lunes, 29 de junio de 2009

Ararat, celuloide en pos de la memoria histórica


Título Original: Ararat (2002)
Director: Atom Egoyan
Guión: Atom Egoyan
Actores: Charles Aznavour, Christopher Plummer, Elias Koteas, Eric Bogosian, Arsinée Khanjian, Brent Carver, Marie-Josée Croze, Bruce Greenwood, David Alpay




Ararat
, del director canadiense Atom Egoyan aborda un tema tan espinoso como olvidado, el genocidio del pueblo armenio por parte de los turcos en el año 1915, durante la primera guerra mundial. El realizador de El Viaje de Felicia que nació en El Cairo y es de origen armenio, habla de tal hecho histórico de la manera más inteligente posible, no mostrándolo por medio de una cinta de época, sino utilizando un exquisito juego de espejos argumentales.




Ararat
es un iteligentísimo ejercicio de metalenguaje, Egoyan se sirve del subgénero de cine dentro del cine para mostrar su compleja visión de una barbarie conocida por muy pocos y que se cobró la vida de casi un millón de personas, tomando como inspiración la lírica y gélida belleza que Theo Angelopoulos imprimió a su magistral La Mirada de Ulises, el canadiense construye uno de sus films más personales y profundos.




Egoyan siempre es un maestro a la hora de condensar los sentimientos que transmiten sus films, se pudo ver en esa obra maestra llamada El Dulce Porvenir, que por medio de la contención retrataba almas desgarradas por la mayor de las tragedias, y se vuelve a mostrar en Ararat, se le agradece al cineasta que tocando un tema tan cercano para él no se deje llevar por la lágrima fácil y el sentimentalismo, aunque sí se detecta una aire revanchista y de resentimiento para con el pueblo turco, que en cierto momento descompensa la denuncia del film por no dar una visión objetiva de los hechos, que no necesitan ser subrayados, hablan por sí solos.



El único fallo de la obra es que el director que interpreta el cantante francés Charles Aznavour (un émulo del mismo Egoyan en la ficción), muestra un a altanería y presuntuosidad que producen rechazo, los pocos momentos discursivos del film los protagoniza este personaje que sería una muestra palpable del carácter soberbio que el mismo Egoyan tiene de sí mismo como cieneasta superior, muy comprometido y capaz de mirar por encima del hombro a uno de los actores (el grandísimo Elias Koteas) que trabajan con él por el simple hecho de no comprender el mensaje que su obra trata de transmitir.




Egoyan dio un enorme paso como autor con Ararat, su octavo film posee momentos de gran cine, (la escena en la habitación a oscuras con las bobinas de la película es inolvidable o la última conversación de un impagable Christopher Plummer con su hijo), su mensaje es necesario y de hondo calado. Tristes son aquellos que piensen aún que el cine solo sirve para entretener a las masas, cintas como la que nos ocupa dan voz a los callados, aliento a los maltratados, encumbran el acto de contar historias al nivel del arte, y hacen perdurar esa memoria histórica, que necesitamos tanto como el acto de respirar, por mucho dolor que produzca el rememorar el simple acto de coger las manos de una madre que va a ser inmortalizada en un maravilloso lienzo creado desde la impotencia, el miedo y la perdida.


Tiburón, bajo aguas tranquilas


Título Original Jaws (1975)
Director Steven Spielberg
Guión Carl Gottlieb y Peter Benchley, basado en la novela de este último
Actores Roy Scheider, Richard Dreyfuss, Robert Shaw





Tiburón supuso una de las primeras muestras del inmenso talento de Steven Spielberg como creador de cine de entretenimiento con verdadera calidad (años más tarde demostraría que era un sólido autor cinematográfico, pero de eso hablaremos en otro momento), corría el año 1975, el film fue un enorme boom, barrió en las taquillas, se llevó 3 Oscars, (montaje, sonido y banda sonora original) y acojonó a medio mundo dejando el verano de ese año vacías incontables playas alrededor de todo el globo.





Jaws triunfa ya desde sus primeros compases por el simple y certero hecho de estar rodada con nervio puramente hitcockchiano, la tercera película de Spielberg tiene una estructura argumental idéntica a la de Los Pájaros, la mítica cinta del director inglés. El suspense está presente desde el primer minuto, con un continuo in crescendo, pero siempre mostrando lo mínimo al escualo asesino (que sí da la cara al ir acercándose el desenlace del film), sugiriendo las escenas de los ataques del mismo y dando una importancia cromática al color rojo de la sangre.







