viernes, 27 de enero de 2012

Top Cómics 2011



Pues le toca al Top de cómics del pasado 2011. Como en otros años no incluyo reediciones (donde realmente está el mejor material de la temporada) pero he leído los suficientes trabajos como para montar un ranking más o menos decente. Hay mucho de Marvel (la mayoría personajes del universo mutante) y Avatar Press (casi todos no muertos o zombies) y poco (pero muy bien avenido) de DC, también se cuela algo de Image y poco más. Dejo en el banquillo Imperativo Thanos, el Lobezno de Jason Aaron, el Thor de Matt Fraction, Batman: Arkham City, Chronicles of Wormwood: La Batalla Final, Punisher vs. Universo Marvel, Supergod, Night of the Living Dead, Sueño del Fevre, Escape of the Living Dead y X 23. Pues eso señoras y señores, que empiece el espéctaculo, sin un orden preestablecido, exceptuando como siempre el número uno.




Joe el Bárbaro Desde hace años la línea Vertigo de DC no es la misma, pero ello no es impedimento para que de de vez en cuando el sello siga ofreciéndonos alguna joya de gran valor. Joe the Barbarian es un entrañable y emocionante homenaje por parte del guionista Grant Morrison y el dibujante Sean Murphy al cine fantástico de los años 80 (La Historia Interminable, Héroes del Tiempo, Dentro del Laberinto) y a escritores como Michael Ende o Terry Pratchett narrando la odisea de cómo un niño diabético sufre una bajada de azúcar que le incita a ver alucinaciones... o eso suponemos. Para un servidor el mejor cómic del 2011 con un guión del escocés con una solidez y juego de texturas maravilloso y un dibujo de Sean Murphy que deja con la boca abierta.




American Vampire Segundo tomo de la que para un servidor es la serie regular revelación de Vertigo. Scott Snyder (triunfando actualmente con su etapa de Batman) ya no tiene el respaldo de Stephen King (que bordó el origen de Skinner Sweet, personaje que sigue siendo el núcleo de la historia) y ni falta que le hace, porque la colección la tiene ya más que asentada. Esta vez se perfilan más los personajes, se da mayor peso a la rivalidad entre Pearl y Hattie y se sigue indagando en como Estados Unidos se sustentó como país sobre la violencia y la muerte. Rafael Albuquerque sigue ofreciendo un muy buen trabajo con su anguloso estilo, pero desde mi punto de vista Mateus Santolouco incluso lo supera.




X-Factor Con más de 30 años de carrera a sus espaldas y a diferencia de coetaneos suyos que se han convertido en parodias de sí mismos el guionista Peter David está en forma y si me apuran mejor que nunca como escritor. Estos primeros números de su segunda etapa (sin contar la breve de los 90) con los X-Factor son lo mejor que ha editado Marvel en 2011. Una colección que lo tiene todo, desde unos personajes perfectamente perfilados y llenos de carisma hasta historias maravillosamente hiladas en las que se pueden descifrar referencias que van desde el noir al fantástico, pasando por el folletín o el compromosio social. Una serie a seguir con interés y de la que espero con muchas ganas su segundo tomo.




El Regreso de Bruce Wayne Curiosamente de la etapa de Grant Morrison con el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger que abarca desde Batman e Hijo, Batman y el Guante Negro, Batman R.I.P o Batman & Robin el trabajo que ha realizado el escocés con el personaje que más me ha gustado hasta ahora ha sido esta serie de 6 números sobre el regreso de Bruce Wayne a través del tiempo tras su supuesta muerte a manos de Darkseid. A traves de le era prehistórica, la inquisición, la época de los piratas, el salvaje oeste, la Gotham de la edad dorada de la mafia y con un último número con una resolución a todo el entramado Morrison reformula el origen de Batman planteándonos que el mismo Bruce Wayne lo forjó a lo largo de los siglos por medio de este inolvidable viaje temporal.




Ultimate X Por fin el polémico y machacadísimo Jeph Loeb hace méritos para aparecer en uno de mis rankings y yo me alegro, porque si bien el tipo hace años que no es el mismo también ha ofrecido trabajos de verdadera calidad cuando ha tratado a personajes como Batman, Superman, Spiderman o Daredevil. Tras aquella mamarrachada llamada Ultimatum Loeb decide levantar el vuelo de la versión Ultimate de los X-Men y a fe mía que lo consigue en estos primeros números de la nueva etapa de la colección. Aunando el tono nostálgico de productos como Superman: Para Todas las Estaciones o Spiderman: Blue con el más directo y comercial de trabajos como Batman: Silencio o Superman/Batman, Loeb con la ayuda del detallista y exultante trazo del grandísimo Arthur Adams (algunas splash pages son antológicas) consigue devolver a las ráices a los hijos del átomo con una interesante presentación de personajes bien perfilados y con muchas referencias a otras etapas y roles. El mejor trabajo de Loeb en mucho tiempo.




