Título Original Avengers: Endgame (2019)
Director Anthony y Joe Russo
Guión Christopher Markus, Stephen McFeely, basado en los personajes de Stan Lee, Jack Kirby y Jim Starlin
Reparto Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo, Jeremy Renner, Brie Larson, Karen Gillan, Paul Rudd, Danai Gurira, Josh Brolin, Gwyneth Paltrow, Don Cheadle, Jon Favreau, Benedict Wong, Tessa Thompson, Bradley Cooper, Katherine Langford, Evangeline Lilly, Pom Klementieff, Elizabeth Olsen, Dave Bautista, Sebastian Stan, Chadwick Boseman, Letitia Wright, Benedict Cumberbatch, Anthony Mackie, Samuel L. Jackson, Zoe Saldana, Chris Pratt, Paul Bettany, Vin Diesel
Hace justamente un año Marvel Studios culminaba su primera década de vida como división cinematográfica de Marvel Cómics estrenando su mejor película. Vengadores: Infinity War marcó un punto de inflexión en el Universo Cinematográfico Marvel (UCM) cuando reunió a todos sus personajes para enfrentarse a la mayor amenaza de sus vidas, aquella que apareció por primera vez en la escena post créditos de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) y que en viñetas nació de mano del guionista e ilustrador Jim Starlin en el año 1973. Thanos, el Titán Loco, conseguía reunir las Seis Gemas del Infinito y vencer en combate a un nutrido grupo de superhéroes entre los que encontrábamos a los Vengadores, los Guardianes de la Galaxia, Spider-Man, Doctor Strange o Black Panther y sus aliados wakandianos, entre otros. Los hermanos Anthony y Joe Russo en la dirección y los habituales guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely se encargaron de llevar a buen puerto dicha empresa y el éxito se reveló descomunal.
Vengadores: Infinity War se convirtió en una de las mejores muestras del cine centrado en adaptar personajes del mundo del cómic al medio audiovisual y después de recibir alabanzas generalizadas por parte del fandom, el público generalista y la prensa especializada llegó a convertirse en la cuarta película más taquillera de la historia sólo superada por Avatar (James Cameron, 2009), Titanic (James Cameron, 1997) y Star Wars Episodio VI: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015) y en un hito dentro del celuloide superheróico. Después de su paso como una apisonadora por las carteleras Marvel Studios estrenó otros dos largometrajes más dentro de su Fase 3. Ant-Man y la Avispa o Capitana Marvel fueron una ligera cinta de acción con apuntes de comedia en el primer caso y una historia de orígenes muy competente cuya misión era, principalmente, presentar a esa Carol Danvers que estaba destinada a ejercer un rol importante en la cuarta entrega de las correrías cinematográficas de los “Héroes Más Poderosos del Planeta”.
Vengadores: Endgame llega a las pantallas de todo el mundo con el hype disparado hasta la estratosfera debido al triunfo sin paliativos de su predecesora y al blindado secretismo con el que Disney y Marvel Studios la han promocionado con unos trailers en los que se mostraba poco o nada de por dónde iba a transitar su trama. En lo referido a los profesionales detrás de su producción volvemos a encontrar a los hermanos Anthony y Joe Russo en la dirección, Christopher Markus y Stephen McFeely ocupándose de nuevo de la escritura y un reparto en el que sobresalen los supervivientes de la anterior entrega de la saga o lo que es lo mismo, un grupo formado por Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo y Jeremy Renner dando vida a los Vengadores originales del UMC a los que suman Brie Larson, Karen Gillan, Paul Rudd, Danai Gurira, Gwyneth Paltrow o Don Cheadle entre otros y, por supuesto, Josh Brolin repitiendo como la versión cinematográfica de Thanos. Nosotros ya hemos podido ver la última entrega de la franquicia construida por Kevin Feige y sus colaboradores. De manera que a continuación vamos a dejar nuestras impresiones sobre una superproducción que no va a dejar indiferente a nadie.
