Título Original Man of Steel (2013)
Director Zack Snyder
Guión David S. Goyer y Christopher Nolan basado en el personaje creado por Jerry Siegel y Joe Susther
Actores Henry Cavill, Amy Adams, Russell Crowe, Michael Shannon, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Diane Lane, Ayelet Zurer, Christopher Meloni, Richard Schiff, Antje Traue, Jadin Gould, Tahmoh Penikett, Michael Kelly, Dylan Sprayberry, Harry Lennix
El paso por la pantalla grande del personaje estandarte (con el permiso de Batman) de la editorial DC ha tenido tantas luces como sombras. Si nos saltamos seriales, cortos animados y nos centramos solamente en los films en pantalla grande protagonizados por el personaje creado por Jerry Siegel y Joe Susther tendríamos que irnos a aquel 1978 en el que Richard Donner en la dirección, Mario Puzo (entre otros) al guión y Christopher Reeve, Margot Kidder o Gene Hackman como protagonistas dieron forma a la primera gran película de Superman. Dicha producción marcó un hito cinematográfico y aunque hoy se ve naif y hasta cierto punto demodé sigue siendo un clásico dentro del celuloide de superhéroes.
Sólo dos años después llegaría Superman 2, que en principio fue dirigida también por Richard Donner (al menos en su mayoría) pero este sería sustituido al frente del proyecto por Richard Lester que ocupó el lugar del director de La Profecía o Lady Halcón. La cinta era inferior a la primera, aunque contenía momentos interesantes y unos villanos memorables (hoy también un poco vintage) comandados por el General Zod interpretado por el británico Terence Stamp. Curiosamente lo que menos me atrae de esa cinta es el momento de venganza de Clark con el parroquiano del restaurante, acción egoísta y chulesca impropia del personaje.
En la tercera entrega, estrenada en 1983, la cosa ya se salía de madre. Se introdujo un personaje cómico interpretado por el entonces humorista de moda Richard Pryor, un empresario estúpido (con rubia tonta de acompañante) como villano y se desvirtúó completamente al personaje de Superman. Pero el momento más bajo de la saga vino con la cuarta parte. Los derechos del personaje cayeron en manos de la inefable productora Cannon Films (casa que perpetró muchas de las aventuras de baja estofa de nuestros amigos Chuck Norris o Dolph Lundgren entre otros) y el resultado fue un desastre con misiles, efectos especiales Coleco y enemigos con pelo cardado y cuerpo de luchadores de wrestling (así como uñas mortales) llamado Superman 4: En Busca de la Paz, una cinta a revisionar con amigos, acompañados siempre de brebajes de la felicidad, por sus incontables dosis de caspa fílmica.
En los 90 series como Superboy o Lois y Clark saciaron (más o menos) el apetito goloso de los fans del personaje. Ya durante la década pasada se realizó una mediocre pero entrañable serie precuela llamada Smallville que narraba la adolescencia de Clark Kent y su némesis Lex Luthor en el pueblo natal de ambos (sí, el producto se tomaba sus licencias, muchas) y que con la tontería duró la friolera de diez temporadas. Pero en cine el Hombre de Acero volvió a dar la cara a manos de un Bryan Singer que se bajó del carro de la saga de los X-Men marvelita para dar su visión del superhéroe de los calzoncillos por fuera. El resultado fue la fallida Superman Returns, una obra con buenas intenciones (recuperar el tono del primer Superman de Donner en pleno siglo XXI) pero que falló en casi todos los apartados (sobre todo el casting), despertando en un servidor tanto la decepción como la vergüenza en numerosas ocasiones. Con todo el largometraje tiene sus fans que lo defienden a muerte y los mismos están en todo su derecho de hacerlo.
Este 2013 se cumplen 75 años de la creación del personaje y para celebrar tan señalada fecha (y según parece para que DC no pierda los derechos de personaje que reclaman los descendientes de Siegel y Susther) Warner Bros (dueña de la editorial casa de personajes como Batman, Green Lantern o Wonder Woman) ha estrenado un nuevo reinicio cinematográfico con el norteamericano Zack Snyder como director, el británico Christopher Nolan como productor y argumentista y el también estadounidense David S. Goyer como guionista. El resultado es El Hombre de Acero, una muy buena muestra de cine comercial que con sus más y sus menos hace justicia al personaje y ofrece dos horas y veinte minutos de celuloide disfrutable y potente, puede que demasiado esto último.