Neonomicon Digámoslo desde el principio, Neonomicon no es una gran obra del que para un servidor es el mejor guionista de de cómics de todos los tiempos, el británico Alan Moore (Watchmen, V de Vendetta, From Hell). El tomo que edita Panini incluye el relato The Cortyard y la miniserie Nenomicon, siendo esta última una extensión y ampliación del primero, ambos escritos para la edtorial Avatar Press. Que nadie se lleve a engaño, si algún fanático de la literatura de H.P Lovecraft busca en las páginas de este cómic un rendido homenaje al autor de La Llamada de Cthulhu se llevará una considerable decepeción. El de Northampton lo que en realidad muestra es una desconstrucción de la mitología lovecraftiana desde un punto de vista casi crítico o satírico (puede que el hecho de que sean autores completamente opuestos ideloógicamente en algunos temas haya influido) llenando de policías, sexo explícito o drogas toda una historia que en ocasiones parece más salida de la mano de un Garth Ennis puesto de metanfetaminas que del autor de La liga de los Hombres Extraoridinarios. Con todo una lectura harto entretenida, lacerante, provocativa y que sabe alternar humor negrísimo, con brutalidad desatada, aunque todo sabemos que Moore es capaz de mucho más que esto. Jacen Burrows cumple sobradamente con el dibujo, pero como pase siempre no ofrece un trabajo muy destacable.




Imposibles X-Force No las tenía yo todas conmigo con Rick Remender porque no me gustó lo que había hecho con Punisher al convertirlo en Frankencastle (aunque me consta que hay gente con criterio a la que le gusta esa etapa del personaje en el que es transformado en una especie de improvable Frankenstein) pero he de admitir con con esta Imposibles X-Force se ha ganado mi confianza e incluso admiración. En las antípodas de aquellos X-Force salidos de la ¿mente? de Rob Liefeld con tipos musculados con armas más grandes que ellos mismos y mujeres de cuerpos estilizados hasta el insulto Remender nos muestra un grupo de asalto mutante perfectamente equilibrado con personajes que todos conocemos pero trabajados con entereza y conocimiento de sus personalidades. Lobezno como líder comanda este equipo formado por Mariposa Mental, Masacre, Fantomex y Arcángel/Ángel en el que Remender ofrece historias entre la fantasía, el thriller y la ciencia ficción. El broche de oro lo pone un Jerome Opeña que al entintarse él mismo ha conseguido llevar su trazo a cotas de calidad bestiales, verlo para creerlo.




Masacre: La Guerra de Wade Wilson Con diferencia el mejor cómic de Masacre desde la insuperable etapa de Joe Kelly en la serie regular del personaje. El escritor de novela negra y guionista de cómics Duane Swierczynski (Punisher MAX, El Hombre Lobo) utiliza la excusa narrativa de un juicio para desentrañar toda la historia de Wade Wilson desde que el proyecto Arma Plus lo convirtiera en Masacre, pasando por su etapa en los X-Force y su posterior carrera como asesino a sueldo. Con la profundidad que le falta a la actual serie regular del personaje, Swierczynski y un inspirado Jason Pearson nos devuelven el tono tragicómico que el mercenario bocazas destiló en la ya mencionada etapa de los 90 y que nunca debió perder.




Astonishing X-Men: Xenogensis Debo admitir que aún estando bastante lejos de la etapa de Whedon y Cassaday la de Warren Ellis me ha gustado considerablemente. En su paso por la colección Astonishing X-Men ha escrito dos arcos argumentales harto interesantes con dibujantes como Simone Bianchi o Phl Jimenez y un tercero y último, con un contenido y acertado Kaare Andrews a los lápices, que a mí me ha resultado magnífico. Xenogénesis nos devuelve al Warren Ellis más político y socialmente comprometido que por medio de la marginación mutante en África realiza una metafora del racismo en el sur de aquel continente y de cómo los líderes de las guerrillas locales explotan a los ciudadanos de a pie. Para el recuerdo las primeras páginas del segundo número, tres splah pages (dos sencillas y una doble) para quitarse el sombrero.




