Título Original: Primos (2011)
Director: Daniel Sánchez Arévalo
Guión: Daniel Sánchez Arévalo
Actores: Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo, Adrián Lastra, Inma Cuesta, Antonio de la Torre, Clara Lago, Nuria Gago, Alicia Rubio, Marcos Ruiz
Con sólo tres obras el director cántabro Daniel Sánchez Arévalo se ha hecho con un verdadero y sólido nombre dentro de la cinematografía española. Su ópera prima AzulOscuroCasiNegro supuso un magnífico y fidedigno retrato de la España de extrarradio, esa que no llega a fin de mes, que vive con lo puesto y que está llena tanto de buenas gentes como de trepas que no hacen otra cosa que mirarse el ombligo sin importarles una mierda la desgracia ajena. De su segunda obra, Gordos, cinta que despertó cierta polémica a raíz de su estreno, no puedo hablar, porque aún no he podido verla.
Llegamos entonces a Primos, la primera incursión pura de Sánchez Arévalo en el género de la comedia. Lo que a primera vista puede parecerle al espectador despistado la enésima cinta de humor constumbrista típicamente española (la última que vi no hace mucho y que sí podría adscribirse sin problemas en esa vertiente es Que se Mueran los Feos, de Nacho G. Vellilla, entretenida sin más) cuando lo que el realizador santanderino hace es una inteligente y muy certera reformulación de este subgénero tan cultivado en nuestro país desde hace más de 50 años.
Sánchez Arévalo narra una historia mínima sobre un novio abandonado por su pareja en el altar que decide ir, acompañado por sus dos antagónicos y pintorescos primos, al pueblo en el que pasaba junto a estos los veranos de su infancia con la única misión de recuperar a la mujer que fue su primer amor y con la que perdió la virginidad durante las fiestas locales. Este punto de partida, que no se aleja demasiado de cualquiera de los que tenían las muestras fílmicas de aquel subgénero llamado landismo (impulsado por y basado en el siempre magnífico actor Alfredo Landa) pero inyectándole el director a su producto una vivacidad que trasciende de la comedia típica española haciéndola ir varios pasos más allá.
Aquellos que dudaron de si el director de Gordos era capaz de controlar con solidez los resortes de un género tan complicado como el de la comedia andaban equivocados. Ya desde su prólogo Primos ofrece una interminable cascada de gags afortunados, humor inusualmente natural y nada forzado tan real que al espectador no le cuesta nada empatizar con las vivencias y barbaridades que los protagonistas llevan a cabo. Con la complicidad de un reparto acertadísimo y muy cercano Sánchez Arévalo consigue dotar a su criatura de vida, humildad, nostalgia, costumbrismo bien entendido sin caer en la escatología y la caspa.
El reparto es para ir enumerándolo uno a uno. Sánchez Arévalo ha conseguido un excelente plantel de intérpretes, pero también se nota la buena mano que tiene para la dirección de actores. Los tres primos están bordados por un Quim Gutiérrez que parece mezclar a Alfredo Landa con Woody Allen, Raul Arévalo esplendido como siempre haciendo de canalla con corazón y Adrián Lastra genial como el hipocondriaco e infantil primo José Miguel. A las chicas les dan vida mi paisana Inma Cuesta, encantadora y muy natural, una deslenguada y muy pasota Clara Lago y una Nuria Gago que cumple pero que tiene poco tiempo para lucirse. Luego está mi otro paisano, el habitual de la casa Antonio de la Torre, que vuelve a dar motivos para que se le tilde como uno de los mejores actores españoles contemporáneos. Su Bachi, el alcohólico ex dependiente de videoclub tiene momentos brillantes.
