Joseph Hill Whedon nació el 23 de junio de 1964 en New York dentro del seno de una familia dedicada al mundo de la televisión. Su padre, Tom Whedon, fue guionista de la mítica serie de los 80 Las Chicas de Oro entre otras producciones catódicas, de modo que Joss (al igual que sus hermanos Zack Whedon y Jed Whedon que en un futuro también se implicarían en productos para la pequeña pantalla como Deadwood o Agentes de S.H.I.E.L.D) desde bien niño se movíó en ambientes de la creación de ficción aunque fuera de manera tangencial. Tras unos años estudiando en Inglaterra volvió a Estados Unidos para licenciarse en cinematografía por la universidad Wesleyana de Connecticut en 1987. Ya en su faceta profesional en 1989 escribió cuatro episodios para la exitosa y longeva serie Rosseanne protagonizada por la actriz Roseanne Barr y el actor John Goodman entre otros y un año después tres más para ¡Dulce hogar… a veces! otra sitcom de corta vida con Ed Begley Jr y Jayne Atkinson como protagonistas. Pero no sería hasta el año 1992 que Joss Whedon pudiera dar forma a un proyecto nacido de una idea de su propiedad, pero este hecho, que marcaría para siempre su carrera como creador, se daría lugar curiosamente en la pantalla grande, no la pequeña.
Buffy Cazavampiros, decepcionante debut
Buffy Cazavampiros nació como película en 1992. Con argumento y guión de Joss Whedon y dirección de Fran Rubel Kuzui, el film narraba las aventuras de Buffy (Kristy Swanson) una joven estudiante universitaria y animadora del equipo de baloncesto que descubría por medio de un desconocido llamado Merrick Jason-Smythe (Donald Sutherland) que era la “cazadora” una elegida para luchar contra una horda de modernos vampiros comandados por su líder, el no muerto Lothos (Rutger Hauer). El largometraje era una parodia del cine adolescente de la época que aunaba con poco tino acción, terror, romance y humor. Como obra destilaba caspa y cutrez de baratillo por todos y cada uno de sus fotogramas y por su reparto de actores desfilaban por aquel entonces jóvenes debutantes como Luke Perry (Beverly Hills 90210), David Arquette (la saga Scream) Hilary Swank (Million Dollar Baby, Boy’s Don´t Cry) o Ben Affleck (Argo, El Indomable Will Hunting). El resultado como es lógico no agradó a Joss que vio como su guión era considerablemente adulterado (algo que volvería a pasarle de nuevo cuando decidiera poner en manos de otros directores sus propios libretos como veremos a continuación), pero ya se podían ver en el mismo algunos apuntes de humor e ironía que se convertirían en una de sus más destacadas señas de identidad.
Buffy Cazavampiros y Ángel, la consagración en la pequeña pantalla
Tres años después conseguiría su primera y hasta ahora única nominación al Oscar por participar (junto a otros tres escritores) en el guión de la mítica Toy Story, largometraje que daría inicio a las andanzas de la factoría Pixar. Años después volvería a participar en la escritura de otras cintas de animación como Atlantis: El Reino Perdido y Titán A.E, pero sin que su labor tuviera demasiada repercusión. En 1997 escribiría el guión de Alien Resurrección, cuarta entrega de las correrías de la Teniente Ripley dirigida por el francés Jean-Pierre Jeunet, que según palabras del mismo Whedon la Twentieth Century Fox dejó irreconocible (aunque una vez más vemos apuntes e ideas indivisibles a su discurso como el concepto de “equipo” el humor y el tono de sci fi de serie B al que volveria con Firefly). Pero seria ese año 1997 el más importante para la carrera de Joss Whedon cuando intentara sacar adelante la idea suicida de convencer a la cadena televisiva FOX para realizar una serie inspirada en la, más bien terrible, película Buffy Cazavampiros. Con el mismo punto de partida pero un reparto totalmente diferente encabezado por la estrella juvenil Sarah Michelle Gellar (Sé lo que Hicisteis el Último Verano, Crueles Intenciones) la serie daba sus primeros pasos entre el terror, la comedia adolescente y la acción sin destacar demasiado entre el resto de productos para quinceañeros. Pero a los pocos episodios cuando Whedon y sus guionistas empiezan a perfilar los personajes y a definir el contexto en el que se moverán (esa ciudad llamada Sunnydale que no hace honor a su nombre debido a que está localizada encima de la Boca del Infierno) comienzan a ofrecernos episodios más adultos como La Jauria, en el que Xander, el mejor amigo de Buffy, es poseído por el espíritu de la hiena de un zoo incitándole a comportarse como tal realizando el guión una interesante lectura sobra la animalidad intrínseca en el ser humano u otros decididamente oscuros como La Chica de la Profecia que cierra esta temporada de debut enfrentando a la protagonista con la figura de el Maestro, el primer villano oficial del programa.