Cuando el planeta Krypton es condenado a la extinción Joer-El y su esposa Lara envían a su recién nacido hijo Kal a un planeta llamado Tierra para que pueda crecer libre con una familia que le acoja. Poco antes de la destrucción del planeta natal de Kal-El el General Zod intentará interceptar al recién nacido sin éxito, tras estos hechos él y sus secuaces serán exiliados en la Zona Fantasma. Años después Kal-El es un hombre de 33 años llamado Clark Kent que intenta llevar una existencia normal ocultando sus poderes. Pero la llegada a su vida de una periodista llamada Lois Lane y el regreso de Zod y sus hombres para eliminarlo y localizar un nuevo Krypton en la Tierra por medio del genocidio humano impulsarán a Clark/Kal a tomar la decisión más importante de su vida.
Se ha hablado mucho de Man of Steel desde su puesta de largo internacional, posiblemente demasiado. Unos para defender su magnificencia fílmica y otros para destacar su mediocridad cinematográfica. Un servidor salió el jueves satisfecho del cine, de haber visto una buena película de superhéroes, grandilocuente, entretenida e imperfecta, con momentos memorables y otros fallidos pero que en líneas generales me ha gustado considerablemente como adaptación de las aventuras de Superman, eso sí, con un par de licencias con respecto al cómic que son un poco blasfemas, aunque no desvirtúan en demasía el conjunto del producto.
La última película del estadounidense Zack Snyder se abre como una tecnificada y enorme space opera y durante el prólogo en Krypton ya se pueden ver pasajes del todo memorables (Jor-El viendo como destruyen Krypton o el bellísimo y crepuscular plano de su mujer, Lara, de espaldas mientras el planeta explota) con otros menos conseguidos (esos trucos de montaje necesarios para que ¿no nos demos demasiado cuenta? de que Russell Crowe ya no tiene cuerpo para peleas cuerpo a cuerpo). Esos primeros pasos nos sintetizan la naturaleza de un producto conseguido y muy bienintencionado pero irregular en algunos aspectos que no lo elevan a la excelencia que se esperaría de él.
El ritmo es el adecuado consiguiendo que los 143 minutos del metraje no pesen en ningún momento, el uso de los flashback es acertado ya que los mismos nos sirven como álbum fotográfico de la infancia del personaje que expone sus dilemas y motivaciones personales consiguiendo (en gran parte) llevar la filosofía del rol de las viñetas con fidelidad a la pantalla, aunque metiendo la pata el algunos momentos puntuales. Uno de los más destacables en este sentido es en el que Jonathan Kent le dice a su hijo Clark que a lo mejor debería haber dejado morir a los críos del autobús escolar, algo que jamás, pero jamás, saldría de la boca del íntegro hombre de pura cepa americana que siempre ha sido el padre adoptivo de Superman.
Estos recuerdos le sirven al director para marcar dos estilos visuales a la hora de abordar el film. El pasado en Smallville (varias referencias a la serie de tv hay a lo largo del metraje, como ese tanque de agua con el nombre del pueblo) está rodado con un lirismo malickiano (algo que ya se percibía en los trailers) en el que podemos ver algunas de las escenas más hermosas salidas de la mano del director de Watchmen. En cambio en el presente se alterna una epicidad grandiolocuente (posiblemente el primer vuelo del personaje sea el mejor momento del largometraje y uno de mis pasajes cinematográficos favoritos de lo que llevamos de año, muy bien la banda sonora de Hans Zimmer a lo largo de todo el film) y una crepuscularidad latente que se acentúa en los momentos más terrenales del personaje y en la invasión alienígena por parte del General Zod y sus huestes.
Del guión de David S. Goyer y Christopher Nolan se pueden decir tantas cosas malas como buenas. Por el lado malo las relaciones personales entre los personajes y la profundidad de las mismas son inadecuadas y escasas, si no contamos al protagonista poco llegamos a saber de manera concisa sobre las motivaciones de muchos de los roles del film que no han sido demasiado trabajados en el papel. Por el bueno el conocimiento de Goyer sobre el microcosmos de Superman, el ritmo que alterna introspección y acción y la mano de Nolan haciendo (como en sus Batman, pero de manera menos sutil) una metáfora por medio de Zod del terrorismo extremista que es adecuada y acertada pero en ocasiones demasiado obvia, recordemos a Perry White y compañía manchados de polvo entre los edificios realizándose con ello una referencia un poco tosca al fatídico 11S americano.