Con Primos Daniel Sanchez Arévalo consigue la convergencia entre comedia insultantemente graciosa y buen cine. Porque detrás de los gags, el humor y los chistes continuos se esconde una maravillosa apología por la nostalgia, la familia, la amistad, el amor y la libertad. Un producto hecho tanto para el niño que llevamos dentro como para el adolescente que una vez fuimos. Una oda a las fiestas de pueblo, a esa ilusión carente de problemas que teníamos cuando éramos críos, a los veranos, al tiempo perdido, a las primeras experiencias y desengaños. El cántabro se confirma como el mejor cronista que tenemos en este país a la hora de retratar nuestra sociedad. Aquella persona que quiera conocer la cara amable de la España profunda (para darse de bruces con la amarga que vea El 7ª Día, la fallida pero muy interesante cinta de Carlos Saura) que no se pierda Primos.
No me sentía tan plenamente identificado con una película española desde que vi El Camino de los Ingleses de Antonio Banderas. Y si alguien me hubiera dicho hace unos meses que una escena en la atracción de feria de El Barco Pirata y otra de tres primos interpretando como el culo una versión de una canción de Back Street Boys me iban a parecer dos de los pasajes cinematográficos más gratificantes de lo que llevamos de 2011 llegando ambos a ponerme un nudo en la garganta, me hubiera reído en toda su cara. Chapó señor Sánchez Arévalo, chapó.
Llegamos entonces a Primos, la primera incursión pura de Sánchez Arévalo en el género de la comedia. Lo que a primera vista puede parecerle al espectador despistado la enésima cinta de humor constumbrista típicamente española (la última que vi no hace mucho y que sí podría adscribirse sin problemas en esa vertiente es Que se Mueran los Feos, de Nacho G. Vellilla, entretenida sin más) cuando lo que el realizador santanderino hace es una inteligente y muy certera reformulación de este subgénero tan cultivado en nuestro país desde hace más de 50 años.
Sánchez Arévalo narra una historia mínima sobre un novio abandonado por su pareja en el altar que decide ir, acompañado por sus dos antagónicos y pintorescos primos, al pueblo en el que pasaba junto a estos los veranos de su infancia con la única misión de recuperar a la mujer que fue su primer amor y con la que perdió la virginidad durante las fiestas locales. Este punto de partida, que no se aleja demasiado de cualquiera de los que tenían las muestras fílmicas de aquel subgénero llamado landismo (impulsado por y basado en el siempre magnífico actor Alfredo Landa) pero inyectándole el director a su producto una vivacidad que trasciende de la comedia típica española haciéndola ir varios pasos más allá.
Aquellos que dudaron de si el director de Gordos era capaz de controlar con solidez los resortes de un género tan complicado como el de la comedia andaban equivocados. Ya desde su prólogo Primos ofrece una interminable cascada de gags afortunados, humor inusualmente natural y nada forzado tan real que al espectador no le cuesta nada empatizar con las vivencias y barbaridades que los protagonistas llevan a cabo. Con la complicidad de un reparto acertadísimo y muy cercano Sánchez Arévalo consigue dotar a su criatura de vida, humildad, nostalgia, costumbrismo bien entendido sin caer en la escatología y la caspa.
El reparto es para ir enumerándolo uno a uno. Sánchez Arévalo ha conseguido un excelente plantel de intérpretes, pero también se nota la buena mano que tiene para la dirección de actores. Los tres primos están bordados por un Quim Gutiérrez que parece mezclar a Alfredo Landa con Woody Allen, Raul Arévalo esplendido como siempre haciendo de canalla con corazón y Adrián Lastra genial como el hipocondriaco e infantil primo José Miguel. A las chicas les dan vida mi paisana Inma Cuesta, encantadora y muy natural, una deslenguada y muy pasota Clara Lago y una Nuria Gago que cumple pero que tiene poco tiempo para lucirse. Luego está mi otro paisano, el habitual de la casa Antonio de la Torre, que vuelve a dar motivos para que se le tilde como uno de los mejores actores españoles contemporáneos. Su Bachi, el alcohólico ex dependiente de videoclub tiene momentos brillantes.