La dirección de Spielberg dejaba ver con claridad que lo suyo no era normal. El judío es capaz de convertir una simple toma con travelling en un plano que muta en un mismo encuadre, muestra un oficio inusitado para la intriga siendo un realizador con solo dos cintas en su haber y se hace grande por medio de la imaginación ante el handicap de poseer un presupuesto más bien escueto. El reparto ajustado, pero llevado con acierto, un atlético Roy Scheider, un novato Richard Dreyfuss (que repetiría en varias ocasiones con el director) y un Robert Shaw cuyo personaje es una actualización del obsesivo capitán Ahab que protagonizaba la novela Moby Dick, escrita por el americano Herman Melville. El guión adaptado de la novela de Peter Benchley mantiene una excelente mezcla entre drama, suspense y humor, eso sí, mi única queja se la lleva la sobrevalorada partitura del gran John Wiliams, la parte dramática es colosal (que unas mínimas notas musicales produzcan terror es algo que no se ve hoy en día) pero cuando da al score un tono más aventurero yo creo que hace que la música desentone con las escenas a las que acompaña en el film.




Jaws (una de las pocas veces que el título puesto en España a un filme extranjero me parece más acertado que el original) supuso el nacimiento de los blockbusters y la primera muestra (al menos en cine, El Diablo Sobre Ruedas era una cinta para la tv) del desbordante talento de un director que a pesar de sus defectos siempre estará en la élite de los mejores autores que jamás haya dado el séptimo arte. Una película casi perfecta que desde la más humilde de las modestias cambió el lenguaje del cine comercial para siempre.



domingo, 28 de junio de 2009

Casual Day, la monotonía de un dia de trabajo


Título Original Casual Day (2007)
Director: Max Lemcke
Guión: Daniel Remón y Pablo Remón
Actores: Juan Diego, Luis Tosar, Javier Ríos, Estíbaliz Gabilondo, Alberto San Juan, Álex Angulo, Secun de la Rosa, Malena Alterio, Marta Etura.


En España somos artífices de un tipo de comedia que sin llegar a ser del todo inteligente, sí es poseedora unas caracterísitcas paródicas lo suficientemente sólidas como para ser considerada un subgénero de cine cómico con un mínimo de pretensiones más allá de la típica cinta de humor constumbrista o adherida al innecesariamente denostado Landismo. La creación de esta rara avis dentro de nuestro país se la debemos al impagable dúo Luis Gracía Berlanga y Rafael Azcona, autores de gran cantidad de cintas que se dejaban influenciar por el teatro del absurdo de Miguel Mihura o la sátira social quevedeiana, Casual Day, la ópera prima del madrileño Max Lemcke, le debe la vida al binomio formado por el cineasta valenciano y el guionista logroñes, pero paradójicamente se queda a años luz del tipo de cine que estos dos señores hacían cuando trabajaban juntos.




Casual Day comete el segundo pecado mortal dentro del cine (el primero es aburrir), dejar completamente indiferente al espectador, todo es correcto en la cinta de Max Lemcke, un excelente reparto con vacas sagradas como Juan Diego, Álex Angulo, Alberto San Juan o Luis Tosar y una pequeña muestra de la nueva ola de actores, realmente solventes, como Secun de la Rosa, la encantadora Estíbaliz Gabilondo o la menos encantadora pero mejor actriz Malena Alterio; los diálogos son creíbles y la dirección correcta, pero la estructura del guión es anodina y no depara ninguna sorpresa durante el metraje al espectador, que espera en todo momento algún arranque de brillantez que nunca acaba de llegar.





La visión ácida sobre las relaciones entre empleados, el arribismo de unos y la excesiva inocencia de otros y el análisis sobre las paupérrimas condiciones de trabajo en las que se encuentran hasta personas preparadas y formadas para una profesión importante se deja notar, pero no hay chispa, el humor está demasiado contenido y las escenas alejadas de la comedia lastran mucho el film y lo convierten casi en un drama de poco calado, el potencial de la historia está latente pero nunca llega a desarrollarse por lo apático del devenir de la trama.




Hay algunos momentos logrados, el inicio del film con las dos chicas hablando, la obsesión del personaje de Secun de la Rosa con la estatua del oso, la parte del Paintball (realmente desperdiciada), la del filete poco hecho y algunos momentos de Alex Angulo con Arturo Valls, pero si hay que destacar algo bien hecho en Casual Day es la interpretación de mi paisano Juan Diego que se come al resto del reparto y el film de pies a cabeza.




