto. Me la apunto.
ResponderEliminarNomás un detallito, el gentilicio es mexicano, porque el país es México :3 me gustó tu crítica, estoy viendo la película en este mismísimo momento jeje
ResponderEliminarDe acuerdo Nichim, tomo nota y lo corrijo.
EliminarTanto me la recomendaron y no entendí el final😂😂
ResponderEliminarAlguien me explica el final???? A lo que entendí la tia reencarna en martita
ResponderEliminarYo también me quedé con esa duda alguien que nos explique por favor
ResponderEliminarEn efecto la tía se pasó al cuerpo de martita, y martita supongo se convirtió en el pajarito que la tía le había prometido 😒
ResponderEliminarYo diría que NO se trata de una reencarnación de la Tía Alejandra, sino de una TRANSMIGRACIÓN de alma, propiamente dicha, de aquí que la Tía quisiera, con tanto ahínco, que Martita accediera a convertirse en pajarillo, tan sólo para robarle el cuerpo; de aquí, también, que cuando la niña le pregunta su edad, la Tía respondiera: "...Miles de años", como indicando la antigüedad de su alma de bruja.
ResponderEliminarLa idea de la transmigración de alma o cambio de cuerpo, de carácter mágico y brujeril, está presente en la historia cuasi legendaria de Marie Laveau, la famosa "Reina del Vudú", de la historia de la ciudad de Nueva Orléans, durante el siglo XIX.