Título Original Star Trek: Into the Darkness (2013)
Director J.J. Abrams
Guión Alex Kurtzman, Damon Lindelof y Roberto Orci basado en los personajes de Gene Roddenberry
Actores Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldana, Benedict Cumberbatch, Karl Urban, Simon Pegg, Alice Eve, Bruce Greenwood, Peter Weller, Anton Yelchin, John Cho, Noel Clarke
Un servidor no es precisamente un trekkie. Es más, ni siquiera soy demasiado fanático de la otra saga de sci-fi por excelencia, Star Wars, pero aquella sí la he visto en numerosas ocasiones y me llama mucho la atención por sus personajes y microcosmos. Pero eso no impide que en su momento viera varias de las películas protagonizadas por la tripulación de la nave U.S.S Enterprise e incluso numerosos capítulos de las distintas series a las que ha dado forma. De todas formas aclaro que no soy lo que se llama un experto en la célebre obra de Gene Roddenberry.
Hace cuatro años ese señor tan sobrevalorado (adueñarse la autoría de series o films en los que hace más bien poco o nada) como en ocasiones acertado (Super 8 me parece una jodida delicia y su Misión Imposible 3 no estaba nada mal) llamado J.J Abrams limpió la cara a la franquicia interestelar con una precuela cinematográfica llamada simplemente Star Trek. El producto, que un servidor pudo ver en pantalla grande, me pareció una considerable decepción con unos personajes endebles, mucha acción ruidosa y un uso abusivo de innecesarias cámaras al hombro y lucecitas, muchas lucecitas, estas últimas desde hace años marca de la casa con respecto al creador de Alias o Felicity.
Este 2013 ha llegado la secuela de aquella cinta titulada esta vez Star Trek: En la Oscuridad, con prácticamente los mismos equipos técnico y artístico. El resultado es una pieza de acción y ciencia ficción considerablemente superior a la anterior entrega, más deudora del espíritu Star Trek que aquella (aunque sin renunciar a la espectacularidad y el agradable fuego de artificio) y una cinta que ofrece algo más de dos horas de entretenimiento, algunos aciertos de casting y mucha diversión para disfrutar (sobre todo) en pantalla grande. La crítica contendrá algún spoiler, bastante obvio y que todo el mundo se espera, pero advertidos quedáis de todas maneras.
Tras una misión la tripulación de la nave U.S.S Enterprise, comandada por el Capitán Kirk (Chris Pine) y su primer oficial Spock (Zackary Quinto), vuelve a la tierra. Allí durante una reunión de la federación estelar sufrirán el ataque de un renegado llamada John Harrison (Benedict Cumberbatch). En ese momento la búsqueda y captura del criminal terrorista se convertirá en un asunto personal para Kirk y sus hombres, el problema radica en que Harrison ha huído para esconderse en el planeta donde gobiernan los Klingon, raza enemiga de los humanos que está esperando un mínimo gesto de desafío por parte de la federación para comenzar una guerra.
Star Trek: Into Darkness confirma que Abrams le ha cogido por fin el punto a la saga o al menos a su visión sobre la misma, que según varios de los trekkies más ortodoxos no es muy pura que digamos. Yo fui (dentro de un público más o menos neófito con respecto a la franquicia) de los espectadores que no disfrutó con la Star Trek de 2009, que me pareció una especie de High School Strek. En cambio sí he disfrutado considerablemente con esta secuela que desde mi punto de vista tiene algo más que ver con la saga a la que se adscribe. Porque sería de necios negar que co creador de Lost starwarizo su primera película sobre las correrías de Kirk, Spock y compañía, incluso en esta entrega aún hay ecos de la obra de George Lucas.