Pero no seria hasta Pasión, el episodio número 17 de la segunda temporada, que se confirmara que la serie de Joss Whedon era mucho más que un producto de consumo rápido para adolescentes imberbes. Ese inolvidable capítulo en el que el personaje de Ángel marca un punto de inflexión en el programa al asesinar a la señorita Calendar da las primeras muestras de que estamos ante una producción que es mucho más de lo que aparenta. El monólogo del personaje de David Boreanaz que abre y cierra el episodio, el momento en el que el vampiro con alma asesina brutalmente a la profesora y cómo al final del metraje el novio de esta, Giles, el guardián y mentor de Buffy, vuelve al lugar del crimen son una demostración de televisión de alto nivel tanto en escritura como en interpretación o realización. A partir de esa temporada en la que se dará forma a la trágica historia de amor imposible entre Buffy y Ángel la serie irá ganando enteros en todos sus apartados hasta convertirse en la obra de culto que es hoy. Porque detrás de vampiros, cazadoras de distinta índole, licántropos, criaturas milenarias o dioses destructivos lo que realmente hace grande a Buffy Cazavampiros es su desarrollo de personajes y cómo Whedon y sus escritores van dando forma a unos roles que aún estando localizados en un contexto de fantasía y aventuras nos son brutalmente cercanos, identificables y considerablemente tridimensionales. Desde Buffy que tras matar a Ángel al final de la segunda temporada no volvería nunca a ser la misma, pasando por Spike (uno de los personajes más recordados de la serie y el favorito de la mayoría de los fans al que daba vida un adecuadísimo e inolvidable James Marsters) que pasaría de vampiro sanguinario a amor no correspondido de Buffy en las tres últimas temporadas de la serie, la dulce Willow que desataría todo su poder como bruja en la sexta temporada tras un hecho trágico que convierte esa season finale en una relectura de La Saga del Fénix Oscuro de los X-Men de Chris Claremont y John Byrne, el entrañable y atolondrado pero fiel Xander que por mirar por el bienestar de Buffy llegaría a cometer acciones bastante reprobables y que es el núcleo central de uno de los mejores episodios de la serie, el titulado Zepo, o Giles (al que daba vida un inmenso Anthony Stewart Head, mi actor y rol favoritos del programa), la figura paterna que Buffy nunca tuvo y su apoyo en los momentos más difíciles que irá perdiendo peso como mentor cuando la Cazadora vaya aprendiendo su peculiar oficio toda la galería de personajes de la serie de Joss Whedon nos son tan imperfectos, reales y humanos que no nos es difícil vernos reflejados como espectadores en uno o más de ellos.