En su momento la prensa especializada de nuestro país la recibió con muy buenas maneras, por mí pueden mear haciendo el pino. Casual Day no deja de ser un proyecto desaprovechado que podía haber sido una excelente comedia, pero que se queda en un film tan monótono como un día de trabajo. Antes que la cinta de Lemcke yo recomendaría ver episodios de The Office como Beach Games o por raro que parezca, una película inglesa, que por medio del gore y el humor negro, hace una lectura del mismo mensaje que la cinta que nos ocupa, entreteniendo, haciendo reír y transmitendo al espectador algo más que indiferencia.


jueves, 25 de junio de 2009

El Truco del Manco, a tientas, coño, si hace falta te levantas y avanzas



Título Original El Truco del Manco (2009)
Director Santiago A, Zannou
Guión Santiago A. Zannou e Iván Morales
Actores J. M. Montilla "El Langui", Ovono Candela, Javier Iglesias Bustamante, Elio Sagües





El cine español es normalmente acusado de dedicarse casi en su totalidad a realizar comedias constumbristas o chuscas (qué mal digirieron muchos de nuestros cineastas la picaresca de Cervantes, el esperpento de Valle Inclán o los entremeses y sainetes de Arniches, por dios), cine de la guerra civil o dramas urbanos.




Este último género, unas veces más y otras menos, normalmente siempre nos da buenos resultados, la ópera prima de Santiago A. Zannou protagonizada por El Langui, cantante del grupo de Hip Hop español La Excepción afectado por una minusvalía que le dejó semiparalizados brazos y piernas desde su infancia, se adscribe a este estilo de cine y no es una muestra buena del mismo, es posiblemente de las mejores jamás rodadas.



El Truco del Manco es un retrato de la miseria, los barrios más desfavorecidos y los desheredados que habitan en el extraradio barcelonés, un fresco de la España real, en la que conviven drogadictos, mafiosos, pandilleros y ladrones, la que se muere de hambre sin que ningún gobierno de derechas o izquierdas haga nada por ella.





Zannou, que es de origen africano, refleja en el film vivencias propias y prestadas de familiares y amigos (gitanos, negros, árabes) durante su infancia en Carabanchel y su adolescencia en Barcelona. Su dirección es magistral para un debutante, el mismo realizador habla de Los Olvidados, el clásico del maestro Luis Buñuel, como inspiración, aunque yo personalemente veo más a Ken Loach y al Mathieu Kassovitz de El Odio, su guión es excelente así como los conseguidísimos diálogos.




Del reparto (no había visto uno que en general estuviera tan natural y conseguido en nuestro cine desde El Bola de Achero Mañas) destacan los dos protagonistas. Lo de El Langui es bestial, desde la primera escena de la bañera (que abre el film y te da la primera en la cara con fuerza) el tío se entrega de manera sobrehumana, su papel huele a autobiografía a kilómetros y hace que el Mickey Rourke de The Wrestler parezca artificial, el amigo de Carabanchel se llevó dos Goyas, al mejor actor revelación y a la mejor canción original, es solo verlo gritar, reír o cabrearse y el tipo transmite una increíble sensación de autosuperación y unas sinceras ganas de vivir, pero que nadie se coma de vista al desconocido Ovono Candela, que le da la réplica al amigo Juan Mamuel de manera soberbia y hace un trabajo magistral, su visita al camello es de lo mejor de la cinta.




El Truco del Manco es un excelente, crudo y muy sincero drama social a ritmo de hip hop, que incluso supera a obras del mismo estilo, tan memorables, como 7 Vírgenes de Alberto Rodríguez o Barrio de Fernado León de Aranoa. El Cuajo y Alfredo nos muestran que nunca hay que dejarse vencer, que por mucha mierda que nos hagan tragar, por mucho barro por el que nos quieran arrastrar y por muy jodido que esté este mundo hay que resistir y no dejarse vencer, si te tumban y caes, aunque sea a tientas nunca dejes de mirar al frente y persistir.






Me da mucha pena que Nacho Vigalondo no se llevara el Goya al Director revelación por su excelente e infravaloradísima Los Cronocrímenes, pero me deja muy tranquilo que el mismo recayera en las manos de Zannou por el extraordinario y necesario trabajo que hace en esta El Truco del Manco, que se confirma por ahora como mi película española favorita del 2009.


miércoles, 24 de junio de 2009

Mentiras y Gordas, sin anfetas no hay paraíso


Mentiras y Gordas (2009)
Director: Alfonso Albacete y David Menkes
Guión: Alfonso Albacete, David Menkes y Ángeles Gonzalez Sinde
Actores: Mario Casas, Ana de Armas, Hugo Silva, Alejo Sauras, Miriam Giovanelli, Ana Polvorosa, Yon González.