Vaya por delante que se antoja una tarea hercúlea realizar una reseña más o menos completa de Vengadores: Endgame sin incurrir en spoilers, ya que la película como tal es uno de proporciones gigantescas y enfrentarse a ella sin saber absolutamente nada de su trama la hace mucho más disfrutable. La última producción de Marvel Studios es un largometraje que a su vez se subdivide en otros tres, cada uno de ellos con un tono e intencionalidad diferente. Esas tres horas, que vuelan delante de un espectador incapaz de percibirlas como tales, tienen cada una de ellas su propia misión y mientras las dos primeras la cumplen sobradamente en casi todo momento, la última rebasa cualquier expectativa depositada en ella. El primer acto de Avengers: Endgame ejerce el rol de toma de contacto con la realidad después de lo acontecido en Infinity War, con los personajes asumiendo las incontables pérdidas producidas por el genocida chasqueo de dedos de Thanos mientras portaba el Guantelete del Infinito. El segundo utiliza una excusa narrativa para convertirse en un divertido autohomenaje, casi bordeante en la metaficción. El tercero es un clímax de sesenta minutos en el que Anthony y Joe Russo, junto a sus equipos artístico y técnico, utilizan toda la maquinaria cinematográfica de la que disponen para construir la mejor batalla superheróica de la historia del subgénero y a fe mía que lo consiguen.
Con esta estructura narrativa bien establecida el mayor fallo que un servidor puede sacar a la película es que esa división en tres bloques diferenciados acusa, como nunca antes, la naturaleza serializada, no sólo ya de Vengadores: Endgame, sino de todo el Universo Cinemtográfico Marvel. Por lo tanto a lo largo del metraje no son pocas las ocasiones en las que percibimos la obra como los últimos tres mastodónticos episodios de la temporada de una descomunal serie de televisión en vez de como un largometraje cuya autonomía, como por otra lado es lógico perteneciendo a un universo ficcional expandido, se antoja inexistente. También acusa la cinta de cierta irregularidad en el ritmo durante la mitad del metraje, justo cuando las distintas subtramas se bifurcan de manera más acentuada y cada una de ella debe tomar entidad propia, además de complementarse con las demás. Algo que el excelente guión de Christopher Markus y Stephen McFeely consigue en casi todo momento, pero dejando algunas aristas sin limar en lo referido a lo que pudo ser un perfecto ensamblaje y no lo es por muy poco. Más allá de esas carencias, del todo perdonables, cierto poca credibilidad en la ejecución de una de las escenas más emocionales centrada en dos personajes y un abuso del deus ex machina en la recta final, un servidor no encuentra más fallos en Vengadores: Endgame y los que he mencionado no empañan en absoluto la experiencia de verla en pantalla grande.
Porque sí, es cierto aquello ya comentado por redes y medios especializados. Vengadores: Endgame es una carta de despedida a los primeros diez años de vida de Marvel Studios y a su vez otra de bienvenida a lo que esté por llegar tras ella. Esta naturaleza autoconsciente y con propensión al homenaje interno convierten la última aventura de los Vengadores en una oda a ese microcosmos ficcional construido sobre más de una veintena de largometrajes desde que Iron Man (Jon Favreau, 2008) diera el pistoletazo de salida. Esta cariñosa palmada en la espalda que Kevin Feige y los suyos se dan a sí mismos también se hace extensible al público, habiendo conseguido la proeza de empatizar, no ya con los lectores de cómics que alucinamos la primera vez que vimos a los personajes de las viñetas creados por Stan Lee y Jack Kirby reunidos en imagen real por obra y gracia de Joss Whedon en 2012, sino también con ese público generalista ajeno al arte secuencial que ha encontrado y disfrutado su “Universo Marvel” en el medio cinematográfico desde que el Tony Stark de Robert Downey Jr. hiciera por primera vez acto de presencia en la cinta que narró su origen superheróico. Esa conexión con todo tipo de espectadores es una muestra más del triunfo de la compañía perteneciente a Disney y lo perfectamente bien que funciona como maquinaria.
