lunes, 19 de septiembre de 2011

La Piel Que Habito




Título Original La Piel Que Habito (2011)
Director Pedro Almodóvar
Guión Pedro Almodóvar basado en la novela de Thierry Jonquet
Actores Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Blanca Suarez, Eduard Fernández, Jan Cornet, Barbara Lennie, Roberto Álamo, José Luis Gómez, Fernando Cayo, Susi Sánchez




Tras lo decepcionado que salí hace un tiempo del visionado de Los Abrazos Rotos, el pasado Sábado fui al cine a ver la última obra cinematográfica de Pedro Almodóvar, con una considerable desgana y arropado por todos los prejuicios habidos y por haber que me hacían temer el volver a enfrentarme de nuevo a un producto salido de la mano de un señor encantado de conocerse, tan consciente de su talento y renombre actual que podía permitirse hacer un pretencioso melodrama impostado y teatral pero presentado con un elegante envoltorio. Por suerte la sorpresa con La Piel que Habito ha sido totalmente positiva y me alegro por ello.




La decimoctava película del manchego Pedro Almodóvar está basada en la novela Mygale del escritor francés Thierry Jonquet, editada en el año 1995. De manera curiosa llama poderosamente la atención que un producto ajeno al director de Hable Con Ella contenga en su interior muchísimas de las constantes de su universo autoral. En ese sentido me ha recordado al caso del soberbio remake de La Mosca, un trabajo de encargo para el canadiense David Cronenberg que encontró en un guión de Hollywood que no era de su propiedad muchas de sus inquietudes como cineasta. Y ojo, esta no va a ser la última vez que mencione al director de Scanners en esta entrada.




Robert Ledgard (Antonio Banderas) es un eminente cirujano plástico que desde hace tiempo sólo ejerce la profesión en su propia casa, una mansión a las afueras de una ciudad de provincias. Allí tiene confinada a una bella paciente llamada Vera (Elena Anaya) de la que no sabemos nada y que está custodiada por Marilia (Marisa Paredes) la ama de llaves de la casa. Por medio del desarrollo de la trama en el presente y la inclusión de diferentes flasbacks descubriremos quién es Vera, el motivo por el que está encerrada en el hogar del Doctor Ledgard y qué sentido tienen los experimentos que está realizando con ella relacionados con la piel de la joven.




La Piel que Habito es como una versión mórbida y castiza de El Coleccionista de William Wyler o una adaptada al siglo XXI de la novela Frankenstein de Mary Shelley, pero coqueteando también con el Hitchcock de Vértigo (esos picados y planos cenitales o la tensión creciente) el David Cronenberg de Inseparables (el cambio evolutivo de la piel como una aproximación a la teoría de la Nueva Carne, los intrumentos quirúrgicos y la frialdad del doctor Ledgard) e incluso con retazos del subgénero giallo con todo el tono de thriller y el uso de armas tanto blancas como de fuego durante la trama y en ocasiones con un matiz que bordea el fetichismo.




Almodóvar sigue depurando su estilo como narrador y (sobre todo estelisticamente) consigue una puesta en escena y una planificación de tomas exquisita, pero esta vez no se dedica a realizar un producto onanitsa y autcomplaciente como en su anterior cinta. En esta ocasión está pendiente de dar fuerza a su historia, de construirla con una mezcla de géneros tan ecléctica como acertada, creando una amalgama de pasajes que van desde unos que bordean un potente acabado dramático hasta otros que vuelven a su lado más juguetón, descerebrado y hortera (el del "Tigre", que a pesar de ser almodovariano 100% y tener su lugar en la historia sobra casi por completo)




Lo mejor es que para tejer una historia compleja Almodóvar utiliza como apoyo unas bases cinematográficas clásicas y sencillas ancladas en el mundo del séptimo arte desde tiempos inmemoriales. El famoso mad doctor, la amvibalencia latente en la confusión de la identidad sexual, la dualidad en la personalidad, la locura, la culpa, la venganza o la redención. Con ello da forma a un thriller entre retorcido sexualmente y voyerista con interesantes giros de guión, hasta cierto punto extraños, pero nunca falsarios o tramposos. Todo tiene sentido y más si lo incluímos en el grueso de su filmografía.




Director de actores, esa es la palabra que mejor define a Almodóvar y con el tiempo el manchego ha demostrado que no sólo sabe llevar por buen camino a sus castings femeninos, también consigue sacar lo mejor de los hombres que colaboran con él. Si no que se lo digan a intérpretes como Javier Bardem y José Sancho en Carne Trémula, Eusebio Poncela e Imanol Arias en Laberinto de Pasiones, Javier Cámara en Hable con Ella e incluso al mismo Antonio Banderas en ¡Átame! o Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios, papeles en los que el malagueño mezcló con pericia inocencia y sexualidad.