Crossed 3D Los de Avatar Press se lían la manta a la cabeza y deciden lanzar un One Shot de su serie estrella Crossed en formato 3D (con simpáticas gafas de Cruzado incluídas) consiguiendo con ello unas excelentes ventas del producto. David Lapham cogió la batuta de la colección cuando su creador, Garth Ennis, la abandonó temporalmente. Si bien el guionista de Balas Perdidas no hace un trabajo tan destacable como el creador de Predicador sí consigue sacar adelante la serie tanto en este tomo como en el de Valores Familiares. Pero de los dos me quedo con esta Crossed 3D de ritmo directo y virulento deudor de las película 28 Días Después y su secuela, con personajes sencillos pero creíbles y un uso aceptable de las 3 dimensiones. Interesante cómic más allá de que nos permita ver intestinos casi salirse de las viñetas, gracias también a un Gianluca Plagiarini bastante resuelto ilustrando.




Punisher MAX Es cierto que tras la marcha de Garth Ennis de la colección dejando al personaje en su punto más álgido desde que lo crearan Gerry Conway, John Romita Sr y Ross Andru en los 70 la elección de Jason Aaron como guionista regular era todo un acierto y de hecho lo ha sido, pero con reservas. El creador de la alabada Scalped conoce al personaje y su psicología, teje una trama interesante y consigue mostrarnos una génesis creíble y adulta de Kingpin y Bullseye. Pero su labor está lejos del soberbio trabajo que realizó el autor de The Boys, que escribió a Frank Castle como ningún otro lo ha hecho. Esta etapa de Aaron merece mucho la pena y ofrece una considerable calidad a la que el dibujo de un mal elegido y bastante rutinario Steve Dillon no hace justicia con su trazo. Por desgracia la serie va a ser cancelada en Estados Unidos dejando con ello a Marvel sin una de sus mejores producciones.




Los Muertos Vivientes Ahora que definitivamente nos enfrentamos a que su adaptación televisiva ha perdido casi en su totalidad el rumbo en su segunda temporada (de la que sólo llevamos la mitad y salvándose únicamente dos episodios de los siete emitidos) únicamente nos queda resguardarnos en la colección de Robert Kirkman que a pesar de no estar en su mejor momento sigue ofreciéndo personajes bien desarrollados (ese Rick, nada que ver con el catódico), historias interesantes y secundarios memorables, aunque parezca que el autor de Invencible a estas alturas esté dando vueltas continuamente a las mismas ideas. El tomo Demasiado Lejos me parece magnífico y muy bien medido así como superior al posterior ¡Sin Salida!, que vuelve a tirar del efectismo impactante de la genial pero algo gratuita etapa del Gobernador.




Nuevos Ultimates Otro Loeb que me ha encandilado este año, si bien está por debajo de Ultimate X. Tras Ultimatum y su vapuleada Ultimates 3 con Joe Madureira a los lápices el autor de Batman: Haunted Knight vuelve a escribir en la versión Ultimate de los Vengadores para ponerlos otra vez en la palestra y así arreglar el desaguisado que hizo (o le mandaron hacer las cabezas pensantes de Marvel) con su anterior incursión en la colección. Con la excusa de la resurrección de Thor, Loeb ofrece un cómic de corte comercial lleno de mujeres guerreras, trolls, sexo entre travieso y pudoroso y un sentido homenaje en el primer número a su hijo Sam fallecido a la edad de 17 años por culpa de un cáncer. Frank Cho exultante y desatado gracias a las splash pages que le pone en bandeja el bueno de Jeph.




Nemesis Como es lógico no podía faltar la (pen)última fantasmada del guionista más mediático del y bocazas del momento, el escocés Mark Millar. El autor de Wanted lleva años repitiendo esquemas y lo cierto es que no se abre mucho la cabeza la hora de narrar historias nuevas, pero al amigo siempre entretiene y a mí al menos me hace sentir que no he tirado el dinero al hacerme con uno de sus cómics. Nemesis es un asesino internacional de comisarios de la policía que utiliza su inmensa fortuna para sembrar el caos por medio del terrorismo (un Bruce Wayne o Tony Stark con mucha mala idea) a escala mundial. La historia es rápida, entretenida, violenta y está sustentada en el inmenso trabajo de un Steve McNiven que sin hacer el mejor trabajo de su carrera consigue una labor más que notable. La secuela está en camino y la adaptación cinematográfica estancada, puede que para bien.