La experiencia de dar forma a las siete temporadas que duró Buffy Cazavampiros (se emitió desde 1997 hasta 2003) también ofreció a Joss Whedon la oportunidad de debutar detrás de las cámaras. Los fans de la serie protagonizada por Sarah Michelle Gellar están de acuerdo en que los episodios en los que Joss aparece en los títulos de crédito como director son los mejores del producto con mucha diferencia. Capítulos como Silencio en el que toda la ciudad de Sunnydale queda muda debido a la llegada de unos monstruos llamados los “Caballeros” que les roban la voz en claro homenaje a la novela Momo de Michael Ende, Inquietud, que supone uno de los mejores tributos que se han rendido jamás a David Lynch y su mundo onírico, el díptico La Graduación que es pura Serie B, El Regalo, que es uno de los momentos más emotivos de la serie o Otra Vez Con Más Sentimiento, la entrega musical en el que todos los personajes cantan y bailan (ojo, justificado todo sabiamente en el guión, no de manera arbitraria o forzada) y que fue rodado en formato panorámico dan muestra de la versatilidad de Whedon para la escritura de diálogos, la realización técnica, la caracterización de personajes tanto principales como secundarios o la composición de temas musicales emocionantes y pegadizos. Pero sería de necios no destacar El Cuerpo, no sólo el episodio más remarcable de la serie o el mejor trabajo de escritura y dirección de toda la carrera de su autor, también uno de los momentos más intensos de la televisión americana de la pasada década. Con una puesta en escena puramente cinematográfica, un dramatismo contenido que muestra los sentimientos de los personajes a flor de piel y un final que realiza un juego de espejos brillante sobre los límites entre ficción y realidad o de cómo el peso como icono del personaje principal puede romper barreras dentro del metalenguaje este dieciseisavo episodio de la quinta temporada es una obra maestra de la historia contemporánea tubo catódico.
Buffy también se convertiría en la obra que Joss Whedon utilizaría para moldear y dar forma compacta a las que a día de hoy siguen siendo sus señas de identidad como autor. Principalmente tendríamos que hablar de su especial talento para perfilar personajes femeninos que poseen una acertada dualidad que los mueve entre la dureza de carácter y la sensibilidad más cercana, siempre desde el punto de vista de un hombre, pero con un olfato curtido por un autor de ficción que se nota que se vio rodeado desde su infancia de mujeres con una fuerte personalidad. No hay más que ver el último capítulo de la serie, La Elegida, que es una oda a la fortaleza intrínseca en el género femenino cuando descubrimos que “cualquier mujer puede ser una Cazadora”. Por otro lado deberíamos destacar su peculiar y acertada visión del concepto de “grupo” ya que si el personaje de Buffy Summers es grande lo es principalmente porque los roles secundarios que le cubren la espalda le permiten crecer, madurar y afianzarse como personalidad. Joss Whedon no entiende el triunfo por medio de la individualidad, para él el camino del éxito, el trayecto a la supervivencia, nace de las relaciones de sacrificio, compromiso y fraternidad que surgen entre amigos. También es propio del americano crear villanos carismáticos (el Alcalde de la tercera temporada) llenos de claroscuros (la memorable Faith a la que da vida Eliza Dushku en el mejor, y más morboso, papel de su carrera) o tan patéticos como peligrosos (la Glory de la quinta temporada). Criminales, asesinos o dioses enfurecidos que en ocasiones nos caen mejor que los mismos protagonistas y que a veces queremos que se salgan con la suya y con ello den inicio al apocalipsis en Sunnydale. Definir con pericia personajes e incidir en el concepto de comunidad con ellos también le permite tener especial talento para desarrollar relaciones sentimentales entre sus criaturas que se antojan cercanas, epidérmicas y normalmente trágicas. La melancólica de Buffy con Ángel, la más mundana que tuvo con el soldado Riley en la quinta temporada y la de tono más salvaje y sexualizada con Spike en la sexta. Pero también son un dechado de elegancia y sutilidad las que unen a Willow con Oz o Tara (Whedon dio una visión inteligentísima y muy acertada sobre el lesbianismo en la ficción con el noviazgo de las dos brujas) o las de Xander con las descacharrantes, cada una en su estilo, Cordelia y Anya. Por último destaquemos la mayor virtud de Joss Whedon como narrador, su humor. Ironía, diálogos ágiles, comentarios jocosos, gags físicos, el hijo de Tom Whedon heredó el talento de su padre para la comedia y algunas de las líneas de guión salidas por la boca de personajes como Xander, Anya, Spike o el mismo Giles, que se supone el rol más serio del programa, arrancan más de una carcajada confirmando el especial don del guionista, productor y director para no tomarse a sí mismo y a su obra totalmente en serio.
