martes, 22 de febrero de 2011

127 Horas, el último superviviente



Título Original: 127 Hours (2010)
Director: Danny Boyle
Guión: Simon Beaufoy y Danny Boyle basado en el libro de Aron Ralston
Actores: James Franco, Kate Mara, Amber Tamblyn, Clemence Poesy, Treat Williams, Kate Burton, Lizzy Caplan

Trailer


He de admitir que tengo una paradójica relación, que alterna admiración y rechazo, con el británico Danny Boyle. Me gusta, en general, su olfato para elegir proyectos, así como lo arriesgado que es como director a la hora de afrontar depende qué temáticas o conceptos. Pero me causa muchísimo reparo su perenne estilo de realización sobrecargada, efectista y falsamente nerviosa que en ocasiones está justificada (Trainspotting, 28 Días Después) y otras no (Millones, Slumdog Millionaire) entregándose a una innecesaria preponderancia de la forma sobre el fondo.






127 Horas está basada en la novela autobiográfica de Aron Ralston, Between a Rock and a Hard Place, que narra como un día, en Mayo de 2003, haciendo montañismo y tras una caída, su brazo derecho quedó atrapado entre una enorme roca y una pared de piedra dentro del cañón de Blue John, en el desierto de Utah. El film retrata esos agónicos casi 5 días y la odisea de Ralston para intentar salir de tan calamitosa situación con vida. ¿Lo consiguió? Pues sí. Que más tarde escribiera un libro sobre tal hecho no da pie a la confusión. Y no es ningún spoiler.




El film, digámoslo ya, es un producto harto entretenido que cumple su cometido de llamar la atención del espectador lo suficiente como para que el mismo empatice con la desdicha de su protagonista y como no, para servir como homenaje a la persona de Aron Ralston. Los 90 minutos que dura el metraje no dan respiro en ningún momento, pero debido a esto, Boyle, una vez más reincide en una dirección artficiosa e innecesariamente frenética, pero esta vez con un motivo poco consistente, lo que pone en entredicho una vez más sus dotes como verdadero cineasta.




Los motivos por los que el director de Tumba Abierta (Shallow Grave) recurre una vez más a un tipo de realización tan exagerada, más que técnicos, visuales o narrativos, son del todo peregrinos, pero hasta cierto punto comprensibles. No aburrir al espectador. Boyle es consciente de que una historia de un hombre inmovilizado dentro de una grieta de piedra y con el brazo atrapado entre una roca y una pared reduce el mínimo su campo de maniobrabilidad como director y por ello recurre a toda una gama de trucajes de realización y montaje que ya no nos pillan desprevenidos, porque los arrastra desde sus inicios, pero que en cierta manera ya cansan.




Pantalla partida, polivisión, planos detalle, montaje sincopado, tomas imposibles, flashbacks, imágenes oníricas, ensoñaciones. Boyle huye en repetidas ocasiones del lugar donde Ralston se encuentra confinado (la toma aérea que acaba con el plano de la botella de Gatorade es un disparate y encima nos mete la publicidad por toda la cara) porque no tiene la suficiente confianza en sus dotes como cineasta para dar ritmo a un producto dentro de un espacio tan reducido y con sólo un actor. Con ello el film pierde gran parte de la claustrofobia que debería transmitir y Boyle demuestra que al lado del Rodrigo Cortés de Buried es un aficionado a la hora de hacer este tipo de cine.




Lo peor es que Boyle no se da cuenta de que los pasajes más relajados de su largometraje son los que más funcionan y consiguen crear una atmósfera de tensión y desesperanza en el espectador. Hay un travelling lento desde la espalda del protagonista situado entre el hueco de las dos paredes de piedra que vale más, cinematográficamente hablando, que todos los planos de gargantas, venas, hemoglobina, huesos, interiores de botellas o sueños forzados, casi lisérgicos. Por suerte para Boyle su proyecto tiene en su interior algo que consigue dar verismo, naturalidad y credibilidad al conjunto. Nada más y nada menos que su actor principal.