Siendo consciente de esto podemos afirmar que a lo largo de las tres horas de metraje de Vengadores: Endgame encontramos la cantidad más ingente, descarada, brutal, continuada y disfrutable de fandom vista en mucho tiempo. Evidentemente este se concentra en las dos últimas horas de metraje, pero desde los primeros compases de la película las pequeñas pildoras a modo de referencias a los cómics, cameos de personajes y easter eggs semiocultos desfilan delante de nosotros. En el proceso la sonrisa cómplice desde la platea, las risas y carcajadas, o alguna que otra lágrima van interactuando con una trama, puede que demasiado condescendiente con el fan, pero casi siempre con un anclaje aferrado a la lógica interna del relato. Más de diez años y dos decenas de películas dan su fruto y ante una obra de transición como esta se antoja inevitable la preocupación por la posible defunción de este o aquel personaje al que llevamos siguiendo desde que el Universo Cinematográfico Marvel puso sus primeras piedras. Anthony y Joe Russo en la dirección y Christopher Markus y Stephen McFeely al guión son conscientes de ello y como veteranos en la franquicia y grandes conocedores del subgénero saben qué teclas deben pulsar para que todos caigamos rendidos a sus pies, siempre quedándonos con ganas de más.
Mención de honor para la inevitable batalla final, la más espectacular que un servidor ha visto en una pantalla desde la de Morannon (Puertas Negras) en El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (Peter Jackson, 2003) a la que hace referencia en algunos pasajes. En este clímax final todos los implicados en Vengadores: Endgame, desde los directores y guionistas pasando por los diseñadores de vestuario, maquillaje o efectos especiales y llegando a todos los actores del reparto o especialistas en escenas de riesgo, echan el resto siendo conscientes de que el cierre de este largometraje es un punto y aparte en el proyecto en el que llevan años implicados. Por eso mismo todos y cada uno de los personajes, principales y secundarios, tienen, individual o colectivamente, su parcela de lucimiento y su secuencia épica. Sesenta minutos convertidos en una enorme splash page ilustrada a medias por el elegante trazo de reminiscencias clásicas de George Pérez y la vanguardia con aroma a blockbuster de Bryan Hitch. Por descontando todo el reparto brilla en esta contienda de proporciones cósmicas, pero son dos personajes en concreto los capaces de refulgir en pantalla y ser el centro de algunos momentos que, pese a quien pese, serán recordados por las actuales y futuras generaciones que han encontrado en el cine de superhéroes del SXXI lo que otros de nosotros en sagas como la trilogia original de Star Wars o la, ya citada, de El Señor de los Anillos, por poner dos ejemplos similares.
No voy a afirmar, como ya he leído en bastantes redes sociales y webs especializadas, que Vengadores: Endgame es la mejor superproducción de la historia del cine, la cumbre del celuloide comercial y una obra maestra incontestable ya desde su mismo estreno, porque sinceramente no creo que lo sea. En cambio sí estoy seguro que, al igual que sucedía con Vengadores: Infinity War, marcará un punto de inflexión dentro de esta enorme nueva ola del subgénero con el que Marvel, DC y otras editoriales han encontrado el filón de adaptar sus historias al medio cinematográfico y televisivo. La película de Anthony y Joe Russo cierra una etapa, pero abre otra llena de posibilidades finiquitando varias subtramas, aunque dejando otras en el aire para las futuras películas y series que están por venir. Aunque teorícamente Spider-Man: Lejos de Casa supondrá el cierre de la Fase 3 sería raro que el film de Jon Watts, con una aparente naturaleza más ligera según su tráiler, no fuera algo más que un epílogo. Por ello podemos considerar Avengers: Endgame como el brillante, espectacular, épico, crepuscular e imperfecto cierre para una etapa con la que hemos disfrutado de la traslación a imagen real de muchos de nuestros iconos favoritos de la Casa de las Ideas. En el trayecto hemos despedido a algunos amigos, incluso a Stan Lee o Steve Ditko, pero también damos la bienvenida a otros, viejos conocidos o no, que mantendrán encendida la llama de un universo cinematográfico que hace algo tan sencillo y noble como ofrecer puro entretenimiento.