Título Original Torrente 5: Operación Eurovegas (2014)
Director Santiago Segura
Guión Santiago Segura
Actores Santiago Segura, Julián López, Jesús Janeiro, Alec Baldwin, Fernando Esteso, Carlos Areces, Angy Fernández, Anna Simon, Neus Asensi, Chus Lampreave, Florentino Fernández, Cañita Brava, Josema Yuste, José Mota, Santiago Urrialde, Falete, El Gran Wyoming
Sí amigos, el ex agente de la ley facha, racista, fan del atleti e incodicional del fallecido Fary, José Luis Torrente, está de vuelta para regocijo de unos y repugnancia de otros. El humor zafio, burdamente costumbrista, chusco y por qué no decirlo, efectivo, vuelve con una quinta entrega que nuevamente ha supuesto para su director, actor, guionista y productor un nuevo éxito de taquilla y, esta vez sí, un reconocimiento bastante más aceptable por parte de la crítica especializada. Para un servidor nos encontramos con la entrega más sólida argumentalmente (que no es decir mucho, si tenemos en cuenta el tipo de historias que narra el intérprete de El Día de la Bestia en esta saga) pero la más escasa en gags de humor efectivos, que haberlos haylos, pero no aparecen hasta bien pasado el primer tercio de metraje y en cantidad son bastante menos que en las anteriores cuatro entregas.
Año 2018, José Luis Torrente sale de prisión y se encuentra una España en la que Cataluña ha conseguido la independencia y unos vándalos ultrajan la tumba de el Fary entre otras fechorías. Con la ayuda de su fiel amigo Cuco y Jesusín, el primo de este último, buscará la colaboración de John Marshall, el supervisor de seguridad del principal casino de Eurovegas instalado en Madrid para robar el botín que atesora en su interior. Torrente conseguirá reunir a un grupo de "profesionales" para realizar el robo más grande de la historia de España y así huir con el dinero de un país que el ex policía no reconoce como suyo. Este es el punto de partida de la película y si bien no es nada del otro mundo parece un libreto escrito por David Mamet, los hermanos Coen o Charlie Kauffman si lo comparamos con el de las dos anteriores entregas de la franquicia.
Torrente 5: Operación Eurovegas es una parodia del cine sobre atracos de casinos, concretamente tanto de La Cuadrilla de los Once protagonizada por el mítico Rat Pack (Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr, entre otros) como de sus remakes en forma de trilogía contemporánea a manos de Steven Soderbergh y con actores de primera nivel como George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon o Julia Roberts en sus filas. Pero como es lógico con toda la trama pasada por el grueso filtro de la saga Torrente llenando dicha historia de incorrección política, escatología, referencias a la actualidad Española (o a su futuro inmediato, acertando en más de un detalle con sus predicciones desde el punto de vista del que suscribe) acción y bastante desenfreno, aunque en esta ocasión Santiago Segura ha querido volver sobre sus pasos casi hasta el origen de todo.
Porque esta quinta entrega es la que más cerca esta conceptualmente de aquella modesta y primigenia Torrente: El Brazo Tonto de la Ley con la que el madrileño pusiera la primera piedra de lo que más tarde sería la saga cinematográfica más exitosa y extensa del celuloide patrio. Posiblemente por ello Segura recupere a personajes como Amparito (Neus Asensi) o Remedios (Chus Lampreave) y ofrezca un sincero (y muy bien realizado) homenaje a ese Tony Leblanc que no faltó a ninguna de las cintas de la franquicia hasta que el pasado 2013 nos dejó. Tampoco se olvida de actores recurrentes en todo el recorrido de las correrías fílmicas de Torrente como Cañita Brava, Barragán, mis paisanos Bigotes y Dientes o los indispensables Andreu Buenafuente, Florentino Fernández o José Mota.
Por ello hay a lo largo del metraje más ambiente cutre y modesto (gran parte del film tiene lugar dentro del decrépito apartamento de la actriz de Volver o Mujeres al Borde de Un Ataque de Nervios en el que la banda de desarrapados trazan su rocambolesco plan para llevar a cabo el atraco) y menos aparatosidad formal en cuanto a tiroteos, persecuciones y explosiones, las mismas que se habían sobreutilizado desde Torrente 2: Misión en Marbella hasta Torrente 4: Lethal Crisis y que a pesar de estar cada vez mejor realizadas (recordemos que en la primera secuela era el cineasta Juanma Bajo Ulloa el responsable de rodar las secuencias más dinámicas en lugar del mismo Santiago Segura, que todavía no se veía con el suficiente oficio para ello) eran un complemento más para eludir una verdad irrefutable, la ausencia de un guión, no ya sólido, sino simplemente funcional.