El protagonista de La Máscara del Zorro no rodaba en español desde el año 1993 (con ¡Dispara! de Carlos Saura si mal no recuerdo) y de su trabajo sólo puedo poner la pega de que al pronunciar se le nota el deje de llevar muchos años hablando inglés en sus papeles realizados en Hollywood. Su trabajo es contenido, metódico, sabe mantener la compostura con un rol que por su naturaleza podía haber caído en el mayor de los excesos por estar introducido en la locura, pero el protagonista de Desperado lo soluciona con soltura y cumple con nota.




Elena Anaya está, a parte de bellísima, entregada a un papel complicado, muy físico, que demanda mimestimo y que exige que la intérprete confíe plenamente en su director para llegar a buen puerto con su trabajo. Marisa Paredes aporta una profesionalidad respaldada por los años y tomando bastantes detalles de la Mrs Danvers de la Rebecca de Hitchcock a la que diera vida Judith Anderson en aquella obra maestra de 1940. Lo hace tan bien que le perdonamos el horripilante postizo capilar que llevaba en la testa y que me quemaba las retinas durante toda la proyección.




No tan bien parados salen Jan Cornet y Blanca Suarez, dos actores jóvenes con interesantes aptitudes para la intepretación que están desperdiciados con roles no muy consistentes, sobre todo ella (él al menos carga con pasajes dramáticos bastante interesantes) que está bastante desaprovechada. Por último mencionar para mal que a un actorazo como a Eduard Fernández no se le puede dar tan poca cancha, es uno de los grandes y verlo actuar es todo un placer, que en esta ocasión es más bien breve, una pena y un error por parte del director.




En cierta manera he recuperado la esperanza en Almodóvar, aunque como ya dije en su momento no soy un incondicional de su obra por mucho que la respete. En La Piel que Habito vuelve ese mundo de hombres depredadores e indecisos con su sexualidad, mujeres víctimas de desgracias inhumanas, pasiones desenfrenadas, ya que es la película con más sexo de Almodóvar en mucho tiempo, y todo envuelto en una partitura de Alberto Iglesias que en los pasajes más dramáticos es impresionante, aunque pierde fuerza cuando se pone en plan techno house.




Entre lo solemne y lo cómico, lo clásico y lo mestizo, el cine de primera categoría y el de Serie B, el manchego ha ofrecido un proyecto bizarro, arriesgado, original y atípico (y hablamos de un autor que de común tiene más bien poco) muy suyo, ya que el film es uno de sus inconfundibles hijos y se antoja inevitable no pensar en Kika o Carne Trémula durante el metraje. Esta cinta con un poco de suerte puede abrir nuevos caminos dentro de su carrera como cineasta y hacerlo transitar por zonas inexploradas, pero eso sólo nos lo dirá el tiempo. Por ahora sólo sabemos que con su próximo proyecto volverá la comedia, el género que le llevó al estrellato.



5 comentarios:

  1. Pues muy de acuerdo contigo Jose.

    Ya me has leído, iba con muchos prejuicios a verla y la verdad es que ha supuesto una grata sorpresa. Cuando salí del cine me di cuenta de que me había gustado, mucho pero no fue hasta más tarde que descubrí que la película funcionaba plenamente cuando vi que mis acompañantes y yo llevábamos más de 2 horas hablando de la película, de su mensaje y la ambigüedad que transmite el personaje de Elena Anaya.

    Ciertamente lo del tigre sobra e incluso el motivo por el que va vestido de esa manera está metido con calzador y de manera algo torpe, pero es un pasaje que recuerda bastante a tiempos más kitsch del director como tú bien has comentado y por ello es almodovariano al 110%, en ese sentido se lo perdono.

    Aún no he leído The Extremist de Milligan, en cuanto lo haga te diré qué tal le iría alguno de esos directores a su adaptación cinematográfica.

    ¡Un saludo!

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  2. Yo sigo sin saber de que carajo va esta peli XDDDDDD

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  3. Es mejor que no lo sepas, para cuando la veas flipes en colores XD

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  4. Otro que iba con pocas esperanzas... Y he acabado bastante sorprendido. Estoy contigo en que la novela le viene como un guante a Almodóvar, tiene mucho en común con sus constantes temas como director.

    Agradezco que el director aborde nuevos proyectos, nuevos estilos, y si bien se nota que el thriller no es un género que domine (como dice Torralba, el flashback a mitad de proyección me parece un gran error, el final no hace justicia a la película, y la parte del tigre sobre por completo), cumple con muy buena nota, mantiene la tensión y la intriga sobre todo por cómo explotará la ambigüedad del dúo protagonista.

    Y genial Alberto Iglesias, pedazo de banda sonora se marca, el tema central es magnífico.

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  5. La verdad es que después de la solemnidad pedante de Los Abrazos Rotos este coqueteo con múltiples temáticas, géneros y estilos a mí me agradó mucho y eso como ya he comentado en otras ocasiones no soy un gran fan de Almodóvar.

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