El triunfo de Buffy fue tal que cuando su tercera temporada terminó Joss Whedon y David Greenwalt propusieron a la FOX crear un spin off protagonizado por Ángel, el vampiro con alma al que dio vida en la serie primigenia el actor David Boreanaz (Bones). Llevándose consigo a secundarios de Buffy como Cordelia (Charisma Carpenter) o Wesley (Alexis Denisof) a los que se unirían el demonio empático Lorne (Andy Hallet) el antiguo pandillero Charles Gunn (J. August Richards) la dulce Fred (Amy Acker) y en los nueve primeros episodios Doyle (Glenn Quinn), cuyo actor abandonó la serie por culpa de esos los problemas con las drogas que quitarían la vida años después, la serie de Ángel que nació como un simple experimento derivado duró la friolera de cinco temporadas, sobreviviendo incluso un años más que su hermana mayor, siendo finalmente cancelada en 2004 tras 110 episodios. Con un tono más adulto y oscuro y localizando la historia en una agencia de detectives sobrenaturales en la ciudad de Los Ángeles comandada por el mismo Ángel la serie seguía la senda abierta por Joss Whedon en el programa protagonizado por Sarah Michelle Gellar y aunque el mismo creador no estuvo demasiado implicado en la producción (cayendo esta casi por completo en David Greenwalt) el resultado del producto fue más que notable añadiendo tramas interesantes, relaciones interpersonales bien escritas, humor, acción y monstruos sobrenaturales. En la tercera temporada entró en escena Connor (Vincent Kartheiser) el hijo secreto que Ángel tuvo con Darla (Julie Benz) y si bien era un rol destestable (este actor es experto en bordar personalidades odiosas, no hay más que ver su Pete Campbell de Mad Men) su interacción tortuosa con el protagonista hizo ganar muchos enteros al programa. Además, con la intención de atraer más espectadores de Buffy Cazavampiros a lo largo de las cinco temporadas se incluyeron apariciones estelares de muchos de los secundarios de aquella como Spike, Oz, Faith, Harmony, Willow o la ya mencionada Darla, algunos de ellos con roles de reparto más o menos fijos y otros en apariciones episódicas o cameos.
Firefly, tomando los cielos con los tripulantes de la Serenity
En 2001 mientras la sexta temporada de Buffy y la tercera de Ángel estaban siendo escritas Joss Whedon se desvínculó un poco del buffyverso para proponer a FOX una tercera serie alejada ya de la mitología sobrenatural nacida en Sunnydale y que gestaría al alimón con el guionista y productor Tim Minear (American Horror Story). Ambos propusieron a la cadena la idea de una programa de aventuras que mezclaría la space opera con el western, protagonizado por un grupo de contrabandistas que irían viajando por la galaxia en una pequeña nave en la que transportarían mercancía ilegal. El resultado fue el fracaso catódico más estrepitoso de la carrera de su creador, pero paradójicamente también su opus magna. Hablamos como no podía ser menos de Firefly. En el año 2517 el veterano de guerra Malcolm Reynolds (Nathan Fillion) y la tripulación de la Serenity, una nave comercial modelo Firefly, viajan a lo largo y ancho del espacio moviendo mercancía ilegal. Apodado capitán por sus socios Mal viaja con Zoe (Gina Torres), su segunda al mando y antigua compañera de armas, Wash (Alan Tudyk), piloto de la nave y marido de Zoe, Kaylee (Jewel Staite) mecánica de la Serenity, Jayne (Adam Baldwin), un mercenario que sólo trabaja a las órdenes de Reynolds por el dinero e Inara (Morena Baccarin) una prostituta de alto standing que ejerce como importante embajadora. La serie da inicio cuando en uno de los viajes de la Serenity Malcolm y sus compañeros acogen en su equipo al Pastor Book (Ron Glass) y los Hermanos River (Summer Glau) y Simon Tam (Sean Maher). En Firefly se subliman todas las características que definen el whedonverso. Los personajes nunca han tenido tanto carisma (posiblemente Malcolm Reynolds sea la mejor creación de la carrera de su autor) ni han encontrado en los actores asignados a los mismos mayor complicidad (lo de Alan Tudyk, Jewel Staite o Adam