Título Original: I Spit on Your Grave (1978)
Director: Meir Zarchi
Guión: Meir Zarchi
Actores: Camille Keaton, Eron Tabor, Richard Pace, Anthony Nichols, Gunter Kleemann
En 1972 un debutante y desconocido director llamado Wes Craven dio el pistoletazo de salida en Estados Unidos a un nuevo subgénero dentro del suspense y el terror, que se llamaría rape and evenge, con su célebre (a día de hoy aún de sus mejores trabajos) La Última Casa a la Izquierda. Film sobre dos chicas que sufren el asalto de unos delincuentes que las violan salvajemente. Más tarde los criminales van a parar por error a la casa de una de las jóvenes. La venganza de los padres de la muchacha no se hace esperar.
La película no dejaba de ser una revisión americanizada, muy nihilista y contextualizada en su época (el post hippismo, el fin de la era del "haz el amor y no la guerra" con sangre y muerte por mediación de la familia Manson) de la inmensa obra maestra del sueco Ingmar Bergman, El Manantial de la Doncella. Con sus muchos aciertos y algunos fallos (ese humor que no venía a cuento dentro de tan austera y bestial propuesta) la cinta trajo tras de sí un retahíla de copias, plagios y demás subproductos que paradójicamente en Europa, sobre todo en Italia, se llevaban cultivando desde bastantes años antes. Como anotación decir que de la película de Craven existe un consistente remake del que ya di buena cuenta hace un tiempo en este santo blog.
I Spit on Your Grave, o La Violencia del Sexo, horrible título que le dimos en España al producto, también nació a rebufo de la ópera prima de Wes Craven y se adscribe con facilidad en el rape and revenge más ortodoxo, pero más allá de eso cobró fama por su visceralidad y crudeza. Fue prohibida en muchos países, mutilada en otros tantos y su director y reparto no se prodigaron mucho más en el mundo del séptimo arte tras ella. La cinta se hizo famosa por su fama de depravada y morbosa, pero si nos quedamos sólo en eso podemos perdernos algunos apuntes que la convierten en una pieza meritoria y con aciertos a tener en cuenta dentro del tipo de cine que representa, como su atmósfera y construcción formal.
La ópera prima de Meir Zarchi es cine grindhouse de pura cepa, aquel que se proyectaba en doble sesión con copias desgastadas en cines de mala muerte durante los años 60 y sobre todo 70. Su argumento narra cómo una joven escritora que decide retirarse a una casa de campo a realizar su última novela es asaltada por cuatro paletos locales que le hacen pasar un agónico día de abusos, violencia, vejaciones y violaciones varias. Unos días más tarde ella cura sus heridas y busca fría y concienzuda venganza contra sus agresores.
Con esta trama central es lógico que mucha gente se eché hacia atrás (sobre todo y como es comprensible, público femenino) ante la propuesta de Zarchi y sí, el film no escatima a la hora de exponer en pantalla y sin elipsis narrativas detalles truculentos y muy violentos sobre la agresión de la pobre chica. Pero lo más paradójico e inesperado es que no son las escenas más visualmente violentas las que transmiten malestar en el espectador, sino las más calmadas, las que inquietan al que visiona por cuándo, cómo y dónde tomará lugar la próxima agresión.
Transmiten más crudeza los pasajes de la protagonista caminando completamente desnuda (la representación física máxima de la fragilidad humana) por los parajes forestales llena de heridas y suciedad, los silencios que la acompañan cuando se arrastra por el suelo para intentar llegar a su casa o ese sonido de armónica que premoniza una vez más la tragedia y el horror que las escenas explícitas de agresiones sexuales, que siendo bastante crudas, no enseñan tanto como otras producciones que las exponen de manera más gráfica y recreándose con ellas.
Se habló mucho en su momento de si I Spit on Your Grave era un panfleto feminista. Si había que acusarla de algo no es de feminismo precisamente, sino de androfobia y yo en parte lo veo viable. Todo los personajes masculinos son despreciables y y ruines. Cuando uno de ellos da pie a la primera agresión sobre la chica vemos que sus sucesores en tan deplorable acto son más salvajes aún. El único de ellos, el deficiente mental, que representaría de alguna manera la inocencia de la virilidad pierde la virginidad de la manera más execrable, participando en una violación que ni siquiera puede consumar, aunque de manera curiosa su último acto coital, que sí puede llevar al climax, será el último de su vida.
Durante todas las escenas en las que los cuatro hombres están abusando de la protagonista realizan movimientos durante el acto sexual de un marcado carácter ridículo, emulando una especie de convulsiones espasmódicas hasta risibles que finalmente dan forma a una estúpida coreografía demencial y cruel que transmite más pena que otra sensación. El final y su clímax con la vendetta por parte de Jennifer incitan a que el espectador perciba, en cierta manera, que el film destila una considerable aversión hacia el género masculino. Lo cierto es que un servidor ha visto tantas películas misóginas que por enfrentarse a una que no nos deje muy bien a los hombres no me voy a escandalizar.
La Violencia de Sexo es una obra de culto dentro de la serie B de corte más o menos exploit y bizarre. No es un gran film, ni debe engrosar ninguna lista de largometrajes remarcables, pero sirve como ejemplo claro y directo de un tipo de celuloide de terror tan real y cercano que daba más miedo que el sobrenatural que realizaban las majors de la época y que más tarde dejaría su huella en productos posteriores como Ángel de Venganza de Abel Ferrara. Tras ella llegó una secuela no oficial I Will Dance On Your Grave (Savage Revenge) que data de 1993 y el año pasado un remake del que hablan muy bien, dirigido por Steven R. Monroe, que analizaré aquí a la mayor brevedad posible para compararla con la versión que nos ocupa.
