lunes, 31 de marzo de 2014

Capitán América (1990), tu vuo’ fa’ ll’americano



Título Original Captain America (1990)
Director Albert Pyun
Guión Stephen Tolkin y Laurence Block basado en el personaje de Joe Simon y Jack Kirby
Actores Matt Salinger, Ronny Cox, Scott Paulin, Ned Beatty, Darren McGavin, Michael Nouri, Kim Gillingham, Melinda Dillon, Bill Mumy, Francesca Neri, Norbert Weisser, Garette Ratliff Henson, Thomas Beatty, Jason Brooks




El descomunal éxito de la adaptación que Tim Burton dirigió en 1989 con Batman, el personaje creado en 1939 por Bob Kane y Bill Finger, de protagonista trajo tras de sí tantas cosas buenas como malas, algunas terriblemente malas. Dentro de estas últimas destaca algo que en principio no debía ser una idea negativa como era llevar a imágenes las aventuras de muchos de nuestros personajes de DC y Marvel que llevábamos años siguiendo desde las viñetas. Pero esa fiebre también dio pie a que todo hijo de vecino con una productora de tres al cuarto creyera que tenía los medios y aptitudes necesarias para realizar cine de superhéroes. Así fue como nació el primer largometraje para la pantalla grande protagonizado por el Capitán América allá por el lejano 1990. 




Que en la producción del proyecto estuviera implicado el israelí Menahem Golan, padre de la inefable Cannon Films que financiara muchos de los films de action heroes de la era Reagan como Silvester Stallone, Jean Claude Van Damme, Chuck Norris o Dolph Lundgren, no presagiaba nada bueno, pero que decidieran poner a los mandos de la realización a Albert Pyun (hijo espiritual de Ed Wood y padre putativo de Uwe Boll) al que le debemos obras como Kickboxer 2 y 4 o Cyborg (su posiblemente mejor film, que no es decir mucho) reducía todavía más las esperanzas de ver una buena película sobre el Centinela de la Libertad. Su reducido presupuesto y reparto de baratillo en el que destacaban un par de veteranas estrellas en decadencia terminaron por poner los clavos en el ataúd de lo que supuso la primera experiencia de Steve Rogers con el mundo del séptimo arte incluso antes de su estreno.




El Capitán América de 1990 es un detritus fílmico tan terriblemente pobre y ridículo en todos los aspectos que ni abordada desde la sorna o la oda a la cutrez por la pura diversión puede ser disfrutada. En su momento supuso una co producción yugoslavo-americana ¿¿?? rodada en Italia, lo que llevó a situar la mayor parte de la trama del largometraje en aquellas tierras… porque sí, no porque la historia lo exigiera. Los decorados son de una austeridad alarmante, los secundarios parecen sacados de una película softcore (señal inequívoca de esto que comentamos es la presencia como “villana” de una Francesca Neri que ese mismo año visitió nuestro país para rodar Las Edades de Lulú, la adaptación que el fallecido Bigas Luna realizó de la novela homónima de Almudena Grandes) del entrañable director del género Joe D’Amato y el actor que da vida a Steve Rogers, Matt Salinger, parece un galán de soap opera yanqui entrado en años, demasiados. 





Pero lo peor de la velada (junto a los diálogos que mencionaremos más tarde) es el apartado técnico del producto que incluso para su época era lo más bajo de lo más bajo. Si la dirección de Albert Pyun es chafardera, cutre, carcajeante (esos primeros planos subliminales del escudo con los que nos ametrallan durante todas las escenas de acción) lo del montaje ya es de traca.  Posiblemente estemos con esta Capitán América de 1990 ante la peor edición de la historia del cine, con una concatenación de imágenes sincopadas que llegan a producir dolor de cabeza a un espectador que queda totalmente convencido de que el LSD circuló por la sala de montaje de la película para descubrir finalmente que tal abuso de cortes y más cortes no sirve para camuflar que el escudo está hecho de un material plástico que haría parecer vibranium al de cualquier cosplay de un salón del cómic estandar, que los especialistas de escenas de riesgo fueron contratados en una agencia apunto de meterse en un expediente de regulación de empleo inminente o que el director y su equipo técnico no pudieron disimular que tenían un presupuesto que no podría pagar ni el catering de una producción de las llamadas grandes de aquellos primeros años 90.




Lo de la fidelidad a los cómics es curioso y digno de ser analizado. Porque si por un lado el origen del personaje se ciñe bastante a lo acontecido en las viñetas, con respecto a lo de su personalidad sólo caben dos opciones: 1 Los guionistas se fijaron en los primeros años del personaje cuando todavía era bastante “expeditivo” o 2 No habían leído una historieta del Primer Vengador en su vida y así lo reflejaron en pantalla. Este Capitán América de 1990 fuma, roba coches (¡hasta en dos ocasiones, a personas de confianza y para huír de ellos!) mata (y no en el fragor de la batalla, no, en plena pelea y sin miramientos) y parece adaptarse más bien pronto al futuro tras ser rescatado del hielo. Memorable es también lo del Cráneo Rojo que tras una génesis mal expuesta, una presentación como villano más bien pobre, con pelea cutre con el protagonista, pasa a ponerse una máscara que le hace parecer a Al Pacino en Dick Tracy (o el Sean Penn en Gangster Squad que viene a ser lo mismo) para no volver a aparecer en todo el metraje con su característica calavera. 




Finalmente nota aparte para el patriotismo recalcitrante (alejado del más atenuado y naíf de la versión de Marvel Studios) reflejado no sólo en el protagonista, también en ese presidente al que da vida Ronny Cox (Robocop) y que se mueve entre el hippismo politico y la violencia física que lo muestra como el precedente más claro de superpresidentes fílmicos como el de Harrison Ford en Air Force One de Wolfgang Petersen o el de Bill Pullman en Independece Day de Roland Emmrich. Esta poco recordada (y con motivo) producción, que en España se estrenó directamente en el nostálgico mercado del VHS, se puede resumir en sus inintencionadamente cómicos diálogos. Perlas tales como: “Perdona, es que te quiero mucho”, “Mata unos cuantos por mí, Steve”, “¡Vamos a ver si tu corazón es más fuerte que mi odio!” o la más destacada “Puede que no sea Superman pero para el mundo será el símbolo viviente de lo representa América” hablan por sí solas y nos confirman el motivo por el que este engendro, tan de Serie Z que hace que la B parezca A, esté encerrado bajo llave en el cajón del olvido.



1 comentario:

  1. Crítica incluida en este artículo de la web Zona Negativa sobre la vida audiovisual del Capitán América a lo largo de los años:

    http://www.zonanegativa.com/zn-cine-el-capitan-america-del-serial-de-los-anos-cuarenta-a-la-vision-de-marvel-studios/

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