domingo, 5 de octubre de 2014

Sin City: Una Dama Por la Que Matar, la jungla del asfalto



Título Original Sin City: A Dame to Kill For (2014)
Director Robert Rodriguez y Frank Miller
Guión Frank Miller basado en sus cómics
Actores Mickey Rourke, Jessica Alba, Josh Brolin, Joseph Gordon-Levitt, Rosario Dawson, Bruce Willis, Eva Green, Powers Boothe, Dennis Haysbert, Ray Liotta, Christopher Meloni, Jeremy Piven, Christopher Lloyd, Jaime King, Juno Temple, Stacy Keach, Marton Csokas, Jude Ciccolella, Jamie Chung, Julia Garner, Lady Gaga, Alexa Vega, Patricia Vonne, Bart Fletcher, Billy Blair, Johnny Reno, Frank Miller





En el ya algo lejano año 2005 el cineasta nacido en Texas, Robert Rodríguez, consiguió algo más que realizar una adaptación de la saga de cómics Sin City escrita y dibujada por uno de los nombres más importantes del mundo del noveno arte, el norteamericano Frank Miller. También consiguió que el autor de Batman: El Regreso del Caballero Oscuro, Hard Boiled o Martha Wasington: Give Me Liberty debutara en la realización cinematográfica con esta fidedigna (hasta lo enfermizo) adaptación de la serie editada por el sello independiente Dark Horse. Del resultado de aquel sobresaliente experimento, que supuso una de las mejores películas del autor de la trilogía de El Mariachi o Abierto Hasta el Amanecer, ya hablamos en su momento dentro de las cuatro paredes de este santo blog. De modo que ahora toca hacerlo de la tardía secuela de reciente factura.




El fracaso en taquilla de Sin City: Una Dama Por la Que Matar y el escaso entusiasmo de la crítica que la pudo ver en el estreno han herido de muerte su, en principio, prometedora carrera comercial. Tal ha sido el batacazo que al igual que el anterior film de Robert Rodriguez (Machete Kills, secuela de aquella simpática Machete de 2010 que nació como fake trailer en la saga Grindhouse que el texano ideó junto a su inseparable amigo Quentin Tarantino) en algunos países, España entre ellos, será editada directamente en el mercado doméstico, ya sea en dvd o blu-ray. Un servidor ha podido ver ya esta secuela de Sin City y sería de necios afirmar que está a la altura de su predecesora, pero tampoco podemos hablar de una mala película o una secuela fallida, pero sí de un producto irregular con muchos aciertos que en ocasiones se alternan con decisiones equivocadas que le restan puntos si la analizamos globalmente como obra en su conjunto.




Sin City: A Dame To Kill For adapta el cómic del mismo título que supone el segundo arco editado en la colección allá por los años 90, también se incluye una historia corta corto titulada Otra Noche de Sábado sacada del recopilatorio Alcohol, Chicas y Balas, y el mismo Frank Miller ha escrito exclusivamente para la película dos nuevas historias a las que cuesta situar en el universo de Sin City, aunque formen parte del mismo, por más de un motivo que más tarde pasaremos a comentar. El desequilibrio se hace más que notorio cuando nos damos cuenta de que son los relatos adaptados del cómic los que realmente funcionan y los dos ideados para el largometraje los que no están bien rematados o inadecuadamente desarrollados aunque en ellos se note la mano de Frank Miller, por desgracia uno en horas bajas artísticamente hablando y por lo que hemos podido ver en imágenes de la Comic Con de San Diego también en lo que a salud se refiere.




La adaptación del cómic que tiene a Dwight McCarthy y Ava Lord como protagonistas es ejemplar en lo narrativo y casi perfecta en lo estético. Robert Rodriguez y Frank Miller vuelven a utilizar todos los recursos visuales y estilísticos que dieron tan buen resultado en la primera Sin City de 2005. La literalidad a la hora de extrapolar las viñetas en imágenes es de una solidez y ejecución para quitarse el sombrero. La adaptación de Otra Noche de Sábado es enfermizamente fiel hasta el punto de que las dos viñetas en las que los coches rodeaban el rostro de Marv se convierten en pantalla en un travelling circular que recorre el cuerpo del personaje al que vuelve a dar vida Mickey Rourke. La paleta de colores, el uso cromático del blanco y negro con breves pinceladas de azul, verde o rojo, la utilización de unos soberbios efectos digitales para crear de la nada una ciudad que huele a miseria, violencia, sexo y alcohol, todo funciona a las mil maravillas, puede que no con tanta rotundidad como en la primera película, pero sí con la suficiente eficiencia para no desmerecer al acabado artístico de aquella.




Al prólogo y la historia central que adapta el cómic de Frank Miller poco se le puede achacar. Los actores están muy bien elegidos, Josh Brolin hace un trabajo muy competente, dando el perfecto perfil de antihéroe noir, su actuación sólo se resiente cuando los directores toman la idea de ponerle la peor peluca de la historia cuando el personaje de Dwight se cambia el rostro por medio de la cirugía (tomando las facciones de un Clive Owen que debería haber retomado aquí su papel de la primera película una vez ha pasado por el quirófano, pero parece ser que dio una negativa a la hora de participar en el proyecto de la secuela) en la recta final del metraje de su historia. El cambio del tono de voz del protagonista de No Es País Para Viejos y la terrible rata muerta que le colocan en la cabeza no sólo hacen que echemos de menos al actor de Hijos de los Hombres, sino que también restan enteros al meritorio trabajo que el actor de Wall Street: El Dinero Nunca Duerme estaba llevando a cabo hasta ese momento.




