Título Original Ant-Man and the Wasp (2018)
Director Peyton Reed
Guión Andrew Barrer, Gabriel Ferrari, Adam McKay, Paul Rudd, Chris McKenna, Erik Sommers, basado en los cómics de Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber
Reparto Paul Rudd, Evangeline Lilly, Michael Douglas, Michael Peña, Michelle Pfeiffer, Laurence Fishburne, Walton Goggins, Judy Greer, Randall Park, David Dastmalchian, Hannah John-Kamen
Ni tres meses han pasado del estreno de Vengadores: Infinity War, la potente tercera entrega cinematográfica protagonizada por el grupo de superhéroes más importante de Marvel Studios, y ya tenemos aquí una nueva pieza de la productora capitaneada por Kevin Feige. Ant-Man y la Avispa da continuación al primer film centrado en Scott Lang estrenado en 2015 y a su memorable intervención en Capitán América: Civil War donde protagonizó algunas de las escenas de acción más destacadas gracias a la peculiaridad de sus poderes. Esta vez ya no hay rastro en el guión de aquellos Edgar Wright y Joe Cornish contratados para ocuparse del primer film y más tarde abandonar el proyecto por las socorridas diferencias creativas con los productores, viéndose reducida su acreditación únicamente al libreto, que en esta ocasión recae en las manos de “sospechosos habituales” como Andrew Barrer, Gabriel Ferrari, Adam McKay, Chris McKenna, Erik Sommers y un Paul Rudd volviendo a intervenir en el proceso de escritura como ya hiciera en la anterior cinta. En lo referido a la dirección Peyton Reed vuelve a ponerse detrás de las cámaras y el reparto repite casi en su totalidad con el citado Paul Rudd, Evangeline Lilly, Michael Douglas o Michael Peña entre otros a los que se suman algunas nuevas incorporaciones importantes como Michelle Pfeiffer, Laurence Fishburne, Walton Goggins o Hannah John-Kamen cerrando un cast harto interesante.
Después de la trascendencia y el dramatismo que los hermanos Anthony y Joe Russo insuflaron a Vengadores: Infinity War con la esperada llegada de Thanos marcando un antes y un después dentro del MCU Ant-Man y la Avispa supone una notable bajada de velocidad con los responsables de Marvel Studios quitando el pie del acelerador para ofrecer una propuesta en las antípodas aspiracionales de su proyecto inmediatamente anterior. En ese sentido la secuela que nos ocupa respeta escrupolósamente lo planteado en su predecesora mostrándose de cara al público como una comedia de acción que en esta ocasión abandona el subgénero de robos a lo Ocean’s Eleven para abrazar la temática superhéroica más ortodoxa aderezada con apuntes de ciencia ficción clásica. Para ello Peyton Reed y el resto de sus colaboradores se entregan a lo obvio con la intención de seguir la máxima hollywoodiense de facturar segundas partes que sean más grandes y ruidosas que sus predecesoras. Aunque como es lógico detrás de una maquinaria tan grande como la de Marvel Studios están Kevin Feige y sus socios para controlar a sus empleados con la intención de no salirse de los cánones establecidos en una franquicia a la que deben encorsetarse al 100%.
Por suerte el resultado en Ant-Man y la Avispa es un producto comercial sin mayor trascendencia a la búsqueda de algo tan simple y sano como entretener al respetable sin aspirar a nada más. En este punto al largometraje le beneficia no estar demasiado vinculado a lo sucedido actualmente en la cronología del Universo Cinematográfico de Marvel (recordemos que esta historia tiene lugar un poco antes de lo acontecido en Vengadores: Infinity War) algo de lo que también pudo disfrutar la primera aventura cinematográfica de Scott Lang jugando a su favor para adquirir una independencia notablemente liberadora de cara a ampliar el microcosmos de la factoría. Pero nadie deberá esperar experimentación o riesgo en la propuesta que nos ocupa, la secuela de Ant-Man juega con cartas marcadas en todo momento, aunque lo hace con una pericia encomiable cuando sus responsables demuestran haber tomado nota de lo que funcionaba y lo que no en la película de 2015 potenciando lo primero y casi eliminando lo segundo. El resultado es un proyecto que supera a su hermana mayor en prácticamente todos sus apartados gracias al uso inteligente y nada presuntuoso de la imaginería visual y argumental planteada en aquella primera adaptación cinematográfica de las correrías en miniatura del famoso segundo Hombre Hormiga creado por David Michelinie y John Byrne.