Crossed: Valores Familiares Segundo tomo editado por Glenat del arco argumental que da continuación al ideado por Garth Ennis para crear la colección Crossed. Como ya he comentado cuando he hablado de Crossed 3D el guionista y dibujante David Lapham se hace con la colección y no está a la altura del irlandés ni de lejos, pero desde mi punto de vista no ofrece un trabajo desdeñable. El autor de Young Liars carga las tintas contra la familia media de la América profunda (contándonos que los Cruzados no son los únicos monstruos) pero cae en el pecado de querer poner en viñetas imágenes más grotescas que el propio Ennis y las mismas a veces por brutas devoran la historia y su contexto. El dibujo de Javier Barreno irregular y poco cohesionado pero bastante cumplidor.


domingo, 22 de enero de 2012

Sherlock Holmes: Juego de Sombras




Título Original Sherlock Holmes: A Game of Shadows (2011)
Director Guy Ritchie
Guión Kieran Mulroney y Michele Mulroney basado en el cómic de Lionel Wigram inspirado en los personajes de Arthur Conan Doyle
Actores Robert Downey Jr, Jude Law, Noomi Rapace, Jared Harris, Stephen Fry, Kelly Reilly, Rachel McAdams, Geraldine James, William Houston, Gilles Lellouche, Eddie Marsan




Segunda parte de la adaptación cinematográfica que el director británico Guy Ritchie (Lock & Stock, Snatch, Rockanrolla) realizó del cómic de su compatriota Lionel Wigram, que a su vez estaba inspirado libremente en el personaje Sherlock Holmes y por efecto dominó en su inseparable amigo el buen Doctor John Watson, creados por el célebre escritor inglés Arthur Conan Doyle en 1887 covirtiéndose en protagonistas de numerosos relatos salidos de su pluma y que se han convertido en clásicos de la literatura mundial.




La primera película era un simpático fuego de artificio que convertía a los dos personajes principales en dos dandis, no sólo expertos en investigación detectivesca, si no también en combates cuerpo a cuerpo y uso de armas de fuego. Todo con el toque de su director y dando forma a un conjunto al servicio del puro espectáculo cinematográfico que no buscaba nada más que la complicidad de un espectador con ganas de divertirse durante dos horas.




Trágicos acontecimientos que parecen tener un punto en común empiezan sucederse en Londres. Los mismos llamarán la atención del detective Sherlock Holmes que tras un tiempo trabajando en solitario volverá a formar pareja con su viejo amigo John Watson. Ambos investigarán estos peculiares crímenes relacionados con asesinatos de empresarios del algodón o el Opio y con terrorismo. La persona clave que une dichos actos delictivos es el ínclito profesor James Moriarty que se convertirá en el archienémigo y némesis de nuestro protagonista.




Sherlock Holmes: Juego de Sombras sigue una a una las constantes de su antecesora. Guy Ritchie no se la juega y va sobre seguro. Una vez más tenemos un film de acción con toques de humor, con una dirección artística intachable y una dirección técnica tan lograda como excesiva (aquí hay menos escenas de peleas, tiroteos o explosiones pero también son más efectistas en su ejecución), un guión entretenido y lleno de acertijos y todo al servicio de un Robert Downey Jr de arolladora personalidad e interminable carisma, con las espaldas bien cubiertas por un Jude Law que vuelve a darle la réplica con profesionalidad y saber estar.




Ciertamente, al igual que la primera entrega y a pesar de que la adaptación del personaje no puede ser menos ortodoxa e incluso irritante para los más jihadistas de los relatos originales del personaje escritos por Conan Doyle, hay constantes de la personalidad de los roles literarios que están en el film. Las dotes deductivas y maestría para el arte del disfraz de Holmes, el contrapunto racional de Watson, la química de Sherlock con este último y las apariciones entrañables de Mrs Hudson mostrando sus rencillas con el protagonista.




Las más interesantes novedades de esta segunda parte son las apariciones de dos personajes clásicos e indispensables dentro de varios de los relatos sobre el detective que habita el número 221B de Baker Street. Uno es el Mycroft Holmes, hermano de Sherlock, al que da vida el genial Stephen Fry que tiene momentos descacharrantes compartidos con Stanley, su anciano mayordomo, que con sólo dos breves escenas se gana al público desatando la carcajada.




El otro es ese profesor Moriarty al que da vida Jared Harris (actor al que hemos podido ver en la soberbia serie de televisión Mad Men y en la última y terrible cinta de John Carpenter, The Ward). Este personaje destila inteligencia y villanía por todos los poros de su piel, sus duelos intelectuales con Holmes son de lo mejor del film y tal hecho queda constatado en el clímax final con esa partida de ajedrez que bebe considerablemente del espíritu de los relatos literarios del personaje, hasta que Ritchie decide romper el tono de intelectualidad haciendo que una vez más los dos personajes se den de hostias es una de sus coreografiadass escenas de lucha al ralentí.




