martes, 17 de enero de 2012

Asesinato Por Decreto, desde el infierno



Título Original Muder By Decree (1978)
Director Bob Clark
Guión John Hopkins
Actores Christopher Plummer, James Mason, David Hemmings, Susan Clark, Anthony Quayle, John Gielgud, Frank Finlay, Donald Sutherland, Geneviève Bujold




Memorable coproducción de 1978 entre Canadá y Reino Unido que auna por medio del mestizaje el universo literario del personaje creado por el escritor británico Arthur Conan Doyle y hechos inspirados (más o menos) en la realidad relacionados con los crímenes llevados a finales del siglo XIX por el asesino en serie Jack el Destripador. La batuta la lleva el director Bob Clark, que cuatro años después se haría mundialmente famoso con la cachonda comedia generacional Porky's y su secuela.




Durante el año 1888 se suceden varios sangrientos asesinatos de prostitutas en el barrio de Whitechapel, pronto se conocerá al criminal como Jack el Destripador por lo brutal de sus actos. Ante la impotencia de las fuerzas de la ley al enfrentarse al caso Scotland Yard decide contratar los servicios del afamado detective Sherlock Holmes y su inseparable compañero el Doctor Watson. Ambos llegarán hasta el fondo del misterio pero pagando por el camino un trágico precio.




El film, que traslada a imágenes libremente el libro Jack the Ripper: The Final Solution de Stephen Knight, es una oscura pieza cinematográfica, deudora del legado de la Hammer Films y del cine del norteamericano Roger Corman que adaptaba relatos de Edgar Allan Poe (imposible no pensar en algunos pasajes de aquella otra amalgama llamada El Palacio de los Espíritus, que a parte de al autor de Asesinatos en la Calle Morgue también rendía tributo al escritor H.P. Lovecraft en una mezcolanza desprejuiciada que quedaba resultona en pantalla) pero cubierta con una mórbida atmósfera de crudeza visceral que en ocasiones bordea el subgénero gore.




Todo un acierto relatar algunos pasajes de los asesinatos del criminal en plano subjetivo y con lentes deformantes para acentuar su visión distorsionada de la realidad. Curiosamente este recurso (bastante tópico y manido a día de hoy) no sólo funciona al 100% en el contexto del relato, también serviría como esclarecedor precedente de lo que en un futuro serían las aventuras gráficas en primera persona diseñadas en el mundo del videojuego, curiosamente varias de ellas protagonizadas tanto por Sherlock Holmes como por el mismo Jack el Destripador.




A pesar de que el largometraje mezcla dos mundos distintos (pero con muchos puntos en común) el guión de John Hopkins mantiene una considerable fidelidad a la hora de abordar ambos. Los Sherlock Holmes y John Watson a los que dan vida el canadiense Christopher Plummer y el británico James Mason mantienen la personalidad y química que se puede encontrar en los relatos de Conan Doyle o en films anteriores y ulteriores como La Vida Privada de Sherlock Holmes o El Secreto de la Piramide (Young Sherlock Holmes) respectivamente.




Por otro lado muchos de los apuntes sobre la investigación de los crímenes de Jack the Ripper como la utilización de racimos de uvas para atraer a las prostitutas o que el asesino pudiera ser miembro de la realeza son parecidos a los supuestamente reales, aquellos que utilizaría el guionista de cómics británico Alan Moore en su ambicioso trabajo From Hell y los hermanos Allen y Albert Hughes en la entretenida pero brutalmente infiel adaptación cinematográfica homónima protagonizada por Johnny Depp y Heather Graham en 2001.




Christopher Plumer insufla elegancia, carisma y porte británico (y eso que el actor es nacido en Toronto), sus bromas y apuntes de ironía compartidos con Watson son memorables. Por otro lado el veterano James Mason está incluso más inspirado como el fiel ayudante del ínclito detective. Entrañable, socarrón, tímido o astuto si la situación lo exige, el protagonista de Lolita se come la pantalla cada vez que la cámara de Clark lo encuadra. Comos secundarios tenemos a un siempre íntegro John Gielgud, a una excelente Geneviève Bujold, a un David Hemmings al que la naturaleza empezaba ya a tratar con bastante cruealdad, alejándolo de aquel estilizado galán de films como Blow Up o Rojo Oscuro y por último un Donald Sutherland de pálido rostro y supuestos problemas mentales




El trabajo de dirección es bastante destacable. Bob Clark consigue una atmósfera malsana, retratando un Londrés sucio y tenebroso, siempre ayudado por la artesanal dirección artística. Especial truculencia bien acabada se puede ver en los asesinatos (bastante brutales para la época en la que fueron rodados), sobre todo en el primero y en el que finaliza con el rostro ensangrentado de la prostituta apareciendo de entre la oscuridad del interior del fantasmal carro de caballos. El director consigue momentos de alto voltaje y otros de un acabado técnico remarcable, como ese travelling entrando en el teatro al final de la ópera que comienza en la calle y termina delante de los personajes principales.




Interesante producción con suficientes alicientes como para agradar a distinto tipo de público. Los jihadistas de Sherlock Holmes no creo que se desgarren las vestiduras (hablando del tema, posiblemente no tardaré en hablar de la secuela del Holmes de Guy Ritchie, no desesperen) con su visionado y el resto de espectadores que busquen una historia detectivesca bien realizada y con un reparto destacable se verán considerablemente satisfechos con esta Murder By Decree que a mí al menos me resulta un producto bastante recuperable.


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