jueves, 18 de diciembre de 2014

El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos



Título Original The Hobbit: The Battle of the Five Armies (2014)
Director Peter Jackson
Guión Philippa Boyens, Peter Jackson, Fran Walsh, Guillermo del Toro basado en el libro de J.R.R. Tolkien
Actores Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Luke Evans, James Nesbitt, Aidan Turner, Evangeline Lilly, Ken Stott, Graham McTavish, Jed Brophy, Stephen Hunter, John Callen, Adam Brown, Dean O'Gorman, William Kircher, Peter Hambleton, Mark Hadlow, Cate Blanchett, Lee Pace, Orlando Bloom, Hugo Weaving, Billy Connolly, Christopher Lee, Stephen Fry, Ryan Gage, Ian Holm, Sylvester McCoy, Manu Bennett




El director neozelandes Peter Jackson pone con El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos final a la segunda trilogía cinematográfica salida de su mano para trasladar la palabra del escritor J.R.R Tolkien a imagen real. La primera, que adaptaba las tres novelas que formaban El Señor de los Anillos, fueron un éxito arrollador de crítica y público que se llevó a casa 17 Oscars en total. Esta nueva saga de también tres entregas que abarcan la primera novela del autor del Silmarilion no ha sido recibida con tanta unanimidad por culpa de las malas decisiones que el cineasta de Mal Gusto tomó para extrapolarla a la pantalla grande, como alargar lo indecible pasajes que eran breves en el libro, inventarse otros protagonizados por personajes innecesarios o ser en cierta manera infiel tanto conceptualmente como en tono a aquellas poco más de 300 páginas.




Pero al igual que sucedía con El Hobbit: Un Viaje Inesperado y El Hobbit: La Desolación de Smaug Peter Jackson sabe qué teclas tiene que tocar para que nos derritamos como fans de la franquicia y así pasemos por alto el afán sacacuartos tanto de él mismo como de las cabezas pensantes de las distintas productoras (Warner Bros, Metro Goldwyn Mayer, New Line Cinema) que se encuentran detrás de la gestación de esta nueva serie de tres largometrajes. Por cada infidelidad, interminable pasaje o inservible relación interpersonal entre roles secundarios, nos regala momentos de mastodóntica épica, celuloide dinámico con muy buen gusto y unas batallas multitudinarias que se revelan como lo mejor de la velada




El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos (la película anteriormente conocida con el título mucho menos impactante de El Hobbit: Partida y Regreso) sigue la tónica de su predecesora, o lo que es lo mismo, hiperbolizar todos los fallos y aciertos de la primera entrega estrenada el año 2012. La historia comienza justamente donde acababa la anterior cinta con un Samug desatado y enfurecido dispuesto a arrasar la Ciudad del Lago. Este prólogo soberbio, de lo mejor del film, parece que Peter Jackson quiere quitárselo pronto de en medio, privándonos de más minutos de metraje del enorme e intimidante dragón en pantalla, para pasar a un desarrollo de la trama en el que el autor de Braindead cae de nuevo y con más descaro que nunca en el mayor fallo que arrastra esta nueva trilogía cinematográfica relacionada con los personajes de J.R.R. Tolkien.




Después de ese brutal pasaje con Smaug como núcleo central de la historia el Peter Jackson más rastrero sale a la luz. Ese que con tal de satisfacer a los fans de la saga cinematográfica a la que él dio inicio hace doce años es capaz de adulterar de manera vergonzante el libro que está adaptando. El neozelandes lleva hasta el extremo su intención por alargar pasajes de manera innecesaria o por añadir otros que nunca tuvieron lugar en el libro de 1937 y con ello justifica la inclusión de personajes que poco o nada pintan en la película como Saruman, Galadriel, Elrond o el mismo Légolas, que a partir de la segunda cinta copa un protagonismo que Jackson y sus guionistas se han sacado de la manga y al que han puesto como complemento el rol de Tauriel que, una vez más, está metido con calzador y forma parte del en casi todos momentos insufrible romance con el enano Kili.