No hay que pedirle peras al olmo, este Sherlock Holmes: A Game of Shadows es un pasatiempo divertido y rápido para consumir palomitas viéndola en cine. Guy Ritchie repite una fórmula que le funcionó, que le ha vuelto a salir bien (aunque se exceda con ella, no hay nada más que evaluar la escena artificiosa de la barra de labios que se podría haber resuelto con un comentario posterior de Holmes a Watson en vez de con toda esa secuencia visualmente sobrecargada) y que le sirve de plataforma para rodar esa tercera parte que está preparándose ya con los mismos protagonistas, una vez más.




Por el camino tenemos a dos personajes que confirman su carisma como protagonistas, el breve papel de Rachel McAdams, la extraña belleza de una éxotica Noomi Rapace, a unos Mycroft y Morirarty memorables y mucho entretenimiento. Con todo me quedo con el Guy Ritchie de los pandilleros londinenses que se meten en líos por dinero, drogas o armas. Aquella versión socarronamente británica de Quentin Tarantino que nos descubrió a actores como Jason Statham y Vinnie Jones y que nos demostró que Brad Pitt podía hacer uno de los mejores papeles de su carrera sin que se le entendiera una palabra de lo que decía.


miércoles, 18 de enero de 2012

Starship Troopers, they'll keep fighting... and they'll win




Título Original Starship Troopers (1997)
Director Paul Verhoeven
Guión Ed Neumeier basado en la novela de Robert A. Heinlein
Actores Casper Van Dien, Dina Meyer, Denise Richards, Michael Ironside, Neil Patrick Harris, Jake Busey, Clancy Brown, Patrick Muldoon




Tras el escándalo que supuso esa recuperable oda a lo hortera y lo grueso que responde al nombre de Showgirls, vendida como una película orgullosa de su calificación moral NC-17 (la antigua X), mal recibida en la taquilla, masacrada por la crítica, ganadora de varios Razzies (el holandés fue a recoger el suyo al peor director, siendo el primer galardonado de la historia de los premios que iba a recibir el suyo en persona, dando muestra de su buen sentido del humor) y posteriormente marcando un hito por sus bestiales ventas en el mundo del mercado del nostálgico VHS, Paul Verhoeven decidió volver al género que le dio fama en Hollywood. La ciencia ficción.




El director de El Cuarto Hombre o Eric, Oficial de la Reina (Soldaat Van Oranje) escogió un proyecto de gran presupuesto en el que, con la ayuda del guión de Ed Neumeier, adaptó un libro del novelista norteamericano Robert A. Heinlein editado en 1959, Starship Troopers. El escrito que narra una batalla intergaláctica entre un ejército de humanos y unos insectos extraterrestres ganó el prestigioso premio Hugo (que anualmente galardona los mejores trabajos literarios de temática sci fi ya sean novelas, relatos cortos o cómics) pero siempre ha sido muy controvertido por ser considerado una apología pro-belicista que ensalza las supuestas virtudes y bondades del arte de la guerra.




Paul Verhoeven y Ed Neumeier (bastante implicado en el proyecto ya que también era coproductor del largometraje) decidieron abordar el libro desde un punto de vista crítico y muy ácido, haciendo una versión muy sui generis del mismo que paradójicamente y de una manera muy original ponía en entredicho todo lo que enaltecía Heinlein en el relato. Starship Troopers fue una enorme y desprejuiciada broma cósmica cinematográfica que en 1997 el mundo no estaba preparado para entender o valorar en su justa medida.




Panfleto fascista, discurso pro-nazi, apología de la guerra, soflama militarista, glorificación del imperialismo. Estas fueron algunas de las definiciones que recibió la película de Paul Verhoeven (ese hombre que durante la ocupación alemana de su Holanda natal vio como el ejército de Hitler masacraba a vecinos y amigos suyos y que siempre ha mostrado su rechazo por los extremismos políticos), tanto por parte de la prensa especializada conservadora como progresista. Hasta compañeros de profesión como el japonés Takashi Miike dijeron sorprenderse por el supuesto mensaje reaccionario del film.




Starship Troopers es una sátira que hace mofa por medio de la parodia y la hipérbole de temas con el militarismo, la guerra, el imperialismo, el patriotismo recalcitrante y de cómo esos ideales llevados a extremos pueden introducirnos como personas y ciudadanos en el fascismo puro y duro. Me parece realmente extraño que fueran pocos los espectadores que entendieran la broma de Paul Verhoeven y más si tenemos en cuenta que este film no deja de ser un extensión y ampliación de ideario de aquella magnífica pieza de culto llamada Robocop.