La cinta que nos ocupa ya desde su arranque remite más a la serie primigenia (esa aventura que no da respiro en un extraño planeta) pero con el plus de espectacularidad propia de la impronta de su director. Los personajes están mejor definidos y los actores se los enfundan con más convicción, ya que si Chris Pine ha perdido la cara de imbécil de la primera parte a la hora de dar vida a un creíble James T. Kirk, Zachary Quinto se confirma como un magnífico Spock. Dentro de los secundarios casi todos cumplen como unos Karl Urban (Bones) y Simpon Pegg (Scotty) que se llevan la mayoría de los golpes de humor (un poco simple a lo largo de todo el film, pero con alguna salida simpática) pero otros como Zoe Saldana (Uhura) o Anton Yelchin (Chekov, posiblemente el Jar Jar Binks de esta etapa de Star Trek) se muestran perdidos en el primer caso o insufribles (y eso que sale poco esta vez) en el segundo.
Hay más lugar para desarrollar las relaciones de los personajes y la introspección, ya que hay acción a raudales, pero también queda sitio para la filosofía y los dilemas morales propios de Star Trek y que casi no se veían en la anterior entrega. Con respecto a los roles uno de los mayores aciertos también se convierte en un considerable fallo. Se le da peso a la relación Kirk/Spock y eso enriquece a los personajes, pero dicha interacción personal llega en el clímax final demasiado lejos, dejando verse en el film, más que nunca antes, ese famoso subtexto que bordea la relación homosexualidad entre el capitán y su primer oficial. En ocasiones incluso me costó aguantarme la risa.
Pero si en algún apartado da en la diana Star Trek: En la Oscuridad es en la elección del británico Benedict Cumberbatch para dar la vida al villano, curiosamente lo que más me convenció de la anterior entrega también fue el rol de Eric Bana como Nero, el enemigo de la velada. Dejémonos de tonterías, todos (o la mayoría) lo sabíamos antes de ver el film por mucho que Abrams y sus guionistas lo oculten hasta la mitad del metraje. El protagonista de Sherlock da vida a Khan, el enemigo jurado de la tripulación del Enterprise y protagonista del film más celebrado de la historia de la saga Star Trek: La Ira de Khan. Por suerte el intérprete inglés se aleja del hoy hortera look del (después de todo) memorable Ricardo Montalbán con pelucón ochentero y pectorales supuestamente falsos.
Cumberbatch da vida aun villano ambiguo, casi invencible, cerebral y que consigue transmitir con su mirada viperina verdadera desconfianza e intimidación física (considerable la impotencia que percibe el espectador durante la "paliza" que le da Kirk). Su Khan es una mezcla entre un malvado tipo Bond y un estratega militar de corte terrorista que haría lo que fuera necesario por llevar a cabo su misión. Por desgracia al ver el film en pantalla grande sacrifico poder ver al actor en V.O, ya que si doblado al español su trabajo se antoja excelente, escucharlo con su verdadera voz ya debe ser apoteósico.
Abrams toma nota de los fallos de su anterior Star Trek y que ya fuera suprimiendo en Super 8. Deja de lado el uso innecesario de la cámara al hombro en un proyecto que no la necesita si no es en algunas escenas de acción, inyecta nervio a lo largo de todo el film pero el mismo está mejor ejecutado, no es tan estruendoso y consigue ser más convincente y justificado, ya que si hay movimientos de cámara a lo largo del film estos tienen un fin argumental y estético, en cambio en la anterior entrega su utilización era más arbitraría. Por último mencionar que aunque mucho más dosificadas las lucecitas 100% Abrams siguen ahí, pero no saturan ni molestan.
Un buen reparto, escenas de alto voltaje como la del arranque, la del anillo en el vaso de agua, la del viaje al planeta de los Klingon o todo el clímax final (con pelea cuerpo a cuerpo y escena culmen entre Kirk y Spock) un villano que se convierte en lo mejor de la sesión y un guión tan sencillo como consistente se unen a cientos de referencias al microcosmos startrekiano, acción, humor, un poco de romance y diversión bien ejecutada. No sé si los fans más fieles de la creación Gene Rodenberry estarán satisfechos con esta Star Trek: En la Oscuridad, pero un servidor sí lo está y eso que la cinta tenía todo en su contra para no agradarme. Los caminos de la galaxia son inescrutables y si no que se lo digan a Abrams, cuyo próximo trabajo será resucitar la saga Star Wars ahora que ha caído en manos del ratón Mickey y compañía.
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