Porque no se puede negar que Torrente 3: El Protector y su ya mencionada sucesora carecían totalmente de un hilo argumental mínimamente consistente para que todo el conjunto argumental del largometraje saliera a flote. Pero un perro viejo como Santiago Segura sabía que una factura cada vez más elaborada y un interminable desfile de cameos de actores, celebridades del famoseo más cutre y amigos de toda índole (los de la cuarta parte se sucedían cada dos minutos más o menos) camuflarían con bastante acierto la poca consistencia y el, en apariencia, no demasiado tiempo que habría dedicado a la escritura de los libretos que deberían de sustentar sus productos y que realmente se mostraban como una sucesión de gagas en sesión continua que aunque despertaban casi siempre la carcajada del espectador, también podrían considerarse como un engaño de cara a la platea. que parecía estar viendo más un programa televisivo de humor por sketches que una verdadera película.
Curiosamente esta quinta entrega es la que tiene el guión más elaborado desde Torrente 2: Misión en Marbella dentro de a naturaleza de un producto como este, que lógicamente es puro entretenimiento. Por primera vez en años el protagonista de Muertos de Risa tiene una historia consistente que contar y aunque la misma no tenga nada nuevo que exponer (ya hemos comentado anterioremente sus referentes cinematográficos previos) lo hace con la suficiente cohesión y profesionalidad como para jugar con acierto con un primario pero aceptable alarde narrativo con sorpresa final. El precio a pagar es el del humor, ya que esta quinta entrega se revela para un servidor como la menos graciosa de toda la saga, ya que durante la primera mitad del metraje da la impresión de que los chistes están mal rematados y pobremente planteados. Por suerte este fallo se va solucionando a lo largo del desarrollo de la trama y en la segunda parte de la cinta tenemos un buen puñado de gags y coñas que funcionan magníficamente.
También ayudan a que el humor vaya cogiendo consistencia un reparto en líneas generales muy acertado, del que sólo podríamos decir que lo hace, no ya mal, sino para no haberle pagado por sus servicios, el torero Jesús Janeiro "Jesulín" que consigue que la terrible labor de su ex mujer, Belén Esteban, en la anterior entrega parezca digna de Bette Davis. Pero son un Julián López que consigue que no echemos de menos al gran Gabino Diego, un Carlos Areces pletórico un Cañita Brava en su salsa, una macarra Angy, una brutal Mari Carmen (sin sus muñecos), un Fernando Esteso en su salsa (su momento con Andrés Pajares es para enmarcar) y un desprejuiciado y entregado Alec Baldwin que se suma a Espartaco Santoni, José Luis Moreno, Fanio Testi y Franciso para copar un puesto de honor en la galería de estrambóticos y atípicos villanos de la franquicia los que le dan el largometraje hecho a su creador. En papeles más cortos cumplen su cometido Bigotes y Dientes, Anna Simón y los cameos de Falete, Imanol Arias, el Gran Wyoming o Tomás Roncero como entrenador de la selección de fútbol de Cataluña regalan momentos de sorna más que considerable.
Esto es lo que hay con Torrente 5: Operación Eurovegas, señoras y señores, más de lo mismo pero con menos humor y más cine. Santiago Segura sigue dando de lleno con su creación y con ella pone (casi) punto y final a un 2014 en el que el cine español ha tenido sus mejores números en mucho tiempo gracias a obras como Ocho Apellidos Vascos, La Isla Mínima, El Niño o esta quinta parte de las andanzas del inefable José Luis Torrente que vuelve a mostrarnos la cara más sucia y retrógrada de nuestro país. Por el camino nos regala pasajes muy bien rematados (comparar la recreación del golpe y el resultado final del mismo es descacharrante) una labor técnica decente y un humor que aunque ha estado en mejor forma en cualquiera de las anteriores películas sirve para evadirnos durante algo más de 90 minutos de los problemas que el mismo director y protagonista se ocupa de retratar con brocha gorda, pero sin desatino, en la película que nos ocupa en esta entrada.