Aquella producción de 1987, que supuso el debut de Verhoeven en Hollywood y que no se le hubiera asignado si previamente no hubiera realizado Los Señores del Acero (Flesh & Blood), contenía debajo de su carcasa metalizada de cine de ciencia ficción un puñetazo con guante de kevlar en pleno rostro de la América neoconservadora de Ronald Reagan, retratando una distopía brutalmente desesperanzada en la que las fuerzas de la ley estaban privatizadas y controladas por corruptas multinacionales y realizando el fresco de una sociedad autodestructiva en la que los políticos tenía vínculos directos con los criminales más peligrosos de la ciudad de Detroit mientras la globalización devoraba el país.




Desde el minuto uno que abre Starship Troopers, con uno de esos vídeos de propaganda bélica que no sólo satirizan los utilizados por los ejércitos alemán y estadounidense durante a la segunda guerra mundial, sino también films realizados bajo el amparo del régimen nazi como El Triunfo de la Voluntad de Leni Riefenstahl, ya tenemos los primeros apuntes paródicos de tono muy ácido. En todos esos vídeos promocionales (que ya estaban con su tono irónico en Robocop) vemos burradas que de ninguna manera un director con el bagaje e inteligencia de Verhoeven podría tomarse seriamente o con solemnidad. A partir de aquí cuidado con los spoilers.




Un niño sale de entre las filas de ejército con el uniforme pidiendo ser reclutado y el resto de militares le ríen la gracia, un grupo de soldados reparte armas de asalto a críos que se pelean por ellas como si fueran juguetes, una madre salta histérica por la alegría de ver a sus hijos pisotear a unos pequeños escarabajos disfrutando al ver como empiezan a amar la guerra y el odio contra los extraterrestres desde la infancia, un traidor humano (el mismo guionista del film en un cameo) que ha colaborado con los bichos será capturado, juzgado y condenado a muerte en el mismo día y su ejecución será "retransmitida en todos los canales" y en horario infantil.




Después nos introducimos por medio de los personajes (inteligentemente elegidos entre las series de televisión juveniles de la época, a cada cual de ellos peor actor, idea acertada para mostrar sus pocas entedederas y excesivo culto al cuerpo) en una sociedad miltarizada que sólo permite el derecho a voto a aquellas personas que ingresen en el ejército y en la que el profesor Rascszak (grande Michael ironside) anima a su clase a alistarse en el ejército, exponiendo así a sus alumnos una declaración de principios en la que proclama el fracaso de la democracia y que la única vía aceptable para la sociedad es la fuerza y la violencia.




Posteriormente veremos a un oficial de reclutamiento alegrarse de que que la infantería haya hecho de él hombre que es hoy en día (cuando al individuo en cuestión le faltan las dos piernas y un brazo), que los vídeos caseros que utilizan los soldados para enviar saludos a familiares, amigos o parejas pasan por un estrcito filtro de censura del ejército, que la guerra contra los bichos no la empezaron las criaturas en concreto, sino ciudadanos humanos (mormones extemistas concretamente) que ocuparon su planeta y dieron pie a que los insectos gigantes se defendieran, que la inteligencia militar humana viste uniformes muy parecidos a los de los nazis y que no se apiadan a la hora de enviar soldados rasos a misiones suicidas o que los militares no quieren arrasar el planeta P (salvando de esta manera a sus muchachos que están en el frente) porque lo que quieren es colonizarlo.




Si a estas alturas alguien no se da cuenta de que todo el largometraje es una brutal crítica al imperialismo, a la gradual y radicalizada militarización imperante en Estados Unidos con la que le lavan la cabeza a niños (genial el apunte de que el reemplazo de Rico y sus compañeros sean críos de no más de 15 años) para "morir con honor por su país" y que este camino sólo lleva a regímenes dictatoriales puros y duros, ni Paul Verhoeven como director, ni Ed Neumeier como guionista, ni un servidor como admirador de la película podemos poner más de nuestra parte para llevar a buen puerto tal empresa.




Ya en un plano más extrictamente cinematográfico se puede afirmar con exactitud que el acabado técnico de Starship Troopers es sencillamente prodigioso. Las escenas de batalla están rodadas con fuerza y esa violencia muy Verhoeven (deudora, una vez más, de Robocop o Desafío Total) que es mostrada en pantalla en toda su crudeza (llegando en ocasiones al efectismo) ya que la misión del director de El Libro Negro es mostrar los estragos de la guerra y que morir en el campo de batalla no tiene nada de honroso o romántico. Los efectos digitales mantienen considerablemente la compostura después de 15 años y las escenas de acción son intachables, destacando ese pasaje en el que los aviones bombardean a los insectos y que dio pie a la mayor explosión en cadena de la historia del cine.




