Título Original Pet Sematary (1989)
Directora Mary Lambert
Guión Stephen King, basado en su propia novela
Reparto Dale Midkiff, Fred Gwynne, Denise Crosby, Brad Greenquist, Michael Lombard, Miko Hughes, Blaze Berdahl, Susan Blommaert, Mara Clark, Stephen King
Seis años tardó en ser llevada al medio cinematográfico la novela Cementerio de Animales, de Stephen King, algo poco usual en relación con el autor de Maine si tenemos en cuenta que Hollywood ha llegado a comprar los derechos de algunos de sus trabajos incluso antes de llegar a las librerías. Aquel 1989 fue el elegido para que Paramount Pictures llevara a la gran pantalla las trágicas desventuras de la familia Creed, y sus directivos lo consiguieron pagando tan sólo 10.000 dólares a King, aunque este impuso algunas condiciones para pasar por caja. Entre ellas que el rodaje se llevara a cabo en Maine, cerca de la casa del escritor, para que él pudiera ser parte activa de este, o que el mismo se encargara en solitario del guión del largometraje para ser lo más fiel posible a su obra literaria. King ya había escrito los libretos de varios films para otros directores, siempre relacionados con traslaciones audiovisuales de sus libros o derivados, como Creepshow, Los Ojos del Gato, Miedo Azul (Silver Bullet) e incluso el de su única incursión en la dirección, aquella entrañablemente penosa La Rebelíón de las Máquinas (Maximum Overdrive), de manera que este era un mundo no ajeno para su persona. El primer cineasta asignado para el proyecto fue el mítico George A. Romero, buen amigo de King, pero las desavenencias con los productores acabaron haciéndole desocupar la silla del director. Tomaría su lugar Mary Lambert, reputada directora de videoclips para estrellas como Madonna, Janet Jackson, Rod Stewart o Chris Isaak.
Dale Midkiff y Denise Crosby como el matrimonio Creed, Miko Hughes y Blaze Berdahl dando vida a los niños, Gage y Ellie, Fred Gwynne en la piel del afable vecino, Jud Crandall, o Brad Greenquist ofreciendo voz y físico al malogrado Victor Pascow forman el reparto principal del film. Cementerio Viviente, como se tituló la película en España, no sólo es una traslación escrupulosamente fiel de la novela del autor de Apocalipsis (The Stand) o Los Tommyknockers, también es una muy competente cinta de terror poseedora de no pocos pasajes lo suficientemente efectivos para haberla convertido con el paso del tiempo en toda una obra de culto. En lo referido a los cambios con respecto al libro son pocos y la mayoría de escasa importancia, siendo la eliminación del personaje de Norma Crandall, esposa de Jud, el más relevante. El suicidio de la empleada del hogar Missy Dandridge, inexistente en la obra escrita, la ausencia de roles con cierto peso en las páginas, como el de Steve Masterson, una mayor presencia de Victor Pascow y sólo alguna modificación más serían dignas de mención dentro de un libreto que, como hemos apuntado, se ciñe enfermizamente a su base literaria.
A pesar de ser un producto notablemente modesto Cementerio Viviente funciona gracias a la eficiencia y simetría con la que sus equipos técnico y artístico trabajaron de manera conjunta. El guión de Stephen King no sólo funciona como adaptación exacta de su novela, también consigue captar la esencia de aquella ofreciendo impresionantes y potentes pasajes de terror puro, pero siempre sustentados en el drama experimentado por sus protagonistas, especialmente el de Louis Creed. Aquella dialéctica del libro sobre cómo el ser humano puede verse superado por la pérdida, brutal y prematura, de un ser querido es brillantemente capturada por la labor de King y exteriorizada por un reparto en el que repararemos un poco más adelante. Los personajes están adecuadamente definidos gracias a que el guionista sabe medir los tiempos marcando un ritmo adecuado, siempre dinámico, pero permitiendo a los roles interactuar entre sí y con ello difinir unos perfiles reconocibles, cercanos, terrenales, con los que se antoja inevitable una contrastada empatía posteriormente utilizada como arma arrojadiza contra el espectador.