No tengo nada en contra de actores de cara bonita siempre y cuando hayan demostrado valer para algo más que para que posters con fotos de su persona forren carpetas de adolescentes. Por eso veo mérito en intérpretes como Brad Pitt, Leonardo DiCaprio o Johnny Depp. James Franco es un buen chaval, comedido y agradable (al menos en las revistas en las que he podido leer entrevistas suyas) pero tiene una de esas caras a las que me gustaría darle una tollina en condiciones, no puedo evitarlo. Como muestra un botón.




Es innegable que James Franco nunca ha hecho un papel muy destacado o memorable en cine. Pero también es cierto que en 127 Horas realiza un trabajo colosal de composición y entrega dramática. El protagonista de Sonny lleva todo el peso del producto en sus hombros y aprueba con nota al transmitir tanto la psicología herida del personaje, su fisicidad en una situación extrema y sobre todo y más importante, sus ganas de salir adelante y sobrevivir. Como es lógico a estas alturas es de recibo mencionar el clímax de la cinta.




Esa dura escena de eclosión, que una vez más Boyle muestra con todas las florituras expeditivas y forzadas posibles, incluso en esta ocasión emulando descaradamente (por medio del montaje de imágenes y los efectos de sonido) a las escenas en las que Jared Leto se inyectaba heroína en la soberbia Requiem Por Un Sueño de Darren Aronofsky. La secuencia, con todo, acierta por su crudeza, dramatismo y carnalidad, sirviendo la misma como liberación final de todo el conjunto cinematográfico que sostiene la película.




Como en otras ocasiones Danny Boyle consigue realizar una buena película, pero él mismo y el acabado técnico de su propuesta son lo peor de la obra. 127 Horas es una cinta acertada (la introducción en pantalla del título del film me parece uno de sus mayores aciertos, a pesar de ser este un detalle que pocos percibirán), física y muy entretenida que transmite gracias a su protagonista verdaderas ganas de (sobre)vivir. Aunque tiene sus fallos y mi misión es destacarlos, desde mi punto de vista




De nuevo el director de Una Historia Diferente (A Life Less Ordinary) o Sunshine destaca más como un profesional con fino olfato para embarcarse en proyectos interesantes que como cineasta completo. Cuando decida dejar de rodar todos los films que caen en sus manos como si fueran una mezcla entre un capítulo de 24 y otro de C.S.I, Las Vegas, dará nuevos y necesarios pasos adelante en su filmografía, de lo contrario seguirá como hasta ahora, estancado y sin voz propia como autor. Decir eso del creador de una obra tan generacional y memorable como Trainspotting es una pena.



1 comentario:

  1. Bravo, una crítica muy interesante. Para mi la peor suya es "Millones" o almenos me aburría ese día, la pasaba adelante por chorradas.

    Su primera me pareció bastante interesante. Lo único muy pedantes los protas pero creo que era la gracia después del lío que se montan. Estamos de acuerdo que es un director que sin libreto propio, "Trainspotting" le salió cojonuda.

    Pero no sé que me pasa con este hombre que no querría rodar como él pero me cae bien. Sus personajes siempre son extremos, pierden la chaveta y sus comentarios en pelis me caen en gracia. Eso sí, el día que escriba una historia original sin novela o guión adaptado veré si saca algo personal.

    Bueno "Una historia diferente" apenas la he visto porque tampoco me ha enganchado, o quizás por lo que he visto es un humor muy blando para ser peli suya. De todas maneras le dedicaré un post de repaso a su filmografía.


    PD.: Y Sunshine se salva por crear una atmósfera no 100% original pero lo de las fotos subliminales al entrar por vez primera en años a la nave está conseguida. Cillian Murphy me cae bien... reconozco que me dejo llevar facilmente si realizadores o actores me parecen majetes jojo.

    ResponderEliminar