El reparto de actores jóvenes es nefasto (salvemos a Neil Patrick Harris, que años después nos deleitaría con su mítico Barney Stinson en Cómo Conocí a Vuestra Madre) pero intencionadamente. Todos los actores son guapos, de cuerpos apolineos y porte estilizado, en resumidas cuentas, de raza aria. Es más, muchos de ellos, como he mencionado con anterioridad, venían del mundo de la televisión (concretamente el actor Patrick Muldoon era uno de los protagonistas de Melrose Place) y son la carne de cañón o el medio por el cual Verhoeven y su guionista hacen llegar el mensaje del film al espectador. La historia que se narra con ellos como protagonistas es tópica y trillada hasta lo insultante porque los personajes deben ser retratados como animales impulsivos unineuronales y de mentalidad maleable.




A pesar de que el largometraje era un proyecto de encargo posee una coherencia desarmante con respecto al resto de la filmografía de Paul Verhoven, teniendo sus mayores referentes en Desafío Total y Robocop. Curiosamente el guionista de esta última lo es también de Starship Troopers, confesando que escribió el libreto pensando más en la cinta protagonizada por Peter Weller que en el mismo libro de Robert A. Heinlen que adaptaba con él. El tono cínico y cruel de la propuesta, la visceralidad con la que elimina a personajes (esta constante ya estaba en sus primeros films, ahí tenemos Delicias Turcas como ejemplo) la mirada crítica contra la sociedad occidental y su carnalidad bordeando lo escatológico como concepto son señas de identidad del realizador de Instinto Básico.




Formalmente Starship Troopers no es un gran film más allá de su acabado técnico, pero su corrosivo mensaje y su lacerante retrato de lo que podemos acabar siendo social y políticamente si seguimos por el camino que llevamos transitando desde hace años es su hallazgo más notorio y remarcable. Incluso su visión sobre el ejército invadiendo ilegalmente un terreno extranjero por el puro interés económico se mostró cruelmente premonitoria cuando en 2003 comenzó la invasión norteamericana a Iraq. Al igual que productos como Buffalo Soldiers de Gregor Jordan, el tiempo la pondrá en su sitio junto a otras sátiras antibélicas como M.A.S.H, Trampa 22 Johnny Cogió Su Fusil o Teléfono Rojo, Volamos a Moscú (Dr Strangelove) pero como es lógico salvando las considerable distancias que hay entre unos proyectos y otros.




Desde este humilde blog quiero reivindicar la figura de Paul Verhoven, uno de los directores más minusvalorados del panorama cinematográfico. Un autor que huyó de su Holanda natal por ser demasiado incómodo como cineasta para aquel país (films como Delicias Turcas o Spetters fueron muy polémicos en su momento) para ir a Estados Unidos y hacer lo propio con cada uno de los proyectos en los que se embarcaba. Hablamos de uno de los directores más incómodos y personales (todos y cada uno de sus films, hasta los más comerciales tiene su sello, incluso los fallidos como El Hombre Sin Sombra) en el séptimo arte de los últimos 30 años que rompió tabúes dentro de géneros tan dispares como el bélico, el medieval o la ciencia ficción mostrando cuan vulnerable, egoista y sucio puede mostrase el ser humano.




Hace tiempo quise dedicarle una entrada monográfica a su filmografía, pero cedí con respecto a ello debido a que seguramente su extensión sería un poco inadecuada (estos 17 párrafos sólo para Starship Troopers me dan la razón) para una amena lectura del tirón. De modo que poco a poco iré comentando toda su obra (seguramente en orden no cronológico) desde sus inicios en Holanda hasta la que me parece su mejor obra, El Libro Negro que también supuso su regreso al cine europeo. Todo esto lo llevaré a cabo porque me parece que merece la pena hablar de uno de los cineastas más iconoclastas, sinceros y libres que ha ofrecido el mundo del cine en mucho tiempo. ¿Desea saber más?.


martes, 17 de enero de 2012

Asesinato Por Decreto, desde el infierno



Título Original Muder By Decree (1978)
Director Bob Clark
Guión John Hopkins
Actores Christopher Plummer, James Mason, David Hemmings, Susan Clark, Anthony Quayle, John Gielgud, Frank Finlay, Donald Sutherland, Geneviève Bujold




Memorable coproducción de 1978 entre Canadá y Reino Unido que auna por medio del mestizaje el universo literario del personaje creado por el escritor británico Arthur Conan Doyle y hechos inspirados (más o menos) en la realidad relacionados con los crímenes llevados a finales del siglo XIX por el asesino en serie Jack el Destripador. La batuta la lleva el director Bob Clark, que cuatro años después se haría mundialmente famoso con la cachonda comedia generacional Porky's y su secuela.