Si en Ant-Man la acción ligera y dinámica, los personajes carismáticos, la utilización versátil y con intencionalidad cómica de los poderes reductores y una acertada pátina de humor envolviendo todo el producto eran sus mayores virtudes, o defectos dependiendo de quien lo diga, esta nueva entrega, paradójicamente, engrandece todas las señas de identidad con la intención de potenciarlas de cara a la platea y el resultado para el que esto firma es de una notable eficacia. Esta nueva aventura emprendida por Scott Lang (Paul Rudd) y Hope Van Dyne (Evangeline Lilly) junto a Hank Pym (Michael Douglas) para encontrar a Janet (Michelle Pfeifer), tanto la primera Avispa como esposa de Hank y madre de Hope, en el Mundo Cuántico y la intervención de Fantasma (Hannah John-Kamen) y Sonny Burch (Walton Goggins) suponiendo ambos un notable obstáculo para la misión son los ingredientes con los que Peyton Reed y sus seis guionistas cocinan un plato cuya degustación nos recuerda a sabores ya conocidos facturando un producto tan previsible y poco original como divertido y profesionalmente rematado en todos sus aspectos gracias la adecuada conjunción entre unos apartados técnico y artístico entendiéndose a las mil maravillas una vez son conscientes de estar moldeando en gran parte una pequeña bomba de oxígeno para que el MCU tome aire después de la penúltima y mastodóntica entrega de la factoría estrenada en abril.
De manera que Ant-Man y la Avispa depura su look visual en lo concerniente a la utilización de los poderes de los personajes protagonistas gracias a unos CGI tan sencillos como efectivos teniendo su clímax máximo en los viajes al Mundo Cuántico. La acción es más elaborada, las coreografías más potentes y el uso continuado de objetos gigantescos convertidos en miniaturas o pequeñeces viendo su tamaño aumentar de manera bestial deparan algunas secuencias bien ejecutadas encontrándose entre lo mejor de la velada. El humor tiene una mayor presencia, pero es fiel al ya expuesto en la primera película regalando aquí algunos de los gags más divertidos que un servidor ha visto en una producción de Marvel Studios, extendiendo la comicidad hasta personajes más serios, como el Hank Pym de Michael Douglas, sin que estos pierdan su personalidad ya establecida previamente. Pero como es lógico son los personajes de Paul Rudd, Michael Peña o los secundarios de Randall Park o David Dastmalchian los que copan prácticamente todos los golpes humorísticos, de modo que los que sufrieran con su presencia en la anterior entrega deben saber que aquí tienen doble ración de todos ellos. En cuanto al drama está ahí desde la misma escena del prólogo, pero es superficial y no profundiza en los dilemas planteados por los personajes, porque film de Peyton Reed sólo busca entretener al espectador por medio de escapismo o fruición y en ese sentido cumple su humilde cometido.
Por desgracia Ant-Man y la Avispa también comete errores y varios de ellos no son ajenos al MCU a pesar de que sus dos producciones inmediatamente anteriores parecían haberlas subsanado por completo. De nuevo nos encontramos, no con uno, sino con dos villanos unidimensionales a los que la escritura del guión no sabe dar la adecuada profundidad para que se conviertan en dignas némesis de los protagonistas de la obra. La versión femenina de Ghost, a la que da vida una entregada Hannah John-Kamen, es potente a nivel visual y sus presencia se antoja amenazante desde una perspectiva física, pero sus motivaciones son un simple esbozo que los guionistas introducen de manera rápida y poco elaborada para que empaticemos con su desdicha, consiguiéndolo a duras penas. Más grave es lo de la versión en imagen real de Sonny Burch interpretada por un Walton Googins que hace lo que puede con un rol planteado casi como un punching ball humorístico con el que los protagonistas puedan cebarse. Es cierto que el libreto regala algunos diálogos agradecidos que el actor de The Shield o Los Odiosos Ocho aprovecha en gran medida, pero conforme la trama avanza su presencia se antoja cada vez más insulsa y el hecho de estar escoltado por dos secuaces que son poco más que chistes con patas tampoco ayuda a tomarnos en serio sus planes y amenazas. Con todo tanto Ghost como Sonny Burch cumplen “servicios mínimos” como enemigos a los que derrotar y los profesionales elegidos para interpretarlos hacen lo que pueden con el material que ponen en sus manos.
Un actor carismático y encantador ya indivisible al personaje que interpreta, una pareja en pantalla con vocación de robaescenas dando vida a algunas de los mejores pasajes del metraje, secundarios cubriendo las espaldas perfectamente al dúo protagonista, acción bien medida y de un acabado visual impecable sustentada en una realización técnica a la altura de un proyecto de esta envergadura, un humor bien localizado tomando más protagonismo que en la anterior entrega sin monopolizar la obra de mala manera y un guión tan sencillo como eficiente así como repleto de referencias para los fans (hay dos escenas post créditos, una importante primero y otra al finalizar los créditos a modo de broma) son los aciertos de los que se sirve Ant-Man and the Wasp para revelarse como un entretenimiento juguetón y sencillo con el que pasar poco menos de dos horas repletas de diversión en una sala de cine. La próxima entrega de Marvel Studios no llegará a las pantallas de todo el mundo hasta marzo del próximo 2019 y será importante por distintos motivos, porque con ella asistiremos a la primera entrega del MCU protagonizada y co dirigida por una mujer y con un personaje tan relevante como el de Capitana Marvel en primera línea. Tras ella, sólo dos meses después, la cuarta entrega de los Vengadores nos desvelará qué sucederá con gran parte de este universo cinematográfico inspirado en algunos de los iconos más importantes de la Casa de las Ideas al que todavía le queda mucho camino por recorrer.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa
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