Mientras el guión se ocupa del lado humano del relato Mary Lambert es la responsable de dar empaque técnico y visual a la propuesta. A pesar de ser una profesional curtida en un mundo regido por la realización y el montaje de la escuela Mtv, Lambert elude en todo momento entregar su impronta al efectismo gratuito o la imaginería artificiosa. Su puesta en escena exhala en casi todo momento un clasicismo y una sencillez capaces de jugar a favor de la historia y salvo algún efecto especial, envejecido por el paso de los años, su labor es más que encomiable. La dirección de fotografía a manos de Peter Setein y el impecable diseño de producción consiguen transmitir una atmósfera impía y corrupta con epicentro desdoblado entre el cementerio de animales y el de los indios Micmac, extendiéndose este a su vez por el resto de localizaciones e incidiendo especialmente en la casa de Jud, cuya dirección artística ofrece empaque a las situaciones más terroríficas allí acaecidas. Sería imposible enumerar la cantidad de secuencias impactantes ofrecidas por Lambert, las mejores de una mediocre carrera cuyo declive llegó sólo tres años después, precisamente con Cementerio Viviente 2.
Los actores elegidos para interpretar a Louis y Rachel Creed son dos intérpretes no muy destacables, con inclinación a la inexpresividad y cuestionable carisma. Pero por suerte ambos se entregan a la cusa confiando en el guión propuesto por King y la mano de Lambert detrás de las cámaras. Dale Midkiff lleva, como también sucedía con su personaje en la novela, casi todo el peso de la narración pudiendo contarse con los dedos de ambas manos lo pasajes del largometraje en los que no hace acto de presencia. Denise Crosby, nieta de Bing, hace lo propio dejando constancia de la vulnerabilidad exigida por su rol. A ellos se suman la pequeña Blaze Berdahl, ayudada por su hermana gemela en algunas escenas, como la clarividente Ellie, un inolvidable e intimidante Brad Greenquist en la decrépitca y descompuesta piel de Victor Pascow o un no menos escalofriante Andrew Hubatsek interpretando a Zelda, la fallecida y deforme hermana de la protagonista. Michael Lombard y Mary Louise Wilson como los padres de Rachel y suegros de Louis o los distintos gatos que dan vida a Church se suman al buen hacer de un casting cuyos mejores valedores resultan ser el miembro más joven y el más anciano del mismo.
Aunque a lo largo de su extensa carrera intervino en decenas de películas y series de televisión el rostro de Fred Gwyne se haría famoso a nivel internacional dando vida a Herman, el padre de la famosa Familia Munster. No sabemos a ciencia cierta si el mismo Stephen King intervino en la elección del veterano intérprete para dar vida a Jud Crandall, pero la misma fue uno de los dos mayores aciertos dentro del equipo artístico de Cementerio Viviente. Pareciera como si el personaje de la novela hubiera sido arrancado de sus páginas con su amabilidad, fuerza o vitalidad y hubiera sido regado por el actor de Atracción Fatal con cerveza, nicotina y un acento elaboradísimo ofreciendo una labor superlativa a la hora de insuflarle vida. Su brillante trabajo sería el único verdaderamente remarcable en el film si no fuera por la presencia de un Miko Hughes de tan sólo dos años de edad cuya impresionante espontaneidad y naturalidad enamora a la cámara antes y después de haberse convertido en uno de los muertos vivientes más perturbadores, y a la vez tiernos, de la historia del cine de terror. De hecho su carrera sigue en activo a día de hoy y nunca ha vuelto a ofrecer una composición mejor que la del pequeño Gage Creed.
A pesar de haber mejores adaptaciones de novelas de King al medio audiovisual la de Pet Sematary mantiene el encanto de ese tipo de cine carente de pretensiones y con espíritu de videoclub. Las apariciones de Victor Pascow, Zelda, Church o un zombieficado Gage Creed pueblan numerosos pasajes de una cinta repleta de aciertos y que hoy todavía conserva gran parte de la fuerza de sus imágenes, revelándose en pleno 2019 como una pieza aún inquietante con un puñado de secuencias de alto voltaje. La conjunción del saber hacer de su directora, Mary Lambert, la solidez del guión escrito por Stephen King y la profesionalidad con la que el reparto acometió su labor delante de las cámaras hicieron de Cementerio Viviente un producto de una contrastada dignidad que, al igual que otras producciones basada en libros del novelista de Maine, como Carrie, El Resplandor, Misery o Salem’s Lot impactó a toda una generación todavía hoy recordándola con cariño y nostalgia. Pero, como comentamos previamente, sólo tres años tuvieron que pasar para que su realizadora manchara el buen nombre de la familia Creed y sus desventurados últimos días de vida.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.
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