Con Primos Daniel Sanchez Arévalo consigue la convergencia entre comedia insultantemente graciosa y buen cine. Porque detrás de los gags, el humor y los chistes continuos se esconde una maravillosa apología por la nostalgia, la familia, la amistad, el amor y la libertad. Un producto hecho tanto para el niño que llevamos dentro como para el adolescente que una vez fuimos. Una oda a las fiestas de pueblo, a esa ilusión carente de problemas que teníamos cuando éramos críos, a los veranos, al tiempo perdido, a las primeras experiencias y desengaños. El cántabro se confirma como el mejor cronista que tenemos en este país a la hora de retratar nuestra sociedad. Aquella persona que quiera conocer la cara amable de la España profunda (para darse de bruces con la amarga que vea El 7ª Día, la fallida pero muy interesante cinta de Carlos Saura) que no se pierda Primos.
No me sentía tan plenamente identificado con una película española desde que vi El Camino de los Ingleses de Antonio Banderas. Y si alguien me hubiera dicho hace unos meses que una escena en la atracción de feria de El Barco Pirata y otra de tres primos interpretando como el culo una versión de una canción de Back Street Boys me iban a parecer dos de los pasajes cinematográficos más gratificantes de lo que llevamos de 2011 llegando ambos a ponerme un nudo en la garganta, me hubiera reído en toda su cara. Chapó señor Sánchez Arévalo, chapó.
joder, si ya tenia ganas de verla (el pueblo donde se desarrolla la accion, comillas, es donde nacio y se crio mi padre y donde vive gran parte de mi familia. imaginate), despues de leer tu critica estoy que reviento de ganas...
ResponderEliminarCuidado, mucha gente la ve y dice que no pasa de simpática, pero a mí precisamente por parecerme algo más que eso y haberme identificado tanto con los personajes me ha llenado mucho y emocionado bastante.
ResponderEliminartodos mis "contactos" dicen que esta genial, asi que... a ver si hoy la veo.
ResponderEliminarJa,ja,ja, en ese caso a verla y espero que la disfrutes tan to como yo o incluso más.
ResponderEliminarMe ha parecido divertidísima, entrañable,los personajes son cercanos y creibles, muy recomendable.
ResponderEliminarCorrecto? correctísimo.
Pfff a mí me ha encantado, y me siento identificado por varios motivos, tanto por el desengaño, como porque éste se ha dado después de ¡estar con mi pareja en Santander! Y no he estado en Comillas, pero me es muy familiar a cualquier pueblo cántabro, con sus verdes, su agüita a pie de calle, sus fiestas de verano y sus gentes. Muy similar a los que sí he podido visitar como Castro Urdiales, Laredo, etc.
ResponderEliminarAunque eso sí, yo no la consideraría como comedia, más que por un par de gags (aunque no soy mucho de reírme la verdad); para mí, como digo quizá por la identificación, es un retrato costumbrista de la madurez, ésa a la que sólo se llega a base de palos, aprendiendo lo que no queremos aprender, abriendo los ojos. Dejar de confundir la madurez con la seriedad, el amor con la dependencia. La verdad que me ha llegado de una manera que no me esperaba, iba más predispuesto a las risas que a la identificación. Supongo que quizá también haya sido el momento, pero eso es lo bueno de algunas películas, descubrirlas en el momento adecuado. :)
Tío Armin, te voy a imprimir el blog y ponérmelo como libro de cabecera, raro es no acertar con una peli que has recomendado. ;) Además eres mi foro particular para desbarrar tras el visionado. xD
Yo si la considero comedia, porque ciertamente me reí con ella de lo lindo cuando la vi en el cine (que la vi en sesión doble con esa maravilla llamada También la Lluvia) pero va más allá del típico humor constumbrista español como ya dije en la crítica. Hay un poso y una sensibilidad que en la actualidad y dentro de nuestro cine Sánchez Arévalo retrata como dios y yo al igual que tú me identifiqué profundamente con la historia y varios de los personajes (sobre todo el de Quim Casas)
ResponderEliminarHombre, me alegro de que mis recomendaciones te gusten y más si vas descubriendo ese buen cine que llevo diciéndote tiempo que existe y que está ahí escondido a la espera de que la gente lo descubra. Y aquí puedes venir a comentar las películas que veas, estás en tu casa.
Un saludo.