Título Original: I Spit on Your Grave (2010)
Director: Steven R. Monroe
Guión: Stuart Morse basado en personajes de Meir Zarchi
Actores: Sarah Butler, Chad Lindberg, Daniel Franzese, Tracey Walter, Rodney Eastman, Jeff Branson, Mollie Milligan, Saxon Sharbino, Amber Dawn Landrum
Tras varios remakes memorables como los de Las Colinas Tienen Ojos, La Última casa a la Izquierda, La Matanza de Texas, Amanecer de los Muertos o Déjame Entrar, el año pasado le tocó a la cinta de culto del subgénero rape and revenge dirigida por Meir Zarchi en 1978, I Spit on Your Grave (La Violencia del Sexo aquí en España). El resultado es bastante meritorio. Una vez más de una revisión innecesaria sobre una polémica cinta de terror, sale un producto interesante y con suficientes alicientes y cambios con respecto al film original que lo hacen digno de visionado.
Los tiempos han cambiado y hacer hoy día la revisión de una cinta tan políticamente incorrecta como I Spit on Your Grave no era una empresa fácil. Por suerte los tiempos del terror adolescente, pueril y realizado en cadena de montaje auspiciado por gente como Kevin Williamson (Scream, Sé lo que Hicisteis el Último Verano) casi han pasado a mejor vida y ahora gracias a gente como Alexandre Aja, Rob Zombie u otros cineastas que no son muy de mi gusto como Eli Roth o Neil Marshall, pero a los que hay que reconocerle el mérito, volvemos a la violencia explícita y el terror epidérmico de gente como el Wes Craven de los 70, el Tobe Hooper de La Matanza de Texas o el Dario Argento de su época dorada con el giallo.
Este remake toma el mismo punto de partida y planteamiento que la versión de 1978. Una joven escritora decide pasar unos días en una casa de campo para escribir su próxima novela y unos paletos locales deciden asaltarla y violarla repetidas veces hasta darla por muerta. Días después, ya recuperada, la chica decidirá vengarse de sus agresores uno por uno. Por suerte esta revisión cambia algunos matices y conceptos de desarrollo, con respecto a la otra película, que le dan un tono tan diferente como efectivo, mostrando de alguna manera que sus autores tienen un interés artístico que va más allá que el de copiar plano a plano un largometraje que ya existe.
Hay ciertos apuntes interesantes que resaltar en esta versión. La factura está mucho más elaborada que en la versión de 1978, ya que el presupuesto es notablemente mayor. Esto permite dar un tono de verismo al conjunto bastante interesante, pero también se pierde un poco ese tono naturalista que tenía el film de Meir Zarchi, mostrándose el conjunto más prefabricado por mediación del diseño de producción. Los actores sin ser nada del otro mundo transmiten más realismo que los de la anterior cinta. La dirección del desconocido Steven R. Monroe es más profesional que la de Zarchi, aunque también es cierto que bastante impersonal.
Lo más destacado y meritorio del film son algunos cambios con respecto a la cinta que le sirve de inspiración. Los agresores no encuentran a la chica en el bosque, la asaltan directamente en su casa, lo que acrecienta la sensación de indefensión, pero también anula el in crescendo del suspense que tenían escenas como la de la armónica o la de la llamada de teléfono a la policía. En dicha localización, curiosamente, las escenas más logradas no son las de violencia física (que aunque sean menos explícitas que las de la versión de 1978 están ahí y son bastante brutales) sino las psicológicas, como en la que uno de los violadores usa la pistola para que la chica finja una felación con ella. Apuntes que recuerdan mucho al Rob Zombie de la magnífica Los Renegados del Diablo (The Devil's Rejects)
Tras la bestial agresión, la chica es dada por muerta por los lugareños que la vejaron al caer en un río desde un puente y a partir de ese momento toma forma otro de los aciertos más destacados del remake. Si bien en la cinta de Zarchi el personaje de Jennifer no desaparecía nunca, pudiendo el espectador ver como tras el acto violento del que fue víctima prepara como si de un ritual se tratase su venganza contra sus captores, en la versión de 2010 tras su supuesta muerte arrastrada río abajo, su presencia torna en ubicua y gracias a ello se puede permitir asediar psicológicamente a sus cinco agresores que reciben llamadas, objetos o visitas nocturnas en sus hogares que les recordarán el día del ataque. El espectador es consciente desde el principio que todos estos movimientos están llevados a cabo por el personaje de Jennifer, pero que su presencia amenazante esté expuesta en off añade un matiz muy interesante cargado de intriga al producto.
El personaje de Jennifer esta vez tiene el rostro de la guapa Sarah Butler. Actriz que se entrega considerablemente a la hora de dar vida a su rol, pero que queda lejos de la implicación rotunda de la Camille Keaton del film de Merchi. A la chica de la versión que nos ocupa no la muestran de manera demasiado gráfica en plena desnudez por los parajes boscosos de la localidad. Imagen que en la película de 1978 ilustraba un pasaje en el que la protagonista se mostraba física y psicológicamente destrozada, así como frágil e indefensa, acentuando la empatía con el espectador. Tampoco experimenta del todo esa cruel quietud (posiblemente debido a la inevitable caída en la locura tras el ataque) que la protagonista del film original transmitía mientras llevaba a cabo con la mayor de las tranquilidades su venganza.
Por último comentaré un cambio en el trasfondo del remake con respecto al supuesto mensaje feminista (ya apunté cuando comenté el proyecto de 1978 que en caso de existiera sería más androfóbico que otra cosa) de la cinta original. Si bien en el largometraje de Merchi destacaba el retrato plano pero considerablemente negativo que se hacía del género masculino en general, en la obra de Steven R. Monroe este tratamiento de personajes se diluye para dejar paso a otro también acertado, desagradable y bastante crítico, pero esta vez con el ciudadano de la América profunda. Esta visión que comento es notoria en la imagen que se da de los agresores y la misma tiene su culmen en la figura del sheriff. Personaje que resulta ser un buen marido, padre abnegado y asiduo a la iglesia, pero que guarda en su interior una peligrosa personalidad oculta.
Son otros tiempos y aunque es un placer que vuelva a cultivarse este tipo de terror erigido en los 70, esta versión de I Spit on Your Grave es hija de un tiempo y un país tan conservador como políticamente correcto y prefiere, a diferencia de su predecesora, incidir más en una violencia física cruenta y explícita (las torturas de la venganza de Jennifer son burrísimas y la última con la escopeta deja con un palmo de narices) que en la sexual, que servía en el film de Merchi como fresco de una época oscura y desencantada de Estados Unidos. Finalmente decir que esta revisión del largometraje homónimo de 1978 es meritoria e interesante y algo ha debido de funcionar con ella cuando aquellos que criticaron la película original han puesto el grito en el cielo con el estreno de la que nos ocupa también.
Camille Keaton, Camille Keaton. Nieta de Buster, por cierto y que apareció también en un par de títulos europeos, la decadente Trágica ceremonia en Villa Alexader para Freda y el archisórdido giallo de Dallamano ¿Qué habeis hecho con Solange?. Su hieratismo interpretativo era una de las grandes bazas del original, sin duda.
ResponderEliminarEs cierto, ahora mismo corrijo la errata y con respecto a Trágica Ceremonia... me llama bastante la atención. Pero me las apunto las dos.
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