El cine español debuta en Transgresión Continua. Podría hablar de Luis Buñuel, Juan Antonio Bardem o Luis García Berlanga, maestros atemporales de nuestro panoroma cinematográfico o de jovenes talentos como Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró o Juan Carlos Fresnadillo, pero a quién le importan esos vejestorios y mindundis, pudiendo hablar del último boom del celuloide patrio, la película que ha reunido a más de cuatro millones de jóvenes ávidos de buen cine e historias interesantes frente a la pantalla grande para ver Mentiras y Gordas, la sexta película del dúo Alfonso Albacete y David Menkes detrás de la cámara, repleta de estrellas de nuestra televisión como protagonistas.



A los 5 minutos los directores nos lo dejan claro, cuando Hugo Silva le dice a Ana de Armas cuanta mierda se ha metido en el cuerpo, no hay persona humana, no inventada por la mente de Irvine Welsh claro está, que sea capaz de meterse entre pecho y espalda en un día todas las sustancias estupefacientes que dice el personaje, y ella le corresponde con un polvo (el primero de muchos) en el que la guapa cubana exclama diálogos como chúpame las tetas, lámeme los pezones o méteme los dedos, ya sabemos lo que nos espera, un desfile de drogadicción y sexo, pero también se nos deja entrever que la historia que nos espera no va a tener mucho sentido o más bien ninguno.



Voy a pasar pronto de la dirección y el guión, porque son inexistentes, si alguien me dice que los amigos Alfonso y David estaban dormidos mientras miraban el combo durante el rodaje me lo creo y si me cuentan que en verdad no había guión y que los actores iban improvisando sobre la marcha, porque no exista una trama central y los diálogos pretendidamente realistas se muestran en todo momento impostados, también lo aceptaría, pero es una pena que nuestra excelentísima ministra de cultura, que a pesar de tener más tonterias que el bolsillo de Doraemon mostró mucho oficio como escritora en La Buena Estrella, Las Razones de mis Amigos o Todos Estamos Invitados, esté en los créditos de este film como guionista.



Ahora vamos a lo que importa y lo único interesante del film, el reparto, antes que nada decir que en mayor o menor medida todos los actores tienen algo de mérito por intentar sacar adelante personajes que son artificio puro, estereotipos maniqueos como el gay que se enamora de su amigo hetero, la lesbiana primeriza, el músico drogadicto, la camella con sentimientos y demás lindezas mil veces vistas y con más acierto que en la cinta que nos ocupa, intentar mantener en pie tales despropósitos ya es un acto encomiable por parte del plantel de intérpretes.



Vayamos por partes: Mario Casas como siempre no convence, pero ha tenido un par de huevos en enzarzarse con un papel como este, porque le deben estar lloviendo cada vez que salga a pasear por la calle una cantidad de improperios de corte homófobo que el chaval debe estar un poco hasta los mismos, Yon González igual que en El Internado, muy creíble y natural, este muchacho me parece un interesante hallazgo como actor, Hugo Silva hace lo que puede con la mierda de papel que le regalan, cuando le den buenos personajes (a ver que tal se defiende en esa Agallas junto al gran Carmelo Gómez) demostrará sus dotes como el resuelto interprete que es, pero por ahora no, Alejo Sauras y Miriam Giovanelli son los únicos que despiertan algo de simpatía por lo estúpido de su historia, el hace el tonto y ella es muy dulce, poco más, Ana de Armas no está muy bien que digamos pero está tan rematadamente rica que yo le perdonaba hasta el genocidio a la chica, de Maxi Iglesias ni hablo porque su papel es tan insulso, prescindible y sale tan poco delante de la cámara (de espaldas ya es otra cosa) que da vergüenza ajena su presencia en el film, Ana Polvorosa demuestra que está desperdiciada haciendo de poligonera en Aída y que cuando la encarrilen en condiciones podrá llegar ser una actriz bastante decente, también destacar que Duna Jové (Compañeros) y Marieta Orozco (Barrio) y sus correspondientes y horribles voces estaban mejor en el olvido y esperemos que vuelvan al mismo lo antes posible, por último no olvidar a Asier Etxeandia y su pintas que mezclan al Michael Wincott de El Cuervo, el Peter Mullan de Trainspotting y Marilyn Manson, verlo para creerlo.