Antes de llegar a todo el caldo de cultivo que da pie a la batalla que da título al largometraje Jackson nos hace tragar morralla, pasajes de relleno que o bien se inventa él mismo o toma prestados de distintos escritos del universo tolkieniano, Como sucede en las dos anteriores entregas la cinta flaquea cuando se centra en esos añadidos caprichosos que sólo consiguen abultar innecesariamente un metraje que a todas luces podía haber sido mucho más efectivo sin tanta duración, aunque sería de necios afirmar que el film se hace aburrido, algo que no sucede en ninguno de los 144 minutos (es la película más corta de esta nueva trilogía) que dura el viaje. Y por otro lado el film ofrece lo mejor de sí mismo cuando adapta con una fidelidad encomiable las páginas que si dieron forma a la novela que sirve como base argumental de la obra cinematográfica.




Una vez más Peter Jackson amalgama el tono de aventura ligera de la novela El Hobbit con la epicidad extrema que insufló a la anterior trilogía cinematográfica, siendo así algo infiel (aunque no más de lo que lo fue con las dos entregas previas a esta) al tono de la primera novela de J.R.R. Tolkien. Esta mezcolanza no siempre se muestra compacta en pantalla y se revela en ocasiones bastante descompensada, pero el director de Criaturas Celestiales ya conoce el imaginario tolkieniano como la palma de su mano y sabe qué resortes debe tocar para que su film se revele como un canto de amor hacia la Tierra Media sustentado en las bases del mejor cine comercial que pueda ofrecernos el celulodie actual. El resultado deja considerablemente satisfecho a la mayoría de espectadores aún dejando notar varios fallos irritantes a lo largo del metraje.




Y algunos de ellos parecen indignos de la profesionalidad y las tablas que el cineasta neozelandes lleva a sus espaldas a estas alturas. Como la ya mencionada innecesaria historia de amor de Tauriel y Kili que desemboca en triángulo emocional con la presencia de un Légolas en modo pagafantas, el poco metraje de la mayoría de enanos que habían tenido momentos más destacados en los dos films previos, el peso que se da a secundarios estúpidos e intragables como el Alfrid de Ryan Algig (insoportable rol de relleno pretendidamente cómico y que no pasa de cliché andante) y el que se le resta al Bilbo Bolson de un esforzado Martin Freeman que si en Un Viaje Inesperado o La Desolación de Smaug parecía un secundario más, aquí es casi un personaje anecdótico si no contamos las puntuales escenas en las que cobra le importancia que merece y sí tenía en todo momento en el libro original.




Pero por otro lado, y como ya hemos aventurado previamente, Peter Jackson sabe lo que hace y en El Hobbit: La Batalla de los Cincon Ejércitos echa toda la carne en el asador. Gracias a su habitual puesta en escena y a su conocimiento del universo de la Tierra Media se permite rematar esta trilogía con algunos de los mejores pasajes de los tres largometrajes. Desde el ya mencionado prólogo con Smaug el Terrible copando todo el protagonismo junto al impagable Bardo de Luke Evans hasta el viaje a la locura de un sobresaliente (aunque algo desdibujado) Richard Armitage en la piel de Thorin Escudo de Roble o la recta final de la película con todo lo referido a la batalla de los cinco ejércitos y su previa gestación en la que el director ofrece algunos de los momentos más vibrantes, épicos y sólidos de toda su carrera con ese descomunal enfrentamiento entre enanos, orcos y elfos que no sólo es un dechado de técnica cinematográfica sino que también adapta con pericia inquebrantable dicha etapa de la novela original.




Con esta última entrega Peter Jackson pone punto ¿y final? a esa incursión en la obra literaria de J.R.R. Tolkien que tantas satisfacciones le ha dado. Evidentemente como trilogía queda muy lejos de la de El Señor de los Anillos y su vergonzoso alargamiento se debe únicamente a las intenciones económicas de su creador, qué paradójicamente se ve muy bien reflejado a sí mismo en el film con ese Thorin Escudo de Roble que se ve devorado por la avaricia por culpa del "mal del dragón" que hereda de Smaug. Pero al igual que sus predecesoras El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos es heredera del mejor cine clásico de aventuras, una muestra del celulolide comercial del siglo XXI más disfrutable y competente, una obra que dignifica con su sola presencia las carteleras de todo el mundo. Porque como adaptación de la novela El Hobbit podemos cuestinarla desde varios puntos de vista, pero como pieza de evasión para todos los públicos pocas deficiencias podremos destacarle.