La película no dejaba de ser una revisión americanizada, muy nihilista y contextualizada en su época (el post hippismo, el fin de la era del "haz el amor y no la guerra" con sangre y muerte por mediación de la familia Manson) de la inmensa obra maestra del sueco Ingmar Bergman, El Manantial de la Doncella. Con sus muchos aciertos y algunos fallos (ese humor que no venía a cuento dentro de tan austera y bestial propuesta) la cinta trajo tras de sí un retahíla de copias, plagios y demás subproductos que paradójicamente en Europa, sobre todo en Italia, se llevaban cultivando desde bastantes años antes. Como anotación decir que de la película de Craven existe un consistente remake del que ya di buena cuenta hace un tiempo en este santo blog.
I Spit on Your Grave, o La Violencia del Sexo, horrible título que le dimos en España al producto, también nació a rebufo de la ópera prima de Wes Craven y se adscribe con facilidad en el rape and revenge más ortodoxo, pero más allá de eso cobró fama por su visceralidad y crudeza. Fue prohibida en muchos países, mutilada en otros tantos y su director y reparto no se prodigaron mucho más en el mundo del séptimo arte tras ella. La cinta se hizo famosa por su fama de depravada y morbosa, pero si nos quedamos sólo en eso podemos perdernos algunos apuntes que la convierten en una pieza meritoria y con aciertos a tener en cuenta dentro del tipo de cine que representa, como su atmósfera y construcción formal.
La ópera prima de Meir Zarchi es cine grindhouse de pura cepa, aquel que se proyectaba en doble sesión con copias desgastadas en cines de mala muerte durante los años 60 y sobre todo 70. Su argumento narra cómo una joven escritora que decide retirarse a una casa de campo a realizar su última novela es asaltada por cuatro paletos locales que le hacen pasar un agónico día de abusos, violencia, vejaciones y violaciones varias. Unos días más tarde ella cura sus heridas y busca fría y concienzuda venganza contra sus agresores.
Con esta trama central es lógico que mucha gente se eché hacia atrás (sobre todo y como es comprensible, público femenino) ante la propuesta de Zarchi y sí, el film no escatima a la hora de exponer en pantalla y sin elipsis narrativas detalles truculentos y muy violentos sobre la agresión de la pobre chica. Pero lo más paradójico e inesperado es que no son las escenas más visualmente violentas las que transmiten malestar en el espectador, sino las más calmadas, las que inquietan al que visiona por cuándo, cómo y dónde tomará lugar la próxima agresión.
Transmiten más crudeza los pasajes de la protagonista caminando completamente desnuda (la representación física máxima de la fragilidad humana) por los parajes forestales llena de heridas y suciedad, los silencios que la acompañan cuando se arrastra por el suelo para intentar llegar a su casa o ese sonido de armónica que premoniza una vez más la tragedia y el horror que las escenas explícitas de agresiones sexuales, que siendo bastante crudas, no enseñan tanto como otras producciones que las exponen de manera más gráfica y recreándose con ellas.
Se habló mucho en su momento de si I Spit on Your Grave era un panfleto feminista. Si había que acusarla de algo no es de feminismo precisamente, sino de androfobia y yo en parte lo veo viable. Todo los personajes masculinos son despreciables y y ruines. Cuando uno de ellos da pie a la primera agresión sobre la chica vemos que sus sucesores en tan deplorable acto son más salvajes aún. El único de ellos, el deficiente mental, que representaría de alguna manera la inocencia de la virilidad pierde la virginidad de la manera más execrable, participando en una violación que ni siquiera puede consumar, aunque de manera curiosa su último acto coital, que sí puede llevar al climax, será el último de su vida.
Durante todas las escenas en las que los cuatro hombres están abusando de la protagonista realizan movimientos durante el acto sexual de un marcado carácter ridículo, emulando una especie de convulsiones espasmódicas hasta risibles que finalmente dan forma a una estúpida coreografía demencial y cruel que transmite más pena que otra sensación. El final y su clímax con la vendetta por parte de Jennifer incitan a que el espectador perciba, en cierta manera, que el film destila una considerable aversión hacia el género masculino. Lo cierto es que un servidor ha visto tantas películas misóginas que por enfrentarse a una que no nos deje muy bien a los hombres no me voy a escandalizar.
La Violencia de Sexo es una obra de culto dentro de la serie B de corte más o menos exploit y bizarre. No es un gran film, ni debe engrosar ninguna lista de largometrajes remarcables, pero sirve como ejemplo claro y directo de un tipo de celuloide de terror tan real y cercano que daba más miedo que el sobrenatural que realizaban las majors de la época y que más tarde dejaría su huella en productos posteriores como Ángel de Venganza de Abel Ferrara. Tras ella llegó una secuela no oficial I Will Dance On Your Grave (Savage Revenge) que data de 1993 y el año pasado un remake del que hablan muy bien, dirigido por Steven R. Monroe, que analizaré aquí a la mayor brevedad posible para compararla con la versión que nos ocupa.
Una película con bastante más de lo que parece. A revisar libre de prejucios.
ResponderEliminarConociéndome como me conoces... no la veo verdad?
ResponderEliminarEeeeh, no, el remake tampoco, que lo he visto hoy y en breve comentaré.
ResponderEliminarVale XDDDDDD
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