Entre tanto polvo y desenfreno Mentiras y Gordas no es nada más y nada menos que un muy conservador y simplista cuento lleno de moralina hasta las trancas, como nos deja claro ese horrible y ridículo final en el que los actores están muy entregados (a González parece que la va a dar un tabardillo) pero que la combinación de música e imágenes (horrible durante todo el film) acerca más al ridículo que a la tragedia. Albacete y Menkes, y Miguel Bardem que dirigía junto a ellos, que se mostraron en su dos primeros films (Más que Amor Frenesí y Atómica) como la respuesta de los 90 al primer cine de Almodóvar en los 80, desenfrenado, desprejuiciado, hortera y divertido a día de hoy son unos cuasi cincuentones que creen haber hecho una cinta generacional con su última obra. En verdad a lo único a lo que han dado forma es a una película exagerada (sí, mucha juventud es así, pero por dios, no toda) que mezcla sus propias vivencias en la movida madrileña cuando eran jóvenes y la visión estereotipada que tienen de los chavales de hoy.



Si de verdad alguien quiere ver una obra seria sobre la alienación de la juventud, su desenfrenada e innecesaria visión superficial de la vida y del carpe diem que se aleje de este enorme montón de mierda moralista y falsamente provocador (a parte de erecciones no creo que provoque mucho más) y se de un viajecito hasta 1995, año en el que Montxo Armendáriz dio una verdadera lección de como retratar de manera veraz la juventud de nuestro país, pero esa ya es otra historia.


martes, 23 de junio de 2009

Ángeles y Demonios


Título Original: Angels & Demons
Dirección: Ron Howard
Guión: David Koepp y Akiva Goldsman, basado en la novela de Dan Brown
Actores: Tom Hanks, Ewan McGregor, Ayelet Zurer, Stellen Skarsgard, Armin Mueller-Stahl



Habiendo mostrado ya en este santo blog mi admiración por Dan Brown y su prosa, hoy he visto la última cinta de Ron Howard que se basa en su segunda novela y la primera que escribió sobre las simpáticas y realistas aventuras del especialista en simbología religiosa Robert Langdon. Del libro que da base al film no me he leído ni la sinopsis de la contracubierta, más por miedo que por otra cosa, ya escarmenté bastante con El Código Da Vinci.




Tras la gratísima sorpresa que supuso para un servidor Frost/Nixon, el amigo pelirrojo vuelve a ser el de siempre, el correcto artesano dado a lo hiperbólico, a lo ridículo y exagerado (que unas veces le funciona y otras no). Ángeles y Demonios es un enorme carrusel veloz como un misil que con mucho nervio y ruido no nos cuenta nada, con sentido al menos.



Una vez más de la mente del escritorzuelo americano nace una chorrada de thriller manido que mezcla con desvergonzada altanería, teología, sociedades secretas, ciencia (lo de la antimateria es de barraca de feria, qué risas oigan) todo mal mezclado y peor agitado, para dar forma a una historia ridícula que si aquí es una barrabasada en la novela debe ser idescriptible.



David Koepp y Akiva Goldsman tejen un guión lleno de personajes con unas capacidades deducitavas asombrosas, todos ellos, desde los principales hasta los más secundarios, desbarran y opinan sobre lenguas muertas, física, historia, literatura, da igual si es un miembro de la guardia suiza al que no se le entiende una mierda de lo que dice (qué doblaje señores, qué doblaje) o un guardaespaldas con cara de zangolotino. Podríamos decir que el ritmo del libreto es frenético, pero es lógico, no hay nada que no sean persecuciones, diparos e interminables multitudes eclesiastícas durante todo el metraje. Del reparto solo decir que los únicos que no lo hacen mal son Hanks, McGregor, Skasgard y mi tocayo Mueller-Stahl, los demás se mueven entre lo desconcertante y lo ridículo



Ronie se sale, confirma casi con seguridad que su excelente película inmediatamente anterior a esta se la rodó su primo, porque aquí vemos todos sus tics como director despersonalizado y exagerado, cámaras que no se están quietas un solo segundo, cientos de tomas retocadas digitalmente (sobre todo en los exteriores y en la iluminacion de los interiores como las escenas de la Capilla Sixtina) e incontables y ridículos planos imposibles (el situado en el interior de la chimenea que anuncia la fumata blanca me arrancó una sonora carcajada) abusando con ellos una vez más en demasía de CGI, vamos, Ron Howard 100%.