Baldwin es impresionante, pero ya lo de Nathan Fillion no tiene nombre) el sentimiento de colaboración en grupo nunca tuvo tanta cohesión, la acción nunca fue tan frenética, las relaciones interpersonales entre roles tan definidas o el humor tan decididamente tronchante y efectivo y a todo esto se añadió una crítica bastante elocuente a los pensamientos dictatoriales y al corporativismo de tintes filonazis. Episodios como el piloto de 86 minutos titulado Serenity, Out of Gas, Jaynetown o The Message dan muestra de que si la serie ideada por Whedon y Minear hubiera tenido una vida más alargada en el tiempo podría haber sido incluso más grande de lo que ya es, que no es poco. Pero la Fox empezó fastidiándola desde el principio cuando estrenó la serie con el segundo episodio, eludiendo el piloto de casi hora y media en el que se narraba el origen de Malcolm Reynolds, que no dejaba de ser un John Wayne del futuro, un hombre íntegro y con un código de honor inquebrantable aunque fuera un perdedor y viviera en la ilegalidad y que puso como nombre a su nave el valle en el que su bando perdió la guerra como declaración de principios personal. Cuando sólo se habían emitido 11 episodios de los 14 rodados y sólo un año después de su puesta de largo en televisión Firefly fue cancelada. Por suerte su éxito de ventas en el mercado doméstico propició que Universal comprara los derechos del serial para que Joss Whedon le diera un cierre a la altura, pero esta vez en pantalla grande, una jugada inversa a la que adaptó la película de Buffy Cazavampiros a las 625 líneas.
Serenity, una ópera prima con vocación de secuela
Con un presupuesto bastante ajustado para una cinta de corte comercial y con el apoyo incondicional de los browncoats (con ese nombre se conoce a los fans más acérrimos de Firefly) Joss Whedon se puso manos a la obra para realizar la secuela en cine de su serie, con el mismo reparto de aquella al que se sumó el hoy famoso actor británico de 12 Años de Esclavitud Chiwetel Ejiofor dando vida al carismático y determinado Operativo, el villano del film. Serenity continuaba la historia de los tripulantes de la nave homónima centrándose en algo que se nos apuntó previamente en la serie original, el poder latente en el cuerpo de River Tam que la convierte en una máquina de matar perfecta de la que la Alianza se quiere apoderar. Con un tono más oscuro y un diseño de producción considerablemente superior al visto en televisión Serenity supuso el debut en el mundo del largometraje de Joss Whedon. El resultado fue de nota, demostrando que en no mucho más de dos horas era capaz de condensar su impronta llena de acción, humor, emoción y añadiendo unas gotas de antimperialismo a la trama que no le quedaban nada mal. Estrenada en Estados Unidos el 30 de septiembre de 2005 su paso por la taquilla fue un éxito más que considerable superando por aquel entonces las cifras de la muy recuperable La Novia Cadáver de Tim Burton y Mike Johnson. En España en cambio pasó sin pena ni gloria, pero a ello contribuyó el hecho de que aquí no se había visto aún Firefly (es más, a día de hoy sigue sin haber tenido estreno oficial en nuestro país si mal no recuero) de modo que la empatía de aquellos que conocían la serie se hizo imposible para el espectador neófito y la implicación con la historia narrada en el largometraje se antojó mucho menor. Aunque a muchos aciertos se sumaron algunos fallos (ciertas elecciones importantes con respecto a algunos personajes fueron muy polémicas) Serenity es una magnífica película de ciencia ficción y aventuras y seguramente la obra clave para que Marvel empezara a interesarse por la figura del guionista y cineasta pelirrojo. Tras estrenar la deliciosa miniserie editada en la red Dr Horrible’s Sing-Along Blog protagonizada por Neil Patrick Harris y Nathan Fillion entre otros nuestro amigo Joss, que no conoce el dicho que reza “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra” volvió a codearse con la cadena de televisión que le dio en años pretéritos tantas tristezas como alegrías.