Aunque nunca me la hubiera imaginado como Ava Lord (habiendo preferido un servidor entre las posibles candidatas tanteadas a la inglesa Rachel Weisz o la estadounidense Angelina Jolie, que se parecían físicamente más al personaje de las viñetas) le morbosísima actriz francesa Eva Green tiene grabadas las palabras femme fatale en la frente. La protagonista de Soñadores o 300: El Origen de Un Imperio está a la altura, dando vida a una mujer tan atractiva como manipuladora, tan apasionada como mentirosa, tan fría como peligrosa, condensando en su interesante anatomía todo el ideario algo machista y con cierto tono misógino de Frank Miller. Ella es uno de los mejores aciertos del largometraje y su rotundidad y sexualidad permiten que nos creamos que los hombres pierdan la cordura por ella y sus artimañas eróticocriminales.




Dentro de los secundarios tenemos a habituales de la casa como un Mickey Rourke que una vez más se lleva al gato al agua dando vida a esa descontrolada mole esquizofrénica pero leal llamada Marv. Aunque esta vez el maquillaje no está tan elaborado, el protagonista Manhattan Sur (Year of the Dragon) o El Luchador está tan metido en su personaje que nos los creemos en todo momento lo suficiente como para disfrutar de sus violentas correrías, Rosario Dawson como la dura Gail o Jaime King como las gemelas Goldie y Wendy. En las nuevas incorporaciones tenemos a Christopher Meloni en la piel del teniente de policía Mort y las breves apariciones de Ray Liotta como Joey, Juno Temple como Sally y un irreconocible Stacy Keach dando vida a Wallenquist, cuya exagerada caracterización está de más en la estética del film por muy fiel que sea a la de los cómics.





Pero incluso en esta primera historia encontramos uno de los fallos más destacados de Sin City: Una Dama Por la Que Matar y del que ya hemos dado algún detalle unos párrafos más arriba. El cambio de actores a la hora de dar vida a personajes que ya aparecieron en las varias historias que daban forma a la primera película. Evidentemente poco podremos quejarnos de que Dennis Haysbert  o Julia Garner ocuparan los lugares de los fallecidos Michael Clarke Duncan y Brittany Murphy a la hora de ofrecer cuerpo y voz a Manute y Marcie (aunque esta pertenece a la historia protagonizada pro Joseph Gordon.Levitt) respectivamente. Pero transformar a Michal Madsen en Jeremy Piven en el caso de Bob, o el de Jamie Chung por Devon Aoki  en el de Miho ha sido un error en ambos casos que da pie a una confusión que en ocasiones comparte tanto el espectador que ha leído los cómics como el néofito.




Esa desorientación se acrecienta cuando nos disponemos a analizar las dos nuevas historias que Frank Miller ha escrito para el guión de la película: La Larga Mala Noche y El Último Baile de Nancy Callahan. Ambas no desentonan con el estilo de Sin City, ya sea en páginas de papel o imágenes cinematográficas en movimiento, sus personajes parecen nacidos en el universo creado por Frank Miller alrededor de esa corrupta ciudad y el tono a literatura negra hiperbolizada se deja notar en todo momento. El problema es el pobre devenir de ambos relatos, el insuficiente desarrollo del de un magnífico Jospeh Gordon-Levitt al que da la réplica un crecido, con respecto a su breve aparición en la primera parte, Powers Boothe y la gratuidad del que tiene a una esforzada pero insuficiente (como siempre) Jessica Alba acompañada de un Bruce Willis metido con calzador para llevárselo calentito en un cheque, así como también el abrupto final con el que Rodriguez y Miller dan carpetazo a ambas tramas.





Estos dos relatos dejan claro algo que llevamos viendo desde hace años y que ya es una verdad inamovible. Frank Miller no es ni la sombra de lo que fue, ya sea escribiendo pobres (cuando no terribles) cómics como El Contraataque del Caballero Oscuro, All Star Batman & Robin o Holy Terror, rematando argumentos rudimentarios para secuelas de las adaptaciones de su obra al celuloide (300: El Origen de Un Imperio) o rodando largometrajes con los que mancilla, más que homenajea, la obra de ídolos suyos como el Will Eisner de The Spirit. Pero poco importa que Miller ya no sea un gran autor del mundo del cómic y que se haya transformado en un carca fascistoide en lo personal, es saber que posiblemente esté luchando con una enfermedad que puede arrebatárnoslo y desear un servidor que salga adelante y siga regalándonos (o no, ya poco tiene que demostrar) piezas como Daredevil: Born Again, Batman: Año Uno o Ronin.




Ha llegado tarde (casi diez años después que se hermana mayor) y no está todo lo bien rematada que debiera, a sus autores se les nota en pantalla las prisas por tener el proyecto a punto lo antes posible y eso se deja ver en las imágenes (ese deficiente montaje que confunde al espectador con distintas tramas temporales que hasta a los conocedores de los cómics nos puede llegar a dar dolor de cabeza para descifrar) con algunos fallos que alejan un poco a esta secuela de los destacados hallazgos visuales y conceptuales de su predecesora. Pero realmente Sin City: Una Dama Por la Que Matar no me ha decepcionado, atesora en su interior una puesta en escena que en ocasiones llega a las cotas de grandeza de la primera entrega, un reparto muy bien equilibrado con algunos cameos que son oro puro (Cristopher Lloyd, ese ídolo) y momentos de una fuerza que nos vuelven a agarrar por las solpas para llevarnos a rastras a esa ciudad corrupta hasta la médula en la que la vida no vale nada y sólo los fuertes sobreviven.


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