miércoles, 10 de diciembre de 2014

Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo



Título Original Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo (2014)
Director Javier Fesser
Guión Cristóbal Ruiz, Claro García y Javier Fesser basado en los cómics de Francisco Ibáñez





Una carrera en viñetas de más de 55 años de edad abalan a Mortadelo y Filemón, los personajes creados por Francisco Ibáñez entre las paredes de la mítica editorial española Bruguera. Adaptaciones a distintos países en los que el éxito de los tebeos es un hecho desde hace décadas y la traslación a distintos medios catódicos o cinematográficos tanto en animación (dos series de tv, la mítica de Estudios Vara de los 60 y la de BRB Internacional y Antena 3 en los 90) como imagen real han extendido el legado de estos dos entrañablemente torpes agentes secretos de la T.I.A (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) que en pleno 2014 siguen dando guerra en viñetas, aunque con sus años dorados bastante alejados en el tiempo.




En 2003 un Javier Fesser que venía de ejecutar una de las comedias más memorables, atípicas y entrañables del cine patrio contemporáneo con El Milagro de P. Tinto llevó a la pantalla grande la primera película de imagen real protagonizada por los personajes de Francisco Ibáñez con un más que considerable éxito. La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón tenía muchos aciertos en su haber, como un casting (encabezado por un pletórico Benito Pocino que sencillamente "era" Mortadelo) elegido con escuadra y cartabón y una estética muy deudora de los cómics. Pero adolecía de un desarrollo y trasfondo que no conseguía captar la verdadera esencia de los tebeos cuyo devenir se estancaba cuando al quinto o sexto golpe de cachiporra o tapa de alcantarilla todo era entregarse a una agotadora redundancia, técnica y artísticamente brillante, pero agotadora al fin y al cabo.




Cinco años después el director Miguel Bardem (La Mujer Más Fea del Mundo, Noche de Reyes, Incautos) tomó el relevo de Javier Fesser y rodó la secuela Mortadelo y Filemón: Misión Salvar la Tierra, en el que repetía el mismo reparto, exceptuando el catalán Benito Pocino, que por diferencias con los productores abandonó el proyecto asumiendo su rol de Mortadelo el cómico Edu Soto. Un servidor nunca llegó a ver esta segunda parte, pero cierto es que aun funcionando bien en taquilla recibió ataques más o menos enconados tanto por parte de la crítica como del público o los fans de los personajes, que la pusieron de vuelta y media en su época de estreno. Pero no sería esa la última traslación de las correrías de las más célebres creaciones de Francisco Ibáñez y eso nos lleva al actual 2014.




Unos años después del éxitoso paréntesis que supuso la realización de la intensa, valiente y polémica Camino, basada en los últimos días de vida de la canonizada niña Alexia Gonzalez-Barros cuya familia pertenecía a la institución religiosa Opus Dei, Javier Fesser decidió volver a los personajes que había llevado a imagen real en 2003 rodando así el tercer largometraje protagonizado por Mortadelo y Filemon. La novedad en esta ocasión es que el director madrileño tomaba la sabia decisión de realizar esta nueva secuela en animación en 3D, localizando la historia en un formato mucho más cercano y fiel a las viñetas primigenias en las que han ido desfilando los dos agentes secretos y sus secundarios desde hace casi 60 años.




Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo no sólo recupera al Javier Fesser más festivo y coherentemente alocado desde su ya lejana ópera prima, también es la adaptación (casi) perfecta de los personajes de Ibáñez a imagen real. Fesser ha tomado nota de los fallos de su primera incursión en el universo de los tebeos del autor de Pepe Gotera y Otilio o Chicha, Tato y Clodoveo y ha conseguido por fin llevar las viñetas a imagen en movimiento no sólo emulando fidedignamente la obra de Ibáñez en el plano estilístico, también trasladando gran parte del espíritu de la obra a la pantalla de cine  y con mucho más mérito si tenemos en cuenta que el guión escrito a seis manos no se refleja de manera directa en ninguna de las historietas clásicas o modernas de Mortadelo y Filemón, aunque toma de detalles de muchas de las más reconocibles para los lectores habituales.