Durante el año 1888 se suceden varios sangrientos asesinatos de prostitutas en el barrio de Whitechapel, pronto se conocerá al criminal como Jack el Destripador por lo brutal de sus actos. Ante la impotencia de las fuerzas de la ley al enfrentarse al caso Scotland Yard decide contratar los servicios del afamado detective Sherlock Holmes y su inseparable compañero el Doctor Watson. Ambos llegarán hasta el fondo del misterio pero pagando por el camino un trágico precio.




El film, que traslada a imágenes libremente el libro Jack the Ripper: The Final Solution de Stephen Knight, es una oscura pieza cinematográfica, deudora del legado de la Hammer Films y del cine del norteamericano Roger Corman que adaptaba relatos de Edgar Allan Poe (imposible no pensar en algunos pasajes de aquella otra amalgama llamada El Palacio de los Espíritus, que a parte de al autor de Asesinatos en la Calle Morgue también rendía tributo al escritor H.P. Lovecraft en una mezcolanza desprejuiciada que quedaba resultona en pantalla) pero cubierta con una mórbida atmósfera de crudeza visceral que en ocasiones bordea el subgénero gore.




Todo un acierto relatar algunos pasajes de los asesinatos del criminal en plano subjetivo y con lentes deformantes para acentuar su visión distorsionada de la realidad. Curiosamente este recurso (bastante tópico y manido a día de hoy) no sólo funciona al 100% en el contexto del relato, también serviría como esclarecedor precedente de lo que en un futuro serían las aventuras gráficas en primera persona diseñadas en el mundo del videojuego, curiosamente varias de ellas protagonizadas tanto por Sherlock Holmes como por el mismo Jack el Destripador.




A pesar de que el largometraje mezcla dos mundos distintos (pero con muchos puntos en común) el guión de John Hopkins mantiene una considerable fidelidad a la hora de abordar ambos. Los Sherlock Holmes y John Watson a los que dan vida el canadiense Christopher Plummer y el británico James Mason mantienen la personalidad y química que se puede encontrar en los relatos de Conan Doyle o en films anteriores y ulteriores como La Vida Privada de Sherlock Holmes o El Secreto de la Piramide (Young Sherlock Holmes) respectivamente.




Por otro lado muchos de los apuntes sobre la investigación de los crímenes de Jack the Ripper como la utilización de racimos de uvas para atraer a las prostitutas o que el asesino pudiera ser miembro de la realeza son parecidos a los supuestamente reales, aquellos que utilizaría el guionista de cómics británico Alan Moore en su ambicioso trabajo From Hell y los hermanos Allen y Albert Hughes en la entretenida pero brutalmente infiel adaptación cinematográfica homónima protagonizada por Johnny Depp y Heather Graham en 2001.




Christopher Plumer insufla elegancia, carisma y porte británico (y eso que el actor es nacido en Toronto), sus bromas y apuntes de ironía compartidos con Watson son memorables. Por otro lado el veterano James Mason está incluso más inspirado como el fiel ayudante del ínclito detective. Entrañable, socarrón, tímido o astuto si la situación lo exige, el protagonista de Lolita se come la pantalla cada vez que la cámara de Clark lo encuadra. Comos secundarios tenemos a un siempre íntegro John Gielgud, a una excelente Geneviève Bujold, a un David Hemmings al que la naturaleza empezaba ya a tratar con bastante cruealdad, alejándolo de aquel estilizado galán de films como Blow Up o Rojo Oscuro y por último un Donald Sutherland de pálido rostro y supuestos problemas mentales




El trabajo de dirección es bastante destacable. Bob Clark consigue una atmósfera malsana, retratando un Londrés sucio y tenebroso, siempre ayudado por la artesanal dirección artística. Especial truculencia bien acabada se puede ver en los asesinatos (bastante brutales para la época en la que fueron rodados), sobre todo en el primero y en el que finaliza con el rostro ensangrentado de la prostituta apareciendo de entre la oscuridad del interior del fantasmal carro de caballos. El director consigue momentos de alto voltaje y otros de un acabado técnico remarcable, como ese travelling entrando en el teatro al final de la ópera que comienza en la calle y termina delante de los personajes principales.




Interesante producción con suficientes alicientes como para agradar a distinto tipo de público. Los jihadistas de Sherlock Holmes no creo que se desgarren las vestiduras (hablando del tema, posiblemente no tardaré en hablar de la secuela del Holmes de Guy Ritchie, no desesperen) con su visionado y el resto de espectadores que busquen una historia detectivesca bien realizada y con un reparto destacable se verán considerablemente satisfechos con esta Murder By Decree que a mí al menos me resulta un producto bastante recuperable.