Dentro del casting tenemos a un Henry Cavill que da la talla como protagonista. La elección del británico es todo un acierto, ya que sabe alternar la fisicidad (puede que demasiada, muchas horas de gimnasio) que requiere Superman con el intimismo que solicita Clark Kent, aunque como en toda buena encarnación del último hijo de Krypton ambos roles se intercambian. Amy Adams es una buena Lois Lane (esta chica me pierde, tiene los ojos más bonitos del Hollywood actual) sabe interactuar en cámara con Cavill (aunque no haya demasiada química) y se hace con el personaje, pero el guión no la retrata al 100% como la pizpireta reportera que siempre ha sido en las viñetas, pero esto se debe a que el film comete el pecado de dejar de lado casi totalmente los toques de humor que deben estar en toda película del hombre de acero, pero sin llegar al ridículo de las Superman 3 y 4 o Superman Returns, que sin ser tan mala como aquellas tenía sus pasajes de bochorno incalculable.
Dentro de los secundarios nadie destaca pero todos cumplen. Diane Lane posiblemente sea la más acertada, un poco menos el apático Kevin Costner (aunque su última escena es emotiva) y lo de Russell Crowe tiene mérito, el hombre trata de no convertirse en el nuevo Nicolas Cage para no caer en la autoparodia, pero un servidor aún no sabe si lo está consiguiendo. Perry White muy bien encarnado por Laurence Fishburne (que ojo, siendo un negro que interpreta a un personaje blanco no hizo implosionar la cinta desde dentro, como parecían vaticinar algunos iluminados) y Michael Shannon dando una de cal y otra de arena como Zod. Cuando está contenido el espectador pueda incluso llegar a ver el interior de su mente, pero cuando se pone histriónico se acerca con demasiado peligro un vilano de opereta cualquiera.
Pero si hay algo que me ha agradado de Man of Steel, y jamás pensé que lo diría, es la labor de Zack Snyder detrás de las cámaras. No sé si Nolan, Goyer o los jefazos de Warner le han dicho algo al director de 300 pero ha tomado la sabia decisión de dosificar su estilo visual que en pequeñas dosis agrada y en demasiadas satura. Pocas cámaras lentas y muchas escenas bucólicas de conseguida poesía visual, nada de primerísimos planos saturados y sí una grandilocuencia contenida. Por suerte poco del desastre videojueguil de la penosa Sucker Punch se puede ver en la cinta que nos ocupa, pero claro, para llevar a cabo las escenas de acción físicas (peleas cuerpo a cuerpo) y las de combates aéreos (batallas espaciales) se ha tenido que hacer un uso recurrente de unos efectos digitales muy dignos que sólo chirrían un poco en el combate en las calles de Smallville.
Eso sí, estoy de acuerdo con los que afirman que con la destrucción de Metropils se les ha ido la mano, esta decisión es la que hace que el clímax final aún siendo acertado peque en ocasiones de de aparatoso y michaelbayero . Por último en ese cierre encontramos el otro fallo imperdonable por parte de los creadores de la cinta con respecto a la esencia del personaje. La resolución que se le da a Zod es del todo indigna e impropia de Superman por muchos dilemas morales y psicológicos que supongan para el personaje y por mucho que sea una medida extrema requerida por una situación extrema. Si el comentario egoísta de Jonathan Kent era un desacierto lo que en este párrafo comento sobraba completamente en la película.
Noy hay más que leer este intento de crítica para afirmar que nos encontramos con una película imperfecta, con sus más y sus menos y que sin caer en la mediocridad también está lejos de la excelencia cinematográfica. Pero un servidor está del lado de esta El Hombre de Acero, porque me parece buen cine de ciencia ficción y superhéroes, una adaptación adecuada del personaje de Siegel y Sushter y porque confirma teorías que yo mismo esperaba que se cumplieran, como que Nolan puede hacer cine pijamero alejado de la realidad, que David S. Goyer lo mismo escribe Batman o Superman que Blade o Ghost Rider, que Kal-el no está pasado de moda y puede adecuarse a los tiempos modernos, que lo de Superman Returns sólo fue un mal sueño, que Zack Snyder contenido es mucho más digerible y que pagar por ver este agradable espectáculo cinematográfico mereció la pena.
Si me hubiera causado vergüencica la hubiera destacado, tenlo por seguro. Supongo que después de ver en Superman Returns lo del avión con Lois a lo Aterriza Como Puedas, el disparo en el ojo, la peluca de Luthor o lo de "Superman no fue a declarar al juicio" me curé de espanto con respecto escenas ridículas en las pelis de Superman.
ResponderEliminarPues voy a verla, que tiene pintaza, aunque es difícil que supere a la de The Amazing Spiderman.
ResponderEliminarMuy grande, pero el de Spiderman era mejor, con más cortes de manga y golpetazos con la libreta.
EliminarA saber si la acaba, que a dicho que la seguirá algún día, pero aún así el momento BING de la de THS es insuperable.
ResponderEliminarTiene todos los elmentos necesarios para una película de superhéroes, mucha acción y grandes efectos especiales, Superman es una buena película no se le puede pedir más
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