La última obra de Javier Fesser es una fiesta cinematografica para todos los púbicos que se sumerge totalmente en los guiones y dibujos de Francisco Ibáñez desde ese arranque con el travelling a ras de suelo con el que seguimos el recorrido de la oronda Ofelia hasta la oficina del Super Intendente Vicente. En esos pocos segundos el director de Camino comienza a desplegar su puesta en escena incluyendo en cascada y sesión continua incontables referencias al universo de Mortadelo y Filemón y aunque la excesivamente alargada escena de arranque nos desconcierte de alguna manera en todo momento podemos ver a esos personajes que ya estaban ahí cuando muchos de nosotros todavía o habíamos nacido. Porque de manera inteligente Fesser no reniega de lo que ya hizo hace once años, pero sí lo depura para acercarlo más a su origen en papel.




Aquella estética slapstick de incontrolable imaginería visual de La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón encuentra aquí la horma de su zapato con la animación en 3D. Personajes como los protagonistas, el Super, Ofelia, el profesor Bacterio, Rompetechos (aquí liberado de su estúpida filicion franquista del largometraje de 2003) o Irma son trasladados con un milimétrico respeto a la pantalla grande y sus correrías tienen lugar en edificios o calles llenas de colillas de cigarro, jocosos carteles publicitarios o secundarios de relleno tales como policías bigotudos, ciegos (con divertido perro lazarillo) caídos en desgracia, ancianas duras de oído, todo ello sin recurrir los guionistas y el director únicamente a la inocua violencia física por medio de continuos golpes (aunque también apelan a ella, es su obligación) porque en esta ocasión Fesser ha sabido captar el tono de locura de las viñetas sin eludir su tono de disparate continuo, previsible en lo argumental, pero adictivo en lo conceptual.




Dentro de este espídico caos controlado, que recuerda al de  Las aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio de Steven Spielberg y Peter Jackson, Javier Fesser tiene tiempo también para marcar a fuego su sello autoral con incontables referencias no ya sólo a su primera incursión en el universo de los personajes de Ibáñez sino también a su ya mencionada ópera prima El Milagro de P. Tinto, sus descacharrantes cortometrajes Aquel Ritmillo o El Sedcleto de la Tlompeta o la serie online Javi y Lucy con el humor físico deudor de Tex Avery, la música española casposa de la primera mitad del siglo XX, el imperante tono naif o sus sempiternas bombonas de butano que tienen aquí también su momento de gloria durante el clímax final del largometraje.




Repasando los pasajes para el recuerdo tenemos toda la parodia del reality show Gen Hermano (con impagable referencia al Golpe de Estado del 23 de febrero de 1981) el arranque con homenaje a las buddy movies americanas (acierto mayúsculo el uso de la voz de Ramón Langa) todas y cada una de las visitas al piso que comparten los dos agentes secretos, los cambios de humor de aquellos a los que se les inyecta la fórmula inventada por el profesor Bacterio o el clímax final en el que la locura se vuelve desbordante pero nunca agotadora o reiteraiva. Apunte muy positivo para el doblaje de los personajes encabezado por el de los dos protagonistas con la voz de un pletórico Karra Elejalde en la piel de Mortadelo y Janfri Topera (actor que curiosamente dio vida al profesor Bacterio en las dos versiones en imagen real) del sufrido Filemón,




En resumidas cuentas Mortadelo y Filemón Contra Jimmy el Cachondo es en el plano estético la posiblemente película animada en 3D más lograda de nuestro celuloide, una adaptación ejemplar de los personajes de Francisco Ibáñez y una obra cinematográfica que sin llegar a la excelencia (le restan algunos puntos fallos como el poco peso del personaje de Jimmy que es eclipsado, en todos los sentidos, por el impagable Tronchamulas o el a veces caótico devenir de su trama, seguramente buscado por los autores de la obra)  se revela como una de las producciones españolas más interesantes del 2014, una que pueden disfrutar tanto grandes como pequeños y sobre todo los que nos criamos con un tebeo de los agentes más aguerridos de la T.I.A en las manos gracias a las malas artes de padres, hermanos o kioskeros de confianza.