Ángeles & Demonios es un producto de entretenimiento realmente simple, tiene alguna cosa buena como la escena del rescate en la fuente o su desprejuiciada mala leche para con la iglesia y su extremista reticencia hacia la ciencia, pero es muy ridículo, distrófico y previsible (el personaje que pertenece a los Illuminati canta a tres leguas), para echar un buen rato en el cine está bien, para ser un complemento de El Código Da Vinci es aceptable, pero lo malo es que es incluso más floja que esta última y eso deja en evidencia la naturaleza mediocre de este thriller con sotanas, explosiones y camarlengos voladores.


¿Hacemos Una Porno?

Título Original: Zack & Miri Make a Porno
Dirección: Kevin Smith
Guión: Kevin Smith
Actores: Seth Rogen, Elizabeth Banks, Jason Mewes, Brandon Routh, Justin Long, Traci Lords, Katie Morgan.




Kevin Smith es un tipo que me cae realmente bien. El de New Jersey es un gran showman, resuelto guionista de cine, excelente escritor de cómics, gran monologuista y un cachondo mental. Exceptuando Jersey Girl he visto toda su filmografía y la he disfrutado con más o menos intensidad en su totalidad, hasta hoy.




Si las miramos friamente todas y cada una de las películas de Smith son en el fondo pasteles, entre tanta polla, coño, sexo oral y anal, cómic, referencia a Star Wars, tipos salidos, mujeres deslenguadas, homosexuales estereotipados y nerds solo hay una filmografía, blandengue y politicamente correcta, que debe irremediablemente la vida a la obra del director John Huges, estandarte del cine juvenil en la década de los 80 cuya obra es casi la única referencia cinematogáfica de Smith como autor, esto nunca ha supuesto un problema para que el director de Jay y Bob el Silencioso Contraatacan nos regale maravillas indies como Clerks, cachondadas como Mallrats o desvaríos megalómanos como la infravalorada Dogma, pero el problema de ¿Hacemos Una Porno? es que además de ser otro de esos pasteles, no está bien horneado.



En ¿Hacemos Una Porno? a Kevin Smith le ha pasado (salvando las distancias) lo mismo que a Quentin Tarantino en su divertida pero no redonda Death Proof, el orondo director está tan seguro de sus dotes y buena fama como escritor de diálogos que nos asedia con ingentes cantidades de conversaciones insulsas entre los personajes, convirtiendo el guión del film en una inintencionada parodia de su propio universo como director y eso hastía al espectador, porque el humor puramente Smithiano está ahí (de Apatow no he visto nada de nada, por mucha mierda que estén diciendo en la red), pero no se consuma, ni llega a eclosionar como en todas las ocasiones pretéritas.



Todo en ¿Hacemos Una Porno? está a medio gas, el humor, la trama, los diálogos, la dirección de Smith (que siempre ha oscilado entre lo correcto y lo mediocre, pero aquí es que está con el piloto automático puesto durante todo el metraje), solo los protagonistas, hay química entre Rogen y Banks, el plantel de secundarios, impagables Jason Mewes, las ex actrices porno Traci Lords y Katie Morgan y algunos gags aislados salvan del tedio todo el film, aunque para hacer honor a la verdad debo admitir también que en la última media hora, desde el momento de la esperada consumación, una de las mejores escenas de la carrera de Smith como cineasta, aunque la canción Lift Me Up de los Live ayuda de cojones, el nivel sube bastante, la historia gana enteros y Rogen y Banks se comen la pantalla con escenas muy acertadas y un final plano y previsible pero entrañable.



Zack & Miri Make a Porno es un blando, pero cariñoso, homenaje al cine para adultos, aunque es aún más la versión cinematográfica adulterada, en forma pero no en fondo, del enorme trabajo que le supuso a Smith el rodaje de su célebre, genial y lejana (por desgracia en más de un sentido) ópera prima Clerks. Parecía que el amigo Kevin había recuperado el punch con aquella entrañable, pero también dada al golpe bajo y a la nostalgia, Clerks II, después de ver ¿Hacemos Una Porno? me doy cuenta una vez más que el director de Persiguiendo a Amy (la que sigue siendo su mejor cinta, con diferencia) ha vuelto a perder el rumbo, solo el tiempo nos dirá si lo volverá a recuperar o si se perderá definitivamente en un tipo de cine alejado del que realizó e impulsó él mismo en la segunda mitad de los 90.