Dollhouse, nueva experiencia truncada en televisión
“Lo siento cariño, le he vendido otra serie a la FOX”. Estas son las irónicas palabras que Joss Whedon dijo a su mujer cuando firmó un contrato con la famosa cadena norteamericana de Rupert Murdoch para sacar adelante su próximo proyecto para la televisión titulado Dollhouse. Protagonizado por la habitual de la casa Eliza Dushku (la inolvidable Faith de Buffy Cazavampiros y Ángel) Olivia Williams, Amy Acker (otra actriz fetiche del whedonverso), Frank Kanz o Tahmoh Penickett entre otros el programa narraba el día a día de una organización llamada Dollhouse especializada en programar a individuos apodados “activos” a los que previamente han borrado su personalidad para así poder “rellenarlos” con la de todo tipo de individuos con el fin de cumplir las misiones (que van desde hacer de la pareja ideal del apuestos solteros hasta recuperar obras de arte robadas o hacer de guardaespaldas de estrellas del pop con instintos suicidas) que les han sido encomendadas por la corporación para la que trabajan. Aunque el punto de partida es muy original y da mucho juego (que la protagonista en cada episodio tenga una personalidad y habilidades distintas ofrece un amplio abanico de resoluciones argumentales para que el producto no aburra ni se entregue al subrayado con su temática) en principio Dollhouse no parece una serie muy “whedoniana” siendo esto un apunte curioso ya que fue la primera serie totalmente creada por Joss (como ya hemos comentado Ángel y Firefly fueron ideadas con un colaborador cada una) desde Buffy. Pero poco a poco el desarrollo de personajes (el que experimenta la Adelle DeWitt de Olivia Williams) los freaks carismáticos (el Topher de Frank Kanz que entre bromas y salidas descacharrantes nos hace olvidar que es una persona moralmente deleznable) la aparición de roles memorables (el papel de Alan Tudyk es posiblemente el mejor del show y el que encarrila la primera temporada en su recta final, una pena que después no lo exploten más) las situaciones de humor, la ironía, las referencias cinéfilas (Alpha torturando a una de sus víctimas al ritmo de In Dreams de Roy Orbison mientras Whisky baila delante de dos faros de coche son dos referencias a Terciopelo Azul y Carretera Perdida respectivamente, demostrando Whedon una vez más su pasión por el mundo de David Lynch) e ideas inteligentes sobre los riesgos de la manipulación mental a los que se ven sometidos los activos se hacen con la trama volviendo la serie cada vez más interesante aunque con ciertos fallos de ritmo y dispersión narrativa, sirva como ejemplo de esto último el anticlimático episodio final de la primera temporada que rompe el tono de mórbida amenaza que se había construido con mucho acierto durante los dos episodios anteriores con la aparición de Alpha. Pero al igual que con Firefly la FOX maltrató impunemente el programa, obligando a Joss Whedon a reescribir el episodio piloto completamente y haciendo debutar al show con un capítulo sin gancho, plano y que apenas hace atisbar las inteligentes ideas base de la serie. Tras dos temporadas Dollhouse cerró sus puertas en 2010 y Joss Whedon puso fin a una etapa en su carrera para dar inicio a la que más elogios y alegrías le ha reportado.
Los Vengadores, el reconocimiento a nivel mundial
La primera vez que Marvel Comics puso sus ojos en Joss Whedon fue al proponerle los jefazos tomar las riendas de los X-Men cuando el guionista escocés Grant Morrison terminó su exitosa etapa volviendo tras ella la editorial DC que le encumbró como autor. Con la ayuda del soberbio dibujante John Cassaday (Planetary) Whedon se apropió del olvidado título Astonishing X-Men para realizar una etapa de 24 números, a los que se sumó un especial Giant Size, en la que recuperó el matiz superheróico de los Hijos del Átomo que habían perdido a favor del tono high tech que el creador de Los Invisibles o Flex Mentallo había insuflado a la colección. Al éxito de estos cómics se sumó su especial visión de historias colectivas protagonizadas por varios personajes y su sentido del ritmo cinematográfico y estas fueron las piezas clave para que Marvel lo eligiera para culminar la Fase 1 de su universo cinematográfico. Tras el camino abierto por las dos entregas de Iron Man a manos de Jon Favreau, El Increible Hulk dirigida por el francés Louis Leterrier y la visión que de Thor y el Capitán América dieron el británico Kenneth Branagh y el norteamericano Joe Johnston respectivamente Whedon cogió las riendas del universo ideado por Marvel Studios para culminar el mismo con la primera película en imagen real de Los Vengadores. Tomando como protagonistas a Iron Man, el Capitán América, Hulk y Thor a los que se sumaron la Viuda Negra y Ojo de Halcón que habían sido presentados como personajes en celuloide en Iron Man 2 ella y Thor él o Nick Furia que estaba metido en todos los fregados (algo muy propio de nuestro amigo Samuel L. Jackson) y eligiendo como villano al Loki que el inglés Tom Hiddelston había bordado en la primera película del Dios del Trueno Joss Whedon se puso manos a la obra con la que sería su producción cinematográfica más ambiciosa al amparo tanto de la Marvel como de Disney que acababa de comprar los derechos de la Casa de las Ideas tanto en viñetas como en su rama audiovisual
Tras el rotundo éxito de Los Vengadores Joss Whedon se convirtió en el protegido de la Marvel
El resultado fue un éxito tan rotundo que en el hogar de Stan Lee todavía se frotan las manos por la millonada que amasaron en las taquillas de todo el mundo. Joss Whedon tomó a los personajes del Universo 616 y aunque se inspiró en distintas etapas de los cómics tanto clásicas (Roy Thomas) como contemporáneas (Geoff Johns) y se dejó influenciar por el estilismo y algunas de las resoluciones formales de la versión Ultimate de los roles (Nick Furia, los chitauri, la estética de Thor u Ojo de Halcón) mantuvo la esencia de los héroes más poderosos del planeta. The Avengers era puro sense of wonder, un cómic anual en movimiento, una fiesta fílmica en la que el cine comercial y de evasión ofrecía un ejemplo claro de cómo dejar satisfecho al espectador con una pieza tan eficiente como ligera, tan trepidante como autocontenida. Joss volvía ofrecer en imágenes su habitual discurso (acción, ironía, un grupo que se ve en la obligación de hacer piña para enfrentarse a un enemigo mayor, épica desatada, villanos carismáticos) pero como es lógico de manera más dosificada ya que esta vez se puso en manos de una enorme franquicia que controla los productos que llevan su sello con mano firme. Pero el simple hecho de que le dejaran hasta escribir el guión fue síntoma de que los productores que contrataron al creador de Firefly confiaban en su buen juicio y profesionalidad. El largometraje de Joss Whedon se convirtió en la tercera película más taquillera de la historia del cine (sólo por detrás de Avatar y Titanic ambas de James Cameron) puso de acuerdo a una crítica que la disfrutó enormemente (en líneas generales) y dejó satisfecho tanto al público generalista como a la mayor parte del fandom que se deshizo en elogios por el trabajo realizado con personajes que formaban parte de las vidas de millones de lectores. Tras el efecto de acción y reacción el mundo entero puso por primera vez sus ojos seriamente sobre el hombre que consiguió, como hemos comentado previamente en esta entrada, la proeza de crear una buena serie de una mala película y sacar adelante una película de una serie que fue un fracaso de audiencia. Después de años de éxitos y fracasos, de luchar por sacar adelante sus proyectos, de crear una familia formada por amigos (actores, guionistas, productores, directores) a los que recurre regularmente los que descubrimos al pelirrojo años ha por fin recibimos la satisfacción de que el hijo de Tom Whedon recibiera de manera unánime el reconocimiento que llevaba años mereciendo, permitiendo a una generación de nuevos espectadores descubrir su riquísima obra previa. Por descontando que también surgieron voces discordantes que le acusaron de ser un vendido y de prostituirse ofreciéndose a la industria que tantas veces le había dado de la espalda, pero como ya se sabe nunca llueve a gusto de todos.
Los Vengadores 2: La Era de Ultrón, la Fase 2 de Marvel, más cine y televisión
El verano de 2015 veremos la secuela de Los Vengadores si el embarazo de Scarlett Johansson lo permite
Tras el pelotazo a nivel global que supuso el estreno de Los Vengadores Joss Whedon se convirtió en el ojito derecho de Marvel, en su niño mimado. Tanta fue la confianza que nació entre empresa y empleado que, por un lado, la misma le dio libertad y tiempo para que sacara adelante proyectos propios como la escritura y producción de La Cabaña en el Bosque el debut en el mundo del largometraje de su amigo (fue guionista en Buffy y Ángel y con respecto a la primera fue el escritor de uno de mis episodios favoritos de toda la serie, Chicas Impuras, con un inmenso Nathan Fillion en el rol de Caleb) Drew Goddard (Cloverfield, Lost) una deliciosa mirada revisionista y socarronamente irónica del género de terror y una obra pequeña y muy humilde que supuso su tercera incursión detrás de las cámaras, su versión de Mucho Ruído y Pocas Nueces de William Shakespeare rodada con un presupuesto reducido, en pocos días, en blanco y negro, con su propia casa como localización principal y la mayoría de sus más acérrimos amigos (Nathan Fillion, Amy Acker, Alexis Denisof, Tom Lenk) como intérpretes principales y secundarios. Pero no tardarían los de Marvel Studios en solicitar sus servicios para nuevas tareas como rodar algunas escenas que se le resistían al director Alan Taylor de Thor: El Mundo Oscuro, la descafeinada secuela de las aventuras del Hijo de Odín, y que fuera el co creador y director del episodio piloto de Agentes de S.H.I.E.L.D la serie protagonizada por el resucitado agente Phil Coulson (que suponíamos muerto tras su enfrentamiento con Loki durante Los Vengadores) para la cadena ABC y que en su primera temporada está sufriendo el efecto “Dollhouse” por la poca implicación de Joss en el proceso creativo de la serie que cae casi por completo en su hermano Jed y la esposa de este último, Maurissa Tancharoen, que no saben sacar todavía todo el partido al programa que por desgracia parece que tampoco tiene mucho. Pero en cierta manera es comprensible que Joss no esté disponible para hacer de showrunner con la serie protagonizada por Clark Gregg. El guionista y director esta implicado en la pre producción de Los Vengadores: La Era de Ultron, secuela de la cinta de 2012 que llegará a nuestros cines en 2015 cuando Capitán América: El Soldado de Invierno de Anthony Russo y Joe Russo, Los Guardianes de la Galaxia de James Gunn y Hombre Hormiga de Edgar Wright dejen la alfombra puesta para que el mítico grupo de superhéroes vuelva a las multisalas de todo el mundo para enfrentarse con el peligroso Ultrón al que habrá que sumar la incorporación de nuevos (viejos) Vengadores (La bruja Escarlata, Mercurio, Visión) y puede que algún enemigo sorpresa del que todavía no tenemos noticias claras.
Supongo que habrá quedado claro en esta entrada que siento una más que notable predilección por Joss Whedon y su obra. Lo cierto es que es un tipo especial, un fan con todas las letras que comprende el mundo en el que nos movemos y que no para de dejarle a este constantes muestras de afecto y respeto en forma de seres de televisión, largometrajes, cómics o cortos que exhalan diversión, comicidad, sentimiento, emoción, epicidad y sobre todo mucho cariño. Realmente no sé qué le depara el futuro un tipo como Joss Whedon, espero que el mayor de los éxitos, el mismo que sigue mereciéndose, pero sí sé que su pasado es el que lo hizo grande, un verdadero maestro del entretenimiento en todas sus vertientes y que si no vuelve a ser el que fue poco importa, el respetable camino que ha transitado hasta hoy le ha permitido tener la confianza de millones de fans que seguirán con abnegado interés todo proyecto en el que se embarque independientemente de si llega o no a buen puerto, y huelga decir que el que suscribe estará ahí, siempre en primera fila, mientras el hombre que me enseñó que “conseguir lo imposible nos hace poderosos” siga en activo.
Este artículo fue publicado originalmente en la web Zona Negativa:
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